Revista QuePasa (Chile) 1358
22 al 28 de Abril de 1997

LOS PLACERES DE VARGAS LLOSA

Haciendo una apología de la libertad individual y el hedonismo, el escritor peruano lanza al mismo tiempo en 23 países Los cuadernos de don Rigoberto, su primer libro tras el cambio de casa editorial.

Jimena Villegas (Madrid, España)

"Su azucarado olor ascendía por las narices de don Rigoberto, empalagándolo, y verificaban la consistencia de muslos, hombros y pechos, pellizcaban esas caderas, repasaban esas nalgas, se hundían en esas profundidades fruncidas, separándolas". Mario Vargas Llosa (61) no escatima palabras. Ni imágenes morbosas, ni juegos picantes para el tacto, ni aromas afrodisíacos que estimulan el placer. Es un sibarita literario, un gran imaginador. Y así lo hace saber en su más reciente libro, Los cuadernos de don Rigoberto, un refinado relato erótico de 384 páginas, lanzado simultáneamente el 7 de abril en todo el mundo de habla castellana.

Como era de esperarse en un país que considera al escritor de origen peruano uno de los suyos -Vargas Llosa es súbdito español desde 1993-, la novela ha sido bien recibida en España. Uno de los primeros comentarios aparecidos en los medios de comunicación respecto del relato afirma que es una "novela espléndida, divertida y limpia". Y el público no se queda atrás: el domingo 13, el escritor se vio casi desbordado por sus lectores, que abarrotaron durante unas dos horas la librería donde el creador de Los cuadernos de don Rigoberto se dio cita para autografiar su nuevo trabajo.

"Esta es una novela con los mismos personajes de Elogio de la madrastra. Es un esfuerzo por reunir la literatura y la pintura, en una ficción. Los cuadros son protagonistas también; están visceralmente ligados a las fantasías y aventuras de los personajes", explica el propio autor, quien acaba de presentar oficialmente el libro en Madrid, primera detención de un pequeño periplo promocional que lo llevará el día 23 a la Feria del Libro de Buenos Aires y el martes 29 a Colombia.

En efecto, el libro -escrito con un lenguaje muy plástico y sensorial además de divertido- es una especie de segunda parte de Elogio de la madrastra. Los protagonistas, de hecho, son los mismos: don Rigoberto, un oscuro corredor de seguro; doña Lucrecia, su segunda y voluptuosa mujer; Fonchito, el hijo único, vicioso e inocente a la vez; y Justiniana, una aguda asesora del hogar. En torno de ellos, el escritor crea y descrea un mundo interior, adosándoles, como condimento, personajes extraídos de telas famosas o de la monótona vida externa que los rodea.

Vargas Llosa, un autor que se enmarca dentro de la novela realista, se encarga de aclarar muy seriamente que, aunque a veces parezca, él no es don Rigoberto, el protagonista: "Desde luego que estoy presente en este libro como en todos. Pero tampoco sería justo ver en él una autobiografía disimulada, porque hay un campo grande para la invención. En la personalidad de don Rigoberto, en las manías, en las fobias, en sus filias, hay muchas cosas con las que me identifico, pero hay otras con las que definitivamente no", explicó el autor a Qué Pasa Pese a esta apología de su derecho a dar rienda suelta a la inventiva, lo cierto es que Los cuadernos de don Rigoberto refleja con nitidez, en una buena parte de sus páginas, la ideología del autor. Una de las tantas declaraciones de principio que hace el vehemente don Rigoberto, un hedonista furibundo, así lo demuestra:

"El erotismo es un juego privado, en el que sólo el yo y los fantasmas y los jugadores pueden participar, y cuyo éxito depende de su carácter secreto, impermeable a la curiosidad pública".

Como apuesta erótica,Los cuadernos de don Rigoberto resulta bastante más arriesgado y complejo que su antecesora. Estructurada en capítulos cortos, hace permanentes saltos de tiempo y espacio, al mezclar fantasía y realidad, con el afán de confundir los planos del relato. Abarca, asimismo, más de un género, entre ellos el epistolar.

Merecen especial mención las cartas-diatriba del protagonista, quien utilizando frases rimbombantes y ridículas vomita su odio hacia el mundo masificado y burdo.

Vargas Llosa hace un verdadero homenaje a la creación artística. No se limita como en Elogio a citar pinturas y a fantasear delicadamente con ellas. Esta vez va bastante más allá. Enumera todo tipo de creaciones y creadores, extrayendo de muchos convenientes lecturas eróticas. La mayoría son frutos de la prolífica imaginación de don Rigoberto. Otra parte corre por parte de Fonchito, quien obsesionado con el vienés Egon Schiele, despunta como un fiel seguidor de las aficiones privadas de su padre. Al final de cuentas, el objetivo del autor parece ser uno: estimular la imaginación -en este caso del lector-, que es el mejor recurso para "avivar el amor".

