¿DEBE LA IGLESIA CRISTIANA

ENSEÑAR EL DIEZMO?

CONCLUSIONES DE UN TEÓLOGO
SOBRE UNA DOCTRINA TABÚ

Russell Earl Kelly, Ph. D.

Traducción por Román Quirós M.

Capítulo 17

Hebreos 8
2 Corintios 3
Un pacto nuevo y mejor


Un pacto completamente nuevo

¿Qué pensaría usted de un abogado que tratara de argumentar a favor de un caso en un tribunal de Estados Unidos usando la constitución y las leyes de, digamos, Inglaterra o China? Usted probablemente diría: "Usted debe estar bromeando, verdad?" Y, sin embargo, cuando tratamos de enseñar la doctrina del nuevo pacto usando las leyes y las tradiciones diseñadas para el Israel nacional del pacto antiguo, ¡estamos haciendo exactamente lo mismo! El pacto antiguo, especialmente Éxodo hasta Deteronomio, es el código de leyes para el Israel nacional durante ese período de la historia.

Los teólogos Gordon Fee y Douglas Stuart escribieron en su libro de texto para seminarios: "El Antiguo Testamento no es nuestro testamento. El Antiguo Testamento representa un pacto antiguo, que ya no estamos obligados a guardar. En consecuencia, apenas podemos comenzar suponiendo que el pacto antiguo debería ser obligatorio para nosotros. En realidad, tenemos que suponer que ninguna de sus estipulaciones (leyes) son obligatorias para nosotros a menos que hayan sido renovadas en el nuevo pacto. Es decir, a menos que una ley del Antiguo Testamento sea de alguna manera replanteada o reforzada en el Nuevo Testamento, ya no es directamente obligatoria para el pueblo de Dios (comp. Rom. 6:14-15"). (63).

A veces, a causa de cambios radicales esenciales, una nación se encuentra en la necesidad de abolir su constitución y establecer una nueva. Cuando esto se hace, CADA precepto, juicio, ordenanza, reglamento, regla, procedimiento, y mandato es borrado completamente de los libros de la constitución original. Es como si la constitución original nunca hubiera existido - desaparece tanto lo bueno como lo malo. Entonces, esa nación toma lo MEJOR de la antigua constitución. Aclara, simplifica, re-establece, echa un nuevo fundamento, y comienza de nuevo.

¡Dios hizo eso! El cambio radical necesario ocurrió en el Calvario. ¡En Cristo, Dios puso fin, abolió, y anuló el pacto antiguo y cada ley, mandamiento, ordenanza, juicio, y precepto dado por medio de Moisés en el Monte Sinaí! Puesto que cada tipo, símbolo, y cada sombra fue cumplida perfectamente en Cristo Jesús, la "justicia" revelada anteriormente en la ley AHORA ha sido revelada en Cristo Jesús (Rom. 3:19-20 comp. 3:21-22). Nuevamente, la "justicia" que la ley exigía se cumplió en Cristo. Luego, Dios tomó lo MEJOR de ese pacto antiguo, y lo REPLANTEÓ en el contexto de Jesucristo y el Calvario. Sin embargo, el "replanteamiento" no fue en la forma de "no harás". En su lugar, fue en la forma de privilegios de lo que "harán las nuevas creaciones en Cristo Jesús". Lo mejor incluía especialmente los principios morales de Dios de amor, justicia, misericordia, y fe (Lucas 11:42; Mat. 23:23).

Cuando abrimos nuestras Biblias, primero tenemos que pedirle a Dios que guíe nuestro entendimiento de su palabra. Luego, tenemos que ajustarnos mentalmente a la posición del texto que estamos a punto de leer. ¿Es esto pacto antiguo o nuevo pacto? ¿Es esto ley mosaica u otra revelación del pacto antiguo? ¿Es esto antes o después del Calvario? Si el texto es antes del Calvario, ¿expresa una enseñanza temporal de kindergarten, una "sombra", que terminó en el Calvario, o contiene un principio eterno que precedió a la creación y fue replanteado después del Calvario para la iglesia del nuevo pacto?

¡Millones de cristianos honestos y sinceros malinterpretan la palabra de Dios porque no se fundamentan en la diferencia entre el pacto antiguo y el nuevo! ¡Hay una división en la Biblia por una razón! ¿Cuál es esa razón? Aunque el hombre, no Dios, decidió iniciar el "Nuevo Testamento" con los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan - según el punto de vista de Dios, el "nuevo pacto" fue anunciado por Cristo en la última cena, y no comenzó sino cuando Él murió en el Calvario. Mateo, Marcos, Lucas y Juan cubren el período gris; contienen vistazos del nuevo pacto, pero son en su mayoría pacto antiguo.

