La escritura no es la vida sino un artificio que la estimula, afirmó Vargas Llosa al reflexionar en torno al proceso de creación literaria el pasado miércoles en la charla inaugural del Encuentro de Narradores.
¿De dónde salen las historias
que cuentan las novelas? ¿Cómo se le ocurren los temas
a un novelista? ¿Qué es ser un escritor auténtico?...
Mario Vargas Llosa está acostumbrado a preguntas como
éstas. Las suele escuchar en cada conferencia, congreso,
seminario donde va. De allí que se nos adelantó a las
interrogantes, abordándolas con gran dominio y sencillez
para el variopinto público que colmó el auditorio de la
Universidad de Lima la noche del miércoles. Aunque se
trataba de la charla inaugural del Encuentro de
Narradores el ecléctico público congregaba desde
jovencitos estudiantes de literatura, artistas, colegas
escritores, gente de teatro, hasta políticos. El autor de 'La tía Julia' fue esbozando sus respuestas matizándolas con su propio testimonio a fin que sus afirmaciones no resultaran una pura falacia. Conocido por su disciplina sin la cual no hubiera alcanzado el lugar que hoy ocupa en el mundo de las letras Vargas Llosa se refirió a todos los novelistas, los precoces, los grandes, los admirables que al fueron al principio aprendices pero cuyo talento fueron logrando a base de 'constancia y profesión'. |
Para hablarnos de 'la
construcción del talento' citó a Flaubert de quien
señaló como el mejor testimonio, sobre la laboriosa
gestación de su genio literario, la voluminosa
correspondencia, sobre todo las cartas que escribió a su
amante entre 1850 y 1854, cuando escribía 'Madame
Bovary' su primera obra maestra. "A mi me ayudó mucho -confesaba en voz alta frente al micro y parado frente al ceremonial podiun- leer esa correspondencia porque escribía mis primeros libros. Aunque Flaubert era un pesimista y sus cartas están llenas de improperios contra la humanidad su amor por la literatura era inevitable, por eso asumió su vocación como un osado entregándose a ella con una convicción fanática, exigiéndose hasta extremos indecibles. De este modo consiguió vencer sus limitaciones tan visibles en sus primeros escritos retóricos respecto de los modelos románticos en boga y escribir libros como 'Madame Bovary' y 'La educación sentimental', acaso dos primeras novelas modernas". Antes de sustentar cuál era el punto de partida de la invención de un novelista el conferenciante propuso que "la raíz de todas las historias es la experiencia de quienes inventan lo vivido". Lo que no significa que una novela sea siempre una geografía disimulada, mas bien en toda ficción, aún en la de imaginación más libérrima es posible encontrar una semilla visceralmente ligada a una suma de vivencias en que las fraguó. En este punto se atrevió incluso a sostener que "no hay excepciones a esta regla y que por lo tanto la invención químicamente pura no existe en el dominio literario", porque todas las ficciones "son arquitecturas levantadas por la fantasía y la artesanía sobre ciertos hechos, personas circunstancias que marcaron la memoria del escritor y pusieron en movimiento su fantasía". Al llegar a esta parte de la conferencia, resultó muy grata y el público lo celebró, la manera gráfica cómo Vargas Llosa trató de explicar ese mecanismo de escribir novelas. "Es como un 'Strip tease' invertido". Es decir, que escribir novelas "sería equivalente a lo que hace la profesional -una striptisera- que ante un auditorio se despoja de sus ropas y muestra su cuerpo desnudo. El novelista ejecutaría la operación en sentido contrario. En la elaboración de la novela iría vistiendo, arropando, disimulando bajo espesas y multicolores prendas, forjadas por su imaginación aquella desnudez inicial, el punto de partida del espectáculo". Ese proceso, dijo, es tan complejo y minucioso que muchas veces ni el propio autor es capaz de identificar en el producto terminado esa exhuberante demostración de su capacidad para inventar personas y mundos imaginarios. Pese, a que el punto de partida de su oficio, el escritor lo encuentra "escarbando en su experiencia en pos de asideros para inventar historias. Y no sólo para recrear personajes, episodios o paisajes a partir del material que le suministran ciertos recuerdos, también porque encuentra en aquellos habitantes de su memoria el combustible para la voluntad que se requiere a fin de coronar con éxito ese proceso largo y difícil que es la forja de una novela". Poco a poco Vargas Llosa fue llegando más lejos, pasó a la elección del tema, señalando que "el novelista no elige sus temas, es elegido por ellos. Escribe ciertos asuntos porque le ocurrieron ciertas cosas. En la elección del tema, la libertad de un escritor es relativa acaso inexistente y en todo caso incomparablemente menor". En lo que concierne a la forma literaria donde Vargas Llosa sospecha "la libertad, la responsabilidad del escritor es total" su impresión, es que "la vida, palabra grave, me infringe los temas a través de ciertas experiencias que dejan una amarga conciencia y subconciencia y que luego éstas lo acosan para que se liberen ellas contando las historias. Apenas es necesario buscar ejemplo de la manera como los temas se imponen a los escritores a través de lo vivido porque todos los testimonios coinciden, esa historia, ese personaje, esa situación, esa intriga, me persiguió se obsesionó como una exigencia venida de lo más íntimo de mi personalidad y debí escribirla para sacármela de encima". Proust, Restiff de la Brettone fueron entre otros los escritores que fue citando nuestro narrador mostrándolos como modelos distintos de capacidades creadoras y para afirmar que aunque el punto de partida de la invención del novelista es lo vivido no es ni puede serlo el de llegada. "Porque la literatura no es la vida sino un artificio que estimula la vida y a veces con tanto éxito, que cotejada con esos hermosos simulacros, qué desleznable nos parece la vida real, qué poca cosa comparada con la espléndida vida de la ficción". |