Descripción histórica
de momentos decisivos en la publicación de la primera Biblia en
español
Dado que la siguiente investigación
histórica está tan bien descrita y documentada, me ha parecido
adecuado transcribirla casi textualmente. Se han adicionado
algunas reseñas biográficas al final de la misma (de dos científicos:
Vesalio y Servet), además de algunas modificaciones menores para
clarificar el sentido de la presentación.
"Defensa de Casiodoro de Reina"
por Carlos Gilly
Historia:
La Biblia de Casiodoro de Reina (Nacido en Montemolín hacia
1520 – fallecido en Francfort en 1594) es la primera Biblia completa impresa
en lengua española (y también, es la única traducción cristiana
con tanto arraigo para las mayorías hispanas, en existencia desde 1569
hasta el día de hoy), pues en la mal llamada Biblia de Cipriano de Valera (Amsterdam
1602), el nuevo editor Valera se limitó, como abajo explicaremos, a
cambiar el orden de los libros y a añadir o quitar notas
marginales, con alteraciones cuantitativamente mínimas del texto
bíblico traducido por Casiodoro, cuyo nombre viene además
ostentosamente silenciado en la portada.
Este silencio se explica por la enemistad de más de
treinta años que el superortodoxo calvinista Cipriano de Valera
sintió por su antiguo maestro en el convento jerónimo de San
Isidro del Campo extramuros de Sevilla, por haberse negado
Casiodoro a someter su traducción de la Biblia a la censura de
los eclesiásticos de Ginebra (es decir, Calvino y los suyos) . Pero partamos de más atrás, pues
la historia del cristianismo español está aún por escribirse.
Casiodoro de Reina (propiamente, en español antiguo, habría que escribir
Reyna, como él mismo firmaba y como Valera le nombró) era
considerado en Sevilla como el maestro indiscutido de la naciente
comunidad evangélica. De todos los frailes de San Isidro del
Campo que en 1557 huyeron de Sevilla, y se dirigieron a Ginebra,
fue Casiodoro de Reina el único que no tuvo que hacer estudios
suplementarios de teología bajo Théodore de Bèze en Lausanne, y
también el único (aparte de Juan de Sosa, un joyero anabaptista
de Sevilla, fallecido en Amberes en 1560), a quien los Inquisidores
sevillanos en el Auto de Fe del 23 abril de 1562 dieron el
honorable título de ‘heresiarca’,
es decir, maestro de herejes.
Según testimonio de los mismos inquisidores, Casiodoro
había propagado con mucho éxito la doctrina evangélica entre
los seglares de Sevilla (interrogatorio de María de Bohorques);
basándose sobre documentos hoy desaparecidos, el historiador de
la Inquisición Juan Antonio Llorente afirmó ser debida a un
Fray Casiodoro la súbita conversión al luteranismo de
todos monjes de San Isidro; en su libro Sanctae
Inquisitionis Hispanicae Artes,
afirma Casiodoro que solamente fueron dos frailes de San Isidro a
dar inicio a este negocio, con el resultado de que en
pocos meses, casi todos los frailes del convento, o se habían
convertido, o al menos simpatizaban con ellos. Uno de estos
iniciadores fue naturalmente el propio Casiodoro, quien por
modestia o cautela silencia aquí su nombre, siendo él (y no
Antonio del Corro, como sostenía Vermasseren, y tendía a creer
Gordon Kinder), el verdadero autor de este primer gran libro
contra la Inquisición publicado en Heidelberg en
1567 bajo el seudónimo de Reginaldus Gonsalvius Montanus (cfr.
el capítulo sobre Reina en mi libro Spanien
und der Basler Buchdruck, Basel/Stuttgart
1985).
Cuando Casiodoro llegó a Ginebra, forjó el plan de
traducir la Biblia completa al español. Sobre sus planes debió
hablar con Juan Pérez de (la) Pineda, quien acababa a la sazón de
publicar una edición del Nuevo Testamento (Ginebra, Jean
Crespin, 1556), basada en la traducción
de Francisco de Enzinas (Amberes, P.
Mierdman, 1543). A estos mismos planes
aludió Casiodoro seguramente en uno de sus encuentros con
Calvino, quien no dejaría de recordarle, cómo Enzinas le había
solicitado, cinco años atrás, intervenir personalmente para
asegurar el financiamiento final de la tan espléndida Biblia en español
que el humanista cristiano burgalés (Enzinas), estaba terminando de
traducir en Estrasburgo, y que a la sazón quería imprimir en
Ginebra.
