H. G. Olds. Noticias de un desconocido

Abel Alexander y Luis Priamo



En memoria de Josune Dorronsoro

Harry Grant Olds fue una importante figura de la fotografía argentina del pasado, sobre quien poco se sabía y nada se había escrito, a pesar de que muchas de sus imágenes eran muy difundidas. Ignorábamos hasta sus nombres de pila, pues siempre firmó sus trabajos con sus iniciales, opción que respetamos en el título de este libro. Las razones de tal desconocimiento fueron varias. Su tarea fotográfica se publicó, sobre todo, mediante postales, por las que los historiadores han exhibido escaso interés; además, se las aprecia como piezas unitarias, lo que no facilita el examen conjunto de fragmentos importantes de la obra de un autor, como sucede con los álbumes, y disimula o vela, por así decirlo, la consistencia de una producción sostenida. Asimismo, la mala calidad de las impresiones fotomecánicas de principios de siglo y el tamaño reducido de las postales suelen confundirnos o, por lo menos, distraernos de apreciar el valor plástico de las imágenes. Sólo después de conocer el importante archivo de negativos originales de Olds que se ha conservado, y de la decisión editorial de publicar este volumen, surgió el interés y la necesidad de investigar su vida, su carrera y su fotografía.1

Otra razón de que Olds no sea conocido es la virtual inexistencia, en manos de anticuarios, coleccionistas y museos, de álbumes y copias de su autoría pegadas sobre cartón, materiales que utilizan los historiadores para estudiar a los fotógrafos del pasado. Todo indica que Olds no editó de ese modo sus vistas, escenas de costumbres y tipos populares. Entregaba sus fotos sin montar, con un sello húmedo al dorso en el que figuraba su nombre y dirección. No abastecía, pues, a los clientes típicos del siglo XIX, los coleccionistas y aficionados, sino a un mercado comercial y editorial de nuevo tipo que daba uso inmediato a las imágenes. Esto diferenció a Olds de sus antecesores —como Panunzi, Christiano Junior, Alfeld, los hermanos Boote, Chute & Brooks, Moody y Rimathé— y lo convirtió en representante del momento de transición entre el siglo XIX y el XX, caracterizado por la extraordinaria revolución que ocasionó la reproducción fotomecánica en la fotografía, la prensa y las artes gráficas.2 Por un lado, Olds estuvo atado al siglo XIX prácticamente hasta el fin de su carrera, ya que no se le conocen trabajos profesionales en formato menor que 18x24cm; pero, por otro, fue un fotógrafo del siglo XX, en la medida en que difundió sus fotografías principalmente en medios gráficos que empleaban técnicas de impresión modernas.3

Hasta donde se sabe, Olds no realizó retratos de galería, sino que se dedicó exclusivamente a la fotografía institucional, publicitaria, de paisajes, documental y periodística. En algunos de los pocos y breves avisos conocidos que publicó consignó su especialidad: HG Olds. Fotógrafo comercial norteamericano, dice uno aparecido en los Anales de la Sociedad Rural Argentina.4 A principios de siglo, la fotografía comercial era una especialidad profesional nueva en la Argentina. Olds, hasta donde sabemos, fue el primero que utilizó ese término para promocionar su tarea. Trabajó varios años en Buenos Aires sin anunciar en periódicos, a diferencia de la práctica comercial corriente en la época. La más antigua referencia concreta que se conoce de que explotaba un local fotográfico data de 1907 y apareció en la guía comercial Kraft, dirigida a los medios mercantiles y no al hombre común que buscaba dónde hacerse un retrato.5


H. G. OLDS
El Tigre
Buenos Aires, ca 1901



Datos biográficos

El certificado de defunción de Harry Grant Olds6 indica que era de nacionalidad estadounidense y que murió el 24 de diciembre de 1943. Tenía setenta y cinco años, estaba casado con Rebeca Juana Rank, también norteamericana, y vivía en Chacabuco 409.7 Su sucesión testamentaria8 informa que había nacido en Sandusky, en el estado de Ohio, en 1869. Se había casado el 10 de mayo de 1902 y no tuvo hijos. Sus padres fueron Harrison Grant Olds y Georgina Judd Apthorp, que en 1902 vivían en el estado de Michigan (en Detroit, sabemos ahora). Dejó un capital de nueve mil pesos en depósitos y títulos, y cuatrocientas hectáreas de terreno en la Pampa Central —nombre que recibía el entonces territorio nacional de La Pampa—, valuadas en once mil pesos. Entre sus bienes no se registró ninguno relacionado con su profesión de fotógrafo.

