LOS NIÑOS DEL PSICOANALISIS Y LA NECESIDAD
DE UNA REVISION DE SU ESTATUTO
Ricardo Rodulfo
No voy a poder ni voy a querer evitar cierto gesto, digamos, metonímico de contigüidad o de continuidad con lo que estuvimos empezando a bosquejar en la apertura junto a María Julia García. Un tema que tiene que ver con la cuestión de hoy, los retratos del niño trazados en el psicoanálisis, como si dijéramos qué imágenes qué retratos, qué dibujos del niño se desprenden, por lo tanto que concepciones de niño se desprenden de la práctica psicoanalítica, específicamente de la práctica psicoanalítica con niños, pero no solo.
Tengo que comenzar con una invocación, con una invocación que en sí misma plantea un problema. ¿Como hacer para no colocar una Jornada como esta bajo el nombre de Winnicott?, ¿como hacer para no colocarla bajo el nombre de Winnicott?, o sea para no hacer de Winnicott un significante. El significante se caracteriza muy esencialmente entre otras cosas por poner bajo, por poner algo bajo su signo, en ese sentido se podría decir que todo significante es un significante del capitalismo. Entonces el problema tal como yo lo entiendo es: ¿cómo hacer para que Winnicott nos acompañe en estas Jornadas, para ir con él, sin quedar bajo él?, y por otro lado tampoco se trata de estar sobre, de hablar sobre. Bueno esto es en si mismo todo un problema, pensando en esta cuestión uno evocaría ciertas producciones artísticas, por ejemplo, la costumbre de algunos directores de cine como Alfred Hitchcock y hoy Tarantino, quienes de pronto aparecen en sus películas, en algún lugar de sus películas, en un papel, además de dirigirla, pero aparecen por allí, claro no aparecen en un lugar protagónico, como de vedette, aparecen como de costado.
Lo mismo se da en muchos pintores, sobre todo en los años de la pintura barroca europea, el pintor de pronto da su rostro a alguno de los personajes laterales del grupo, y aparece en un costado, bueno es todo un efecto de firma que luego acompaña, esta dentro de, al mismo tiempo no pone bajo, es un efecto de escritura, que es una cosa distinta de un efecto del significante.
Por otra parte también se lo podría decir de otro lado, ¿como no invocar en nombre de Winnicott en una Jornada como esta, cómo no invocarlo?, no se podría no invocarlo, bueno hay muchas razones pero comencemos por la más elemental: siempre necesitamos, es todo un mito digamos, que siempre necesitamos al primero que lo hace, siempre que estamos en un determinado trabajo necesitamos apelar a la cuestión de este es el primero que lo hizo, o el primero que lo hace, esa es toda una cuestión. Winnicott claro está, no es el primero en trabajar con niños analíticamente, ¿es el primero que hace qué?, es el primero si, en pensar al niño del psicoanálisis como por "primera vez" desde su práctica con niños, incluso desde su doble práctica con niños, como analista y como pediatra, en lugar de pensar al niño desde las inferencias o las construcciones, las versiones que de niño se tenían a través del psicoanálisis de adultos, que habían armado ya un sistema teórico en el psicoanálisis tradicional.
En ese sentido es el primero, el primero que va, no el primero en el sentido del que está arriba de todo, sino el primero en que va, el primero que piensa al niño desde allí, que pone entre paréntesis, en el sentido fenomenológico, pone en suspensión, o cierta distancia, todo los discursos psicoanalíticos sobre el niño, construídos fuera de una experiencia de trabajo con el niño. Se puede decir lo siguiente, desde la década del cuarenta más o menos el niño reconstruído desde el psicoanálisis de informe, ya no está solo, le ha salido un interlocutor conflictivo, el niño que se va a construír, a diseñar, a imaginar, a inferir, trabajando con él, en el trabajo con él, en la clínica con él, en la experiencia de la transferencia de él y con él. El niño va a estar presente de otra manera que como lo estaba, cosa que viene bien ya que uno recuerda aquello que decía Freud, que los obstáculos no pueden ser vencidos en ausencia, bueno ahora va a haber una aparición distinta del niño que todo el dispositivo psicoanalítico va a tener que reacomodarse, va a sufrir una reacomodación, el dispositivo psicoanalítico tradicional, después del esfuerzo fallido de Melanie Klein y sus seguidores por aplicar el dispositivo analítico al niño tal cual, sin alteraciones o con las menores alteraciones posibles, esto es otra manera de plantear la cuestión, aun ahora muchos discursos sobre el niño en psicoanálisis son psicoanálisis aplicado, se aplica en el niño el conocimiento extraído de otro campo, comunico que eso sufre una alteración considerable, ya no se trata de aplicar al niño la teoría psicoanalítica, sino que se trata de representarla junto con el niño, en una práctica con el niño, y de interrogar con eso a todo el psicoanálisis en su conjunto.