Aunque hijo de un banquero del emperador Carlos Quinto,
Enzinas se había quedado corto de dinero, en parte por la
confiscación de su herencia, y en parte por haber gastado una
enorme suma, tanto en la realización de los seiscientos grabados
contratados al artista Franz Oberritter, en Estrasburgo, como en la
fundición de los majestuosos y bellísimos tipos de letra (utilizados
posteriormente en la acertada segunda edición en folio real de
la Humani corporis fabrica,
de Andreas Vesalius*, Basilea, J. Oporino, 1555). Lo que Calvino
no pudo contarle a Casiodoro fue que la temprana muerte de Enzinas,
le había ahorrado al reformador ginebrino la mayor afrenta de su
vida. En efecto, de los libros del Antiguo Testamento hasta
entonces traducidos por Enzinas, no se publicaron más que cuatro
(Salmos, Job, Proverbios y Sirach), todos en Estrasburgo, pero con
el falso pie de imprenta de Lyon, Sebastian
Gryphus, 1550.
Según las últimas cartas de Enzinas a Calvino, en el
verano de 1552 ya estaba la traducción de los otros libros casi
terminada, pero el burgalés (Enzinas), no hizo alusión a lo más
importante: ¡Su traducción no estaba hecha a partir de los textos
originales!, sino de la versión latina de Sebastian Castellion,
apóstol de la tolerancia religiosa, amigo íntimo de Enzinas y
el hombre más odiado por Calvino y los calvinistas.
La excelente versión en latín clásico de Castellion,
que fascinó, además de a Enzinas, también al primer adalid español
de la difusión de la Biblia en idioma vulgar, el valenciano
Fadrique Furió Cerol (1532-1592, autor del: De libris sacris in vernaculam linguam convertendis, en la cual se muestra partidario de traducir la Biblia a la lengua vulgar de cada país), debió gustar tanto a Casiodoro, que éste
se decidió, a despecho de Juan Pérez, de Valera, y de otros españoles
sumisos a Calvino, a escribir una carta al docto
et pio viro Sebastiano Castalioni (la
grafía de los nombres varía).
Sospechoso se hizo Casiodoro a los ultraortodoxos
calvinistas de Ginebra, por sostener que también a los
anabaptistas se les debía considerar como hermanos, por propagar
entre los refugiados españoles el libro de Castellion sobre
‘que no se debían quemar los herejes’, y por decir que
Miguel Servet** había sido quemado injustamente en Ginebra. Sus
enemigos reprocharon a Casiodoro que ‘cada vez que él
paseaba delante del lugar de la hoguera de Servet**, se le
saltaban las lágrimas’, y cuando se enteraron de que
Casiodoro se marchaba a Inglaterra para fundar una nueva iglesia
española, no tardaron en ponerle el calificativo del ‘Moisés
de los españoles’, pues logró llevarse consigo a no pocos
de sus compatriotas. Llegado a Londres, a finales de 1558,
Casiodoro organiza allí una Iglesia de lengua española,
aceptando como miembros a italianos y a neerlandeses caídos en
desgracia en sus iglesias respectivas.
En enero de 1560 redacta la ‘Confesión de fe
hecha por ciertos fieles españoles, que huyendo de los abusos de
la iglesia Romana y la crueldad de la Inquisición d’España
hizieron a la Iglesia de los fieles para ser en ella recibidos
por hermanos en Christo’. Y desde entonces no deja de
trabajar en la traducción de los libros sagrados que pensaba
llevar a buen término en un tiempo razonable.
Pero eso era no contar con las acechanzas provenientes
de dos grupos, que aunque totalmente opuestos en sus intereses,
se hallaron unánimes en la voluntad de impedir la labor del
traductor de la Biblia. Por una parte los inquisidores, quienes
lograron infiltrar un agente provocador en la naciente iglesia
– se trataba nada menos que de Gaspar Zapata, el asistente
de Casiodoro en el trabajo de traducción –, e hicieron
chantaje o promesas a algunos miembros débiles, dispuestos a
denunciar al propio pastor ante las autoridades inglesas, y hasta
del crimen nefando (adj. De algo que no se puede hablar sin
repugnancia u horror). Y por otra parte, los celosos calvinistas de
las iglesias francesa y flamenca de Londres, quienes guiados por
su extrema desconfianza y antipatía por Casiodoro, no hacían
sino espulgar los textos todavía incompletos, buscar herejías
por todas partes, y denunciarlas inmediatamente a Ginebra,
llegando al extremo de apoyar ciegamente el doble juego montado a
todas vistas por el embajador de España en Londres, y por agentes
de la perversa Santa Inquisición. El resultado de esta doble conjura fue
la huida precipitada de Casiodoro a Amberes, en enero de 1564, y la
inmediata dispersión de la iglesia española de Londres.
