La Anti-razón
Paul
Kurtz, Profesor emérito de filosofía, Universidad Estatal
de Nueva York
Los humanistas han estado comprometidos con las proposiciones
de que los seres humanos son capaces de racionalidad y que deberían
utilizar su inteligencia crítica para entender la naturaleza y resolver
los problemas humanos. Además los humanistas han expresado la esperanza
de que con el desarrollo de la ciencia, la propagación de la educación
a la persona promedio, la disminución de la pobreza y la enfermedad,
y el mejoramiento de los niveles de vida, la humanidad podrá ser
liberada de los temores supersticiosos e irracionales que han sido el fundamento
de la existencia humana.
El mundo moderno ha sido testigo de tres desarrollos
humanísticos estimulantes. Primero, ha habido una enorme expansión
de las ciencias. Segundo, las oportunidades educacionales están
siendo accesibles a todos los que están dispuestos, así que
ahora la educación se considera un justo derecho de todos los individuos.
Tercero, por primera vez en la historia humana, tenemos la capacidad de
llagar realmente a ser una comunidad global; nuestras creencias y valores
chauvinistas están abiertas al escrutinio crítico comparativo;
y podemos hallar bases genuinas para algún fundamento común.
A fines del siglo XIX la mayoría de los principales
pensadores creyeron que dados estos desarrollos los últimos vestigios
de las antiguas religiones desaparecerían. Lo que nuestros primitivos
antepasados atribuyeron a fuerzas escondidas y ocultas o actos divinos
podía ser explicado en términos naturales causales. Los humanistas
científicos creyeron que podrían superar la ilusión
de ir mas allá, hacia un mundo donde la razón y la humanidad
podrían prevalecer. Dadas estas convicciones, es desalentador encontrar
ahora que las fuerzas de la sin razón son muy fuertes. Todavía
persisten las religiones anticuadas en gran parte del mundo y ha sido un
crecimiento y no un declive del dogmatismo religioso en sus formas más
literarias. En ciertos sectores del mundo las religiones más liberales
y humanas están perdiendo terreno como las formas más doctrinarias
y militantes de ganar adherentes. En los Estados Unidos, por ejemplo una
doctrina conocida como el «creacionismo científico»
denuncia y combate la teoría de la evolución; reclama tener
igualdad de tiempo en las escuelas. En una sociedad científica y
tecnológica tal como es ese país, un 63% de la población
cree en la vida después de la muerte, 54% cree en ángeles
y 39% en demonios. Algunas encuestas recientes del Instituto Gallup indican
que el 40 % de los adultos norteamericanos creen que la Biblia es la Palabra
de Dios, 50 % cree que Dios creo a Adán y Eva y el 86 % cree que
el creacionismo debería ser incluido en los currícula de
las escuelas públicas.
Para empeorar el asunto, las décadas recientes
han visto la proliferación de nuevos cultos de la sin razón.
Ha habido un renovado interés en la astrología y los horóscopos
y un enorme incremento de los cultos demoníacos y los ritos de exorcismo.
Además la creencia de los fenómenos psíquicos continúa
creciendo así como los autodenominados videntes, psíquicos
y gurúes en todo lugar donde proclaman sus poderes mágicos.
Existe la creencia muy difundida de la clarividencia, la precognición,
la telepatía, la levitación, la psico-quinesis la proyección
astral, la curación por fe, la cirugía psíquica, los
poltergeists y las apariciones. No estoy hablando de parapsicología.
Si sus conclusiones sobre la existencia de la P.E.S. [Percepción
Extra-Sensorial] están apoyadas o no, en la evidencia experimental
es un problema importante para la investigación. Necesitamos tener
una mente abierta sobre tales interrogantes. Lo que deploro son las extrapolaciones
religiosas no probadas que han brotado detrás de esto. Otro suceso
religioso de considerable significado es el desarrollo de la Ufología
[Ovnilogía] esto es, la opinión de que seres extraterrestres,
tal vez semidivinos del espacio exterior, están visitando la Tierra.
