LA IGLESIA SILENCIOSA, LOS DERECHOS HUMANOS, Y LA ÉTICA SOCIAL ADVENTISTA
Zdravko Plantak
Tomado de Liberty Magazine
Los adventistas en Alemania
Los Adventistas alemanes parecen
no haber estado a la altura de su proclamación de libertad religiosa
en tiempos de la Primera Guerra Mundial, entre las dos guerras, y durante
la Segunda Guerra Mundial. En la Alemania imperial, la mayoría de
los Adventistas abogaban por el extremo nacionalismo y la colaboración
militar activa. Un autor Adventista argumentaba en diciembre de 1915 que
'la Biblia enseña, primero, que participar en la guerra no se opone
al sexto mandamiento; y segundo, que combatir en sábado no transgrede
el cuarto mandamiento.' Sin embargo, después de la guerra, en una
reunión de la División Europea en Gland, Suiza, el 2 de enero
de 1923, los dirigentes de la iglesia en Alemania reconocieron el error
de su política, y confesaron su lealtad a la comunidad Adventista
mundial.
Sin embargo, esta declaración
quedó debilitada por un pronunciamiento adicional que reconocía
que cada miembro poseía 'absoluta libertad para servir a su país,
en todo momento y en todo lugar, de acuerdo con los dictados de su convicción
personal y su conciencia.' Esta declaración permitía a los
Adventistas alemanes repetir el error de la Primera Guerra Mundial durante
el régimen de Hitler bajo el Tercer Reich.
Como ha observado correctamente
Erwin Sicher en 'Las Publicaciones Adventistas del Séptimo Día
y la Tentación Nazi,' los Adventistas fallaron de muchas maneras
en relación con el régimen nazi. Ya en 1928, antes de que
Hitler llegara al poder, los Adventistas estaban pidiendo un Führer
fuerte. Artículo tras artículo trataba de este ideal de Führer
en escritos alemanes y en publicaciones Adventistas.
Más tarde, los escritores
Adventistas dieron la bienvenida, en sus publicaciones y también
con su voto, al aparente renacimiento de Alemania. El 99.9 por ciento del
pueblo Adventista de Friedensau había votado por el estado parlamentario
nazi. Cuando algunos Adventistas rehusaron saludar la bandera con la svástica
y hacer el saludo hitleriano, el Presidente de la Conferencia de Alemania
Oriental, W. Mueller, arguyó que esto era malo para la imagen de
la iglesia. Terminó diciendo que 'bajo ninguna circunstancia tienen
los Adventistas derecho a resistir al gobierno, ni aunque el gobierno les
impida ejercer su fe. La resistencia sería desafortunada porque
marcaría a los Adventistas como opositores al nuevo estado, una
situación que debería evitarse. Kurt Sinz, otro prominente
escritor Adventista, y editor de varias publicaciones religiosas Adventistas,
veía el fuerte mandato de Hitler al comienzo del régimen
nacionalsocialista como designio de Dios. Otto Bronzio fue un paso más
allá, pues dijo en el periódico oficial Adventista, Der Adventbote,
que 'la Revolución Nacional Socialista era la más grande
de todos los tiempos, porque hacía del mantenimiento de una herencia
pura la base de su vida étnica.' Algunos apuntan que lo que quiso
decir posiblemente fue tomado de una cita enmarcada de Hitler - sobre la
cuestión de la sangre - que aparecía en la misma página.
Esta idea de una 'herencia pura,'
instigada por Hitler y proclamada a través de la nación alemana,
también afligía a los Adventistas alemanes. Aunque el racismo
rampante rara vez aparecía en publicaciones Adventistas, los Adventistas
sí imprimían con frecuencia comentarios negativos con relación
a los judíos, apoyaban tácitamente la esterilización
de los mentalmente incapaces, y muchos fueron arrebatados en el estimulado
orgullo del nacionalismo alemán. La misma doctrina de la superioridad
de Alemania sobre otras naciones fue trasladada a la educación Adventista
en Alemania, donde se estimulaba a los estudiantes a aprender a 'tener
voluntad y a pensar en Alemán.' Tener voluntad en alemán
era un concepto místico nazi; porque, enseñaba el partido,
los alemanes 'tenían voluntad' de diferente manera que cualesquiera
otros nacionales. El educador W. Eberhardt insistía, además,
que las escuelas Adventistas alimentaban 'el Espíritu Nacional Socialista'
entre períodos de clases, cuando revisaban las noticias, estudiaban
los ideales nazis, y cantaban canciones nacionales alemanas.
