PREGUNTAS FRECUENTES
SOBRE APOCALIPSIS
Por Dirk Anderson
(Las respuestas representan la opinión
personal del autor)
Tomado
de The Ellen G. White Research Project
¿Por qué es Apocalipsis
tan difícil de entender para los Adventistas del Séptimo
Día y otros?
La razón de que hoy día
mucha gente encuentre a Apocalipsis difícil de entender es que están
tratando de aplicar las profecías y símbolos de Apocalipsis
de una manera que nunca fue el propósito que se entendiera.
La verdad es que el libro de Apocalipsis
se escribió para los cristianos que vivían en la generación
del apóstol Juan. Nos equivocamos al interpretarlo futurísticamente,
como si su mensaje fuera principalmente para 2000 años después
de que Juan lo escribiera. Por supuesto, los sucesos que Juan predijo eran
"para el futuro" de Juan y sus lectores; pero, como lo indica Juan en su
libro, los eventos ocurrirían poco tiempo después
de que él los escribiera. Interpretar el libro de manera diferente
es contradecir el libro mismo. Para nosotros, la mayor parte del Apocalipsis
es historia: Ya sucedió. Una vez que aprehendemos este concepto,
encontramos que el libro es fácil de entender y que los símbolos
tienen completo sentido a la luz de los sucesos históricos reales
que tuvieron lugar en el siglo primero.
¿Para quiénes se
escribió Apocalipsis?
Juan dice que su libro está
dirigido a "las siete iglesias que están en Asia" (1: 4), y debemos
suponer que él quiso decir lo que dijo. Es claro que él esperaba
que aún los más difícíles símbolos de
la profecía pudieran ser entendidos por sus lectores del siglo primero
(cf Apoc. 13: 18). Ni una sola vez dio a entender que su libro estaba escrito
teniendo en mente el siglo veinte, ¡y que los cristianos desperdiciarían
su tiempo intentando descifrarlo hasta que Uriah Smith publicara su libro
Daniel
y Apocalipsis en el siglo diecinueve! El libro de Apocalipsis tenía
importancia primordial para sus lectores del siglo primero. Por supuesto,
todavía es relevante para nosotros hoy día, al entender su
mensaje y aplicar sus principios a nuestras vidas y nuestra cultura.
He aquí la evidencia de que
el libro estaba dirigido a los cristianos del siglo primero:
-
Primero, está el tono general
del libro, que se ocupa de los mártires (véase, por ejemplo,
6:9; 7:14; 12:11). El tema es claramente la actual situación de
las iglesias: El Apocalipsis se escribió a una iglesia sufriente
para consolar a los creyentes durante el tiempo de prueba (que tuvo lugar
bajo el gobierno de Nerón). Las observaciones de J. Stuart Russell
sobre este punto son particularmente oportunas:
"¿Era
un libro, que había sido enviado por un apóstol a las
iglesias de Asia Menor, con una bendición para sus lectores,
meramente para ellos una jerga ininteligible, un enigma inexplicable?
Difícilmente. Pero, si el libro tenía el propósito
de revelar los secretos de tiempos distantes, ¿no debe haber
sido, por necesidad, ininteligible para sus primeros lectores, y no
sólo ininteligible, sino hasta impertinente e inútil? Si
hablaba, como algunos [Uriah Smith] quieren hacernos creer, de hunos y
godos y sarracenos, de emperadores medievales y de papas, de la Reforma
protestante y de la Revolución Francesa, ¿qué
posible interés o significado puede haber tenido para las
iglesias cristianas de Éfeso, Esmirna, Filadelfia, y Laodicea?
Especialmente cuando consideramos las circunstancias reales de aquellos
cristianos primitivos - muchos de los cuales soportaban crueles
sufrimientos y atroces persecuciones, y todos ellos esperando
ansiosamente la llegada de la hora de la liberación, que ahora
estaba a las puertas - ¿qué propósito
podría haber tenido enviarles un documento que se les instaba a
leer y a considerar, que se ocupaba principalmente de sucesos
históricos tan distantes que estaban más allá de
sus intereses, un documento tan oscuro que aun hoy día los
críticos más despiertos difícilmente se ponen de
acuerdo en algún punto en particular?
¿Es conceibible que un apóstol se burlase de los
sufrimientos de los cristianos perseguidos de su tiempo con oscuras
parábolas sobre épocas distantes? Si este libro
tenía realmente el propósito de ministrar fe y consuelo a
las mismas personas a las cuales se les envió, debe
tratar incuestionablemente de asuntos en los que esas personas
estuviesen práctica y personalmente interesadas. ¿Y no
indica esta misma y obvia consideración la verdadera clave del
Apocalipsis? ¿No debe, por necesidad, referirse a cuestiones de
historia contemporánea? La única hipótesis
sostenible y razonable es la de que el propósito del libro era
que fuese entendido por sus lectores originales; pero esto es tanto
como decir que debe ocuparse de los sucesos y transacciones de su
propia época, y comprendidos dentro de un espacio de tiempo
comparativamente breve".
