Los Testigos de Jehová

Qué podría ser mas tentador que un club exclusivo dirigido por Dios mismo


Barbara Grizzuti Harrison creció en Brooklyn como Testigo de Jehová, y ha escrito extensivamente sobre los cultos, hasta afirmar que la "National Rifle Association" (NRA) le recuerda un culto, batallan absolutamente convencidos de su causa, necesitan continuamente enemigos externos." Una viajante y ensayista, Harrison es la autora de una novela y cinco libros, incluyendo Los Días Italianos (Italian Days), ganadora del "Premio Americano del Libro", y su mas reciente Una Biografía Accidental (An Accidental Autobiography). Su libro clásico, Visiones de Gloria (Visions of Glory), sobre sus días alrededor de Betel y su crianza como Testigo de Jehová, se dejó de imprimir, pero su nuevo libro, Una Biografía Accidental, contiene similarmente memorias de sus días de Testigo. El ex-Testigo Randy Watters que trabajó en la sucursal principal de Brooklyn, Nueva York, la considera la mejor autora entre todas las biografías de Testigos. Se puede comprar el libro Una Biografía Accidental (inglés) en www.Amazon.com.

Qué podría ser mas tentador que un club exclusivo dirigido por Dios mismo

Mirabella, Agosto 13 de 1.993
Por Barbara Grizzuti Harrison

Las llamas de la Sucursal del Campamento Davidiano en Waco consumieron a diecisiete niños. Cuando los inocentes fueron masacrados recordé un versículo bíblico: "Jesús lloró". Y mientras pensaba en la simple compasión -y consideraba el silencio de Dios de cara a tanto sufrimiento y maldad- una amiga se volteó y me dijo: "Hubieras podido ser tu."

Ella quiso decir que yo también había sido criada en una secta apocalíptica y milenaria, y hubiese podido perecer en un fuego devorador (aunque tuve una pequeña desviación del destino).

Cuando tenía nueve años, mi madre, - energizada por una pasión por las certezas, una necesidad sentida de singularidad y exclusividad, un temor por las solicitudes naturales de la carne, y esa búsqueda por un propósito sin desvíos- se convirtió en Testigo de Jehová. Ella me crió en una secta extraña, fría, y me siento compelida a decir, también aberrante.

Los Testigos quienes van de puerta en puerta vendiendo salvación y ofreciendo las revistas La Atalaya y ¡Despertad! a los dispuestos de corazón, nunca se posicionarían en la forma que lo hizo David Koresh. Ellos no se encerrarían y se prenderían fuego. Por una razón, ellos tienen demasiadas propiedades corporativas que preservar y defender. También es cierto que ellos no castigan físicamente a sus hijos de manera sistemática, o los molestan de manera sexual, como lo hizo Koresh, el líder del culto. Sin embargo, existen paralelos, que sin ánimo tendencioso pueden efectuarse.

Mi amiga estaba equivocada. Considero como cero la posibilidad de haber muerto de un disparo, o consumida por el fuego, los Testigos están dedicados a su propia sobrevivencia. De manera profunda ella estaba en lo correcto. Si hubiera permanecido en una secta que desprecia el mundo, que cree en la maldad absoluta de todos menos los verdaderos creyentes, mi posibilidad de haber muerto espiritual, emocional y mentalmente en un infierno de odio, de mortificación y de disgusto con uno mismo, así como haber padecido una atrofia de la voluntad, hubiese sido del cien por ciento.

¡Esto me entristece! Por los niños huérfanos y muertos de Waco, y también por la niña que yo fuí.

Cuando surgió el asunto de Waco, la pregunta que se me efectúa con mas frecuencia es, ¿Cómo puede la gente prestarse para esta clase de manías, esta lujuria insana por disciplina y servilismo? ¿Cómo pueden las personas rendir sus almas y sus mentes - y las de sus hijos- a una teología loca de la oscuridad?

El cómo es subsidiario al ¿por qué?.

La necesidad de certeza -por lo absoluto, la cartilla de las certezas -puede ser satisfecha por el fundamentalismo o el fanatismo, no puede satisfacerse en las Iglesias principales. Las corrientes principales de religión, discuten sobre si las mujeres pueden o no ser ordenadas como ministras o rabinas, y ofrecen puntos de vista opuestos en todo, desde la homosexualidad hasta la pena de muerte, los derechos al aborto, el pacifismo y las guerras "justas". Como resultado, de manera frecuente (si no inadvertida) dejan la carga de la selección y de la discriminación al creyente individual. Pero el fanático, el fundamentalista, el cultista puede decir: "Esta es la forma como es, no existe otra forma de ver el asunto, estoy absolutamente seguro". Mucha gente está dispuesta a abdicar a la razón y negar su propia experiencia por aquello que consideran como el privilegio de haber sido aliviados de la carga implícita en el proceso de escoger - y por el privilegio de pertenecer a los pocos escogidos que poseen la verdad, la única verdad.