Ahora bien, es posible que la vida exista en otras partes del Universo,
y tal vez la vida inteligente haya evolucionado en otras galaxias. Además
los seres extraterrestres pueden habernos visitado y/o pueden estar visitándonos
ahora; pero la evidencia para dar esta hipótesis todavía
no está verificada y no hay datos fuertes para apoyarla. Sumado
a ésto tenemos las nuevas religiones que aparecen constantemente,
como la Cientología o la Iglesia de la Unificación, o los
monstruos de las profundidades que han salido a la superficie, tal como
el monstruo de Loch Ness, Piegrande, o el popular Triángulo de las
Bermudas. Hoy, la región de lo paranormal o pseudo- invoca a lo
oculto o inventa nuevas ciencias que le hacen posible trascender la experiencia
y la naturaleza y postular nuevas realidades ocultas y más profundas
de misterio e imaginación.
Ahora no hay duda alguna que ha habido un crecimiento
en el pensamiento, agnóstico y humanista en el siglo XX. Pero este
escepticismo que tiene que ver con lo sobrenatural comprende sólo
una minoría pequeña y relativa de gente. Las creencias teísticas
y mágicas, con frecuencia irracionales aún persisten. Debería
señalar que no hay ninguna garantía que el secularismo sea
una fuente de racionalidad o ética humanista. El mundo ha visto
ideologías seculares brutales en el siglo xx. Por ejemplo el fascismo
usó muchos de los símbolos religiosos incluyendo el compromiso
y la acción apasionada, señaló una retirada de la
razón. Además elaboró una pseudociencia racista y
otras formas de encantamiento. De la misma manera, algunas formas de marxismo
totalitario y stalinista crearon iglesias y dogmas de estado similares
en función a las formas religiosas tradicionales y traicionado los
ideales humanistas. Esto fue algo lamentable ya que el marxismo fue considerado
por muchos intelectuales como el suceso mas importante de estos tiempos
y la principal alternativa al teísmo tradicional.
Preguntémonos: ¿Puede un humanismo
secular basado en la razón y dedicado a valores humanos prevalecer
aún? Mi propia búsqueda en los 70’s ha estremecido mi confianza
en que el pensamiento mágico desaparecerá fácilmente
y que el humanismo secular tomará su lugar. Hay muchas razones para
esto. Para unos la religión teísta no es, al menos, una cuestión
de creencia simplemente. Aunque hay períodos de trastorno en el
cual viejas religiones mueren y nuevas emergen y son diseminadas por conversión,
la mayoría de individuos nacen en una tradición religiosa.
La religión de uno es más una cuestión de etnicidad
y parentesco, de sangre y de nacionalidad, que de elección consciente.
La religión persiste especialmente donde hay tradiciones fuertes
contra el matrimonio mixto y en lo referente a la crianza de los niños.
Hoy estamos viviendo en un período donde muchas de las viejas religiones
tradicionales están siendo desafiadas. Los individuos son diseminados
de su localidad y etnicidad: muchos experimentan una mezcla de múltiples
influencias. Así la posibilidad de libre elección de religión
esta presente. Además amplios sectores de la población tienen
el beneficio de la historia comparada, el conocimiento científico
y el escepticismo filosófico. ¿Por qué es que las
religiones evangélicas literalistas y fundamentalistas parecen estar
multiplicándose y no las liberales y humanistas? ¿Por qué
los cultos bizarros de la sinrazón progresan? ¿Por qué
es que una nueva religión popular fijada en lo paranormal parece
estar haciendo progresos? ¿Por qué la gente acepta creencias
en las cuales hay poca o ninguna evidencia o evidencia de lo contrario?
