Los Diez Mandamientos merecen un lugar de honor entre los documentos
más celebrados de la historia sagrada. Durante miles de
años, los judíos los han reverenciado como las palabras
del pacto hecho entre Dios y su pueblo en el monte Sinaí. La
iglesia cristiana también ha reconocido que el Decálogo
contiene una declaración breve de las obligaciones morales que
reposan sobre toda la humanidad. La iglesia ha usado los Diez
Mandamientos como catecismo desde los tiempos de Agustín. Y esta
práctica se reforzó después de la Reforma.
De tiempo en tiempo, se han levantado voces dentro de la iglesia a
favor de eliminar los Diez Mandamientos como contrarios a la
enseñanza cristiana. Pero, así como la iglesia
católica ha conservado el Antiguo Testamento como útil
para la instrucción cristiana, por la misma razón ha conservado los Diez Mandamientos (2 Tim. 3:16).
Grandes maestros de la iglesia cristiana como Ireneo, Agustín, y
Lutero han reconocido un uso calificado de los Diez Mandamientos.
Entendieron que el documento de pacto que Dios dio a la nación
hebrea debe ser interpretado cristianamente y se debe hacer lugar para
la nueva situación que surgió por la entrada de la nueva
era del Mesías. Pero, así como la aceptación de
las Escrituras judías por parte de la iglesia expuso a
ésta al peligro de abusarlas, su adopción de los Diez
Mandamientos conllevó el peligro de abusarlos. En algunas partes
de la iglesia cristiana se ha desarrollado cierto número de
mitos populares alrededor de los Diez Mandamientos. Estos mitos no son
inocuos y, por lo tanto, deben ser recusados porque constituyen una
gravemente errónea interpretación del evangelio cristiano
y su relación con la ética cristiana.
Mito 1: Que los Diez Mandamientos son una legislación divina dada a todos los hombres para todos los tiempos.
Los Diez Mandamientos aparecen en la narración en
relación con el hecho de que Dios hizo un pacto con Israel. Se
les llama "las palabras del pacto" (Éxodo 34:28), "su pacto"
(Deut. 4:13), y "el testimonio" (Éxodo 34:29). Las
investigaciones llevadas a cabo durante los últimos treinta
años han establecido que los Diez Mandamientos siguen la forma
de un tratado hitita de señorío. (1) Como lo
indica Meredith Kline, el Decálogo era el tratado que el gran
Rey hizo con la nación de Israel. En el preámbulo y el
prólogo histórico (típico de la forma de tratado
hitita), Dios se dirigió a Israel diciendo: "Yo soy el
Señor tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto, de
tierra de esclavitud" (Éxodo 20:2). Los mandamientos mismos que
siguieron constituían las estipulaciones de la obligación
que el pacto imponía sobre Israel.
Sampey está en lo correcto cuando dice: "Fue a Israel a quien el
Decálogo fue dirigido principalmente, y no a toda la humanidad".
(2) Harrelson llama a los Diez Mandamientos "la declaración
breve de los requisitos del pacto entre Yahvé e Israel". (3)
Tenemos que conservar la terminología bíblica en este
asunto. El Decálogo es llamado "el pacto" (Éxodo 34:28),
es decir, el pacto sinaítico, pacto mosaico, o pacto antiguo.
Hablando estrictamente, el Antiguo Testamento (el pacto) no está
constituido por los treinta y nueve libros que llevan ese título
en nuestra moderna Biblia. Esos libros son documentos que se derivaron
del pacto. El pacto mismo lo constituyen los Diez Mandamientos (Deut.
4:13). Por lo tanto, Pablo está en lo correcto
terminológicamente cuando identifica al pacto antiguo con "lo
que fue grabado con letras en piedra" (véase 2 Cor. 3:6-11).
De acuerdo con Deuteronomio 5:2-4, el Señor no hizo este pacto
(de los Diez Mandamientos) con los padres del pueblo hebreo. Pablo
sabía ciertamente cómo distinguir entre el pacto hecho
con Abraham y el pacto hecho 430 años más tarde en
Sinaí (Gál. 3:16-19; 4:24-26). Como pacto, los Diez
Mandamientos estaban dirigidos a la nación de Israel en su
camino a la tierra prometida (Éxodo 20:12). El mandamiento del
sábado fue ordenado con referencia a la esclavitud de Israel en
Egipto (Deut. 5:15). Debería quedar claro que los Diez
Mandamientos están condicionados históricamente y
contienen elementos cúlticos adaptados a la situación de la
nación de Israel. Sampey es razonable cuando dice:
Es posible, pues, que hasta en los Diez Mandamientos haya elementos
peculiares al sistema mosaico, y que ni nuestro Señor ni los
apóstoles hayan hecho a estos elementos parte de la fe y el
deber de los cristianos. (4).