Por fortuna, el traductor pudo poner a salvo sus
manuscritos, que le fueron enviados semanas después a Amberes
por el viejo prior de San Isidro, Francisco de Farías, o por
algún otro ex-fraile de toda su confianza.
Fue entonces cuando el Rey Felipe II puso precio a la
cabeza de Casiodoro, como se lee en una carta del gobernador de
Amberes a la regente de los Países Bajos: ‘Su Majestad ha
gastado grandes sumas de dineros por hallar y descubrir al dicho
Casiodoro, para poderle detener, si por ventura se encontrase en
las calles o en qualquier otro lugar, prometiendo una suma de
dinero a quien le descubriese’.
Acechado en todas partes por los esbirros de la
Inquisición, y sospechoso de herejía, o de peores cosas, aún por
sus hermanos de fe, Casiodoro erró durante más de tres años
entre Francfort, Heidelberg, el sur de Francia, Basilea, y
Estrasburgo, buscando un lugar donde establecerse como pastor de
la iglesia, o como simple artesano, y poder dar así término a su
traducción. En 1567 y 1568 le encontramos de nuevo
ocasionalmente en Basilea, en casa del banquero calvinista Marcos
Pérez, quien ya había protegido a Casiodoro en Amberes, y quien
ahora continuó defendiéndole contra las acusaciones de sus
correligionarios, subveniendo finalmente a los costes de impresión
de la Biblia.
El primer contrato para la edición de 1100 ejemplares
de la Biblia fue firmado en el verano de 1567 con el famoso
editor Oporino, antiguo amigo de Enzinas, e interesadísimo en el
libro de Casiodoro sobre las Artes de la Inquisición, cuyo
permiso de impresión le fue negado dos veces por el consejo de
la ciudad. Por desgracia para Casiodoro, en el mes de julio de 1568,
y antes de poder dar comienzo a la impresión de la Biblia,
Oporino muere, y resultó estar de tal manera arruinado, que no
cabía la menor esperanza de recuperar los 400 florines, pagados
por adelantado, del fondo de dineros reunidos en Francfort por los
refugiados españoles, para la edición de la Biblia.
Para colmo de desdichas, los enemigos españoles de
Casiodoro, que habían decidido reimprimir en París el Nuevo
Testamento de Juan Pérez, con todas las notas marginales de la
Biblia francesa de Ginebra (Geneva Notes), comenzaron a exigir para su proyecto
una parte de los dineros del mismo fondo. A este conflicto puso
inopinadamente fin el embajador español Don Francés de Ávila,
quien teniendo noticia del proyecto, hizo detener provisoriamente
en el verano de 1568 al impresor flamenco (¿Diego López?),
mientras que los editores Pedro Martínez de Morentín, y un
cierto Viruel, pudieron abandonar París a tiempo. Los cuadernos
ya impresos de este Nuevo Testamento, así como el ejemplar de
1556 con los añadidos de mano para la nueva edición, cayeron en
manos del embajador, que se apresuró a enviárselos al rey
Felipe como el más estimado trofeo. Felipe II felicitó al
embajador por su ‘diligencia en haber el Testamento Nuevo en
español’, ordenándole a la vez continuar con las pesquisas:
‘Y si vos pudiésedes haber a lo menos el original para
quemarlo, sería el verdadero remedio, no quedando otro ningún
traslado y procurando el castigo del librero’.
Menos éxito tuvieron el rey y sus agentes para
impedir el proyecto de Basilea, quizá por no estar informados
suficientemente sobre el tiempo y lugar donde Casiodoro estaba
imprimiendo su Biblia. Quizá fue el mismo Casiodoro quien
indirectamente les había puesto sobre una pista falsa al
escribir a Théodore de Bèze, en abril de 1567, que estaba dispuesto
a someter a su control el texto bíblico antes de la impresión,
que podría muy bien ser efectuada en la imprenta de Jean Crespin
en Ginebra. Naturalmente que Casiodoro con este acto de sumisión,
no pretendía sino obtener de los ministros ginebrinos el ‘placet’
necesario para lograr el deseado puesto de pastor en una de las
iglesias reformadas, no pensando en ningún momento de poner su
traducción en manos de sus contradictores, y menos de hacerla
imprimir en Ginebra. Pero la noticia debió llegar a oídos de
algún espía de la Inquisición, el cual se apresuraría a
transmitirla a Madrid. En todo caso, ya en el verano de 1568 la
Suprema ordenó a los inquisidores de los puertos de la península,
a estar bien sobre aviso sobre los libros que entraran, pues
‘Casiodoro ha impreso en Ginebra la Biblia en lengua española’.