Una razón que puede darse es que hay una
información sobrecargada y es difícil para la gente evaluar
la plétora de afirmaciones en conflicto. Además hay una real
necesidad de desarrollar la inteligencia crítica, el aprecio por
el escepticismo ante supuestos no probados y por los patrones del pensamiento
objetivo. Otra razón es que muy pocas personas se han enterado de
la posición del escepticismo contra la religión teísta
y lo paranormal. El público no ha tenido el beneficio de discutir
la información científica. Simplemente carece de la información
negativa. El despertar escéptico no ha tenido igual tiempo que el
favorecimiento de la fe. No hay duda alguna que mucha gente prefiere lo
positivo a lo negativo. Esto se aplica tanto a las creencias tradicionales
y a los nuevos cultos paranormales.
En lo tocante a la religión tradicional nos
estamos enfrentando hoy a una situación de desbalance. Millones
de personas están expuestas a las exhortaciones de la Biblia, el
Corán y otros textos supuestamente sagrados. Los predicadores y
misioneros fundamentalistas sostienen que estas enseñanzas son literalmente
verdaderas, inspiradas divinamente, y la fuente esencial de la salvación
humana.
El poderoso análisis racional de la religión
que se desarrolló en el siglo XVIII hasta las primeras décadas
del siglo XX ha sido disipado por varias formas de neortodoxia, que reintrodujeron
los principios religiosos y metafísicos por medio de un lenguaje
ambiguo y la reinvidicación que los hombres y las mujeres pueden
vivir vidas adecuadas sólo si ellos hunden su incertidumbre en mitos,
símbolos y rituales antiguos. Este nuevo oscurantismo es perpetuado
por academias teológicas quienes rara vez han escudriñado
o impugnado sus puntos de vista. El público es inducido así
a creer que las afirmaciones religiosas son mas genuinas que las de la
posición escéptica. Hay gran ignorancia de la crítica
científica y bíblica en las revistas filosóficas y
teológicas disponibles.
Consideraciones similares se aplican a lo paranormal.
El público debería estar expuesto a los juicios negativos
sobre la astrología, los fenómenos psíquicos, la ufología.
Pero muy raramente han tenido la oportunidad de estarlo, pues los medios
de información constantemente presentan como verdaderas una serie
completa de afirmaciones paranormales infundadas.
Se puede hacer la siguiente pregunta: Si la gente
recibiera tal crítica ¿abandonaría sus antiguas creencias?
Podríamos esperar eso, pero puede no ser el caso. Dos estudios un
tanto preocupantes publicados por [The Skeptical Inquirer, en castellano
El Investigador Escéptico,] la revista del Comité para la
Investigación Científica de las Afirmaciones Paranormales
han sacudido mi confianza en que esto suceda fácilmente, al menos
no sin un programa masivo contra-educacional.
¿Está la creencia religiosa tradicional
declinando? Con el crecimiento de la educación y la ciencia uno
esperaría que este fuera el caso. Por ejemplo Europa occidental
muestra un marcado declive con la identificación formal religiosa.
La incredulidad está muy esparcida en Gran Bretaña. En los
EE.UU., los estudios indican que solo el 56 % de la población es
miembro formal de los cuerpos religiosos. Muchos más son, por supuesto,
miembros nominales ¿qué les sucede a quienes se desafilian?
¿llegan a ser librepensadores imbuidos con el espíritu científico
y los ideales humanistas? En un estudio los sociólogos William Bambridge
y Roney Stark de la Universidad de Washington en Seattle muestran que aquellos
que afirman creer en los cultos novísimos de lo paranormal tienden
a provenir de tales grupos [El estudio se llama «Supersticiones:
Viejas y Nuevas» en El Investigador Escéptico Vol.IV, No.
4, Verano 1980]. Según una encuesta de Gallup, que data de 1977,
un 34% de los estadounidenses adultos sostienen ser cristianos «nacidos
de nuevo» o se identifican con el cristianismo conservador. Este
el grupo más resistente a las afirmaciones recientes de lo paranormal
y lo oculto. Así que la conclusión que se puede hacer es
que aquellos que se alejan de las formas religiosas tradicionales y convencionales
tienden a buscar nuevas, y están especialmente predispuestos a las
afirmaciones de lo paranormal y lo oculto. Lejos de ser resistentes a las
supersticiones tienden a adoptar nuevas formas.