- Segundo, Juan escribe que el libro concierne a "las cosas que deben suceder pronto" (1:1), y advierte que "el tiempo está cerca"
(1:3). Para que no dejemos de verlo, Juan dice nuevamente, al final de
su libro, que "el Señor, el Dios de los espíritus de los
profetas, ha enviado su ángel para mostrar a sus siervos las
cosas que deben suceder pronto" (22:6). Hay que subrayar que la expresión griega que equivale a la palabra inglesa que corresponde a pronto
significa precisamente eso, en breve plazo, y los que primero leyeron
la frase no habrían entendido su significado en ningún
otro sentido (cf. Lucas 18:8; Hechos 12:7; 22:18; 25:4; Rom. 16:20;
Apoc. 22:6). Una interpretación futurista queda refutada en el mismísimo primer versículo de Apocalipsis.
Dado que una prueba importante de un verdadero profeta es que sus
predicciones se cumplan (Deut. 18:21-22), los lectores de Juan del
siglo primero tenían toda la razón al esperar que su
libro tuviera importancia inmediata. No se puede hacer que las palabras
pronto y cerca
signifiquen nada diferente de lo que dicen. Algunos objetarán
esto basándose en 2 Pedro 3:8, de que "para con el Señor,
un día es como mil años, y mil años como un
día". Pero el contexto allí es completamente diferente.
Pedro está exhortando a sus lectores del siglo primero a tener
paciencia con respecto a las promesas de Dios, asegurándoles que
la fidelidad de Dios a su santa palabra no se agotará ni
disminuirá. El libro de Apocalipsis no trata de la segunda
venida de Cristo. Trata de la destrucción de Israel y la
victoria de Cristo sobre sus enemigos en el establecimiento del tempo
del nuevo pacto. La verdad es que, como veremos, la palabra venida,
como se usa en el libro de Apocalipsis, nunca se refiere a la Segunda
Venida. Apocalipsis profetiza el juicio de Dios sobre el Israel
apóstata; y aunque es verdad que apunta brevemente a sucesos que
están más allá de su interés inmediato, eso
se hace sólo como "resumen", para mostrar que los impíos
jamás prevalecerán contra el reino de Cristo. Pero el
enfoque principal de Apocalipsis es sobre sucesos que habrían de
tener lugar pronto.
- Tercero, Juan identifica ciertas situaciones
como contemporáneas: En 13: 18, él claramente estimula a
sus lectores contemporáneos a calcular el "número de la bestia"
y descifrar su significado; en 17: 10, uno de los siete reyes está
actualmente en el trono; y Juan nos dice que la gran ramera "es [tiempo
presente] la gran ciudad, que reina [tiempo presente] sobre los reyes de
la tierra". (17: 18). Nuevamente, era el propósito de que Apocalipsis
fuera entendido en términos de su importancia contemporánea.
Una interpretación futurista se opone completamente a la manera
en que Juan mismo interpreta su propia profecía.
-
Cuarto, debemos notar cuidadosamente
las palabras del ángel en 22: 10: "No selles las palabras de la
profecía de este libro, porque el tiempo está cerca". Nuevamente,
por supuesto, se nos dice explícitamente que la profecía
es contemporánea en naturaleza. Pero hay más. La declaración
del ángel contrasta con la orden que Daniel recibió al fin
de su libro: "Cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del
fin". (Daniel 12: 4). A Daniel se le ordenó específicamente
que sellara su profecía, porque se refería al "fin", en el
futuro distante. Pero a Juan se le dice que no selle su profecía,
porque el tiempo al que se refiere está cerca.
En consecuencia, el Libro de Apocalipsis
está enfocado sobre la situación contemporánea de
Juan y sus lectores del siglo primero. Fue escrito para mostrar a aquellos
primeros cristianos que Jesús es Señor, "soberano de los
reyes de la tierra". (Apoc. 1: 5). Muestra que Jesús es la clave
de la historia mundial - que nada puede ocurrir aparte de Su voluntad soberana,
que Él será glorificado en todas las cosas, y que Sus enemigos
morderán el polvo. Los cristianos de ese tiempo se sentían
tentados a entrar en componendas con el estatismo y las falsas religiones
de su tiempo, y necesitaban este mensaje del absoluto dominio de Cristo
sobre todos, para que pudieran ser fortalecidos en la lucha a la que eran
llamados.
¿Qué significa
la expresión
los últimos días?
Los escritores del Nuevo Testamento
entendían que ellos mismos vivían en los últimos
días. Por ejemplo, Pedro dice que el derramamiento del Espíritu
Santo en el día de Pentecostés era el cumplimiento de la
profecía de Joel:
"Mas esto es lo dicho por
el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, derramaré
de mi Espíritu..." (Hechos 2: 16, 17, Joel 2: 28-32).
La expresión los postreros
días no se refiere a los últimos días de la historia
de la humanidad. En vez de eso, hace referencia a los últimos días
de la antigua relación de pacto entre Dios y la nación israelita.
Este era el fin de la "generación" de cuarenta años (Mat.
24: 34) entre la ascensión de Cristo (30 D. C.) y la caída
de Jerusalén ante los romanos (70 D. C.). Por lo tanto, el libro
de Apocalipsis no tiene que ver ni con el ámbito de la historia
mundial ni con el fin del mundo, sino con sucesos que pertenecían
al futuro cercano de Juan y sus lectores. El Apocalipsis es un "proceso
jurídico de pacto", que profetizaba el derramamiento de la ira de
Dios sobre Jerusalén.
La siguiente es una lista de algunos
versículos del Nuevo Testamento que los cristianos indican que "los
últimos días" ocurrirían en el siglo primero:
-
Jesús a sus doce apóstoles:
-
... no acabaréis de recorrer
todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre. (Mat.
10: 23).
