LA LEY DOMINICAL NACIONAL
¿HECHO O FICCIÓN?
Dirk Anderson (1999)
Tomado de The
Ellen G. White Research Project
TEMAS
1. Sus extraños orígenes
2.
¿El sello de Dios?
3.
¿La prueba final?
4.
¿Cuáles son las probabilidades?
5.
¿Una amenaza real o imaginaria?
6.
¿Puede hacerse cumplir?
7.
¿Importa realmente?
Capítulo 1
Orígenes de la ley dominical
nacional
Para entender el origen de la ley dominical nacional,
debemos retroceder hasta principios de la década de 1840. Fue durante
este tiempo que se produjo un cisma entre dos grupos de cristianos en los
Estados Unidos. Un grupo, el más pequeño de los dos, era
conocido como "Adventista". Seguían a William Miller y más
tarde a Joseph Bates y James y Ellen White. El otro grupo representaba
el cristianismo principal de ese tiempo. El grupo adventista acusaba al
cristianismo principal de ser Babilonia, y el grupo principal acusaba al
primer grupo de ser fanáticos engañados. Este cisma comenzó
a principios de la década de 1840, y a su tiempo se convirtió
en un abismo, cada lado oponiéndose al otro encarnizadamente. Fue
esta división lo que condujo a la formación de la ley dominical
nacional.
La saga comenzó a principios de la década
de 1840 en los estados del nordeste de los Estados Unidos, donde un granjero
convertido en predicador, William Miller, comenzó a hacer sonar
la alarma en las comunidades locales de que, según sus cálculos
bíblicos, el regreso de Cristo era inminente. Al aumentar la popularidad
de Miller, otros predicadores de reavivamiento en los últimos días
comenzaron a aparecer y a unirse al movimiento. Miller y sus asociados
sufrieron un serio revés cuando Cristo no regresó en 1843,
pero rápidamente se descubrió que se había cometido
un error en los cálculos de Miller. Él y sus seguidores acordaron
una nueva fecha, octubre 22 de 1844, y los dirigentes del movimiento visitaron
las iglesias y comunidades locales, tratando una vez más de despertar
al pueblo con la amonestación del inminente regreso de Cristo.
Mientras la mayoría de los cristianos y estudiantes
serios de la Biblia descontaban a Miller como un fanático despistado,
algunos quedaron impresionados por sus así llamadas "pruebas" bíblicas
y quisieron saber si era verdad que la Biblia había fijado una fecha
para el regreso de Jesús. Los cristianos comenzaron a pedirles a
los eruditos bíblicos que examinaran las "pruebas" de Miller para
establecer si éstas eran realmente exactas. Los eruditos familiarizados
con las profecías bíblicas y los idiomas originales de la
Biblia examinaron las 15 "pruebas" de Miller y descubrieron que eran gravemente
defectuosas. Los eruditos apuntaron a numerosas profecías bíblicas
no cumplidas como prueba de que el regreso de Cristo todavía no
era inminente. Explicaron cómo Miller caminaba sobre terreno peligroso
al ignorar las explícitas instrucciones de Jesús de que nadie
sabe el día de su venida (Mateo 25:13).
Preocupados pastores comenzaron a advertir a su grey acerca
de los engaños y las falsedades de las enseñanzas de Miller.
Al enterarse los cristianos de las fallas en las enseñanzas de Miller,
las iglesias comenzaron a cerrarle sus puertas. Comenzaron a volar acusaciones
entre los dos grupos, y el antagonismo comenzó a desarrollarse.
Algunos milleristas fanáticos que eran miembros de las principales
iglesias se volvieron tan pesados que sus iglesias se vieron obligadas
a expulsarles de sus congregaciones, creando animosidad en ambos bandos.
Al exponer los eruditos bíblicos los errores de
las pruebas de Miller, la marea comenzó a volverse contra él
y sus fanáticas enseñanzas. Los pastores tuvieron tanto éxito
al revelar las fallas de las enseñanzas de Miller que el movimiento
comenzó a perder ímpetu. Los esfuerzos de Miller por conseguir
nuevos adherentes para su doctrina fueron obstaculizados, y él y
sus asociados reaccionaron airadamente. Denunciaron a las iglesias cristianas
de ser la caída Babilonia, las acusaron falsamente de no desear
que Cristo regresara, se retiraron de las iglesias cristianas, y comenzaron
a reunirse en hogares y salones alquilados. Una animosidad encarnizada
surgió entre los dos grupos, mereciendo cada bando parte de la culpa
por la hostilidad resultante.