Bueno de todas maneras no voy a dedicarme a esto ahora, donde me ha interesado convocar a Winnicott , es sobre todo en otra dimensión, más o menos esto giraría entorno a la siguiente pregunta: ¿Qué retratos del niño se han hecho y se hacen en psicoanálisis?, multiplicando la pregunta, creándola en varias dimensiones, podríamos decir así, las imágenes, las figuras, los retratos de niño que arma el psicoanalista, el psicólogo que trabaja psicoanalíticamente, porque no me estoy refiriendo solo al trabajo con el niño en el consultorio psicoanalítico clásico, también trabaja con el niño y piensa psicoanalíticamente con el niño en otros contextos, en la escuela, en una institución asistencial, en distintos dispositivos. Los retratos del niño que allí se movilizan, que se arman trabajando con el niño; una pregunta sería: ¿asoman luego?, ¿aparecen?, ¿salen en la fotografía cuando luego ese psicoanalista, ese psicólogo, escribe o publica algo?, o ¿son censurados, son autocensurados?, esa sería una manera de preguntar sobre esta cuestión, otra manera seria: ¿el retrato que del niño se traza en el psicoanálisis tradicional ligado específicamente al trabajo con adultos, ¿puede subsistir sin sufrir ninguna alteración?, ¿puede subsistir tal cual?, nos sufre alteraciones cuando se lo contrasta, cuando se lo compara con los retratos extraídos trabajando conjuntamente con el niño.
Tomar seriamente esta pregunta en realidad abre un campo muy grande de cuestiones. Dado el tiempo del que dispongo voy a acortar camino, voy ahora a exponer una serie de ideas y de hipótesis de trabajo dejando como en un fondo de reserva toda una masa de material clínico que las apoya o que las origina y también dejando aparte una discusión mas detallada. Voy a hacer una aclaración además, porque varias veces dije psicoanálisis tradicional; cuando digo psicoanálisis tradicional no me refiero únicamente un psicoanálisis de otra época, de ayer, puede ser un psicoanálisis antiguo o moderno en la fecha, puede ser de ayer o de hace cuarenta años, por psicoanálisis tradicional me refiero al psicoanálisis que tiene su centro en el concepto de complejo de Edipo y en un elemento clave de este concepto de complejo de Edipo que es el complejo de castración, a ese es el psicoanálisis que llamaré psicoanálisis tradicional, con respecto al cual también Winnicott va a trazar en su textualidad toda una serie de distancias.
Si ahora vamos a considerar que retrato de niño se hace en este psicoanálisis tradicional formado básicamente a través del tradicional trabajo con pacientes adultos. Hay una serie de operaciones a tener en cuenta para desojar como esta armado este niño del psicoanálisis tradicional. Primero este niño es transformado en un hijo, hay una transformación de la problemática del niño en la problemática del hijo, transformación sin resto en el sentido de que en el psicoanálisis tradicional nada excede del niño al hijo, está pensado siempre un hijo, las problemáticas y las vicisitudes, las tragedias y las comedias de un hijo, este es un punto decisivo para considerar este retrato de niño. Forma parte de esta operación en que el niño es transformado en hijo, no percibirla, por lo general este deslizamiento en donde ya no estamos pensando en un niño, sino en un hijo, este deslizamiento generalmente no es percibido, tenemos muchos autores muy importantes como es le caso de Melanie Klein, que no perciben este deslizamiento, Freud mismo hace un lugar en su concepción de un adulto que pudiera liberarse de la influencia o de la dependencia parental, hace un lugar virtual al menos a un hombre o una mujer que ya no fueran hijos, pero no hace lugar a un niño que no fuera solamente hijo, que le pasen otras cosa que las del ser hijo.
