Los Testigos de Jehová

El libro de la vida (Contribuido)



Se entiende que tanto quienes permanecen dentro de la organización como aquellos que, por motivos de conciencia, hemos decidido retirarle nuestro apoyo, deberíamos tener la actitud de guiarnos por lo que la Biblia nos enseña. Aceptar guía, consejo y ayuda de quien puede ofrecerla es algo razonable y beneficioso. Nadie niega la validez de muchos artículos de la literatura publicada por la Watch Tower. Pero uno también debe permanecer alerta y rechazar todo aquello que esté en conflicto con la Palabra de Dios, venga de donde viniere. La lealtad es en primer lugar para con Dios.

Mucho me ha hecho pensar el grado de aceptación de cualquier cosa, sin pararse a pensar si concuerda o no con el espíritu y la letra de la Sagrada Escritura. Con dolor (y con impotencia) he visto cómo disparates sin sentido se han “colado” en las páginas de la Atalaya y otras publicaciones, cómo se han edificado cuentos sin fundamento alguno, cómo nadie ha podido aportar el rigor necesario para censurar información errónea que en tiempos de euforia escatológica se han propagado indebidamente para, al final, resultar que sólo se trataba de fantasías, castillos en el aire.

En lo que sigue quiero compartir con vosotros un detalle, aparentemente aislado, pero que en su día, me llamó la atención. Espero que, una vez examinada la documentación bíblica que se aporta y que es de sobras conocida por todos vosotros, saquéis vuestras propias conclusiones. Mis reflexiones de entonces sobre el tema os las he querido ofrecer ahora en forma escrita.

“Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Juan 14:6

Estas palabras de Jesús tienen la virtud de sosegar nuestro espíritu. A la par que tiernas, son profundas y comunican gozo, esperanza y también confianza y seguridad.

Cualquiera de estos tres vocablos que Jesús se atribuye alberga tal riqueza espiritual que constituye un compendio de alguno de los aspectos de la doctrina y práctica cristiana.

Quiero referirme a la citada en último lugar: “Yo soy... la Vida. ¿Qué es realmente lo importante, sino la vida?. El hace disponible la vida eterna para nosotros.

Jesús mismo aporta muchos detalles que aclaran su posición, su papel, en este asunto primordial.

“Pues como el Padre resucita a los muertos y los hace revivir, así también el hijo da la vida a los que quiere”. Juan 5:21.

El evangelio de Juan se prodiga en expresiones en esa dirección:

“Mis ovejas escuchan mi voz. Yo las conozco y ellas me siguen; yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás...”. Juan 10:27 y 28.

En Juan 11:25 añade otra palabra íntimamente relacionada con el tema:

“...Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mi, aunque muera, vivirá”

El es también la resurrección, que no es otra cosa que traer de vuelta a la vida a los que la han perdido. Tiene el poder para hacer eso:

“Pues es la voluntad de mi Padre que todo el que vea al hijo y crea en él tenga vida eterna y yo lo resucite en el último día.” Juan 6:40.

Explícitamente se nombra tal potestad de Jesucristo para dar la vida en estas palabras:

“y que por el poder que tú le has dado sobre todos los hombres, él de vida eterna a todos los que le has confiado.” Juan 17:2.

Cuando, después de la muerte de Nuestro Señor Jesucristo, Pedro se dirigió públicamente por segunda vez al pueblo judío, llegó a decirles:

“matásteis al autor de la vida...” Hechos 3:15

Así que Jesucristo representa un papel activo en cuanto a conceder la vida. Todos los demás recibimos la vida. El la da.

El apóstol Pablo desarrolla ampliamente este tema en el capítulo 5 de la carta que escribió a los Romanos. Valiéndose de un razonamiento bíblico-jurídico expone con toda claridad el efecto de la obra de Jesucristo, cuyo resultado final es la justificación del hombre para la vida, concluyendo el mencionado capítulo con estas palabras:

“La ley llegó para que abundase el delito: pero donde abundó el delito, sobreabundó la gracia, para que, como el delito trajo el reinado de la muerte, así también la gracia trajera el reinado de la justicia para la vida eterna. Por medio de Jesucristo, nuestro Señor.” Romanos: 5:20

Ya en las postrimerías de su vida, el apóstol Juan recibió una revelación, cuyos detalles están descritos en el Apocalipsis.

También aquí aparece Jesucristo como dador de vida. Se utiliza otro lenguaje y aparecen otros elementos que complementan y culminan esa tarea de Jesucristo de otorgar la vida a otros.

Entre otras cosas, el libro de Apocalipsis nos proporciona detalles sobre el juicio definitivo que se hace a la humanidad:

“Vi un gran trono blanco y al que estaba sentado sobre él. El cielo y la tierra, huyeron de su presencia, sin que se encontrase su lugar. Vi los muertos, grandes y pequeños, en pie delante del trono; entonces fueron abiertos los libros; fue abierto también otro libro, el libro de la vida. Y los muertos fueron juzgados según el contenido de los libros, cada uno según sus obras...Y el que no fue encontrado escrito en el libro de la vida fue arrojado al estanque de fuego.” Apo. 20: 11-15

En este pasaje se describe un juicio a todo tipo de personas. Todas ellas son juzgadas por los hechos de su vida, registrados en unos libros que se abren y utilizan para dar a cada uno lo que le corresponde.
(Soy consciente de que la Watch Tower da otra interpretación a estos libros). (1)

Recupero aquí un versículo que sirve de complemento contextual para determinar el papel de Jesucristo referente a este otro elemento nuevo que aparece, el juicio. Se trata de Juan 5:22, cuya cita había omitido al citar anteriormente Juan 5: 21. Allí leemos:

“El Padre no juzga a nadie, sino que ha entregado al hijo toda potestad de juzgar

Por tanto entendemos que Jesucristo es juez y ejercerá esa función para con los vivos y los muertos. El apóstol Pablo atestigua este hecho cuando se dirigió a los atenienses en el Areópago en los siguientes términos:

“puesto que ha establecido un dia en el que ha de juzgar al universo con justicia por medio de un hombre, a quien ha designado y acreditado ante todos al resucitarlo de entre los muertos”. (Hechos 17:31).

