CONFERENCIA DE RICARDO
LEGORRETA PUBLICADA EN LA REVISTA HUMANIDADES DEL ITESM, MONTERREY, MEXICO,
1988.
Conferencia dictada por el Arq. RICARDO LEGORRETA
durante el Congreso Internacional de Arquitectura celebrado del 19 al 24 de
septiembre de 1997 en el ITESM, Campus Monterrey.
“Buenos días, me da muchísimo gusto estar
nuevamente con ustedes. El entusiasmo regiomontano y de los estudiantes va en
aumento y significa para todos nosotros una inyección para seguir trabajando.
Les quiero platicar, no solamente mostrar lo que
hemos hecho en el despacho
últimamente,
platicarles mis experiencias, mis últimas impresiones. El comienzo del
siglo XX, quizá es simplemente una cosa, una situación psicológica pero invita
a meditar sobre qué está pasando, qué hemos hecho y hacia dónde vamos. Siento
algunas incertidumbres importantes, ¿qué hemos hecho de arquitectura?.
Si analizamos el siglo XX y vemos qué hemos hecho
en proporción o en comparación con otras actividades, empiezan las
preocupaciones. El progreso de la medicina ha sido excepcional, la cantidad de
enfermedades que han sido controladas, el haber aumentado el promedio de vida
fácilmente en 10 años, la salud, etc.
El aumento de la tecnología, el progreso de la
tecnología pues ha sido quizá todavía más impresionante al grado de que se ha
vuelto ya no sólo una herramienta, sino un fin absurdo de nuestra vida. No
sabemos por qué, pero estamos guiados por la tecnología, no sabemos realmente
para qué queremos tanto progreso, pero lo importante es tenerlo. Muy
frecuentemente los arquitectos jóvenes me dicen, -arquitecto, le tengo una muy
buena noticia: ya tengo computadora-, y
les digo, -¿y para qué?- y muy rara vez me contestan.
Uno de mis hijos, es fanático de la computación y
hace poco tiempo llegó y me dijo, -¡papá, ahora sí estoy muy orgulloso, porque
ya tengo una oficina en la que no se usa el papel, todo lo hacemos por la
computadora!- y le dije, -te felicito,
sensacional, ¿y ya llegas a tu casa más temprano?- >dice, -no, todavía no-
, -¿y tu compañía gana más?-, -bueno,
en esas >estamos...-, le dije, - ¿y te están pagando más?- , -no, bueno,
pues tengo primero que demostrar-, le dije, -entonces, ¿qué has
hecho?-, me dijo, -¡ya soy más eficiente!-, le digo, -¿más eficiente para qué?-...Y volteamos a
la arquitectura y ¿qué hemos hecho en este siglo? No hemos mejorado, o en parte
muy pequeña las condiciones de vida del ser humano.
Si comparamos la vivienda popular de principios
de siglo con la vivienda popular de ahora, creo que hemos dado varios pasos
hacia atrás. Estamos destruyendo nuestras ciudades, hemos perdido calidad de
vida y en eso participamos, mucho, nosotros.
Ustedes recordarán cuando vino Richard Rogers y
dio los datos espeluznantes de que el 50% de la energía que se consume en el
mundo es en los edificios, el 25% en el transporte. ¿Y qué hemos hecho los
arquitectos? Realmente, no veo un progreso de ese tipo.
Por otro lado, precisamente por el progreso de la
tecnología, la información se ha vuelto apabullante. Sabemos todo de todo y
nada de nada, ya no sólo es el progreso de la comunicación, sino de la
información que presenta casos que apenas empezamos a darnos cuenta de la
trascendencia de ellos. Me decía un doctor, -en este momento podemos saber toda
la información sobre enfermedades sin saber quién la da, sin saber si está
autorizada o no está autorizada-.
Cualquiera de nosotros podemos introducir a
Internet una filosofía de la arquitectura, todo mundo la va a oír y no va a
saber si es buena o mala, y mucha gente no tiene autoridad para hacerlo. Esta
globalización ha afectado a la arquitectura como es natural, no somos una
excepción. Estamos ante esa disyuntiva, ¿qué vamos a hacer en este país para
seguir adelante?
Les quiero platicar la experiencia de una reunión
que tuvo lugar hace tres o cuatro meses y que me impresionó como pocas cosas me
han impresionado en la vida, y fue la reunión de la Unión Internacional de
Arquitectos en Barcelona.
