DEFENSA DE ROMULO GALLEGOS SESION (Congreso Nacional)
-DIPUTADO BLANCO(ANDRÉS ELOY).- Ciudadano Presidente del Congreso: el
honorable diputado Rómulo Gallegos no se encuentra en este momento aquí. Me
unen a él nexos de compañerismo intelectual y de vieja amistad. Salgo por
él.
No se ha querido interpretar bien el sentido de las palabras del diputado
Gallegos en la Cámara de Diputados. No se ha referido él a ninguno de los
legisladores en particular. Se ha querido ver que él acusaba de instrumentos
de maniobras políticas a elementos de las Cámaras Legislativas. No es así. Y
después de todo: siempre somos instrumentos de algo, aun cuando nosotros no
lo sepamos. ¿Qué han sido los grandes apóstoles; qué han sido los Libertadores
si no instrumentos de un ideal?. Así, muy bien se puede, sin imponer la voluntad
en ello, hacerse el instrumento, no sólo de un ideal, sino también de un designio
contrario.
Se refería el diputado Rómulo Gallegos a fuerzas que están en este momento
fuera de este hemiciclo. Por eso he tomado la palabra: porque es mi
designio fijar la posición exacta del debate; posición ésta desvirtuada
para ambos bandos por una propaganda oscurecedora. Tanto el diputado Rómulo
Gallegos como los demás compañeros que hemos defendido el artículo original
del proyecto del Ejecutivo, sentimos un profundo respeto por la convicción
que mueve a los legisladores contrarios. Nunca ha surgido en nosotros la
idea de un pensamiento espurio en ellos. Ahora bien: las influencias
extrañas existen, a pesar de nosotros. De tal manera que lo que
significaría aquí (cualquiera que fuese la tesis que triunfara) un triunfo
de la convicción y de la conciencia, para esas fuerzas significaría una
derrota del gobierno.
Si el Gobierno (con un justo, con un honrado temor de que este estatuto no
pasara) recibiera de nosotros el estatuto con la modificación del senado, le
pusiera el "ejecútese", lo pusiera a funcionar de todas maneras. Aún sin
percatarse el Gobierno, para esas fuerzas habría sido un triunfo y mañana
irían a otro objetivo superior, quizás al divorcio, quién sabe a cuál de las
otras conquistas democráticas del país.-(Aplausos).
Hemos venido aquí esta tarde en contra de esa supuesta posición
obstruccionista de la Cámara de Diputados. Hemos aprobado la Ley en este
año. La hemos aprobado el año pasado. Aquí está la Ley, aprobada por la
Cámara de Diputados. Algo más: La Cámara de Diputados ha aceptado no menos
de sesenta modificaciones introducidas por la honorable Cámara del Senado;
sólo una ha rechazado. Y todavía he escuchado que se deseaba que, en vista
de que la Cámara del Senado se mantenía leal a su criterio, la Cámara de
Diputados fuera desleal al suyo. Eso no podía esperarse.
Yo he venido aquí, no a meterme en una lucha religiosa. He venido a
defender una convicción de carácter constitucional. He venido también
(además de a defender el principio, que es lo primordial; además de a
defender la tolerancia como civilizadora) he venido también a defender a un
grupo de hombres demócratas (que serán mañana las víctimas, en caso de una
derrota) de esa misma propaganda que dirá que el Congreso Nacional ha
frustrado una confabulación de agitadores.- (Aplausos)
Y he venido a defender algo más, ciudadanos legisladores. He venido a
defender una promoción intelectual. Yo sé que el ministro de Educación
Nacional ha enviado aquí un Proyecto con el artículo como lo aprobó la
Cámara de Diputados: ese proyecto es del Ejecutivo. Yo sé que si se le
devuelve con el artículo modificado, él lo pondrá en acción; pero yo sé que
la opinión madurada del gobierno, la opinión madurada del que envió aquí el
proyecto, es la primera; y vengo (aunque él ni lo quisiera, aun contra su
propia voluntad) a defender aquí a un hombre nacido de una promoción
reciente.
