Ellen G. White

IMPORTANCIA DE LA LESIÓN

EN LA CABEZA DE ELLEN WHITE

Parte 4

Por el Dr. Molleurus Couperus

Tomado de The Ellen G. White Research Project


IV

Quizás relacionada con la oposición de Ellen a la "conversación mundana" era su advertencia contra los libros de cuentos y la lectura de literatura de ficción:

"Querido hermano E: ... Me sorprendió mucho leer su recomendación de La Cabaña del Tío Tom, Robinson Crusoe, y LIBROS ASÍ. Ud. está en peligro de volverse un poco descuidado en lo que escribe... Repetidamente, he visto lo nefasto de leer tales libros". (181)
Ellen también se sentía constreñida a hablar contra las bicicletas, el tennis, y el cricket.
"Se me mostraron cosas entre nuestro pueblo que no estaban de acuerdo con su fe. Parecía haber una locura con las bicicletas. Se gastaba dinero para gratificar un entusiasmo en esta dirección que podría mejor, mucho mejor, haber sido invertido en la construcción de casas de adoración... Había un espíritu de disensión y contienda entre ellos en cuanto a cuál debería ser el mayor. El espíritu era similar al manifestado en los juegos de béisbol en los terrenos de la universidad. Dijo mi Guía: 'Estas cosas son una ofensa contra a Dios'. (182)
También escribió:

"Se me presentó una visión en la cual había estudiantes jugando tennis y cricket. Luego se me instruyó en relación con el carácter de estas diversiones. Se me presentaron como una especie de idolatría, como los ídolos de las naciones... Los ángeles de Dios... se sintieron avergonzados de que se diera una exhibición como ésta por los profesos hijos de Dios". (183)

Además de las terribles consecuencias que Ellen atribuía a la masturbación, ella amenazó a los que usaban peluca, con resultados igualmente espantosos:

"La moda recarga las cabezas de las mujeres con trenzas y almohadillas artificiales... que calientan y excitan los centros nerviosos de la médula espinal en el cerebro... La acción de la sangre sobre los órganos inferiores o animales del cerebro causa una actividad antinatural y una tendencia hacia la temeridad en la moral, y la mente y el corazón están en peligro de corromperse. Al excitarse y fortalecerse los órganos animales, la moral se debilita. Los poderes morales e intelectuales de la mente se convierten en siervos del animal... Muchos han perdido la razón y se han vuelto locos sin remedio después por seguir esta moda deformadora". (184)
Hiposexualidad

Se ha demostrado que la hiposexualidad es un síntoma frecuente en la epilepsia de lóbulo temporal. Walker y Blumer (185) afirman que una tal sexualidad alterada "es una... depresión de la experiencia sexual, no solamente un deterioro de la expresión genital. En el individuo que desarrolla la epilepsia antes de la pubertad, él o ella puede que nunca tenga experiencias psicosexuales". Blumer ha señalado que tanto la hiposexualidad como la "viscosidad" son manifestaciones estables de la epilepsia de lóbulo temporal, y pueden manifestarse como dos años después del inicio de la epilepsia.

Esta hiposexualidad ha sido eliminada en los epilépticos de lóbulo temporal por medio de la extirpación quirúrgica del área afectada en el lóbulo temporal. La frigidez o reducido deseo sexual son síntomas de hiposexualidad. Shukla (186) y otros informaron que "la hiposexualidad parece estar singularmente asociada con la epilepsia de lóbulo temporal" (en comparación con la epilepsia generalizada), y que estos pacientes "no mostraban ninguna preocupación sobre ello". En el estudio de Shukla, veintiocho de cuarenta y cuatro pacientes eran hiposexuales. El sesenta y cuatro por ciento de las pacientes eran hiposexuales y "participaron en relaciones sexuales sólo después de repetidas solicitudes por parte de sus esposos". Shukla también informa que, de los pacientes de Gastaut y Colomb, dos tercios eran hiposexuales.