Oh, cuán seguros estábamos. Seguros e inmovibles. Como David Koresh teníamos la certeza que el fin del mundo vendría en nuestros días, y mas pronto que tarde, conocí a una mujer que en 1.944, no se arreglaría las caries de sus dientes debido a que lo consideraba un gasto inútil de dinero; pronto Dios solucionaría sus problemas dentales, en un Nueva York que sería habitado solo por Testigos de Jehová, cuando el resto de la humanidad hubiese perecido en el sangriento y furioso Armagedón en el cual también creía David Koresh. En 1.974, años después que yo dejé los Testigos, muchos de ellos, otra vez anticipando el fin, vendieron sus casas dejaron sus trabajos para predicar de tiempo completo, sus esperanzas fueron esparcidas. Sin embargo, el asunto extraño con el juego de las certezas es que el líder puede cambiar las reglas (o las fechas del Apocalipsis) como lo hizo Koresh sin que su apreciación de las certezas se vea disminuida.

Un líder carismático puede continuar guiando su rebaño aunque sus profecías fallen. De cierta forma, es como un mal matrimonio en el que uno se queda para recuperar su inversión.

Los Testigos de Jehová no tienen un líder carismático, la Organización era nuestro líder; se hablaba de ella como "teocrática" que significa que emana y es dirigida por Dios, así es que respetábamos cada directiva organizacional como una orden inequívoca de Dios. Desobedecer al líder era desobedecer a Dios y consecuentemente, no solo alienación de El sino la exclusión del grupo, para ser lanzado al mundo del mal, y sufrir finalmente la muerte eterna del "lago de fuego y oscuridad".

Los niños que dejaron el Campamento Davidiano antes del fuego pensaban (según un reporte del New York Times) que "el exterior estaba lleno de gente mala, incrédulos que no tenían la luz, gente malvada y dañina." Esto es lo que se les instruyó a creer. Esto es lo que se me instruyó a mi a creer. Como Koresh y sus seguidores nosotros estabamos pegados el uno al otro por nuestra jerga común: los incrédulos que eran las "cabras", y nosotros "las ovejas". Estábamos en "la verdad" los demás eran los enemigos eternos de Dios. Estos enemigos morirían, y nosotros seríamos testigos de su muerte en mares, ríos y fuentes de sangre. (Para el propósito de estas teologías oscuras no existe diferencia práctica entre Hitler y Gandhi).

Esto es lo que los seguidores de David Koresh creyeron, y lo que yo una vez creí. Fuí introducida en la poesía de sangre del libro de Revelación -el mismo que Koresh trató de interpretar y falló de manera espectacular-. Este libro, el último de la Biblia, rico, evocativo, tierno y feroz de manera alternativa, sanador, salvador y salvaje, y finalmente opaco ha intrigado a muchos eruditos y ha desafiado la imaginación de hombres locos por dos mil años.

Uno puede preguntarse qué comodidad puede derivar una persona de ver a los "enemigos" de Dios nadando en mares de sangre. Cuando dejé finalmente a los Testigos de Jehová fué porque no podía adorar a un Dios que era menos compasivo que yo. Cuando salí de los Testigos, un hombre que me amaba lloró y me dijo: "Ahora tú serás como todos los demás. Nunca mas conocerás las certezas." Agradezco a Dios (un Dios de amor) que esto sea así. Que todos seamos librados de las certezas sangrientas.

No existe límite en lo absurdo que puede llegar la gente a pensar. Se me instruyó a creer que las Naciones Unidas eran "la Bestia con siete cabezas y diez cuernos, la abominación de las abominaciones" de las cuales se habla en Revelación. Creía que "Babilonia la Grande, madre de las rameras" era la Iglesia Católica Romana. Creí que "los hombres fieles de la antiguedad", los profetas Moisés, David, Daniel y Josué regresarían para gobernar como príncipes de la tierra durante mi vida. Me preguntaba que le serviría a uno de ellos en caso que me escogiera para honrarme con su presencia para cenar.

Yo no era estúpida. No era mala. Sin embargo, creí en estas cosas por años. Los niños que Koresh manipuló de acuerdo con lo que escribió el Dr. Bruce D. Perry, Director de Siquiatría del Hospital Infantil de Texas, en el New York Times "tenían muchas fortalezas: la mayoría mostraban ternura y cuidado por sus parientes. La mayoría eran socialmente activos. A uno le hubieran gustado. Eran chicos muy amables". Cualquiera de ellos creía. Eran aparentemente normales, -las paredes de sus dormitorios, de acuerdo con Newsweek, estaban decoradas con dibujos y recortes de vaqueros e indios, flores y letras del alfabeto.

