LA GRAN
TRIBULACIÓN
David Chilton
Dominion Press
Fort Worth, Texas
Copyright © 1987 Dominion Press
ISBN 0-930462 55-6
EPÍLOGO
DEL EDITOR
Por Gary North
Y si tu ojo te fuere
ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino
de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, donde
el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Porque todos
serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado
con sal. Buena es la sal; mas, si la sal se hace insípida,
¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros
mismos; y tened paz los unos con los otros (Marcos 9:47-50).
La Gran
Tribulación es un libro acerca del juicio de Dios.
Posiblemente no es el juicio que usted tenía en mente cuando lo
compró. Cualquiera que sea la clase de sucesos bíblicos
con los cuales usted asocie la palabra "juicio", o las palabras "gran
tribulación", nunca olvide al leer este libro que estos juicios
terrenales no son nada en comparación con el juicio eterno
que Jesús dijo que vendría al final del tiempo. Ellos son
"adelantos" de la santa ira de Dios en la eternidad.
En realidad, nuestro uso del lenguaje conduce a confusión cuando
hablamos del juicio de Dios exclusivamente como castigo. En la Biblia,
castigo tiene dos significados: bendición
y maldición.
Vemos esto en el juicio final, después de la resurrección
de toda la humanidad, Dios juzgará a los hombres. Él
juzga entre los hombres: las "ovejas" a un lado y los "cabritos" al
otro (Mateo 25:33). (Espero que ninguno de los que lean este libro sea
tan "literalista" que crea que Jesús está hablando de
ovejas y cabritos literales. El liberalismo tiene sus límites.
La Biblia está llena de símbolos, un hecho que usted debe
tener presente al leer este libro. Jesús hablaba de personas, no
animales. Usted y yo estaremos en aquella gran división).
Aquella gran división conduce a dos estados diferentes y
eternos:
Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi
Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la
fundación del mundo. ... Entonces dirá también a
los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno
preparado para el diablo y sus ángeles (Mateo 25:34, 41).
Habrá personas bendecidas
eternamente y personas maldecidas
eternamente. Cada grupo irá a su respectivo lugar de "reposo"
eterno, aunque no hay reposo para los impíos. En realidad, los
dos lugares pueden definirse en términos de reposo: reposo ético para los que viven
para siempre en el reino de Dios, y cero reposo ético para los
que viven (existen) en la segunda muerte del lago de fuego.
La segunda muerte es la maldición última y eterna. Es una
muerte en vida, la muerte espiritual con snsación de dolor. La
Biblia habla del peor dolor imaginable: el fuego. 'Y la muerte y el
infierno fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda'
(Apocalipsis 20:14). Esto no es aniquilación, como
enseñan algunas sectas. No es olvido. No es una no existencia.
Los condenados al lago de fuego eterno cambiarían gustosamente
sus cuerpos eternos por el mero olvido El olvido significaría un
escape de las eternas agonías de la maldición de Dios, el
anhelado silencio de Dios. Pero Dios no está en silencio. Los
pecadores en el infierno y más tarde en el lago de fuego nunca
tienen esta oportunidad de silenciar a Dios. El pecado tiene
consecuencias eternas. Es el juicio final de Dios que marcará
para siempre a los benditos y a los malditos, a los vivos y a los
muertos, los que guardan el pacto y los que lo violan, los cristianos y
los no cristianos.
Nótese que la Biblia enseña que tanto reino de Dios
después de la resurrección como el lugar del tormento
eterno fueron creados desde la fundación del mundo. El reino de
Dios fue creado para personas redimidas, mientras que el lago de fuego
fue creado para el diablo y sus ángeles, aunque Dios lo abre
para los seres humanos violadores del pacto (Mat. 25:41). El lago de
fuego está marcado por algo llamado "el gusano". No sabemos
qué es, pero sabemos lo que no es. No es un ángel
caído, porque los ángeles caídos quedan
eternamente impotentes. El gusano no es la conciencia humana, porque no
hay ningún sentido de sometimiento voluntario ante Dios y su
ley. Los violadores del pacto continúan siendo violadores del
pacto para siempre. Puede que el gusano sea remordimiento de que los
hombres no sean Dios. Lo que sí sabemos es que nunca muere. Y si
nunca muere, entonces sus víctimas entran en la esperada paz del
olvido eterno de los sectarios. El gusano atormenta para siempre a los condenados
violadores del pacto.
Este libro trata del juicio terrenal. Lo que viene en la eternidad ha
sido visto de antemano en la tierra: las bendiciones y las maldiciones.
La gran tribulación fue (no
"será") un acontecimiento en la historia que reflejó en
alguna pequeña medida el horror de la maldición venidera.
En comparación con el lago de fuego, la gran tribulación
fue una incomodidad breve y de menor importancia para un puñado
de personas. Sin embargo, en comparación con las bendiciones de
pacto condicionales de Dios para su pueblo escogido, los judíos
- bendiciones que fueron revocadas en 70 d. C. - la gran
tribulación fue una catástrofe que cambió el
mundo. Este libro trata de esa catástrofe.
