LA CONCIENCIA Y

LA LIBERTAD CRISTIANA


Dale Ratzlaff

Tomado de Proclamation!
Marzo-Abril de 2002

Traducción de Román Quirós M.



En el número más reciente de la revista Proclamation, encontramos cinco principios bíblicos que tienen que ver con la conciencia.
  1. Puede que nuestra base de datos moral sea deficiente.
  1. Debemos obedecer a nuestra conciencia siempre.
  1. Cuando obedecemos a nuestra conciencia creyendo que hacemos lo correcto, pero terminamos haciendo lo incrrecto a causa de una conciencia mal educada, Dios pasa por alto nuestra ignorancia y nos ilumina.
  1. Actuar contrariamente a nuestra conciencia causa un desastre espiritual.
  1. Rehusar estudiar y examinar los hechos puede ser tan peligroso como ir contra nuestra conciencia, lo cual puede causar un desastre espiritual.
La atención central de este número será descubrir cómo debemos relacionarnos con otros que, sincera y honestamente, discrepan con nosotros sobre cuestiones doctrinales y de conducta. Para los ex-adventistas, estos puntos pueden ser comer carne, comer carnes inmundas, beber vino (1) o cómo debe uno observar el sábado,etc.

Hay algo en la psique humana que nos hace querer que otros estén de acuerdo con nosotros. Quizás subconscientemente, necesitamos la afirmación de que tenemos razón. Cualquiera que sea la razón, este deseo de convencer a otros parece estar presente en la mayoría de nosotros. Esta dinámica se ve cuando las iglesias experimentan cambios teológicos o de conducta. La gente en el borde delantero del cambio a menudo se siente frustrada con los que quieren aferrarse a los antiguos modos, y viceversa. Esta es una causa subyacente en la raíz de muchas divisiones en la iglesia y se pone de manifiesto cuando los cristianos discrepan en cuestiones que algunos creen que son componentes necesarios de la fe. Se siente una fuerte necesidad de persuadir a otros de que acepten nuestra interpretación, cualquiera que ella sea.

En 1 Corintios 8, Pablo da cierto número de principios que se relacionan con la libertad de conciencia. Aunque este capítulo trata de los alimentos ofrecidos a los ídolos, los principios que se invocan tienen aplicación directa para los cristianos que honestamente discrepan sobre otras cuestiones de la conducta cristiana. A veces es más fácil captar principios bíblicos que tratan de puntos en controversia cuando el teme o la ilustración a la mano no es el verdadero tema en discusión, pues hay menos menos prejuicio personal e involucramiento emocional.

En los tiempos del Nuevo Testamento, el culto pagano impregnaba todos los niveles de la sociedad romana. Los paganos ofrecían sacrificios para obtener la bendición de sus dioses. La carne ofrecida en los altares paganos por lo general era dividida en tres porciones. Una porción se quemaba, la segunda se le daba al sacerdote, y la tercera al adorador que había traído el sacrificio. Debido a que se hacían muchos sacrificios, era imposible que el sacerdote comiera su porción entera. Por lo tanto, el sacerdote tomaba su porción de carne y la ponía a la venta en el mercado local (2). Con el tiempo, los sacerdotes emprendedores organizaron restaurantes o carnicerías dentro de los mismos templos. La gente comía en los restaurantes de los templos porque el alimento era bueno y/o sabían que tenía la bendición de sus dioses (3).

Muchos de los paganos gentiles creían realmente en sus ídolos. Cuando se hicieron crstianos, renunciaron al culto de sus ídolos y rehusaron comer carne sacrificada a los ídolos. Sin embargo, al continuar progresando en su vida cristiana, comenzaron a darse cuenta de que las deidades paganas eran poco más que un producto de su imaginación. Se dieron cuenta de que estos dioses de madera y piedra ¡no eran sino ridiculeces estúpidas! Desde esta posición de conocimiento ilustrado, razonaron que ofrecer carne a ídolos de madera y piedra en realidad no afectaba para nada; que, en consecuencia, no había nada malo en comprar carne ofrecida a los ídolos, ni siquiera en comerla en el restaurante del templo. Y sus conclusiones, como pronto veremos, eran correctas desde una perspectiva de conocimiento.

Sin embargo, el problema ocurrió cuando un nuevo cristiano vio al diácono Bill comiendo en un restaurante del templo. Habiendo acabado de aceptar a Cristo y habiendo renunciado a la idolatría, el nuevo cristiano miró a Bill y razonó: "Si es correcto que el diácono Bill coma en el restaurante del templo, entonces está bien que yo lo haga también". Sin embargo, para el nuevo cristiano, cuya base de datos de la conciencia todavía era defectuosa, comer allí se entendía como un acto de adoración a los dioses paganos. Todos los recuerdos de años de culto a los ídolos llenaron la mente del nuevo cristiano y su conciencia le dijo que comer en el restaurante del templo era erróneo, porque era adorar a los ídolos.