Al estudiar a Ellen G. White en relación con el rasgo de hiposexualidad, debemos recordar que su accidente original ocurrió cuando ella tenía nueve años de edad, probablemente antes de la pubertad. Se casó a la edad de dieciocho años, tuvo cuatro hijos, y enviudó cuando tenía cincuenta y tres años de edad. Ellen no volvió a casarse y murió a la edad de ochenta y siete años.

Ellen escribió considerablemente acerca de las relaciones entre los sexos y sobre la sexualidad. Su consejo acerca de los muy jóvenes sugiere el peligro de permitir la asociación entre los niños pequeños de sexos opuestos. Este consejo parece estar motivado por su temor de que estos niños pequeños se excitaran sexualmente y cayeran presas de la devastadora práctica de la masturbación.

"Esta es una época veloz. Los niñitos y las niñitas comienzan a fijarse el uno en el otro cuando ambos deberían estar en una guardería, recibiendo lecciones de modestia y buen comportamiento. ¿Cuál es el efecto de esta mezcla tan común? ¿Aumenta ella la castidad en los jóvenes que así se reúnen juntos? ¡Realmente no! Aumenta las primeras pasiones libidinosas; después de estas reuniones, los jóvenes son enloquecidos por el diablo y se entregan a sus viles prácticas". (187)
A un adulto, Ellen le dio el siguiente consejo:
"Ud. ha caído en el triste error, tan prevaleciente en esta época degenerada, especialmente en relación con la mujer. Ud. está demasiado aficionado al otro sexo... Ud. parece saber considerablemente acerca de matrimonios anticipados, y escribe y habla acerca de estas cosas. Esto sólo causa escasez en su alma... Ud. se ha hecho una gran injusticia a sí mismo al permitir que su mente y su conversación se espacien en el amor y el matrimonio". (188)

"Muchos padres no obtienen el conocimiento que deberían en la vida de casados... Se han unido en matrimonio al objeto de su elección, y por lo tanto razonan que el matrimonio ha santificado el extasiarse en las pasiones más bajas. Aun los hombres y las mujeres que profesan piedad dan rienda suelta a sus pasiones lujuriosas, y no les pasa por la mente que Dios los hace responsables de cómo gastan la energía vital, que debilita su asidero de la vida y enerva el sistema entero". (189)

Ellen continuó su consejo:
"Que la esposa cristiana se abstenga, tanto de palabra como en acción, de excitar las pasiones animales de su esposo. Muchos no tienen en absoluto fuerzas que malgastar en esta dirección. Desde su juventud, han debilitado el cerebro y minado la constitución mediante la gratificación de las pasiones animales". (190)
La terrible descripción de Ellen de los resultados de la masturbación fue quizás inspirada por su propia hiposexualidad y la literatura contemporánea sobre el tema.
"Las hembras poseen menos fuerza vital que el otro sexo... (Véase Nota:) El resultado del auto-abuso en ellos se ve en varias enfermedades, tales como... pérdida de la memoria y la vista, gran debilidad en la espalda y los lomos, afecciones de la espina dorsal, la cabeza a menudo se deteriora internamente. El tumor canceroso, que estaría latente en el sistema durante toda la vida, se inflama, y comienza su obra carcomedora y destructiva. La mente a menudo se arruina por completo, y la locura tiene lugar". (191)
Ellen dice que su accidente temprano en la vida le impidió conocer estos vicios secretos. (192).

(Nota: Para el no iniciado, la idea básica de la teoría de la fuerza vital es que un individuo comienza la vida con una cierta cantidad de "fuerza vital", y gasta esa fuerza lentamente o rápidamente - mientras más rápidamente la gasta, más pronto se le acaba - y después viene la muerte.)

En otra parte, Ellen añade a esto: "El vicio solitario está matando a miles y a decenas de miles". (193)

Ellen también se sentía en libertad de aconsejar a misioneros no tener niños mientras estuvieran en el campo de las misiones.