Estas reuniones normalmente, los congresos, pues
son congresos de organización entre todas las organizaciones de arquitectos del
mundo y normalmente asisten 1000 personas, 800 personas. Este año fue en
Barcelona, y pues nadie sabía si fue por Barcelona que es una ciudad
maravillosa, si fue que decidieron invitar a algunos arquitectos a unos
paneles, pero el hecho es que tres
semanas antes del Congreso había 5000 personas inscritas, dos semanas antes del
Congreso había 8000 y finalmente al
Congreso llegaron 10000.
Había para estos paneles cuatro teatros
seleccionados en Barcelona con capacidad para 200 personas cada uno. El primer
día estaba Foster y dos arquitectos más; se presentaron 5000 personas al teatro
de 200 personas. Fue un lío espantoso, trataron de romper las puertas, pararon
el tráfico, tuvo que intervenir el alcalde y acabaron haciendo el panel en una
plaza pública.
Después se presentó el problema, ¿en dónde iban a
seguir las sesiones?, y dada la asistencia acabaron las sesiones en el estadio
de basket ball diseñado por Isozaqui el cual, además de ser un extraordinario
diseño, funciona con luz natural, luego las diapositivas no funcionan y para una arquitecto presentarse a hablar
sin diapositivas, pues es como presentarse sin ropa: no sabe uno qué hacer.
El resultado fue fascinante, fascinante en varios
aspectos. Había representantes principalmente de los países ricos
económicamente, de Europa, Estados Unidos, Japón. En un momento dado me dieron
la estadística y la comprobé después, de que el 35% de los asistentes era de
Latinoamérica.
Las primeras ponencias, las primeras pláticas,
eran cuatro días, fueron por los arquitectos ingleses, franceses, japoneses.
Los temas que se trataron, el tema del Congreso, era El Futuro de las Ciudades.
Los temas y propuestas que se trataron correspondían a sus países; los
ingleses, Richard Rogers, mi gran amigo, proponía que se debían de estudiar más
lugares de esparcimiento porque la gente cada día trabaja menos, que era
importante darles lugares de descanso. Las propuestas francesas fueron
totalmente intelectuales, las propuestas japonesas fueron
casi diría yo, surrealistas.
Cuando me tocó el panel -el último día eran dos
paneles, uno en que estaba yo, en el otro estaba Charles Correa de la India, en
mi panel estaba un crítico italiano - y
fue impresionante cuando él empezó a
decir pues que la verdad estaba muy preocupado porque se veían propuestas
universales, que por lo que se había hablado durante dos días, las ciudades de
todo el mundo deberían ser iguales, todo era lo mismo y que él quería protestar
enérgicamente de por qué se estaban haciendo edificios en todas partes del
mundo sin tener en consideración la ciudad y la cultura.
Llegó un momento en que inclusive puso ejemplos
específicos, cosa que considero yo muy
delicada, cuando dijo, -¿para qué necesita Barcelona un Richard Meyer - y
empezaron los aplausos, empezó a romper el orden la gente, se empezó a crear
una excitación muy impresionante.
Cuando anunciaron mi nombre, fue un aplauso enorme
porque era yo representante de Latinoamérica. Yo nunca había visto
palpablemente el impacto y la fuerza del número de las personas. Hablamos del
número de habitantes de la India, de China, de Latinoamérica, pero nos quedamos
en las cifras, y aquí en un momento dado me di cuenta lo que representamos
todos nosotros... podemos hablar de
problemas económicos, de problemas culturales y de educación, pero en número,
somos muy importantes. Yo hice la exposición basado en eso, basado, y se los
quiero decir a ustedes, en que tengamos mucho cuidado porque estamos guiados,
en este momento, por un porcentaje del mundo muy bajo.
Después, Correa hizo unos análisis y llegamos a
la conclusión de que todas las discusiones y todas las propuestas venían de
países que tienen entre el 20 y el 25 por ciento de la población mundial, el
75% no importaba, no contábamos para nada. Desgraciadamente, eso es cierto y en
México nos está afectando, queremos tener los caminos del 25% de la población
mundial y no tenemos ni los recursos económicos, ni la cultura, la forma de
vida, ni las ganas de seguirlo, pero esta élite que somos los arquitectos
estamos entercados en seguir esos caminos. Queremos seguir esos caminos bajo la
bandera de la globalización; la globalización, pues está lidereada por gente de
otra cultura, de otros países y que lo que necesita es trabajo fuera de su país
y con el argumento de la globalización lo va a lograr en todas partes.
