Los Testigos de Jehová

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Adoctrinamiento y manipulación

El mito del SIDA

Los verdaderos riesgos


Adoctrinamiento y manipulación

NO DEJA DE SORPRENDER QUE MIENTRAS la Sociedad afirma que la única razón para vetar las transfusiones de sangre es la Biblia, la mayor parte de sus escritos sobre la cuestión de la sangre tenga que ver con “argumentos médicos” en contra de las transfusiones de sangre. Los argumentos religiosos se tratan en unos pocos párrafos al comienzo de algún artículo, incluso en publicaciones dedicadas solamente a esta cuestión, mientras que el resto del material argumenta extensamente sobre los peligros de las transfusiones de sangre.

En su intento por demostrar cuán peligrosas son las transfusiones de sangre, la Sociedad recibe mucha ayuda de revistas médicas y artículos de periódicos. Por la propia naturaleza de todas las actividades médicas se deduce que las transfusiones son peligrosas. Después de todo, las transfusiones de sangre se administran a pacientes que están en peligro mortal. Si la persona no estuviese al borde de la muerte a causa de una enfermedad o de un accidente, no se emprendería el complicado proceso de transfundirle sangre de otro ser humano. Al fin y al cabo, la sangre es un órgano líquido y una transfusión de sangre es un transplante de órgano. Cada persona es un ser único, y el peligro de los transplantes de órganos se expone con gran detalle en las revistas médicas. En las páginas en las que los profesionales de la medicina se exhortan entre sí a tomar precauciones, los escritores de la Sociedad Watchtower encuentran un pozo sin fondo de información de donde tomar referencias. Combinando esas citas inteligentemente, ellos crean la impresión de que el recibir una transfusión de sangre es solo un poco menos peligroso que la ruleta rusa:

"“Un revólver cargado”

• "Al público norteamericano se le advierte continuamente acerca de los peligros de manejar en estado de embriaguez, fumar, el cáncer, los narcóticos, etc.,” hace notar “Oasis,” una revista que se publica para los empleados de la Administración de Seguridad Social de los EE. UU. “Pero,” continúa, ha visto usted alguna vez una advertencia que trate de las transfusiones de sangre? Hay amplia información disponible sobre los peligros de las transfusiones ... en publicaciones médicas y otras por el estilo, pero muy pocas advertencias, si algunas. Es verdad que posiblemente no toda transfusión resulte en una reacción o enfermedad, pero, como declaró sobre este tema cierto autor: ‘es como jugar a la ruleta rusa líquida.’ No todo conductor ebrio causa una muerte o accidente, no todo el que fuma desarrolla cáncer pulmonar, ... no todo revólver cargado mata, y sin embargo se nos dan advertencias acerca de los peligros posibles. ... como el jefe médico de Sanidad advierte acerca del fumar, todo el que administra una transfusión de sangre debería advertir a los participantes que las transfusiones son peligrosas para su salud, tan peligrosas como un revólver cargado.”” (La Atalaya, Noviembre 1, 1976, p. 648, negrita original)

De este modo se expone a Testigos jóvenes y viejos a un torrente inagotable de historias de terror sobre el peligro de las transfusiones de sangre. Mientras que estas afirmaciones son verídicas en su contexto original, la impresión global que transmite la Sociedad es deshonesta y engañosa.

El aceptar la idea de que las transfusiones de sangre son claramente una práctica suicida, nos obligaría a creer que la entera profesión médica - la gente que trabaja con transfusiones de sangre, investiga en ellas y las administra - está en ignorancia de sus peligros o los desestiman cínicamente para satisfacer algún deseo sádico de suministrar transfusiones de sangre. La Sociedad no ha cesado de imputar esos malos motivos a los profesionales de la salud, incluso afirmando que están controlados por Satanás:

