Caretas 11 de Mayo de 2000
El Chivo y El Chino
Mario Vargas Llosa compara los dictadores de ayer y los de hoy.
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Entrevista FERNANDO ROSPIGLIOSI Fotos VICTOR CH. VARGAS INTENSA y reconciliatoria fue esta última visita a Lima de Mario Vargas Llosa. Lo primero por el calibre y solidez de sus declaraciones, libérrimas en un medio asfixiado por la media voz y el acomodamiento. Lo segundo, por una opinión pública que él percibió más amable hacia su persona, reconociendo su consecuencia política y valorando justicieramente su última novela. Tanto fue el entusiasmo que este reencuentro despertó en MVLL que , entre los cientos de libros que autografió a pedido de sus lectores, detectó más de una edición pirata. Igual las firmó. |
-¿En qué categoría de dictadores entraría
Fujimori? -Creo que es un dictador a la usanza moderna. Tiene orígenes democráticos, mantiene apariencias de legalidad, un Congreso obsecuente, dejando un pequeño margen para que la oposición se manifieste. Quizás el peor instrumento de corrupción dentro de la sociedad es el Poder Judicial. Creo que en la historia del Perú nunca un Poder Judicial ha sido tan instrumental como el de Fujimori y Montesinos. Eso ha llegado a un refinamiento que creo que las dictaduras primitivas no tenían. Eran mucho más rústicas. Los espacios de libertad ahora están perfectamente planificados para cumplir un rol, como en el campo de la información. La diversidad está perfectamente discriminada para que sea ineficaz, para que la información que interesa, la que llega al inmenso número, sea completamente regimentada. Es mucho más sutil que la de un Trujillo donde nadie podía disentir. El único que podía disentir era él, a través de esa sección del Foro Público, que la escribía él mismo o sus adeptos. Esa tosquedad creo que ya no es posible hoy día. Quizás en el aspecto en que una dictadura al estilo Fujimori y Montesinos es muchísimo más moderna, es en el uso de la tecnología, que permite a una dictadura entrar en la intimidad, arrasar con lo privado. Hoy día se puede controlar prácticamente todos los movimientos, las palabras, las acciones de una persona. Ese es un aspecto revolucionario en la tradición autoritaria latinoamericana. -¿Habría un cambio radical si gana Toledo? -Creo que habrá un retorno a la legalidad. Quizás será la primera consecuencia. Una inmensa mayoría de peruanos está votando por Toledo por eso. Y no será fácil. Una dictadura deja profundamente maleado todo un sistema institucional, deja esas toxinas que se prolongan siempre durante las transiciones, que conspiran contra la estabilidad democrática. Por eso hemos caído una y otra vez en dictadura, porque esas democracias se construyen con esa herencia que reciben de arbitrariedad, de corrupción, de falta de hábitos democráticos. -¿Qué cree que pasaría si Fujimori se impone con fraude el 28 de mayo? -Creo que la consecuencia inmediata sería una situación explosiva en el país. Se vio en la primera vuelta, una movilización extraordinaria de cientos de miles de peruanos, decididos a hacer respetar su voto. Con más razón en una segunda vuelta, donde se ha visto que esa acción podía atajar el fraude. ¿Cuál sería la alternativa? ¿Los tanques? ¿Va Fujimori a hacer una matanza? Montesinos sí creo que la haría, no creo que él tenga otra alternativa con tal de quedarse. ¿Pero eso se puede hacer hoy en día? ¿Los militares peruanos van a asumir ese rol de matar gente para que se quede Montesinos en el poder? Hay que esperar que haya la mínima sensatez, una cierta reserva de lucidez y también de decencia en los oficiales peruanos para no asumir semejante rol con las consecuencias que ello tendría, para las fuerzas armadas y para el país. Hoy en día esas cosas ya no se pueden hacer impunemente. Tienes militares en Argentina y Chile que están hoy día en las cárceles o ante los tribunales por haber actuado de esa manera. Los militares peruanos lo saben, eso hoy día forma parte del conocimiento general. Yo también tengo esperanzas. Creo que ese ejército no puede estar contento, satisfecho, resignado con lo que ha ocurrido dentro de la institución militar. |