Nosotros no necesitamos eso, nosotros necesitamos
resolver los problemas de nuestro país. ¿Qué tenemos de ventajas nosotros?
Tenemos todas las ventajas, la vez pasada que estuve se los dije y les repito
hasta que me canse. Tenemos una cultura arquitectónica de las más fuertes del
mundo, hay países con una cultura general mucho más fuerte que la nuestra, pero
cultura arquitectónica, por cultura arquitectónica entiendo la participación de
todo el pueblo, de toda la nación en la arquitectura, es impresionante en
nuestro país. Como ustedes lo notan, toda la gente discute de arquitectura, analiza
la arquitectura y vive con ella. Tenemos pues todas las bases para poder hacer
nuestro trabajo correctamente, tenemos todas las posibilidades, tenemos todos
los problemas a resolver.
Ustedes recordarán que les platiqué la visita de
Richard Rogers a la Ciudad de México, la repetí con Foster y el resultado es el
mismo: “cuántas oportunidades tienen ustedes”,
y nosotros queremos dedicarnos a resolver la arquitectura en México bajo
las mismas condicionantes que la están haciendo en los países ricos. Y empezamos
a analizar un poco y decimos -¿qué es lo que estamos haciendo?- pues la gran
mayoría de los arquitectos que todos respetamos, que todos admiramos, están
haciendo, casi diría yo, monumentos.
Si ven ustedes las últimas publicaciones, el gran
porcentaje de los edificios reconocidos son museos, son centros de cultura, son
centros de descanso que si bien es un aspecto muy importante de nuestra vida,
no es el único y no vemos a nadie -con
todas las excepciones- que esté verdaderamente dedicado, y allí me incluyo yo
con toda reclamación a mí mismo, a la vivienda de interés social. No vemos
arquitectos verdaderamente dedicados a mejorar nuestras ciudades.
Me pregunto, cuando hacemos un proyecto, o cuando
ustedes como estudiantes atacan un problema verdaderamente en serio, en el
fondo de nosotros, ¿estamos pensando en la ciudad, estamos pensando en la forma
de vida?, y no lo estamos haciendo, no estamos dedicados a eso.
¿Qué camino tenemos? Estamos creciendo, las
ciudades mexicanas se están desarrollando y ahí tenemos una oportunidad
verdaderamente que yo creo que es el objetivo del próximo siglo, es hacer
mejores ciudades. No mejores edificios, principalmente mejores ciudades.
Alguna vez platicando con Luis Barragán,
hablábamos de París y los dos decíamos: “qué maravillosa ciudad, qué bien la
pasa uno en París ”, ¡y cómo nos divertíamos!. Ya que habíamos llegado a esa
conclusión, me dice Luis, -ya viste Ricardo, el mal gusto entró al occidente
por Francia- me dijo, -dime un edificio de París que te parezca excepcional- y
dijimos muy pocos, y si lo comparamos con otras ciudades, hay mucho mejores
edificios en otras ciudades, sin embargo como ciudad, París es extraordinario.
Y a nosotros no nos importa, estamos destrozando
la forma de vida, queremos implantarla, es más, dentro de nuestro propio país
queremos establecer una sola forma de vida, yo no encuentro ninguna relación
entre la forma de vida y la cultura de Monterrey con la Ciudad de México, con
Guadalajara, con Puebla, pero estamos obstinados en todas partes en abrir las
famosas “plazas comerciales”.
Estamos
obstinados en que con el clima de Monterrey vivamos con el mismo sistema y
forma que con el clima de Aguascalientes, que con el clima de Cancún, y ahí
empezamos a echar a perder toda esta maravillosa herencia que tenemos de la
variedad de culturas, la variedad de formas de vida, la variedad de materiales.
Y hablamos de una arquitectura mexicana, yo
pregunto, ¿mexicana para quién?. Que cada uno de nosotros tenga un lenguaje
está muy bien, pero la forma de resolver los problemas debe ser adecuada a cada
una de las ciudades, y dentro de las ciudades a cada uno de los barrios, y
dentro de los barrios a cada una de las manzanas y acabamos con que la solución
de cada terreno debe ser especial.
Parece un poco de retórica, pero no es así., cada
terreno tiene una orientación, cada terreno tiene una forma, cada programa
representa un problema diferente y afortunadamente en México lo podemos hacer,
lo podemos hacer porque todavía construimos, afortunadamente, en una forma que
eso lo permite.