"La fe de los testigos de Jehová está bajo ataque desde todo ángulo: por el clero de la cristiandad que odia el mensaje del Reino que llevamos de casa en casa, por los apóstatas que colaboran con el clero de la cristiandad, por las autoridades médicas que quieren imponernos transfusiones de sangre a nosotros y a nuestros hijos, por los científicos ateos que rechazan la creencia en Dios y en la creación, y por los que tratan de obligarnos a violar nuestra neutralidad. Toda esta oposición la maneja Satanás, el gobernante de la oscuridad y la ignorancia, el enemigo del conocimiento exacto." (La Atalaya, Diciembre. 1, 1989, p. 12; negrita añadida)

Esta paranoia difícilmente inspira confianza en los argumentos médicos o legales de la Sociedad. Ya hemos demostrado que en cuestiones relacionadas con la salud, y a diferencia de la profesión médica, la Sociedad Watchtower ha sido deshonesta y engañosa. ¿Tenemos hoy más motivos para creer a la Sociedad Watchtower al afirmar que las transfusiones de sangre son una horrible atrocidad, que cuando argumentó que la extirpación de amígdalas era peor que el suicidio, que las vacunas eran un crimen contra la humanidad, o que un transplante de corazón transferiría la personalidad del donante? La Sociedad de hecho nos pide que creamos que tiene mayor aptitud en medicina que la propia ciencia médica. El registro histórico no da credibilidad a esa alegación. Artículos como el anteriormente citado muestran que el origen de la oposición al uso médico de la sangre no es una meditada consideración de los riesgos, sino la idea de que los Testigos de Jehová son parte de una lucha cósmica entre Dios y Satanás. En lugar de reconocer que la mayoría de los profesionales de la salud son personas honestas y diligentes, cuyo empeño es el de salvar vidas, la Sociedad nos dice que cuando quieren “imponernos transfusiones de sangre” están actuando bajo la influencia de Satanás.

No necesitamos excluir ninguno de los riesgos reales de las transfusiones de sangre. Como cualquier otra intervención médica complicada, las transfusiones de sangre pueden ser peligrosas. Pero al igual que la Sociedad Watchtower ha escrito innumerables artículos sobre los peligros de la sangre, cualquiera podría escribir artículos similares sobre los peligros de los antibióticos, de la cirugía a corazón abierto, de las drogas psiquiátricas, e incluso de la extirpación de amígdalas, incluyendo en ellos citas de fuentes más o menos creíbles. Ninguna persona en su sano juicio sugeriría que se abandonasen esas prácticas médicas, aunque los pormenores y la frecuencia de la aplicación de los diferentes métodos sean objeto de serios debates entre los profesionales. La realidad, apoyada por miles de casos en todo el mundo, es que las transfusiones de sangre han demostrado ser efectivas para salvar vidas humanas. Si no fuese así, la sangre no se habría utilizado al grado que se ha hecho por parte de los profesionales médicos, cuya principal preocupación es salvar vidas y curar enfermedades.


El mito del SIDA

EN SUS ESFUERZOS DE ADOCTRINAMIENTO, la Sociedad Watchtower ha recibido ayuda a menudo de la prensa popular. La Sociedad explota completamente el miedo relacionado con la enfermedad del SIDA. No es ninguna sorpresa que una enfermedad de transmisión sexual como el SIDA provea de munición a los grupos fundamentalistas, en contra de aquellos que tienen un estilo de vida que ellos no aprueban. La Sociedad ha empleado el miedo al SIDA para justificar su prohibición de la sangre, ya que uno de los modos en que se difunde el virus de SIDA (VIH) es a través de las transfusiones de sangre.

Algunas personas se infectaron con el VIH por culpa de las transfusiones de sangre, y estas tragedias dieron lugar a informes de prensa y a investigaciones oficiales. El resultado fue la obtención de productos hemoderivados seguros.

