Como Corregir al Hermano

(Homilia para el 23o domingo, Año A)

Jesús nos habla este domingo de un problema delicado: Como corregir a un hermano que ha caido en pecado. Es una tarea bien dificil. En la primera lectura el profeta Ezequiel dice que Dios le ha "constituido centinela para la casa de Israel." No va a ser un hombre popular porque tiene la responsibilidad de amonestar al malvado "para que se aparte del mal camino." Son unas lecturas fuertes. Antes de explicar que es la correción fraterna, permitanme decir lo que no es.

Vivimos en una sociedad dominada por el chisme. Los rumores pueden difundirse muy rápido y causar la ruina de otras personas. No es que nosotros hemos inventado el chisme. Seis siglos antes de Cristo, el salmista le pide a Dios que le proteja de los que tienen "lenguas como serpiente" que pueden distruir con "palabras venenosas" (ver Sal. 57:4; 64:3; 140:3, etc.) Pero hoy día la situación ha empeorado. Tenemos comunicación instantanea por televisión e internet y aun los periódicos más respetados se llenan de chismes. A causa de este ambiente uno puede pensar que no hay nada mal en hablar de las fallas de otras personas. Incluso hay personas que critican a otras como si fuera su misión religiosa. Imaginan que tienen un papel profetico para denunciar a otros. Pues, hermanos, nuestro Catecismo habla más claramente. Lo que ellos hacen tiene nombres: juico temerario, maledicencia y calumia. (#2477) El juicio temerario es admitir como verdadero un defecto moral en el prójimo. La maledicencia es sin razón objetivamente valida, manifestar los defectos y faltas de otras a personas que los ignoran. Y la calumnia es, mediante palabras contrarias a la verdad, dañar la reputación de otros. Los tres son pecados contra el octavo mandamiento. Podemos resumirlos en una palabra, el chisme.

Cuando el profeta Ezequiel fue constituido como centinela, no dijo que Dios le había dado una licencia para chismear. La palabra clave aquí es "constituido." Ezequiel recibió un oficio de Dios. Hay personas hoy en día que han sido constituidos, que han recibido un oficio. No es un misterio quienes son. Los papás deben ser como centinelas para sus hijos; el médico para sus pacientes; el maestro para los alumnos y el padre para su parroquia. Cada uno tiene el oficio delicado de guiar y a veces corregir. Es facil distinguir enntre oficio y chisme. El chismoso no tiene responsibilidad para las personas que critica. Lo hace porque le da un cierto placer, un sentido de superioridad. Quizás piensas que estoy exagerando, pero por favor examinar tu corazón la próxima vez que estás tentado a criticar. ¿No es que surge un calor de orgullo que no eres como la otra persona? Y el hecho de contar un secreto da una cierta intimdad. Pero es muy fragil porque se base en excluir a la persona criticada. Asi uno crea un mundo más pequeño y poco a poco se puede llegar a la exclusion de todos. Se llama el infierno.

El oficio de centinela es bien distinto al chisme. Requiere trabajo duro, sacrificio personal y sobre todo el deseo de contruir.Jesús nos da los pasos en el evangelio de hoy. "Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo e solas." Este primer paso es bien dificil. La idea de hacer una cita con alguien para aclarar o enfrentar nos hace pensar. Quizás es mejor perdonar y olvidar. Pues, el Nuevo Testamento habla centenares de veces sobre el perdón pero muy pocas veces sobre la correción fraterna. Asi nos da una proporción. Mucho perdonar, poco corregir. Me acuerdo al rector del seminario, el Padre Foudy. Siempre nos decía, "Muchachos, escojan bien la barricada donde van a morir." El cuerpo de un adulto tiene solamente cinco litros de sangre. Hay que decidir en que causa vamos a derramar nuestra porción limitada de sangre. En la mayoría de los casos tenemos que perdonar como Dios nos perdona. Pero si después de mucha oración y reflexión uno llega a la conclusión que hay que ser algo más que perdonar tenemos que estar listos para las consecuencia. En este caso Jesús dice buscar dos o tres testigos. Otras personas que pueden dar testimonio sobre el mal conducto. Y si él todavía no escucha hay que ir a la iglesia, es decir a la autoridad responsable, el obispo o el párroco, no a un grupo de discusión. Y si todavía no escuchar se puede aplicar la medicina más drastica que es la excomunión. San Pablo dice que excomulgar tiene como su fin no la destrucción total de la otra persona sino su salvación .

Hermanos, este evangelio es uno de los más dificiles para nosotros hoy en día. Vivimos en una sociedad de litigio. A veces cuando hay una ofensa la primera cosa que muchos piensan es conseguir un abogado. Y vivimos en un ambiente legal donde una persona por venganza puede lanzar una acusación y practicamente destruir la otra persona. Es una parte triste de la realidad actual. San Pablo en el sexto capítulo de corinitios habla en contra de los pleitos entre cristianos. A veces el litigante usa palabras suaves, piadosas para justificar su pleito, pero quizás en el día del juicio final vamos a ver otros motivos.

Nuestra sociedad utiliza el chisme y el litigio para dañar e incluso destruir. Para nosotros como seguidores de Jesús tiene que ser diferente. Perdón y un proceso de reconciliación. La meta de Jesús es edificar y salvar. Hermanos la decisión es suya.

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