PREGUNTAS FRECUENTES

SOBRE APOCALIPSIS

Por Dirk Anderson

(Las respuestas representan la opinión personal del autor)

Tomado de The Ellen G. White Research Project


¿Por qué es Apocalipsis tan difícil de entender para los Adventistas del Séptimo Día y otros?

La razón de que hoy día mucha gente encuentre a Apocalipsis difícil de entender es que están tratando de aplicar las profecías y símbolos de Apocalipsis de una manera que nunca fue el propósito que se entendiera.

La verdad es que el libro de Apocalipsis se escribió para los cristianos que vivían en la generación del apóstol Juan. Nos equivocamos al interpretarlo futurísticamente, como si su mensaje fuera principalmente para 2000 años después de que Juan lo escribiera. Por supuesto, los sucesos que Juan predijo eran "para el futuro" de Juan y sus lectores; pero, como lo indica Juan en su libro, los eventos ocurrirían poco tiempo después de que él los escribiera. Interpretar el libro de manera diferente es contradecir el libro mismo. Para nosotros, la mayor parte del Apocalipsis es historia: Ya sucedió. Una vez que aprehendemos este concepto, encontramos que el libro es fácil de entender y que los símbolos tienen completo sentido a la luz de los sucesos históricos reales que tuvieron lugar en el siglo primero.

¿Para quiénes se escribió Apocalipsis?

Juan dice que su libro está dirigido a "las siete iglesias que están en Asia" (1: 4), y debemos suponer que él quiso decir lo que dijo. Es claro que él esperaba que aún los más difícíles símbolos de la profecía pudieran ser entendidos por sus lectores del siglo primero (cf Apoc. 13: 18). Ni una sola vez dio a entender que su libro estaba escrito teniendo en mente el siglo veinte, ¡y que los cristianos desperdiciarían su tiempo intentando descifrarlo hasta que Uriah Smith publicara su libro Daniel y Apocalipsis en el siglo diecinueve! El libro de Apocalipsis tenía importancia primordial para sus lectores del siglo primero. Por supuesto, todavía es relevante para nosotros hoy día, al entender su mensaje y aplicar sus principios a nuestras vidas y nuestra cultura.

He aquí la evidencia de que el libro estaba dirigido a los cristianos del siglo primero:

"¿Era un libro, que había sido enviado por un apóstol a las iglesias de Asia Menor, con una bendición para sus lectores, meramente para ellos una jerga ininteligible, un enigma inexplicable? Difícilmente. Pero, si el libro tenía el propósito de revelar los secretos de tiempos distantes, ¿no debe haber sido, por necesidad, ininteligible para sus primeros lectores, y no sólo ininteligible, sino hasta impertinente e inútil? Si hablaba, como algunos [Uriah Smith] quieren hacernos creer, de hunos y godos y sarracenos, de emperadores medievales y de papas, de la Reforma protestante y de la Revolución Francesa, ¿qué posible interés o significado puede haber tenido para las iglesias cristianas de Éfeso, Esmirna, Filadelfia, y Laodicea? Especialmente cuando consideramos las circunstancias reales de aquellos cristianos primitivos - muchos de los cuales soportaban crueles sufrimientos y atroces persecuciones, y todos ellos esperando ansiosamente la llegada de la hora de la liberación, que ahora estaba a las puertas - ¿qué propósito podría haber tenido enviarles un documento que se les instaba a leer y a considerar, que se ocupaba principalmente de sucesos históricos tan distantes que estaban más allá de sus intereses, un documento tan oscuro que aun hoy día los críticos más despiertos difícilmente se ponen de acuerdo en algún punto en particular?