No conocemos ninguna declaración bíblica en el sentido de
que los Diez Mandamientos son la ley de Dios para todos los seres
humanos en todos los tiempos. Es verdad que, a veces, el Nuevo
Testamento cita varios de los Diez Mandamientos de la llamada segunda
tabla. Pero en ninguna parte insiste en que los cristianos están
obligados a tomar el Decálogo entero como su regla de vida. Por
lo tanto, surge la pregunta de por qué la iglesia cristiana ha
honrado los Diez Mandamientos en absoluto si ellos contienen elementos
cúlticos que hacen referencia a la nación de Israel solamente.
Aparte de estos elementos cúlticos, se ha reconocido que los Diez
Mandamientos tienen que ver mayormente con principios morales que
evidentemente son obligatorios para toda la humanidad. Y decimos
"evidentemente" porque ha sido bien documentado que los vecinos del
antiguo Israel (Egipto, Bablonia, y Asiria) tenían leyes
notablemente similares a las estipulaciones éticas de los Diez
Mandamientos. La tradición judía decía que siete
de los Diez Mandamientos eran conocidos por los hijos de Noé y
siempre habían sido obligatorios para toda la humanidad. (5).
A causa de que la conciencia moral del hombre consiente a las
prohibiciones morales y éticas contenidas en el Decálogo,
los teólogos desde Ireneo a menudo las han llamado "leyes
naturales". Y, puesto que los Diez Mandamientos proporcionan un
resumen tan conciso y conveniente de la "ley natural", la iglesia
cristiana siempre ha apreciado su importancia. Pero este reconocimiento
del valor de los Diez Mandamientos difiere de la actitud mental
más rígida y sistemática que desea conservar el
documento entero en forma inalterada. El Nuevo Testamento no dice en
ninguna parte que los cristianos deben relacionarse de este modo con
los Diez Mandamientos. Ni era ésta la enseñanza de los
padres de la iglesia primitiva que siguió a los
apóstoles. (6).
Mito 2: Que los Diez Mandamientos constituyen la más alta expresión de la voluntad de Dios para el hombre.
Algunos han considerado los Diez Mandamientos como la expresión
bíblica última de la voluntad de Dios. Pero esta
posición es una negación fundamental de las afirmaciones
de Cristo. Toda revelación de Dios que ocurre antes de Cristo es
preliminar, velada y parcial. Cristo es la plena expresión d ela
voluntad del Padre (Col. 2:9). Él es la Palabra final de Dios
para la raza humana (Juan 1:1; Heb. 1:1-3). Una de las principales
tesis del evangelio de Juan es demostrar que Jesús quitó
la ley de la posición central que ocupaba en el judaísmo.
Él ha tomado el lugar de la ley como el Verbo, el agua de vida,
el pan de vida, la luz del mundo, el pastor que guía, el camino,
la verdad y la vida. (7).
Los Diez Mandamientos mismos comparten las insuficiencias que
caracterizan a la totalidad del Antiguo Testamento. Como dice Pablo en
2 Corintios 3, la revelación que se dio en el pacto antiguo fue
gloriosa, pero su gloria ha sido opacada por la superior gloria de la
revelación más grande dada en Cristo. Más bien que
una declaración final de la voluntad de Dios, los Diez
Mandamientos son en realidad una inadecuada expresión de
moralidad cristiana. Por ejemplo, al requerir que los amos permitan que
sus esclavos y esclavas reposen el sábado, el cuarto mandamiento
condona la institución de la esclavitud (Éxodo 20:8-11).
De manera similar, el décimo mandamiento condona esta
institución al prohibir codiciar el esclavo o la esclava del
prójimo.