-
Jesús a sus discípulos:
-
... hay algunos de los que están
aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al
Hijo del Hombre viniendo en su reino. (Mat. 16: 28).
-
Jesús a sus discípulos:
-
... no pasará esta generación
hasta que todo esto acontezca. (Mat. 24: 34; véase Luc. 21: 32).
-
Pablo a todos los amados de Dios
en Roma:
-
... es ya hora de levantarnos del sueño;
porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación
que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el
día. (Rom. 13: 11, 12).
-
A los hebreos:
-
Dios ... en estos últimos
días nos ha hablado por el Hijo ... (Heb. 1: 1, 2).
-
Santiago a las doce tribus de la
dispersión:
-
... la venida del Señor se acerca....
el juez está delante de la puerta. (Sant. 5: 7-9).
-
Pedro a los que residen como extranjeros:
-
... según su grande misericordia
nos
hizo... que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para
alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada
en el tiempo postrero. (1 Ped. 1: 3, 5).
-
... vosotros ... seáis hallados
en alabanza, gloria, y honra cuando sea manifestado Jesucristo. (1 Ped.
1: 6, 7).
-
... gracia que se os traerá
cuando Jesucristo sea manifestado. (1 Ped. 1: 13).
-
El fin de todas las cosas se acerca...
(1 Ped. 4: 7).
-
Porque es tiempo de que el juicio comience
por la casa de Dios ... (1 Ped. 4: 17).
-
Juan a los que han creído
en el nombre del Hijo de Dios:
-
Y el mundo pasa ... (1 Juan 2: 17).
-
Hijitos, ya es el último tiempo
... por esto conocemos que es el último tiempo. (1 Juan 2: 18).
-
La revelación de Jesucristo
comunicada a sus siervos por medio de Juan:
-
La revelación de Jesucristo,
que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder
pronto
... (Apoc. 1: 1).
-
... porque el tiempo está cerca.
(Apoc. 1: 3).
-
Yo vengo pronto. (Apoc. 3: 11).
-
... Vengo pronto. (Apoc. 22: 7).
-
... No selles las palabras de la profecía
de este libro, porque el tiempo está cerca. (apoc. 22: 10).
-
He aquí yo vengo pronto... (Apoc.
22: 12).
-
Ciertamente, vengo en breve. (Apoc.
22: 20).
Estos versículos presentan un
dilema a los cristianos. ¿Estaban los discípulos engañados
y no inspirados al escribir estas afirmaciones? En ese caso, ¿podemos
confiar en ellos acerca de todo lo demás que escribieron en el Nuevo
Testamento?
¡La verdad es que no hay ningún
dilema en absoluto! Los discípulos estaban viviendo en los "últimos
días" del pacto de Dios con Israel. En cierto sentido, Jesús
regresó en el año 70 D. C., tal como lo había prometido
en Mateo 24, para tomar venganza de la nación judía.
Es claro que aquéllos eran los últimos días de la
nación judía. No hay que confundir esto con el fin de la
historia humana.
¿Representan las siete
iglesias siete épocas de la historia de la iglesia cristiana?
En Apocalipsis 1: 4-6, Juan dirige
su profecía a las siete iglesias de Asia. Por las descripciones
que siguen (caps. 2-3), es obvio que Juan tiene en mente estas iglesias.
La idea, propagada por Uriah Smith y Ellen White, de que estas iglesias
representan "siete etapas de la historia espiritual de la iglesia" es mera
ficción, sin ninguna evidencia objetiva, y se ha aplicado bastante
arbitraria y selectivamente. Los que abogan por esta doctrina hacen por
lo menos tres presuposiciones falsas:
-
Primero, la doctrina de las "siete
etapas" presupone que Apocalipsis abarca toda la historia cristiana, de
principio a fin. ¿Quién dice que el Libro de Apocalipsis
abarca la historia de la iglesia? Juan ciertamente no lo dice. Lo único
que afirma es que la profecía abarca "las cosas que han de suceder
pronto" (1: 1), y que el tiempo del cual él habla está cerca
(1: 3). Así, la más básica de las presuposiciones
de la posición de las "siete etapas" es completamente falsa.
-
La segunda presuposición sostiene
que la iglesia terminará en derrota y apostasía: Se supone
que la iglesia de Laodicea, tibia, virtualmente apóstata, acerca
de la cual Cristo no tiene nada bueno que decir (3: 14-22), simboliza la
iglesia de Jesucristo al final del tiempo. (Un corolario de este punto
de vista es que los "últimos días" de que hablan las Escrituras,
en los cuales la apostasía está por doquier, son en realidad
los últimos días de la historia de la tierra). Discrepamos
con ese punto de vista y afirmamos que la Iglesia termina victoriosa y
triunfante. Pero es importante notar que la idea de la apostasía
al final del tiempo es una presuposición de la posición de
las "siete etapas", y que los que la sostienen están suponiendo
lo que intentan probar.
-
La tercera presuposición es
que estamos viviendo en la última etapa de la iglesia (nuevamente,
debemos notar que esta gente son a menudo incapaces de imaginarse a sí
mismos viviendo en cualquier tiempo que no sea la culminación de
la historia). Esta presuposición es errónea. Las profecías
de la gloriosa condición de la iglesia, que se han de cumplir antes
del regreso de Cristo, están lejos de haberse cumplido. Puede que
falten miles de años antes del fin. ¡Todavía estamos
en la iglesia primitiva! Y, mientras está de moda que los modernos
intelectuales cristianos hablen de nuestra civilización como "post-cristiana,"
deberíamos darle vuelta a eso y convertirlo en bíblicamente
exacto: Nuestra cultura no es post-cristiana -- ¡nuestra cultura
es en su mayor parte pre-cristiana!