¿Es conceibible que un apóstol se burlase de los sufrimientos de los cristianos perseguidos de su tiempo con oscuras parábolas sobre épocas distantes? Si este libro tenía realmente el propósito de ministrar fe y consuelo a las mismas personas a las cuales se les envió, debe tratar incuestionablemente de asuntos en los que esas personas estuviesen práctica y personalmente interesadas. ¿Y no indica esta misma y obvia consideración la verdadera clave del Apocalipsis? ¿No debe, por necesidad, referirse a cuestiones de historia contemporánea? La única hipótesis sostenible y razonable es la de que el propósito del libro era que fuese entendido por sus lectores originales; pero esto es tanto como decir que debe ocuparse de los sucesos y transacciones de su propia época, y comprendidos dentro de un espacio de tiempo comparativamente breve".   
En consecuencia, el Libro de Apocalipsis está enfocado sobre la situación contemporánea de Juan y sus lectores del siglo primero. Fue escrito para mostrar a aquellos primeros cristianos que Jesús es Señor, "soberano de los reyes de la tierra". (Apoc. 1: 5). Muestra que Jesús es la clave de la historia mundial - que nada puede ocurrir aparte de Su voluntad soberana, que Él será glorificado en todas las cosas, y que Sus enemigos morderán el polvo. Los cristianos de ese tiempo se sentían tentados a entrar en componendas con el estatismo y las falsas religiones de su tiempo, y necesitaban este mensaje del absoluto dominio de Cristo sobre todos, para que pudieran ser fortalecidos en la lucha a la que eran llamados.

¿Qué significa la expresión los últimos días?

Los escritores del Nuevo Testamento entendían que ellos mismos vivían en los últimos días. Por ejemplo, Pedro dice que el derramamiento del Espíritu Santo en el día de Pentecostés era el cumplimiento de la profecía de Joel:

"Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu..." (Hechos 2: 16, 17, Joel 2: 28-32).
La expresión los postreros días no se refiere a los últimos días de la historia de la humanidad. En vez de eso, hace referencia a los últimos días de la antigua relación de pacto entre Dios y la nación israelita. Este era el fin de la "generación" de cuarenta años (Mat. 24: 34) entre la ascensión de Cristo (30 D. C.) y la caída de Jerusalén ante los romanos (70 D. C.). Por lo tanto, el libro de Apocalipsis no tiene que ver ni con el ámbito de la historia mundial ni con el fin del mundo, sino con sucesos que pertenecían al futuro cercano de Juan y sus lectores. El Apocalipsis es un "proceso jurídico de pacto", que profetizaba el derramamiento de la ira de Dios sobre Jerusalén.

La siguiente es una lista de algunos versículos del Nuevo Testamento que los cristianos indican que "los últimos días" ocurrirían en el siglo primero:

Estos versículos presentan un dilema a los cristianos. ¿Estaban los discípulos engañados y no inspirados al escribir estas afirmaciones? En ese caso, ¿podemos confiar en ellos acerca de todo lo demás que escribieron en el Nuevo Testamento?

¡La verdad es que no hay ningún dilema en absoluto! Los discípulos estaban viviendo en los "últimos días" del pacto de Dios con Israel. En cierto sentido, Jesús regresó en el año 70 D. C., tal como lo había prometido en Mateo 24, para tomar venganza de la nación judía.  Es claro que aquéllos eran los últimos días de la nación judía. No hay que confundir esto con el fin de la historia humana.

¿Representan las siete iglesias siete épocas de la historia de la iglesia cristiana?

En Apocalipsis 1: 4-6, Juan dirige su profecía a las siete iglesias de Asia. Por las descripciones que siguen (caps. 2-3), es obvio que Juan tiene en mente estas iglesias. La idea, propagada por Uriah Smith y Ellen White, de que estas iglesias representan "siete etapas de la historia espiritual de la iglesia" es mera ficción, sin ninguna evidencia objetiva, y se ha aplicado bastante arbitraria y selectivamente. Los que abogan por esta doctrina hacen por lo menos tres presuposiciones falsas:

¿Indica Apoc. 1:7 que habrá una resurrección especial de los que traspasaron a Cristo?

Uriah Smith y Ellen White proponen que habrá una resurrección especial de los que mataron a Cristo, para que puedan presenciar la Segunda Venida. Desafortunadamente, esta resurrección especial nunca se describe en ninguna parte de la Biblia. Se basa en una errada interpretación de Apocalipsis 1:7.