Qué necesidad tenemos de soluciones súper
tecnificadas y de producción en masa cuando lo que hace falta en México es mano
de obra, es dar trabajo y todas estas
consideraciones de tipo social, de tipo práctico, las debemos de tomar en
cuenta para nuestra arquitectura.
Muy impresionante, que los líderes del High Tech
inglés, Foster y Rogers estén dando vuelta a su arquitectura y se estén
concentrando en ver cómo pueden hacer edificios que ahorren energía, cómo
pueden hacer edificios que funcionen con ventilación cruzada, cómo pueden hacer
edificios que verdaderamente respondan a la orientación de las fachadas, y
nosotros estamos necios y entercados en copiarlos a ellos cuando ellos ya van
hacia otro camino.
Hay un proyecto
que está haciendo Rogers en el cual el propietario citó a todos los
empleados de la compañía y les dijo: -señores, se acabó esto de que el mejor
ingeniero es aquel que conserva el aire acondicionado exactamente en los
veintitrés grados centígrados, le dimos al ingeniero margen de tres grados
hacia arriba, tres grados hacia abajo, hicimos un ahorro fundamental , y les
voy a pedir que se diviertan vistiéndose diferente para trabajar según la época
del año.
No tiene nadie de malo, -dijo él, - que en verano
trabajen en camisa y en invierno usen un pequeño sweater-. Y nosotros estamos
necios en que tenemos que hacer eso,
que necesitamos el aire acondicionado... sí,
lo necesitamos, ¿pero en todo, en todas partes, en todas formas? o
simplemente Monterrey lo necesita, indudablemente el bajío no lo necesita, y
seguimos haciendo las famosas plazas comerciales igual, seguimos pensando que
existen las teorías de que las ciudades ya desaparecieron, que ya es una sola
forma de vida , que es lo mismo en todos lados... se compra lo mismo en todas
partes del mundo, entonces, ¿para qué estamos en esa nostalgia de recuperar la
vía del peatón, la vía de la plaza, etc.?.
Y yo me pregunto, ¿y para qué?, ¿vamos a ser
realmente más felices con esas soluciones?, ¿o simplemente estamos siguiendo
teorías intelectuales de otros países en los cuales posiblemente
funcionen?,pero que son casi ejercicios intelectuales. Necesitamos, vuelvo a
insistir, trabajar en equipo; me impresiona el interés de todos ustedes, me impresiona
muchísimo ver este número de asistentes, felicito a los organizadores y los
felicito a ustedes por estar aquí, pero al mismo tiempo me da un temor: ¿qué
van a hacer ustedes, si los seguimos llevando por el mismo camino que hemos
seguido hasta ahora? ¿Quiénes son los reconocidos? Pues lean las listas de los
conferencistas, y todos son conocidos porque diseñan muy bonitos edificios. Yo
estoy aquí porque nos dicen y alguien dice, no sé si tenga razón o no, “¡qué
bonitos edificios hace Legorreta, los pinta de colores y se ven
sensacionales!”.
Esa es la única imagen del arquitecto triunfador,
-hace cosas muy bonitas, las fotos salen muy bien, lo publican en todos lados,
¡ese debe ser el bueno y ese quiero ser yo!-. Nada más que no a todo el mundo
le toca jugar ese papel, recordarán ustedes, les ponía yo el ejemplo del
fútbol, o del trabajo en equipo, ustedes pueden tener una gran selección de
fútbol, no como la mexicana, sino una buena, y dejen solo a Jorge Campos y
verán qué goleada le ponen, no puede jugar solo, dejen a un core back solo y lo
matan.
Sin embargo, ese es el que sale en los
periódicos: “sólo Campos juega dos partidos en un día, y todos podemos ser
Campos”, y ese es un grave error, un grave error. Necesitamos aprender a
trabajar en equipo, cuesta mucho trabajo en México, ustedes en el Norte están
mejor preparados que el resto del país, pero por favor, encuentren todo el
orgullo y toda la satisfacción de las otras actividades, porque en primer lugar
no es uno el que diseña, yo estoy aquí, a mí me toca jugar el papel del líder
pero sin mi gente yo no puedo trabajar, no sólo no puedo trabajar: no puedo
producir, no produzco.
Es importante que en la educación y en la carrera
le demos el reconocimiento y la importancia que tiene ese trabajo.
Tengo un socio de hace todos los años del mundo,
sin él yo no hubiera podido hacer nada; estoy seguro de que ustedes no conocen
su nombre, su nombre es Noel Casto. No le interesa dar conferencias, no le
interesa salir, pero he tratado, no le interesa más que su vida personal.