Es contra este trasfondo que Pablo escribe:

En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, es cierto que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, mientras que el amor edifica. 1 Cor. 8:1.

En este versículo, Pablo dice que hay dos caminos para tratar con problemas de conciencia. Uno es el camino del conocimiento y el otro es el camino del amor. De salida, nos dice cuál es el correcto. El conocimiento nos vuelve arrogantes, pero el amor edifica. Por lo tanto, al resolver desacuerdos cristianos, debemos seguir el camino del amor, no el camino del conocimiento. Aunque es verdad que la educación en la Palabra de Dios, y la correspondiente iluminación del Espíritu Santo, es la solución a largo plazo, debe seguirse el camino del amor hasta que haya unidad de conciencia (4).

El que cree que sabe algo, todavía no sabe como debiera saber (1 Cor. 8:2).

En este versículo, Pablo refuerza la verdad que señalamos en el capítulo anterior: es posible que la base de datos de nuestra conciencia esté defectuosa. También es de interés reconocer que la persona que cree que su conocimiento está completo a menudo es la persona que carece de conocimiento. Por lo tanto, debemos tener cuidado de no obligar a otros a llegar a nuestras conclusiones.

Ahora Pablo a presentar la lógica del camino del conocimiento, que es la solución a largo plazo.

De modo que, en cuanto a comer lo sacrificado a los ídolos, sabems que un ídolo no es absolutamente nada, y que hay un solo Dios. Pues aunque haya los así llamados dioses, ya sea en el cielo o en la tierra (y por cierto que hay muchos "dioses" y muchos "señores", para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, de quien todo procede y para el cual todos vivimos; y no hay más que un solo Señor, es decir, Jesucristo, por quien todo existe y por medio del cual vivimos (1 Cor. 8:4-6).

Si ésta fuera toda la instrucción de Pablo, estaríamos de acuerdo en que sería perfectamente correcto que cualquier cristiano comiera en un restaurante del templo. ¡Los ídolos paganos de madera y piedra no eran nada, sino tonterías ridículas! Pablo no se detiene aquí, sin embargo. Continúa, demostrando que:

Pero no todos tienen conocimiento de esto. Algunos siguen tan acostumbrados a los ídolos, que comen carne a sabiendas de que ha sido sacrificada a un ídolo, y su conciencia se contamina por ser débil. Pero lo que comemos no nos acerca a Dios; no somos mejores por comer ni peores por no comer (1 Cor. 8:7,8).

Pablo muestra que, intrínsicamente, no hay nada malo en comer carne ofrecida a ídolos de madera y piedra. La relación con Dios no depende de lo que comemos o no comemos. En otras palabras, el camino del conocimiento es el camino de la libertad. Sin embargo, cómo usamos nuestra libertad debe ser limitado cuando haga que alguien más viole su propia conciencia.

Porque, si alguien de conciencia débil te ve a ti, que tienes este conocimiento, comer en el templo de un ídolo, ¿no se sentirá animado a comer lo que ha sido sacrificado a los ídolos? Entonces ese hermano débil, por quien Cristo murió, se perderá a causa de tu conocimiento. Al pecar así contra los hermanos, hiriendo su débil conciencia, pecan ustedes contra Cristo (1 Cor. 8:10-12).

En este versículo encontramos otros dos importantes principios relativos a la conciencia. Primero, jamás debemos animar a otros a violar su propia conciencia, aunque su conciencia esté mal educada y lo que queremos que ellos hagan sea correcto.

Segundo, cuando usamos nuestra propia libertad al hacer lo que es intrínsicamente correcto de modo que influya en otro cristiano para que éste haga lo que él cree que es incorrecto, no sólo hacemos que caiga el hermano más débil, sino que pecamos contra Cristo. A causa de de estos principios de largo alcance, Pablo concluye:

Por lo tanto, si mi comida ocasiona la caída de mi hermano, no comeré carne jamás, para no hacerlo caer en pecado (1 Cor. 8:13.

Nótese que la razón de que Pablo dejara de comer carne no era ningún mandato bíblico ni de salud, sino más bien, la conciencia inadecuadamente educada de otra persona. Aquí vemos todavía otro principio de conciencia. Debemos usar el camino del amor y restringir nuestra libertad cristiana no haciendo lo que haría que un hermano más débil violara su conciencia, aunque lo que dejamos de hacer no fuese intrínsicamente erróneo.

