Estimado Rikki:
Una vez más, aprecio tus comentarios con respecto a nuestro
pasado en el adventismo - que constituyó definidamente un
obstáculo contra un andar más profundo y espiritual y una
comunidad con el Señor. Aunque los detalles de nuestros caminos
espirituales son diferentes y únicos desde que abandonamos el
adventismo, la dirección general parece ser la misma:
experimentar un andar más cercano y más íntimo con
Dios. Me alegro de que tú también estés
aprendiendo la importancia del diario vivir por el Espíritu y
tener comunidad y comunión con Dios por medio de su
Espíritu que mora en tu espíritu.
Para efectos de la claridad, me gustaría señalarte que
aqui estamos tratando con la casa espiritual subjetiva que nosotros
como creyentes estamos construyendo para la gloria de Dios. Esta casa
está fundada en el inamovible y objetivo fundamento establecido
para ella por Dios hace dos mil años en la muerte, la
resurrección, y la ascensión de Cristo al cielo. Es
importante que diferenciemos claramente entre el fundamento objetivo de
Dios y nuestra casa subjetiva espiritual construida sobre ese
fundamento. Sin embargo, esta diferenciación es otro tema para
otra ocasión.
Para entender mejor este aspecto subjetivo de la comunión con
Dios y la cercanía a Él, y experimentarlas más
plenamente, tenemos que entender la naturaleza del hombre, cómo
fue creado, y con qué facultades le ha dotado Dios para que el
propósito divino para el hombre en su creación pueda
todavía cumplirse en las vidas de aquéllos a los que ha
redimido. En su primera carta a los tesalonicenses, Pablo hace una
clara descripción de la constitución del hombre. Dice: "Y
todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado
irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo" (1
Tes. 5:23b). Basándome en esta descripción del hombre, yo
le veo como una trinidad - "espíritu, alma y cuerpo". Algunos
teólogos se refieren a esto como a una "tricotomía".
Nuestros cuerpos son el asiento de la conciencia con respecto al mundo.
Por medio de nuestros cuerpos físicos, estamos en contacto y
tenemos comunión con el mundo físico alrededor de
nosotros a través de nuestros cinco sentidos. Nuestra alma, que
comprende la mente (con la cual pensamos); las emociones (con las
cuales actuamos o respondemos), y la voluntad (con la cual decidimos),
constituyen nuestra personalidad - nuestro yo individual. Nuestro
espíritu, que consiste de la conciencia y la intuición,
es la parte del creyente en la cual habita Dios en la persona del
Espíritu Santo. Por medio de esta facultad, somos capaces de
conocer a Dios, adorar a Dios, servir a Dios, entrar en una
relación con Dios, y tener comunión con Dios.
Desde el principio, Dios tuvo el propósito de que el
espíritu del hombre, en el cual mora el Espíritu Santo,
controlara su ser por medio del alma. Cada vez que el Espíritu
Santo nos da instrucciones con respecto a la voluntad de Dios, lo hace
por medio del espíritu. Esta instrucción es trasladada al
alma, que a su vez ejercita al cuerpo para que obedezca las
órdenes del Espíritu Santo dadas a través del
espíritu humano. Así, pues, de acuerdo con el designio
original de Dios, el espíritu humano es la parte más
elevada y más importante de la constitución del hombre.
Por consiguiente, es sumamente importante entender el espíritu
humano y su papel en nuestro concimiento de Dios. Como adventistas, no
entendimos lo que la Biblia enseña sobre el espíritu
humano porque el adventismo enseña que los seres humanos son
puramente seres físicos compuestos de alma (mente/personalidad)
y cuerpo, y que el espíritu humano es sólo oxígeno
- el aire que respiramos. Como resultado, noo teníamos - ni
podríamos tener - una íntima comunión con Dios
basándonos en una relación dinámica con Él.
Relacionada con su creencia en "cuerpo y alma" está la
enseñanza adventista sobre el estado de los muertos: la doctrina
del "sueño del alma". Esta doctrina rechaza la enseñanza
evangélica de que el espíritu del creyente va a estar con
el Señor a la muerte (Ecle. 12:7b). Para justificar este
rechazo, el adventismo reinterpretó el significado del
espíritu humano como oxígeno - "el aire que respiramos".
