Ellen G. White

LA MENTIRA WHITE

Título del libro en inglés:
 The White Lie

Walter T. Rea

Epílogo


La historia de Cristo no termina en la cruz. Continúa hasta la resurrección y la nueva vida. Da significado a nuestra vida diaria actual y una nueva esperanza más allá de la tumba. Para el individuo y las instituciones por igual, son las Buenas Nuevas - no para el futuro solamente, sino tambi&eeacute;n para el aquí y el ahora.

Si Dios tenía un plan para la vida de Ellen White, es el mismo plan que tiene para todos nosotros - que durante nuestra existencia nosotros mismos seamos recipientes para el Evangelio, experimentemos un nuevo comienzo en Cristo Jesús, y que podamos ser instrumentos en favor de otros. Ésta fue la verdadera inspiración y revelación de Dios para Ellen.

Es una historia fascinante el que la Iglesia Adventista obtuviera su inicio y su énfasis en la creencia en la Segunda Venida, una creencia traída, con sus proponentes, del movimiento Millerista. Pero, de la misma manera, el Adventismo murió con esa misma doctrina. Sin la culminación del Advenimiento que habían predicho, se volvieron hacia dentro de sí mismos y se concentraron en demostrar que tenían razón. En vez de poner por delante un nuevo nacimiento de la conciencia espiritual para su diario vivir en la actualidad, pusieron por delante a Ellen White como un velo entre ellos mismos y Dios, entre ellos mismos y una experiencia renovadora.

Entre los tiempos del Antiguo Testamento y los tiempos del Nuevo Testamento se levantaba la cruz. El velo que ocultaba la cruz a los ojos y los corazones de la nación judía era su sistema de sacrificios, exacciones, y obras. Su sistema los mantenía con las espaldas encorvadas y las cabezas inclinadas, así que no podían mirar hacia arriba, a Dios y a su Hijo. Su sistema de leyes, reglamentos, teorías, y máximas había esclavizado el cuerpo, la mente, y el alma. Sus dirigentes eran más importantes que la verdad del Evangelio de Cristo. Mientras los sacerdotes del sistema se aferraban a su padre Abraham, le negaban al pueblo el acceso al verdadero Padre de la Humanidad. Un sistema llega a su etapa de caducidad cuando interpone un velo de salvación por obras, a través de algún intermediario, entre el hombre necesitado y un Dios que espera. Ese velo les impide una comunicación directa.

Así habría de ser con la Iglesia Adventista también. Cristo no vino en 1844. Pero el grupo que lo esperaba no pudo resignarse a confesar su error, el principio de todos los principios. A las equivocaciones se les llamó "errores de cálculo". Al extremismo se le llamó celo. Los escritos de Ellen White se convirtieron en "la palabra de Dios". Así, Ellen se convirtió en el velo que ocultó a Cristo a los ojos del pueblo. Si los administradores, los teólogos, los supervendedores de su sistema hubiesen pasado más allá del velo que ellos mismos habían creado, Ellen G. White, seguramente habrían encontrado al Cristo que profesaban estar buscando.

No fue la creencia en el Cristo objetivo histórico (que no vino en 1844) lo que habría de destruir la efectividad de ellos. Fue la no aceptación del Cristo subjetivo en el modo de vivir lo que ellos desperdiciaron. La ironía del movimiento adventista parece ser que, al usar a Ellen White para realinear la historia y dar al futuro una vívida imaginación, los dirigentes mataron, para la mayoría de sus miembros, al Cristo del presente.