La respuesta del Tribunal de Granada no se hizo esperar: ‘Después
de muchos controles podemos asegurar a vuestras Excelencias que
en este reino [de Granada] no ha entrado ni un solo ejemplar de
la Biblia de Casiodoro’. Bien lo podían decir, pues por esa
fecha (2 de julio), la Biblia de Casiodoro no sólo no se había
comenzado a imprimir, sino que la muerte de Oporino (acaecida
cinco días mas tarde), así como el embargo inmediato de sus
bienes, trajeron nuevas dificultades, y ocasionaron un ulterior
retraso.
Fue entonces que intervino de nuevo Marcos Pérez,
prestando a Casiodoro a fondo perdido, la suma de 300 florines (equivalente
al sueldo de tres años de un profesor de Universidad) que
sirvieron para cerrar un nuevo contrato con el impresor Thomas
Guarin, quien imprimió finalmente los 2600 ejemplares. La impresión
tuvo lugar en los talleres del mismo Guarin
y no, como se viene de antiguo diciendo, en la minúscula
imprenta de Samuel Apiario, de la que entonces no salían sino
libros de pequeño formato y texto limitado. Pero a Casiodoro
debió gustarle enormemente la simbólica estampa con el oso que Apiario
ya no utilizaba como marca tipográfica desde mucho tiempo atrás,
y, o le compró, o le pidió prestado el susodicho clisé para
ilustrar la portada de la después llamada Biblia del Oso. En
todo caso, el mismo Casiodoro confirmó en su dedicatoria autógrafa
del ejemplar regalado a la Universidad de Basilea, que la impresión
había sido efectuada en la tipografía de Guarin (‘typis ab
honesto viro Thoma Guarino cive Basiliensi excusam’). Además,
en el catálogo o cartel de ventas que Guarin imprimió para la
feria de libros de Francfort de 1578, figura la Biblia de
Casiodoro: ‘Biblia in Hispanicam linguam traducta’.
La impresión, que ocupó durante varios meses una o
dos prensas de Guarin, fue terminada probablemente el 24 de junio
1569, día en que Casiodoro notificó a un amigo la entrega
inmediata del último cuaderno:
‘postremum folium totius
texti biblici tam Veteris quam Novi Testamenti’.
Quedaban sin embargo por imprimir la ‘Praefatio’
latina al lector sobre la visión de Ezequiel, la ‘Amonestación
del interprete al lector’, y la
finalmente no publicada dedicación de la Biblia a la reina de
Inglaterra. Sobre la oportunidad de esta dedicación, Casiodoro se
dejó aconsejar por su amigo Johannes Sturm de Estrasburgo, a
quien había enviado previamente su prefacio (‘cum
mea praefatione’). Según Menéndez y
Pelayo (a quien siguieron aquí ciegamente tanto Boehmer como
Kinder), la ‘praefatio’
enviada por Casiodoro a Sturm no era sino la ‘Amonestación
castellana’, mientras que la ‘Praefatio
hispanici sacrorum librorum interpretis ... ex prima visione
Ezechielis’, habría sido la obra
exclusiva de Sturm. Esto es totalmente falso. Casiodoro no tenía
ningún motivo para enviar la ‘Amonestación
castellana’ a Sturm, puesto que éste
no sabía una palabra de español, y además, el tema tratado en
la ‘Praefatio’
latina sobre la visión del profeta Ezequiel y el oficio de los
príncipes cristianos, Casiodoro lo había tratado ya en el epígrafe
del correspondiente capítulo (Ezequiel 28), que estaba ya impreso
meses antes de su consulta al maestro de Estrasburgo:
‘y por alusión a los Cherubines que llevaban el
carro de la gloria de Dios, como al mismo Propheta fue mostrado,
pinta y declara la vocación y officio de los reyes del mundo:
del qual por haber faltado, le amenaza con muerte ignominiosa’.
La labor de Sturm, pues, se redujo al examen y a algunas
correcciones de esta ‘praefatio’ de contenido religioso
y político de explosiva actualidad, que no sólo es obra de Casiodoro el (‘praefatio hispanici
interpraetis’), sino también la única
pieza de la Biblia donde éste firmó con las iniciales de su
nombre: C.R. Con el nombre completo de Casiodoro de Reina, éste
‘Praefatio’
se imprimió separadamente de nuevo en Estrasburgo en 1613.