Apocalipsis 1: 7 anuncia el tema del libro, que es, no la Segunda Venida de Cristo, sino más bien la Venida de Cristo en juicio sobre Israel, para establecer la Iglesia como el nuevo Reino. Juan proclama que Jesús viene con las nubes, usando para el juicio una de las  imágenes bíblicas más familiares (cf. Gén. 15:17; Éx. 13:21-22; 14:19,20, 24; 19:9, 16-19; Sal. 18:8-14; 104:3; Isa. 19:1; Eze. 32:7-8; Mat. 24:30; Mar. 14:62; Hech. 2: 19). Una y otra vez, a través de toda la Biblia, la expresión "viene con las nubes" se refiere a un acto de juicio y venganza de Dios. Esta es la Nube de Gloria, el carruaje celestial de Dios, por medio del cual Él da a conocer su gloriosa presencia. La Nube es una revelación de su trono, pues Él viene a proteger a su pueblo y a destruir a los impíos. Una de las más impresionantes descripciones de la "venida en las nubes" de Dios es la profecía de Nahum contra Nínive (Nahum 1: 2-8):

"Jehová es Dios celoso y vengador; Jehová es vengador y lleno de indignación; se venga de sus adversarios, y guarda enojo para sus enemigos... Jehová marcha en la tempestad y el torbellino, y las nubes son el polvo de sus pies... Los montes tiemblan delante de él y los collados se derriten; la tierra se conmueve a su presencia, y el mundo, y todos los que en él habitan".
Así, su venida en las nubes trae juicio y liberación en la historia; no hay razón, ni en el uso bíblico general del término ni en su contexto inmediato aquí, para suponer que se quiere significar el fin literal del mundo físico. Juan está hablando del hecho, subrayado por los apóstoles a través del período de los "últimos días", de que una crisis se acercaba rápidamente. Como había prometido, Cristo vendría contra la presente generación "en las nubes", en airado juicio contra el Israel apóstata (Mat. 23-25). Y todo ojo le verá, y los que le traspasaron (los gentiles, Juan 19: 34, 37): Los que lo crucificaron le verían viniendo en juicio - esto es, experimentarían y comprenderían que Su venida significaría ira sobre la tierra (para el uso de la palabra, vea Mar. 1:44; Luc. 17:22; Juan 3:36; Rom. 15:21). El Señor había usado la misma terminología de Su venida contra Jerusalén al final de esa generación (Mat. 24:30), y hasta había advirtido al sumo sacerdote: "Veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo" (Mat. 26:64). En otras palabras, los apóstatas de aquella generación malvada comprenderían el significado de la Ascensión de Cristo, la definitiva Venida del Hijo del Hombre, el Segundo Adán (Dan. 7: 13). En la destrucción de su ciudad, su civilización, su templo, la totalidad de su orden mundial, entenderían que Cristo había ascendido a Su trono como Señor del cielo y de la tierra. Verían que el Hijo del Hombre había venido al Padre.

Jesús había dicho también que "se lamentarán todas las tribus de la tierra" en el día de su venida (Mat. 24:30), que "allí será el lloro y el crujir de dientes" (Mat. 24:51). Juan repite esto como parte del tema de su profecía: todas las tribus de la tierra [los judíos] se lamentarán por él. De esta manera, tanto Jesús como Juan reinterpretaron esta expresión, que había sido tomada prestada de Zacarías 12:10-14, donde ocurre en el contexto original del lamento de Israel en arrepentimiento. Pero Israel había ido demasiado lejos, más allá del punto en que todavía podía regresar; su lamento no sería de arrepentimiento, sino de terrible agonía y terror. Sin embargo, esto no niega las promesas de Zacarías. De hecho, a través del juicio de Cristo sobre Israel, por medio de su excomunión, el mundo se salvará; y, por medio de la salvación del mundo, Israel mismo se volverá nuevamente al Señor y será salvo (Rom. 11:11-12, 15, 23-24).

¿Quién es la bestia de Apocalipsis 13? ¿Son los católicos?

