EL AMOR
Las voces del mundo han levantado sus soles
En el interminable laberinto de la tierra
Y nadie ha podido aún encontrar la esencialidad de su luz.
Porque habita en el invisible corazón de la eternidad.
Más allá de las palabras, de los sentidos y las ideas
En el territorio oculto de tiempos escurridizos
Su piel de mares infinitos acuna la fuerza de las esperanzas
Agitando su melodía de fuegos en las manos del arco iris.
Allí habitan las sombras corriendo libres por la luz
En este terreno el amor sueña libre en su soledad
Y las cruces desnudas diluyen su lenguaje de espumas
Recibiendo la sencilla vibración de los corazones puros.
El amor cae en cataratas silentes día a día
Por las curvas sencillas del viento
Desplazando su caudal de perfumes en el tiempo
Sin más banderas que el acento claro de la paz.
El amor es el secreto de los siglos en receso
Que va dibujando su invisible rocío cósmico
En los atardeceres temporales del espíritu
Y abraza en silencio nuestros mundos profundos y luminosos.
ENAMORADO.
Yo te amo corazón de agua
Soy prisionero de tu cascada de sonrisas.
Tu nombre llueve en mi piel
Como una cadena de flores.
Sólo tú suspendes mi voz en tus suspiros
Y en tu suave tiempo imaginario
Rumorea una bandera de rosas.
La transparencia de tus sueños
Galopa en mi camino de sombras
Yo te amo corazón de agua.
Alejandro Latorre , Poeta chileno.
Amame, como aquellos que se amaron sin límites.
como aquellos que se salvaron por el Amor.
como aquellos que se iluminaron por el Amor.
como aquellos que se transmutaron por el Amor.
Amame, sin prejuicios ni condiciones.
sin esperas ni reservas.
sin egoísmos ni sombras.
sin cadenas ni sumisiones.
Amame, con la profundidad insondable del océano.
con la claridad del Sol de las montañas.
con la fuerza suprema de vientos huracanados.
Amame, con la blanca llama de tu alma despierta.
con la alegría de cielos infinitos.
Porque sólo por el Amor peregrinamos juntos
hacia la dicha divina e inmortal.
TE SIENTO
Te siento cada día rozándome invisible
sutilmente impalpable.
Y aunque sé que siempre te he llevado conmigo
eres siempre la suave, dulcemente imposible
lejanía luminosa...
Te siento cada día cantar, mas no sé donde.
Eres algo que vive más allá de mí mismo
y aunque siempre eres nube y horizonte lejano
¡sentí tu beso sobre mi alma!
Mi espíritu solitario te sueña en todas las cosas
Mi alma te busca tras toda emoción
¡Mi camino está lleno de tu nombre!
¡Lejana!...¿Dónde estás?...¿Dónde estás?
A TI
Quiero cantar con la voz del Alma
el himno del amor eterno,
quiero abrazar con mi cuerpo de luna
el templo de oro de tu alma tranquila.
Quiero sentir tu presencia huidiza,
sumergiéndome en la Luz de tus caminos,
volar con el ritmo del viento
hacia las alturas del amor,
y entregarme a ti para siempre
en el éxtasis de nuestra unión secreta.
Quiero elevarme contigo
más allá de las cumbres terrenales
hasta el reino de la paz y de la armonía,
donde nuestra dicha no pueda ser perturbada jamás,
unidos por siempre en Amor inmortal.
Renato Alejandro Huerta, Poeta y Filósofo chileno.
SONETO VI
Todo en mi vidaes un presentimiento.
Soy como hoja medio desprendida
Que ya la agita, sin llegar el viento;
Una hoja temblorosa y conmovida.
Amo, sin verla, clara imagen pura;
Y mis ansias, mi angustia y mi tristeza,
Sólo escupen y buscan en la dura
Realidad de la vida a la belleza.
Yo sabré quién espera y quién llama,
Animando el misterio y escondida,
Cuando esta fiebre que a mi ser inflama,
Ciña, por fin, la forma apetecida.
De amor humano hacia el amor divino,
Voy labrando, sin tregua, mi camino.