DEFINITIVIDAD
IGUAL: BENDICIÓN Y MALDICIÓN
Los juicios de Dios ocurren en la historia y también en la
resurrección de los muertos. Esto nos trae a la doctrina
fundamental de la Biblia, una doctrina que rara vez es mencionada en
nuestros días, ni siquiera por pastores y teólogos (especialmente
por teólogos): la definitividad igual de las bendiciones y las
maldiciones. En el lenguaje
común, esto se expresa algunas veces como la definitividad igual
entre el cielo y el infierno, pero esta frase es
incorrecta. El cielo y el infierno no son el modelo final, porque,
históricamente, son lugares incompletos. Las personas no tienen
sus cuerpos en el cielo y en el infierno. Son reunidas con sus cuerpos
en el juicio final. Esto significa que las personas son resucitadas
tanto desde el cielo como desde el infierno. Así que tenemos que
llegar a la conclusión de que el cielo todavía no es
perfecto, porque las personas no poseen sus cuerpos perfectos
resucitados. Todavía es incompleto. Además, en los
días de Juan, clamaban para que Dios trajera su juicio, otra
marca de incompletividad: "¡Hasta cuándo, Señor,
santo y verddero, no juzgas y vengas nuestra sangre sobre los que moran
en la tierra" (Apocalipsis 6:10). Las bendiciones de Dios en el cielo
son históricament incompletas.
De manera similar, el infierno es un lugar de comparativa gracia, si
lo comparamos con el lago de fuego. En el infierno, las
personas no poseen cuerpos perfectos que arden eternamente, sólo
almas. En consecuencia, la maldición de Dios para ellos es
limitada. Además, la historia de Jesús sobre el rico que
muere y va al infierno indica que hay una especie de
comunicación entre los que están en el infierno y por lo
menos una persona en el cielo, "padre Abraham" (Lucas 16:23-31). Por lo
tanto, las maldiciones de Dios son históricamente incompletas.
Después del juicio final, ya no hay más un fuego infernal
limitado, "de baja temperatura", libre del cuerpo. No hay tampoco
ninguna comunicación con nadie en el reino de Dios. Los
últimos vestigios de la gracia en la historia son eliminados de
los maldecidos, cuando el infierno, el diablo, sus ángeles, y
los no cristianos resucitados son lanzados ceremoniosamente al lago de
fuego (Apocalipsis 20:14), de la misma manera que la ausencia final de
gracia en la historia es eliminada de los santos cuando parten del
cielo y sus cuerpos entran al nuevo cielo y a la nueva tierra
restaurados. En ese punto y para siempre jamás, los que
están en el infierno pueden recordar las comparativas
comodidades del infierno y decir correctamente de Dios: "Ya no es
más un Señor amable".
Ni a los cristianos ni a los no cristianos les gusta pensar en tales
cosas. Esto no hace que estos acontecimientos sean menos reales ni
menos inevitables.
DEFINITIVIDAD DESIGUAL,
RESULTADOS DESIGUALES
Una posible fuente de confusión necesita ser aclarada. He dicho
que la bendición y la maldición son igualmente
definitivas. Me refiero a la definitividad de pacto en el juicio, no a
la definitividad histórica. El bien y el mal no son poderosos
por igual con el correr del tiempo. Las bendiciones de Dios fortalecen
a los guardadores de su pacto, mientras que sus maldiciones debilitan a
los violadores del pacto. La promesa de Dios a Eva de la simiente
venidera (Gén. 3:15) fue más poderosa que todos los
intentos de Satanás por destruir la línea del pacto. El
arca de Noé fue más poderosa que el diluvio. El
éxodo fue más poderoso que la esclavitud en Egipto. La
resurrección de Cristo fue más poderosa que la cruz. La
iglesia se volvió visiblemente más poderosa que Israel
después del 70 d. C. El cristianismo es más poderoso en
principio que el humanismo, y esto se manifestará eventualmente
en la historia. El poder a largo plazo procede de la conformidad
observadora del pacto al Espíritu Santo. La impotencia a largo
plazo procede de la violación del pacto: la desobediencia a la
ley de Dios por medio del poder que da Satanás. (Véase mi
libro Dominion and Common Grace: The
Biblical Basis of Progress; Box 8000. Tyler, Texas: Institute
for Christian Economics, 1987: 8.95).