La bestia de Apocalipsis 13 surge del mar. En la Biblia, después de la caída, la imagen del abismo rugiente se usa y se desarrolla en la Escritura como símbolo del mundo en caos por medio de la rebelión de hombres y naciones contra Dios: "Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo" (Isa. 57:20; cf. Isa. 17:12). A Juan se le dice más tarde que "las aguas que has visto ... son pueblos, muchedumbres, naciones, y lenguas". (Apoc. 17:15). De esta caótica y rebelde masa de humanidad surgió Roma, un imperio entero fundado sobre la premisa de la oposición a Dios.

La bestia tiene diez cuernos y siete cabezas, una imagen (cf. Gén. 1: 26) del dragón (12:3), que le da a la bestia su poder y su trono y gran autoridad. Los diez cuernos coronados (poderes) de la bestia se explican en 17:1 en términos de los gobernadores de las diez provincias imperiales, mientras que las siete cabezas se explican en la línea de los Césares (17:9-11): Nerón es una de las "cabezas". En una parodia de pesadilla del Sumo Sacerdote bíblico, que llevaba el Nombre divino en su frente (Éx. 28:36-38), la bestia exhibe en sus cabezas nombres blasfemos: De acuerdo con la teología imperial romana, los Césares eran dioses. A cada emperador se le llamaba Augusto o Sebasto, que significa el que ha de ser adorado. También asumían el nombre divus (dios) y hasta los de Deus y Theos (Dios). Se les erigieron muchos templos por todo el imperio, especialmente, como hemos visto, en Asia Menor. Los Césares romanos recibían honores que correspondían sólo al único Dios verdadero; Nerón exigía obediencia absoluta, y hasta erigió una imagen de sí mismo de 120 pies de altura. Por esta razón, Pablo llamó a César "el hombre de pecado"; era, dijo Pablo, "hijo de perdición, que se opone y se levanta sobre todo lo que se llama Dios o es objeto de culto, tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios." (2 Tes. 2:3-4). Juan subraya este aspecto de la Bestia: "También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias... Y abrió su boca en blasfemias contra Dios" (13:5-6).


Los cristianos eran perseguidos por rehusar participar en este culto idólatra del emperador. Además, al Imperio Romano se le simboliza como a un animal voraz y feroz, salvaje y bajo maldición. Juan dice que el aspecto de la Bestia era el de un leopardo, con pies como de oso, y una boca como de león. Éstos son también los mismos animales (listados en orden inverso) que se usan para describir los tres primeros de los cuatro grandes imperios mundiales de Dan. 7:1-6 (Babilonia, Medo-Persia, y Grecia; cf. La descripción de Daniel de los mismos imperios bajo un símbolo diferente, en Dan. 2:31-45).  El cuarto imperio, Roma, participa de las características malvadas y bestiales de los otros imperios, pero es mucho peor: "He aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies, y era muy diferente de todas las bestias que vi antes de ella, y tenía diez cuernos" (Dan. 7:7). Como hemos notado en 12:3, este es el origen de los diez cuernos y las siete cabezas del dragón (y de la bestia) (las tres cabezas de las bestias 1, 2, y 4, más las cuatro cabezas de la bestia 3: Dan. 7:6). La bestia del Apocalipsis es claramente el Imperio Romano el cual, que "combinaba en sí mismo todos los elementos de lo terrible y lo opresor que había existido en la suma de los otros grandes imperios que lo precedieron; su extensión era también igual a la de todos ellos unidos".