Pedro Prado, poeta chileno.
A UNA MORENA
Tienes ojos de abismo, cabellera
Llena de luz y sombra, como el río
Que deslizando su caudal bravío,
Al beso de la luna reverbera.
Nada más cimbrador que tu cadera,
Rebelde a la presión del atavío...
Hay en tu sangre perdurable estío
Y en tus labios eterna primavera.
Bello fuera fundir en tu regazo
el beso de la muerte con tu abrazo...
Espirar como un dios, lánguidamente,
Teniendo tus cabellos por guirnalda,
Para que al roce de una carne ardiente
Se estremezca al cadáver en tu falda...
Carlos Pezoa Veliz, poeta chileno.
AMARANTA
Rubios, pulidos senos de Amaranta,
Por una lengua de lebrel limados.
Pórtico de limones, desviados
Por el canal que asciende a tu garganta.
Roja, un puente de rizos se adelanta
E incendia tus marfiles ondulados.
Muerde, heridor, tus dientes desangrados,
Y corvo, en vilo, al viento te levanta.
La soledad, dormida en la espesura,
Calza su pie de céfiro y desciende
Del olmo al mar de la llanura.
Su cuerpo en sombra, oscuro, se le enciende
Y gladiadora, como una ascua impura,
entre Amaranta y su amador se tiende.
Rafael Alberti, poeta español.
DESNUDO
El cielo de tu tacto
Amarillo cubría
El oculto jardín
De pasión y de música.
Altas yedras de sangre
Abrazaban tus huesos.
La caricia del alma
-brisa en temblor- movía
todo lo que tú eras.
¡Qué crepúsculo bello
de rubor y cansancio
era tu piel! Estabas
como un astro sin brillo,
recibiendo del Sol
la luz de su contorno.
Sólo bajo tus pies era de noche.
Eras cárcel de música
De la música presa,
Que intentaba escapar
En cada gesto tuyo,
Pero que no podía salir
Y se asomaba como un niño
A los cristales de tus ojos claros.
Manuel Alto Laguirre, poeta español.
EPIGRAMAS
Al perderte yo a ti, tú y yo hemos perdido:
Yo porque tú eras lo que yo más amaba
Y tú porque yo el que te amaba más.
Pero de nosotros dos, tu pierdes más que yo:
Porque yo podré amar a otras como te amaba a ti,
pero a ti no te amarán como te amaba yo.
Yo he repartido papeletas clandenistas,
Gritando ¡VIVA LA LIBERTAD! En plena calle
Desafiando a los guardias armados.
Yo participe en la rebelión de abril:
Pero palidezco cuando paso por tu casa
Y tu sola mirada me hace temblar.
¡Mi gatita tierna, mi gatita tierna!
¡Cómo estremecen a mi gatita tierna
mis caricias en su cara y en su cuello
y vuestros asesinatos y torturas!
Ernesto Cardenal, poeta nicaragüense.
TE HUBIERA AMADO.
Te hubiera amado.
Perfil solo, nubes gris, nimbo de olvido.
Con el misterio de la mirada,
Bajo la tormenta oscura de palabras,
En la tristeza o puñal de cada beso,
Hasta la ira o la melancolía,
te hubiera amado.
Ay, cuerpo que el amor se resiste
No ofreciendo su nocturno abandono a unos labios.
Sobre su piel la luna inútilmente llama,
Llama inútil la noche
Y el sol, inútil llama, lame
Con una lengua sombría su dos senos.
Te hubiera amado,
Rostro donde el día toma su luz hermosa.
Frío, dolor, nubes gris de siempre,
Como un relámpago entre el sueño amanecías
Sonámbula y bella atravesando
una aurora.
Tarde naval sobre el azul se extiende.
En el sueño del horizonte todo se olvida.
Vive tú aún, secreta existencia,
Mía como el deseo que nunca se extingue.
Vive fuerte, relámpago que un día amanecías
llama ahora de nieve.
Mírame aún pero recuerda
que se olvida.
Fernando Charry, poeta colombiano.