El Buenos Aires Herald 9 le dedicó una extensa nota necrológica y publicó su retrato. Afirmó que era un antiguo y muy respetado miembro de la comunidad norteamericana de Buenos Aires, y que murió después de padecer una larga enfermedad, la cual lo mantuvo prácticamente postrado por más de dos años. Explicó el diario que había venido al país 43 años antes10 y que se estableció como el fotógrafo comercial original de la Argentina; que sus estudios fotográficos sobre ganado de pedigree y otros animales le ganaron el reconocimiento de los grandes estancieros y, durante muchos años, fue el fotógrafo oficial de la Sociedad Rural Argentina, lo cual confirman las numerosas placas de hacienda que guarda su archivo. Asimismo, que sus fotos de las más famosas estancias del país están consideradas obras maestras de su profesión. Aunque era hombre de carácter reservado y, aparentemente, poco afecto a las reuniones sociales, actuó siempre en las instituciones de la comunidad norteamericana de la ciudad. La nota señala que en 1917 se contó entre los fundadores del Club Americano11, que integró la American Society of the River Plate y que era coleccionista de objetos de arte y antigüedades de todo tipo, por lo que su casa era un verdadero museo de piezas valiosas, donde sus amigos podían encontrarlo desarrollando siempre una nueva idea artística. Además de su esposa, lo sobrevivió un hermano que vivía en los Estados Unidos.

Valparaíso

Olds llegó a Buenos Aires para establecer su negocio fotográfico en abril de 1900, después de haber residido poco menos de un año en Valparaíso, donde trabajó en la galería de retratos de Obder W Heffer, como lo consigna John Waldsmith en el estudio que se publica en este volumen. En febrero de ese año, cuando ya estaba decidido a desligarse de su empleador y se preparaba a cruzar los Andes, Olds comenzó a tomar una serie de vistas de Valparaíso, que consideró excepcionalmente buenas, mejor que lo que comparativamente se pueda encontrar acá.12 La serie es ciertamente extraordinaria. De ella se conservan cuarenta negativos, pero, por su numeración, se puede deducir que faltan por lo menos trece. Como empezó a numerar ese conjunto de fotos con el uno, y los números que lleva no aparecieron repetidos en su obra argentina, se puede concluir que esas fotos constituyeron para él el inicio de su actividad profesional en Sudamérica.13 La serie también tuvo cierto carácter simbólico, pues con ella Olds abandonó el retrato de galería y se apartó de su carrera anterior, como si hubiese tomado la decisión de independizarse para aplicar las ideas innovadoras que no pudo poner en práctica cuando vivía en Mansfield y dedicarse a la fotografía de paisajes, costumbres y tipos populares.14

Comienzo exitoso

La frase se estableció como el fotógrafo comercial original de la Argentina, que utilizó el cronista del Buenos Aires Herald, confirma que Olds fue uno de los primeros fotógrafos, si no el primero, que se dedicó a atender un mercado distinto del de retratos. Sin duda, al partir de los Estados Unidos ya tenía pensado encarar ese género profesional, pues en los pocos días que permaneció en Buenos Aires, de paso para Valparaíso, observó que no había galerías dedicadas a la especialidad.15 Independientemente de cuestiones de gusto, por sus cartas sabemos que no consideraba de distinta jerarquía al trabajo comercial del de retratos. Su decisión, en buena medida, respondió a un criterio mercantil, ya que se proponía encarar una línea que consideraba prometedora y que no estaba explotada, de modo de poder independizarse mediante una menor inversión inicial en equipos e instalaciones.

La actividad y los logros profesionales de Olds a poco de radicarse en el país fueron notables. Con la ayuda de su tío se vinculó con estancieros y otros empresarios que le encomendaron importantes trabajos, como las 240 fotos que hizo para la casa Drysdale en mayo de 1901, mencionadas en una carta a su padre, seguramente copias de negativos que había tomado antes para la firma, destinadas a fines promocionales. El hecho, puesto en evidencia por Waldsmith y deducido de la correspondencia de Olds con su familia, de que sólo con dos empresas —Drysdale y La Martona— ganara casi cinco mil pesos en sus nueve meses iniciales de actividad indica con elocuencia su rápido éxito profesional y pone de manifiesto su excelente olfato para advertir la potencialidad de la fotografía comercial como negocio, aun en un medio que no conocía. Ilustra también sobre el importante uso de la fotografía por parte de las grandes firmas agropecuarias y comerciales de la época, impensable pocos años antes.