En el mismo momento de la muerte de Cristo, cuando exclamó: "¡Consumado es!", el velo del templo se rasgó de arriba abajo, exponiendo el Lugar Santísimo a la vista de toda la humanidad. En ese mismo momento, en la mente de Dios, el sacerdote levítico perdió su empleo (y su diezmo del diezmo). Finalmente, cada creyente se convirtió en sacerdote con acceso directo a Dios y el Lugar Santísimo en el cielo. También desaparecieron los sacrificios, las ofrendas para el templo, los ritos, los días de fiesta, las leyes alimentarias, y todas las ordenanzas de culto, como el diezmo.

Ninguno de las tres principales posiciones acerca de los principios de interpretación respaldan el diezmo en la actualidad. Primero, los defensores de la TEOLOGÍA REFORMADA dividen la ley en mandamientos morales, estatutos ceremoniales, y juicios civiles. Ellos también reconocen y desestiman el diezmo como un estatuto ceremonial.

Segundo, los defensores de la TEOLOGÍA DISPENSACIONAL también dividen la ley en mandamientos, estatutos, y juicios. Sin embargo, lo ven como un todo indivisible, desestiman la ley entera, y comienzan de nuevo; dicen que Dios repite sus principios morales eternos en el nuevo pacto después del Calvario. Por ejemplo, Unger dice: "Para entender los evangelios, no se debe confundir el reino ofrecido a Israel con la iglesia de Cristo. Cristo cumplió la ley, murió bajo la ley, y nos liberó de la ley. Por lo tanto, para entender los evangelios, debemos esperar que estamos en terreno legal hasta la cruz (Mat. 10:5-6; 15:22-28; Mar. 1:44) ... Para entender el nuevo pacto, también hay que tener presente que la revelación plena concerniente a la gracia ha de encontrarse en las epístolas, no en los evangelios. ... Los evangelios no presentan la doctrina de la iglesia" (64).

Muchos defensores de una tercera posición acerca de los principios de interpretación entre la teología reformada y la teología dispensacional también desestiman el diezmo a causa de su uso cúltico y no moral. El apóstol Pablo disputaba con los que querían añadir elementos de la ley mosaica a la fórmula de "gracia por medio de la fe". Los protestantes señalan que esto significa "por gracia por medio de la fe solamente" - ¡más nada! Añadir elementos como la observancia del sábado, la circuncisión, los alimentos impuros, y el diezmo en realidad debilitan el evangelio al añadirle la ley de los cultos. Pablo se ufanaba de que él no había dejado por fuera nada importante al predicar el evangelio completo, pero no mencionó el diezmo ni una sola vez.

Un mejor pacto con mejores promesas.

Heb. 8:6 Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas.

Ya sea que discutamos el diezmo o asuntos mucho más importantes, el nuevo pacto no es simplemente un pacto antiguo "enmendado" - es realmente un "NUEVO" pacto, un "ministerio más excelente", un "mejor pacto", y está "establecido sobre mejores promesas". No logro entender por qué esta sencilla verdad es tan difícil de comprender. Esto significa que el don de la gracia es un ministerio más excelente, que el don de la gracia es parte de  un mejor pacto, y que el don de la gracia está establecido sobre mejores promesas. A Dios no le pareció bien reafirmar el diezmo en los documentos del nuevo pacto.

Heb. 8:7 Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se habría procurado lugar para el segundo.
Heb. 8:8 Porque, reprendiéndolos, dice: He aquí vienen días, dice el Señor, en que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto.

El "primer pacto" era la TOTALIDAD de la ley como fue dada a Moisés desde el Monte Sinaí. Sin embargo, sucedía algo erróneo con el pueblo del pacto antiguo. Todo Israel había prometido: "Todo lo que Jehová ha hablado, eso haremos" (Éxodo 19:8). Todo los israelitas habían dicho "Amén" doce veces al leérseles las doce maldiciones (Deut. 27:15-26). Pablo escribió: "Y la ley no es de fe, sino que dice: 'El que hiciere estas cosas, vivirá por ellas'. Cristo nos redimió de la  maldición de la ley, hecho por nosotros maldición" (Gál. 3:12,13). Al fracasar Israel en la observancia de la ley por su propio esfuerzo, cayó bajo la maldición de Dios. Mientras estuvo bajo la maldición de Dios, su única salvación consistía en poner su fe en la misericordia de Dios, que abriría la puerta de la verdad para que Israel viera a Cristo Jesús.

¡"Y la ley no es de fe" incluye el diezmo! El diezmo era una ordenanza obligatoria. En realidad, ¡actuaba como LA ordenanza en que se fundamentaba toda la ley del pacto antiguo! El diezmo era la provisión de la ley que sostenía, y así hacía posible, la existencia misma del sacerdocio levítico por medio del cual Dios administraba el resto de la ley, sus sacrificios, y todas las otras ordenanzas y juicios (Números 3 y 18).