Hay todavía un principio más de conciencia que tenemos que incluir en nuestra lista. Esto no se expresa claramente, pero está definidamente implícito. Reeducar la conciencia toma tiempo. Para algunos, este tiempo puede que sea corto; para otros, mucho más largo. Algunos, todo lo que necesitan es que se les muestre claramente la enseñanza de la palabra de Dios en relación con el tema bajo consideración, y ya están listos para hacer cualesquiera cambios de conducta o doctrinales que sean necesarios. Para otros, este tiempo puede ser mucho más largo. Algunos tienen grabados muchos años de patrones y ciertas conductas religiosas que ellos creían que eran correctos, y para ellos el tiempo de transición puede ser largo y emocionalmente doloroso. Algunos tienen el tiempo necesario para estudiar y llegar hasta el fondo de un problema doctrinal o de conducta. Otros tienen poco tiempo para estudiar, así que el tiempo requerido para reeducar o completar las bases de datos de sus conciencias puede ser mucho más largo. La respuesta final es el camino del conocimiento combinado con el camino del amor. Por eso tenemos la abundancia de instrucción en las epístolas a las iglesias jóvenes. Pero, mientras una persona está en el proceso de asimilar este conocimiento, los que tratan con él deben seguir el camino del amor. Cuando seguimos el camino del amor, tenemos tiempo para que otros crezcan en el camino del conocimiento.

¿Debemos entonces restringir siempre nuestra legítima libertad cristiana cuando estamos en compañía de los que sinceramente creen de manera diferente? No. No cuando, al hacerlo, comprometemos la claridad del evangelio. En Gálatas 2, Pablo demuestra claramente este principio. Cuando los cristianos judaizantes espiaban la libertad de Pablo y Tito con relación a la circuncisión, Pablo dice que "ni por un momento accedimos a someternos a ellos, pues queríamos que se preservara entre ustedes la integridad del evangelio" (5). Más adelante, en el mismo capítulo, Pablo describe cómo tuvo que confrontar a Pedro cara a cara.

Pues bien, cuando Pedro fue a Antioquia, le eché en cara su comportamiento condenable. Antes que llegaran algunos de parte de Jacobo, Pedro solía comer con los gentiles. Pero, cuando aquéllos llegaron, comenzó a retraerse y a separarse de los gentiles por temor a los partidarios de la circuncisión. Entonces los demás judíos se unieron a Pedro en su hipocresía, y hasta el mismo Bernabé se dejó arrastrar por esa conducta hipócrita. Cuando vi que no actuaban rectamente, como corresponde a la integridad del evangelio, le dije a Pedro delante de todos: "Si tú, que eres judío, vives como si no lo fueras, ¿por qué obligas a los gentiles a practicar el judaísmo?" (Gál. 2:11-14).

Uno podría argumentar que Pedro estaba siguiendo el camino del amor para no hacer que estos hombres de la facción  conservadora de la ley en la iglesia primitiva violentaran su conciencia. Pero, puesto que las acciones de Pedro comprometían la claridad del evangelio, Pablo lo confrontó cara a cara en público. En consecuencia, tenemos este principio: No debemos restringir nuestra libertad cristiana cuando, al hacerlo, comprometeríamos claramente los principios fundamentales del evangelio.

Principios de conciencia aplicados a la controversia sobre el sábado

Ahora consideremos las implicaciones de estos nueve principios de conciencia a cuestiones sobre la conducta en sábado. Permítaseme compartir con los lectores una experiencia personal. Hace algunos años, dirigí a un grupo en un estudio de siete meses sobre el sábado. Todos nosotros, con la posible excepción de uno o dos, llegamos a la conclusión de que la observancia del séptimo día sábado no era requisito para los cristianos del nuevo pacto, ni se esperaba de ellos. Nos tomó siete meses de arduo estudio llegar a esta conclusión. Por sí mismo, esto demuestra que se necesita tiempo para reeducar o completar la base de datos de nuestra conciencia. Al final de este período, sabíamos intelectualmente lo que la Biblia enseñaba, pero teníamos que enfrentarnos a cómo íbamos a cambiar nuestra conducta en relación con el sábado, si es que la íbamos a cambiar. Algunos estaban listos para cortar por lo sano y comenzar en seguida a tener culto en domingo. Otros, aunque intelectualmente querían hacer el cambio, no podían hacerlo por razones emocionales y relacionales. Tenían en la memoria muchas "cintas" que tocaban en sus mentes - todas las predicciones de las terribles consecuencias que sufrirían los que abandonaran el sábado. Otros tenían padres, hijos, o amigos cercanos que no habían participado en nuestro estudio, y que todavía creían que la observancia del séptimo día sábado sería la prueba final de lealtad a Cristo en los últimos días. Por estas razones, muchos no estaban listos para cambiar su día de tener culto.