El cielo y el infierno son igualmente definitivos como lugares. Son
igualmente definitivos en relación con el pacto. El infierno
como lugar de la ira de Dios es igualmente definitivo como lugar de la
bendición de Dios, y tanto el infierno como el cielo son
limitados por la historia. Dios hace su declaración de
"perdidos" a los que están en el infierno, de la misma manera
que declara "salvados" a los que están en el cielo. El infierno
no es menos real que el cielo; es simplemente impotente en
comparación con el cielo. La muerte es igualmente definitiva a
la vida según el pacto. De hecho, la vida y la muerte son
principalmente conceptos de pacto, no fisicos, como veremos. Existen en
relación con el pacto de Dios. La vida y la muerte deben
definirse siempre en términos de la estructura de pacto de cinco
puntos de Dios, una estructura que se describe mejor en el libro de Ray
Sutton That You
May Prosper: Dominion By Covenant (Box 8000, Tyler, Texas:
Institute for Christian Economics, 1987; $14.95):
1. La
trascendencia (pero también la presencia) de Dios
2 La
jerarquía de la creación de Dios
3. La ley de Dios
4. El juicio (las sanciones) de Dios
5. La herencia (o la no herencia) de Dios
El cielo y el infierno están limitados por el tiempo y por sus
relaciones con lo que sucede en la tierra. Los dos mundos
post-resurrección no estarán limitados por el tiempo. La
gracia de Dios brillará perfectamente en un lugar, y su ira
brillará perfectamente en otro. No hay escapatoria de Dios en la
historia: "¿A dónde me iré de tu espíritu?
¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los
cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi
estrado, he aquí, allí tú estás" (Salmos
139:7-8). ¡Cuánto más está Dios presente en
el juicio eterno, tanto en el lugar de las bendiciones irrestrictas
como en el lugar de las maldiciones irrestrictas! La presencia de Dios
es eterna; de aquí que, una vez creados, los seres humanos sean
criaturas de interminable duración futura. Muchas personas
desearían no ser eternas. Para los que están en el lago
de fuego, la duración eterna es lo opuesto a la vida eterna: es
la segunda muerte eterna.
La Biblia habla aquí de la presencia de
Dios en el sentido de conocer y observar todas las cosas, determinando
todas las cosas. No está hablando de su presencia en el sentido
de presencia ética:
mostrando al pueblo gracia (gracia común o gracia salvadora).
Esa clase de presencia no existirá en el lago de fuego. Los
residentes del lago de fuego están separados de Dios
eternamente, no en el sentido de que los hombres pueden escapar de la
presencia de Dios, sino en el de que no pueden orar a Dios, buscar el
rostro de Dios, ni esperar la misericordia de Dios. Él
está presente con ellos en algún sentido, tal como estuvo
presente en la zarza ardiente: como fuego consumidor.
Está presente en algún sentido como el gusano que nunca
muere. (No es Satanás ni un ángel caído el que
sirve como el gusano, porque ellos son igualmente impotentes, e
igualmente están bajo la maldición). Está presente
porque Dios es omnipresente; presente en todas partes. Esta misma
presencia como el juez es la maldición última de Dios:
ninguna presencia ética con las personas como el Salvador y la
fuente de gracia. Pasan la eternidad en presencia de la ira de Dios, no
la gracia de Dios.
El punto clave en discusión aquí, como siempre, es la
ética. La vida es una función de la ética de
pacto, no de la duración como tal. Así lo es la muerte.
La vida es un don de la gracia de Dios, una bendición no
mitigada: "El que cree en el Hijo, tiene vida eterna: y el que no cree
en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios mora en
él" (Juan 3:36). Los violadores del pacto tienen existenciaLa vida es ética,
no simplemente una función de percepción física.
Los que están en rebelión ética contra Dios
están éticamente muertos. No poseen vida.
La mentira del propio diablo es que la mera percepción
física es vida, y que la muerte física es el fin de la
vida. Es también mentira suya que los hombres muertos
físicamente no tendrán percepción, especialmente
la percepción de dolor incomparable, inconcebible. En el
infierno no físico y también en el lago de fuego
eternamente físico, los muertos no tendrán
percepción. ¡Qué no darían para no tenerla!
En este caso, la nada sería mejor que algo.
Acepte el sacrificio de Jesucristo en el Calvario como sustituto legal
a los ojos de Dios. No alimente ninguna falsa esperanza de un mundo de
la nada más allá de la tumba. Los pecadores merecen mucho
más que la nada.
en la
tierra, pero no vida: no verán la vida, es decir, la vida de
pacto, dijo Jesús. Tendrán la misma existencia en el lago
de fuego: no verán la vida.
TOMAR EN
SERIO EL SUFRIMIENTO DE CRISTO
Puesto que la gente rara vez considera la realidad eterna del lago de
fuego, no entiende plenamente ni toma en serio las implicaciones
cósmicas y eternas de los sufrimientos del Hijo de Dios en el
Calvario. "Mucho, pero no tanto", piensan
para sí mismos. No toman en serio la ley de Dios. No toman en
serio el juicio eterno de Dios. Por supuesto, el pecado se trata
precisamente de eso: no tomar en serio a Dios.
¿Y qué sucede con los que rehusan aceptar la obra del
sacrificio de Cristo como su sustituto? Su suerte es la misma que la de
los que, en el Antiguo Testamento, rehusaron durante su vida en la
tierra aceptar los animales representativos quemados en el altar de
Dios. Recuérdese que no hay ni toros ni machos cabríos
que tomen su lugar. Ellos mismos reemplazarán a los toros y a
los machos cabríos en el altar eterno de Dios.