GUERRA SUCIA -Fue víctima
de la guerra sucia en 1990. ¿Qué similitudes ve con la
guerra sucia de ahora? |
-Algunos de los operadores de 1990 están ahora en lo
mismo, como Guillermo Thorndike. -Si hacemos un balance, periodistas, diputados ministros, pasan como corchos, al servicio de distintos amos, con las mismas operaciones, el mismo lenguaje. Si hubiera una mínima decencia en la vida política peruana sería inadmisible, serían expulsados de la sociedad, marginados como las basuras que son. Es terrible, pero son reciclados permanentemente. Eso ha ido bajando cada vez más los niveles culturales y morales en los que se mueve la sociedad peruana. -En El Pez en el Agua hablaba de intelectuales y periodistas progresistas y de izquierda a los que critica por su cambio de posición. Una cosa muy similar o peor ocurrió con liberales que lo apoyaron en 1990 y que luego se pasaron al régimen. No era un asunto de ser de izquierda o derecha sino que es algo muy peruano. -Si es verdad, el acomodo es muy peruano. Pero no hay que generalizar, hay gente que no se ha vendido, que ha resistido con gran dignidad, arriesgando mucho. Y lo mismo ha ocurrido con empresarios o con gentes humildes, que han mantenido la decencia, son las reservas morales del país. Los intelectuales que se han vendido son muy pocos, algunos eran mercenarios ya los habíamos visto servir a distintos amos, pero son pocos, a diferencia de lo que ocurrió con Velasco, este régimen no les da coartadas. -¿Se siente decepcionado por la gente que lo traicionó? -Lógicamente, cómo vas a sentirte. Por más lúcido que seas sobre las debilidades humanas, gentes que parecían muy dignas que resultan indignas. Pensar que el señor De Trazegnies, a quien conozco desde hace muchos años, haya podido hacer cosas como mandar un pasaporte diplomático a un torturador y violador de Leonor La Rosa para arrebatarlo al FBI que podía llevarlo ante un tribunal que lo sancionara por ese crimen abominable, es algo que yo no hubiera creído jamás, jamás, que hubiera podido llegar a esa ignominia. Es volverse protector y cómplice de un criminal. Jamás en la vida hubiera pensado que Pablo Macera iba a servir a Montesinos por diez mil dólares de sueldo, después de una vida entera de independencia, que es lo que era más respetable de Pablo, porque muchas veces sus posiciones me parecieron disparatadas. La independencia daba una categoría moral a sus actitudes y que a los 70 años se ponga a servir a Montesinos, que tiene en su prontuario asesinatos, torturas, robos. ¡Nunca lo hubiera esperado! De Mar- tha Hildebrandt sí, ya sirvió a Velasco, tiene una especie de pasión irresistible por las dictaduras. Son casos muy tristes y muy lamentables. Pero al mismo tiempo hay casos de otras personas que siguen mostrando una fantástica capacidad de coherencia, de resistencia, con lo caro que eso cuesta, en vida profesional, en vida familiar, en los que son los niveles económicos. Hay que pensar en eso, como la reserva moral sobre la que puede volver a construirse una sociedad de dignidad y de decencia en el Perú. |
EL DEBATE -¿Qué recuerda
de su debate con Fujimori que pueda asimilarse a lo que
sería un debate con Toledo? |
Llevó unas fichas que leyó, y en ningún momento se
apartó de ese guión, que no sé quién le había
escrito, que leyó además bastante mal. De manera que yo
tuve la impresión de estar debatiendo con un
ventrílocuo. Alguien que no hablaba por sí mismo, que
jamás respondía a ninguna de las cuestiones que yo le
planteaba y que tampoco me planteaba ninguna cuestión.
Que leía una sarta de ataques que le habían escrito,
parece que fue Guillermo Thorndike el que le escribió.
