(Traducción: Diego Martínez Lora)
Volvimos a Finlandia y yo mantuve el contacto con mis amigos de la infancia durante veinte años, pero la lengua de nuestras cartas cambio al inglés. En el colegio, en la clase de historia, sabía muy bien lo que era la revolución de 1974. Mis recuerdos se fueron desvaneciendo, pero nunca fueron olvidados. Teníamos cassettes con canciones portuguesas, después de algunos años yo ya no entendía ni una sola palabra de ellas.
Al volver al pueblo de mi infancia me pareció extraño, pero al mismo tiempo familiar. El Monasterio de Vila do Conde no estaba tan alto sobre la cima de la colina como yo lo recordaba. Al lado del río no había bacalaos extendidos para ser secados y la villa se había convertido en una ciudad. Mis viejos amigos me dieron la bienvenida y aprendí rápidamente portugués. Me sentía como estar de vuelta en casa.
Cuando la mayoría de finlandeses piensa en Portugal, piensa en las playas del Algarve, la isla de Madeira y en el sol caliente, muy caliente. Los que siguen las noticias deportivas saben que Pedro Lamy participa en las carreras de autos, que Rosa Mota, Fernanda Ribeiro, Domingos Castro y Carla Sacramento destacaron en los juegos olímpicos. Muchos confunden la lengua española con la portuguesa, o piensan que en Portugal se habla español. Ahora que Finlandia forma parte de la comunidad europea puede ser que alguna gente sepa que Portugal es uno de los países más pobres de la comunidad.
El sol brilla durante el verano y el invierno, pero el clima en Portugal no es tan caliente como muchos piensan. El sol de invierno, cuando brilla, es débil pero decolora el cabello y quema la cara. Durante el invierno a lo largo de la costa norte de Portugal la temperatura raras veces baja de los +10 C, pero la brisa marina es muy fría y húmeda. En el interior la tempertura puede bajar hasta los 0 C y en las montañas cae nieve. Lo peor, para nosotros los finlandeses, son los departamentos sin calefacción central. Las gorras de lana y las bolsas de agua caliente que aparecen en los filmes antiguos todavía se usan aquí. Cuando la tempertarura de tu departamento es de +8 C sientes la necesidad de ponerte un gorro de lana y de vestir unos calzones también de lana. El piso de ladrillos casi que se congela y el gato no hace nada más que dormir debajo de las mantas. Muchos departamentos tienen una chimenea que no conserva el calor. Como la calefacción eléctrica es cara, consiguen usar calefacción a gas, pero eso demora.
Las lluvias de invierno no son pequeñas duchas que pasan rápidamente. Algunas veces llueve a baldes y durante todo el día. (No puedo recordar haber visto lluvias como esas, ni en Inglaterra, que por lo general se suele hablar muy mal de su clima). La humedad trepa dentro de los departamentos. Pequeñas manchas negras aparecen en el techo de las habitaciones que no están expuestas al sol y en los cuartos de baño, donde el ventilador no siempre funciona muy bien. Horrorizada veía como el moho se expandía, pero mis amigos portugueses no me hacían caso. Ellos no lo llamaban moho, sinó humedad. Me decían espera que pare la lluvia, deja que se ventile bien el cuarto y que se sequen las manchas, luego pasa un trapo húmedo; en la primavera pintas todo de nuevo y todo quedará otra vez okay. Los zapatos de gamuza no pude salvarlos.
Las playas del norte de Portugal son hermosas, pero el agua de mar no es muy caliente. Se tiene que recordar que Portugal está situado en la costa Atlántica y especialmente en el norte de Portugal la brisa en la noche puede ser muy helada. Los días de verano son calientes y las playas están llenas de gente. Los jóvenes portugueses juegan vóleibol de playa, los turistas se fríen a sí mismos y los ruidosos emigrantes portugueses gastan sus vacaciones de verano en casa.