Al aproximarse la fecha del regreso de Cristo, muchos
milleristas vendieron sus granjas y negocios e invirtieron los ahorros
de toda su vida en Miller y sus asociados para difundir el mensaje del
pronto regreso de Cristo. Para octubre 22 de 1844, el movimiento había
logrado reunir cerca de 50.000 seguidores, casi todos en los estados del
nordeste de los Estados Unidos. Como sucede con todos los movimientos fanáticos,
éste parece haber atraído principalmente a los sin educación,
los jóvenes, y los que tendían a seguir la excitación
religiosa más reciente.
Cuando el 22 de octubre de 1844 pasó sin novedad,
los seguidores de Miller quedaron severamente decepcionados. Muchos habían
experimentado pérdidas financieras y quedado en la ruina. Muchos
habían vendido sus medios de subsistencia. Ahora estaban pobres,
abandonados, y miserables. Hubo algunos que quedaron tan devastados que
se suicidaron. El movimiento se desintegró, y Miller finalmente
reconoció que se había equivocado. Gradualmente, sus seguidores
regresaron a sus antiguas iglesias. Sin embargo, hubo un pequeño
grupo que rehusó regresar a sus antiguas iglesias por varias razones.
Algunos no estaban listos para tragarse su orgullo y regresar a las iglesias
que tan recientemente habían condenado como sinagogas de Satanás.
Algunos no deseaban enfrentarse a la censura y las reprimendas de sus antiguos
hermanos. Estas personas comenzaron a formar sus propias iglesias, que
a su tiempo vinieron a conocerse como las iglesias adventistas.
Joseph Bates, padre de la ley
dominical
Un pequeño grupo de adventistas estaba dirigido
por un capitán de mar, Joseph Bates. Bates se sentía responsable
de entender la razón del gran chasco de 1844. Comenzó a estudiar
las profecías bíblicas con una mujer Bautista del Séptimo
Día. Bates era consciente de que el verdadero día de adoración
era el sábado, no el domingo. Bates razonaba que los adventistas
estaban separados de las otras iglesias cristianas por una razón
especial. Por esta época, Bates creía que la puerta de la
salvación se había cerrado para todos los que habían
rechazado las enseñanzas de Miller en cuanto a 1844. En 1847, Bates
publicó un libro en el cual citaba a Miller:
"Hemos hecho nuestra obra al amonestar a los pecadores y tratar
de despertar a una iglesia formal. En su providencia, Dios ha cerrado la
puerta. Nosotros sólo podemos animarnos el uno al otro a ser pacientes.
Desde los días de los apóstoles, nunca se había trazado
una línea divisoria como la que se trazó acerca del día
décimo, o el vigésimotercer día del séptimo
mes judío. Desde ese momento dicen que 'no tienen confianza en nosotros'.
Ahora debemos tener paciencia después de haber hecho la voluntad
de Dios, para que podamos recibir la promesa; porque él dice; 'He
aquí yo vengo presto, y mi galardón conmigo, para dar a cada
uno según fuere su obra'. William Miller - Voice of Truth,
dic. 11, 1844, citado en Second Advent Waymarks and High Heaps,
p. 86.
Aunque Miller repudió esta creencia más tarde,
Bates continuó sosteniendo que había una línea divisoria
trazada entre los adventistas y los no adventistas. Creía que los
adventistas eran los únicos que podían salvarse y que la
puerta de la salvación se había cerrado para las iglesias
cristianas que habían rechazado a Miller. Bates consideraba a las
"iglesias nominales" como parte de Babilonia:
Y finalmente se ha clamado en las iglesias protestantes:
"Salid de en medio de ella, pueblo mío". ¿Cuál es
la respuesta ahora? Miles y miles disuelven su relación y salen,
plenamente convencidos de que este fuerte pregón es para ellos,
y de que las iglesias que están abandonando son la caída
Babilonia, que han rechazado el mensaje que precedió a esto.