La bestia recibe una herida en la cabeza que debería hacernos pensar en la escena en el Jardín de Edén, cuando Dios prometió que Cristo vendría y aplastaría la cabeza del dragón (Gén. 3: 15). Daniel había profetizado que en los días de los gobernantes romanos, el Reino de Cristo aplastaría y reemplazaría los imperios satánicos, llenando la tierra. En consecuencia, el testimonio apostólico proclamó que el reino de Cristo había venido, que el diablo había sido derrotado, desarmado, y atado, y que todas las naciones comenzarían a moverse en dirección del monte de la casa del Señor. Dentro de la primera generación, el Evangelio se propagó rápidamente alrededor del mundo y a todas las naciones; surgieron iglesias por todas partes, y los propios miembros de la casa de César vinieron a la fe (Fil. 4:22). En realidad, Tiberio César hasta solicitó formalmente que el Senado Romano reconociera oficialmente la divinidad de Cristo. Por un tiempo, por lo tanto, pareció como si estuviera ocurriendo un golpe: la cristiandad estaba en ascenso, y pronto obtendría el control. La cabeza de Satanás había sido aplastada, y con ella el Imperio Romano había sido herido de muerte por medio de la espada (véase 13:14) del evangelio. Pero entonces la situación se invirtió. Aunque el Evangelio se había esparcido por todas partes, también lo habían hecho las herejías y la apostasía; y bajo la persecución de los judíos y del Estado Romano, gran número de cristianos comenzó a apostatar (1 Tim. 1:3-7, 19-20; 4:1-3; 6:20-21; 2 Tim. 2:16-18; 3:1-9, 13; 4:10, 14-16; Tit. 1:10-16; 1 Juan 2:18-19).


El Nuevo Testamento da la clara impresión de que la mayoría de las iglesias apostató y abandonó la fe; bajo la persecución de Nerón, la Iglesia parecía haber sido extirpada por completo. La bestia había recibido la herida en la cabeza, la herida mortal, pero todavía vivía. Por supuesto, la verdad era que Cristo había derrotado al dragón y a la bestia; pero las implicaciones de su victoria todavía tenían que ser dilucidadas; los santos todavía tenían que vencer, y tomar posesión (cf. Dan. 7:21-22; Apoc. 12:11). Y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia; y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella? Juan no está diciendo que el mundo (la "tierra") seguiría a la bestia; la palabra que él usa aquí debería traducirse tierra, que significa Israel. Sabemos esto porque el contexto identifica a los adoradores de la bestia como los que moran en la tierra (Apoc. 13: 8,12,14) - un frase técnica que se usa doce veeces en Apocalipsis para denotar al Israel apóstata (véase el comentario arriba acerca de 3:10). Por supuesto, es verdad que Nerón era amado por todo el imperio como el benévolo proveedor de bienestar y entretenimiento. Pero es Israel en particular el que es condenado por adorar al Emperador. Teniendo que escoger entre Cristo y César, habían proclamado: No tenemos más rey que César.


A la bestia se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses y para hacer guerra contra los santos y vencerlos. El período de 42 meses (o tres años y medio, un siete dividido) es una figura simbólica en lenguaje profético, que significa tiempo de tribulación cuando los enemigos de Dios están en el poder, o cuando se administra juicio, mientras el pueblo de Dios espera la venida del Reino (la bestia oprimió a los santos del Antiguo Pacto por 42 generaciones, de acuerdo con Mateo 1: 1-17). En el uso profético, este período no es principalmente literal, aunque es interesante notar que la persecución de la Iglesia por parte de Nerón en realidad duró 42 meses completos, desde mediados de noviembre del año 64 hasta comienzos del año 68.

¿A quién pertenece el número 666? ¿Al Papa?

La bestia de Apoc. 13 no es sólo una institución, sino una persona; específicamente, como veremos, es el Emperador Nerón. Esto es así porque, en particular por la manera en que la Biblia considera las cosas, los dos pueden considerarse como uno sólo. Hasta cierto punto, desde el punto de vista de los pactos, Roma se identificaba con su dirigente, como la raza humana se identificaba con Adán; el Imperio estaba personificado y representado en el César reinante (Nerón). De esta manera, la profecía de Juan puede ir y venir entre ellos, o considerarlos juntos, bajo la misma designación. Y tanto Nerón como el Imperio estaban sumergidos en actividades degradantes, degeneradas, y bestiales. Nerón, que asesinó a numerosos miembros de su propia familia (incluyendo a su esposa embarazada, a la cual mató a puntapiés); que era homosexual, la etapa final en la degeneración (Rom. 1:24-32); cuyo afrodisíaco favorito consistía en observar a la gente sufrir las torturas más horripilantes y repugnantes; que se vestía como bestia salvaje para atacar y violar a prisioneros y prisioneras; que usaba los cadáveres de los cristianos que ardían en la hoguera como "velas romanas" originales para iluminar sus degradantes fiestas en sus jardines; que inició la primera persecución imperial contra los cristianos sobre la tierra, y dio la tónica para sus súbditos. Roma era la cloaca moral del mundo.