La Sociedad emplea estas tragedias para adoctrinarnos sobre los horrores de las transfusiones de sangre. Haciendo eso ataca a los profesionales de la medicina y a la Cruz Roja Internacional:

"Los hemofílicos reciben sangre contaminada

LA SANGRE ha llegado a ser un negocio que mueve 2.000 millones de dólares al año. El ansia de obtener beneficios ha sido la causa de una monumental tragedia en Francia. Sangre contaminada con el VIH provocó la muerte de 250 hemofílicos por enfermedades relacionadas con el sida, y varios centenares más se han infectado con el virus. (The Boston Globe, 28 de octubre de 1992, página 4.)

Una “vergonzosa alianza” de la negligencia médica y la avaricia comercial ha llevado a la muerte a unos cuatrocientos hemofílicos alemanes, y al menos otros dos mil más están infectados con el VIH por haber recibido sangre contaminada. (Guardian Weekly, 22 de agosto de 1993, página 7.)

Canadá tiene su propio escándalo relacionado con la sangre. Se calcula que más de setecientos hemofílicos canadienses fueron tratados con sangre contaminada con el VIH. En julio de 1984 se le comunicó al gobierno que la Cruz Roja estaba distribuyendo sangre contaminada con sida entre los hemofílicos canadienses, pero los hemoderivados contaminados no fueron retirados del mercado hasta un año después, en agosto de 1985. (The Globe and Mail, 22 de julio de 1993, página A21, y The Medical Post, 30 de marzo de 1993, página 26.)" (¡Despertad!, Mayo 22, 1994, p. 31)

Estos informes dan alas a la Sociedad para atacar a las autoridades, a los funcionarios de la salud y a los tribunales que ordenan el suministro de transfusiones de sangre.

"Algunas de las causas fueron: “Se empleó sangre con el virus del SIDA durante la operación”. “Contagio por una transfusión realizada en 1983.” “Contagio mediante una transfusión, luego ella contagió a su marido y a su hijo.” “Contrajo el SIDA por una transfusión de sangre.” “Contrajo el SIDA debido a una transfusión de sangre durante una operación realizada en 1981.” “Hemofílico; su hijo murió del SIDA y su esposa presenta un cuadro sintomático relacionado con el SIDA.” “Contrajo el SIDA por una transfusión de sangre, y durante tres años padeció dolores, parálisis y ceguera progresiva.” Un bebé de trece meses “murió, al igual que su madre, como consecuencia de una transfusión de sangre contaminada”. Una niña de dos años “recibió una transfusión de sangre poco después de nacer” y murió a consecuencia del SIDA. En vista de estos riesgos evidentes, ¿por qué insisten todavía algunas autoridades en obligar a los testigos de Jehová adultos y a sus hijos a ponerse transfusiones de sangre?" (¡Despertad!, Abril 8, 1988, p. 31)

Es engañoso por parte de la Sociedad el utilizar el miedo al SIDA para reafirmar la sabiduría de su postura sobre la sangre. La realidad es que antes de que se oyese hablar del SIDA, en la década de los 70, la Sociedad comenzó a permitir el uso de los productos hemoderivados necesarios para tratar la hemofilia:

"¿qué hay de aceptar inyecciones de sueros para combatir la enfermedad, como las que se emplean para la difteria, el tétano, la hepatitis de virus, la rabia, la hemofilia y la incompatibilidad de Rh? Parece que esto cae dentro de una ‘zona gris.’ Algunos cristianos creen que el aceptar con tal propósito una pequeña cantidad de una sustancia derivada de la sangre no sería una manifestación de falta de respeto a la ley de Dios; su conciencia permitiría tal cosa." (La Atalaya, Noviembre 1, 1978, p. 31, negrita añadida)

Así que, contrariamente a lo que afirma la Sociedad, nadie tiene que "obligar a los testigos de Jehová a ponerse" esos productos derivados de la sangre, porque ya se les permite aceptarlos libremente. Cuando la Sociedad cambió su criterio en este sentido, prácticamente todos los Testigos de Jehová sobrevivientes a la hemofilia severa se contagiaron con el VIH. Pocos sobrevivían a la hemofilia severa hasta que apareció el correspondiente tratamiento. En contraste, los productos derivados de la sangre que todavía rechazan los Testigos de Jehová rara vez han sido causantes de infecciones con el VIH. En lugar de estar protegidos, los Testigos de Jehová sufren los efectos negativos de aceptar algunos tipos de transfusiones de sangre, y de rechazar otros tipos. Encima del peligro que causa el rechazo del tratamiento necesario, en la práctica los Testigos de Jehová siguen expuestos al contagio del VIH por la sangre.