¿Indica Apoc. 1:7 que habrá
una resurrección especial de los que traspasaron a Cristo?
Uriah Smith y Ellen White proponen que habrá una
resurrección especial de los que mataron a Cristo, para que puedan
presenciar la Segunda Venida. Desafortunadamente, esta resurrección
especial nunca se describe en ninguna parte de la Biblia. Se basa en una
errada interpretación de Apocalipsis 1:7.
Apocalipsis 1: 7 anuncia el tema del libro, que es, no
la Segunda Venida de Cristo, sino más bien la Venida de Cristo en
juicio sobre Israel, para establecer la Iglesia como el nuevo Reino. Juan
proclama que Jesús viene con las nubes, usando para el juicio una
de las imágenes bíblicas más familiares (cf.
Gén. 15:17; Éx. 13:21-22; 14:19,20, 24; 19:9, 16-19; Sal.
18:8-14; 104:3; Isa. 19:1; Eze. 32:7-8; Mat. 24:30; Mar. 14:62; Hech. 2:
19). Una y otra vez, a través de toda la Biblia, la expresión
"viene con las nubes" se refiere a un acto de juicio y venganza de Dios.
Esta es la Nube de Gloria, el carruaje celestial de Dios, por medio del
cual Él da a conocer su gloriosa presencia. La Nube es una revelación
de su trono, pues Él viene a proteger a su pueblo y a destruir a
los impíos. Una de las más impresionantes descripciones de
la "venida en las nubes" de Dios es la profecía de Nahum contra
Nínive (Nahum 1: 2-8):
"Jehová es Dios celoso y vengador; Jehová
es vengador y lleno de indignación; se venga de sus adversarios,
y guarda enojo para sus enemigos... Jehová marcha en la tempestad
y el torbellino, y las nubes son el polvo de sus pies... Los montes tiemblan
delante de él y los collados se derriten; la tierra se conmueve
a su presencia, y el mundo, y todos los que en él habitan".
Así, su venida en las nubes trae juicio y liberación
en la historia; no hay razón, ni en el uso bíblico general
del término ni en su contexto inmediato aquí, para suponer
que se quiere significar el fin literal del mundo físico. Juan está
hablando del hecho, subrayado por los apóstoles a través
del período de los "últimos días", de que una crisis
se acercaba rápidamente. Como había prometido, Cristo vendría
contra la presente generación "en las nubes", en airado juicio contra
el Israel apóstata (Mat. 23-25). Y todo ojo le verá, y los
que le traspasaron (los gentiles, Juan 19: 34, 37): Los que lo crucificaron
le verían viniendo en juicio - esto es, experimentarían y
comprenderían que Su venida significaría ira sobre la tierra
(para el uso de la palabra, vea Mar. 1:44; Luc. 17:22; Juan 3:36; Rom.
15:21). El Señor había usado la misma terminología
de Su venida contra Jerusalén al final de esa generación
(Mat. 24:30), y hasta había advirtido al sumo sacerdote: "Veréis
al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en
las nubes del cielo" (Mat. 26:64). En otras palabras, los apóstatas
de aquella generación malvada comprenderían el significado
de la Ascensión de Cristo, la definitiva Venida del Hijo del Hombre,
el Segundo Adán (Dan. 7: 13). En la destrucción de su ciudad,
su civilización, su templo, la totalidad de su orden mundial, entenderían
que Cristo había ascendido a Su trono como Señor del cielo
y de la tierra. Verían que el Hijo del Hombre había venido
al Padre.
Jesús había dicho también que "se
lamentarán todas las tribus de la tierra" en el día de su
venida (Mat. 24:30), que "allí será el lloro y el crujir
de dientes" (Mat. 24:51). Juan repite esto como parte del tema de su profecía:
todas las tribus de la tierra [los judíos] se lamentarán
por él. De esta manera, tanto Jesús como Juan reinterpretaron
esta expresión, que había sido tomada prestada de Zacarías
12:10-14, donde ocurre en el contexto original del lamento de Israel en
arrepentimiento. Pero Israel había ido demasiado lejos, más
allá del punto en que todavía podía regresar; su lamento
no sería de arrepentimiento, sino de terrible agonía y terror.
Sin embargo, esto no niega las promesas de Zacarías. De hecho, a
través del juicio de Cristo sobre Israel, por medio de su excomunión,
el mundo se salvará; y, por medio de la salvación del mundo,
Israel mismo se volverá nuevamente al Señor y será
salvo (Rom. 11:11-12, 15, 23-24).
¿Quién es la bestia
de Apocalipsis 13? ¿Son los católicos?
La bestia de Apocalipsis 13 surge del mar. En la Biblia,
después de la caída, la imagen del abismo rugiente se usa
y se desarrolla en la Escritura como símbolo del mundo en caos por
medio de la rebelión de hombres y naciones contra Dios: "Pero los
impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto,
y sus aguas arrojan cieno y lodo" (Isa. 57:20; cf. Isa. 17:12). A Juan
se le dice más tarde que "las aguas que has visto ... son pueblos,
muchedumbres, naciones, y lenguas". (Apoc. 17:15). De esta caótica
y rebelde masa de humanidad surgió Roma, un imperio entero fundado
sobre la premisa de la oposición a Dios.