Todavía no. En comparación con lo que les espera
después del juicio final, están disfrutando de un breve
respiro en el infierno. Después del juicio final, las
cosas se pondrán verdaderamente calientes para ellos, finalmente
y para siempre, en cuerpo y alma, "donde su gusano no muere, y el fuego
no se apaga". Mirarán hacia atrás, con interés,
hacia el infierno como lugar de maldición de Dios sin
restricciones. El infierno será considerado como un lugar de
comparativo descanso y recreación. El sistema de campos de
concentración soviético, Gulag, será recordado por
sus víctimas violadoras del pacto como un positivo
paraíso.
No hay purgatorio para los pecadores. Nada purga las consecuencias del
pecado después de que el pecador ha muerto. El infierno es el
único "purgatorio" del pecador, en el sentido de un lugar
maldición restringida temporal.
La función del infierno es comparable a la de una prisión
en una comunidad bíblica: un lugar de detención hasta que
se dicte la sentencia final. Es mejor estar allí que en el
tribunal del juez, y ciertamente mejor que en el lugar de
ejecución - la ejecución eterna.
LA SAL
DEL PACTO DE DIOS
En la Biblia, la sal simboliza el juicio. Recuerde que el juicio es
doble: bendición y maldición. En consecuencia, la sal es
tanto para bendición como para maldición.
Por el lenguaje del Nuevo Testamento, sabemos que la sal es una
bendición, porque los cristianos son descritos como sal. "La sal
es buena. Pero, si la sal pierde su sabor, ¿con qué se
salará? Tened sal en vosotros, y paz los unos con los otros"
(Marcos 9:50). Nuevamente, Jesús dice en el Sermón del
Monte: "Vosotros sois la sal de la tierra. Pero, si la sal pierde su
sabor, ¿con qué será salada? No es buena para
nada, excepto para echarla fuera, para que sea hollada por los hombres"
(Mateo 5:13). Obviamente, la sal no pierde su sabor, pero puede ser
mezclada con otras sustancias y volverse insípida o amarga. Esto
es lo que el pecado le hace a algo bueno. Cuando los hombres buenos se
corrompen, sirven para maldición en la historia, para ser
"hollados". Se vuelven buenos para nada.
¿Y qué acerca de la maldición? El primer ejemplo
es la esposa de Lot. Miró hacia atrás, hacia la llanura
donde Sodoma y Gomorra estaban siendo sometidas al encendido juicio de
Dios. Dios la convirtió en estatua de sal (Gén. 19:26).
¿Por qué de sal? Porque en el sistema sde
sacrificios de Dios, la sal siempre acompaña al juicio. "Y
sazonarás con sal toda ofrenda que presentes, y no harás
que falte jamás de tu ofrenda la sal del pacto de tu Dios; en
toda ofrenda tuya ofrecerás sal" (Lev. 2:13). Aquí
encontramos la frase "la sal del pacto de tu Dios". En un sentido, Dios
sazona con sal sus juicios de pacto. La sal es buena. Es una
bendición. Los guardadores del pacto son la sal de la tierra en
la historia. Pero, si mezclamos nuestra sal con corrupción, como
hizo la esposa de Lot, según el pacto nos convertimos en sal
muerta, sal corrupta, inútil para Dios.
La sal era un aspecto requerido en el sistema de
sacrificios de Dios.
Al segundo día
ofrecerás un macho cabrío sin defecto, para
expiación; y purificarán el altar como li purificaron con
el becerro. Cuando acabes de expiar, ofrecerás un becerro de la
vacada sin defecto, y un carnero sin tacha de la manada; y los
ofrecerás delante de Jehová, y los sacerdotes
echarán sal sobre ellos, y los ofrecerán en holocausto a
Jehová (Eze. 43:22-24).
Debe haber sal sobre el altar siempre. Los cristianos son esa sal. En
sus cuerpos rsucitados y libres de pecado, servirán como sal
eterna para el altar eterno de Dios. Siempre habrá un sacrificio
en ese altar, tan seguramente como que siempre habrá una
iglesia, la sal sagrada de Dios. En ese altar encendido, el juicio
arderá mientras exista la iglesia. No puede haber ningún
sacrificio aceptable sin sal. Dios no tolerará sarificios sin
sal. Él conservará su iglesia, pues siempre
comservará su altar. Su ley es perpetua, su justicia es
perpetua, y su juicio es perpetuo, tanto las bendiciones como las
maldiciones.
En la historia, la sal también se usa como destructor. No
sólo añade sabor, sino que también mata, y mata "para siempre".