Ya en 1901 Olds era el fotógrafo que más aparecía en La Ilustración Sudamericana, la primera revista importante con fotografías que se publicó en la Argentina. También era proveedor exclusivo del primer editor de postales del país. Para lograr ambas cosas, además de habilidad comercial, necesitó tener un importante archivo de imágenes. Es así como, luego de unos meses de trabajo en Buenos Aires, había reunido una colección de 350 negativos, que llamaba su colección general, según le escribió a su hermano Charles el 25 de enero de 1901 —a tal colección la llamaríamos hoy un banco de imágenes de propiedad del autor—. Olds obtenía esos negativos en el tiempo que le dejaba libre su actividad por contrato para el mundo comercial. Incluso teniendo en cuenta que contaba con un ayudante, dada la dificultad para moverse con los equipos fotográficos de entonces, se puede concluir que actuaba con mucha rapidez y lograba resultados de alta calidad. A pesar de que las tomas de vistas y costumbres respondían a patrones establecidos desde el siglo XIX, aplicados regularmente en todos los países —se sacaban plazas, paseos, monumentos, iglesias, hospitales, edificios históricos o de gobierno, paisajes naturales, actividades folklóricas, oficios, vendedores ambulantes, etc.—, el fotógrafo, de todos modos, debía tener un ojo sagaz, buena información y mucha experiencia, para que las contadas imágenes que tomara en poco tiempo, en lugares que muchas veces visitaba por primera vez, fuesen satisfactorias, tanto estética como técnicamente. En todo ello la labor de Olds fue brillante.


H. G. OLDS
Casa quinta. Villa Elisa
Buenos Aires, ca 1901



Primeras fotos publicadas

La primera referencia de la actuación de Olds publicada en la Argentina se encuentra en dos artículos de La Ilustración Sudamericana que salieron con sus fotografías: ‘Entre los indios tobas’ y ‘La quema de las basuras’, el primero con nueve fotos y el segundo con tres.16 En ambos se consigna el nombre del fotógrafo. No era, sin embargo, la primera vez que publicaba en dicha revista: lo había hecho en dos números anteriores del mismo año. En el primero, ilustró con ocho fotografías un artículo sobre el Club del Progreso; en el segundo, hizo lo mismo con una nota titulada ‘Tipos y costumbres bonaerenses’, que llevó doce fotos, y con una página sin texto, titulada ‘Los nuevos frigoríficos argentinos’, que tenía seis.17 Pero, a pesar de la importancia de las colaboraciones —en el segundo caso publicó dieciocho fotos, la mayor cantidad de un autor aparecida hasta ese momento en una entrega—, no figuró el nombre del fotógrafo. Solo el tercer reportaje tenía autoría acreditada: se lo adjudicó la propia revista con la frase: ‘De fotografías de La Ilustración Sudamericana’.18

La nota sobre los tobas lleva como subtítulo Exploración fotográfica del señor Enrique G Olds para La Ilustración Sudamericana entre los indios tobas del Gran Chaco argentino (en agosto de 1901). El cronista que redactó el texto explicó que se basó en el relato del viaje al norte de Santa Fe —que también incluyó a Entre Ríos— de nuestro colaborador fotográfico, cuyas palabras se lamentó de no poder utilizar porque Mr Olds apenas conoce nuestro idioma. Y agregó: La corrección de estilo quedaría sacrificada y acaso maltrecha, pero en cambio lo espontáneo y vívido de todos los episodios quedaría reflejado con mucha mayor fidelidad.

En su expedición fotográfica, Olds había llegado hasta la estancia San Cristóbal, propiedad de la Santa Fe Land Company,19 cuyo casco se encuentra a pocos kilómetros de la ciudad que tomó de ella su nombre. Allí hizo algunas fotos y avanzó hacia el norte en un carro tirado por cinco caballos, con sus equipos y una anciana que conocía el idioma de los tobas y actuaría de intérprete: Más de una vez, al cruzar el Río Salado, convertido por la prolongada sequía en un gran pantano, donde se hundían y atascaban las ruedas del vehículo, hubo que recurrir en demanda de auxilio a los puestos próximos para salir del atolladero. Las tolderías indígenas en las que tomó las fotografías, situadas a más de ochocientos kilómetros de Buenos Aires, pueden haber estado cerca de la actual ciudad de Tostado, que por entonces no era más que un cuartel militar de frontera rodeado de algunas casas.