Los idiomas antiguos usaban cada letra del alfabeto como numeral también; así, el "número" del nombre de cualquier persona podía ser calculado simplemente sumando los valores numéricos de sus letras. Claramente, Juan esperaba que sus lectores contemporáneos pudieran usar este método para descubrir el nombre de la Bestia - indicando así, nuevamente, el mensaaje contemporáneo de Apocalipsis; Juan no esperaba que sus lectores dieran con el nombre de algún oficial del siglo 20 o el de algún dirigente religioso durante la Edad Media. Al mismo tiempo, sin embargo, Juan les dice a sus lectores que no será tan fácil como ellos podrían creer: se necesitará alguien "que tenga entendimiento." Porque Juan no dio un número que pudiera ser calculado en griego, que es lo que esperaría un oficial romano que leyera Apocalipsis buscando material subversivo. El elemento inesperado en el cómputo era que tenía que ser calculado en hebreo, un idioma que por lo menos algunos miembros de las iglesias conocerían. Para entonces, sus lectores habrían adivinado que estaba hablando de Nerón, y los que entendían hebreo probablemente lo entendieron instantáneamente. Los valores numéricos de las letras hebreas de Nerón César (Nero Caesar) suman 666. Los bíblicamente informados lectores de Juan habrían ya reconocido muchas indicaciones claras de la identidad de la Bestia como Roma (de hecho, ya sabían esto después de leer el libro de Daniel). Ahora Nerón ha aparecido en escena como el primer gran perseguidor de la Iglesia, la encarnación de la cualidad de 666 del Imperio, y he aquí, su mismo nombre tiene el valor de 666.


Es significativo que "todos los primeros escritores cristianos de Apocalipsis, desde Ireneo hasta Victorio de Pettau y Cómodo en el siglo cuarto, Andreas en el quinto, y San Beato en el octavo, conectan a Nerón, o algún emperador romano, con el Apocalipsis. "No debería haber ninguna duda razonable acerca de la identidad de la Bestia. Juan estaba escribiendo para los cristianos del siglo primero, advirtiéndoles de las cosas que habrían de suceder "pronto." Estaban comprometidos en la batalla más crucial de la historia, contra el Dragón y el malvado Imperio que poseía. El propósito del libro de Apocalipsis era confortar a la Iglesia con la certeza de que Dios estaba en control, de manera que hasta el terrible poder del dragón y de la bestia no podría sostenerse delante de los ejércitos de Cristo Jesús.

¿Quién era la bestia semejante a un cordero que subía de la tierra en Apoc. 13? ¿Los Estados Unidos?

Así como la bestia que subía del mar era la imagen del dragón, así también vemos otra criatura que es imagen de la bestia. Juan la vio subiendo de la tierra, de dentro de Israel mismo. En 16:13 y 19:20, se nos dice la identidad de esta Bestia terrestre. Es el Falso Profeta, que representa lo que Jesús había predicho que tendría lugar en los últimos días de Israel:

"Vendrán muchos en mi nombre, diciendo: 'Yo soy el Cristo,' y a muchos engañarán... Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos" (Mat. 24:5,11).
El surgimiento de los falsos profetas es paralelo con el de los anticristos; pero, mientras los anticristos habían apostatado hacia el judaísmo desde dentro de la iglesia, los falsos profetas era dirigentes religiosos judíos que buscaban seducir a los cristianos desde fuera. Como ha observado Cornelis Vanderwaal, "En las Escrituras, la falsa profecía aparece sólo dentro del contexto del pacto". Es una imitación de la verdadera profecía, y opera en relación con el pueblo del pacto. Moisés había advertido que se levantarían falsos profetas desde dentro del pueblo del pacto, haciendo señales y maravillas (Deut. 13:1-5).