"Se me mostró que el hermano y la hermana V------ se habían apartado del consejo de Dios al traer niños al mundo. Dios requería todo lo que había en ellos en su obra para el Maestro, pero vino el enemigo, y su consejo fue seguido... Cuando me enteré de que su familia pronto habría de aumentar, supe que Uds. no habían estado haciendo la voluntad de Dios, sino que estaban siguiendo su propia inclinación a agradarse a Uds. mismos... Ha llegado el momento en que, en un sentido, los que tienen esposas sean como si no las tuvieran... Estoy completamente disgustada con el curso que han seguido nuestros predicadores y obreros. Parecen pensar que una de las importantes ramas de la obra es primero traer al mundo tantos niños como sea posible". (194)
Ellen White era claramente una mujer muy religiosa. Lo que no se reconoce tan a menudo es la fragilidad de su experiencia religiosa y sus períodos de depresión, duda, y desaliento -- cada uno de los cuales fue seguido, tarde o temprano, por una renovación de fe y valor. Ellen compartía abiertamente con otros estos episodios que aparecieron periódicamente durante la mayor parte de su vida. En 1970, Hurst y Beard llamaron la atención a la frecuencia de las crisis religiosas y las conversiones en los epilépticos de lóbulo temporal. (195-204)

Pseudoataques

Las condiciones clasificadas como pseudoepilepsia y pseudoataques pueden confundirse con ataques complejos parciales. Estos incluyen histeria, reacciones de conversión, narcolepsia, síncopes, hiperventilación, y otros. Si el individuo está consciente durante estas experiencias, no es epilepsia. Las reacciones psicogénicas, como se ven durante una intensa excitación religiosa, favorecen el desarrollo de la histeria. En las reuniones de reavivamiento que eran populares durante los primeros años de las experiencias visionarias de Ellen, a menudo ocurría que hombres y mujeres caían de sus asientos, clamaban pidiendo misericordia, se retorcían en agonía, y se desmayaban. Los ataques histéricos ocurren solamente cuando hay un auditorio que los presencie. Investigaciones recientes indican que por lo menos algunos individuos que afirman que están sujetos a experiencias extrasensoriales o paranormales pueden en realidad estar sufriendo de una disfunción de lóbulo temporal que es aparentemente hereditaria. Los pacientes con ataques epilépticos de lóbulo temporal pueden también tener ataques de histeria. (205)

Se ha sugerido que, si las visiones de Ellen se atribuyen a una disfunción de sus lóbulos temporales, esta explicación no tiene en cuenta los factores emocionales, culturales, y psíquicos que podrían haber sido responsables de sus trances, como ha ocurrido en otros individuos en el pasado. Tales cuestiones pasan por alto el hecho de que el epiléptico de lóbulo temporal participa en la experiencia visionaria impuesta sobre él con todo su ser físico, intelectual, emocional, religioso, y cultural - en el cual todas las influencias pasadas y presentes jugan un papel. La experiencia visionaria no es algo fuera de la persona real; es producida por y en la persona total - incluyendo los efectos de cualquier disfunción orgánica que pueda estar presente.

Resumen y conclusión

Las experiencias visionarias de Ellen G. White y sus características conductuales han sido examinadas desde la perspectiva del conocimiento clínico contemporáneo. De este examen general pueden derivarse las siguientes conclusiones:

  1. Ellen era una muchacha normal y saludable, tanto física como emocionalmente, hasta que, a la edad de nueve años, fue golpeada por una piedra en el área nasal del rostro. Estuvo inconsciente por tres semanas, lo que indicaba una severa lesión cerebral; fue incapaz de recordar nada acerca del accidente o su secuela. El tipo y la ubicación de la lesión en la cabeza, y el resultante período de inconsciencia y amnesia, hizo probable que ultimadamente desarollara ataques epilépticos.

  1. Sus sueños y visiones comenzaron cuando tenía quince años, como seis años después del accidente, y continuaron durante toda su vida. Cuando las experiencias de visiones de Ellen se comparan con los ataques de la epilepsia de lóbulo temporal, se encuentra que son típicos de los ataques complejos parciales.