Ellos creyeron que debido a que Koresh ponía a padre contra hijo, y a hijo contra padre, se constituyó el mismo en la única fuente de nutrición y aprobación. Sé exactamente cómo funciona esto. A nosotros se nos decía que "debemos separarnos del mundo", veíamos la Universidad, por ejemplo como un campo de juego del diablo. La organización era la única fuente para nuestra instrucción y nuestra auto-estima. No votabamos, tampoco saludabamos la bandera ni aceptábamos transfusiones de sangre, ni salíamos con "gente mundana". Si no hacíamos estas cosas éramos expulsados, excomulgados. Y nadie de nuestra organización, ni nuestra madre, padre o hermana o hermano, o nuestro mejor amigo, podían hablar con nosotros otra vez. ¿Qué arriesgaría uno para evitar esto? Es terriblemente sorprendente cómo uno de los seguidores de Koresh con sus ropas encendidas por el fuego trató de correr nuevamente al interior del edificio. su vida estaba en ese edificio, su Señor, su amo, su verdad, su futuro.

¿Cómo surge esta dependencia total?

¿Cómo puede la gente rendirse de alma y mente, -y la de sus niños, a una teología loca de la oscuridad?

Ultimamente, todos creen que es un misterio. Pero sabemos que un líder de culto establece y elabora sistemas de protocolos, -a través de coerción o intimidación sexual, mental y emocional-, que convence al fanático que el o ella estaría completamente perdido sin La Verdad. Algunas veces la estrategia de convicción va en incremento: largas horas de estudio bíblico y adoctrinamiento, abstención del mundo, de comida o de sueño ( en mi caso se me prohibía la lectura de cualquier asunto a excepción de lo publicado por la organización), todo esto hace su parte del trabajo. Con menos frecuencia, el proceso de conversión es instantáneo, encontré este caso cuando investigaba otro culto apocalíptico, la Iglesia de la Laguna en Vermont: "en media hora el líder me había hecho cuestionar mi crianza cristiana y prácticamente me tenía convencido que era un infiel, me dolía el corazón y los ojos…pensé que iba a morir o caer ante sus pies". El hombre que me contó esto ha vuelto a ser el mismo, y estaba cuando lo conocí completamente sano y racional. La única cosa que me atrevo a sugerir es que la locura, la psicosis religiosa, chupa todo para sí, es como una vacuna. Existe una fortaleza perniciosa en esta variedad de locura, -es extrañamente muy segura de si misma, como un eco electrizante de lo que yo había oído en Vermont, el esposo anterior de un seguidor de Koresh afirmó: "se llevó mi crianza cristiana y puso en su lugar una madeja de lana de manera que yo no sabía qué creer."

Por qué algunas personas son vulnerables y otras no, es una pregunta complicada. Yo era una niña cuando creí. Tal vez todos los cultistas son niños en sentido emocional. Es esto simplístico. No lo sé. Sé que desear a un Dios que parece estar devastadoramente lejos puede llevar a las mas diferentes personas fuera de forma… y su silencio percibido es reemplazado por voces babosas y dementes de humanos locos.

Existe algo que sé y que doy por seguro de mi experiencia: el sentido de persecución es la clase de gelatina que mantiene a las personas en grupos atípicos juntos. Perversamente les ofrece prueba de que son especiales, el "odio" del mundo es prueba para ellos del amor de Dios. Los cantos de Nancy Sinatra y los Cantos Tibetianos reforzaban la fe de quienes vivían en el Campamento Davidiano. Puedo verlo en la mente de mis ojos, sentados en la oscuridad fétida y regocijándose de que Dios los ha escogido para ser perseguidos.

Esto me rompe el corazón.

Uno de los sonidos grabados en los Campos Davidianos que se escuchó antes de que murieran, era el de conejos que eran degollados. Ellos creían que el mundo entero era adecuado para el degollamiento, ¿por qué los chillidos de los conejos los harían arrodillar? La certeza insana en cuanto a que el mundo era en todo aspecto malo, los llevó a sus muertes.

Mientras escribo esto, me siento en mi ventana y amo todo aspecto del mundo físico que veo. El amar el mundo, el permitirme ser amada por hombres y mujeres imperfectos, y creer que a pesar de nuestro descontento y su silencio aparente e inexplicable, Dios se preocupa tiernamente por todos nosotros ha sido mi salvación.



Primera página




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