Heb. 8:9 No como el pacto que hice con sus padres el día en que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos no permanecieron en mi pacto, y yo me desentendí de ellos, dice el Señor.

El nuevo pacto es claramente diferente porque no es "como el pacto que hice con sus padres". Esto no es hablar en jerigonza. ¡Quiere decir exactamente lo que dice! La ley afirmaba: "Maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para hacerlas" (Deut. 27:26, Gál. 3:10). Cuando un Israelita de pleno derecho dejaba de diezmar, ese israelita quedaba la maldición del pacto antiguo (Mal. 3:9). Sin embargo, el cristiano no puede estar bajo la maldición de la ley del pacto antiguo. Cuando Pablo dijo: "Cristo NOS redimió de la maldición de la ley" (Gál, 3:13), se refería a los otros cristianos judíos que una vz habían estado bajo esa maldición.

Heb. 8:10 Por lo cual, éste es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por pueblo.
Heb. 8:11 Y ninguno enseñará a su prójimo, ni ninguno a su hermano, dieiendo: Conoce al Señor; porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos.
Heb. 8:12 Porque tendré misericordia de sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades.

Dios dijo: "Pondré mis leyes en la mente de ellos, y en su corazón las escribiré". Las leyes del nuevo pacto de Dios son leyes morales eternas que reflejan su carácter. Las leyes eternas son claramente obvias en la mente y el corazón de todo verdadero creyente. Aunque puede que el aspecto de "dar" del diezmo sea eterno, el "diez por ciento" es claramente cúltico y no ha sido revelado por el Espíritu Santo como un principio eterno después del Calvario. Las leyes morales de Dios no son de la naturaleza del diezmo, el cual requiere que una persona persuada a otra persona en relación con lo que ya no está obviamente "en la mente y el corazón". Para reiterar el punto, mientras que el "dar" puede ser moral, o natural, el "diez por ciento" es claramente cúltico y ya no es evidente en la mente.

Estos textos también dan a entender que el nuevo pacto será un sacerdocio de los creyentes, más bien que una jerarquía de ministros sostenidos por diezmos y que enseñan a los demás.

Heb. 8:13 Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.

Hace dos mil años, se escribió que las leyes del pacto antiguo ya eran "decadentes y estaban envejeciendo" (NAS), eran "obsoletas y viejas" (NIV); eran "anticuadas" (TLB). Gálatas 4:31 dice que el pacto antiguo había sido "echado fuera". La palabra de Dios es clara sobre este tema.

De "ninguna gloria" a la "gloria más excelente".

2 Cor. 3:6 El cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, pero el espíritu da vida.

Pablo y todos los otros cristianos son "ministros" del "nuevo testamento". No somos llamados a enseñar o ministrar doctrinas del pacto antiguo. Predicar la "letra" del pacto antiguoi "mata", pero predicar el "espíritu" del nuevo pacto "da vida". Sin embargo, en la actualidad hay religiones tanto cristianas como no cristianas que están tan encerrados en la misma "exactitud de la letra" de las antiguas creencias legales como los fariseos del siglo primero. No han experimentado ningún gran reavivamiento, y carecen de la confianza de la verdadera libertad espiritual. Pero Romanos 8:2 dice: "Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte". El versículo 4 añade: "Para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos según la carne, sino según el Espíritu". Hay tanto más que ganar cuando se abandona la letra de la ley del pacto antiguo y al poder del Espíritu Santo en el nuevo pacto se le permite obrar en nuestras vidas y en nuestras iglesias. Tontamente, estamos perdiendo la plenitud de la bendición del nuevo pacto al enseñar el diezmo (o cualquier otra doctrina cúltica que es puramente del pacto antiguo).

2 Cor. 3:7 Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue glorioso, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer,
2 Cor. 3:8 ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu?
2 Cor. 3:9 Porque, si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación.
2 Cor. 3:10 Porque aun lo que fue glorioso, NO ES GLORIOSO en este respecto, en comparación con la gloria más eminente [que supera].
2 Cor. 3:11 Porque, si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece.

El impacto que estos versículos pueden tener en la comunidad cristiana cuando el diezmo del pacto antiguo es reemplazado por los principios de dar en el nuevo pacto pueden ser asombrosos. Nótese la progresión de la palabra "gloria" en estos versículos. Aunque el pacto antiguo era "glorioso" y Moisés reflejaba "gloria", esa "gloria" habría de desaparecer (v.7). ¿No debería ser "aun más glorioso" el ministerio del Espíritu (NVI) (v. 8)? Naturalmente, la "gloria" de un ministerio que proporciona justicia es superior a la "gloria" de un ministerio que condena (v. 9). Aunque el ministerio antiguo era "glorioso", el nuevo ministerio es "mucho más glorioso" (v. 11).