  1. Después de esto, sus rasgos conductuales se compararon con los de epilépticos de lóbulo temporal y se encontró que eran similares. También se discutió el auto-confesado impulso compulsivo de Ellen de escribir, culminando en una producción total que pocos han igualado. El hábito de Ellen de tomar prestado material libremente de otros autores sin darles el merecido crédito es también quizás parcialmente explicable por este impulso intenso de escribir (hipergrafía) y por su propia y limitada educación formal, que terminó con el tercer grado. El tomar material prestado le permitió incluir en sus libros lo que ella misma era incapaz de producir. Sin embargo, decir que ella no sabía que las fuentes literarias debían ser reconocidas parece difícil de sustentar, puesto que algunos de los autores de los cuales ella tomó material prestado aun desde sus primeros escritos fueron muy meticulosos al indicar sus fuentes con cada cita. Esto se veía claramente en las obras de J. N. Andrews, del cual ella tomó material prestado temprano en su vida.

  1. Ellen tenía otro rasgo epiléptico que es muy visible aún hoy en sus escritos, y estaba también presente en su habla - a saber, la tendencia a permanecer como pegada a una palabra, una frase, o un pensamiento, y repetirlas en sucesión - una viscosidad. Esto es más notable donde se repiten palabras sueltas, como la oración atribuída a Cristo: "mi sangre, padre, mi sangre, mi sangre" o cuando al ángel se le hace decir: "nunca, nunca, nunca"; o donde ella dice "escribir, escribir, escribir, escribir." O "¡Oscuro!, ¡Oscuro!, ¡Todo oscuro!, ¡Tan oscuro!" O "Todo, todo, todo es de Dios". Este reiteración aparece en casi todos los escritos de Ellen de una manera u otra, como ocurre en los escritos de otros epilépticos de lóbulo temporal. Como hemos mostrado, la edición de los escritos posteriores de Ellen hizo desaparecer muchas de estas repeticiones, pero no todas. De lo más notable era su uso de las palabras "Yo vi", donde a veces cada oración comenzaba con esta introducción repetitiva.

  1. Sus escritos y su habla tenían otras características en común con esta forma de epilepsia, tales como la falta de sentido del humor, la sobriedad, la sospecha acerca de los motivos de otros, la pesadez, la hipermoralidad, y la hipereticidad. Sus escritos incluyen largos relatos de las faltas y fracasos de otros, y sobreinterpretaciones de las acciones y las palabras de otros miembros de iglesia, acompañadas de condenación. Con esto iba también un sentido de la gran importancia de su propia obra y mensajes y de las terribles consecuencias de ignorar sus consejos. Sus demandas hiperéticas incluían requisitos tales como que los niños no jugaran en sábado, el uso de ciertos tipos de indumentaria, y prohibiciones contra el tennis, el béisbol, el cricket, y las bicicletas. Tales características del pensamiento y el juicio de Ellen, probablemente atribuíbles a las consecuencias de su lesión en la cabeza, han sido incomprensibles y causado alejamiento en los miembros de su iglesia. Una reciente expresión de esta preocupación repite lo que muchos han dicho antes:

"¿... cuánto del cinismo y la pérdida de fe que vemos en la iglesia hoy día podría haberse evitado si, a través de la historia de la denominación, hubiera habido un poco más de confianza en la capacidad de los miembros para manejar la verdad acerca de la naturaleza de la inspiración y la obra de Ellen White?

"Revelar más de la verdad más temprano sin duda habría causado algún dolor, pero ¿no habría sido eso preferible al trastorno que significa forzar la revelación de la verdad en una atmósfera de disentimiento mordaz? Y, en lugar de eso,  ¿no podrían muchos que hoy están desilusionados tener una fe fuerte en el don de Ellen White y receptividad para sus mensajes, si hubiese habido una mayor apertura? Por supuesto, el punto no es retorcerse las manos acerca del pasado. Ni lo es lanzar desprecio sobre concienzudos dirigentes eclesiásticos que hicieron lo que pensaron que era lo mejor. La pregunta es: ¿Verá una lección en todo esto la iglesia de hoy día?". (206)