Recuerdo la primera vez que fue de compras un sábado. Las viejas cintas comenzaron a tocar. ¿Había yo llegado a la conclusión correcta? Cuando fui a casa, miré nuevamente la evidencia en la Escritura, y me convencí de que mis conclusiones eran correctas. Tenía que tomar una decisión de seguir las claras ensdeñanzas de la Escritura y no las cintas de años de adoctrinamiento de "textos de prueba". ¡Sí, las páginas del libro de Gálatas estaban bien gastadas!

Todos habíamos guardado el séptimo día sábado por años, y a diferentes clases de personas les tomó diferentes períodos de tiempo hacer cambios en su conducta sabática. Ahora, desde la perspectiva de unos dieciséis años desde aquel importante estudio de siete meses, y habiendo revisado numerosas veces la evidencia bíblica sobre el tema, la Escritura parece tan clara que ¡me pregunto por qué me tomó tanto tiempo ver la luz!

Me parece que en congregaciones, o familias en todo caso, donde un estudio bíblico concienzudo lleva a la conclusión de que el séptimo día sábado ya no es obligatorio para los cristianos ni se espera que ellos lo guarden, debe tenerse gran cuidado en la transición. Nadie debe ser obligado a violentar su conciencia. Es necesario que haya un estudio constante y concienzudo, y paciencia. Al mismo tiempo que no se descuidan las claras enseñanzas de la palabra de Dios, debe seguirse el camino del amor hasta que se logre la unidad de conciencia.

Otro punto difícil en relación con la conducta sabática entra en escena cuando los que han llegado a la conclusión de que la observancia del sábado ya no se requiere de los cristianos visitan a los que todavía creen que sí se requiere. ¿Cómo deben actuar? Creo que la respuesta es clara, no sólo por los principios de conciencia delineados arriba, sino también por la vida de Pablo. Me parece que, durante su observancia del sábado, debemos comportarnos del mismo modo con aquéllos en cuyos hogares nos alojamos. Debemos recordar que la conciencia de ellos todavía atada por la ley del pacto antiguo, que dice:

... pero el día séptimo será un día de reposo para honrar al Señor tu Dios. No hagas en ese día ningún trabajo, ni tampoco tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni tampoco los extranjeros que vivan en tus ciudades (Éx. 20:10).

Por lo tanto, si usamos nuestra libertad religiosa y hacemos algo que ellos creen que es violación de la ley sabática, les hacemos violar sus conciencias porque nosotros somos "extranjeros" que moramos en sus casas. Ellos se sienten obligados a hacer que nosotros, como sus invitados, guardemos el sábado. Por esta razón, pues, debemos tener cuidado de honrar la conciencia de ellos, aunque tengamos que restringir nuestra libertad cristiana. Debemos recordar que es apropiado adorar a Dios cualquier día, incluyendo el séptimo día. Cuando estamos con amigos o parientes sabadistas, no hay nada erróneo en reposar y tener culto con ellos. Hacemos esto, no como requisito del pacto antiguo, sino como una expresión de amor, no queriendo hacerles pecar contra sus conciencias. Esta, creo yo, es la razón de por qué Pablo guardaba las fiestas judías, o se sometía a los ritos de purificación en el templo, etc., cuando se reunía con la iglesia de Jerusalén. No quería hacerles violar sus conciencias (Véase Hechos 18:18; 20:16; 21:26,27).


Pablo fue claro al declarar por qué observaba las ceremonias judías en algunas ocasiones y en otras no. He aquí su razonamiento:

Aunque soy libre con respecto a todos, de todos me he hecho esclavo para ganar a tantos como sea posible. Entrelos judíos, me volví judío, a fin de ganarlos a ellos. Entre los que viven bajo la ley, me volví como los que están sometidos a ella (aunque yo mismo no vivo bajo la ley) a fin de ganar a éstos. Entre los que no tienen la ley, me volví como los que están sin ley (aunque no estoy libre de la ley de Dios sino comprometido con la ley de Cristo), a fin de ganar a los que están sin ley. Entre los débiles, me hice débil, a fin de ganar a los débiles. Me hice todo para todos, a fin de salvar a algunos por todos los medios posibles. Todo esto lo hago por causa del evangelio, para participar de sus frutos (1 Cor. 9:19-23).