Cada año nos vamos a comer, nos tomamos varios
tequilas y meditamos, y siempre acabamos en la misma conclusión, quién será más
feliz y quién está haciendo una mejor labor, y siempre llego a la conclusión de
que él está mejor que yo.
Tienen que entender eso, necesitamos eso, si no
hay ese apoyo, vamos a perder la batalla, vamos a perder la batalla en manos de
los que sí le dan valor a eso.
¿Por qué el arquitecto se ha desprestigiado tanto
en nuestro país?, ¿por qué alguien que va a hacer una casa, en edificio, un
conjunto de habitación dice, -¿para qué queremos arquitecto?, ¡no hombre!, no
traigas arquitecto, nada más va a complicar la cosa, son gente muy difícil y
nos va a costar más-. ¿Por qué es eso?, porque no sabemos cuál es nuestro
papel, porque no le damos respeto a cumplir con todas esas cosas, porque llegan
esos equipos norteamericanos que hacen proyectos en tres días, dicen que
entregan el martes a las cuatro, entregan el martes a las cuatro, ¡horrible!,
pero lo entregan a las cuatro, y nosotros no le damos valor a eso: -sí hombre, pobres, estamos perdiendo campo,
pues porque la gente es inculta, no hay respeto por la arquitectura,
necesitamos fomentar que a la gente le interese la arquitectura-”, y es que si no le resolvemos los problemas a
esa gente, no vamos a ser arquitectos. Con riesgo a que mi hija se enoje, les
voy a platicar la última cosa que me acaba de pasar.
Acabo de terminar la casa de mi propia hija, la
quiero muchísimo, me quiere muchísimo, es una mujer excepcional, pero no le
interesa la arquitectura... por supuesto, yo tenía que hacer la casa. Hice la
casa, le dediqué por supuesto todo el amor y todo el tiempo que se le dedica
cuando hace uno algo para una hija, creo que quedó muy bien la casa.
Se mudó ella, estaba viviendo en Guadalajara y se
fue a la Ciudad de México, hicimos toda la casa y ella en Guadalajara y a los
dos días de mudada me habló por teléfono y me dice: -¡oye papá, sabes qué, esto
es un desastre!, ¡el agua de tal recámara no sale bien, tenemos un problema con
la calefacción...!-, cinco, seis, diez quejas de ese tipo.
Cuando colgué dije, ¡bueno, esta niña no entiende
nada!,nada de todo el esfuerzo que yo he hecho, y después, uno de mis hijos me dijo, -mira papá, date cuenta de
que a ella no le interesa, ella necesita una casa, lo otro le va a llegar después, pero ahora lo que quiere es una
casa en que el agua aliente salga, en que las puertas cierren, en que la pintura esté bien, después va a entender
lo otro, pero para ella lo más importante es eso-, y para un promotor, lo más importante es que le hagamos
arquitectura que dé dinero y poco a poco van a apreciar la estética, van a
apreciar el ambiente.
Nos pasa a nosotros un cosa muy curiosa en nuestra arquitectura, que a veces
la considero un defecto y no lo ha dicho uno, sino muchos clientes; dicen, por
ahí ya cuando vamos en los acabados, me dicen , -sabes qué, ya estoy empezando a entender tu proyecto, al
principio me parecía un absurdo, pero es que las cosas que tú haces, necesitan
terminarse para entenderlas-, y ya que
se mudan, uno ó dos años después, esto también me acaba de pasar recientemente
en un edificio de oficinas que hicimos en la Ciudad de México para rentar, hace
poquito me dice el dueño, -oye, caray,
qué cosa tan rara, en la crisis, ya renté todo el edificio, qué curioso y es que me he dado cuenta pues que algo
tiene lo que tú haces que a la gente le gusta-, y es muy triste porque desgraciadamente nos pasa ya que acabamos,
pero es eso, es que si no le damos la importancia a lo otro, no vamos a
resolver el problema, y no vamos a tener trabajo y la arquitectura del siglo
XX, y lo digo de veras, muy sinceramente, ó rectificamos los arquitectos
nuestra postura o les va a sonar pesimista y no soy pesimista: la profesión
puede desaparecer.
Yo les digo algo, que es impresionante el dominio
de los promotores, de los hombres de empresa, de los políticos; o hacemos mejor nuestro trabajo, o nos vamos a
quedar sin trabajo. No tengo los datos
exactos, posiblemente alguno de ustedes los conozca, pero el porcentaje de obra
de construcción que se hace en este país sin la intervención de un arquitecto
es altísima, altísima, o corregimos o nos quedamos sin trabajo.