Arturo Uslar Pietri representa un símbolo en las nuevas generaciones
literarias de Venezuela. Y a mí me sería muy doloroso que una disposición
que ha durado setenta años y que no ha sido derogada ni derrumbada por
ministros viejos, por ministros beatos, por ministros de tradición
oligárquica (aplausos), se vaya a venir abajo durante la gestión
administrativa de Arturo Uslar Pietri.- (Más aplausos).
La diferencia entre los dos artículos, se dice, es pequeña. Realmente; pero
la inclusión de la enseñanza religiosas en el horario escolar dificultará
la función de los planteles. Y voy a devolver al honorable Senador, doctor
Liscano, un argumento suyo propio que se vuelve contra él en este
instante. Él dice que sería contrario a la igualdad dar una hora más de
escuela, durante dos días de la semana, a estos niños, a "estos pobres
niños" que se inscribían en educación religiosa.
Demuestra una gran piedad por esos niños: van a tener dos horas más semanales.
Bien. ¿Y los que no se inscriban en educación religiosa? Van a tener dos horas
menos del horario escolar. ¿Será esto justo? Y si los que se inscriban son la
minoría, y los que no se inscriban la mayoría, quedará derrotada la teoría de
las mayorías.- (Aplausos).
Quiero hacer, de paso, alusión a la tesis del honorable representante
Lossada: la distinción entre moral y religión. Realmente, cada religión
está fundada en principios morales; y no sólo eso:¡de "todas" las
religiones emana todo un tesoro de moralidad!. Pero Bolívar (como acaba de
decir el distinguido colega Pimentel Parilli) Bolívar habló de religión;
pero Bolívar "no podía desconocer" que él hablaba "de religiones". La moral
de Buda, la moral de Confucio, ¿no fueron precursores de la moral de
Jesús?.
Ha querido plantearse el problema en el terreno del conflicto religioso. No
ha sido así. Ni nosotros hemos atacado la religión, no los distinguidos
colegas adversarios la han defendido. Si nosotros la hubiéramos atacado. Si
nosotros la hubiéramos atacado, ¡qué tímidos paladines habríamos sido al
conformarnos con esta conquista! Yo les diría a mis compañeros: ¿Y tú eres
el materialista, y tú eres el librepensador, que no pides la eliminación de
ese artículo; que no pides la prohibición de la enseñanza religiosa? Y a
los defensores del artículo aprobado por el Senado (que se conforman con
esa tímida conquista como ha dicho el honorable senador Liscano) yo les
iría a gritar (si me vinieran a gritar ellos a mí que están defendiendo la
religión) yo iría a gritarles lo que les gritara Reinaldo el Cruzado cuando
se entregó a los brazos de Armida: "¿Y tú eres Reinaldo, el cruzado
valiente, que te conformas con los brazos de Armida y con el encanto de sus
jardines!? (Muchos aplausos). ¿Eres tú, paladín pusilánime, paladín
tímido; eres tú Reinaldo el compañero de Tancredo, el conmilitón de
Balduino el Flamenco, de Raimundo el Tolosano y de Godofredo el Lorenés?
¡Dónde están, señor, los soldados de tu Sepulcro?".- (Aplausos).
Es cuestión de Constitución. Es cuestión de tolerancia. Ninguno de nosotros
puede decir que es más puro que Vargas; y Vargas "La Serpiente de Moisés"
defendió la tolerancia. Y Vargas le daba tres pesos semanales al padre
Madelain, cura de Las Mercedes, para sus pobres. Muchos de los que
defienden el artículo del senado no van a dar esos tres pesos,
probablemente. (Risas y aplausos). Y dijo Vargas un momento: la tolerancia
es la base de la democracia y es la base del progreso del pensamiento.
¿Qué hubiera sido de los discípulos de Jesús si la Roma Imperial, en los
primeros días de su predicación, hubiera sido intolerante como en los
últimos días? No hubiera podido Mateo escribir en su Evangelio que Jesús
predicaba en la casa de ellos, en la sinagoga. ¿Van a ser más tolerantes
los hebreos, bajo la tetrarquía de Herodes, que los venezolanos bajo el
gobierno de la democracia? (Aplausos).