En tiempos pasados, Dios rasgó el velo del antiguo servicio y abolió el sistema entero de sacrificios. Esa rasgadura pronto fue reparada por los sacerdotes para poder continuar controlando al pueblo que representaban. El humo de sus sacrificios continuó subiendo, lenta y tristemente, hacia el cielo. De acuerdo con un escritor:

Subía en vano. Y el sumo scerdote todavía entraba al lugar santísimo cada año y rociaba la sangre sobre el propiciatorio. Y sin embargo, esa sangre apelaba a Dios en vano. Porque "Cristo, nuestra Pascua, ya fue sacrificada por nosotros". (I Cor. 5:7). Por fin, Dios, con ira justa, borró el sistema de imitación entero, con la destrucción de Jerusalén por Tito, cuando el templo fue quemado y los sacrficios judíos fueron abandonados para siempre. 1
Uno puede esperar que los administradores y los supervendedores del sistema Adventista del Séptimo Día todavía pueden aprender una lección del pasado - que estén dispuestos a unirse al pueblo y pasar juntos más allá del velo de Ellen G. White. Si tienen el valor de hacer esto, todavía pueden encontrar al Cristo que eludió a los milleristas y cuya demora tanto atormentó a los primeros creyentes Adventistas. Pero, para hacer esto, deben darse cuenta de que -
El propósito y la única meta sobresaliente de Satanás es derrotar el plan y el propósito de Dios para la salvación del hombre. Satanás está completamente familiarizado con el hecho de que el único remedio para el pecado es la obra expiatoria de Cristo, y es consciente del hecho de que, no importa cuán hermoso pueda ser  un sistema religioso, es absolutamente inútil como poder salvador si la obra expiatoria de Cristo es eliminada de su enseñanza. Por lo tanto, su plan para engañar a la gente es presentarles religiones que reconozcan a Dios, exhorten al hombre a ser bueno, amable, y dulce, y asocien esas creencias a ceremonias que apelen a la imaginación, pero que no sirven de nada a causa del descuido y la ausencia de un reconocimiento de Cristo Jesús, el Salvador, y su obra redentora en el Calvario. 2
Ellen White misma no ponía su fe en una religión moral que consistía de reglas y reglamentos, condescendencias, y ajustes a las costumbres. En su antología Christ´s Object Lessons, ella dijo:
Muchos de los que se llaman a sí mismos cristianos son meros moralistas humanos. Han rehusado el único don que puede capacitarles para honrar a Cristo representándolo ante el mundo... 3

Esta túnica, tejida en el telar del cielo, no tiene ni un sólo hilo de hechura humana. Cristo, en su humanidad, desarrolló un carácter perfecto, y ofrece impartirnos ese carácter. "Todas nuestras justicias son como trapo de inmundicia". Isa. 64:6.  4

Cuán extraño es que la profeta Adventista, Ellen Gould White, esté de acuerdo con el apóstol Pablo -
Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; siendo manifiesto qu sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón - 5
y que, sin embargo, sea el mismo instrumento que la iglesia ha usado para hacer burla de las palabras de Pablo.

Si en verdad la iglesia puede volverse del cultismo (centrar la autoridad sobre Ellen White) y si todos, miembros y dirigentes por igual, pueden hacer de Cristo su centro, del Hijo de Dios su dirigente, puede tener lugar un cambio radical en el énfasis. Entonces Cristo podría ser visto adecuadamente en las vidas y en las enseñanzas de los Adventistas.

Si no, entonces el Adventismo habrá dado una respuesta negativa a la pregunta que William Irvine hizo hace como sesenta años:

Todas las vestimentas y atavíos del ceremonialismo, todo lo que gratifica en una religión sensual, todas estas cosas son obstáculos fabricados por el hombre, que tienden a distraer al adorador y apartarlo de Aquél a quien se adora, y de esta manera estorbar aquella comunión libre y espiritual del creyente más humilde con Dios mismo, a la cual somos invitados aquí por el Espíritu. ¿No deberíamos "obedecer a Dios antes que a los hombres?" (Hechos 5:29). 6


Referencias y Notas

1.  William C. Irvine. comp., Heresies Exposed (Neptune, NJ: Loizeaux Brothers, 1917), Prefacio.

2.  Ibid., Introducción, pp. 5-6.

3.  Ellen G. White, Christ´s Object Lessons (Washington: RHPA, 1900), p. 315.

4.  Ibid., p. 311.

5.  2 Corintios 3:2-3.

6.  Irvine, Heresies Exposed, Introducción, p. 8.


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