Suponemos que la mayor parte de las fotos de Olds que publicó La Ilustración Sudamericana fueron tomadas por su propia iniciativa y no a pedido de la editorial, pero no debemos descartar que, para asuntos de actualidad periodística, como la quema de la basura de la ciudad de Buenos Aires, trabajara por encargo —aunque luego se quedara con los negativos y los incluyera en su colección general—. De hecho, el redactor del artículo sobre ese tema, en su primer párrafo, así lo sugiere, además de señalar que el interés por la cuestión era compartido por otros medios de la ciudad: Recientemente la prensa diaria ha dedicado alguna atención al asunto que hoy motiva nuestros tres fotograbados a cual más curioso, por revelar un aspecto especialísimo en la vida de Buenos Aires como gran población. No recordamos bien si ha sido La Nación que encontró para sus artículos [sobre este] servicio municipal el título de Lo que tira Buenos Aires, y por las cifras que el texto acumulaba venía el lector a deducir que en esto también Buenos Aires tira una fortuna.20 A la luz de lo anterior, podemos considerar que Olds también fue uno de los primeros fotorreporteros independientes que trabajaron en el país según cánones que aún están vigentes: realizar tanto reportajes por propia iniciativa, para ofrecerlos a los medios, como otros con determinados enfoques que estos solicitan. Si bien desde 1901 a 1904 Olds fue quien más fotografías publicó en La Ilustración Sudamericana, en 1905 la cantidad de estas decayó abruptamente, pues sólo salieron dos en el número del 15 de junio.21

Postales

En mayo de 1897 la Dirección General de Correos y Telégrafos encargó a la Compañía Sudamericana de Billetes de Banco la impresión de la primera serie de tarjetas postales con vistas fotográficas editada en el país. Se hizo en fototipia sobre imágenes provistas por la Sociedad Fotográfica Argentina de Aficionados. El uso masivo de la postal fotográfica y la consecuente expansión del negocio editorial vinculado con ella datan de comienzos de siglo, impulsados por empresarios que provenían, muchas veces, del comercio filatélico. Desde entonces hasta la primera guerra mundial fue la época de oro de la postal fotográfica.22

El primer editor de postales fotográficas, y el más importante en esos años, fue Roberto Rosauer, cuya Casa Filatélica, en Rivadavia 522, sobresalía hacia fines del siglo pasado como el negocio más fuerte del ramo en Buenos Aires. Publicaba importantes anuncios en la revista de la Sociedad Filatélica Argentina, de dos o más páginas. A fines de 1901, ofreció en uno, por primera vez, Tarjetas con vistas de Buenos Aires y de la República Argentina editadas por la casa.23 Las volvió a ofrecer en otro, que reproducía una de las vistas impresas, titulada Hipódromo argentino, tomada por Olds.24 En 1902, Rosauer concluyó la edición de su primera serie de 103 postales, de las cuales 98 eran sobre fotos de Olds.25 En enero de 1903 el editor lanzó al mercado la segunda serie, que alcanzó la extraordinaria cifra de 1409 piezas, con vistas tomadas por diversos fotógrafos: E Avanzi, la Sociedad Fotográfica Argentina de Aficionados, EC Moody, C Onelli, Blom & Weber, OE Hahn, O Bollinger, AS Witcomb, entre otros, además de Olds, quien fue el que más fotos suministró: 224 (lo siguieron la Sociedad de Aficionados con 168, Avanzi con 124 y Moody con 109).

Olds vendió fotografías a otros importantes editores de postales de Buenos Aires, como Stephan Lumpert, Jacobo Peuser, F Weiss, Kirchoff & Cía., GB Pedrocci, América Cristiana, Pita & Catalano y Mitchell. Salvo los dos primeros, todos mencionaban el nombre del fotógrafo en cada tarjeta.26 Aparentemente los editores no adquirían el uso exclusivo de las imágenes, ya que hay casos en que la misma foto de Olds aparece editada por distintas firmas, y fotos que este tomó en los primeros años del siglo, en postales publicadas diez, veinte y hasta treinta años después. Ello indica que las tarjetas podían proporcionar un negocio muy satisfactorio a un fotógrafo que tuviera un buen banco de imágenes y supiera venderlas.

Es interesante observar en esas primeras postales, y especialmente en las de Olds, la coexistencia de imágenes de pobreza, y aun de miseria, con las de opulencia y progreso material. En ellas convivían sin conflicto aparente escenas de conventillos o de basurales con otras del lago de Palermo y el Rosedal, donde paseaban damas y caballeros de la alta burguesía. Para la cultura dominante de entonces, las abismales diferencias sociales y económicas resultaban naturales y no vergonzantes; ahora sería inconcebible —excepto como sarcasmo— imprimir una postal ilustrada con imágenes de vendedores ambulantes callejeros de una gran capital o de viviendas precarias en villas miseria. Las postales de hoy sólo reproducen imágenes convencionalmente atractivas y de interés turístico. La diferencia no sólo se explica por la posición crítica de la opinión pública actual en materia de desigualdades sociales; la misma fotografía, que participó en los conflictos sociales del siglo, dio lugar a un género cargado de connotaciones ideológicas y políticas, la llamada fotografía social. Por ello, las imágenes fotográficas que hoy se detienen a mostrar la marginación y la miseria tienen, en mayor o menor grado, una connotación de denuncia social, lo que las excluye de la categoría de ‘imagen’ de un país o una región, es decir, de poder ser tarjetas postales.


