Con esto del racionamiento eléctrico actual, hemos vuelto al pasado, han reaparecido desde rincones olvidados las palmatorias, las lámparas a parafina y las más modernas a gas licuado. Parece increíble, pero es cierto, al borde del siglo XXI por algunas horas volvemos a la época de los abuelos, en la que se cocinaba a leña, se planchaba con planchas de fierro calentadas por carbón o leña y las casas se iluminaban con velas, lámparas de aceite o parafina. Durante las horas de racionamiento toda la tecnología actual se va de espaldas y a las pailas, las computadoras - no importa dónde se estén usando - se transforman en meros adornos y sus pantallas ciegas no sirven ni para espejo. Los equipos de música silencian sus notas musicales y las radios enmudecen las voces de sus locutores y sin importar lo que suceda en cualquier punto del país, no hay noticias ni comentarios. Mientras dura el apagón las comunicaciones se dificultan y los teléfonos modernos, en especial las plantas eléctricas de oficinas y empresas, no sirven de nada y se vuelven locas, entonces más de alguien recuerda con cariño los viejos teléfonos de magneto y las gratas voces de las operadoras que comunicaban las ciudades y el mundo., pero no sólo terminan las comunicaciones, las señales luminosas del transito se apagan y comienza el caos en las poco amplias calles de la capital y de regiones, mientras en las casas se deshielan los refrigeradores y se acumula la ropa que hay que planchar. Pareciera que sin energía nada funciona, ni siquiera una buena conversación, porque se ha perdido la costumbre y se prefiere la televisión, entonces se hace el silencio en todas partes y no hay a quien culpar con lo que sucede ni menos donde reclamar, porque como siempre esta es una solución parche, que a última hora pueden cargarle los dados al fenómeno del Niño, a la escasez de lluvias, pero en ningún caso a la falta de previsión de los expertos en producción de energía a base de agua embalsada y centrales eléctricas, que no dan abasto ni están en condiciones de generar energía. Y como
la cosa va para largo, habrá que armarse de paciencia, estar pendiente
de los horarios de corte y vivir de acuerdo con ellos e iluminarse con
una humilde velita cuando sea necesario.
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