Una segunda serie de estudios realizada por Barry
Singer y Vic Benassi (de la Universidad Estatal de California, Long Beach)
da resultados inesperados [«Embobando alguna gente todo el tiempo»,
El Investigador Escéptico, Vol V, No 2, Invierno 1980-1, pp. 19-20].
Singer y Benassi presentaron a los estudiantes de algunos cursos de psicología
a una persona (llamada Craig) vestida de un traje púrpura y llevando
un medallón que ejecutaba las así llamadas proezas psíquicas.
Aparentemente dobló una vara metálica por medio de la psicoquinesis.
Con los ojos vendados demostró habilidad en leer números
en un block de notas. Fue capaz de trasladar ceniza del dorso a la palma
de la mano de un sujeto. Estas acciones parecían contradecir la
experiencia ordinaria y nuestras nociones de causalidad. Eran simples trucos
de magia, que cualquier buen mago podría hacer. En algunas clases
los profesores no les dijeron nada a los estudiantes sobre el actor, en
otras les decían que él afirmaba tener poderes psíquicos,
aunque no estaban convencidos personalmente. En otros casos dijeron a los
estudiantes que el ejecutante era un mago y que les presentaría
un acto de magia. Los investigadores se sorprendieron al encontrar que
tanto en las clases `psíquicas’ y `mágicas’ cerca de los
dos tercios de los estudiantes claramente creyeron que el ejecutante era
un psíquico.
Estuvieron tan intrigados por los resultados que
continuaron los experimentos llevando al mago a otras clases. Esta vez
cambiaban su introducción aclarando que estaban presentando a un
mago y que estaba haciendo trucos solamente. Esta descripción fue
un éxito en reducir las creencias psíquicas, levemente, pero
nunca bajo del 50%. Así que el resultado más notable de las
pruebas, afirman, fue su incapacidad en reducir las creencias psíquicas
más de lo mínimo aún cuando hubieran descripciones
marcadas y claras que se estaban produciendo trucos y magia. Singer y Benassi
han concluido que la gente mantendrá obstinadamente la creencia
en los poderes psíquicos de alguien, no importa la evidencia que
se le presente. Debemos subrayar que el mago mismo ninguna vez dijo que
era un psíquico. Singer y Benassi concluyen creyendo que «sus
resultados, tan bizarros como puedan ser, son de una amplia generalidad
y que los procesos psicológicos que identificamos tentativamente
como comprendidos en apoyar las creencias psíquicas están
presentes y activos en la población en general».
¿Qué luces nos da esta investigación
para el tema de nuestro artículo? Es muy importante ya que no trata
de religiones tradicionales, sino de la formación de las nuevas
donde tenemos grupos de control en cierto sentido. Nos lleva a un número
pequeño de interrogantes que podemos formular.
Primero ¿está la credulidad o el autoengaño
muy arraigado en la naturaleza humana?, ¿hay una tendencia natural
a aceptar las creencias sin evidencia?, ¿hay límites para
la objetividad científica?, ¿forma parte de ella la voluntad
de creer?, ¿cuán efectiva puede ser la educación en
la vida al desarrollar la racionalidad y el escepticismo? Los científicos
que son competentes en sus propios campos con frecuencia no dirigen su
actitud objetiva a otras áreas.