Sobre las fuentes utilizadas por Casiodoro para la
traducción de su Biblia, nos informa parcialmente él mismo en su
‘Amonestación al lector’:
Además de las fuentes originales hebrea y griega, la
versión de Sanctes Pagnino (Dominico hebraísta (1470?-1541), discípulo de Savonarola. Uno de los primeros traductores de la
Biblia al latín, se le debe también un Diccionario
Hebreo), y la doble edición judeo-española
de Ferrara de 1553, para las partes griegas del Antiguo Testamento,
Casiodoro parece haber seguido sobre todo la Biblia latina de Zürich,
y en parte la de Castellion, de quien tomó no solo el término
‘Jehová’ en
lugar del comúnmente usado ‘Señor’,
sino también el modo de indicación de los textos añadidos de
la Vulgata. Ambas Biblias ‘herejes’, vienen naturalmente
silenciadas por Casiodoro, así como las versiones castellanas
igualmente utilizadas (Enzinas, Juan Pérez y Juan de Valdés),
pues todas figuraban ya en el aberrante Índice de libros prohibidos de Roma
y de España. Y siendo precisamente la divulgación de la Biblia
en España su mayor interés, Casiodoro intentó prevenir de la
ineludible prohibición inmediata, haciendo pasar su Biblia como
obra católica, y respetando el orden de los libros bíblicos según
la Vulgata, cuyo Canon había sido recientemente confirmado por
el concilio de Trento.
Por cuanto toca al modo de utilizar a sus predecesores
españoles, en la obra de traducción de libros bíblicos, no me
quiero extender mucho aquí, pues ya lo he tratado en mi libro
‘Spanien und der Basler Buchdruck’,
pp. 396-400, que actualmente se está traduciendo al español.
Solo quiero repetir que, cuando se comenzó la impresion, la
traducción de Casiodoro no estaba ni mucho menos terminada,
sobre todo la del Nuevo Testamento, y que a medida que avanzaba
el trabajo de las prensas, el intérprete se vio cada vez más
apremiado por el tiempo. Las esperanzas que Casiodoro tenía de
utilizar todavía la revisión del Nuevo Testamento de Juan Pérez
que se imprimía en París, se vieron frustradas en 1568 por la
intervención del embajador español arriba mencionada. Sólo le
quedaban, pues, la versión de Enzinas, y las cartas paulinas
traducidas por Valdés, de donde Casiodoro a veces incorporó
literalmente frases o expresiones en su propio texto, o a veces
las indicó solamente al margen como ‘otr[as
variantes]’. Al llegar al Apocalipsis,
en junio de 1567, la labor del impresor había casi ya alcanzado
a la del intérprete, y a Casiodoro no quedó otro remedio que
servirse a manos llenas del correspondiente texto de Enzinas,
contentándose meramente con una rápida revisión. Dicho sea
esto no con menoscabo de la labor de Casiodoro, pues como
monumento de alta piedad y erudición, o como modelo de precisión
y propiedad de la lengua española, tanto valen la exquisita y
elegante prosa del humanista burgalés (Enzinas), como la ligera y brillante
del reformador andaluz (Casiodoro).
Después de la publicación de la Biblia, ‘en
septiembre de 1569’, como se lee en la portada, y en la que, por
razones obvias de cautela para su difusión en tierras católicas,
no se mencionaban ni el nombre del traductor, ni el lugar de
impresión, y gracias a esa cautela, los enemigos de Casiodoro no levantaron la guardia.
Apenas un año y medio más tarde, el 19 de enero de 1571, el
Consejo Supremo de la Inquisición se había enterado ya de que
‘la Biblia en romance’ se había impreso en Basilea, y
ordenó la recogida de todos los ejemplares que se descubrieran.
Diez años después, en 1581, el titular del obispado de Basilea,
Blarer von Wartensee, denunciaba al cardenal Carlo Borromeo que
en Basilea se habían impreso con fecha de 1569 unos 1600
ejemplares de la Biblia en español, y que 1400 de ellos acababan
de ser enviados de Francfort a Amberes.
