VERSIONES 13
AÑO DEL BUEY - ABRIL/MAYO - 1997
El cielo de esta noche está despejado. Se pueden ver muy bien las estrellas y los planetas. Una estrella fugaz nos sorprende y no nos da tiempo de decirle a nadie para que la vea también. En medio de los astros que nos cautivan, las moscas de los ojos cansados vuelan, ya es hora de dormir y de recuperar todas las energías perdidas durante el día. Ir a dormir con la consciencia tranquila como si se tratase de una peque–a muerte. Hoy intenté ser feliz y hacer feliz a la gente. Hoy les dije cosas buenas a la gente que estaba a mi alrededor y se las dije porque lo merecían. Nos olvidamos con frecuencia de expresar nuestros agradecimientos a las personas que nos ayudan a vivir o con las que compartimos la vida. Decir gracias no cuesta nada, decir muchas gracias, muchisisísimas gracias, aunque cometamos algún mal uso de la lengua, gracias por todo aquello que nos haga que la vida tenga un sentido y una meta siempre renovable para alcanzar esa pequeña felicidad de poder ir a la cama cada noche con la consciencia tranquila. Hay que intentar ayudar al prójimo dándole algún buen estímulo para iluminar su vida aunque sea con una palabra de aliento, una acción concreta o un regalo por más simbólico que sea, pero al fin y al cabo, una buena acción de agradecimiento porque la vida sin los demás no es más que una absoluta pobreza. Y si los eremitas llegaban a ser felices era porque rezaban por los demás. Los autosuficientes tendrán en su organismo alguna sustancia que les satisfaga su dosis de prójimo comparable a la experiencia divina del misticismo. Tratar bien a nuestro prójimo es algo que nos olvidamos con frecuencia y por la simple razón que tampoco sabemos tratarnos bien a nosotros mismos. Los buenos modos y la paciencia se pierden cuando entramos en stress para conseguir algún objetivo. Obtenido el objetivo nos dura muy poco esa felicidad y todo lo que arrasamos con nuestro stress a veces es difícil de recuperar. Tratemos bien al prójimo sea familia, amigo, conocido o un simple ser humano con el que tengamos que cruzar algunas palabras. No desfoguemos nuestra violencia contenida con personas que no tengan nada que ver con el origen verdadero de nuestros problemas. Porque si hay alguna persona o personas que sean el motivo de nuestras angustias, entonces tendremos que enfrentarlas y ser valientes con nuestras decisiones aunque nos hagan sufrir, los resultados serán mil veces mejores, porque así nosotros nos haremos más dueños de nuestros propios destinos, y haremos uso de ese margen de libertad que poseemos o que creemos poseer. Aprendamos a liberarnos de esos sentimientos-monstruos de una manera más inteligente sin dañar a nadie. Seamos capaces de mejorar profesionalmente dentro del mercado competitivo con la sabiduría del que ame la vida y quiera conseguir dar soluciones a los problemas. A veces nos equivocamos y nos involucramos con las personas erradas que no nos ayudan a superarnos y no somos capaces de transformar esa realidad y volverla favorable. Nos dejamos llevar por la rutina y la monotonía y caemos por un embudo a la mayor frustración humana: Haber compartido toda la vida con la persona equivocada. Creamos en nuestras capacidades individuales, hagámoslas desarrollar lo suficiente como para que nos sirvan de medio y modo de vida, juntémonos a personas que nos estimulen a ser cada vez más nosotros mismos y de esa manera a ser un poco más felices para así poder hacer más felices a los demás. Transformemos esa realidad cercana que nos rodea, hagamos más felices a las personas que realmente queremos. Seamos explícitos y expresemos nuestro amor antes que la sombra nos cubra y no tengamos lengua para hablar, ni labios para besar, ni brazos para abrazar. Ahora que las estrellas se ven en lo profundo del cielo me siento muy contento de poder decirles:
.-No se muevan, ya vengo.
Diego Martínez Lora
email:lora.portugal@mail.telepac.pt
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