Año XIX Nº 945
VARGAS LLOSA: ¿DE NUEVO EN POLÍTICA? "Un personaje anecdótico en el Perú" Manuel D'Ornellas opina: "Mario Vargas Llosa sigue siendo noticia con sus ríspidas declaraciones sobre la realidad política nacional. Pero Vargas Llosa ya no forma opinión. Ni siquiera en los sectores opositores más próximos a su pensamiento. Se ha colocado, así, en una posición parecida a la de Javier Diez Canseco en la izquierda o Martha Chávez en el oficialismo: personas que son respetadas en sus comunidades políticas, pero con las cuales no se quiere ser identificado en demasía. Es que el peruano, en general, tiene poca inclinación hacia el extremismo. Las actitudes radicales, los juicios tajantes, las posiciones dogmáticas, son siempre vistos con recelo. |
Pero eso ocurre acá, en nuestro medio. Afuera, todo
lo que diga Mario Vargas Llosa sobre lo que acontece en
su país natal es aceptado como una revelación bíblica.
Mario siempre fue un extremista. Trasladó su dogmatismo
de la orilla del izquierdismo a la ribera de la ortodoxia
liberal. La semilla que desde allí sembró cayó en el
campo en momentos en que el país ingresaba a la locura
hiperinflacionaria. Esa fertilización del suelo de los
conceptos permitió que Fujimori pudiera llevar adelante
su programa de ajuste y liberalización con pocas
resistencias. Fueron épocas en que Vargas Llosa influía
en la conciencia colectiva. Algo que ya no logra hacer.
De forjador de opinión ha pasado a ser un personaje
anecdótico aquí en el Perú" (Expreso,
20.11.97). "Estas y otras preguntas" Mirko Lauer opina: "Mario Vargas Llosa sigue rondando la política peruana con su vieja bandera de apolítico, pero con las branquias nuevamente sedientas. Su descripción del régimen como un gobierno cívico-militar ha merecido respuestas de la plana mayor fujimorista. En cambio como unificador de los opositores no ha cosechado sino corteses silencios. Sólo los últimos habitantes de la ciudadela perdida del FREDEMO lo ven hoy como un activo en la política. Si bien está diciendo las cosas políticamente correctas para buena parte de la oposición, Vargas Llosa tiene algunos problemas de imagen que afectan su desempeño. Su insistencia en aparecer hablando desde fuera de la política da la impresión de un discurso emitido desde fuera de un compromiso serio con el país. Otro problema político es que las fundadas críticas de Vargas Llosa al gobierno en el exterior hasta el momento no parecen haber dado en sí mismas resultados tangibles. Vargas Llosa ha ofrecido su ayuda a una oposición unificada. ¿Va a trabajar por esa unificación o va a esperarla? ¿Está dispuesto a denunciar el sistema de vetos reinstalados en la política peruana por el fujimorismo? ¿Significa esto que de no haber unificación él no prestaría su peso mediático a un candidato opositor con el que pudiera simpatizar? Quizás estas y otras preguntas se resuelvan con la actuación de un grupo de activistas leales a Vargas Llosa, a los que esta última visita puede devolver una identidad perdida. Es probable que Vargas Llosa pueda ayudar más actuando como promotor de una organización opositora que circulando como una figura que pretende ubicarse por encima y por fuera de la política" (La República, 20.11.97). "Excesos antijurídicos" Federico Salazar opina: "Las declaraciones de Mario Vargas Llosa deben haber causado escozor en el gobierno. El presidente no ha podido mantenerse al margen y ha salido al frente. Sus respuestas a lo que señaló Vargas, sin embargo, son sumamente insatisfactorias. El reconocido escritor opinó que el mando pertenece a los militares. `Que lo hagan a través de un testaferro y un fantoche civil no cambia para nada esa dolorosa realidad. Son los cuarteles, y no el Parlamento, quienes están gobernando el Perú', agregó el doctor Vargas. La respuesta del presidente Fujimori no va