Los falsos profetas judíos tenían la apariencia de un cordero, como Jesús había advertido:

"Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces" (Mat. 7:15).
Esta es una referencia, no sólo al disfraz del falso profeta como miembro de la grey de Dios, sino a sus pretensiones específicamente mesiánicas. En realidad, era un lobo, una bestia, que hablaba como dragón. ¿Cómo habla un dragón? Usa un lenguaje engañoso, sutil, seductor, para alejar al pueblo de Dios de la fe y llevarlo a una trampa (Gén. 3:1-6; 13; 2 Cor. 1:3; Apoc. 12:9); además, es mentiroso, calumniador, y blasfemo (Juan 8:44; Apoc. 12:10). El libro de los Hechos registra numerosos ejemplos de falso testimonio draconiano cometido por los judíos contra los cristianos, un problema de grandes proporciones para la iglesia primitiva (Hech. 6:9-15; 13:10; 14:2-5; 17:5-8; 18:6, 12 - 13; 19:9; 21:27-36; 24:1-9; 25:2-3, 7). Los dirigentes judíos, simbolizados por esta bestia que surge de la tierra, unieron sus fuerzas con las de la  bestia de Roma en un intento para destruir la Iglesia (Hech. 4:24-28; 12:1-3; 13:8; 14:5; 17:5-8; 18:12-13; 21:11; 24:1-9; 25:2-3,9,24). De esta manera, la bestia ejerce toda la autoridad de la primera bestia: "Así como la primera bestia es el agente del dragón, la segunda bestia es el agente de la primera bestia. 'Toda la autoridad' convierte a la segunda bestia en el agente total de la primera". El judaísmo apóstata vino a estar completamente subordinado al estado romano. Esto es subrayado por la afirmación de Juan (repetida en el versículo 14) de que el falso profeta ejerció la autoridad de la bestia en su presencia. Esto contrasta directamente con la función del verdadero profeta, que permaneció de pie "delante [del rostro] del Señor", en la presencia de Dios, bajo Su autoridad y bendición (1 Sam. 1:22; 2:18; 1 Reyes 17:1; cf. Núm. 6:24-26; Oseas 6:2; Jonás 1:3,10).

Y hacía que a todos se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente, y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. El libro de los Hechos está tachonado de incidentes de persecución organizada por parte de los judíos contra la Iglesia (Hech. 4:1-3, 15-18; 5:17-18, 27-33, 40; 6:8-15; 7:51-60; 9:23,29; 13:45-50; 14:2-5; 17:5-8, 13; 18:17; 20:3; 22:22-23; 23:12, 20-21; 24:27; 26:21; 28:17-29; cf. 1 Tes. 2:14-16). En fin de cuentas, todo esto servía a los intereses del César contra Cristo y la Iglesia; y, por supuesto, la "marca de la bestia" es la parodia satánica del "sello de Dios" en la frente y la mano de los justos (3:12; 7:2-4; 14:1), la marca de la completa obediencia a la Ley en pensamiento y obra (Deut. 6:6-8), la marca de bendición y protección (Eze. 9:4-6), la señal de que uno es SANTO AL SEÑOR (cf. 28:36). Israel ha rechazado a Cristo y está "marcado" con el sello de la completa soberanía de Roma; Israel ha entregado toda su lealtad al César, y obedece su gobierno y su ley. Israel escogió ser salvo por medio del estado pagano, y persiguió a los que buscaban salvación en Cristo.

El Nuevo Testamento proporciona abundante testimonio de este hecho. La jerarquía judía estaba inmersa en un intento organizado y a gran escala para destruir la Iglesia por medio del engaño y la persecución. En la búsqueda de esta meta diabólica, se unieron en conspiración con el gobierno romano contra el cristianismo. Algunos de ellos lograron hacer milagros al servicio de Satanás. Todo esto es exactamente lo que se nos dice de la Bestia que subía de la tierra. El falso profeta de Apocalipsis representa nada menos que a los dirigentes del Israel apóstata, que rechazaron a Cristo y adoraron a la bestia.

¿Quién es la ramera de Apocalipsis 17?

