Queremos, sin embargo, experimentar todo para tener nuestras propias conclusiones. Unas personas se comunican con una facilidad envidiable y logran sus propósitos en muy corto tiempo. Otras demoran tanto en comunicar lo que tal vez haya sido experimentado con mayor anterioridad, pero sus dificultades comunicativas les obstruyen el camino para lograr sus objetivos en el tiempo oportuno. Si A y B están enamorados de C, y tienen las mismas posibilidades para conseguir el amor de C, pero uno de los dos comunica eficazmente su mensaje obtendrá con más probabilidades el amor de C. Si A comunica a tiempo lo que siente y B nunca dice nada, ni deja transparentar nada de sus sentimientos, C se decidirá más probablemente por A.
Tener miedo de comunicar por no querer fracasar o sufrir una decepción es tener demasiado amor propio, ya con una dosis excesiva negativa para el buen desarrollo de la persona. Se dice que quien no chilla, no mama. Pues, quien no dice lo que quiere, si es que carece de poderes mentales, nunca conseguirá alcanzar con éxito sus objetivos. La persona conseguirá de este modo recibir todo tipo de respuestas y aprenderá a reaccionar también diferentemente, recibiendo reciprocidades, rechazos relativos o absolutos, o simplemente indiferencia. Con su experiencia comunicacional afinará sus mensajes, dirá lo pertinente, lo oportuno y lo suficiente, nunca información en exceso, nunca en cualquier momento y nunca a la persona errada.
Saber diferenciar nuestros amores platónicos, deseos imposibles, sueños irrealizables, de nuestra realidad y convivir con ellos como seres con los mismos derechos de existencia que nuestra realidad tierra-tierra, sublimarlos para que se transformen en estímulos y no en frustraciones será una buena fórmula de vida. Saber distinguir lo que somos capaces de alcanzar de lo que todavía no o nunca lograremos, y saber comunicar para conseguir lo que queremos nos ayudará a sobrellevar mejor esta vida que nos tocó vivir.V