al punto central objeto de la crítica. `Si existiera la famosa y fantasiosa alianza, no habría una real estabilidad', dijo. Pero ¿no hubo real estabilidad en la dictadura de Pinochet o en la de Franco? El jefe de Estado ha dado una mala respuesta porque la estabilidad no es sinónimo de democracia. Yo no creo que estemos gobernados por una alianza cívico-militar. Me parece que las altas esferas del poder están repartidas y todo semeja más una división del trabajo que un secuestro o una manipulación. Ello no quita, empero, que el carácter del gobierno sea autoritario y que nos encontremos en vías de dictadura. El presidente Fujimori no me parece un fantoche, ya que todo apunta a que él mismo es el beneficiario de varias infracciones constitucionales. En ese sentido, tampoco creo que se apunte a un fraude electoral. Sí se apunta, por lo pronto, a un fraude legal, para poder hacer lo que la Constitución prohíbe. La Ley de Interpretación Auténtica, la destitución de los magistrados del Tribunal Constitucional, parecen tener otro origen que el chuponeo o la intervención del Canal 2. Todos estos excesos, y otros, sin embargo, revelan coincidencia antijurídica, más que imposiciones en los estamentos del poder. Nadie debería escandalizarse de las opiniones del escritor y menos decir que hacen daño. ¿De cuándo acá discutir es dañino para la democracia? Esa intolerancia de algunos miembros de la mayoría deja sin respuesta al gobierno y le da razones a Vargas Llosa" (Gestión, 20.11.97). ¿El control civil sobre las FF.AA.?" Fernando Rospigliosi opina: "Las declaraciones de Mario Vargas Llosa motivaron la respuesta del presidente Alberto Fujimori. Lo cual demuestra que las opiniones de MVLL sí tienen peso político interno, a diferencia de lo que dicen sus antiguos partidarios, hoy oficialistas. El ejemplo que puso Fujimori para intentar demostrar que los militares no gobiernan fue realmente lamentable: la compra de los MIG-29 que se efectuó, según dijo, por decisión `plenamente civil', cuando precisamente esa adquisición muestra que en el Perú no existe el más mínimo control civil sobre las FF.AA. En un país democrático, los gastos militares se discuten antes y no después de realizarse. El Congreso, que debería aprobar y supervisar el presupuesto, no tiene ninguna información sobre esa compra. Es más, me atrevería a afirmar que el Poder Ejecutivo, el gabinete ministerial no conoce, aún ahora, los detalles de la adquisición. Ni tampoco los supo previamente. El argumento del `secreto militar' que usan para ocultar la información es sólo una coartada. Como bien ha dicho el almirante Alfonso Panizo respecto a las compras de armas, `lo único secreto debe ser la capacidad de una institución para manejar lo que tiene. Todo lo demás aparece en las revistas especializadas'. En suma, esa operación fue decidida y manejada por los militares, con el conocimiento de Fujimori y el ministro Jorge Camet. El hecho de que dos socios civiles de los militares, como Fujimori y Camet, se enteren de la compra, no tiene nada que ver con el concepto de control civil. El control civil sobre las FF.AA. implica, entre otras cosas, un control institucional de organismos de la democracia sobre la política de defensa y las adquisiciones, y no el cubileteo de la cúpula militar con unos pocos civiles asociados a ellos. Es evidente que no existe ningún control civil sobre los militares y que las prerrogativas de éstos son altísimas Así lo reconoce, además, la mayoría de la población que -según las encuestas- cree que éste es un gobierno dictatorial y que el jefe real del Servicio de Inteligencia, Vladimiro Montesinos, es el personaje más poderoso del Perú. Sería mejor, pues, que el presidente Alberto Fujimori guarde silencio sobre este tema. Así, por lo menos, no haría el ridículo" (La República, 23.11.97). |