Se usaba en el mundo antiguo como medio para destruir una ciudad
enemiga, porque salar el área agrícola de una ciudad
destruía su productividad futura. "Y Abimelec peleó contra la ciudad todo
aquel día, y tomó la ciudad, y mató al puebnlo que
en ella estaba; y asoló la ciudad, y la sembró de sal"
(Jue, 9:45). Dios saló a Sodoma y a Gomorra, y más tarde
a otras ciudades. ¿Por qué? Para preservar el pacto de
Dios, Chilton reproduce completo este pasaje en Days of Vengeance
en relación con los sacrificios del templo. Lo hace en sus
observaciones introductorias a la sección del libro que trata de
las sanciones del pacto de Dios (p. 226):
Y lo apartará
Jehová de todas las tribus de Israel para mal, conforme a todas
las maldiciones del pacto escrito en este libro de la ley. Y
dirán todas las generaciones venideras, vuestros hijos que se
levanten después de vosotros, y el extranjero que vendrá
de lejanas tierras, cuando vieren las plagas de aquella tierra, y sus
enfermedades de que Jehová la habrá hecho enfermar
(azufre y sal, abrasada toda su tierra; no será sembrada, ni
producirá, ni crecerá en ella hierba alguna, como
sucedió en la destrucción de Sodoma y Gomorra, de Adma y
Zeboim, las cuales Jehová destruyó en su furor y en su
ira); más aún, todas las naciones dirán:
¿Por qué hizo Jehová esto a esta tierra?
¿Qué significa el ardor de esta gran ira? Y
responderán: Por cuanto dejaron el pacto de Jehová el
Dios de sus padres, que él concertó con ellos cuando los
sacó de la tierra de Egipto, y fueron y sirvieron a dioses
ajenos, se inclinaron a ellos, dioses que no conocían, y
que ninguna cosa les habían dado. Por tanto, se encendió
la ira de Jehová contra esta tierra, para traer sobre ella todas
las maldiciones escritas en este libro (Deut. 29:21-27).
Las frases de maldición están orientadas a la
temperatura: "azufre y sal, abrasada toda su tierra"; "el ardor de esta
gran ira"; "las cuales Jehová destruyó en su furor y en
su ira". Es totalmente conducente a confusión hablar de los
juicios de Dios en la historia aparte del lenguaje del fuego. Pero
también conduce a confusión hablar del fuego del juicio
de Dios sin sal. La sal es el sabor del juicio. Así, pues, la
presencia de la iglesia en la historia es el sabor del juicio en la
historia. Las sanciones del pacto de Dios son dobles: bendición
y maldición.
Lo que es cierto de las maldiciones del pacto de Dios en la historia es
igualmente cierto de sus maldiciones del pacto en la eternidad. El lago
de fuego es el lugar "donde su gusano no muere, y su fuego no se apaga.
Porque cada uno será salado con fuego, y todo sacrificio
será salado con sal". El nuevo cielo y la nueva tierra
están tan seguros de su situación eterna como lo es el
lago de fuego, y viceversa. Las sanciones del pacto de Dios nunca
terminan.
LA MUERTE DE PACTO Y EL BAUTISMO DE FUEGO
La muerte es un fenómeno de pacto. Dios le dijo a Adán
que moriría el día en que comiera del fruto prohibido.
Adán comió y murió. Murió según el
pacto. Las sanciones de maldición según el pacto cayeron
sobre él. No murió físicamente (una señal
de la gracia de Dios para él en la hisrtoria), aunque su cuerpo
definitivemente murió aquel día. Llevaba las marcas de la
maldición: sudor en la frente (Gén. 3:19). Esta misma
marca de la maldición no era permitida al sumo sacerdote, y por
eso se requería que llevase puesta una mitra en la cabeza y
también se requería que llevase puesto lino (Éx.
29:38-43). Se nos dice específicamente en la visión de
Ezequiel que el sumo sacerdote debía usar lino para evitar que
sudara (Eze. 44:18). El cuerpo de Adán murió
progresivamente por medio del proceso de envejecimiento durante
más de nueve siglos; luego murió finalmente (Gén.
5:5). No pudo escapar a la maldición de la sanción de
pacto de Dios.
La muerte física es sólo la primera muerte. Hay una
segunda muerte, la muerte después de la resurrección
después del juicio final (Apoc. 20:14). ¿Por qué
se requiere esta segunda muerte? Porque si se persiste en la violación del
pacto hasta el día de la primera muerte, esto se
convierte en una condición
permanente.
El pacto de Dios es eterno. Por lo tanto, la posición y la
condición como violador o guardador del pacto se convierte en
permanente a la muerte del cuerpo antes de la resurrección. Si
la gente pudiera escapar en su posición como violadores de pacto
en la eternidad por cualquier medio, incluyendo la aniquilación,
podría en consecuencia eliminar la permanencia de las sanciones
de pacto de Dios. Dios no permite un ataque tal a su soberanía
en el tiempo y la eternidad. Sus sanciones no terminan nunca, porque su
pacto no termina nunca.