En Amberes finalmente, se cambiaron las portadas de
muchos de estos ejemplares por el frontispicio del célebre
Diccionario de Ambrogio (o Ambrosio de) Calepino (1435-1511,
gramático agustino italiano, nacido en Calepio, autor de un
famoso diccionario polígloto conocido por el
Calepino, el cual se tradujo a diversos idiomas y es aún
recordado en Italia en dichos y frases populares) a fin de
poderlos mejor difundir en España. Esta estratagema no funcionó
siempre, como demuestra el caso un envío descubierto por la
Inquisición en 1585, que dio lugar a un nuevo aviso a los
tribunales de provincia: ‘Biblias en español, cuviertas de
ojas del Calepino, se prohiven’. Otros
muchos ejemplares quedaron durante decenios depositados en manos
de los miembros de la familia de Casiodoro en Francfort, quienes
hicieron ‘refrescar’ periódicamente los ejemplares
invendidos, actualizando las portadas. Esto explica que existan
ejemplares con el falso pie de imprenta ‘Francfort 1602’,
Francfort 1603’ o ‘Francfort 1622’.
Cipriano de Valera no llevaba del todo razón al
escribir en el prólogo de ‘su’ Biblia de 1602 que:
‘los dos mil y seyscientos exemplares [de la
translacion de Cassiodoro de Reyna] por la misericordia de Dios
se han repartido por muchas regiones. De tal manera que hoy casi
no se hallan exemplares, si alguno los quiere comprar’.
En realidad, lo que Valera con su nueva edición
pretendía, no era sólo suplir la falta de ejemplares,
reimprimiendo la ‘translacion’ (traducción) que su
antiguo maestro Casiodoro (‘movido de
un pio zelo de adelantar la gloria de Dios y de hazer un señalado
servicio a su nación’) [y a pesar de
los muchos escollos alzados por los propios correligionarios,
cosa que Valera olvida aquí discretamente de mencionar], había
llevado a buen término.
Su verdadero intento más o menos consciente, era por
el contrario, acabar de una vez por todas con el hecho,
vergonzoso a los ojos de algunos estrechos calvinistas españoles,
de tener que servirse de una Biblia, que tanto en el orden de los
libros, como en las anotaciones teológicas marginales, no
correspondía exactamente a las Biblias oficiales de Ginebra.
Verdad es que al salir la Biblia de Casiodoro, los
pastores de Ginebra la examinaron minuciosamente. Y cierto es
también, como se puede leer en el informe oficial de Niccolo
Balbani del 10 de agosto 1571, que estos mismos pastores, no
obstante ‘la sinistra opinione’
que dicen seguir teniendo de Casiodoro, no encontraron
absolutamente nada que reprochar a la edición, sino un
insignificante error tipográfico en Génesis I :27 (‘macho
hembra los crió’). También Casiodoro
se dio pronto cuenta del ‘gazapo’,
haciendo imprimir una pegatina con las palabras ‘y
hembra’, que el mismo insertó en la
correspondiente línea de un gran número de ejemplares. De las
verdaderas ‘herejías’ exegéticas, que Casiodoro
introdujo ingeniosamente en los epígrafes de muchos capítulos
de su Biblia, ni se enteraron los pastores de Ginebra, ni tampoco
Cipriano de Valera, pues los dejó intactos en su revisión.
No obstante esta aprobación tácita de la versión de
Casiodoro por los pastores de Ginebra (mucho peso no podían tener
en realidad, puesto que Balbani declaró abiertamente ‘che
io non intendo la lingua’), Valera se puso hacia 1580 en
Londres, y por propia cuenta, a revisar la Biblia de Casiodoro,
quien por entonces le era doblemente sospechoso: por sus ‘servetismos**’
pasados (la expresión es de Théodore de Bèze), y por su oficio
presente de pastor de la iglesia luterana. Pero para evitar la
acusación de comportarse como un plagiario, Valera esperó hasta
la muerte de Casiodoro, acaecida en Francfort el 15 de marzo de 1594,
deviniendo en ‘saltatumbas literario’, al publicar en
Londres en 1596 una ‘propia’ edición del Nuevo
Testamento. Esta edición de Valera no parece haber tenido mucha
difusión en el continente, pues tres años más tarde, con ocasión
de la edición de Elias Hutter del Nuevo Testamento en doze
lenguas, Nurenberg 1599-1600, el texto allí impreso no es el de
Valera, sino el de la Biblia de Casiodoro.
La diferencia no se hubiera en realidad hecho mucho
notar, pues la labor de Valera en su edición del Nuevo
Testamento no había consistido en mucho más que en quitar o añadir
notas marginales, alterar de vez en cuando el texto, y pasar
absolutamente bajo silencio el nombre del difunto traductor. Un
tal silencio, naturalmente, Valera no lo pudo del todo mantener
en su edición de la Biblia completa, impresa en Amsterdam en
1602, y es por esto que en el largo prefacio, al verdadero
traductor Casiodoro vienen dedicadas apenas cuatro líneas, no carentes de
reticencia, mientras que el nombre del revisor: Cipriano de
Valera, figura en grandes letras en medio de la portada.