Como hemos visto, los Diez Mandamientos eran las palabras del pacto que
Dios dirigió a Israel en su camino a la tierra prometida. Es
claro que Dios ajusta su revelación a las necesidades de su
pueblo en su situación histórica y cultural. El Antiguo
Testamento, incluyendo los Diez Mandamientos, toleraba la esclavitud,
la poligamia, (8) las guerras para exterminar enemigos nacionales, y
otras prácticas que no alcanzaban a cumplir con la
revelación final de Dios en Cristo. Además, en cosas
tales como exponer a la luz pública los pecados del
espíritu o aprobar la práctica de virtudes positivas, los
Diez Mandamientos no están a la altura de la espiritualidad de
la ética del Nuevo Testamento. (9). En vez de suponer que los
Diez Mandamientos prohiben que se deje de reflejar la gloria de Dios y
aprobar toda virtud, debemos reconocer que ellos expresan las
obligaciones mínimas para la vida en la comunidad del pacto
antiguo. El rasgo singular de los Diez Mandamientos es, no que exigen
los más altos ideales morales y éticos, porque los
vecinos paganos de Israel tenían leyes que expresaban
idénticas demandas. Los Diez Mandamientos eran singulares porque
contenían esas estipulaciones éticas bajo un pacto de
amorosa obediencia al Señor
personal del pacto, alcanzando con ello una unidad de religión y
ética monoteísta desconocida en otras naciones.
Jesús completa el Antiguo Testamento (incluyendo la ley).
Él es el Verbo, la voluntad de Dios encarnada, la Torah
viviente. En su realidad revelada, él era todo lo que la ley
sólo podía prefigurar.
Como fariseo, Pablo había entendido que la Torah era la
más alta revelación de la voluntad de Dios para el
hombre. Pero,en su visión del Jesús resucitado en el
camino a Damasco, Pablo reconoció en él una
revelación de Dios más plena y escatológica. En
otras palabras, Cristo, el portador de la imagen del Dios invisible, ha
sustituído a la Torah como revelación de Dios y su
voluntad para la humanidad. (2 Cor. 4:4-6). (10).
Para el cristiano, el Decálogo ya no es el resumen más
alto del deber humano. El cristiano debe leerlo siempre con sincero
respeto como uno de los monumentos más grandes al amor de Dios
en la educación moral y religiosa de la humanidad; pero ha
cedido su lugar a la más alta enseñanza del Hijo de Dios,
habiéndose incorporado en la enseñanza de nuestro
Señor y sus apóstoles todo lo que era permanentemente
valioso en los Diez Mandamientos. (11).
Para el cristiano, la mayor realidad en que se funda su deber es la
vida en Cristo. Cristo ha expresado esta bendita realidad en la forma
de la nueva ley por medio de sus palabras y su ejemplo, y sobre todo,
por medio del Sermón del Monte (comp. Mat. cap. 5-7) y el
discurso de despedida (Juan cap. 14-17). El Decálogo está
muy lejos de esta directriz hacia la perfección. Intentar
representarlo como la suma de la moralidad cristiana implica un
inadmisible empobrecimiento. (12).
Mito 3: Que los Diez Mandamientos ocupan una parte central en la ética del Nuevo Testamento.
Robert Banks dice:
Parece que ... la posición
central asignada al Decálogo en gran parte del pensamiento
católico y protestante es dudosa. (13).
Acerca de la evidencia del Nuevo Testamento, Banks está
justificado al poner en duda la centralidad de los Diez Mandamientos.
El gran tema del Nuevo Testamento es la persona y la autoridad de
Cristo Jesús. Incuestionablemente, Cristo fuerza a la ley fuera
de su posición clave, y ocupa el lugar central tanto como medio
de salvación como norma para la vida. Todo lo que la ley era
para el judaísmo, Cristo lo es para la comunidad del Nuevo
Testamento. No es lo que Moisés dice, ni siquiera lo que dicen
los Diez Mandamientos, lo que constituye la palabra final de Dios, sino
la persona, la obra, y las enseñanzas de Jesús. Él
es la Torah viviente, que reemplaza y toma el lugar de la autoridad de
Moisés (Mat. 5; 12:1-12). En él se cumplieron las
profecías del Antiguo Testamento relativas a la salida de la
palabra de Dios de Sión (a diferencia de Sinaí) (Isa.
