ESCULTURAS DE FRAGMENTOS DE FIGURAS DE ORAZIO FUMAGALLI

¿Qué pensaremos de los moldes de yeso de torsos, cabezas, brazos, hombros y otras partes del cuerpo humano de Orazio Fumagalli? Ellas son lo que parecen ser, fragmentos de figuras.

No es que no estemos acostumbrados a los fragmentos de figuras. Después de todo, ellos abundan en museos importantes, especialmente en las colecciones de arte antiguo de los museos. Por supuesto, nosotros sabemos que estos fragmentos vinieron de figuras enteras, estatuas o relieves, y nos sentimos afortunados de que el tiempo nos haya dejado por lo menos esos fragmentos. Nosotros también estamos acostumbrados a que fragmentos de figuras sean echos como tales. Los más comunes son retratos: cabezas, bustos, retratos de mitad o tres cuartas partes del cuerpo, pintados así como escultados. Nosotros también estamos familiarizados con figuras parciales en la forma de relicarios escultados, un brazo por el hueso de un brazo, un pie por el hueso de un pie, una cabeza por parte del cráneo, etc. En estos, el hombre medieval hasta venció su aversión a lo imperfecto. Finalmente, nosotros conocemos fragmentos hechos para estudios: por ejemplo, dibujos de brazos y piernas de Leonardo da Vinci: moldes de yeso de manos, pies, rodillas, piernas, brazos y torsos hechos, de acuerdo a Vasari, por Andrea del Verrocchio, para tenerlos al frente de el como modelos. En el siglo diecinueve, el entrenamiento académico de un artista incluyó, en ciertas fases, la pintura o modelo de brazos, piernas, torsos, y así sucesivamente, para que el estudiante-artista pudiera aprender a pintar o escultar la figura humana y se proveyera de un repertorio de modelos que pudiera usar en trabajos subsiguientes. También son bien conocidos los estudios hechos por Theodore Gericault de extremidades disecadas y cabezas separadas, las cuales fueron pintadas durante su trabajo en The Raft of the Medusa (La Balsa de la Medusa). Pero fué Augustine Rodin el que primero elevó los fragmentos de figuras al nivel de arte completo, y los exhibió como tales. Cuando los exhibió por primera vez, en 1898, causó una conmoción. Como observa Elsen, la audacia de Rodin al exhibir sus figuras sin cabezas hechas de bronze, Study of a Seated Woman (Estudio de una mujer sentada) a las cuales se les dió el nombre de Cybele, espantó al público.

Las fragmentos de figuras de yeso de Fumagalli están relacionadas mas a las figuras parciales de Rodin que a los fragmentos de la antigüedad (aún aquellos como el Torso Belvedere que fué canonizado en su estado fragmentorio), los relicarios de la Edad Media o los estudios y modelos hechos por artistas del Renacimiento y otros. Porque, como Rainer Maria Wilke escribió, quien entendió bien el pensamiento y esculturas de Rodin, “Integridad es impartida en todas las estatuas sin brazos de Rodin: no hay nada necesario que haga falta. Uno se para delante de ellas como delante de algo completo…” (1) Esto también es verdad en los fragmentos de Fumagalli. Aún así, hay una diferencia entre los fragmentos de Fumagalli y los de Rodin. Rodin puede que tome un brazo o una mano que fueron concebidas como unidades separadas y las añade a una figura o remueve el brazo o brazos de una figura y los adapta a otra. De hecho, algunas partes fueron cortadas de figuras completas o casi completas, y frequentemente ellas nos presentan, como les presentaron a sus contemporéneas, un aspecto de brusquedad que puede ser perturbante. En la escultura de Fumagalli, cada fragmento es concebido desde el principio como completo en sus propios términos. La composición es resuelta en el fragmento mismo; no requiere de otra parte para completarla, ni puede ser adaptada a otra escultura. No tenemos que buscar de mas nada para entenderla. Un brazo, una pierna o un hombro son colocados en relación al torso para formar un diseño unificado, sus ritmos son generados totalmente de adentro del fragmento; el movimiento no comienza ni termina afuera de la escultura. Aún un miembro dislocado, como una mano colocada al lado de un muslo, es una forma integrada al diseño tanto como por el ángulo en la que está colocada como, o aún mas que, por su contacto con el muslo.

Yo sé que al hacer tales declaraciones, yo riesgo el identificar a los fragmentos de figuras de Fumagalli como arte “abstracto.” Pero eso distorsionaría mis intenciones, porque yo veo los fragmentos como figuras humanas, dotados de las cualidades sensuales del cuerpo humano. En los contornos del muslo femenino o el torso, en los detalles pequeños de anatomía como los pliegues de la piel, un ombligo o una oreja, hay el sentido del ser viviente y las posiciones en que están colocadas las partes son naturales a el. Pero también hay cierto ajuste del realismo: características toscas y posiciones sin atractivo son evitadas. Por consiguiente, los fragmentos también adquieren el áura o gracia de la forma ideal. Lo que vemos en estos fragmentos, entonces, es un tipo de compromiso entre la idealización de la naturaleza y la naturaleza vista de cerca.

DDario A. Covi Profesor Emérito de Historia del Arte Universidad de Louisville, Kentucky

(1) Citado de Rodin, por Albert E. Elsen. New York, Museum of Modern Art (1963) 180.

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