El Gran Jubileo y La Indulgencia

(Homilia para el 18 domingo, año A)

Dios nos dice hoy,

"Todos ustedes, los que tienen sed, vengan por agua."

Y luego hace una oferta increible:

"los que no tienen dinero,
vengan, tomen trigo y coman;
tomen vino y leche sin pagar."

Dios está ofreciendonos algo completamente gratuito. ¿Como es posible entender esta generosidad?

San Felipe Neri, el apóstol de Roma en el siglo 16, siempre proclamaba la generosidad de Dios, pero muchos no le entendieron. Por ejemplo había una mujer que sufría de lo que se llama los escrúpolos. Es una enfermedad sicológica que no le permite a uno aceptar el perdón de Dios. Cada semana ella confesaba el mismo pecado (que no es un problema en sí porque muchas veces nos caimos en los mismos errores). Pero ella no podía sentirse realmente perdonada. Siempre pedía al padre una penitencia más severa. Si el padre le dijo rezar el rosario ella quería hacerlo con los brazos extendidos. Si el padre le dijo hacer la via crucis, ella quería caminar de rodillas en el cemento.

En desesperación San Felipe le dijo, "tengo una penitencia para tí."

Ella estaba contenta, "Cualquier cosa, padre, solamente que sea bien dura."

San Felipe le dijo, "Agarra un cojín lleno de plumas y camina por las calles de Roma echando las plumas por el aire. Y después de vaciar el cojín, busca todas las plumas y ponerlas de nuevo en el cojín."

Ella le dijo, "Pero, padre, el viento las llevará. Es una penitencia imposible."

San Felipe le replicó, "Así es con nuestros pecados. Tienen consequencias que no podemos imaginar. No podemos cubrir todo en una sola penitencia. Solo Dios puede recoger todo. Tenemos que confiar en su misericordia."

Es la generosidad de Dios. Ante él todos tenemos una deuda incalculable. No podemos hacer penitencia suficiente. Tenemos que confiar en su generosidad:

"Los que tienen sed,
vengan por agua...
tomen vino y leche sin pagar."

Jesús en el evangelio de hoy nos revela la generosidad de Dios. En el desierto tuvo compasión de la gente y hizo un gran milagro. Multiplicó los cinco panes y dos pescados y había para la muchedumbre: cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y niños. Y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastos. Es la generosidad de Dios.

Vamos a ver la generosidad de Dios en una forma especial. Estamos acercándonos al gran jubileo, el año dos mil. El Santo Padre nos dice que Dios va a derramar su gracia sobre nosotros en una forma increible. Nuestro nuevo diácono, Derek Lappe, nos ha traido desde Roma algunos informes sobre el año dos mil. Va a ser año de la gran indulgencia. Por mi parte voy a ir estudiando todo esto para que todo miembro de nuestra comunidad pueda recibir la indulgencia. Es una forma tradicional de compartir la generosidad de Dios.

Les pido que estén atentos para no perder lo que Dios quiere dar a cada uno. Hoy es el primer día de agosto. Nos faltan solamente cinco meses para el comienzo del año de jubileo. Será una oportunidad para todos.

"Los que tienen sed,
vengan por agua...
tomen vino y leche sin pagar."

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