"La hora de su juicio es venida". Sus casas, que ellos han cerrado a este
segundo mensaje del advenimiento, han quedado desoladas. Dios les ha abandonado
a su propia confusión.... La doctrina adventista era la última
prueba que Dios jamás diera a su pueblo para que saliera y se separara
de todos los incrédulos impíos. Ibid., p. 69, 70.
La encarnizada animosidad de Bates contra las principales
iglesias protestantes es evidente, pues usaba términos tan burlones
como "desoladas", "confusión", e "impíos" para describirlas.
Asombrosamente, Bates decretó que las iglesias protestantes eran
Babilonia, simplemente porque rechazaron un mensaje que hasta su mismo
originador reconocía que era una falsedad! En esencia, Bates estaba
afirmando que las iglesias protestantes estaban perdidas porque habían
rechazado una falsa enseñanza! ¡Con una lógica como
ésta, no es de maravillarse que Bates tuviera dificultades para
atraer seguidores!
Bates se aferraba a la creencia de que la obra de los
cristianos a favor de las almas perdidas había terminado en 1844,
y no hizo ningún esfuerzo personal para salvarlas:
Por supuesto, aquí terminaron los 2300 días de
la visión, porque debía haber una tardanza más tarde.
No olviden esto tampoco. "Porque el fin ocurrirá en el tiempo señalado".
Aquí también terminó nuestra última obra de
amonestación al mundo; y nuestra obra cesó. ¿Por qué?
Porque los mensajes cesaron, y nos dejaron enteramente libres de trabajo.
Y hubo silencio en el cielo por espacio de media hora, una semana entera
o siete días y medio. Decimos que aquí nuestro glorioso Sumo
Sacerdote inició la purificación del santuario, y "recibió
el reino, y el dominio, y la gloria", "la Nueva Jerusalén". Ibid.,
p. 84.
En 1847, cuando Bates escribió este libro, creía
que el pueblo adventista estaba en la mitad del período de "siete
días", que él creía era un período de siete
años durante el cual Dios "probaría" al pueblo adventista,
el que había sido parte del movimiento de 1844. Durante esos siete
años, desde 1844 hasta 1851, Dios se proponía "probar" a
los adventistas para establecer cuáles de ellos aceptarían
la enseñanza sobre el sábado de los Bautistas del Séptimo
Día.
... al pueblo de Dios se le presentó
este mensaje con insistencia, para probar su sinceridad y honestidad en
la entera palabra de Dios... Ibid., p. 114.
A la culminación de este período de siete días,
en 1851, Cristo regresaría a la tierra. Los que aceptaran el sábado
recibirían el "sello de Dios" y serían salvos. Los adventistas
que rechazaran el sábado reingresarían a las iglesias observadoras
del domingo, y recibirían la "marca de la bestia". Las enseñanzas
de Bates sobre el sello de Dios y la marca de la bestia se convertirían
más tade en el fundamento de la doctrina Adventista del Séptimo
Día acerca de los sucesos de los últimos días.
Bates y el fin del mundo
Mientras que para la mayoría de los observadores
candorosos no había evidencia del fin del mundo, Bates encontraba
evidencias por todas partes. En cada incendio, en cada tormenta, veía
una señal del fin:
Tengo delante de mí un folleto de 83 páginas
titulado "La voz de Dios, o un relato de los incendios, huracanes, e
inundaciones sin paralelo, comenzando en 1845; también pestilencias,
hambrunas, y crímenes" - compilado por Thomas M. Preble. Puesto
que esta obra fue publicada a principios de este año, los periódicos
de países extranjeros y los de nuestra propia y feliz república
muestran que estas calamidades entre los hombres están aumentando
todavía a un grado tremendo. Los habitantes de muchos países
no saben qué pensar. Ibid., p. 89.
Bates advertía que el tercer ay de Apocalipsis estaba
cayendo sobre el mundo:
"... y díganme, si pueden, qué significan todas
estas calamidades, si no es el tercer ay lo que retumba a través
de las naciones de la tierra, y que se apresura grandemente a formar su
centro focal para "una tribulación cual nunca fue desde que existió
nación alguna". Ibid., p. 91.
Bates advierte de incendios...
