Durante esta semana muchos andarán con cara de sueño y por ende sintiendose como con los horarios cambiados. Vivirán como en un mundo diferente y les costará acostumbrarse a las nuevas actividades, tan lejanas de las realizadas durante el verano. La vuelta a clases es la culpable de estos síntomas extraños, con ella se produce el inicio de un nuevo año estudiantíl y con este regreso obligado se terminan las francachelas de las vacaciones, las levantadas tardes, las siestas después de almuerzo, las tardes de sol y traje de baño y los juegos de paletas en la playa. En las casas se termina la infaltable arena regada por los pisos, los almuerzos a cualquier hora y los abre y cierra del refrigerador, como también el entra-sale de amigos y conocidos. Tan pronto tañe la campana colegial los distintos hogares recobrarán la cordura y los horarios preestablecidos volverán a imponerse para todos y para todo, de tal manera que, de un día para otro quedará en el pasado inmediato los paseos hasta el amanecer, los carretes nocturnos , las tardes de sol y las reuniones de innumerables amigos y visitantes. Los niños y niñas se verán drásticamente enfundados en sus uniformes nuevos y sentirán una leve sensación de andar como disfrazados durante la primera semana, porque no se acostumbran ni a los zapatos nuevos ( que les hacen doler los pies ) , ni a los cuellos cerrados de las camisas ( que los ahogan y acaloran ) , menos aún a los calcetines hasta media canilla ( que tan pronto salen de clases se los bajarán ) y porfiadamente durante todo el día añorarán los días de chalas, pies descalzos, la polera desteñida pero taquillera, el short viejo y el eterno jockey puesto al revés como lo usaba el Chino Ríos . La primera semana de clases es la más difícil de todas las que tiene el año, quizás hasta puede ser la más dura del año y la que más esfuerzo de concentración requiera, porque cada vez que los rayos del sol deslumbran la ventana de una aula, el pobre estudiante desea con toda su alma buscar su traje de baño y correr a la playa para aprovechar los últimos días del verano y de paso olvidar los cuadernos, aunque estos sean nuevos y con tapas de colores. Y así como para los estudiantes tendrán una semana pesada, las dueñas de casa en cambio, estarán casi de alivio aunque no exentas de trabajo, porque podrán ordenar todo lo que se desordenó en las vacaciones y lo harán con calma y sin niños en la casa, lo que significará camas y aseo listo desde temprano. Para ellas, al igual que para los estudiantes, se inicia un año pleno de actividades y completamente lejano a esos días locos del verano. |
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