H. G. OLDS
Catedral de Buenos Aires
Buenos Aires, ca 1915



Granaderos

Olds realizó su primer trabajo fotográfico para la Sociedad Rural Argentina durante la exposición ganadera de 1901,27 para la cual obtuvo de la institución los derechos exclusivos de hacer tomas de los animales y las instalaciones. Es posible que fotografiara las exposiciones anuales siguientes en iguales condiciones, es decir, como único profesional habilitado para hacerlo, pues hasta 1916, en que fue reemplazado por Antonio Arata, se desempeñó como fotógrafo oficial de la sociedad y disponía del uso de una casilla en el predio de Palermo.28

En el Almanaque Peuser de 1913 salió una importante serie fotográfica de Olds, de toros, vacas y caballos de raza premiados en la exposición de la Rural del año anterior. El archivo del fotógrafo guarda una buena cantidad de negativos de animales de pedigree —principalmente vacunos, lanares y equinos, cuya raza apuntó en lápiz o a punzón en un borde de la placa— tomados, sin duda, por encargo de estancieros, tanto a campo abierto como en galpones o corrales. La revista Anales, el órgano de la Sociedad Rural, comenzó a publicar fotos de Olds en 1909, y lo hizo con alguna regularidad hasta 1913. Por lo general las imágenes ilustraban artículos y no parecen haber sido hechas por encargo para ese fin, sino tomadas del archivo del fotógrafo. En esos casos, la autoría de las fotos no se acreditaba. Ocasionalmente, dicha revista también imprimía composiciones de Olds en páginas destacadas y se las atribuía; solían ser paisajes del campo bonaerense y evidenciaban un claro sentido pictórico. En 1922 la edición pasó de mensual a quincenal y empezó a poner fotografías en las tapas, en las que las tomas de Olds se alternaban con las de Arata.

Otras publicaciones

Las cartas de Olds, donadas en 1980 a la Oliver Wendell Holmes Stereoscopic Research Library, de la National Stereoscopic Association de los Estados Unidos, son una extraordinaria fuente de información sobre su actividad desde que llegó al país hasta 1904. A partir de entonces, los únicos datos ciertos sobre su labor provienen de las fotos publicadas. No son fáciles de encontrar, pues Olds nunca se desempeñó como empleado de diarios o revistas. Sólo La Ilustración Sudamericana, en los primeros años del siglo, y los Anales de la Sociedad Rural Argentina, en las segunda y tercera décadas, sacaron sus fotografías con regularidad. En Caras y Caretas, por ejemplo, sólo publicó en forma esporádica. En nuestra opinión, mediante esas colaboraciones Olds buscaba más promocionarse y seguir vigente en el mercado que ganar dinero. Es evidente que su tarea principal eran los trabajos institucionales y comerciales por encargo, oficiales o particulares. Así, en 1910 se le encomendaron sendos relevamientos fotográficos de los pabellones de Italia, los Estados Unidos y Gran Bretaña en la Exposición Ferroviaria y de Transportes Terrestres que se realizó en Palermo, una de las organizadas para celebrar el centenario de la revolución de Mayo.29 Se conservan copias originales de esos trabajos, pero no los negativos.30

Otras fuentes de obras de Olds que pudimos encontrar son un libro publicado en Nueva York en 1917, que contiene más de doscientas de sus fotos, de Buenos Aires, Córdoba y las provincias del litoral.31 En el prólogo, su autor lo llama el pionero de los fotógrafos paisajistas de Buenos Aires, con más propósito promocional que rigor histórico. El editor Mitchell, que imprimió fotos de Olds en sus postales, publicó también un álbum con sus imágenes de Buenos Aires. Otro libro con numerosas fotos de Olds, editado por Reginald Lloyd, es Impresiones de la República Argentina en el siglo XX. Su historia, gente, comercio, industria y riqueza, Lloyd’s Greater Britain Publishing Co. Ltd., 1911. Por último, en el Archivo General de la Nación hay copias originales de Olds con su nombre y dirección puestos al dorso con un sello (en unas dice Lavalle 1059 y en otras Lavalle 1362). Parecen haber sido compradas al fotógrafo por el antiguo Archivo Gráfico, creado en 1939.