Además, ciudadanos legisladores, hay una poderosa razón histórica y social
que preconiza la tolerancia. Somos un país muy extenso. Y apenas cuatro
millones. Somos, pues, como esos hatos de los llanos venezolanos, que
tienen buen pasto y que se llaman "cazadores". Somos sabana cazadora de
hombres; somos sabanas cazadoras de humanidades. Aquí han de venir
inmigraciones. Figurémonos un gobierno que afrontara de lleno la política
de inmigración y que aparecieran aquí cinco o seis millones de hombres de
distintos credos. ¿Qué llaman "la mayoría"? ¿Acaso somos nosotros mayoría?.
Somos la mayoría hoy de una tierra que no está hecha. Somos una minoría en
la gran Venezuela que tenemos que hacer. (Aplausos). Y estos hombres van a
venir aquí; y si nosotros sacrificamos hoy este principio y algún día llega
a ser "la mayoría" de Venezuela de esos inmigrantes, peligrará el principio
mismo: nos impondrán su religión. De modo que la defensa de este principio
garantiza la salvación y la catolicidad de los venezolanos históricos.
(Aplausos).
De paso, podemos figurarnos lo que podría ocurrir con esta Ley: que veinte
padres chinos y veinte padres mahometanos se presentaran al maestro de
escuela de un lugar y le pidieran la inscripción de sus hijos en la
religión budista o en la mahometana. La ley no se lo prohibe. La Ley obliga
a poner dentro del horario escolar la religión budista, y dentro del
horario escolar la religión católica, y dentro del horario escolar la
religión mahometana. Serían tres clases de religión dentro del horario
escolar. Y entonces ¿vamos a tener santos, o vamos a tener hombres que
saben?- (Aplausos).
El honorable senador Liscano, en una erudita y sesuda disertación, hace
pocos días, en esta honorable Cámara - y que yo pude escuchar como miembro
de la barra - se expresó sobre la materia. Debo decirle al honorable
senador, por lealtad con él, lo que dije en la Cámara de Diputados, porque
no me gusta hacer alusión a un compañero que está lejos. Debo decirle que
su discurso, lleno de preparación, lleno de convicción y de buena voluntad,
no me pareció precisamente el propio para llevar esta materia al verdadero
terreno. Me pareció que él debatía la cuestión religiosa, que no está en el
tapete. Dije también que no tenían sus palabras, al referirse a las
opiniones nuestras, tildándolas de mentiras, la unción de aquellos hombres
que defendieron la religión; que no encontraba en ellas lo que un escritor
venezolano, nuestro máximo orador Eloy González, dijera de aquellos
defensores de la religión; ni siquiera lo que otro orador dijera cuando
evocaba la argumentación de algunos santos para defender su credo.
No estaba allí aquel Fray Junípero, que robaba el oro del altar para darlo a
los pobres; ni aquel donoso Fray Gil, que no encontrando en su ignorancia
palabras para demostrar la virginal pureza de María, hirió la tierra con su
vara de taumaturgo y al punto brotaron a sus pies tres azucenas
candidísimas. (Aplausos).