En 1977, Paul B. Ricchiuti escribió lo siguiente:
"Pero, al transcurrir el siglo que comenzó en 1800, una extraña clase de irrealidad la rodeó, levantándola y colocándola fuera del alcance de los otros creyentes. El nombre de 'Ellen White' se convirtió en un misterio, porque la gente no podía identificarse con ella como persona viviente. Para ellos, Ellen White se había convertido en una institución, y rápidamente se estaba convirtiendo en una leyenda. Dándose cuenta de esto ella misma, no pudo detenerlo, por mucho que lo intentara. Así, gente bien intencionada pero confundida corrió un oscuro velo en frente de la verdadera Ellen White. Y cuando lo hacían a un lado de tiempo en tiempo, "la hermana White" aparecía sentada como la estatua de un santo, libro en mano, fuego condenatorio de Dios en sus ojos.

"Hoy la leyenda puede describirse en cuatro palabras. Y esas cuatro palabras se han convertido en "el látigo" [woodshed rod] en manos de innumerables padres y maestros en la Iglesia Adventista.

"Así, la frase 'la hermana White dice' ha encendido innumerables hogueras de resentimiento en los corazones de Adventistas, especialmente entre los jóvenes. Este desastre es en realidad una herramienta muy efectiva, inventada por Satanás mismo, para destruir la iglesia desde adentro.

"La obra y las palabras de Ellen White, sus escritos, y sus acciones han sido todos usados como látigos y garrotes sobre las cabezas de viejos y jóvenes por igual". (207)

Ha habido discusiones y crisis periódicas acerca de la importancia, la posición, y la autoridad de Ellen en la iglesia; y esto ha continuado hasta el presente. En todos sus escritos, Ellen probablemente trató de presentar lo que ella creía que era verdadero y exaltador, pero todavía estaba escribiendo como epiléptica de lóbulo temporal con una muy limitada educación y como una niña de su tiempo.

Hubo cosas que Ellen escribió que reflejan esto claramente, tales como sus afirmaciones de que el comer puerco causa lepra, que los terremotos son causados por carbón y petróleo subterráneos que arden, que el llevar pelucas causa locura, o que la amalgama de hombres y bestias puede verse en ciertas razas de hombres. (208)

Cuando miramos la vida y la obra de Ellen White, el problema no ocurre tanto con lo que ella dijo o escribió, sino con la autoridad que ella reclamaba e implicaba, así como la autoridad que otros le atribuyen. Ellen creía que Dios le había dado una obra especial que llevar a cabo en la tierra, una obra que Él no le había dado a nadie más; ella era una mensajera especial. Sin duda, esto fue la base de su creencia en su autoridad especial. Si Ellen sufrió de epilepsia de lóbulo temporal, con sus ataques y conducta alterada, esto no significa que todo lo que dijo o escribió es por lo tanto sin valor. Esto no implica, sin embargo, que lo que ella dijo no es verdad porque ella lo dijo, sino que podría ser cierto, basado en otra evidencia diferente de sus simples afirmaciones. También implica que algo de lo Ellen escribió podría ser incorrecto. Luego, tal integridad intelectual requeriría que los escritos de Ellen fueran críticamente juzgados por la evidencia disponible.

Mucho de lo que Ellen o sus secretarias escribieron o tomaron prestado era hermoso y espiritualmente elevador, no importa quién lo escribiera. Es también claro que algo de lo que salió de la pluma de Ellen era cuestionable o erróneo, como podría ocurrir con cualquier autor. Concederle a Ellen la autoridad intrínsica que fue rechazada por los primeros dirigentes de su iglesia no se justifica y es peligroso para el estudio y la progresiva comprensión, por parte de los Adventistas del Séptimo Día, de la doctrina cristiana y el conocimiento en general.

La Conferencia Bíblica de 1919 parecía prometer una actitud más realista y honesta hacia Ellen G. White y su obra. (209) Si a esta franqueza y a este estudio se le hubiera permitido continuar, probablemente la principal crítica por parte de otras iglesias cristianas de que la Iglesia Adventista del Séptimo Día hizo una especial adición a las Escrituras - a saber, los escritos de Ellen G. White - se habría evitado.