La bestia tiene diez cuernos y siete cabezas, una imagen
(cf. Gén. 1: 26) del dragón (12:3), que le da a la bestia
su poder y su trono y gran autoridad. Los diez cuernos coronados (poderes)
de la bestia se explican en 17:1 en términos de los gobernadores
de las diez provincias imperiales, mientras que las siete cabezas se explican
en la línea de los Césares (17:9-11): Nerón es una
de las "cabezas". En una parodia de pesadilla del Sumo Sacerdote bíblico,
que llevaba el Nombre divino en su frente (Éx. 28:36-38), la bestia
exhibe en sus cabezas nombres blasfemos: De acuerdo con la teología
imperial romana, los Césares eran dioses. A cada emperador se le
llamaba Augusto o Sebasto, que significa el que ha de ser adorado. También
asumían el nombre divus (dios) y hasta los de Deus y Theos (Dios).
Se les erigieron muchos templos por todo el imperio, especialmente, como
hemos visto, en Asia Menor. Los Césares romanos recibían
honores que correspondían sólo al único Dios verdadero;
Nerón exigía obediencia absoluta, y hasta erigió una
imagen de sí mismo de 120 pies de altura. Por esta razón,
Pablo llamó a César "el hombre de pecado"; era, dijo Pablo,
"hijo de perdición, que se opone y se levanta sobre todo lo que
se llama Dios o es objeto de culto, tanto que se sienta en el templo de
Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios." (2 Tes. 2:3-4). Juan
subraya este aspecto de la Bestia: "También se le dio boca que hablaba
grandes cosas y blasfemias... Y abrió su boca en blasfemias contra
Dios" (13:5-6).
Los cristianos eran perseguidos por rehusar participar
en este culto idólatra del emperador. Además, al Imperio
Romano se le simboliza como a un animal voraz y feroz, salvaje y bajo maldición.
Juan dice que el aspecto de la Bestia era el de un leopardo, con pies como
de oso, y una boca como de león. Éstos son también
los mismos animales (listados en orden inverso) que se usan para describir
los tres primeros de los cuatro grandes imperios mundiales de Dan. 7:1-6
(Babilonia, Medo-Persia, y Grecia; cf. La descripción de Daniel
de los mismos imperios bajo un símbolo diferente, en Dan. 2:31-45).
El cuarto imperio, Roma, participa de las características malvadas
y bestiales de los otros imperios, pero es mucho peor: "He aquí
la cuarta bestia, espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual
tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y
las sobras hollaba con sus pies, y era muy diferente de todas las bestias
que vi antes de ella, y tenía diez cuernos" (Dan. 7:7). Como hemos
notado en 12:3, este es el origen de los diez cuernos y las siete cabezas
del dragón (y de la bestia) (las tres cabezas de las bestias 1,
2, y 4, más las cuatro cabezas de la bestia 3: Dan. 7:6). La bestia
del Apocalipsis es claramente el Imperio Romano el cual, que "combinaba
en sí mismo todos los elementos de lo terrible y lo opresor que
había existido en la suma de los otros grandes imperios que lo precedieron;
su extensión era también igual a la de todos ellos unidos".
La bestia recibe una herida en la cabeza que debería
hacernos pensar en la escena en el Jardín de Edén, cuando
Dios prometió que Cristo vendría y aplastaría la cabeza
del dragón (Gén. 3: 15). Daniel había profetizado
que en los días de los gobernantes romanos, el Reino de Cristo aplastaría
y reemplazaría los imperios satánicos, llenando la tierra.
En consecuencia, el testimonio apostólico proclamó que el
reino de Cristo había venido, que el diablo había sido derrotado,
desarmado, y atado, y que todas las naciones comenzarían a moverse
en dirección del monte de la casa del Señor. Dentro de la
primera generación, el Evangelio se propagó rápidamente
alrededor del mundo y a todas las naciones; surgieron iglesias por todas
partes, y los propios miembros de la casa de César vinieron a la
fe (Fil. 4:22). En realidad, Tiberio César hasta solicitó
formalmente que el Senado Romano reconociera oficialmente la divinidad
de Cristo. Por un tiempo, por lo tanto, pareció como si estuviera
ocurriendo un golpe: la cristiandad estaba en ascenso, y pronto obtendría
el control. La cabeza de Satanás había sido aplastada, y
con ella el Imperio Romano había sido herido de muerte por medio
de la espada (véase 13:14) del evangelio. Pero entonces la situación
se invirtió. Aunque el Evangelio se había esparcido por todas
partes, también lo habían hecho las herejías y la
apostasía; y bajo la persecución de los judíos y del
Estado Romano, gran número de cristianos comenzó a apostatar
(1 Tim. 1:3-7, 19-20; 4:1-3; 6:20-21; 2 Tim. 2:16-18; 3:1-9, 13; 4:10,
14-16; Tit. 1:10-16; 1 Juan 2:18-19).