Aquí Pablo describe sus actividades siguiendo el camino del amor al tratar de difundir el evangelio a sus paisanos judíos. ¡Ojaláo compartiéramos nuestra fe con el mismo amor y la misma sumisión!

También creo que es apropiado dirigir a los observadores del sábado en estudios bíblicos o dejarles algo que les ayude a completar la base de datos de su conciencia. Como Pablo, debemos usar el camino del amor, pero también debemos tratar de llevarlos a un entendimiento pleno de la enseñanza bíblica de los pactos, el sábado y el evangelio. Al hacerlo, sin embargo, ellos deben saber que ¡nosotros somos cristianos por nuestro amor!

Resumen de los principios
Todos debemos reconocer que es posible que la base de datos de nuestras conciencias sea deficiente.Esto debería llevarnos a un continuado estudio personal de la Biblia, la asistencia regular a la iglesia, y si es posible, la participación en estudios bíblicos de grupos pequeños donde podamos interactuar con otros cristianos que nos puedan ayudar a ver nuestros propios puntos ciegos (1 Cor. 8:2).
  1. Siempre debemos obedecer a nuestra conciencia (Hechos 23:1; 24:16; 2 Cor. 1:12; 1 Tim. 1:5; 3:9; 2 Tim. 1:3).
  1. Cuando obedecemos a nuestra conciencia, queriendo hacer lo correcto y creyendo qe estamos haciendo lo correcto, pero acabando por hacer lo malo, Dios nos trata con gracia y misericordia y nos ilumina (Hechos 26:9-15; 1 Tim. 1:12, 13; Juan 7:17; 3:21).
  1. Actuar contrariamente a nuestra conciencia causa desastre espiritual (1 Tim. 1:18, 19; 4:12; Tito 1:15, 16; Núm. 22:2-35; 31:16).
  1. Rehusar estudiar y examinar los hechos puede ser tan peligroso como violentar nuestra conciencia, causando un desatre espiritual (Hech. 7:54-58; Mat. 13:15; Rom. 11:8; Juan 9:20).
  1. Al resolver desacuerdos entre cristianos, debemos usar el camino del amor, no el del conocimiento. Aunque es verdad que la educación en la palabra de Dios, y el correspondiente discernimiento del Espíritu Santo, es la solución a largo plazo, debe seguirse el camino del amor hasta que haya unidad de conciencia (1 Cor. 8:1).
  1. Jamás debemos animar a otros a violentar sus conciencias, aunque sepamos que la base de datos de las conciencias de ellos sea defectuosa (1 Cor. 8:7-11).
  1. Cuando hacemos que alguien violente su conciencia, le hacemos pecar, y al hacerlo, nosotros pecamos contra Cristo (1 Cor. 8:10-12).
  1. Debemos restringir nuestra propia libertad antes que hacer que otro violente su conciencia (1 Cor. 8:13).
  1. Reeducar la conciencia requiere tiempo. Esto está implícito en 1 Corintios 8:1-13, donde Pablo dio instrucciones relativas a la no existencia de ídolos, (el camino del conocimiento), pero él sabía que esto no resolvería la situación actual. Este principio queda demostrado en la experiencia cristiana.
  1. No debemos restringir nuestra libertad cristiana cuando hacerlo comprometería claramente los principios y los fundamentos del evangelio.
  1. Los que creen que el séptimo día sábado no es un requisito para los cristianos ni es el propósito que ellos lo guarden deben estar dispuestos a restringir su libertar cristiana para no hacer que sus parientes o amigos sabadistas no violen sus conciencias.
  1. Los cristianos que saben que no están bajo la ley sabática del viejo pacto deben sentirse libres para reposar y tener culto junto con los sabadistas cuando reciban la hospitalidad de estos últimos, como un acto de amor.
  1. Con amor, los cristianos deben tratar de completar la base de datos de otros cristianos, pero deben seguir el camino del amor hasta que haya unidad de conciencia.

Notas

1. La Escritura deja claro que no debemos emborracharnos con vino.

2. The Expositor´s Bible Commentary, Frank E. Gaebelein, General Editor, Vol. 10, p. 238.

3. New Testament Commentary, Simon J. Kistemaker, 1 Corintios, pp. 273, 274.

4. Aquí no estoy diciendo que jamás debemos dejar el camino del amor, sino que, dentro del camino del amor, la solución a largo plazo incluye conocimiento de la palabra de Dios y el discernimiento del Espíritu Santo.

5. Gál. 2:5.