EL AMOR QUE CALLA
Si yo te odiara, mi odio te daría
En las palabras, rotundo y seguro;
Pero te amo y mi amor no se confía
A este hablar de los hombres, tan oscuro.
Tú lo quisieras vuelto un alarido,
Y viene de tan hondo que ha deshecho
Su quemante raudal, desfallecido,
Antes de la garganta, antes del pecho.
Estoy lo mismo que estanque colmado
Y te parezco un surtidor inerte.
¡Todo por mi callar atribulado
que es más atroz que el entrar en la muerte.!
Gabriela Mistral, poetisa chilena.
HORIZONTE
Pasar el horizonte envejecido
Y mirar en el fondo de los sueños
La estrella que palpita
Eras tan hermosa
Que no pudiste hablar
Yo me alejé
Pero llevo en la mano
Aquel cielo nativo
Con un sol gastado
Esta tarde
en un café
He bebido un licor tembloroso
Como un pescado rojo.
Y otra vez en el vaso escondido
Ese sueño filial
Eras tan hermosa
Que no pudiste hablar
En tu pecho algo agonizaba
Eran verdes tus ojos
Pero yo me alejaba
Eras tan hermosa
Que aprendí a cantar.
Vicente Huidobro, poeta chileno.
TU RISA
Quítame el pan , si quieres,
Quítame el aire, pero
no me quites tu risa.
No me quites la rosa,
La lanza que desgranas,
El agua que de pronto
Estalla en tu alegría,
La repentina ola
de plata que te nace.
Mi lucha es dura y vuelvo
Con los ojos cansados
A veces de haber visto
La tierra que no cambia,
Pero al entrar tu risa
Sube al cielo buscándome
Y abre para mí todas
las puertas de la vida.
Amor mío, en la hora
Más oscura desgrana
Tu risa, y si de pronto
Ves que mi sangre mancha
Las piedras de la calle,
ríe, porque tu risa
será para mis manos
como una espada fresca.
Junto al mar en otoño,
tu risa debe alzar
su cascada de espuma,
y en primavera, amor,
Quiero tu risa como
la flor que yo esperaba,
la flor azul, la rosa
de mi patria sonora.
Ríete de la noche,
del día, de la luna,
ríete de las calles
torcidas de la isla,
ríete de este torpe
muchacho que te quiere,
pero cuando yo abro
los ojos y los cierro,
cuando mis pasos van,
cuando vuelven mis pasos,
niégame el pan, el aire,
la luz, la primavera,
pero tu risa nunca
porque me moriría.
Poema 1
Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,
te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar el hijo del fondo de la tierra.
Fui solo como un túnel. De mí huían los pájaros
y en mí la noche entraba su invasión poderosa.
Para sobrevivirme te forjé como un arma,
como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda.
Pero cae la hora de la venganza, y te amo.
Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.
¡Ah los vasos del pecho! ¡Ah los ojos de ausencia!
¡Ah las rosas del pubis! ¡Ah tu voz lenta y triste!
Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia.
Mi sed, mi ansia si límite, mi camino indeciso!
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito.
Poema 4
Es la mañana llena de tempestad
en el corazon del verano.
Como pañuelos blancos de adiós viajan las nubes,
el viento las sacude con sus viajeras manos.
Innumerable corazón del viento
latiendo sobre nuestro silencio enamorado.
Zumbando entre los arboles, orquestal y divino,
como una lengua llena de guerras y de cantos.
Viento que lleva en rápido robo la hojarasca
y desvía las flechas latientes de los pajaros.
Viento que la derriba en ola sin espuma
y sustancia sin peso, y fuegos inclinado.
Se rompe y se sumerge su volumen de besos
combatido en la puerta del viento del verano.
Poema 5
Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.
Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.
Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mias son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.
Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.
Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.
Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas mas que tú a mi tristeza.
Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú las oigas como quiero que me oigas.
El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aun a veces las tumban
Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Amame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.
Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.
Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.
Poema 15
Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía;
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estas como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
Poema 20
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Pablo Neruda, poeta chileno.
Última actualización: 7 de octubre de 2000.
Visítenos periódicamente.