Sobre las fotos

Una de las características más notables del conjunto de fotos de Olds que se conservó es la abundancia de motivos populares: vendedores ambulantes, mercados callejeros, la quema de basura, deportes de barrio, conventillos. No eran temas nuevos en la fotografía argentina —que los tomó de la europea— ni en las artes plásticas. Quien primero abordó el género aquí, tanto en estudio como en ambiente, fue el portugués Christiano Junior, en la década de 1870. En los años ochenta y los noventa, lo hicieron los integrantes de la Sociedad Fotográfica Argentina de Aficionados y Samuel Rimathé, aquellos sobre todo mediante retratos de estudio, y este, igual que Olds, exclusivamente en ambiente.32 La diferencia más notoria entre los tipos populares tomados en estudio y en ambiente es el aire artificioso de los primeros, sobre todo cuando los retratados adoptan gestos que se suponen típicos de su posición u oficio. En cambio, las tomas en ambiente proporcionan información sobre el contexto de los retratados y, en muchos casos, logran un resultado documental semejante al del fotorreportaje moderno. No es casual que el género de tipos populares abundara en los primeros años de la prensa gráfica ilustrada con fotografías: era entonces un material que se usaba indistintamente para postales o reportajes gráficos.

Olds fue particularmente hábil en la elección de los fondos para retratar tipos populares, individuales o en grupo. En dichas tomas, el tema principal eran las personas, de modo que la distancia de estas respecto de la cámara debía ser lo suficientemente corta como para que no perdieran relevancia en el cuadro, lo que restringía la libertad del fotógrafo de abundar sobre el ambiente urbano. Sin embargo, Olds superó esa limitación y logró describir la ciudad con fragmentos de arquitectura, maquinaria y decorados: rejas simples o labradas de puertas, ventanas y remates de muros, cenefas de zinc o madera, visillos bordados detrás de postigos, la textura del ladrillo, galerías con techos de chapa y columnas de caño, manchas de humedad sobre el revoque, la base de una grúa en el puerto. Asimismo, cuando agregaba personas al fondo del retrato lo hacía con inteligencia, enriqueciéndolo, como la familia mulata de la zona del bajo que acompaña la imagen del pescador.

La maestría de Olds se aprecia también en sus imágenes de edificios y en los grandes planos urbanos y rurales. La precisión del encuadre destaca con limpieza el motivo de la foto y su relación con el entorno; la composición llama la atención por su dinamismo. Elegía siempre el punto de vista de modo que las diagonales y las líneas de fuga de las perspectivas —constituidas por caminos, alambrados, construcciones, rieles o senderos— proporcionaran movimiento y vivacidad a la composición. El espacio interior de sus imágenes es fluido y el observador recibe siempre la impresión de que el punto de cámara elegido era el único posible. Es evidente que Olds conocía a fondo las posibilidades de la placa de gran formato y de las lentes que usaba.

Selección

El libro se ha organizado siguiendo un criterio geográfico. La primera parte está dedicada a Buenos Aires y sus alrededores, el material más frecuente del archivo. Se han privilegiado las fotografías de tipos populares, que por su abundancia y calidad constituyen un aporte excepcional al imaginario de la ciudad de entonces. La segunda parte presenta imágenes urbanas y rurales de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. Los negativos de las fotos tomadas en Tucumán y Salta se han perdido; de las realizadas en Entre Ríos sólo quedan dos, y ninguno de las que tomó en la Colonia del Sacramento, en el Uruguay.

Referencias

1Mateo E Giordano compró el archivo hace más de veinte años a José Zupnik, aprendiz y colaborador de Olds en la última etapa de su carrera. Consiste en alrededor de seiscientas cincuenta placas, en su mayor parte de vidrio, de 20x25cm (el archivo original habría tenido en total más de cinco mil piezas). Zupnik, hoy anciano, describe a Olds como un hombre de baja estatura, hábil comerciante, muy bebedor y de pésimo carácter. Le compró las placas cuando cerró su estudio, pero no recuerda la fecha.

2Hasta 1880 no existían más que clichés de línea o trazo, es decir, que se trataba de una impresión en negro sin medios tonos. Estos se restituían mediante el sistema de rayado más o menos apretado, propio de la xilografía. El alemán Maisenbach lanzó definitivamente el empleo de una retícula interpuesta entre la fotografía original y el cliché de imprenta y traduciendo los semitonos de la imagen en diminutos puntitos o cuadraditos negros más o menos apretados entre sí. (Marie-Loup Sougez, Historia de la fotografía, Ediciones Cátedra, Madrid, 1988). En La Ilustración Sudamericana, la más importante revista literaria y de arte que se imprimía en el país en la última década del siglo pasado, la primera imagen fotográfica con semitonos se publicó el 16 de junio de 1894 (número 36).