Entonces, ¿quién era Ellen White? Ciertamente fue una mujer notable y una devota cristiana. Se dice que Dudley Canright, uno de sus críticos más severos, dijo durante el funeral que ella era "una mujer de lo más piadosa".

Aunque los trances de Ellen probablemente no eran la clase de visiones que ella creía que eran, ella claramente era una persona de visión. Ella concibió instituciones médicas, escuelas, y editoriales en varios lugares alrededor del mundo; propuso cambios de largo alcance en la organización denominacional; y demostró a veces una gran visión de la misión de su iglesia. Ella abogaba por el cuidado de la salud y la educación avanzada para su pueblo. Y, sin embargo, sería difícil comprender correctamente a Ellen y lo que ella escribió, a menos que uno reconociera la presencia de la epilepsia de lóbulo temporal de la cual ella aparentemente sufrió durante toda su vida adulta, y que tan marcadamente influyó en su pensamiento, sus escritos, y su conducta.

 

¿Una autopsia de Ellen White?
El siguiente intercambio tuvo lugar durante una conferencia videograbada con los nietos de Ellen White, los medios hermanos Arthur White y Grace Jacques, efectuada por James Nix, secretario asistente del White Estate y director de la sucursal del White Estate en la Sala de la Herencia en la Universidad de Loma Linda:

NIX: ¿Sabe Ud. por qué no fue Ellen White enterrada inmediatamente entonces [en 1915]?

WHITE: Este es un asunto del cual sé muy poco. No fue sino hasta hace algunos años que me enteré de que la tierra no había sido echada inmediatamente sobre su féretro. Ella fue preservada por algún tiempo, y Edson habló de verla en el ataúd más tarde. Por qué, no lo sé. Algo se habló de los temores del Dr. Kellogg de hacer exhumar el cadáver para hacer examinar el cerebro. Se habló un poco de eso.

JACQUES: Yo recuerdo eso. 

WHITE: Y podría ser; y, si había alguna razón, yo supondría que era esa. He oído decir, pero no tengo nada - la clase de evidencia que me gusta tener - Jim, para respaldarla. Y en ausencia de evidencia, no me gusta hablar mucho acerca de ello. Pero hay correspondencia que indica que el entierro final tuvo lugar más tarde que el funeral mismo. 


NOTAS

1. James White and Ellen G. White. Life Sketches, Ancestry, Early Life, Christian Experience, and Extensive Labor of Elder James White and His Wife, Mrs. Ellen G. White (Battle Creek, Michigan; Steam Press of the Seventh-day Adventist Publishing Association, 1888). 122-130 (hereafter cited as Life Sketches).

2. Ibid. 131. See also Ellen G. White, Spiritual Gifts (1860, reprint, Battle Creek, Michigan: Review and Herald Publishing Association, n.d.), 2:7-9.

3.  White y White. Life Sketches. 132.

4.  M. Girgis. Neural Substrates of Limbic Epilepsy (St. Louis: Warren H. Green. 1981), 102; H. Landolt, Die Temporal lappen epilepsie und ihrepsychopathologie (Basel: Karger. 1960), 12, 15; B. D. De Jong et al., "Craniofacial Injuries," in Hanbbook of Clinical Neurology, ed. P. J. Vinken and G. W. Bruyn (Amsterdam: North-Holland Publishing Company. 1975). 23:360-385.

5.  P. Black et al. "Posttraumatic Syndrome in Children", in The Late Effects of Head Injury, ed. A. E. Walker. W. F. Caveness and M. Critchley (Springfield, Illinois; Thomas, 1969); P. Black y A. van der Zwan. "Late Results from Prolonged Traumatic Unconsciousness," in The Late Effects of Head Injury. 138-142. See also J. S. Torg. Athletic Injuries to the Head, Neck and Face (Philadelphia: Lea and Febiger, 1982). 96-104; J. Hume Adams, "Neuropathology of Head Injuries," in Handbook of Clinical Neurology. ed. P. J. Vinken and G. W. Bruyn (Amsterdam: North-Holland Publishing Company, 1975). 23:36-51, A. W. Craft, "Mechanisms of Injury," in Handbook of Clinical Neurology. 23:448; W. F. Caveness et al., "Natural History of Posttraumatic Epilepsy," in Advances in Epileptology, ed. J. A. Wada y J. K. Penry (New York: Raven Press, 1980), 177-182; W. R. Russell, The Traumatic Amnesias (London: Oxford University Press, 1971).