En Canadá, la infección del suministro de sangre originó una investigación pública. La Sociedad dio una gran cobertura a este acontecimiento. Después de relatar muchas de las tragedias, dijo:

"El 25 de mayo de 1994 el juez Krever escuchó una declaración animadora en Regina (provincia de Saskatchewan), que contrastaba con los testimonios deprimentes hasta entonces presentados. William J. Hall, un anciano de 75 años de edad aquejado de hemofilia grave, explicó cómo ha salido adelante con tratamientos no derivados de la sangre. Además, no tiene sida. El señor Hall, que es testigo de Jehová, no acepta transfusiones ni de sangre ni de factores de la coagulación sanguíneos a causa de su conciencia religiosa." (¡Despertad!, Junio 8, 1995, p. 21)

Si el Sr. Hall hubiese leído cuidadosamente la revista La Atalaya, quizás hubiera descubierto que la Sociedad ya no consideraba sagrados los factores hemoderivados para hemofílicos, y su “conciencia”, al igual que la de otros Testigos, quizás lo hubiera guiado de modo distinto. La Sociedad trasmite la idea de que gracias a seguir su consejo, el Sr. Hall se libró de la infección con el VIH. La realidad es que el Sr. Hall, uno de los pocos supervivientes de la hemofilia severa, se salvó del VIH probablemente por desestimar o por desconocer el giro en la postura de la Sociedad sobre el tratamiento. También es digno de señalar que la gran mayoría de los enfermos con hemofilia severa que se contagiaron con el VIH, hubieran muerto antes si hubieran rechazado la transfusión de factores hemoderivados.

En resumen, a pesar de la propaganda de la Sociedad, el SIDA ha demostrado que la Providencia no favorece nuestra prohibición de la sangre. No pudo ser peor el momento en que la Sociedad Watchtower cambió su postura, ya que permitió la transfusión de factores hemoderivados justo antes del descubrimiento del SIDA. La gran mayoría de los que se contagian con el VIH por las transfusiones de sangre son hemofílicos, y la postura de la Sociedad no les ofrece ningún tipo de protección. Obviamente, la Sociedad no está siendo honesta con su propaganda y muestra falta de respeto por la realidad.


Los verdaderos riesgos

UNA INVESTIGACIÓN SOBRE LOS RIESGOS asociados a las transfusiones de sangre revela que la probabilidad de contraer SIDA a través de sangre contaminada oscila entre 1 en 83000, y 1 en 660000, según la fuente científica que se consulte. Usted puede verificar estos datos si sigue las referencias contenidas en The Library of Blood Links. Si desea conocer la realidad de los riesgos de las transfusiones de sangre, puede consultar la dirección de American Association of Blood Banks (Asociación Americana de Bancos de Sangre).

Si se comparan estos datos con los de otros riesgos médicos, las cifras indicadas cobran mayor significado. Por ejemplo, en el caso de anestesia general, la probabilidad de muerte por una reacción negativa está entre 1 en 15000, y 1 en 30000. Si usted toma penicilina, sus probabilidades de una reacción fatal son del orden de 1 en 30000. Obviamente, es más probable morir como resultado de una anestesia general o de un tratamiento con antibióticos, que contraer SIDA por una transfusión de sangre.