El Nuevo Testamento da la clara impresión de que
la mayoría de las iglesias apostató y abandonó la
fe; bajo la persecución de Nerón, la Iglesia
parecía
haber sido extirpada por completo. La bestia había recibido la
herida
en la cabeza, la herida mortal, pero todavía vivía. Por
supuesto,
la verdad era que Cristo había derrotado al dragón y a la
bestia; pero las implicaciones de su victoria todavía
tenían
que ser dilucidadas; los santos todavía tenían que
vencer,
y tomar posesión (cf. Dan. 7:21-22; Apoc. 12:11). Y se
maravilló
toda la tierra en pos de la bestia; y adoraron al dragón que
había
dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo:
¿Quién
como la bestia, y quién podrá luchar contra ella? Juan no
está diciendo que el mundo (la "tierra") seguiría a la
bestia;
la palabra que él usa aquí debería traducirse
tierra,
que significa Israel. Sabemos esto porque el contexto identifica a los
adoradores de la bestia como los que moran en la tierra (Apoc. 13:
8,12,14)
- un frase técnica que se usa doce veeces en Apocalipsis para
denotar
al Israel apóstata (véase el comentario arriba acerca de
3:10). Por supuesto, es verdad que Nerón era amado por todo el
imperio
como el benévolo proveedor de bienestar y entretenimiento. Pero
es Israel en particular el que es condenado por adorar al Emperador.
Teniendo
que escoger entre Cristo y César, habían proclamado: No
tenemos
más rey que César.
A la bestia se le dio autoridad para actuar cuarenta y
dos meses y para hacer guerra contra los santos y vencerlos. El período
de 42 meses (o tres años y medio, un siete dividido) es una figura
simbólica en lenguaje profético, que significa tiempo de
tribulación cuando los enemigos de Dios están en el poder,
o cuando se administra juicio, mientras el pueblo de Dios espera la venida
del Reino (la bestia oprimió a los santos del Antiguo Pacto por
42 generaciones, de acuerdo con Mateo 1: 1-17). En el uso profético,
este período no es principalmente literal, aunque es interesante
notar que la persecución de la Iglesia por parte de Nerón
en realidad duró 42 meses completos, desde mediados de noviembre
del año 64 hasta comienzos del año 68.
¿A quién pertenece
el número 666? ¿Al Papa?
La bestia de Apoc. 13 no es sólo una institución,
sino una persona; específicamente, como veremos, es el Emperador
Nerón. Esto es así porque, en particular por la manera en
que la Biblia considera las cosas, los dos pueden considerarse como uno
sólo. Hasta cierto punto, desde el punto de vista de los pactos,
Roma se identificaba con su dirigente, como la raza humana se identificaba
con Adán; el Imperio estaba personificado y representado en el César
reinante (Nerón). De esta manera, la profecía de Juan puede
ir y venir entre ellos, o considerarlos juntos, bajo la misma designación.
Y tanto Nerón como el Imperio estaban sumergidos en actividades
degradantes, degeneradas, y bestiales. Nerón, que asesinó
a numerosos miembros de su propia familia (incluyendo a su esposa embarazada,
a la cual mató a puntapiés); que era homosexual, la etapa
final en la degeneración (Rom. 1:24-32); cuyo afrodisíaco
favorito consistía en observar a la gente sufrir las torturas más
horripilantes y repugnantes; que se vestía como bestia salvaje para
atacar y violar a prisioneros y prisioneras; que usaba los cadáveres
de los cristianos que ardían en la hoguera como "velas romanas"
originales para iluminar sus degradantes fiestas en sus jardines; que inició
la primera persecución imperial contra los cristianos sobre la tierra,
y dio la tónica para sus súbditos. Roma era la cloaca moral
del mundo.
Los idiomas antiguos usaban cada letra del alfabeto como
numeral también; así, el "número" del nombre de cualquier
persona podía ser calculado simplemente sumando los valores numéricos
de sus letras. Claramente, Juan esperaba que sus lectores contemporáneos
pudieran usar este método para descubrir el nombre de la Bestia
- indicando así, nuevamente, el mensaaje contemporáneo de
Apocalipsis; Juan no esperaba que sus lectores dieran con el nombre de
algún oficial del siglo 20 o el de algún dirigente religioso
durante la Edad Media. Al mismo tiempo, sin embargo, Juan les dice a sus
lectores que no será tan fácil como ellos podrían
creer: se necesitará alguien "que tenga entendimiento." Porque Juan
no dio un número que pudiera ser calculado en griego, que es lo
que esperaría un oficial romano que leyera Apocalipsis buscando
material subversivo. El elemento inesperado en el cómputo era que
tenía que ser calculado en hebreo, un idioma que por lo menos algunos
miembros de las iglesias conocerían. Para entonces, sus lectores
habrían adivinado que estaba hablando de Nerón, y los que
entendían hebreo probablemente lo entendieron instantáneamente.
Los valores numéricos de las letras hebreas de Nerón César
(Nero Caesar) suman 666. Los bíblicamente informados lectores de
Juan habrían ya reconocido muchas indicaciones claras de la identidad
de la Bestia como Roma (de hecho, ya sabían esto después
de leer el libro de Daniel). Ahora Nerón ha aparecido en escena
como el primer gran perseguidor de la Iglesia, la encarnación de
la cualidad de 666 del Imperio, y he aquí, su mismo nombre tiene
el valor de 666.
Es significativo que "todos los primeros escritores cristianos
de Apocalipsis, desde Ireneo hasta Victorio de Pettau y Cómodo en
el siglo cuarto, Andreas en el quinto, y San Beato en el octavo, conectan
a Nerón, o algún emperador romano, con el Apocalipsis. "No
debería haber ninguna duda razonable acerca de la identidad de la
Bestia. Juan estaba escribiendo para los cristianos del siglo primero,
advirtiéndoles de las cosas que habrían de suceder "pronto."