Otras veces esta operación es percibida un poco, pero renegada como en Lacan, quien marca que de hecho el niño se interesa en toda clase de objetos para a continuación agregar, pero hay un objeto privilegiado que será la madre, esta estructura de la renegación, de ya lo se pero aun así ... Bueno esta es en términos generales la primera operación que además viene facilitada por la escena de escritura de la consulta psicoanalítica donde llegan habitualmente unos padres a traer lo que le pasa a un hijo, raramente a un niño, allí hasta se podría tratar todo un diagnóstico diferencial, cuando los padres son capaces de ver a un niño mas allá del hijo, o cuando los padres reducen totalmente el niño al hijo. Segunda operación, este hijo es caracterizado específicamente por Freud y luego esto se mantendrá invariable en todo el psicoanálisis tradicional, este hijo es caracterizado como un pequeño Edipo, esta va a ser la operación fundamental que tiene esta concepción, se lo pude ver con todas las letras explícitamente, por ejemplo, en el discurso que Freud le da a Juanito la única vez que lo ve, allí lo designa, lo ubica como un pequeño Edipo, y lo señalo porque esta es ya una intervención clínica directa sobre el niño, es una intervención además que puede ser pensada como un cierto imperativo; dejemos ahora esta cuestión de lado. Tenemos entonces una doble reducción en el retrato del niño del psicoanálisis tradicional, primero la reducción de niño a hijo y segundo la reducción de hijo a pequeño Edipo, esta doble reducción necesita de los siguientes elementos: primeramente de una determinada concepción, de una determinada lectura del mito de Edipo tal como nos llega de la cultura griega de versiones consagradas accesibles como la tragedia de Sófocles, hay una determinada lectura allí del mito de Edipo necesaria para convertir al niño en un pequeño Edipo.
En esta lectura el deseo incestuoso, parricida va a aparecer como una tendencia innata del niño, como algo de su corazón, de su entraña, es en el niño en quien se va originar lo incestuoso y lo parricida de este deseo. Con respecto a este punto se va abrir una brecha la practica analítica con niños no va a poder evitar abrir una brecha cada vez mayor entre esa concepción y una practica, en la medida en que el trabajo del analista con niños le ofrece una posibilidad de la que el analista de adultos en general esta privado, la posibilidad de ver en que medida los elementos incestuosos son inducidos o promovidos en el seno de un dispositivo familiar en lugar de aparecer esta concepción como algo endógeno, del mundo intimo del niño. Esta concepción también va a necesitar de una determinada interpretación del mito, no del mito de Edipo, sino que esta interpretación del niño como hijo, como pequeño Edipo, va a necesitar de una determinada concepción del mito en general, va a necesitar una concepción donde se va a pensar que los mitos son producciones culturales que revelan contenidos arcaicos, esenciales de la naturaleza humana, como que el mito seria un instrumento de revelación de los contenidos de la psique humana muy antiguos o muy arcaicos. Esta es la concepción de mito necesaria para hacer del niño un pequeño Edipo y es también una concepción de mito que ha quedado claramente reputada en nuestro siglo por la antropología contemporánea, en particular por Levi Strauss, quien pudo mostrar en detalle que los mitos no revelan nada, no revelan ninguna esencia humana oscura, inconsciente, escondida, o arcaica, a lo sumo los mitos muestran modos de operar del pensamiento, pero no se constituyen en un revelador de algo, por otro lado concebir a los mitos de esa manera, tradicional de instancias de revelación de contenidos arcaicos de la psique sirvió o tuvo como efecto escamotear todas las vertientes políticas ideológicas, todo lo que el mito es en cuanto elemento mistificador en las relaciones de poder, no siendo en modo alguno el mito una especie de comentario neutral de una verdad oculta humana y tampoco limitándose sus efectos de censura a una censura individual para disimular por ejemplo contenidos incestuosos. La versión tradicional quedo en general ciega a todo esto de que el mito esta al servicio de determinadas teorías políticas, de determinada convenciones políticas, de dominaciones de género en el sentido de dominación que un sexo ejerza sobre el otro, etc., etc.