De este modo, en la enseñanza del adventismo, el hombre es
puramente un ser físico que consiste de mente/personalidad
(alma) y cuerpo. Esta creencia es también la enseñanza de
los Testigos de Jehová.
Pero la Biblia nos dice que estamos compuestos de cuerpo, alma y
espíritu. Por supuesto, el espíritu del incrédulo
está "muerto" para Dios y las cosas de Dios porque está
"separado de la vida de Dios" (Efesios 4:18) y del Espíritu de
Dios (Efesios 2:1-3). Pero, cuando una persona es salva, ha "nacido
nuevamente de lo alto" por el Espíritu de Dios (Juan 3:1-8). Por
esta experiencia, el espíritu del creyente se convierte en
"vivo" para Dios y las cosas de Dios porque el Espíritu de Dios
mora ahora en su espíritu. Necesitamos entender que Dios,
siendo Espíritu, creó el espíritu humano
(Números 16:22; Hebreos 12:9) para que pueda haber
comunión entre Dios y el hombre. El "Espíritu"
sólo puede comunicarse y tener comunión con nuestro
"espíritu". Este hecho es el fundamento para la
afirmación de Jesús de que "los verdaderos adoradores
adoran al Padre en espíritu y en verdad ... [y que] Dios es
espíritu, y sus adoradores deben adorarle en espíritu y
en verdad" (Juan 4:23, 24).
La mente no discierne las cosas espirituales
En retrospectiva, se me hizo claro que uno de los problemas con que me
encontré en el adventismo fue tratar de descubrir y entender las
verdades espirituales por medio del intelecto (la mente) solamente. Sin
embargo, por este medio tenía, en el mejor de los casos,
sólo una teoría de la verdad en forma de
información religiosa (doctrinas). Más adelante,
descubrí que la verdad espiritual se recibe por
revelación del Espíritu Santo en nuestro espíritu,
que ha sido vivificado por Él (1 Corintios 1:6-16). Cuando el
Espíritu Santo revela la verdad bíblica a nuestro
espíritu, esa verdad no es mero conocimiento o mera
información. Más bien, la verdad está viva y
dinámica y es el medio por el cual nuestra relación y
nuestra comunión con Dios son realzadas.
Esta enseñanza básica de la Escritura parece haberse
perdido para muchos cristianos. En todas las principales denominaciones
que mi esposa y yo hemos visitado y en cuyos cultos hemos participado,
muchos miembros son como los fariseos que pensaban que la verdad
podía ser descubierta directamente por medio del intelecto. En
esta idea, confundían lo intelectual con lo espiritual. Sin
embargo, Jesús reprendió a los fariseos por creer que la
"vida eterna" - la vida de Dios - podía recibirse solamente
estudiando las Escrituras y atiborrando sus cabezas de
información religiosa (Juan 5:39, 40). Yo puedo simpatizar con
estos cristianos a este respecto porque una vez yo estuve donde ellos
están ahora.
Por otra parte, la iglesia pentecostal y la iglesia carismática
yerran a menudo en el extremo opuesto. A menudo, sus relaciones con
Dios y su culto hacia Él son motivados por una búsqueda
de experiencias emocionales. Los creyentes que buscan "experiencia" por
encima de basarse en la verdad como está revelada en la Biblia
están confundiendo lo emocional con lo espiritual. Sin embargo,
la facultad emocional de una persona no es parte de su espíritu,
sino de su alma (su personalidad), lo mismo que su intelecto (la
mente).
¿De dónde vino esta confusión entre "alma" y
"espíritu"? Creo que la historia de la iglesia podría
proporcionarnos parte de la respuesta. Es un hecho que los antiguos
filósofos paganos, en sus interminables especulaciones sobre la
vida y Dios, comenzaron a preguntar: ¿Qué es el hombre?
Llegaron a la conclusión de que el hombre es cuerpo y alma - o
cuerpo y mente/personalidad. Sin embargo, los cristianos del siglo
primero no tenían interés en lo que creían y
enseñaban estos filósofos. Sabían que
tenían la vida eterna de Dios en sus espíritus por fe en
la obra consumada de Cristo. También sabían que, por esta
vida divina, tenían una dulce comunión con Dios.