6.  Cyril B. Courville, "The Structural Basis for the Common Traumatic Cerebral Syndromes," Bulletin of the Los Angeles Neurological Society 9 (1944): 17-27.

7.  Cyril B. Courville, Commotio Cerebri (Los Angeles: San Lucas Press, 1953), 91-95. See also Seventh-day Adventist Ecyclopedia, ed. D. F. Neufeld et al. (Washington, D.C.: Review and Herald Publishing Association, 1966), 1406.

8.  Cyril B. Courville, Pathology of the Central Nervous System, 3rd d. (Mountain View, California: Pacific Press Publishing Association, 1950). 110-112, 270-273.

9.  Cyril B. Courville, "Traumatic Lesions of the Temporal Lobe as the Essential Cause of Psychomotor Epilepsy," in Temporal Epilepsy, ed. Maitland, Baldwin et al. (Springfield, Illinois: Thomas, 1962), 221-239.

10.  Cyril B. Courville, "Traumatic Intracerebral Hemorrhages, "Bulletin of the Los Angeles Neurological Society" 27 (1962): 22-38.

11.  A. Bricolo, -Prolonged Post-traumatic Coma," en Handbook of Clinical Neurology, ed. P. J. Vinken y G. W. Bruyn (Amsterdam: North-Holland Publishing Company, 1976), 24:

12.  De Jong, "Craniofacial Injuries," en Handbook of Clinical Neurology, 23:360-385.

13.  B. Jennett, Epilepsy after Non-Missile Head Injuries (London: Heinemann, 1975), 5-6; idem, in J. Laidlaw y A. Richens, A Textbook of Epilepsy (Edinburgh and New York: Churchill, 1976), 33.

14.  W. F. Caveness, "Sequelae of Cranial Injury in the Armed Forces," in Handbook of Clinical Neurology. ed. P.J. Vinken y G. W. Bruyn (Amsterdam: North-Holland Publishing Company, 1976), 24:460; J.A.M. Frederiks, "Sequelae of Cranial Injury in the Armed Forces," in Handbook of Clinical Neurology 24:487-499.

15.  Ellen G. White, "Testimonies for the Church" (1868); reprint, Mountain View, California: Pacific Press Publishing Association, 1948), I:13; White and White, Life Sketches, 136; C. Ounsted, "Social and Schooling" in Biological Factors in Temporal Lobe Epilepsy, ed. C. Ounsted, J. Lindsay, and R. Norman (London: Heinemann, 1966), 109-123; A. van der Zwan, "Late Results from Prolonged Traumatic Unconsciousness," in The Late Effects of Head Injury, ed. A.E. Walker, W. F. Caveness, and M. Critchley (Springfield, Illinois: Thomas, 1969), 138-142.

16.  F.A. Gibbs, "Ictal and Non-ictal Psychiatric Disorders in Temporal Lobe Epilepsy," Journal of Nervous and Mental Disease 113 (1951): 523-527.

17.  B. Jennett, Epilepsy after Blunt Head Injuries (Springfield, Illinois: Thomas, 1962), 84; idem, Post-traumatic Epilepsy, in Handbook of Clinical Neurology, ed. P. J. Vinken and G. W. Bruyn (Amsterdam: North-Holland Publishing Comopany, 1976), 24:445-453; idem, in A Textbook of Epilepsy, 2nd ed., ed. J. Laidlaw and A. Richens (Edinburgh and New York: Churchill, 1982), 152.

18.  Hughlings Jackson, "On a Particular Variety of Epilepsy," Brain II (1888): 179-207.

19.  E. G. White, Testimonies for the Church, 13.

20. White and White. Life Sketches, 136.

21.  van der Zwan, "Late Results from Prolonged Traumatic Unconsciousness," in The Late Effects of Head Injury (138-142); Ounsted, "Social and Schooling," in Biological Factors in Temporal Lobe Epilepsy, 109-123.