3Esta circunstancia indica el importante desarrollo económico que se había producido por entonces en el país, con la consecuente ampliación y complejidad del mercado, que permitía a un fotógrafo prosperar dedicándose a géneros y formas de edición no tradicionales, aunque más del noventa por ciento de ellos todavía se ganara la vida haciendo retratos.

4Anales de la Sociedad Rural Argentina, vol.LVI, 15 de marzo de 1922.

5El local estaba en 25 de Mayo 412 y operó, por lo menos, hasta 1913, fecha en que todavía figura en la guía comercial Arlas. En julio de 1915, la revista La fotografía y sus aplicaciones (año 1, nº1) consigna que Olds trabajaba en Lavalle 1059, donde permaneció instalado hasta 1937, cuando se abrió la avenida 9 de Julio y la casa fue demolida; era un edificio de oficinas, con el negocio de Olds en cuatro locales del cuarto piso. La última dirección profesional del fotógrafo fue Lavalle 1362 (Anuario Kraft 1938, t.1, Buenos Aires).

6Número 1205, Registro Civil de la Municipalidad de Buenos Aires. En adición a traducir al castellano los nombres de su esposa, el documento equivoca la ortografía del apellido materno de Olds, pues pone Opthorp en lugar de Apthorp.

7La dirección correspondía a un edificio que aún se conserva, en el que entonces residían familias de clase media alta, varias con apellidos anglosajones. Olds y su esposa vivieron allí, por lo menos, desde 1922. Libro verde de los teléfonos (guía no oficial), The Standard Directory Co., Buenos Aires, 1922.

8Número 17.470, archivo de los tribunales de Buenos Aires.

9Edición del 5 de diciembre de 1943.

10No se sabe a ciencia cierta si regresó a los Estados Unidos durante ese lapso, pero hay indicios firmes de que lo hizo por lo menos una vez, ya que la Dirección Nacional de Migración y Población registró su arribo al puerto de Buenos Aires el 3 de agosto de 1921, a bordo del Vestris (dato que los autores agradecen al CEMLA, Centro de Estudios Migratorios Latinoamericanos). En La Nación de ese día se leyó: Ayer entró en el puerto procedente de Nueva York y escalas el paquete británico Vestris, de la compañía de navegación Lamport & Holt, con pasajeros, correspondencia y carga general.

11Sin embargo, en los registros del club no figura como socio fundador.

12Carta de Olds a sus padres del 5 de marzo de 1900.

13Igual que otros fotógrafos del período, Olds rotulaba sus negativos con un número, el tema y la localidad donde había tomado la foto, información que incluía en breves leyendas al pie de la imagen. Durante su carrera utilizó tres procedimientos para escribirlas. Uno, que se advierte en la serie de Valparaíso, consistía en pegar sobre la emulsión del negativo delgadas tiras de papel translúcido con los caracteres en tipografía de imprenta de pequeño cuerpo. Otro, aparentemente usado en la segunda década del siglo, era imprimir los datos en rojo, también directamente sobre la emulsión. Por último, escribió los datos a mano, con tinta china, sobre el soporte de los negativos. A cada procedimiento corresponde una numeración distinta, que aparentemente empezaba con el uno, pero en ninguna serie hemos encontrado piezas con número mayor que 1000. Tanto los registros como los álbumes de muestra del negocio se perdieron y fue imposible discernir el criterio con el cual organizó las series, la fecha en que inició cada una y la razón por la cual cambió la forma de poner las leyendas. Llaman la atención las iniciales S.A., de South America, que agregó al nombre de Valparaíso en las leyendas de los negativos chilenos, y que luego también colocó en sus más tempranas fotos argentinas. Tales siglas son ajenas a los hábitos locales y responden más bien a prácticas norteamericanas, a las que Olds posiblemente recurrió de manera espontánea o porque pensaba vender sus fotos en los Estados Unidos (recuérdese su interés por regresar allí después de cuatro o cinco años, mencionado en la correspondencia que cita Waldsmith).

14Carta de Olds a su tío John Apthorp del 10 de agosto de 1897.

15Carta de Olds a su hermano Charles del 7 de diciembre de 1899.

16Número 209 del 15 de octubre de 1901.

17Número 197-198, de marzo de 1901, y número 203, de junio del mismo año.

18Sabemos que son fotos de Olds porque encontramos los negativos o porque salieron en otras publicaciones con su nombre.

19Empresa registrada en Londres, nacida del pago de una deuda contraída en 1872 por el gobierno provincial y, en 1914, absorbida por la Forestal Land, Timber and Railway Company. Cf. Eduardo José Míguez, Las tierras de los ingleses en la Argentina 1870-1914, Editorial de Belgrano, 1985, p.183.

20La Ilustración..., op. cit., 209.