Durante los siglos segundo y tercero, algunos de estos filósofos
paganos se hicieron cristianos. Desafortunadamente, sus ideas, basadas
en sus especulaciones, vinieron con ellos y comenzaron a
pegárseles a otros cristianos. Esto dio origen a la llamada
"filosofía cristiana" - una filosofía que incluía
la idea pagana de que el hombre consiste de cuerpo y alma - su singular
mente y personalidad. La triste noticia es que la idea del hombre como
"cuerpo y alma" permaneció, mientras que la
interpretación de "espíritu" se oscureció.
(Continúa en la página 22).
Como resultado de este énfasis en la mente, surgió el
intelectualismo en la iglesia, y la gente comenzó a ver la
verdad como definida por sus cerebros en vez de a través de una
revelación por el Espíritu Santo a sus espíritus.
Con el paso de los siglos, esta idea se ha arraigado profundamente en
el pensamiento occidental y, desafortunadamente, la fe cristiana ha
sufrido espiritualmente a causa de este error. Como resultado, los
cristianos han estado erigiendo barreras denominacionales basadas en
sus doctrinas que separan a los creyentes los unos de los otros.
Lo que entiendo en la actualidad es que la personalidad del hombre
reside en su alma, que consiste de su mente, sus emociones, y su
voluntad. Pero el Dios viviente, por medio de su Espíritu,
reside en el espíritu del creyente, que ha sido vivificado para
Dios y las cosas de Dios en "su nuevo nacimiento y renovación
por el Espíritu Santo" (Tito 3:5b). Por medio del nuevo
nacimiento, el Espíritu Santo imparte la vida eterna de Dios a
nuestro espíritu, y por medio de esta vida de Dios, nosotros
como creyentes ahora hemos de vivir y funcionar bajo el dominio del
Espíritu Santo. Por otra parte, los modernos filósofos
sin dios, como sus contrapartes antiguos, no entienden de este asunto.
No podrían comprenderlo, aunque se les deletreara, simplemente
porque requiere "discernimiento espiritual" (1 Corintios 2:14).
En vista de lo que he dicho más arriba, es importante que
nosotros como creyentes nos apoderemos de esta sumamente básica
enseñanza de las Escrituras sobre el papel de nuestros
espíritus para progresar en nuestra relación con Dios y
para disfrutar de una íntima comunión con Él. A
esto se refería Jesús cuando dijo: "Yo he venido para que
(los que creen en Él) tengan vida, y vida en abundancia" (Juan
10:10).
Lo que he dicho más arriba también se aplica a "la guerra
espiritual", como he aprendido por experiencia. Como creyentes, no
podemos luchar contra Satanás y sus demonios (que son seres
espirituales) con nada físico. Pablo afirma: "Porque, aunque
vivimos en el mundo, no hacemos la guerra como la hace el mundo. Las
armas con las que luchamos no son las del mundo. Por el contrario,
tenemos el poder divino para demoler las fortalezas" (2 Corintios 10:
3, 4). Para salir victoriosos contra los poderes demoníacos y
las fortalezas demoníacas, se nos amonesta a "ser fuertes en el
Señor y en su gran poder y vestirnos de toda la armadura de
Dios" (Efesios 6:10, 11). Claramente, esta armadura no es nada
físico, sino espiritual, pues el enemigo que confrontamos es
espiritual. Lo esencial aquí es que sólo podemos luchar
espíritu contra espíritu, de la misma manera que el
espíritu puede comunicarse y tener comunión sólo
con el Espíritu.
Que Dios te bendiga.
Tu amigo, Chris.
Nota del editor:
Entre los teólogos cristianos hay diferencias de opinión
acerca de si los seres humanos comprenden una tricotomía
(cuerpo, alma, y spíritu), o una dicotomía (cuerpo y alma
o cuerpo y espíritu). Sin embargo, el punto más
importante relacionado con este tema es entender que el hombre tiene un
espíritu que puede conocer a Dios y nacer de nuevo y discernir
la verdad por su Espíritu.
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