Las pérdidas totales causadas por incendios en los últimos
dos años suman aproximadamente 65 millones de dólares, como
45 millones en este país. En 1845, se perdió un estimado
de 31 millones de dólares en más o menos 38 ciudades y pueblos;
en la mayoría de los casos el corazón, o sección comercial,
fue destruído; además, multitud de pequeños incendios
que causaron pérdidas por menos de veinticinco mil dólares,
y también miles de acres de bosques, probablemente aumentaron la
cantidad hasta aproximadamente cuarenta millones de dólares, y,
de acuerdo con numerosos relatos, en la mayoría de los casos, estos
incendios rugían hasta más allá del control del hombre.
Ibid.,
pp. 91, 92.
... e inundaciones...
El mar y las olas rugiendo. Las tremendas galernas y tormentas
de 1845, y muchas en 1846, ciertamente no han sido superadas en épocas
pasadas.... Inundaciones en 1845-1846 - Creo que, desde los días
de Noé, no hemos tenido estos records. Ibid., p. 92.
... y, por supuesto, terremotos...
Terremotos.- No me detendré a enumerarlos
aquí. Scientific American registra más de cincuenta
en 1846. Ibid., p. 93.
... y pestilencias...
Pestilencias.- El cólera asiático, una peste terrible,
el mensajero volante de Dios con una espada desenvainada en su mano...
Ibid.
En cuanto a hambrunas, Bates se vuelve al libro apócrifo
de Esdras, que él aparentemente creía que era inspirado ...
Esdras dice: "La semilla fracasará a causa del añublo
y el granizo". xv. el mismo profeta dice: "la provisión será
barata (han sido) y súbitamente los lugares plantados aparecen sin
plantar (la semilla podrida bajo los terrones), las bodegas llenas súbitamente
se encuentran vacías". Aquí está el cumplimiento:
cientos sobre cientos de nuestras naves casi constantemente abandonan nuestras
riberas, cargadas con provisiones de nuestras bodegas, para combatir la
hambruna en Europa. Si los relatos con respecto a la hambruna son ciertos,
las naves continuarán saliendo hasta que nuestras bodegas queden
vacías. Esto no es ni fantasía ni fábula, sino la
historia y la palabra de nuestro Dios. La profecía de
Esdras comienza a escudriñar y a arder como fuego. Ibid.,
p. 122.
Después de leer estos cumplimientos de la profecía,
¡uno tendría que preguntar si este hombre tenía una
exacta comprensión de las profecías bíblicas! Rápidamente
se hace evidente que su comprensión de las profecías estaba
basada más en sus propias creencias personales que en los hechos.
De hecho, pone en duda toda la teología profética de Bates.
He aquí algunas extrañas enseñanzas de Bates sobre
las profecías:
El mensaje del tercer ángel completado en el otoño
de 1844:
Les pido que miren hacia atrás, al verano y el otoño
de 1844, donde pueden ver el cumplimiento de este mensaje del tercer ángel
de la manera más maravillosa y notable en casi todos los pueblos
y casi todas las ciudades a través de Nueva Inglaterra. Ibid.,
p. 69.
Al responder a la pregunta de por qué el movimiento
de 1844 [el mensaje del tercer ángel] estuvo restringido mayormente
a los Estados Unidos en vez de al mundo entero, Bates sostiene que sólo
el mensaje del primer ángel fue a todo el mundo:
Si Ud. quiere mirar el capítulo 14 nuevamente, verá
que fue sólo el primer mensajero el que envió su mensaje
a toda nación, tribu, y lengua, y pueblo. Ibid., p. 69.
Bates afirmaba que Cristo recibió el reino en 1844:
Aquí hay entonces prueba positiva y corroborada de que
Cristo recibió su dominio y la gloria y el reino, o como en la parábola
de las diez vírgenes, el Esposo vino a las bodas, bajo el sonido
de la séptima trompeta, después del mensaje del tercer ángel,
y antes de que se derramaran seis de las siete plagas. Ibid., p.
103, 104.
Bates hizo la asombrosa afirmación de que el sábado
no pudo ser guardado antes de 1844...
Dice el lector: ¿Por qué no guardó el
pueblo "los mandamientos de Dios", como en el texto, antes del otoño
de 1844? Porque el mensaje no había sido presentado, ni podía
serlo, hasta que el mensaje del tercer ángel (versículos
9 al 11) hubiese hecho esta separación, pues no podían guardar
el cuarto mandamiento, el séptimo día sábado, mientras
estuviesen unidos a esta iglesia nominal (Babilonia), y de aquí
la separación. Ibid., p. 114.