LA
EXPOSICIÓN DE KLINE SOBRE LAS SANCIONES RITUALES
Estas sanciones de pacto son sanciones dobles: maldiciones y
bendiciones. Esta doble naturaleza de las sanciones de pacto es
presentada en gran detalle por Meredith G. Kline en su libro By Oath
Consigned (Eerdmans, 1968). Kline se refiere al resumen de Juan
Bautista sobre el ministerio de Cristo. "Yo a la verdad os bautizo en
agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo
calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo;
él os bautizará en Espíritu Santo y fuego" (Mat.
3:11). ¿En qué estaba pensando Juan cuando dijo
"bautizará en fuego"? Kline cita a Malaquías 4:1: "Porque
he aquí viene el día ardiente como un horno, y todos los
soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel
día que vendrá los abrasará, ha dicho
Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni
raíz ni rama". La estopa no crece. No puede enviar raíces
dentro del suelo para alimentarse, ni le pueden crecer hojas ni ramas
para que absorban la luz. Sin raíz ni ramas, la estopa muere, se
seca, y arde fácimente.
Pero hay otra fuente de luz que no es el que consume a la estopa, como
dice Malaquías 4:2-3. "Mas a vosotros los que teméis mi
nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá
salvación; y saldréis y saltaréis como becerros de
la manada. Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza
bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo
actúe, ha dicho Jehová de los ejércitos".
¿Cuáles son las siguientes palabras de Malaquías?
Un llamado a recordar la ley de pacto de Dios. "Acordaos de la ley de
Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y
leyes para todo Israel". (v. 4) "He aquí yo os envío al
profeta Elías, antes que venga el día de Jehová,
grande y terrible" (v. 5). Kline comenta: "Para los que hacen maldad,
el fuego de ese día es como el fuego de un horno que los
consume, pero para los que tienen temor del nombre de Dios, son los
rayos sanadores del sol que los refina" (p. 58). El bautismo de Juan
"no era una ordenanza para que la observara Israel en sus generaciones
sino una señal especial para aquella generación terminal,
una señal que resume la crisis particular en la historia de
pacto representada por la misión de Juan como mensajero del
ultimátum del Señor" (p. 61).
Considerado desde un punto de vista ventajoso más abarcante, el
bautismo de Juan era una señal de la dura por la cual Israel
tenía que pasar para recibir un juicio de maldición o
bendición. ... Por medio de su mensaje y su bautismo, Juan pues
proclamó nuevamente a la simiente de Abraham el significado de
su circuncisión. La circuncisión no era una
garantía de privilegio inviolable. Era una señal de la
prueba divina en la cual el hacha, puesta a las raíces de los
árboles sin fruto maldecidos por el Mesías, los
cortaría de raíz (Mat. 3:10; Luc. 3:9). En
realidad, el bautismo de Juan era una recircuncisión (p.
62).
Kline concluye: "El bautismo, pues, tiene que ver con el hombre en
presencia del trono de juicio de Dios" (p. 67). El bautsmo es una
señal de pacto, y lleva la marca de la dobe naturaleza de las
sanciones de pacto: bendición y maldición. Este sistema
de dobles sanciones de pacto se manifestará en el juicio final:
Nuevamente, cuando el
Señor aparezca en la teofanía de la prueba final como
juez de los vivos y los muertos, vengándose en fuego de los que
no obedecen al evangelio, traerá ante su trono del juicio a
todos los que han estado en su iglesia del nuevo pacto. Allí su
declaración de la maldición de pacto caerá en los
oídos de algunos que en este mundo han estado dentro de la
comunidad que posee formalmente su señorío de pacto, de
modo que todavía en aquel día pensarán en clamar:
"Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre y en
tu nombre echamos fuera demonios e hicimos muchos milagros?" ... Hay,
pues, un cumplimiento del señorío del pacto de Cristo por
encima de su iglesia del Nuevo Testamento para condenación y
muerte, así como parajustificación y vida. En la
ejecución de ambos veredictos, sea para vida o para muerte, el
nuevo pacto será cumplido y perfeccionado (pp. 77-78).
LAS
SANCIONES PERMANENTES
El nuevo pacto se cumple y es perfeccionado en el juicio final de Dios.
Ese juicio futuro es tan permanente como el pacto mismo. Las sanciones
de bendición y maldición son eternas. La
generación terminal de Israel no entendió la amenaza
contra ella. Ignoraron el bautismo de Juan. No tomaron en serio el
bautismo como una señal permanente (eterna) de pacto. No
acataron la advertencia de Juan sobre la suprema capacidad de
Aquél que le seguía para imponer el bautismo del fuego
consumidor permanente. Por eso, cuando crucificaron a Cristo, sellaron
su suerte. El día del Señor vino en el 70 d. C. y
visiblemente destruyó el templo y sus sacrificios animales. El
día final del Señor vendrá y establecerá el
único sacrificio que, en principio, Dios honró
jamás: juicio verdadero, completo, y permanente.
