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La aventura de compartir la vida, las lecturas,
la expresión
En el fondo ya no sabía lo que quería. La
perseguí muchísmo. La enamoré. Nos gustaba todo el
proceso de nuestra relación. Hacíamos el amor fabulosamente,
pero faltaba algo. No sabía qué podía ser. Nos quedábamos
exhaustos con las únicas ganas de dormir mirándonos a los
ojos. Sin embargo había un margen mínimo de tiempo en que
sentía que algo faltaba: El amor que deja plena a la gente y que
le da como un toque redondo, como cerrando un sistema perfecto. Debía
de ser el amor, aunque no sabía si nuestra relación era diferente
de las otras que nosotros veíamos y con quienes intercambiábamos
ideas y experiencias.
Nos amábamos, así lo pensaba, pero
tenía que aceptarlo: No era suficiente para que mi espíritu
se quedara satisfecho. Nos pasábamos horas de horas conversando
en armonía. Nos divertíamos tanto saliendo juntos. Casi no
había un solo momento en que nos separáramos. Ella estaba
feliz conmigo y yo también, pero eramos infelices porque sabíamos
que algo faltaba dentro de todo eso.
Probablemente era que mi felicidad la encontraría
con una mujer fea y celosa. Cómo definir este sentimiento irracional
y estúpido. Cómo caemos en lo incontrolable, paramos de pensar
y nos dejamos llevar por nuestros instintos.
Adiós, le dije. Adiós amor, bella, sexy,
fiel y alegre. Te dejo por esta bruja, deforme y antipática, que
aunque no hagamos nada en especial llena de sentido mi vida.
Debo de estar mal de la cabeza abandonándote,
pero para qué darle más vueltas al asunto. Ya lo decidí,
es más, estoy enamoradísimo. Irreconocible. Yo sé
que tú no me comprenderás ahora mismo, pero si pensaras un
poco mejor, te darás cuenta con el tiempo que ese algo que faltaba
en nosotros no era bien una fórmula.
.-Oh, allí viene ella, mi brujita. Disculpa. no
puedo escribir más. Ella me está llamando. No puedo dejarla
esperando, se molesta... (y vino con un amigo, pobrecita se debe sentir
un poco sola)