Las interpretaciones de Bates de Apocalipsis 14 lo obligan
a llegar a la conclusión de que los guardadores de los mandamientos
de Dios no existían antes de 1844. Esta irónica conclusión
ignora el hecho de que ¡Bates mismo se enteró del sábado
por los Bautistas del Séptimo Día! Esto roza el engaño
directo, porque ¡Bates sabía muy bien que había una
gran comunidad de Bautistas del Séptimo Día que había
estado "presentando" el sábado por 100 años!
El ejemplo definitivo del autoengaño de Bates se
encuentra en su afirmación de que el mensaje del evangelio mismo
terminó en 1844! Esta cita sola debería ser evidencia suficiente
para cualquier cristiano de que este hombre no estaba guiado por Dios en
sus enseñanzas:
Ahora, permítase que esta puerta se cierre, y la predicación
de este evangelio no tendrá ningún efecto. Esto es justo
lo que decimos que son los hechos. El mensaje del evangelio terminó
en el tiempo señalado con la terminación de los 2300 días,
y casi cada uno de los creyentes honestos que está observando las
señales de los tiempos lo admitirá.
¿Cómo podemos confiar en
un hombre que entendió de manera tan torcida y perversa las profecías
bíblicas? ¡Y, sin embargo, las enseñanzas de Bates
se convirtieron en el fundamento sobre el cual se desarrollaría
la doctrina de la Ley Nacional Dominical más tarde! Las enseñanzas
de Bates sobre Babilonia, el sábado, y el remanente forman el núcleo
de la manera en que los modernos Adventistas del Séptimo Día
interpretan las profecías bíblicas. Por supuesto, con el
correr de los años, los adventistas han ido rechazando más
y más de las enseñanzas originales de Bates, pero él
echó los cimientos de la enseñanza de la Ley Nacional Dominical,
y más tarde los adventistas construyeron sobre este fundamento. |
Naturalmente, estas extrañas enseñanzas
generaron alguna resistencia en las iglesias cristianas en la década
de 1840. Esta resistencia fue interpretada por los adventistas observadores
del sábadocomo persecución y como evidencia adicional de
que las denominaciones cristianas habían caído y estaban
perdidas. Las teorías de Bates fueron fácilmente desbaratadas
por los eruditos bíblicos, y los adventistas observadores del sábado
consiguieron pocos adherentes. Bates necesitó alguna ayuda para
mantener a flote sus teorías que se hundían. Pronto encontró
la ayuda que necesitaba en la joven profetisa llamada
Ellen White.
Bates encuentra un amigo
¿Quién era Ellen White? Una mujer de 19
años de edad, devota seguidora de William Miller. Tenía serios
problemas de salud resultantes de una lesión cerebral en
su niñez. Más tarde, aseguró haber recibido visiones
de Dios, aunque muchos de los que presenciaron sus visiones tuvieron
la impresión de que ellas eran el resultado más de su mala
salud que de su inspiración. La hermana White y su familia estuvieron
entre los fanáticos que fueron expulsados de una iglesia metodista
en septiembre de 1843 por haber causado disturbios durante los servicios
religiosos en la iglesia:
La razón de su despido no fue la de haber predicado
la segunda venida del Señor Cristo Jesús. Ese es un principio
de nuestra fe ortodoxa, que fue confirmado en los Artículos de Religión
en 1784. Su despido lo ocasionó su violación de la disciplina
al proclamar los puntos de vista de la fijación de fechas por parte
de William Miller.... después de haber sido aconsejados reiteradamente
y sin ruido para que se abstuvieran de su conducta desorganizadora durante
las reuniones de la iglesia, los miembros de la Iglesia de Chestnut Street
hicieron uso de lo que creyeron era su único recurso, despedir a
la familia Harmon. (Carta a Keith Moxon de parte de la Iglesia Metodista
Unida de Chestnut Street, 3 de junio de 1988, tomada del sitio de Internet
Truth or Fables).