El propio Pablo enfatiza esa posición de Jesucristo con estas palabras:

“Yo te conjuro ante Dios y ante Jesucristo, que ha de venir como rey a juzgar a los vivos y a los muertos”. (2 Tim 4: 1)

Advierto que, al hablar de “juicio” y “juzgar”, aquí me estoy refiriendo exclusivamente, cuando, de acuerdo con el contexto, estos términos aplican exclusivamente al acto judicial personal y postrero, que determinará quiénes recibirán la vida. Estas mismas palabras en otros contextos de la Biblia adquieren otro significado menos restrictivo, pudiendo estar involucradas otras personas. Hago este comentario para no correr el riesgo de, como decimos en España, “mezclar las churras con las merinas” y llegar a obtener un bodrio semejante al “fabricado” por la Watch Tower en su estudio sobre la palabra “Generación” abordado en La Atalaya del 1.11.95 de triste memoria. (1).

Finalmente consideraremos otro elemento que aparece y que, para ser sincero, está directamente relacionado con el motivo que me ha llevado a la escritura de todo este comentario. Se trata de “el libro de la Vida”. El texto nos dice que aquel cuyo nombre no fue hallado en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego.

Anteriormente Pablo menciona a personas dignas de ser registradas en el libro de la vida:

“Y a ti, leal compañero, te ruego que prestes tu ayuda a éstas, que han trabajado mucho en el evangelio conmigo y con Clemente y demás colaboradores mios, cuyos nombres están en el libro de la vida”. (Fil. 4:3)

Pues bien, Jesucristo tiene autoridad para mantener el registro de los alistados en ese libro trascendental:

“El vencedor será revestido de vestiduras blancas, yo no borraré jamás su nombre del libro de la vida...” (Apo. 3:5)

Cuando, finalmente, Juan describe con todo lujo de detalles el esplendor de la Nueva Jerusalén, tal como le fue mostrada en la visión, menciona además quiénes pueden tener acceso y podrán transitar por ella:

“En ella no entrará nada impuro ni quien comete abominación o mentira, sino únicamente quienes han sido inscritos en el libro de la vida del cordero”. (Apo. 21: 27)

En este caso se añade un detalle más: “El libro de la vida del Cordero”. Reafirma la autoridad de Jesucristo sobre este libro y su papel trascendental en el otorgamiento de la vida a los seres de la raza humana. (También aquí quiero mencionar que la Watch Tower mantiene otro punto de vista diferente sobre todo este asunto, especialmente sobre la Nueva Jerusalén mencionada). (1).

La Atalaya del 15.4.95 abordó este tema bajo el subtema Los íntegros están en el Libro de la Vida.

En primer lugar creo que para los humanos hay un único libro de la vida en el que se inscriben los nombres de los que Jehová aprueba (Mal. 3:16) y del que se excluyen los que no cumplen los requisitos para ser declarados justos (Apo. 17:8).

La Atalaya citada incluía lo siguiente:

“Lógicamente, el nombre preeminente que se ha escrito en el libro de la vida de Jehová es el del Agente Principal de la vida, el propio Hijo de Dios, Jesucristo. Mateo 12:21 dice: ”Realmente, en su nombre esperarán naciones”. El sacrificio de rescate de Jesús garantiza la vida eterna para todos los que ponen fe en esta provisión. ¡Qué privilegio es que se anote nuestro nombre en este rollo junto con el de Jesús. (La Atalaya 15.4.95 páginas 19-20 párrafo 21 en Español).

Ante tal afirmación cabría plantearse las siguientes:

Cuestiones:

  • El Libro de la vida ¿Es sólo para los humanos o incluye a otros (Jesucristo en este caso)?

  • ¿Hay algún otro criterio diferente a la aplicación del sacrificio de Jesucristo para llegar a obtener la vida, siendo inscrito en el mencionado libro?.

  • Si los que están en este libro es debido al sacrificio de rescate de Jesucristo, ¿También se sacrificó por sí mismo, necesitaba el algo así?

  • ¿Hay algún versículo en la Biblia que nos dé a entender esa posibilidad?

  • De no ser así, ¿Cuál es la “lógica” utilizada para aceptar que “lógicamente el nombre preeminente que se ha escrito en el libro de la vida de Jehová es el del Agente Principal de la vida, el propio Hijo de Dios, Jesucristo?”

  • ¿Hay un libro de la Vida de Jehová y un libro distinto de la Vida del Cordero? En ese caso, ¿los humanos merecedores de vida se alistan en ambos?

  • ¿Cómo podemos distinguir entonces el papel del que da la vida y de aquellos que la reciben?
  • Los textos citados están tomados de una versión de la Biblia traducida de los textos originales por un equipo dirigido por el Dr. Evaristo Martín Nieto (13ª edición).

    (1) He dejado constancia de la diferencia de interpretación con respecto a lo que enseña la Watch Tower en algunos de los puntos que se han tocado. Lógicamente creo haber expuesto lo que la Biblia realmente dice sin prejuicios de ningún tipo. Quizá en alguna ocasión aborde esos temas, que no eran el objeto de la consideración principal de hoy, pero que han aparecido tangencialmente.

    (Contribuido)




    Primera página




    This page hosted by GeoCities Get your own Free Home Page