Esta auteración de convertir al niño en un pequeño Edipo necesita también de otro elemento, de otra auteración concomitante, que se realiza claramente en Freud, y se mantiene a partir de allí, que es la siguiente: la universalización. En Freud de una manera casi instantánea, el descubrimiento del complejo de Edipo, que podría ser un descubrimiento único, determinado, se convierte en el descubrimiento de las universalidad del complejo de Edipo y en realidad tenemos que subrayar esto porque va a ser más importante el hecho de la universalidad que es lo que va a dar todo su alcance a la cuestión, mucho más que el hecho mismo del complejo de Edipo. Este paso se hace demasiado rápido y no le plantea a Freud mayores preguntas ni mayores problemas, este no es nuestro problema , nuestro problema es, porque no se lo planteo luego y durante tantas décadas casi a nadie, pero este movimiento de universalización es decisivo, porque uno podría descubrir algo y decir descubro esto que tendrá validez quizás en ciertos casos, que es distinto de decir descubro esto que en todos los casos va a tener validez, en China, en Africa, y va a tener validez hoy, dentro de cinco siglos, hace cinco siglos atrás, porque la proposición de una universalidad no conoce ninguna restricción, ni de tiempo ni de espacio ni de diferencia cultural, entonces se hacen pruebas de malabarismo para descubrir el Edipo por ejemplo, en un pueblo de Africa, o en todo tipo de situaciones en donde los dispositivos familiares son muy distintos de los nuestros, ya que las teorizaciones son siempre ámbitos para hacer malabarismo. De esta forma el complejo de Edipo se transforma en un Edipo mas universalizado, y se va a volver a un estadio evolutivo necesario para que a uno le den patente de ser humano, o un desfiladero, el desfiladero por donde todo el mundo va a pasar.
En la década del sesenta, en la época de apogeo y de emergencia de todo el movimiento estructural, Lacan justamente va a acudir en auxilio de la crónica endebles epistemológica del psicoanálisis y va a robustecer toda esta posición con elementos tomados de la lingüística de la antropología estructural, etc. etc. Todavía hay otro elemento que esta implicado necesariamente, otra auteración en esta transformación del niño en un pequeño Edipo. Este niño como pequeño Edipo es en si mismo toda una teoría de género, porque es un avatar del niño varón, va a haber todo un escamoteo de esta cuestión y una serie de esfuerzos por hacer entrar a la niña en esta situación, no va a poderse disimular a lo largo del tiempo que esto fue pensado para el niño varón y yo por eso no hice ninguna cortesía gramatical.
A la niña el psicoanálisis la saca como de una costilla de Adán, durante mucho tiempo no piensa nada especifico para ella sino que le deriva lo del Edipo con las acomodaciones necesarias. En el niño varón se da en el retrato tradicional una doble reducción como pequeño Edipo, en la niña hay una tercera, una triple reducción porque de ella hay que hacer un pequeño Edipo y esto puede no resultar tan fácil. En estos días entre en conexión con un secretario de postgrado de una universidad mexicana, resultó que el secretario era una mujer, pero el machismo de la cultura mexicana no piensa que un secretario de extensión universitaria puede ser una secretaria, aunque sea mujer debe ser un secretario, esto hace como a la de la niña pequeño Edipo.
