En cada ciudad por más pequeña que sea se encuentra un castillo o lo que queda de un castillo. Algunas ciudades no crecieron más desde que el castillo perdiera sus funciones.
El castillo, para mi amigo Markus, era una superficie vertical que servía para ser escalada, como una cabra montesa, hasta llegar a la torre más alta o lo que quedaba de ella.
Un mosquito salía de su sueño recordando a todos sus antepasados que habían heróicamente picado a muchos señores feudales mientras dejaban desprotegido el apestoso culo cuando se les ocurría hacer el amor con una de sus sirvientas.
Por allí caminaba temerosa y hambrienta una peluda araña cuyos que tatarabuelos fueron comidos por los ancestros de las lagartijas que todavía correteaban entre los escombros de los castillos tratando de practicar sin piedad el canibalismo..
-Markus, no te metas por allí. Puede haber alguna alimaña! Sal de ahí, muchacho. Caramba!
Los castillos encierran muchas historias, unas más cautivantes que otras, demostrando la gran imaginación del ser humano. Sobre esos mismos lugares encantados poníamos a prueba nuestra capacidad física, nuestro sentido de equilibrio y nuestra gran ignorancia. ¿Gran ignorancia?, y a nosotros qué nos interesaba que un héroe local se había enfrentado a un ejército entero y que antes de rendirse se había suicidado, diciendo en su último estertor, que viva la patria!.
-Más respeto, caramba! Es un símbolo de nuestra patria.
-¿Patria? ¿A estas alturas del partido la gente todavía cree en la patria?
-Sí, claro. Pero la patria tiene siempre que renovarse, los valores tienen que actualizarse, sino con un concepto de patria obsoleto nos meten el dedo hasta no poder más. Para hablar de patria hay que hablar de amor, así como el que un padre o madre siente por su hijo o hija.
-¿Y si es marica? ¿o lesbiana?
-No, eso no viene al caso. Su comportamiento sexual no nos interesa. El amor a una familia que se portó bien con nosotros, eso sí. Amor a un lugar que se portó bien con nosotros, eso sí. Pero, si uno tuvo unos padres irresponsables y unos conciudadadnos indiferentes y egoístas, ¿de qué patria hablamos?
-Y no estaban hablando de los castillos?
-Eso. Los castillos. Ese tipo vive orgulloso de su castillo sin saber que en ese castillo murieron muchos miembros de su familia en manos de tal o cual déspota noble.
-¿Noble? ¿Por dónde? Para mí nobles son aquellas personas que son buenas por sus hechos y por sus palabras. Noble por sangre. Eso es la peor estafa que hasta ahora algunas estúpidas sociedades aceptan. ¿Noble?, ja!
-Por favor, respete al Rey, que se escribe con R mayúscula así como D de Dios..
-Hay que respetarlo como cualquier otra persona merece respeto, pero respetarlo sólo por ser rey, dios santo!
-Respete, caramba. Es un Rey o una Reina. Por favor, por consideración a todo un pueblo que cree en la monarquía. Allí está la democracia, la tolerancia.
-Por favor. No se olviden de los castillos, el tema iba por allí, ¿no?
De la montaña
de palabras que se va formando el discurso, como un castillo de naipes,
el aire se lo trajo abajo y ahora sobre el papel sólo nos queda
escribir un punto como éste: .
(Diego Martínez Lora)
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