Estaban comprometidos en la batalla más crucial de la historia,
contra el Dragón y el malvado Imperio que poseía. El propósito
del libro de Apocalipsis era confortar a la Iglesia con la certeza de que
Dios estaba en control, de manera que hasta el terrible poder del dragón
y de la bestia no podría sostenerse delante de los ejércitos
de Cristo Jesús.
¿Quién era la bestia
semejante a un cordero que subía de la tierra en Apoc. 13? ¿Los
Estados Unidos?
Así como la bestia que subía del mar era
la imagen del dragón, así también vemos otra criatura
que es imagen de la bestia. Juan la vio subiendo de la tierra, de dentro
de Israel mismo. En 16:13 y 19:20, se nos dice la identidad de esta Bestia
terrestre. Es el Falso Profeta, que representa lo que Jesús había
predicho que tendría lugar en los últimos días de
Israel:
"Vendrán muchos en mi nombre, diciendo:
'Yo soy el Cristo,' y a muchos engañarán... Y muchos falsos
profetas se levantarán, y engañarán a muchos" (Mat.
24:5,11).
El surgimiento de los falsos profetas es paralelo con el
de los anticristos; pero, mientras los anticristos habían apostatado
hacia el judaísmo desde dentro de la iglesia, los falsos profetas
era dirigentes religiosos judíos que buscaban seducir a los cristianos
desde fuera. Como ha observado Cornelis Vanderwaal, "En las Escrituras,
la falsa profecía aparece sólo dentro del contexto del pacto".
Es una imitación de la verdadera profecía, y opera en relación
con el pueblo del pacto. Moisés había advertido que se levantarían
falsos profetas desde dentro del pueblo del pacto, haciendo señales
y maravillas (Deut. 13:1-5).
Los falsos profetas judíos tenían la apariencia
de un cordero, como Jesús había advertido:
"Guardaos de los falsos profetas, que vienen
a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces" (Mat.
7:15).
Esta es una referencia, no sólo al disfraz del falso
profeta como miembro de la grey de Dios, sino a sus pretensiones específicamente
mesiánicas. En realidad, era un lobo, una bestia, que hablaba como
dragón. ¿Cómo habla un dragón? Usa un lenguaje
engañoso, sutil, seductor, para alejar al pueblo de Dios de la fe
y llevarlo a una trampa (Gén. 3:1-6; 13; 2 Cor. 1:3; Apoc. 12:9);
además, es mentiroso, calumniador, y blasfemo (Juan 8:44; Apoc.
12:10). El libro de los Hechos registra numerosos ejemplos de falso testimonio
draconiano cometido por los judíos contra los cristianos, un problema
de grandes proporciones para la iglesia primitiva (Hech. 6:9-15; 13:10;
14:2-5; 17:5-8; 18:6, 12 - 13; 19:9; 21:27-36; 24:1-9; 25:2-3, 7). Los
dirigentes judíos, simbolizados por esta bestia que surge de la
tierra, unieron sus fuerzas con las de la bestia de Roma en un intento
para destruir la Iglesia (Hech. 4:24-28; 12:1-3; 13:8; 14:5; 17:5-8; 18:12-13;
21:11; 24:1-9; 25:2-3,9,24). De esta manera, la bestia ejerce toda la autoridad
de la primera bestia: "Así como la primera bestia es el agente del
dragón, la segunda bestia es el agente de la primera bestia. 'Toda
la autoridad' convierte a la segunda bestia en el agente total de la primera".
El judaísmo apóstata vino a estar completamente subordinado
al estado romano. Esto es subrayado por la afirmación de Juan (repetida
en el versículo 14) de que el falso profeta ejerció la autoridad
de la bestia en su presencia. Esto contrasta directamente con la función
del verdadero profeta, que permaneció de pie "delante [del rostro]
del Señor", en la presencia de Dios, bajo Su autoridad y bendición
(1 Sam. 1:22; 2:18; 1 Reyes 17:1; cf. Núm. 6:24-26; Oseas 6:2; Jonás
1:3,10).
Y hacía que a todos se les pusiese una marca en
la mano derecha, o en la frente, y que ninguno pudiese comprar ni vender,
sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número
de su nombre. El libro de los Hechos está tachonado de incidentes
de persecución organizada por parte de los judíos contra
la Iglesia (Hech. 4:1-3, 15-18; 5:17-18, 27-33, 40; 6:8-15; 7:51-60; 9:23,29;
13:45-50; 14:2-5; 17:5-8, 13; 18:17; 20:3; 22:22-23; 23:12, 20-21; 24:27;
26:21; 28:17-29; cf. 1 Tes. 2:14-16). En fin de cuentas, todo esto servía
a los intereses del César contra Cristo y la Iglesia; y, por supuesto,
la "marca de la bestia" es la parodia satánica del "sello de Dios"
en la frente y la mano de los justos (3:12; 7:2-4; 14:1), la marca de la
completa obediencia a la Ley en pensamiento y obra (Deut. 6:6-8), la marca
de bendición y protección (Eze. 9:4-6), la señal de
que uno es SANTO AL SEÑOR (cf. 28:36). Israel ha rechazado a Cristo
y está "marcado" con el sello de la completa soberanía de
Roma; Israel ha entregado toda su lealtad al César, y obedece su
gobierno y su ley. Israel escogió ser salvo por medio del estado
pagano, y persiguió a los que buscaban salvación en Cristo.