En este punto me detengo en una cierta pausa clínica por lo siguiente: si uno toma la masa de material clínico con la que trabaja, se puede decir lo siguiente: uno encuentra en su practica muchos niños a los cuales les calza bien el modelo edípico, sirve para pensar, para interpretar cosas, es una herramienta conceptual válida para pensar cosas que le pasan a este niño. Hay muchos otros niños en cambio, a los que este dispositivo conceptual de niño edípico o de hijo edípico en realidad, no les va en absoluto, y toda utilización de la conceptualización edípico parece algo forzado que no es para ese material. A partir de allí uno debe hacerse esa pregunta, ¿ y si esto no fuera un universal?, justamente si lo que no hubiera que poner en duda fuera el punto de lo universal, de la universalidad, si pudiéramos no negar globalmente la validez de la referencias edípicas, sino poner en duda esta universalidad, esta es una pregunta que lógicamente no hay que contestarla ahora, sino que hay que forzarse especialmente por mantenerla abierta el mayor tiempo posible, porque cualquier respuesta inmediatamente, como sucede tantas veces en el psicoanálisis, podría ser una respuesta religiosa, una respuesta de creencia. Es obvio por ejemplo que los psicoanalistas creen en el complejo de Edipo como los que van a pie a Luján creen en la Virgen María, en ese punto no es posible discutir, ni debatir nada, si uno esta dispuesto a creer en algo porque lo cree. ¿Cuál es al respecto la posición de Winnicott, que retrato?, ahí hay toda una cuestión que en general no ha sido trabajada, y que pienso que tiene un porvenir teórico importante, bajo la consigna de que uno este dispuesto a meterse en problemas, si uno quiere trabajar en esto tiene que esta dispuesto a tener problemas, sino uno puede remitirse a citar.
En Winnicott por lo pronto hay una toma de distancia a veces explícita a veces implícita, con respecto a este niño como hijo edípico, con esto voy a que Winnicott parece no suscribir a Sigmund y mucho menos suscribir incondicionalmente este retrato y por otro lado en el curso de los textos de Winnicott se van dibujando otros retratos de los cuales simplemente voy a nombrar algunos de sus ingredientes. El niño en Winnicott no aparece solo como un hijo, y yo diría que en esto también es el primero que lo hace, es el primero que nos habla de un niño que es también un hijo, pero que es otras cosas además de un hijo, no hay un recubrimiento de hijo sobre niño en Winnicott, este es un primer punto importante, por eso mismo el niño de Winnicott no va a ser meramente un síntoma de los padres en cuanto a la problemática que tenga, tampoco va a ser alguien que tenga una determinada esencia de hijo que lo precipite forzosamente a una determinada destinación, como el psicoanálisis tradicional donde lo edípico se vuelve como el significante del niño como su núcleo, como dice Freud, su destinación, una destinación que es también un destino.
Por otra parte Winnicott nos va a trazar en diversas direcciones retratos alternativos, y no estoy lo suficientemente seguro de haber realizado un análisis exhaustivo de los textos de Winnicott como para poder mínimamente agotar la cuestión, solo voy a trazar algunas de esas direcciones que he creído reconocer. Una: Winnicott nos habla de un niño luchando por aceptar la realidad de su deseo, tomando palabras textuales de Winnicott sobre esto de aceptar la realidad de su deseo, o correr el riesgo de desear, pero de un deseo que justamente lo lleva más allá de la madre y el padre, un deseo que desborda el campo de lo familiar, un deseo dirigido por ejemplo, a la invención y al hallazgo de unos objetos muy singulares, que van a ser esos juguetes, esos objetos transicionales, o los que luego van a ser los objetos de la experiencia cultural. En Winnicott también hallamos el retrato de un niño en el trabajo, en el sentido del trabajo psíquico, por ser, dicho con toda su sencillez, pero claro la palabra ser nunca es sencilla, un niño tratando de sentirse real, para lo cual ese niño va a tener que poder por ejemplo desaparecer, en relación muy particularmente al medio habitual, regular, un niño que va a tener que poder no comunicarse, que va a poder ocultarse para ser.