Pero también en esta ‘revisión’, como era
de esperar, la labor propia de Valera consistió sobre todo en
acomodar el orden de los libros al canon reformista (nota: que es
en realidad el canon hebreo-cristiano), y en quitar o añadir
notas marginales, siguiendo especialmente las notas de las
Biblias de Ginebra. Las alteraciones del texto, que Valera
presume de haber efectuado ‘algunas
vezes’, no significan siempre mejoría,
sino a veces más bien empeoramiento, y lo mismo se puede decir de su
escrupulosa eliminación de expresiones como ‘por ventura’,
que Valera borra, como él mismo escribe, ‘por saber a
gentilidad’. Cierto es que Valera ha señalado por medio de
letras cursivas todos los añadidos propios en las notas
marginales (y eso estuvo muy bien), pero no dejó ninguna huella de las notas que
eliminaba (pudiendo haber usado algo así como [ ]). Por lo que atañe al texto propio de la Biblia (lo que
es reproducido en las ediciones modernas), la diferencia entre
las dos Biblias no puede ser menor. Basta que esperemos solamente
a que tanto el texto original de Casiodoro como el texto ‘original’
de Valera se transfieran al lenguaje electrónico, y sean puestos
en un WebSite de Internet
para poder mensurar efectivamente el porcentaje cuantitativo y
cualitativo de los cambios introducidos por Valera.
No sería en absoluto sorprendente, si – aparte
de detalles de ortografía, o de evidentes errores tipográficos
–, el porcentaje de las ‘alteraciones’ introducidas
por Valera en el texto propio de la Biblia, no sobrepasara un
insignificante 0.5%.
Es pues hora de dejar de hablar constantemente de la
Biblia de Valera, poniéndola por las nubes, pues la traducción
es exclusivamente de Casiodoro de Reina, y es, a saber, de un
cristiano independiente y abierto, quien, de haberse hecho
realidad los deseos de Valera y de sus amigos calvinistas, nunca
hubiera podido llevar a buen término una traducción de la
Biblia en español, que ni Cipriano de Valera (cuyo estilo es
para dormirse de pie), ni ningún otro cristiano español de la
segunda mitad del siglo XVI, hubiera sido capaz de hacer, privando
así a los hispanohablantes de ayer y de hoy, de un inestimable
monumento espiritual de la lengua española.
Basta pues de discutir, que bastante le han privado ya en los siglos pasados los
esbirros de la "Santa" Inquisición, y también en tiempos más
modernos, los no pocos eruditos del nivel intelectual de un tal Fray
Martín Sarmiento OSB, quien en su Catálogo de libros curiosos no
tuvo reparo en escribir: ‘"Hay una versión
castellana de toda la Biblia, que para maldita la cosa se
necesita"’, y esa versión que se necesita, distinguidos lectores, ha sido la versión de Casiodoro de Reina.
Referencia citada:
Gilly, C. 1985. Spanien und der
Basler Buchdruck, Basel/Stuttgart.
*Reseña biográfica de Andrés Vesalio (para quien se
usaron las costosas fuentes tipográficas, elaboradas inicialmente para el Nuevo
Testamento, y para la inconclusa Biblia de Enzinas, en la segunda edición
de "Fábrica",
obra clásica de anatomía): Anatómico nacido en Bruselas en
1514 de una familia originaria de Wésel, de donde le vino el
nombre de Vesale o
Vesalio. Se le considera el fundador de la anatomía moderna, por
haber aplicado a su estudio el método de la observación. Sin
que se sepa de un modo cierto por qué razón (dice la
enciclopedia UTEHA),
fue perseguido por la inquisición y le fue impuesto un viaje a
Jerusalén. Sostenía que los errores e imprecisiones de los cánones
de Galeno eran debidos
a que los estudios de este autor se referían únicamente a
animales (principalmente monos), y que poco o nada había
observado del organismo humano. Según la enciclopedia Salvat:
"Todo parece indicar que la inquisición española le condenó
a muerte por sus trabajos de anatomista en Italia", pero
cuando regresaba de ese "viaje
penitencial", naufragó cerca de la
isla de Zante, y fue en ese lugar que murió.