¿Es final la bendición de Dios? Sí: la
resurrección de los impolutos cuerpos de los santos que han de
fundirse con sus almas recientemente liberadas del cielo, y su
transferencia post-juicio a su nuevo y permanente entorno: el nuevo
cielo perfeccionado y la nueva tierra perfeccionada. ¿Es final
la maldición de Dios? Sí: la resurrección de los
cuerpos impolutos de los pecadores muertos que han de fundirse con sus
almas recientemente liberadas del infierno, y su transferencia
post-juicio a su nuevo y permanente entorno: el lago de fuego. Dios les
maldice con cuerpos perfectos resucitados para que sirvan como rastrojo
eterno, para que puedan soportar la agonía eterna en el lago de
fuego.
La muerte en el pacto es permanente, de acuerdo con la muerte del
cuerpo. La muerte en el pacto es tan permanente como el pacto mismo.
Por consiguiente:
Y si tu ojo te fuere ocasión de
caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo,
que teniendo dos ojos ser echado en el infierno, donde el gusano de
ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Porque todos serán
salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal. Buena
es la sal; mas, si la sal se hace insípida, ¿con
qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros mismos; y tened
paz los unos con los otros (Marcos 9:47-50).
Los que arguyen a favor de cualquier cosa diferente del juicio eterno
han adoptado lo que los filósofos llaman nominalismo: "El
infierno es sólo un nombre, no un lugar real", o "el lago de
fuego es simplemente lenguaje simbólico, no un lugar real". Esto
es lo que arguye el moderno liberalismo teológico. Así lo
hacen las sectas, con su doctrina de aniquilamiento. Pero el infierno y
el lago de fuego son lugares reales, porque desempeñan papeles
eternos en el pacto de Dios. Son realidades del pacto, no
símbolos verbales de la ira de Dios - una "ira sin ira". El
infierno es tan real como el cielo; el lago de fuego es tan real como
el nuevo cielo y la nueva tierra después de la
resurrección. Son tan reales porque tienen manifestaciones en la
historia.
EL CIELO Y EL INFIERNO EN LA TIERRA
El libro de Chilton Days of Vengeance tiene un capítulo titulado "Se desata el infierno". en la página 257, cita el libro de Herbert Schlossberg Idols for Destruction
(Thomas Nelson, 1983): "Cuando una civilización se vuelve
idólatra, su pueblo es cambiado profundamente por esa
experiencia. En una especie de santificación a la inversa, el
idólatra es transformado a la semejanza del objeto de su culto.
Israel 'fue tras la vanidad, y se hizo vano' (Jer. 2:5).
Esta es una observación brillante. Pero Schlossberg se detiene antes de alcanzar la meta. Esto no es "una especie
de santificación a la inversa"; es santificación a la
inversa. Los observadores del pacto desarrollan progresivamente las
implicaciones de su fe en la historia, manifestando el reino
celestial de Dios en el tiempo y en la tierra. Dios responde
progresivamente la requerida oración: 'Venga tu reino.
Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo"
(Mat. 6:10). Esto es santificación progresiva:
el desarrollo en la historia de la perfecta justicia moral de la
perfecta humanidad de Cristo (no su divinidad) que Dios atribuye a los
cristianos en el momento de su salvación. Lo que Dios nos imputa
a nosotros definitivamente en principio en el momento de nuestra
conversión a Cristo - la mente y la justicia de Jesucristo - que
hemos de manifestar progresivamente con el correr del tiempo.
En lo que Schlossberg hace énfasis es que los seguidores de
Satanás manifiestan un proceso paralelo de santificación.
"Santificar" significa poner aparte. Satanás pone aparte a sus
seguidores de la misma manera en que lo hace Dios. Los seguidores de
Satanás han de desarrollar en la historia los malvados
principios de pacto del infernal reino de Satanás de la misma
manera en que los cristianos han de desarrollar en la historia los
justos principios de pacto del reino celestial de Dios.
Hay una queja constante, de parte de los que sostienen
escatologías de derrota terrenal, de que es tonto trabajar para
establecer la ley de Dios en la tierra. Llaman a este punto de vista
"utopía". Niegan que pueda haber jamás una
manifestación amplia del reino de Dios en la tierra en el curso
de la historia. Descartan esta visión como totalmente falsa,
"buscando el cielo en la tierra". Pero rehusan trabajar para traer el
cielo a la tierra enseñando a la gente a obedecer los justos
principios del cielo en la tierra para entregar la historia al diablo.
Los discípulos del diablo trabajan fuerte para traer el infierno
a la tierra enseñando a la gente a obedecer los rebeldes
principios del infierno en la tierra.
Hay una guerra entre Dios y Satanás, la justicia y el mal,
los guardadores del pacto y los violadores del pacto, el cielo y el
infierno. Esta guerra está teniendo lugar en la historia.
Es principalmente una guerra terrenal. En definitiva, el punto acerca
del cual se está librando esta guerra es la soberanía.