En Winnicott también encontramos un niño en el trabajo de habitar su cuerpo, de poder llegar a habitar su cuerpo, de poder integrar su vida psíquica a su cuerpo, surge esto bajo el signo de las más diversas disociaciones. En Winnicott también vamos a encontrar el retrato de un niño empeñado en la invención de un espacio para su existencia, un espacio para existir, y ahora digo existir deliberadamente con todas las resonancias que eso puede tener en cuanto al campo de la fenomenología y de las filosofías de la existencia. Un espacio, que significante entre, y aquí va a estar en Winnicott toda la diferencia entre salud y normalidad, un espacio que este entre en el sentido, que no sea un espacio donde tenga que someterse que adaptarse a las condiciones de lo que funcione como realidad exterior ni que se vea obligado a recluirse en un espacio que sea solo un espacio íntimo personal, un espacio de repliegue y de retiro, como puede ser el espacio privado del delirio o del comportamiento autístico, u otros espacios disociativos. En Winnicott también vamos a tener a un niño trabajando por llegar a poder tener una experiencia, haciendo avanzar más la capacidad para tener experiencias propias, para que algo sea una experiencia propia, buena o mala, dificultosa saludable o enferma, incluso Winnicott se va a referir a la capacidad que un niño pueda tener para tener sus propios problemas, sus propios síntomas, llegar a poder tener sus propios síntomas, es incluso, bajo determinadas circunstancias, toda una conquista para el niño, aunque no dejen de ofrecer sufrimiento y limitaciones. Estas son algunas de las direcciones que se abren en ese retrato.
Me gustaría ahora aportar algún tipo de mis propias hipótesis respecto a la cuestión de los mitos de referencia, o sea si, aceptamos la posibilidad por un momento de dejar en suspenso la cuestión de la universalidad de lo edípico, y aceptamos la posibilidad de que la referencia a lo edípico no alcance y haya que abrir otras referencias míticas entonces yo construiría la hipótesis de una galaxia mítica, una galaxia implica justamente una formación compleja multicentrada donde las galaxias no necesitaron ser aristotélicas según los astrónomos nos han ido informando, las galaxias no tienen un centro único alrededor del cuál todo gire. Una galaxia mítica implica entonces un conjunto descentrado de mitos donde en esa galaxia el mito de Edipo puede y debe tener su lugar no es el lugar es un lugar de dominancia, entonces el primer punto ahí sería el establecimiento y el sostenimiento de esa hipótesis la de una galaxia mítica cosa que espontáneamente no ha dejado de aparecer , en textos y en prácticas, muchas veces el analista en su trabajo a tenido que hechar mano espontáneamente de otros mitos o de otras referencias literarias ó de ficción para pensar y para operar sobre materiales del niño y del adolescente etc., etc., etc., y por supuesto también del paciente adulto pero sin luego asumir esta cuestión de interrogar la universalidad pretendida como universalidad simbólica. Entonces esta galaxia mítica yo la relacionaría enseguida con lo que otro momento tratando de desarrollar algunas ideas trabajé como mito familiar, planteé como mito familiar en el sentido de el mito familiar como medio propio del niño pensando que el niño está inmerso en un medio determinado, que no es solo un medio físico sino es un medio cultural específico muy singular que llamo mito familiar.
Ahora este mito familiar habría que decir, no debe ser pensado como triangular, no es un mito edípico familiar como por ejemplo, aparecen en Rosine y Robert Lefort; si se toma esta hipótesis de galaxia mítica, este mito familiar es un mito que tiene varias bocas de salida varios puntos de concentración, este mito familiar aparece como un entramado donde habría que privilegiar unos u otros puntos. ¿Qué mitos yo llamaría aquí a desfilar, como para componer esta galaxia?, voy a hacer un esbozo de un inventario ateniéndome a una condición: voy a referirme a mitos que se demostraron para mi en el transcurso de mi práctica, como necesarios y decisivos para pensar determinados materiales, para lidiar con determinados trabajos. Uno es el mito de Isaac, Isaac el hijo que va a ser sacrificado por Abraham; es un sacrificio muy puro el que ahí aparece en la Biblia a punto de consumarse, puro me refiero en el sentido de que aparece singularmente inmotivado, no esta motivado en el comportamiento de Isaac, eso es lo mas interesante, ni siquiera en una crisis que en ese momento ocurra que haga que se elija a Isaac como cabeza de turco, como chivo expiatorio, es puro porque Isaac va a ser sacrificado por el puro mandato, sacrificado para gloria mejor de un orden patriarcal monoteísta que tiene ahí al Dios de los hebreos como centro, en nombre de eso, de la pureza de ese mandato, Isaac va a ser sacrificado. Yo creo que nuestra experiencia clínica nos pone muchas veces en dispositivos familiares donde hay un Isaac, y esta figura del sacrificio y del hijo puesto como sacrificio o del hijo por si mismo empujado al sacrificio por si mismo incluso, es algo que debiera tener más lugar, debiera desplazar un poco nuestro interés habitual en la castración, o pensar en todo caso esa problemática de la castración en el marco de una problemática más amplia del sacrificio.