Puesto que la mujer está sentada sobre la bestia de siete cabezas y se llama Babilonia, algunos han pensado que representa la ciudad de Roma. Pero, puesto que la bestia misma es Roma, esto sería redundante; Babilonia se usa para referirse a un enemigo de Dios, que en este caso es Jerusalén.

Hay varias razones para identificar a la ramera con Jerusalén. La ramera se llama Babilonia. A Babilonia se la llama la gran ciudad en Apocalipsis 14:8; Apocalipsis 1:8, donde ocurre la primera mención de la gran ciudad, se refiere al lugar donde nuestro Señor fue crucificado, que era Jerusalén. Ella es grande a causa de su posición en relación con el pacto del Antiguo Testamento. Anteriormente, Jerusalén había sido llamada por nombres paganos comparables con el de Babilonia, como en Apoc. 11:8, donde "en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto". Esto es así porque ella actúa como el enemigo de Dios. En Isaías 1:9-10, Dios llama a Jerusalén "Sodoma y Gomorra" a causa de su pecaminosidad.

Según Apocalipsis 17:6, 16:6, y 18:21, 24, la ramera está llena de la sangre de los santos. A través de todo el libro de los Hechos, a Jerusalén se la presenta como la perseguidora del cristianismo:

Hechos 7:51-52: "¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros. ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores".
Según Mateo 23:34-36, Jesús dijo en el contexto del discurso del Monte de los Olivos:
"Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad; para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matásteis entre el templo y el altar. De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación".
La ramera está ataviada con las vestiduras de colores de los sacerdotes judíos, de acuerdo con Apocalipsis 17:4. Éxodo 28 prescribe estos colores para el Sumo Sacerdote. También, el Sumo Sacerdote llevaba una tiara en la frente con una leyenda que decía: "Santidad a Jehová" (Éxodo 28:36-38). Esta ramera tiene una tiara blasfema en la frente. Apocalipsis 17:5. Se suponía que era santa al Señor, pero se ha convertido en madre de rameras.

Hay un contraste literario obvio entre la ramera y la novia que baja del cielo. Si comparamos Apocalipsis 21 con Apocalipsis 17, vemos a dos mujeres: una es una ramera, la otra una novia; una es la Jerusalén que está arriba, la otra es la Jerusalén que está abajo. En Gálatas 4:25-26, Pablo habla de estas dos Jerusalenes:

"Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jersualén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre".
Nótese cómo Juan es presentado a la ramera, y cómo es presentado a la novia. Son imágenes idénticas pero negativas.
Apocalipsis 17:1. "Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas".

Apocalipsis 21:9. "Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero".
 

La ramera está sentada sobre la bestia de siete cabezas, que obviamente representa a Roma. Esto indica, no la identidad con Roma, sino alguna forma de alianza con Roma. Fueron los judíos los que exigieron la crucifixión de Cristo. Cuando Pilato quiso soltarlo porque no encontró culpa en él, los judíos dijeron en
Juan 19:15. "Pero ellos gritaron: ¡Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César".
Los judíos se ponían del lado del César contra Jesús. Los judíos constantemente se agitaban contra los cristianos para hacer que los romanos se involucraran en la persecución de aquéllos. Según Hechos 17:7, los cristianos fueron acusados por los judíos de predicar un rey contrario a los decretos del César. La ramera está sentada sobre la bestia porque Jerusalén dependía de Roma para perseguir a los cristianos.

¿Cuándo se escribió el libro de Apocalipsis?

Hay evidencias significativas de que fue escrito antes del año 70 D. C.

¡Deseo estudiar este tema más profundamente! ¿Dónde puedo encontrar más información?

Days of Vengeance [Días de Retribución] * ha sido llamado "el mejor y más completo comentario jamás escrito sobre el libro de Apocalipsis". Este novedoso estudio versículo por versículo sobre el libro de Apocalipsis, escrito por un destacado teólogo cristiano, proporciona evidencia sustancial de que gran parte del Apocalipsis se cumplió en el siglo primero de la era cristiana.

*Hay una traducción al español en http://www.oocities.org/quirosroman/index.html


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