Más bien había en el ardor del orador un poco de aquel ardor de batalla de
los sacerdotes españoles que defendieron a Carlos de Borbón, y un poco de
aquel ardimiento de un sacerdote colombiano, que en una época electoral,
bajando los ojos humildemente, dijo a sus feligreses: "Hermanos míos en
Nuestro Señor Jesucristo: matar a un liberal no es un pecado". (Aplausos)
También se ha hablado de injusticias. Se ha hablado de que es una
injusticia no llevarles más y más religión a nuestros niños. Sí; pero es
necesario acompañar la enseñanza con la asistencia social; es necesario que
hagamos buenas leyes que protejan a los necesitados; es necesario que
sustituyamos nuestro viejo carcomido criterio providencialista de nuestra
filantropía y de nuestra caridad, con el sistema científico y humano de
reparación social. (Aplausos). Es necesario para el buen católico, que sepa
que para hacer ganar el cielo a los demás hay que hacerles ganar primero la
tierra. Es necesario ir a la liberación del pobre becerrero que está
pagando una deuda de su abuelo. Es necesario corregir el sistema
penitenciario y reeducacional. Es necesario que la religión vaya acompañada
y aun superada por el mejoramiento de esas clases. Es necesario que no se
nos presente el espectáculo de un niño religioso y hambriento entregado a
los vicios, poco protegido en su vida, y que no surja sobre la fuente de
nuestra República el verso trágico del poeta: "Cría querubes para el
presidio y serafines para el burdel". (Muchos aplausos)
También habló - el honorable senador Liscano - de Bolívar. Se ha citado
mucho a Bolívar: pero Bolívar sirve para todo. (Aplausos y risas). Hay que
ver la inmensidad de la obra escrita de Bolívar. ¿Qué Bolívar recomendó la
religión de 1822...? Pero en la Constitución de Cúcuta no la había
recomendado. Bolívar era el hombre de la hora ¡Bolívar!. Así se lo dijo el
más grande de sus lugartenientes: "Usted es el hombre de la guerra; yo soy
el hombre de las dificultades". A cada momento tenía él "el Bolívar" nuevo
y oportuno para aquel momento. De tal manera que en 1810 él junta su voz a
la voz de Coto Paúl para cantar las excelencias de la anarquía; y en 1812
se encabrita como un caballo joven y junta la blasfemia con la profecía
entre las nubes del terremoto.
Y el mismo año, en el Manifiesto de Cartagena, escribía textualmente estas
palabras al querer explicar las causas de la derrota: "La influencia del
partido clerical, siempre adicto a "su apoyo y compañero" el despotismo..."
(Aplausos). Y en Angostura, argumento aquí lo del honorable senador Liscano,
cuando Bolívar dijo: "Moral y Luces", se escapa al honorable compañero que
precisamente esta frase es la que menos ha debido citar; porque con aquella
parte de su discurso, Bolívar quiso respaldar su institución del Poder Moral.
El Poder Moral no fue aprobado porque para algunos era una blasfemia; porque
el Poder Moral subrogaba al Estado en el poder espiritual de la Iglesia;
porque hacía un areópago que sustituía al confesor. Y esto se podría ver
muy bien al leer ese discurso.
En Cúcuta, en una carta a un norteaméricano, Bolívar explica por qué no
metió la religión en la Constitución de Cúcuta, en lo cual lo acompañó el
Obispo Lazo, quien siguió la doctrina constitucional de Bolívar que decía
que la libertad de religión y pensamiento era una base de democracia que
debía ser fundada en un sistema de educación general. Y en Bolivia, un
distinguido Diputado dijo en días pasados que Bolívar había metido la
religión o la educación religiosa en la Constitución de Bolivia: ¡no lo he
encontrado por ninguna parte, ni en el discurso ni en el proyecto!
Bolívar no se puede citar sino con cuidado porque - dije antes - sirve
para todo. Bolívar es oceánico. Bolívar "tiene" para justificar un acto de
democracia avanzadísima. Bolívar "tiene" para justificar un acto de
represión. El Bolívar de 1828, llevando al Arzobispo de Bogotá como miembro
del Consejo de Estado, es un dictador en pleno ejercicio del la dictadura;
y el Bolívar de 1830 ya no es sino el desprendimiento del creador amargado
por la creación. Pero Bolívar es oceánico. Es el árbol: el que quiera una
fruta para darle que comer a alguien, allí está Bolívar frutal; el que
quiera una estaca para darle de golpes a un yangües, allí está Bolívar con
ramazones; el que quiera una cruz para clavar a alguien, allí tiene a
Bolívar con sus ramas cruzadas; el que quiera una flor para adornar la
frente de la Patria: allí está Bolívar florecido; y el que quiera una
sombra para esconderse y ocultar una trampa o disparar un perdigón sobre
algún incauto pájaro electoral, allí está Bolívar frondoso. (Grandes
Aplausos).
Tras una breve interrupción del Presidente, el orador continuó.
- No debe confundirse tampoco ni ponerse en pugna la libertad de enseñanza
con la libertad de pensamiento. No hay tal.