**Reseña Biográfica de Miguel
Servet http://www.oocities.org/HotSprings/Resort/4367/servety.html
(1511-1553). Reformista y científico español. Se le
conoce también por Miguel de Vilanova (porque nació en
Villanueva de Sigena, Huesca), y por Serveto
o Servetus. Se expatrió
pronto y residió en Lyon y en París (lugares en los que estudió
derecho y medicina). El Diccionario de la
lengua dice: Fue amigo de Calvino durante
algún tiempo, pero luego se convirtió en adversario suyo. Negó
los dogmas católico-romanos, fue perseguido por la Iglesia
Francesa; refugióse en Ginebra, donde
esperaba encontrar algún apoyo en su antiguo amigo Calvino; éste,
para vengarse de sus ataques filosóficos,
le acusó como hereje y le hizo condenar a ser quemado vivo,
suplicio que sufrió Servet el 27 de octubre de 1553, en una
plaza de Ginebra. Fue uno de los hombres más sabios de su tiempo.
Sus obras principales son: De Trinitatis Erróribus
(1531), Biblia Latina con comentarios (comentó la Biblia traducida por Pagnino, la cual también usara Casiodoro para su versión al español),
y una notable edición de la Geografía de
Tolomeo. La enciclopedia Salvat
dice: Calvino le hizo detener y condenar por hereje,
especialmente por una de sus obras teológicas: Christianismi
restitutio (nota: obra que contrapone al Christianismi institutio de Calvino); dentro de ésta obra, describe
por primera vez la circulación pulmonar, y dice así: "la
sangre es transmitida de la arteria pulmonar a la vena pulmonar
por un paso prolongado a través de los pulmones, en cuyo curso
se torna de color rojo, y se libra de los vapores fuliginosos por
el acto de la espiración". Este conocimiento revolucionó a
la fisiología humana y fue objeto de mucha discusión (dice la
enciclopedia UTEHA), al
igual que lo fue su convicción de que el dogma de la trinidad
era una verdadera falsedad. Servet también escribió: Dialogorum
de Trinitate libri duo (1532), pero Calvino le mandó quemar junto con todos sus libros.
Otra melodía para
escuchar, además de la que se oyó:
http://www.oocities.org/HotSprings/Resort/4367/bible.mid
Otros detalles de Casiodoro de Reina:
http://www.oocities.org/fdocc/casiodoro.html
Un tributo a los traductores de la Biblia.
http://www.palabrasobreelmundo.com.ar/Artículos/Casiodoro%20de%20Reina.doc
Cipriano de Valera:
http://www.oocities.org/fdocc/cipriano.html
http://www.palabrasobreelmundo.com.ar/Artículos/Cipriano%20de%20Valera.doc
Juan de Valdés y Francisco de Enzinas:
http://www.oocities.org/fdocc/precursores1.html
Francisco de Enzinas (adicional)
Juan Pérez de (la) Pineda, Constantino Ponce de la Fuente, Fray Luis de León, Julián Hernández y los monjes de San Isidoro del Campo:
http://www.oocities.org/fdocc/precursores2.html
Juan Pérez de Pineda (adicional)
Fray Luis de León (adicional)
Otros traductores y difusores de la Biblia:
http://www.oocities.org/fdocc/otros.html
William Tyndale
Desiderio Erasmo
Martín Lutero
Ethelbert W. Bullinger
Un tributo. Conclusión.
Veta de Creyentes: Pedro Valdo (Waldo) (Pierre de Vaux), Walter Lóllard, Juan de Wycliffe (Wiclef), Juan Hus (Huss), Lefèvre d'Etaples, Santiago o Jacobo (Fabri, Faber Stapulensis).
Luis Usoz y Río, Jorge Borrow.
Entrada de la Biblia a México.
Victor Paul Wierwille
Versiones de la Biblia en Castellano, Parte 1.
Versiones de la Biblia en Castellano, Parte 2.
Versiones de la Biblia en Castellano, Parte 3.
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PRINCIPAL:
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Hablando de Otras Cosas: Palindromati
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Tasters of the Word (YouTube), videos recientes: "Astronomía y Nacimiento de Jesucristo: Once de Septiembre Año Tres A.C.", "Estudio sobre Sanidades" (en 20 episodios), "Jesus Christ, Son or God?" and "We've the Power to Heal":http://www.youtube.com/1fertra
Tasters of the Word (the blog, with: "Astronomy and the Birth of Jesus Christ"):http://fertra1.blogspot.com
And a commercial before we go:
Window Cleaning of Ronnie Petree, where my wife works (smile): Good Looking Glass of Houston (serving also at: Katy, Surgarland, Conroe, Kingwood, Woodlands, Galveston).