El Nuevo Testamento proporciona abundante testimonio de
este hecho. La jerarquía judía estaba inmersa en un intento
organizado y a gran escala para destruir la Iglesia por medio del engaño
y la persecución. En la búsqueda de esta meta diabólica,
se unieron en conspiración con el gobierno romano contra el cristianismo.
Algunos de ellos lograron hacer milagros al servicio de Satanás.
Todo esto es exactamente lo que se nos dice de la Bestia que subía
de la tierra. El falso profeta de Apocalipsis representa nada menos que
a los dirigentes del Israel apóstata, que rechazaron a Cristo y
adoraron a la bestia.
¿Quién es la ramera
de Apocalipsis 17?
Puesto que la mujer está
sentada sobre la bestia de siete cabezas y se llama Babilonia, algunos
han pensado que representa la ciudad de Roma. Pero, puesto que la bestia
misma es Roma, esto sería redundante; Babilonia se usa para referirse
a un enemigo de Dios, que en este caso es Jerusalén.
Hay varias razones para identificar
a la ramera con Jerusalén. La ramera se llama Babilonia. A Babilonia
se la llama la gran ciudad en Apocalipsis 14:8; Apocalipsis 1:8, donde
ocurre la primera mención de la gran ciudad, se refiere al lugar
donde nuestro Señor fue crucificado, que era Jerusalén.
Ella es grande a causa de su posición en relación con el
pacto del Antiguo Testamento. Anteriormente, Jerusalén había
sido llamada por nombres paganos comparables con el de Babilonia, como
en Apoc. 11:8, donde "en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto".
Esto es así porque ella actúa como el enemigo de Dios. En
Isaías 1:9-10, Dios llama a Jerusalén "Sodoma y Gomorra"
a causa de su pecaminosidad.
Según Apocalipsis 17:6, 16:6,
y 18:21, 24, la ramera está llena de la sangre de los santos. A
través de todo el libro de los Hechos, a Jerusalén se la
presenta como la perseguidora del cristianismo:
Hechos 7:51-52: "¡Duros
de cerviz, e incircuncisos de corazón! Vosotros resistís
siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también
vosotros. ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros
padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo,
de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores".
Según Mateo 23:34-36, Jesús
dijo en el contexto del discurso del Monte de los Olivos:
"Por tanto, he aquí
yo os envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis
y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas,
y perseguiréis de ciudad en ciudad; para que venga sobre vosotros
toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre
de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías,
a quien matásteis entre el templo y el altar. De cierto os digo
que todo esto vendrá sobre esta generación".
La ramera está ataviada con
las vestiduras de colores de los sacerdotes judíos, de acuerdo con
Apocalipsis 17:4. Éxodo 28 prescribe estos colores para el Sumo
Sacerdote. También, el Sumo Sacerdote llevaba una tiara en la frente
con una leyenda que decía: "Santidad a Jehová" (Éxodo
28:36-38). Esta ramera tiene una tiara blasfema en la frente. Apocalipsis
17:5. Se suponía que era santa al Señor, pero se ha convertido
en madre de rameras.
Hay un contraste literario obvio
entre la ramera y la novia que baja del cielo. Si comparamos Apocalipsis
21 con Apocalipsis 17, vemos a dos mujeres: una es una ramera, la otra
una novia; una es la Jerusalén que está arriba, la otra es
la Jerusalén que está abajo. En Gálatas 4:25-26, Pablo
habla de estas dos Jerusalenes:
"Porque Agar es el monte
Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jersualén actual, pues
ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. Mas la Jerusalén
de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre".
Nótese cómo Juan es presentado
a la ramera, y cómo es presentado a la novia. Son imágenes
idénticas pero negativas.
Apocalipsis 17:1. "Vino
entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas,
y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré
la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas
aguas".
Apocalipsis 21:9. "Vino entonces
a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete
copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo diciendo:
Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero".
La ramera está sentada sobre
la bestia de siete cabezas, que obviamente representa a Roma. Esto indica,
no la identidad con Roma, sino alguna forma de alianza con Roma. Fueron
los judíos los que exigieron la crucifixión de Cristo. Cuando
Pilato quiso soltarlo porque no encontró culpa en él, los
judíos dijeron en
Juan 19:15. "Pero ellos
gritaron: ¡Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo: ¿A
vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes:
No tenemos más rey que César".
Los judíos se ponían
del lado del César contra Jesús. Los judíos constantemente
se agitaban contra los cristianos para hacer que los romanos se involucraran
en la persecución de aquéllos. Según Hechos 17:7,
los cristianos fueron acusados por los judíos de predicar un rey
contrario a los decretos del César. La ramera está sentada
sobre la bestia porque Jerusalén dependía de Roma para perseguir
a los cristianos.
¿Cuándo se escribió
el libro de Apocalipsis?
Hay evidencias significativas de
que fue escrito antes del año 70 D. C.
¡Deseo estudiar este tema
más profundamente! ¿Dónde puedo encontrar más
información?
Days of Vengeance [Días
de Retribución] * ha sido llamado "el mejor y más completo
comentario jamás escrito sobre el libro de Apocalipsis". Este
novedoso estudio versículo por versículo sobre el libro de
Apocalipsis, escrito por un destacado teólogo cristiano, proporciona
evidencia sustancial de que gran parte del Apocalipsis se cumplió
en el siglo primero de la era cristiana.
*Hay una traducción al español en http://www.oocities.org/quirosroman/index.html
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