Hay otras figuras míticas del sacrificio que nos pueden servir, la de Efigenea, por ejemplo, en el caso de hija mujer, y desde otra perspectiva la de Antígona aunque tiene otros matices. Antígona la hija que se alza, de la mujer que se alza con respecto a un orden despótico y a una legalidad despótica. Antígona ha sido muy usada conceptualmente, por una psicoanalista, la psicoanalista argentina en el campo de niños más importante, que es Marilú Pelento, en todas sus investigaciones en las cuestiones ligadas a los niños desaparecidos, toda la cuestión del genocidio sufrido en la Argentina en la última dictadura militar. Luego hay otros personajes míticos o de ficción, que se han vuelto leyendas o que arrancan de leyendas, aunque no sean estrictamente mitos, que no dejan de estar enredados aunque sea más medianamente con la cuestión del sacrificio, que son referencias en la clínica, uno de ellos es señaladamente Hamlet, que fue rápidamente reducido en su época, después de ser envenenado por Claudio, fue eritizado por Freud , hace muchos años como su destino póstumo, pero ahí se plantea una dimensión muy especifica en la problemática de Hamlet que es, cómo sobre él recae una exigencia de trabajo aplastante, los crímenes y otras internas de las generaciones anteriores, como diríamos en Buenos Aires, el al liga de rebota, liga una cuestión incestuosa que no es propia, que debe hacerse caso de esa, bueno uno encuentra muchos Hamlet, masculinos y femeninos, en la clínica y de eso hay incluso toda una corriente del psicoanálisis francés contemporáneo y húngaro que viene trabajando mucho en eso que aquí apenas es conocida. Hay otro personaje quizás menos conocido, pero sumamente interesante para los analistas es Hilo, es el hijo de Heracles o sea de Hércules. Hilo se lo puede encontrar en las Tarquinas de Sófocles, y el mito de Hilo es muy interesante porque Hilo recibe de su padre el mandato de ser incestuoso y parricidio, al que Hilo se resiste, es un mito muy interesante, y muy interesante como está trabajado por Sófocles, porque allí, la instigación al incesto y al parricidio aparece como un imperativo paterno dirigido sobre el hijo adolescente.
Prometeo, ese personaje que osa robar algo al poder para dárselo a un grupo más amplio, sufre un castigo en su propio cuerpo, por eso es otra figura mítica que yo incluiría en esta galaxia, lo mismo que el personaje de Don Juan, a condición de no hacer un análisis banal sobre le personaje de Don Juan, y uno puede recordar también al pequeño David, de los mitos del Antiguo Testamento, y ciertos personajes de cuentos de hadas que en definitiva tiene un estatuto equivalente al del mito en cuanto al uso que podemos hacer de ellos en la clínica, como el personaje de la Bella Durmiente, por ejemplo. Para cerrar esto yo volvería a este concepto de galaxia mítica, como un concepto que puede hacer más justicia a la diversidad de referencias míticas que podemos y que necesitamos usar, en la clínica analítica y luego para una serie de teorizaciones, y al respecto diría lo siguiente: en el curso de este siglo la antropología con la cual tenemos tantos lazos, tantos préstamos y tantas deudas recíprocas, la antropología dió un paso decisivo que fue renunciar a la idea de que la cultura occidental era el centro y era su centro, hizo el paso decisivo de pensar justamente en este planeta como una galaxia cultural y no como una relación donde hubiese una cultura que fuese la verdadera, la privilegiada, la superior y la mejor y las otras solo representasen estadios primitivos. La antropología hizo este trabajo de duelo respecto de si misma y de sus presupuestos iniciales y todo este trabajo de descentralización el psicoanálisis todavía no ha hecho un trabajo similar todavía no ha hecho esta renuncia narcisista, es una cosa que tiene pendiente, ha hablado de golpes copernicanos como aquellos que descentran al hombre, pero creo yo que esta pendiente que asuma ó pueda operar su propio golpe copernicano en ese sentido. Yo me detengo en este punto para abrir curso a preguntas ó comentarios que pudiesen surgir de lo expuesto.