La Sociedad admite un estudio que indica que ocurre una muerte por cada 13000 transfusiones de sangre. Este riesgo es ligeramente superior al que está asociado con tomar antibióticos, o recibir anestesia general. La Sociedad también acepta un estudio que indica que el rechazar la sangre durante la cirugía incrementa la mortalidad aproximadamente en un 1%. (La edición de febrero de 1993 de The American Journal of Medicine indica que según los resultados de un estudio basado en 1404 operaciones sin sangre realizadas a Testigos de Jehová, mayormente cirugía cardiovascular y de cadera, el 1.4% de los pacientes murió por falta de sangre como causa primaria, o directamente contribuyente a la muerte.) Esto quiere decir que cada vez que un Testigo se somete a “cirugía sin sangre”, su probabilidad de morir aumenta en 1%. Expresado de otro modo, por cada 100 operaciones, ocurre una muerte innecesaria. Multiplique esto por muchos años y por miles y miles de intervenciones, añada los que mueren de pérdida masiva de sangre antes de ser intervenidos, incluya las víctimas de complicaciones en el parto, de la leucemia y de otras patologías relacionadas con la sangre, y el resultado es la muerte innecesaria de muchos miles de Testigos de Jehová.

Nos gustaría poder aportar algunas cifras concretas, pero por razones obvias, la Sociedad prefiere no documentar estas muertes. Intentaremos ilustrar el coste humano. Según datos publicados, durante 1994 se realizaron 22.6 millones de operaciones quirúrgicas en los Estados Unidos de América. Para nuestro propósito, asumiremos que solo el 25% de esas intervenciones requirieron cirugía mayor, o sea aproximadamente 5.6 millones de casos. Basándonos en datos de la Sociedad, podemos suponer que aproximadamente 20600 de esas intervenciones se realizaron con Testigos (la proporción de publicadores en los EEUU es de 1 por cada 270 habitantes). Como sabemos que el rechazo de sangre aumenta el riesgo de muerte aproximadamente en uno por ciento, podemos hacer una estimación conservadora de que 206 Testigos murieron en los EEUU durante 1994 como consecuencia de rechazar terapias con sangre. Además, había 5.4 millones de Testigos predicando las buenas nuevas en 1996 y menos de un millón de éstos viven en los EEUU. Por lo tanto, de un modo conservador, podemos multiplicar la cifra anterior por un factor de 5. La estimación final muestra que aproximadamente 1000 Testigos de Jehová mueren cada año como resultado de la prohibición de la sangre.

Se puede añadir que aunque la cifra de 1000 muertes por año parece grande, significa que cada año se produce menos de una muerte por cada 5500 Testigos. Esto quiere decir que en cada circuito de congregaciones, que cuenta con una media de unos 2000 Testigos, se produciría solamente una muerte cada tres años aproximadamente. En una congregación de tamaño medio, se produciría una muerte cada cincuenta años. Los miembros de los Comités de Enlace con los Hospitales y los ancianos con experiencia, seguramente han sido testigos de una tasa de muertes incluso mayor que la que resulta de esta estimación.

El cálculo realizado no se puede considerar absolutamente exacto, ya que se han tenido que establecer demasiadas hipótesis. Sin embargo se debe recordar que en esa estimación no se han tenido en cuenta a los Testigos que murieron en las salas de emergencia por pérdida masiva de sangre, ni a los que murieron de leucemia, ni a los que murieron por algún otro tipo de hemorragia y nunca llegaron a un quirófano. Adicionalmente, los Testigos de los EEUU se benefician de un nivel de atención médica más elevado que en muchos otros países. Esto es cierto particularmente en lo que respecta a las “terapias alternativas sin sangre”, que requieren equipos y técnicas especiales, que no están disponibles en muchos países.

Las cifras de muertes reales pueden ser mayores o menores. Este cálculo es el mejor que podemos ofrecer en este momento, aunque estamos haciendo esfuerzos continuos para mejorar la exactitud de nuestra estimación.

La impresión que transmite la literatura de la Sociedad, es que los Testigos no experimentan esa tasa de muerte. La sangre se presenta como una sustancia contaminada que debería ser evitada como si fuese pus infectado de gérmenes, y se vilipendia a los médicos que abogan por su uso.