El despido de Ellen White de la iglesia metodista y los eventos
subsiguientes le llevaron a creer lo mismo que creía Bates: Que
las iglesias protestantes eran Babilonia. La Sra. White no perdió
la oportunidad de atacar a los predicadores cristianos que se habían
opuesto a la fijación de fechas por Miller:
Muchos pastores del rebaño, que aseguraban amar a Jesús,
decían que no se oponían a la predicación de la venida
de Cristo, sino al hecho de que se fijara una fecha para esa venida. Pero
el omnividente ojo de Dios leía en sus corazones. No deseaban
que Jesús estuviese cerca. Comprendían que su profana
conducta no podría resistir la prueba, porque no andaban por
el humilde sendero que trazara Cristo. (Véase Primeros Escritos,
pp. 233-234).
No pasó mucho tiempo antes de que Ellen White y Joseph
Bates se unieran en la batalla contra las odiadas iglesias observadoras
del domingo. Aunque la evidencia bíblica para las enseñanzas
de Bates era notoriamente ausente, la deficiencia en la inspiración
pronto fue subsanada por la hermana White, que comenzó a tener visiones
que apoyaban la extraña manera en que Bates entendía los
sucesos.
Para 1850, Bates, Ellen White, y su esposo James White
habían logrado convencer a varios cientos de seguidores de que la
enseñanza de Bates acerca del sábado era el postrer mensaje
de Dios para el mundo. Sin embargo, el grupo comenzó a tener dificultades
en 1851, cuando Cristo no se materializó como Bates había
prometido. Al aproximarse la fecha y ser más y más
obvio que Cristo no iba a venir, los White comenzaron a distanciarse de
Bates. Cuando el año de 1851 pasó sin novedad, Bates y los
White sufrieron una humillante derrota. Los adventistas comenzaron a volverse
contra Bates y los White. Se preguntaban cómo un profeta de Dios
no había podido prever que Bates estaba errado acerca de la fecha
de 1851. Los White, decepcionados porque muchos de sus seguidores se habían
vuelto contra ellos, decidieron poner mayor distancia entre Bates y ellos
mismos, y se mudaron al medio oeste, donde no eran tan bien conocidos.
Aunque descartaron las enseñanzas de Bates acerca
del período de prueba de 7 años, continuaron predicando que
el sábado era la prueba final para la humanidad. La Sra. White escribió:
Vióse la luz del sábado, y el pueblo de Dios
fue probado, como antiguamente lo fueron los hijos de Israel, para ver
si quería guardar la ley de Dios. (Primeros Escritos, p.
254).
Lograron reunir un pequeño número de seguidores,
y formaron la Iglesia Adventista del Séptimo Día en 1863.
Los Adventistas del Séptimo Día pronto adquirieron
reputación entre los otros cristianos. Se conocían por sus
esfuerzos para reclutar miembros de entre otras denominaciones cristianas.
También eran conocidos por referirse a los católicos como
Babilonia y a los protestantes como el protestantismo apóstata.
Los White todavía estaban convencidos de que todas las demás
iglesias cristianas eran apóstatas porque habían rechazado
el fanático movimiento de Miller para fijar fechas. Innecesario
es decirlo, la hostilidad de los adventistas hacia otras denominaciones
cristianas generó mucha animosidad entre los grupos. Ellen White
describe su desagrado hacia las denominaciones cristianas "caídas":
Vi que las iglesias nominales han caído; en su medio
reinan la frialdad y la muerte. (Primeros Escritos, p. 116).
Los pecados de las iglesias populares han sido blanqueados.
Muchos de sus miembros dan rienda suelta a los vicios más groseros
y caminan en la iniquidad.¡Babilonia ha caído y se ha convertido
en albergue de toda ave inmunda y aborrecible! Los pecados más repugnantes
de la época encuentran cabida bajo el manto de la cristiandad. (Testimonies,
tomo 4, p. 13).
Ellen White y su ángel estaban tan molestos con los
cristianos observadores del domingo que estaban listos a derramar la ira
de Dios sobre ellos:
Vi que, desde que Jesús dejó el lugar
santo del santuario celestial, y entró detrás del segundo
velo, las iglesias han estado llenándose de toda ave inmunda y aborrecible.