La cultura de la cafetería está floreciendo. La gente se sienta y observa el mundo pasar, los amigos se encuentran, charlan, almuerzan y toman lonche a las cinco de la tarde, igualmente jóvenes y viejos. El café es bueno y fuerte. Algunos hombres piden helados en vez de cerveza, las mujeres están siempre elegantes. Los niños corren libremente por todos lados. Eso es una cosa que me gusta muchísimo. Los padres llevan a sus hijos con ellos a todas partes hasta tarde en la noche. La gente en la calle, tiendas, cafés, etc. tienen tiempo para los niños, para una pequeña sonrisa, una palmadita, una suave caricia en la cabeza.
Cuando yo vivía en Vila do Conde sabía que el horario de las comidas era muy importante para los portugueses. A las 8 de la noche las calles se convertían en un desierto, todos estaban en casa. La comida portuguesa es muy buena, especialmente los mariscos y los pescados. Muchas madres de familia compran pescado fresco en los mercados o lo consiguen directamente de las esposas de los pescadores, que están en las calles vendiendo los productos de la más reciente pesca. Pienso que los portugueses tienen mil y una maneras de preparar deliciosos potajes de bacalao seco. A muchos extranjeros les puede tomar un poco de tiempo habituarse a este sabor.
Portugal no es un país barato como la personas piensan. Viviendas, carros, electrodomésticos y ropa de buena calidad son en su mayoría tan caros como en Finlandia. Los sueldos en promedio son bajos y la diferencia entre los pobres y los ricos es muy grande. Al comienzo me chocó ver a niños que mendigaban y encontrar tugurios en las ciudades grandes. Esta clase de pobreza no se ve en Finlandia.
Los portugueses son habladores, amistosos y muy serviciales. Cuando preguntas por una calle ellos casi nos llevan de la mano hasta nuestro destino. En los trenes y buses públicos fácilmente nos involucramos en una conversación. La curiosidad de los portugueses es a veces muy ruda. A menudo hacen preguntas muy personales como si estuvieran hablando del clima. Su manera de mirar de la cabeza a los pies me perturbaba demasiado en el inicio. Para los finlandeses fijarse en las personas es muy grosero.
Los estudiantes portugueses dependen casi completamente de sus padres, nuestro sistema finlandés de crédito estudiantil no es conocido aquí. Muchos padres pagan los estudios de los hijos y la mayoría de los estudiantes no abandona el hogar de sus padres hasta antes de casarse, no sólo por la costumbre y la cultura, sinó porque no tienen posibilidades financieras para poder vivir solos. Hasta se ve con frecuencia parejas ya casadas que aún viven en las casas de sus padres.
Cuando recién llegué la burocracia era un terror para mí. La obtención de cualquier documento oficial toma tiempo y requiere mucha paciencia. En muchas instituciones los funcionarios no tienen mucha voluntad para dar explicaciones. Los portugueses son siempre impuntuales y no se hacen problemas con las disculpas. Acabé por esperar a todos y en todas partes, pero naturalmente después me tuve que acostumbrar. Ahora ando siempre tarde por mí misma. Quizá este tipo de vida sin tener que estar mirando siempre el reloj sea mejor, pero parece que los portugueses siempre están con prisa. Ellos manejan como locos ignorando los límites de velocidad. Portugal es desafortunadamente el número uno en las estadísticas de los accidentes de tránsito.
Ahora en las vísperas de mi alejamiento, me siento triste. Después de haber vivido casi dos años en Portugal los viejos recuerdos se han debilitado, y en su lugar brillan las nuevas experiencias. Al lado de los amigos de la infancia están las nuevas y buenas amistades. Para mí Portugal es Vila do Conde. Mi experiencia en este país está basada en esta pequeña ciudad. Espero con muchas esperanzas que alguna vez en el futuro tenga otra oportunidad de poder conocer más Portugal y de tener una imagen más completa de todo el país.V