Fantasía

    Una música agradable inunda el ambiente, el teléfono está en silencio, la línea está ocupada , se ha conectado con la fantasía.
   El silencio se ha enseñoreado por las calles iluminadas y de vez en cuando es quebrado por la queja de un neumático exigido en una frenada, en una esquina que tal vez venda amor por unas cuantas monedas.  Sobre un mueble diseñado para contenerlo, un PC emite su sonido apagado, pareciera no querer despertar a nadie porque se sabe cómplice nocturno de tantos solitarios y porque en su memoria guarda la dirección de los sueños cibernéticos. 

   Un reloj mural calladamente cuenta las horas que cambian según los hemisferios y la pantalla con su luz azulina advierte que está navegando por el mundo de esas comunicaciones inexplicables para muchos, compresibles sólo para unos pocos. Muchas pantallas están conjugando el mismo verbo: yo escribo, tú escribes, él escribe, ella escribe, ellos también escriben, algunos lo hacen con prisa; otros lentamente, como buscando las palabras adecuadas para expresar sus ideas; otros con torpeza idiomática y de cualquier forma, con apuro o sin prisa la gente va conociéndose tras las pantallas encendidas a lo largo y ancho del mundo.
   La conversación es general, de pronto en la pantalla del PC nace un aviso que alborota a los contertulios de la noche: ¡ atención ciberamigos ! dicen que hay dos nuevos unidos por el sistema, habrá boda muchachos.  Están todos invitados ...

   Entonces, el resto de los navegadores enmudecen los teclados y como una ola generada por un huracán, comienzan a brotar los parabienes, que en pocos segundos recorren los cuatro puntos cardinales del mundo: desde Tenerife un canario canta y allende el Atlántico le responde una alondra., junto a los lagos de Suiza un latino aplaude la buena nueva y un gaucho perdido en Manhattan grita y zapatea un malambo; entonces un huasito del sur que  no quiere ser menos que los demás cibernautas, y hace tintinear sus espuelas en señal  de alegría, y lanza su invitación a los novios a un curanto con chapaleles en los canales de Chiloé.

   La calma vuelve a las pantallas y poco a poco se van escribiendo las despedidas, es la hora de la Cenicienta en el hemisferio sur y en el otro comienza a amanecer, pronto será de día y con ello termina la magia nocturna de los amigos de los ciberespacios. 

Maranda
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