O aprendemos a trabajar en equipo, nos ayudamos
unos a otros y reconocemos todas las
actividades que hay dentro de la profesión, que son muchas y que son
maravillosas, yo admiro profundamente a un buen jefe de taller, admiro
profundamente a una gente que controle los costos, admiro profundamente a una
persona que sepa supervisar, que sepa construir, ya no sabemos construir, o nos
vamos a quedar sin trabajo, nos vamos a
desaparecer; acuérdense que la profesión es relativamente joven en la
historia de la humanidad y somos fundamentalmente constructores, no somos
pintores, no somos escultores, somos constructores. Y no veo ese camino dentro
de la educación ni dentro de la práctica profesional.
La experiencia en mi oficina de los últimos años
no puede ser mejor. En mi caso personal obviamente tiene una característica,
desde hace cinco años cambiamos radicalmente la oficina, son puros jóvenes; a
la cabeza está mi hijo, cosa que por eso yo digo que es muy especial, porque se
le agrega la enorme satisfacción, y son jóvenes que quieren seguir este camino,
y les digo que están sumamente felices, encantados, la energía que hay, y no
estoy hablando de la calidad del diseño, esa ustedes la juzgan, la energía que
hay, el entusiasmo por hacer esas cosas bien dentro de mi oficina es
sorprendente y afortunadamente, gracias a ellos, no nos ha faltado trabajo.
Por último, les insisto, necesitamos abrirnos,
¿por qué siempre hablamos deque para que México se vuelva internacional hay que
importar cosas? ¡Ah!, para importar somos los amos, desde toda la organización,
hasta cada uno de nosotros que ya sabemos cómo cruzar la frontera para sacar la
luz verde en lugar del foquito rojo, tenemos todos lo recursos para que nos den
una factura mas baja, pasamos las cosas sin impuestos, toda la cultura es para
importar, y no tenemos cultura de exportación.
Ustedes en Monterrey están siendo los líderes de
eso, por favor, llévenlo a la arquitectura, representa una actitud diferente.
Pregunto yo, ¿por qué tememos que importar todos los ismos de los últimos diez
años? El desconstructivismo, el historicismo, el postmodernismo , ¿y por qué no
exportamos el mexicanismo, por qué no exportamos la calidad de pensamiento
nuestra ,el humanismo del mexicano, la calidad de vida, la forma de hacerlo ?
La única razón, se los digo porque lo hemos hecho en la oficina, la única
razón, es que no queremos.
Talento creativo tenemos mucho más nosotros que
en muchos otros países. ¿Qué se necesita?,
una actitud diferente y trabajar muchísimo. Ustedes en el Norte son muy
trabajadores, no tienen ese problema, lo único que nos falta es estar muy
orgullosos de nuestra cultura, y no vean nuestra cultura como una cosa de
nostalgia:“-¡ah sí!, sí es muy bonita
la arquitectura precolombina, pero ya no es ahora hombre, ya eso ya no cuenta, ya necesitamos un México nuevo. ¡Qué
bonita es la arquitectura popular!, pero ya necesitamos un México nuevo, un
México que se presente en el mundo de forma diferente-”
y
pregunto yo, ¿qué hay de malo en Octavio Paz
y qué hay de malo en Carlos Fuentes? ¿Qué hay de malo en ellos? Son figuras
respetadas porque han llevado a México adelante.
Tienen ahí un caso increíble de trabajo, de
éxito, sobre todo, de orgullo por nuestro país. Y piensen una cosa que hace
tiempo que no hacía yo, creo que la hice con ustedes una vez, pero pues no
tiene nada de malo repetirla.
Antes de enseñarles los últimos proyectos los
cuales seleccioné, pues los proyectos que pienso son los que menos posibilidades tienen ustedes de visitarlas,
hay unos que los pueden ver muy fácilmente, pero tengo algo que decir sobre
ello: den una vista de qué es lo que estamos haciendo, pero por favor no lo interpreten como que
eso es lo que tenemos que hacer, interprétenlo como que esa es la calidad que
tenemos que seguir, ese el pensamiento y la cultura a la cual tenemos que llegar.
Cada quien llegue con
sus formas, con sus materiales, con su filosofía, lo que quieran, pero no
pierdan de vista que el objetivo es esa calidad.