Vi gran iniquidad y vileza en las iglesias; sin embargo, sus miembros profesan
ser cristianos. La profesión que hacen, sus oraciones y sus exhortaciones,
son abominación a la vista de Dios. Dijo el ángel: "Dios
no halla agrado en sus asambleas. Practican el egoísmo, el fraude,
y el engaño sin reprensión de su conciencia. Sobre todos
esos malos rasgos arrojan el manto de su religión". Me fue mostrado
el orgullo de las iglesias nominales. Dios no cabe en sus pensamientos;
sus ánimos carnales se espacian en sí mismos; adornan sus
pobres cuerpos mortales, y luego se miran con satisfacción y placer.
Jesús y los ángeles los miran con enojo. Dijo el ángel:
"Sus pecados y su orgullo han subido hasta el cielo. Su porción
está preparada. La justicia y el juicio han dormitado largo tiempo,
pero pronto despertarán. La venganza es mía, yo pagaré,
dice el Señor". Las terribles amenazas del tercer ángel van
a ser realizadas, y todos los impíos han de beber de la ira de Dios.
Una hueste innumerable de malos ángeles está dispersándose
por toda la tierra y llena las iglesias. Estos agentes de Satanás
consideran con regocijo las agrupaciones religiosas, porque el manto de
la religión cubre los mayores crímenes e iniquidades". (Primeros
Escritos, p. 274).
En la mente de Ellen White, las iglesias cristianas no adventistas
estaban llenas de pecado. En la mente de ella, sus peores enemigos
no eran los no cristianos. ¡Sus peores enemigos eran los cristianos
guardadores del domingo!
Ellen White concibe la enseñanza
de la ley dominical nacional
A mediados del siglo diecinueve, hubo una serie de incidentes
en los cuales los Adventistas del Séptimo Día se metieron
en problemas con la ley por trabajar en domingo. En muchos estados
había "leyes azules" que prohibían trabajar en domingo. Es
contra este telón de fondo de persecución por el estado
que la profetisa Ellen White describe la venidera persecución de
los observadores del sábado en una serie de libros y artículos.
En 1882, apareció lo siguiente en el libro Primeros Escritos:
Vi después que los magnates de la tierra consultaban
entre sí, y Satanás y sus ángeles estaban atareados
en torno de ellos. Vi un edicto del que se repartieron ejemplares por distintas
partes de la tierra, el cual ordenaba que si dentro de determinado plazo
no renunciaban los santos a su fe peculiar y prescindían del sábado
para observar el primer día de la semana, quedaría la gente
en libertad para matarlos. (PE, 282)
En 1884, ella introdujo el hecho de que habría un
aumento gradual en la severidad de las leyes para hacer obligatoria la
observancia del domingo:
En el último conflicto, el sábado será
el punto especial de controversia a través de toda la cristiandad.
Los gobernantes seculares y los dirigentes religiosos se unirán
para hacer cumplir la observancia del domingo; y como las medidas más
suaves fallarán, se harán efectivas las leyes más
opresivas. Se insistirá en que los pocos que se oponen a una institución
de la iglesia y una ley del país no deberían ser tolerados,
y finalmente se dictará un decreto denunciándolos como merecedores
del castigo más severo, y dándole libertad a la gente para
que, después de cierto tiempo, los maten. Spirit of Prophecy,
vol. 4, p. 444).
Para finales de la década de 1880, el fin les parecía
inminente a los adventistas. La razón de que ellos creyeran que
el fin era inminente era que, a finales de esa década, el Congreso
de los Estados Unidos estaba discutiendo una ley que habría convertido
al domingo en un día de fiesta reconocido nacionalmente. En 1886,
la Sra. White advirtió que el fin vendría pronto:
El fin de todas las cosas está a las puertas. El tiempo
de angustia está a punto de caer sobre el pueblo de Dios. Será
entonces cuando saldrá un decreto prohibiendo que los que guardan
el sábado del Señor compren o vendan, y amenazándolos
con castigarlos, y hasta ejecutarlos, si no observan el primer día
de la semana como si fuera el sábado. (Historical Sketches,
p. 156).