Con una creciente presión
para una mayor colaboración, muchos Adventistas de todos los grupos
de edades ingresaron a organizaciones nazis, como la Juventud Hitleriana,
la BDM (Asociación de Muchachas Alemanas), el Servicio Laboral,
y la Cruz Roja alemana. Todos estos clubes estaban diseñados para
fines de adoctrinamiento nazi, y aunque los Adventistas sabían que
un por ciento significativo de los participantes en el Servicio Laboral
eran miembros de la SA, la SS, y Stanhelm, los grupos más fanáticos
que adoctrinaban y militarizaban a los jóvenes, aprobaban la participación
en los clubes. Johannes Langholf apoyaba fuertemente al Servicio Laboral.
Escribió en Aller Diener, 'Esperamos que cada miembro obedezca
el mandamiento divino, "orar y trabajar." Sería absolutamente contrario
a nuestra comprensión si rehusamos participar en el Servicio Laboral.'
Patt sugería que la razón principal para que los Adventistas
ingresaran al Frente Laboral Nazi era el desempleo y las estrecheces económicas,
y que los 'la mayoría de los obreros Adventistas sucumbía
a la presión y se convertían en miembros del servicio laboral
para salvar a sus familias.' Y sin embargo, ingresar a una organización
partidista no era obligatorio, y algunos ingresaban al partido también.
En Alemania, los Adventistas apoyaron
la política exterior nazi y, a su tiempo, la guerra. La posible
falta de acceso a información confiable y, como resultado, un concepto
erróneo de la verdadera situación, les llevó a creer
que el Führer era 'un hombre de paz.' Cuando Austria fue incorporada
al Reich, los Adventistas alemanes 'compartieron la felicidad del regreso
de los austríacos de vuelta a la madre patria.' Creían que
con la ayuda de Dios 'nuestro capaz Führer Adolfo Hitler se convirtió
en el liberador de Austria.' Después de la liquidación de
Checoslovaquia el 16 de marzo de 1939, los Adventistas todavía no
objetaron. Hasta para este acto de cueldad y opresión, encontraron
alguna justificación. Luego vino el ataque contra Polonia, que toda
Europa reconoció como un acto de agresión. Sin embargo, en
un editorial, Sinz pudo escribir que, en vista de las "inhumanas torturas
que nuestros camaradas del pueblo han sufrido entre este pueblo extranjero,'
el ataque alemán probablemente justificado. Los Adventistas continuaron
apoyando a Hitler, y celebraron su quincuagésimo cumpleaños
11 días después de que la guerra había escalado en
el oeste con la invasión de Dinamarca y Noruega por Alemania el
9 de abril de 1940. El periódico adventista Morning Watch Calendar,
aunque
se imprimió cuatro meses antes, decía:
"La confianza en su pueblo ha dado
al Führer la fortaleza para llevar adelante la lucha por la libertad
y el honor en Alemania. La inconmovible fe de Adolfo Hitler le ha permitido
hacer grandes cosas, que le adornan hoy delante de todo el mundo. Desinteresada
y fielmente, ha luchado por su pueblo; valerosa y orgullosamente, ha defendido
el honor de su nación. Con humildad cristiana, en momentos importantes
cuando podía celebrar con su pueblo, dio honor a Dios en el cielo
y reconoció su dependencia de las bendiciones de Dios. Esta humildad
lo ha hecho grande, y esta grandeza era la fuente de su bendición,
de la cual siempre dio para su pueblo. Sólo unos pocos estadistas
brillan tanto en el sol de una vida bendecida, y son tan alabados por su
propio pueblo como el Führer. Él ha sacrificado mucho en los
años de su lucha, y ha pensado poco en sí mismo durante la
difícil obra en favor de su pueblo. Comparamos las innumerables
palabras que le ha dicho al pueblo desde un corazón cálido,
a semillas que han madurado y ahora llevan frutos maravillosos".
Es irónico que, mientras
los Adventistas insistían en la libertad religiosa, no levantaron
sus voces contra la persecución de incontables judíos. En
vez de eso, hasta desfraternizaron a los que tenían antecedentes
judíos. En un momento en que los Adventistas alemanes publicaban
la revista sobre libertad religiosa Kirche und Staat (un observador
de fuera notó que su propósito principal era oponerse a las
leyes dominicales), guardaron silencio acerca de las purgas de 1933 cuando
cientos fueron asesinados, y no dijeron nada contra la persecución
de los judíos o acerca de los territorios ocupados. Aunque algunos
Adventistas individuales aparentemente resistieron la ocupación
nazi, Sicher ha mostrado, a partir de publicaciones contemporáneas,
que 'no parece haber existido ninguna oposición oficial activa al
inhumano régimen nazi, y ni siquiera parece haber existido entre
los Adventistas.' El comentario de Sicher es una presentación desafortunada
pero honesta del Adventismo alemán en la primera mitad del siglo
veinte.