Segundo, ¿cuán profundamente está
asentado el pensamiento mágico, ¿existe una fascinación
constante por lo desconocido?, ¿la seducción por lo misterioso
atrae el interés humano?, ¿es el hombre un animal imaginativo,
ansiando siempre lo trascendental? Para muchos los milagros tradicionales
y las revelaciones alrededor de Moisés, Jesús, Mahoma han
sido complementadas o suplantadas por criaturas inteligentes, semidivinas
del espacio exterior que viajan en OVNIS capaces de PES [Percepción
extrasensorial] otros poderes psíquicos. La ciencia ficción
ha llegado a ser para ellos, la iglesia sagrada; pero parece estar tomando
funciones similares a las de la iglesia teísta tradicional. ¿Necesita
cualquier humanismo futuro estar envuelto en un traje profético
y lleno de mito y drama si quiere tener éxito?, ¿qué
del papel de las figuras carismáticas que transforman la moralidad
y despiertan el compromiso y la dedicación? Tal vez donde el marxismo,
como una alternativa secular al teísmo clásico, tuvo éxito
en atraer el apoyo de las masas sea a causa de su visión mesiánica,
milenarista y utópica que llevó la delantera. Y así
podemos preguntar, ¿cualquier humanismo secular que sea viable necesita
una nueva mitología y que ésta traicione su gran esencia?
Tercero, la religión tradicional provee alguna
seguridad psicológica y sociológica al individuo solitario.
Si la religión
tradicional declina esto significa que sistemas
alternativos de apoyo deberán aparecer para reemplazar los destruidos:
la familia, algunas ceremonias tradicionales de los ritos de iniciación
(nacimiento, pubertad, matrimonio y muerte), algunas de nuestras expresiones
emocionales de nuestras virtudes, valores, principios e ideales. Muchas
organizaciones humanistas han intentado hacer ésto pero sin gran
éxito. ¿Es porque su mensaje carece de misterio y drama?
Cuarto, en un nivel más profundo uno puede
preguntar, ¿tendrá alguna vez el humanismo secular éxito
en satisfacer la búsqueda existencial del hombre? Tal vez éste
sea el asunto más problemático. El humanismo enfatiza el
desarrollo de individuos autoconfiados que deseen aceptar la responsabilidad
de su propio destino, capaces de libertad, autonomía, racionalidad
y que deseen vivir con la incertidumbre de la ambigüedad. Pero puede
ser que esto sea sólo un ideal apropiado para un numero limitado
de individuos. Demanda coraje, fortaleza, voluntad y perseverancia. Mas
algunas gentes son débiles y tímidas, temerosas de la vida
y de sus desafíos y agobiadas especialmente por sus cargas. La persona
humanista ideal vive con un sentido de las oportunidades que la vida le
presenta, expresa disposición enérgica. No desea simplemente
realizar la naturaleza humana sino tener éxito en el despliegue
creativo de sus fuerzas. Pero el hombre o mujer deseando pasar por la vida
con el menor esfuerzo. Así que podría ser un escape no sólo
de la razón sino de la libertad también (como ha señalado
Erich Fromm:) -una persistente carencia de valor-.
Daniel Bell en un ensayo controversial «El
Retorno de lo Sagrado» publicado en su libro [The Winding Passage,
Cambridge, Massachusstts, ABT Books, 1980] arguye que lo sagrado nunca
podrá ser prescindido completamente. Esto es, dice debido a las
dimensiones trágicas de la vida humana ¿cómo una moral
secular manejará la desesperación existencial, la imponente
realidad de la finitud y muerte humanas? Bell piensa que la ciudad secular,
que buscamos construir y mejorar finalmente provee una visión limitada.
Escondida en el fondo está siempre la búsqueda de la eternidad
como una solución a nuestro predicamento existencial. Sostiene que
las formas de religión, aunque no sean literalmente verdaderas,
proveen algún consuelo para el alma quebrantada. Cree que la tradición
da anclas más firmes para nuestras emociones y, de otro lado, alguna
estabilidad psíquica en un mar inquieto. Podría ser que la
fascinación por lo paranormal, los saltos especulativos a los confines
del universo y a las posibilidades de otras dimensiones de la realidad
estén alimentando este deseo para que exista algo más.