En realidad, cuando se comparan las "glorias", el pacto antiguo tiene tanta menos gloria que no tiene "ninguna gloria" en comparación con la "gloria más eminente" (v. 10). ¡Caramba! ¡Qué afirmación! ¿Captamos su plenitud? ¡Mientras que usar principios del pacto antiguo seguramente producirá resultados "gloriosos", usar principios del nuevo pacto claramente expresados seguramente producirá resultados muchísimo más gloriosos! ¡Eso es lo que la Biblia enseña! ¿Por qué no podemos creer y reclamar las promesas de la palabra de Dios, que son "mucho más gloriosas", cuando estas verdades se aplican a los diezmos?

2 Cor. 3:14 Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque, hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual es quitado por Cristo.

El diezmar por parte de los cristianos cae en la trampa descrita en el versículo 14. Para enseñar el diezmo, uno sólo puede regresar a los textos de antes del Calvario, como Génesis 14, Levítico 27, Malaquías 3 y Mateo 23. Por esta razón, el defensor del diezmo todavía permanece en terreno del pacto antiguo y antes del Calvario y no ve los cambios producidos por la contemplación de Cristo. "Cuando leen el pacto antiguo, les queda el mismo velo no descubierto".

Puesto que Hebreos 7 enseña que "el mandamiento para recibir diezmos de la gente de acuerdo con la ley" fue "anulado" cuando cambió el sacerdocio, entonces el velo debería haber sido quitado por la verdad del sumo sacerdocio de Cristo y el sacerdocio de todos los creyentes (Heb. 7:5, 12, 18).

2 Cor. 3:16 Pero cuando [las personas] se conviertan al Señor, el velo se quitará.
2 Cor. 3:18 Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.

La iglesia cristiana tiene que aprender a confiar en los principios de gracia y fe del nuevo pacto para prosperar y agradar a Dios. El diezmo revela una desconfianza de los mejores principios y una reversión a la dependencia en principios anticuados. Aunque las estaciones de televisión cristianas por satélite gastan una enorme cantidad de tiempo-aire solicitando diezmos, la vasta mayoría de la gente cambia de canal para no escucharlas. Demasiadas almas perdidas permanecen lejos de la iglesia a causa de su reputación como pedigüeña de dinero y porque las necesidades espirituales de esas almas no son satisfechas.

Al contemplar a Cristo, se nos garantiza que seremos cambiados de una situación de ninguna gloria del pacto antiguo a una posición de gloria en el nuevo pacto. Al sentir los miembros de iglesia compasión por los perdidos a su alrededor, darán más, espontáneamente, sin necesidad de mandamientos ni porcentajes. El problema es que demasiados pastores se sienten seguros al solicitar un porcentaje establecido, y temen quitar el velo del pacto antiguo y dar el paso de fe hacia otros principios gloriosos del nuevo pacto.

MARTÍN LUTERO PREDICABA CONTRA EL DIEZMO

En un sermón predicado el 27 de agosto de 1525, el Dr. Martín Lutero usó la misma hermenéutica del pacto antiguo/nuevo pacto presentada en este libro para oponerse al diezmo. Sus obervaciones sobre la ley y el diezmo no estaban fuera de contexto ni eran al azar. Antes bien, el Dr. Lutero hablaba precisamente al punto porque el título de su sermón era "Cómo deben los cristianos considerar a Moisés". El documento entero puede encontrarse en Internet usando motores de búsqueda. He aquí unos pocos extractos: "La ley de Moisés obliga sólo a los judíos, y no a los gentiles. Aquí tiene su lugar la ley de Moisés. Ya no es obligatoria para nosotros porque fue dada sólo al pueblo de Israel. E Israel aceptó esta ley para sí mismo y sus descendientes, mientras que los gentiles fueron excluidos". "Moisés no tiene nada que ver con nosotros. Si fuese a aceptar a Moisés en un mandamiento, tendría que aceptarlo por entero". "No le consideraremos como nuestro legislador, a menos que concuerde tanto con el Nuevo Testamento como con la ley natural". "Porque ni siquiera un período pequeño de Moisés nos pertenece a nosotros". "Pero los gentiles no sostienen los otros mandamientos de Moisés, que no son por naturaleza. Tampoco pertenecen a los gentiles esos otros mandamientos, como el DIEZMO y los otros igualmente excelentes que ojalá nosotros tuviésemos también".


(63) Gordon Fee and Douglas Stuart, How to Read the Bible for All It´s Worth (Grand Rapids: Zondervan, 1980), 137.
(64) Unger´s, s.v. "New Testament".

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