21La Ilustración..., op. cit., 299.

22La tarjeta postal fue inventada en 1865 por Henry von Stephan. Era una simple hoja, sin ilustración, con la dirección del destinatario al frente y espacio para un breve texto manuscrito al dorso, cuyo envío costaba bastante menos que el de una carta corriente. El correo austrohúngaro adoptó la modalidad en 1869 y, para 1876, cuando más de treinta países de América, Asia y Europa la habían incorporado, se llegó a un acuerdo internacional para extender su circulación allende los límites nacionales (M. Bergmann, ‘Historia de la tarjeta postal’, Revista de Correos y Telecomunicaciones, 72, 1943). En 1882 el correo belga innovó con la carta postal ilustrada, idea de Henri Isanchou, que llevaba una imagen litográfica, en blanco y negro o en color, y un mensaje privado, ya que la hoja se plegaba y cerraba. Llegó a la Argentina en 1887, cuando el Correo contrató a la empresa Juan H Kidd & Cía. para confeccionarla, y empezó a circular el 1 de enero de 1888 (Jorge H. del Mazo, ‘Cartas postales con imágenes fotográficas’, Bosé, 1, 1997). La tarjeta postal ilustrada que hoy conocemos comenzó a usarse hacia fines de siglo, cuando volvió al diseño primitivo: una hoja con el texto a la vista, pero con una fotografía en el frente y el mensaje y la dirección del destinatario al dorso.

23Revista de la Sociedad Filatélica Argentina, VII, 76, noviembre de 1901.

24Id., VII, 77, diciembre de 1901.

25Marcelo Loeb y Jeremy Howat, Catálogo descriptivo de postales argentinas. Roberto Rosauer, 1901-1909, Marcelo Loeb Editor, Buenos Aires, 1992, y Marcelo Loeb, Catálogo descriptivo de postales argentinas. Jacobo Peuser, 1899-1935 -Stephan Lumpert, antigua casa Pemegg, Marcelo Loeb Editor, Buenos Aires, 1997.

26Sabemos que ciertas fotos sin atribuir reproducidas en las postales fueron hechas por Olds porque los negativos se han conservado en su archivo, pero no podemos descartar que otras igualmente anónimas no hayan sido de él, pues el negativo pudo haberse perdido.

27Carta de Olds a su madre del 3 de octubre de 1901.

28Agradecemos esta información al hijo de este y actual fotógrafo de la Rural, Roberto Arata, quien también confirmó la relación de Olds con importantes ganaderos, como Leonardo Pereyra Iraola, en cuya estancia San Juan a veces pasaba varias semanas registrando los animales. No cuesta demasiado imaginarse una cierta amistad entre el fotógrafo y el estanciero, que era un excelente fotógrafo amateur y en 1889 se contó entre los fundadores de la Sociedad Fotográfica Argentina de Aficionados, igual que su padre, Leonardo Pereyra.

29Estaba en el predio que hoy ocupan los regimientos 1 de Infantería y de Granaderos a Caballo, así como un centro comercial al que se accede por la esquina de las avenidas Intendente Bullrich y Cerviño, en cuyo terreno subsiste, bastante mutilado, lo que quedó del pabellón central de la muestra.

30Pertenecen a la Biblioteca Histórico-Científica, una biblioteca privada de Olivos que dirige Roberto Ferrari.

31Henry Stephens, Illustrated Descriptive Argentina, The Knicker- bocker Press, New York, 1917. Agradecemos a Eduardo Airaldi el habernos facilitado el volumen en consulta.

32Rimathé y Olds documentaron la pobreza con notable insistencia. Aquel fue llamado el primer cultor de la fotografía social en el país (Sameer Makarius, S. Rimathé. Vistas fotográficas de la Argentina. 1885/1919, Catálogo de una muestra fotográfica realizada en el Concejo Deliberante de Buenos Aires, 1987). El concepto suele entenderse en el sentido de cultor de la crítica social, lo cual, a nuestro juicio, no estaba en el ánimo de los nombrados. Es probable que ambos hayan sentido simpatía por las clases populares, pero es imposible separarla del interés comercial que, evidentemente, orientaba su producción fotográfica. Sobre Rimathé, consúltese: Arnaldo J. Cunietti-Ferrando, 'El fotógrafo Samuel Rimathé, un documentalista suizo de la realidad argentina', Memoria del quinto congreso de historia de la fotografia en la Argentina, Buenos Aires, 1996.


(Texto publicado en el libro ALEXANDER, Abel, Luis PRIAMO, Fernando ROCCHI y John WALDSMITH, H.G. Olds. Fotografías. (1900-1943), Bs. As., Fundación Antorchas, 1998)
 




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