Ahora no tengo una simple respuesta para estas cuestiones.
Los humanistas no tienen un lugar central para lo trágico, y con
seguridad tampoco uno mórbido o exagerado. Observamos la vida como
una alegre escena; los problemas están para ser resueltos no para
que nos lamentemos de ellos. Aunque nos esforzamos por vivir la vida y
evitar la muerte, reconocemos que en algún punto debemos aceptarla
como un hecho natural. Tal vez para algunos de nosotros la vida ha sido
demasiado buena y debemos al universo algo de sufrimiento. Puede ser una
cuestión de glándulas; tal vez es algo bioquímico
o genético; o lo que puede estar en disputa es que diferentes tipos
de personalidad están observando el universo a través de
lentes diferentes. No obstante, hay un incontable número de individuos
implorando por «algo más» en el universo. Para ellos
la función fundamental de la religión parece ser escatológica.
Incapaces de encarar la muerte y la no existencia de ellos mismos o la
de sus amados crean mundos fantásticos de realización mágica
de los deseos. ¿Continuarán necesitando hacerlo así
en el futuro? Todos estos son problemas para una amplia investigación
empírica, no para especulación filosófica.
Hay un número de cuestiones que necesitan
responderse: (a) ¿Por qué los seres humanos creen en la forma
en que lo hacen? ¿cuál es el papel del conocimiento en la
formación tanto de creencias y valores (b) ¿Por qué
la fascinación por el pensamiento mágico persiste en esta
era de la ciencia? ¿Es simplemente debido al fracaso de la visión
escéptica en darse a conocer, o tiene sus raíces en alguna
ansia psicológica innata a nuestra naturaleza? (c) ¿A qué
están expuestos todos los individuos capaces de elección
autónoma, autoconfianza e independencia? ¿Está la
aventura humanista de acuerdo con una acción limitada? Esperaría
que los psicólogos y los científicos de la conducta nos diesen
alguna ayuda en la resolución de estas preguntas. Necesitamos saber
más acerca de la naturaleza humana, sus límites y posibilidades.
Hasta que no tengamos tal conocimiento debemos estar alertas con las predicciones
aventuradas sobre si es posible un mundo humanista secular y que formas
podría tomar. El presente crecimiento mundial de las creencias paranormales
y fundamentalistas puede ser sólo un retroceso a un modo de pensar
precientífico. Quizás es el último respiro de una
cultura moribunda, que será reemplazada por un orden moral científico
y secular -¿o es el presagio de una futura civilización basada
en un nuevo mito, y somos nosotros sólo su singular rareza?-.
Mi propia predicción es que ambas culturas
continuarán existiendo lado a lado, pero no tenemos ninguna garantía
que una moralidad secular y científica logre la delantera finalmente.
Tal vez lo más que podamos hacer es proveernos de alguna crítica
de los excesos del fanatismo religioso y ofrecer opciones alternativas
significativamente humanistas para aquellos que las buscan. Tal vez lo
más que podamos aspirar es que podemos moderar y liberalizar las
morales intolerantes y buscar desarrollar el respeto mutuo y la tolerancia
como principios morales necesarios en un mundo pluralista. En todo caso,
no deberíamos dejar de luchar por un mundo humanista, ni deberíamos
disminuir nuestro compromiso en los ideales de la razón y la moralidad
humanistas. Es importante, empero, que reconozcamos el carácter
arduo y de largo plazo de nuestra tarea.
(Tomado de Kurtz, Paul: Defendiendo
la Razón: Ensayos de Humanismo Secular y Escepticismo. Lima:
AERPFA, 2002. Traducción por M.A.
Paz y Miño del artículo del mismo autor
«Antireason» publicado en inglés abreviadamente en International
Humanist, no. 39, no.1. Utrcht: IHEH, 1983, pp. 39-45).
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a la pag.de la Revista Neo-Skepsis # 1.
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(RPFA)