Esto no quiere decir que la sangre no está exenta de riesgos. Al igual que cualquier otro transplante de órgano o que la cirugía mayor, la sangre puede causar problemas y complicaciones, aunque solo son fatales en raras ocasiones. Por ejemplo, si usted recibe una transfusión de sangre corre el riesgo de contraer hepatitis. El riesgo es menor del uno por ciento, y la enfermedad no es necesariamente fatal.

El riesgo de desarrollar una reacción hemolítica que sea tan grave como para producir la muerte oscila entre 1/10000 y 1/25000. Vea Canadian Journal of Anesthesia, 1992, 39:8, pág 823. Esta revista concuerda prácticamente con la cifra citada por la Sociedad, de una muerte por cada 13000 transfusiones.

¿Debería usted rechazar una transfusión de sangre necesaria en vista de este riesgo? Considere esto: Si estuviese gravemente herido o sufriese de una enfermedad que pusiera en peligro su vida, y su médico le dijese que tiene una probabilidad del 99% de curarse por medio de una operación ¿cuál sería su proceder? ¿Sería razonable seguir adelante sin tratamiento quirúrgico, a pesar de que su probabilidad de curación fuese solamente del 1%? ¡Razonar de ese modo sería ridículo! Sin embargo ese es el tipo de razonamiento que emplea la Sociedad para intimidarnos a no aceptar transfusiones de sangre. ¿Es extraño que un buen número de profesionales de la medicina crean que somos miembros de una secta peligrosa?

Si se puede evitar una transfusión de sangre, evítela por todos los medios. Este no es un punto de vista radical para los profesionales de la salud. Si un órgano enfermo se puede tratar con drogas o con medicina, por lo general esto es preferible a un transplante de órgano. Lo mismo se puede decir de las transfusiones de sangre. Muchas veces no son realmente necesarias, y se pueden evitar. Los médicos no tienen ningún interés ni ningún deseo de suministrar transfusiones de sangre innecesarias, ya que son conscientes de los riesgos.

Tenga en mente también, que cuando hablamos en términos de un Testigo recibiendo una transfusión de sangre, estamos discutiendo sobre una situación de vida o muerte, que probablemente conlleva un traumatismo grave y pérdida masiva de sangre. ¿Cuál es el riesgo de morir en esta situación si no se recibe una transfusión de sangre? Todos hemos oído relatos de Testigos que han sobrevivido a estas situaciones, pero muchos mueren innecesariamente. Usted y su familia no deben ser víctimas de la maquinaria de propaganda de la Sociedad.

INFORMACIÓN ACTUALIZADA:
16 de mayo de 1997

Examine la dirección de Internet http://doyle.ibme.utoronto.ca/ que cita cifras de 61.5% de mortandad en pacientes Testigos de Jehová si su nivel preoperatorio de hemoglobina está por debajo de 6g/dl, y 33% de mortandad si está entre 6.1g/dl y 8g/dl.

Igualmente, el National Institutes of Health informa que las muertes por culpa de la sangre están por debajo de la cifra de 1 en 13000. Nos informa que ocurre una reacción hemolítica fatal por cada 100000 unidades de sangre transfundidas.

Un artículo de 7 de mayo de 1997 de ASSOCIATED PRESS indica que el riesgo actual de infección con SIDA es menor de un caso por cada 212000 litros de sangre.

Un informe del gobierno federal de los EEUU, intitulado “Progresos en la seguridad en el suministro de sangre” concluye: “No obstante, la sangre y sus productos derivados no están completamente exentos de riesgo… Pero para aquellos pacientes que necesitan transfusiones de sangre, el riesgo de una enfermedad asociada a la transfusión es mucho menor que el riesgo de morir o de empeorar en su enfermedad sin la transfusión” (http://www.pueblo.gsa.gov/cic_text/health/blood2.txt)



Primera página.




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