Aquí, en Venezuela, como lo dijo un honorable senador, sí se da educación
religiosa. El honorable senador Morales, cuando propuso que se aceptara la
única modificación hecha por diputados a las decisiones del Senado, lo
dijo, y lo sostengo, y lo sostiene la Ley. No se quiere hacer creer a la
gente consciente que algunos van a salvar a los niños y otros quieren
hacerlos presa de designios disolventes. Todos queremos salvarlos. Y
ninguno de nosotros tendrá ninguna gloria por ello. La gloria seguirá
siendo de las madres venezolanas. La gloria seguirá siendo de la honradez
innata de nuestro pueblo, que cuando llega a robar es porque ya había
dejado de ser pobre.
Señores: detrás de nuestra honradez, detrás de la convicción honrada que a
todos nos ha traído, cualquiera de los dos bandos está metido dentro de lo
que estoy diciendo. Detrás de la conciencia que nos ha guiado honradamente
a defender cada uno su punto, sí hay esa fuerza. Hay aquellos señores
providenciales que pasaron trescientos sesenta y cuatro días "gozando de la
vida" y un día fueron al leprocomio: ¡llevaron regalos a los leprosos y
ganaron el cielo!.
Yo quiero recordar, antes de terminar, un pequeño poema o trabajo literario
que escribí, y que cuenta cómo un pobre viñador celebraba en su casa la
Pascua del Cordero. Era la noche de Navidad; tenía la mesa puesta; traía
vino exprimido recientemente de su viñedo. Y entonces llegaron por allí
unos ángeles traviesos (esos eran los que iban a salvar; esos son los del
ahora; esos son los que van a salvar, a cristianar y a convertir). Estos
ángeles llegaron y Jesús los estaba vigilando. Se les ocurrió a los ángeles
derramar el vino: se llevaron la jarra y lo tiraron, e hicieron en la jarra
lo que acostumbraban a hacer los niños para mojar sus sueños. Y entonces,
Jesús que los veía, les dejó ir; la mesa se sirvió, todos comieron, y todos
encontraron delicioso el vino del viñador. Y era que Jesús había hecho el
milagro: había convertido aquello en vino. Pero resultó que entonces se
hicieron inaguantables los angelitos: se paseaban orondos, orgullosos,
porque ellos creían que eran ellos los que "daban" vino como las uvas del
viñador. (Aplausos y risas).
Ciudadanos legisladores: ampliemos a su máximo el mejoramiento económico de
los necesitados (dejándoles su enseñanza religiosa como la tienen) y
habremos quedado bien con Bolívar y con Jesús. Porque ninguno de los dos
quiso imponer su fe: ambos creyeron más en la práctica de las virtudes que
en su pregonación. Ellos preconizaron el mejoramiento en la tierra. En
Jesús, el pan es símbolo supremo; el alimento es fórmula esencial. Jesús no
sólo ofrece el cielo: ofrece también la tierra. Su postulado fundamental,
"ama al prójimo como a ti mismo", nos brinda una tierra de paz y de
justicia que nosotros debemos conseguir. De modo que él ordena vivir bien:
primero aquí después allá. Y hasta en la Eucaristía, resumen definitivo de
su simbolismo, la representación del cuerpo de Jesús primero sabe a pan, y
luego a gloria. (Aplausos).
Ciudadanos legisladores: Yo os pido que aprobéis el artículo, en la forma
del proyecto original, en nombre de la tradición y en nombre del futuro de
Venezuela. (Prolongados aplausos).
"Andrés Eloy Blanco. Parlamentario". Compilación y Selección: Luis Pastori.
Vol. I. Ediciones Centauro 81. Segunda Edición. Caracas, Venezuela. 1981."
DEL 15 DE JULIO DE 1940
Al ser abierta la sesión tomaron la palabra algunos representantes que
hicieron referencias personales al diputado Rómulo Gallegos, quien no
asistió a ese día. El diputado Blanco, en vista de que el parlamentario
Gallegos no se hallaba presente para defenderse, se consideró moralmente
obligado a hacerlo por él.