El libro -del que se hicieron 270. 000 copias en esta primera tirada- representa el debut del escritor en su nueva casa editorial, la transnacional Alfaguara. Marca, asimismo, el primer peldaño de un proyecto ambicioso, que incluye la reedición de la obra completa del autor de La tía Julia y el escribidor, cuyos derechos, según fuentes editoriales hispanas, costaron alrededor de US$ 200. 000.

Aunque se negó a confirmar esta cifra, Juan Cruz, cabeza de Alfaguara en España, señaló a Qué Pasa que la reedición de Vargas Llosa forma parte de la política de expansión de esa editorial, que ya cuenta -entre otros- con el catálogo completo del argentino Julio Cortázar y del chileno José Donoso.

Mario Vargas Llosa firmó en diciembre pasado con Alfaguara, tras abandonar Seix Barral, su editora durante 33 años. Los primeros títulos reeditados del autor de Conversación en la catedral serán La ciudad y los perros (1963) y una recopilación de su Obra Breve.

Ambos volúmenes serán lanzados en noviembre próximo, durante la Feria del Libro de Guadalajara (México).

Entre tanto, el escritor peruano continuará enfrascado en su nuevo proyecto, una "vieja idea" que -según él- verá la luz "a largo plazo" y que por tanto aún no tiene fecha de lanzamiento. Se trata de una novela situada en República Dominicana en el año 1961, es decir, durante los últimos meses de la dictadura de Trujillo.

El escritor, quien suele documentarse profusamente y reportear para cada uno de sus trabajos de ficción, acaba de pasar un corto período en ese país caribeño. Según él, Trujillo dio vida a una "de las dictaduras más feroces, extravagantes y excéntricas que ha producido el continente de las dictaduras". Para darle peso a su historia, que él encuentra un "tema fascinante", Vargas Llosa recurrirá a los verdaderos protagonistas, "sobrevivientes que habían estado callados por razones obvias y que ahora comienzan por fin a dar testimonios muy vivos de esa época".

"El erotismo en una relación amorosa es como una obra de arte"
- De la lectura de su novela se desprende que, para usted, el erotismo es un elemento fundamental en la vida.

- El erotismo es una manifestación de civilización; no existe en pueblos primitivos. Cuando una sociedad se va distanciando de su origen primitivo -en que la relación amorosa se diferencia muy poco de la cópula animal- y se va refinando y con ello rodeando de ritos, es que puede desarrollarse el erotismo. Para mí, el erotismo es el amor físico enriquecido por rituales e imágenes que proceden en gran parte de la cultura.

- ¿A eso se debe la defensa de la creación artística que hace a través de todo el relato?
- Sí. La manera cómo utiliza las artes don Rigoberto es la acertada.

Para él, los cuadros -la pintura es lo que más le gusta- no constituyen un entretenimiento marginal a su vida diaria. No lo distraen de su cotidianeidad. El busca en ellos una manera de enriquecer su vida de todos los días, fundamentalmente su vida sexual y conyugal. Pero no sólo es el sexo lo que se enriquece con las imágenes que su memoria preserva. No, él se defiende en general contra la estupidez.

- Usted postula el erotismo como una expresión de la privacidad; llega, incluso, a decir que cuando se hace público se transforma en pornografía.

- Creo que el erotismo es una expresión de individualidad. En su desarrollo hay unas diferencias que se manifiestan de manera privilegiada: los fantasmas que son los deseos humanos son profundamente distintos. Por eso, no creo que se puedan dar clases o recetas eróticas que valgan para todos, porque todos somos muy diferentes. Creo que el erotismo en una relación amorosa lograda es como una obra de arte: se trabaja, se cuida y exige una gran inversión de tiempo, fantasía y cultura.

- Se dice que la novela erótica es una de las más complicadas porque es muy fácil caer en la pornografía o bien en lo cursi.

- Estoy de acuerdo. La novela erótica es un género que está muy condicionado por dos factores. El primero es que lo puramente erótico está muy reducido; el amor es maravilloso en intensidad, pero se limita a un cúmulo bastante pequeño de experiencias, y una ficción que pretenda confinarse sólo dentro de esa manifestación de la vida humana al final da una visión muy ínfima, caricaturesca; una vida humana siempre es mucho más rica que lo puramente erótico.

El segundo factor es que sobre el erotismo gravitan muchos estereotipos.

- ¿Por qué decidió, entonces, escribir una novela erótica?
- En realidad, no me gusta que ésta sea descrita como una novela puramente erótica. Hay en ella otros temas importantes. Por ejemplo, el de la fantasía y la función que desempeña en la vida de las personas como un instrumento para llenar el abismo que hay entre la realidad y los deseos; es lo que nos induce a vivir una vida más compleja y rica que la que tenemos. Ahora, escribir sobre el amor físico es siempre un desafío. Formalmente, uno de los incentivos que tuve para escribir este libro fue buscar un lenguaje y una estructura que dieran un aire fresco y renovado a algo tan antiguo en la tradición narrativa como el erotismo.

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