Cordobéz

      Dijo que , lo que más le llamó la atención, en su primera visita a Chile, fue que ninguna persona, de las muchas que encontró desde el Paso Los Libertadores hasta La Herradura, supo indicarle o entregarle una referencia clara a los kilómetros que le faltaban para llegar o lo que podía encontrar en cada punto del camino.

   Al escuchar al turista Cordobés, que tenía arriba de dos mil kilómetros en el cuerpo para ver el mar, quejándose de esa manera o quizás simplemente señalando una mala costumbre nuestra, me hizo recordar haber escuchado en el campo, ante cualquier pregunta semejante o que tuviera directa relación con la distancia entre un punto y otro, siempre escuché lo mismo como respuesta : a la vueltecita de la loma, no más.
   A la vuelta de la loma en el campo puede ser un kilómetro o muchos más y como no es una medida métrica ni una universal, sólo es un decir o una vieja costumbre y cuando uno la escucha tiene que estar preparado para hacer un largo recorrido con muchas subidas y bajadas, corriendo el riesgo de quedarse sin bencina o sin aliento por llegar a la meta que se ha impuesto.

  Hacer turismo y fomentarlo no es otra cosa que captar las simpatías de uno o más turistas para que lleguen a un determinado lugar, comuna o región y para lograrlo se requiere no sólo de una buena señalización, también que la gente en general sepa responder adecuadamente y para ello se hace necesario crear una conciencia turística , porque aquél que viene de visita no sólo es eso, es una fuente de trabajo y de divisas para el país, que con respuestas poco claras o confusas, lo único que se consigue es que el visitante no desee volver y busque, para las próximas vacaciones, un punto más amigable en el mapa turístico o en los paquetes de ofertas vacacionales. Por otro lado y siempre en este tema tan vital de los meses de verano, donde las municipalidades invierten altas sumas de dinero y los particulares también, cada residente se debe transformar en el anfitrión ideal del visitante, que además de respuestas claras, requiere de precios justos y de alternativas atractivas de diversión.  Un poco como lo que han logrado países como México o Guatemala, donde cualquiera y sin importar su etnia, es capaz de recomendar un lugar que se puede visitar, recorrer o que representa un sitio histórico.

   Tal vez en algunos años más, el Cordobés que llegó dando tumbos a La Herradura, vuelva a cruzar el Paso Los Libertadores y encuentre a su paso por el país  la información correcta y oportuna, que es la tarea de todos.   

Maranda
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