Te advierto que tengo una enamorada, pero si a ti eso no te importa, también podría salir contigo. Si no me molestas con ese tema, seré muy simpático y estaré siempre a tu disposición. Sólo tienes que decírmelo, Augusto, me siento sola y yo iré a buscarte de inmediato o tú podrás venir a mi casa. Yo siempre me siento solo. No sé cómo explicártelo. Te daré cariño. Leeremos un par de poemas, de esos medio metafísicos. Te los explicaré si no los entiendes. Lo más probable es que no los entiendas. Te hablaré calmadamente y engrosaré la voz para que me sientas más sexy. Te miraré con dulzura y sonreiré acariciándote los cabellos como si apenas los tocara. Fumaré pausadamente sin dejar caer ninguna ceniza sobre la mesa. Te tiraré el humo con mucha sutileza como rodeándote sin posibilidad de fuga con mi espíritu. Te dejaré con una cara de interesada en la lectura, con algún rasgo de intelectual nacido repentinamente en el afán de que yo esté más interesado en ti. Te mostrarás muy relajada como si hubieses alcanzado un grado superior de éxtasis. Te prepararé una cena que te parecerá fabulosa. Te chuparás los dedos sin escrúpulos y de los tuyos pasarás a los míos como anticipándote al número de veces que te veré en la vida. Te serviré una copa de buen cognac y nos calentaremos al pie de la chimenea. Un palo más de leña al fuego y tendremos tiempo suficiente para abrazarnos sin ningún recato. Te besaré con lengua, con mi áspera lengua, pero te repetiré la advertencia inicial, no te olvides de que tengo una enamorada, a quien quiero serle fiel, porque si ella me hiciera algo como esto yo me molestaría y me sentiría muy herido. Si eso no te molesta, como me lo demuestras, nos iremos desvistiendo suavemente, así como dos dulces y recientes enamorados, que conste que no lo somos, y haremos el amor, como a ti te gusta y a mí me quita todo el desconsuelo y el vacío que no sé por qué he permitido que me crezca tanto. No quisiera hablarte de eso, no me toques ese tema, mejor déjame murmurarte alguna cosa como que te amo, pero no es eso lo que siento, ni lo que digo. Es la emoción. En ese momento todo es posible. Y yo no sé tampoco en qué verdaderamente estás pensando, me das la idea de que por momentos te olvidas completamente de que tengo una enamorada. Me quedo relajado al lado tuyo y con un nuevo cigarro que enciendo mirándote a los ojos leo unos textos cortos que ya tenía separados para después de este acto de verdadera amistad, porque otra cosa no puede ser, no confundas las cosas y no te olvides de que tengo una enamorada y yo me estoy comportando muy mal, le estoy faltando el respeto por estar contigo así, de esta manera tan íntima, con las piernas entrelazadas como un nudo muy antiguo, pero tú eres irresistible y yo simplemente soy un hombre de carne y hueso, con apetitos comunes. ¿Nos divertimos mucho estando juntos, no? ¿La pasas muy bien conmigo, no? Se nota a la vista. Y yo no sé qué hacer contigo porque cuando pienso que ya no debo de sacarle la vuelta a mi querida enamorada y te digo que no te debo ni ver, ni salir más contigo, mi lengua me traiciona y te la pongo entre los dientes como comiéndome las palabras que me quisieras decir, pero que no me dices porque también las tienes un poco gastadas. Y te meto la lengua con fuerza sin darte tiempo para reaccionar y así te quedes con ganas de estar conmigo otra vez aunque aumente más tu perplejidad y asombro con mis actitudes tan contradictorias y débiles. Como nunca me exiges ni reclamas nada, yo me confundo aún más y más deseos me dan de volver a llamarte por teléfono, de mandarte recados, de mandarte flores, de invitarte a comer, de tocarte la manos, de abrazarte, de besarte, de leerte los textos más interesantes de sabios poetas, que ya les leí a otras con gran éxito y que me valieron la posibilidad de evitarme los juegos amorosos preliminares e ir de frente al cómodo sofá, mueble ad hoc para darte la falsa esperanza de que ya me olvidé de mi enamorada, pero no. Estoy más enamorado que nunca de ella. No sé lo que siento, pero mientras más hago el amor contigo, más amo a mi enamorada. Y ahora que de súbito me estás pidiendo que me defina y que decida con cuál de las dos quiero estar, qué coincidencia que ahora mismo estoy sintiendo que nuestra relación amistosa se está poniendo un poco pesada, densa, insostenible, tú me entiendes porque te lo veo en la cara, no puedes mentir, tu rostro es un fiel reflejo de tu alma. Qué desagradable cuando se tiene que llegar a este punto. Si bajaras un poco la tensión a lo mejor en este mismo momento te estaría llamando para ir a cenar inocentemente y con un beso con lengua te diría todo lo que no te puedo decir, porque yo no soy de palabras, las guardo para hablar con mi enamorada, así siento que no la estoy traicionando. Y sabes una cosa, con ella casi ni hablamos. Me gustan las mujeres distantes y ligeras. Tú eres una persona especial. No te quisiera herir. No puedo pensar en ti sin sacar la lengua. Eres un imán de mi sexo. No te sientas mal si te dejo, yo me siento peor porque ya te diste cuenta de lo que soy y del grande miedo que tengo. Adiós. Un beso con lengua. Te espero. No vengas. Ven. Me voy. No te molestes. Soy así.