Entonces sucedió lo inesperado. La ley dominical fue
derrotada en el Congreso. Era evidente que muchos en el Congreso pensaban
que esta ley violaría la separación entre la iglesia y el
estado. Además, si esta ley se ponía en vigor, probablemente
habría sido rechazada en la Corte Suprema. Después de este
incidente, el movimiento de la Ley Dominical perdió impulso, y gradualmente
volvió su atención a otros asuntos. Para principios de 1900,
comenzaba a parecer improbable que se fuera a aprobar una ley dominical
en algún momento en un futuro cercano. Ahora los adventistas tenían
un dilema entre manos. Necesitaban tener una explicación de cómo
una ley dominical podría ser aprobada, dadas las circunstancias
actuales. A la profetisa Ellen White finalmente se le ocurrió una
explicación en 1904:
Cuando el sábado se convierta en el punto especial de
controversia a través de la cristiandad, la persistente negativa
de una pequeña minoría a ceder a las demandas populares los
convertirá en objetos de execración universal. Se insistirá
en que los pocos que se oponen a una institución de la iglesia y
a una ley del estado no deberían ser tolerados; que es mejor
que ellos sufran que naciones enteras sean sumidas en confusión
e ilegalidad. Este argumento parecerá concluyente; y contra
los que honran el sábado del cuarto mandamiento se emitirá
finalmente un decreto, denunciándoles como merecedores del castigo
más severo, y dando permiso a la gente para matarlos después
de cierto tiempo. (Youth Instructor, 7-12, 1904).
Para 1904, el escenario de un movimiento organizado de dirigentes
religiosos que prohijaran una legislación dominical en el Congreso
parecía poco realista. Puesto que en ese momento parecía
en extremo improbable que una ley dominical ocurriera bajo condiciones
ordinarias, debía haber algún extraordinario suceso externo
que la precipitara. Así, Ellen White inventó un nuevo escenario
en el cual los Estados Unidos se enfrentaba a una crisis súbita
y terrible. Si los Estados Unidos no actuaba para matar a los observadores
del sábado, tenía que haber una terrible catástrofe
nacional. Durante esta horrible crisis, la ley dominical sería justificada
por los políticos que, bajo circunstancias normales, rechazarían
la ley. Sin embargo, en una situación de crisis, estarían
convencidos de aprobar una ley dominical para evitar que la nación
entera fuera "sumida en confusión e ilegalidad".
Aunque éste es ciertamente un escenario creativo,
la Sra.White no proporciona evidencia bíblica en favor de este nuevo
escenario, ni explica cómo el matar a los observadores del sábado
podría evitar que la nación fuera sumida en la confusión
y la ilegalidad.
En 1904, la Sra.White hablaba como si sólo la "cristiandad"
aprobaría las leyes dominicales, pero, para 1911, nuevamente había
cambiado su nuevo escenario, en esta ocasión para incluir al mundo
entero. La Sra. White escribe en su libro señero, Great Controversy,
publicado en 1911:
Los poderes de la tierra, uniéndose para hacer guerra
contra los mandamientos de Dios, decretarán que "todos, chicos y
grandes, ricos y pobres, libres y esclavos" (Apocalipsis 13:16), deberán
conformarse a las costumbres de la iglesia mediante la observancia del
falso sábado. A todos los que rehusen obedecer les serán
aplicados severos castigos , y finalmente se declarará que merecen
la muerte. (p. 604).
Esta ley dominical "universal" es expuesta en el último
libro de la Sra. White, que fue publicado en 1917, un año después
de la muerte de ella:
En este nuestro día, muchos de los siervos de Dios,
aunque inocentes de delito, serán entregados para que sufran humillación
y abuso a manos de los que, inspirados por Satanás, están
llenos de envidia y prejuicio religioso. La ira del hombre se despertará
especialmente contra los que honran el sábado del cuarto mandamiento;
y por fin, un decreto universal les denunciará como merecedores
de la muerte. (Prophets and Kings, p. 512).
Así, encontramos que la doctrina de la ley dominical
ha estado evolucionando y cambiando continuamente a través de los
años para adaptarse a los particulares retos de la respectiva generación.
Después de la muerte de la profetisa Ellen White en 1916, la posición
de la iglesia acerca de la Ley Dominical Nacional se inmovilizó,
y ha permanecido relativamente sin cambios. Esto es comprensible, puesto
que ya no hay nadie en la iglesia con autoridad profética para modificar
la enseñanza. La iglesia continúa enseñando hoy la
misma doctrina que enseñó a principios de la década
de 1900.
Volver
1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 |
Sección de libros
Index