Tuve una impresión muy lastimosa. Además, dijo todo lo
contrario que lo que hizo, con un cinismo que ha sido
como una marca de fábrica de esta dictadura. La mentira
ha sido la única coherencia que se puede encontrar en
este régimen. -¿Cómo explicar una sociedad que acepta a alguien que miente ininterrumpidamente y que la gente sabe que miente? -Hay una tradición de incoherencia en el Perú. ¿Cuántos son en el Perú los políticos que han dicho lo que pensaban y que han hecho lo que han dicho? Son muy pocos. El Perú se ha habituado a aceptar que la política es una fraseología y por otra parte una conducta que rara vez coincide con lo que dice. Pero creo que no hay precedentes de los extremos de cinismo que se ha llegado en este caso. Yo he vivido muchas dictaduras, la de Odría, la de Velasco, la atenuada de Morales Bermúdez, pero no recuerdo que se haya llegado a un cinismo tan absolutamente destemplado como en este caso, por parte de Fujimori y sus servidores. Lo que ha dicho Francisco Tudela por ejemplo, respecto a los canales de señal abierta, que es un agravio a la sensatez. Ha dicho que el gobierno respetaba tanto la libertad de prensa que no podía interferir en los canales, que por una convicción fujimorista no podían permitir que la oposición apareciese ahí atacando a quien amaban de manera ontológica o genética. Eso lo dice el señor Tudela que ha tenido estudios, que habla como afrancesado, que pronuncia perfectamente la palabra ballotage. Eso es un insulto, todos sabemos que él no cree eso y que dice eso porque es un cínico, que viene a jugar el papel de un Tartufo porque piensa que eso es necesario para ganar las elecciones. Cuando una persona llega a ese estado de desintegración moral, eso es lo que representa el régimen. Me enteré que tenía vacilaciones hamletianas sobre la vicepresidencia, que le confesó a un amigo mío. Le dijo que Fujimori le insistía mucho que aceptara con el argumento del cáncer a la lengua, diciéndole "tú te vas a quedar con la presidencia, yo me voy a morir, estoy muy grave" y que él dudaba. Y de pronto se ha convertido en algo que a mí me avergüenza, un señor que ha pasado por universidades, dice cosas como las que él dice, semejantes disparates, poniendo una cara de palo. Esas cosas hacen los novelistas que inventan semejantes fantasías, porque la literatura es invención. -Esa es la cara presentable del régimen. -Es la mejor hablada. La otra cara es la de Montesinos, descuartizando gente, haciendo carbonizar cadáveres de las gentes asesinadas, mandándolas a sus familiares en cajas de leche Gloria. Por una parte el tartufismo, el cinismo más destemplado, por otra parte el crimen, el terror, y entre los dos los tráficos, los negociados, gente que se hace riquísima. -¿Piensa regresar al Perú? |
-Si realmente como espero, como deseo ardientemente, nos sacudimos a la dictadura en esta segunda vuelta y se inicia un proceso democrático, voy a volver a pasar largas temporadas en el Perú. Definitivamente creo que ya no viviré en ninguna parte, viviré siempre a caballo entre Europa y el Perú. Espero que eso ocurra para volver a pasar largas temporadas en el Perú, con mis amigos, con mis libros, con mis familiares. Además, es un deseo que me parece bastante posible de materializarse. |
-¿Johnny Abbes, jefe de inteligencia de Trujillo,
murió asesinado en Haití? -Hay un testimonio de un testigo ocular. El sale enviado por Balaguer al Japón y nunca llega, se queda en París, vive un tiempo en Francia y luego es reclutado por Papa Doc Duvalier que se lo lleva a Puerto Príncipe como asesor de la seguridad haitiana. Al cabo de algún tiempo, parece haber comenzado a conspirar con un coronel que se llama Dominique, que estaba casado con una hija de Papa Doc. Y Papa Doc acabó con esto de la manera expeditiva que acostumbraba. El testimonio lo da una delegada de la FAO que estaba en Haití y que para su mala suerte era vecina de Abbes García. Ella cuenta como, de día, pararon las camionetas de los Tontons Macoutes frente a la casa de Abbes García, bajaron, entraron a la casa, mataron a Abbes García, mataron a la mujer de Abbes García, mataron a las dos hijas de Abbes García, a las sirvientas, a los perros, a las gallinas, a los conejos. Y después de esta matanza shakesperiana, apocalíptica, volaron la casa con explosivos. Esta funcionaria de la FAO terminó en un hospital con una crisis nerviosa. Sería un escarmiento si personajes como Abbes García terminaran como él. Esparza Zañartu terminó haciendo donativos para la infancia desvalida. |