¿Quién es soberano, Dios o Satanás? La disputa
histórica también se está librando acerca de la
soberanía: ¿Las fuerzas humanas de quién
triunfarán en la historia, las de Dios o las de Satanás?
¿El nuevo orden mundial de quién triunfará en la
historia, el de Cristo o el de Satanás? Resumiendo, la guerra se
está librando acerca de esta cuestión: ¿El cielo
en la tierra o el infierno en la tierra?
No hay ninguna posibilidad de ningún otro reino en la tierra. No
hay ninguna posibilidad de ningún reino neutral del hombre, que
funcione por medio de una hipotética ley natural neutral. Los
seres humanos nunca son neutrales, y no existe tal cosa como la ley
natural. Existe la ley de Dios, y existen las numerosas alternativas de
Satanás, incluyendo la ley natural "neutral". No existe la neutralidad.
Por consiguiente, nos enfrentamos a la pregunta: ¿Será el
cielo en la tierra o el infierno en la tierra? ¿Será la
ley del pacto de Dios como la ley de las naciones, o uno o más
de los falsos sistemas de leyes de Satanás? Cualquier intento de
implantar una tercera opción, como la ley natural, es
simplemente otro intento de reemplazar la ley del pacto de Dios con la
ley de Satanás. Es simplemente otro intento por construir el
infierno en la tierra.
Tristemente, los cristianos pesimistas que esperan poco más que
la derrota para el pueblo de Dios se aferran a la fe en la ley natural
como terreno neutral entre la supuestamente creciente influencia de
Satanás en la historia y la decreciente influencia de la
iglesia. Ven la ley de Dios revelada en la Biblia como una amenaza para
su retirada de la responsabilidad histórica, así que
deciden predicar una "ley natural neutral" indefinida (y siempre
indefinible), que no pone sobre ellos ninguna responsabilidad
cívica cristiana singular.
CONCLUSIÓN
El juicio de Dios sobre Israel en el 70 d. C. debería
persuadirnos de la futilidad de tratar de escapar a los progresivos
juicios de Dios en la historia. En nuestros días, nos
enfrentamos a las bendiciones potencialmente mayores desde
Pentecostés: reavivamiento mundial, la revolución
informática causada por las computadoras, y un redescubrimiento
de la ley de Dios revelada como herramienta del dominio divino
(Gén. 1:26-28). En nuestros días, también nos
enfrentamos a las maldiciones potencialmente peores desde la
caída de Jerusalén: la plaga del SIDA, el triunfo de los
dos imperios comunistas, o la destrucción de los Estados Unidos
(y la libertad de occidente) dentro de 30 minutos después de un
primer ataque nuclear soviético. Necesitamos entender el juicio
de Dios. Involucra bendición y maldición.
La bendición de Dios es definitiva:
la gracia de la salvación en Cristo. Sus bendiciones son
también promesa progresiva de la simiente venidera (Gén.
3:15) y su provisión de ropa para ellos, el arca de Noé,
el éxodo de Egipto, el regreso a la tierra bajo la
dirección de Nehemías y Esdras, la resurrección de
Cristo, y la expansión de la iglesia. La bendición de
Dios es también final y eterna: la culminación, libre de pecado, del nuevo cielo y la nueva tierra después de la resurrección.
La maldición de Dios es definitiva:
la muerte de la humanidad. Sus maldiciones son también
progresivas: la maldición de Adán y Eva y su entorno, su
expulsión del jardín, el diluvio, la esclavitud en
egipto, el cautiverio en Asiria y Babilonia, la muerte de Cristo en la
cruz, y la caída de Jerusalén. La maldición de
Dios es también final y eterna: el lago de fuego.
Como dice la Confesión de Fe de Westminster (1646) en
relación con la bendición eterna y la maldición
eterna, comenzando en el día del juicio:
El propósito de que Dios haya
señalado este día es para manifestar la gloria de su
misericordia en la salvación eterna de los escogidos; y de su
justicia, en la condenación de los réprobos, que son
malvados y desobedientes. Porque entonces los justos irán a la
vida eterna, a recibir la plenitud del gozo y el refrigerio que
vendrán de la presencia del Señor. Pero los
impíos, que no conocen a Dios, ni obedecen al evangelio de
Jesucristo, serán lanzados al tormento eterno y castigados con
la destrucción eterna delante de la presencia del Señor y
de la gloria de su poder. (Capítulo XXXIII:II).
Gozo eterno o tormento eterno: debemos predicar la definitiva igualdad
de la bendición y la maldición en la eternidad. Rehusar
hacerlo es abandonar la teología de pacto bíblica. Es
amañar el cristianismo ortodoxo. Que la experiencia de Israel en
70 d. C. sea nuestra guía sobre la importancia de ser fieles a
la palabra de Dios revelada. Si somos lo bastante descuidados y
arrogantes como para negar la realidad eterna de las maldiciones de
Dios, corremos el riesgo de tener que experimentarlas de primera mano.
"Aprender haciendo" no es lo que usted desea en esta lección de teología.
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