22.  James White, "Life Incidents, in Connection with the Great Advent Movement" 272-273, in F. D. Nichol, Ellen G. White and Her Critics (Washington, D.C.: Review and Herald Publishing Association, 1951). 53.

23.  White and White, Life Sketches, 153. Véase también E. G. White, Spiritual Gifts 2:15-16.

24.  E. G. White, Testimonies for the Church 1:25-27.

25.  Ibid., 28-29; idem, Spiritual Gifts 2:16-18.

26.  E. G. White, Testimonies for the Church, 1:25-27; idem. Spiritual Gifts 2:19.

27.  Ellen G. White, Early Writings, (I 85 1; reprint, Washington, D. C.: Review and Herald Publishing Association, 1945), 12, 78-8 1; D. D. Daly, "Ictal Clinical Manifestations of Complex Partial Seizures, - in Advances in Neurology ed. J. K. Penry and D. D. Daly (New York: Raven Press, 1975), 11:57-80.

28.  E. G. White, Early Writings, 79-80.

29.  Ibid., 12.

30.  "Letter from Sister Harmon," The Day Star, 24 Jan. 1846, pp. 31-32; James White, A Word to the Little Flock (pamphlet), 1847; Ellen Harmon, To the Remnant Scattered Abroad (broadside), April 6, 1846; Ellen G. White, Selected Messages from the Writings of Ellen G. White (Washington, D. C. : Review and Herald Publishing Association, 1958), 2:63.

31.  Ellen G. White, Life Sketches of Ellen G. White (1848; reprint, Mountain View, California: Pacific Press Publishing Association, 1915, 69-7 1.

32. D. F. Neufeld, Seventh-day Adventist Encyclopedia 1380-138 1.

33. Comprehensive Index to the Writings of Ellen G. White (Mountain View, California: Pacific Press Publishing Association, 1963), 3:2978-2984; Arthur L. White, Ellen G. White Messenger to the Remnant (Washington, D. C.: Review and Herald Publishing Association, 1969), 29.

34.  J. White and E. G. White, Life Sketches, 157-158.

35.  E. G. White, Life Sketches of Ellen G. White, 38.

36.  J. White and E. G. White, Life Sketches, 139-140; E. G. White, Spiritual Gifts (Battle Creek, Michigan: James White, 1858), 2:28-29.

37.  James White, A Word to the Little Flock (May 1847; facsimile reproduction, Washington, D. C.: Review and Herald Publishing Association, 1958), 13.

38.  E. G. White, Selected Messages 2:72-100.

39. Louis Billington, "Popular Religion and Social Reforms, Revivalism and Teetotalism, 1830-1850, "Journal of Religious History" 10 (I 1979): 266-293.

40.  A. L. White, Ellen G. White Messenger to the Remnant, 7.

41.  Review and Herald, 16 Oct. 1855.

42.  G. I. Butler, Review and Herald, 14 Aug. 1883, 60:12.

43.  P.U.C.-Campus Chronicle, 27 May 1982.

44.  E. G. White, Selected Messages I:32.

45.  E. G. White, Testimonies for the Church 4 (1876); 230 (reprint Oakland, California: Pacific Press Publishing Association, 1948).

46.  Ibid. 5:66-67: idem, Selected Messages 1:29.

47.  Review and Herald, 20 Jan. 1903; Ellen G. White, Colporteur Ministry (Mountain View, California: Pacific Press Publishing Association, 1953). 125.

48.  E. G. White, Testimonies form the Church, 4:147-148.

49.  J. White, A Word to the Little Flock, 22.

50.  E. G. White, Early Writings of Mrs. White (1882; reprint, Washington, D. C.: Review and Herald Publishing Association, 1925). 22.

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209.  M. Couperus, "The Bible Conference of 1919," Spectrum 10 no. 1 (1979); 23-57.

210.  Loughborough, Rise and Progress of Seventh-day Adventism 127.

FIN


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