La pregunta es si se podría ampliar un poco más sobre los cuentos de hadas que estaba relatando, la bella durmiente para ampliar un poco más la idea.
En pequeños textos poco transitados pero sumamente interesantes se hechó mano y se planteó mucho la cuestión de los cuentos de hadas y su utilidad para esclarecer análisis de materiales de sueños. Hay un camino fecúndo ahí, yo simplemente me refería a, por ejemplo, la historia de Blancanieves y la historia de la Bella Durmiente son dos historias, uno encuentra muchas variantes clínicas de estas historias, la niña que llega a la pubertad y se desata una situación de violencia muy particular, debo agregar mortífera, es la niña ó la mujer que está congelada diría Winnicott, en una situación de congelamiento fusional y deseante pero donde hay todo un mito inconsciente de fantasía de curación, un personaje que traiga el despertar y que esto se encarne en la transferencia, en caso de un tratamiento son materiales de referencia útiles para pensar ciertas cuestiones, claro esta yo estoy dando una simple pincelada, esto tiene que ser profundizado porque además no es que esto siempre aparece como un cuadro manifiesto, a veces hay todo un material sintomatológico y de inhibiciones.
Recuerdo en particular una púber de 13 años, donde toda una situación de lo que yo hubiera llamado estancamiento funcional, mi visión generalizada tenía que ver como una percepción inconsciente de que avanzar en su pubertad iba a implicar reacción al medio familiar, colocarse en la misma posición de exposición que la Blancanieves del cuento iba a desatar las uñas de un personaje femenino, adulto y toda la sintomatología con que la niña viene a tratamiento y tiene esa fusión pero eso recién aparece en el curso de un trabajo no es que llega cuando acaba de morder la manzana sino que aparece algo que uno luego puede vincular pero con la apegación a cierto mito o cuento de referencia resulta ser una herramienta útil para ordenar y para el esclarecimiento de una serie de elementos, aunque por lo pronto no fuera más que eso, que ya es bastante y además muchos psicoanalistas han usado esto de una manera más ó menos espontánea, de lo que se trata es de darle un mayor peso conceptual no como si fuera una anécdota ocasional de trabajo analítico.
Se refiere la cuestión a si esta apelación tradicional a categorías universales teóricas como afuncional, funciona la de lo edípico en el psicoanálisis no tiene una función como de tranquilizamiento y de proporcionar identidad en relación a la angustia que implica sostener nuestro trabajo y sostener la posición del analista y además estar continuamente expuesto a bombardeos de angustias ajenas. Esto me parece que es una cuestión en si misma muy interesante. La teoría nunca lo va a decir, o no lo vamos a decir nunca de la teoría, pero además de satisfacer la teoría nuestro hambre tan esencial de verdad, tiende a satisfacer otra cosa que es la necesidad de tranquilizarnos, esta función de tranquilizamiento, cumple una función muy grande, apelar a universales, disponer de universales es muy tranquilizador, y de este modo los psicoanalistas solemos proceder como el resto de las personas, como los demás científicos, etc.
La necesidad de tranquilizarse al amor por la investigación. A mi siempre me ha llamado la atención que en el psicoanálisis suele haber un doble discurso, se habla de que el psicoanálisis cuestiona, de que moviliza, pero junto con eso los psicoanalistas siempre mostramos una asombrosa capacidad para tranquilizarnos con teorías convenientemente tranquilizadores y que dejen todo convenientemente dispuesto. Es cierto que trabajar de psicoanalista no es tanto como trabajar en terapia intensiva, pero es un espacio bastante angustioso si uno lo sostiene en serio, es un espacio inquietantes, y las teorías muchas veces vienen a sosegar la inquietud y entonces uno encuentra a veces que alguien que en su momento tuvo inquietudes, ahora esta sosegado, hecho panza como se podría decir, Freud o Lacan o Klein, le han ordenado el mundo y ya esta tan pacifico como un buen burgués en misa, haga lo que haga toda la semana va el domingo y todo arreglado.
Agosto, 1999.
Ricardo Rodulfo
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