2:1-5; Miqueas 4:1-5; Heb. 12:18-24). El Nuevo Testamento tiene un
nuevo pacto, un nuevo monte, un nuevo Maestro y una nueva ley. En esto,
todo lo que es de valor permanente y duradero en el viejo orden es
incorporado y recibe mayor fuerza en Cristo. En un penetrante
comentario sobre la importancia de la transfiguración de Cristo,
Hartmut Gese dice:
Los evangelios
sinópticos contienen otro relato que da una respuesta
básica a la cuestión de la Torah, la historia de la
transfiguración de Jesús (Marcos 9:2-8; Mat. 17:1-8;
Lucas 9:28-36). El relato adquiere gran importancia por su
posición en la composición de los evangelios y no puede
explicarse como un "relato pascual fuera de lugar". Deberíamos
leer este relato también con los ojos del Antiguo Testamento.
Jesús asciende a un misterioso "monte alto" que no recibe
más identificación. El texto dice "después de seis
días", sin dar ningún punto de partida para este
período de tiempo. Pero sabemos que, después de seis
días durante los cuales una nube cubrió el monte
Sinaí, Moisés subió al monte y entró en la
luz de la gloria de Dios (Éxodo 24:16). Estaba acompañado
por el sumo sacerdote Aarón y los dos hermanos sacerdotes originales,
Nadab y Abiú (Éxodo 24: 1). Aquí Jesús
estaba acompañado por Pedro y los hermanos Santiago y Juan,
hijos de Zebedeo. Así como Moisés entró en la nube
y la divina luz (Éxodo 24:18) con el resultado de que su rostro
resplandecía (Éxodo 34:29-35), así también
Jesús fue transformado por una luz que no era de este mundo. Al
lado de él aparecieron Moisés y Elías, los
únicos en el Antiguo Testamento que recibieron una
revelación en el "monte", y conversaron con él.
Naturalmente, Pedro pensó que éste era el lugar donde se
levantarían las tiendas para los tres recipientes
de la revelación, las tiendas que describe el Antiguo Testamento
(Éxodo 33:7-11) para ser usadas en la observancia ritual del
acontecimiento del Sinaí. Pero Pedro no sabía lo que
decía. El Antiguo Testamento dice: "En ese instante la nube
cubrió el tabernáculo, y la gloria del Señor
llenó el santuario. Y Moisés no podía entrar en el
tabernáculo porque la nube se había posado sobre
él (shakan; Gr: hoti epeskiazen ep auten he nephele)
y la gloria del Señor llenó el tabernáculo"
(Éxodo 40:34-35). Aquí ellos mismos fueron cubiertos por
la divina doxa, y oyeron la
revelación del nuevo pacto. En el acontecimiento antiguo en
Sinaí, Dios se reveló a sí mismo en la
fórmula de auto-presentación: "Yo soy Yahvé", y
luego entregó el Decálogo. Aquí, sin embargo, Dios
presenta a su hijo: "Éste es mi Hijo amado", y luego
continúa diciendo: "Escúchenle". Jesús mismo se ha
convertido en la Palabra revelada. Los escritores evangélicos no
podrían presentar esto con más fuerza: Jesús mismo
es la Torah". (14).
En ninguna parte nos exhortan Jesús y los apóstoles a
estudiar la ley, excepto con el propósito de encontrar en ella
un testimonio de Cristo Jesús. En todas sus cartas a las
jóvenes iglesias gentiles, Pablo tiene mucho que decir sobre la
ética cristiana. Pero, por lo general, Pablo no razona a partir
de los Diez Mandamientos en relación con los deberes cristianos.
Su punto de referencia para la ética no es el Decálogo
sino Cristo, su evangelio y su Espíritu. Si Pablo apoyaba la
idea puritana-reformada de que la ley (con referencia especial a los
Diez Mandamientos) era la gran regla de vida para los cristianos,
pasó por alto muchas y excelentes oportunidades de exponer e
ilustrar esto. No puede argumentarse que daba esta cuestión por
sentada, porque estaba escribiendo a iglesias gentiles recién
establecidas que no tenían experiencia en la ley del Antiguo
Testamento. Aparte de dos o tres referencias incidentales a la ley y a
los Diez Mandamientos, Pablo razona a partir de Cristo y su evangelio
para el contenido de la vida cristiana. El apóstol no hizo
ninguna síntesis entre la gracia del Nuevo Testamento y la
ética del Antiguo Testamento, como hacían los falsos
maestros de Galacia. Lo que determina la posición de una persona
ante Dios -- a saber, Cristo y su evangelio -- es también lo que
determina cómo debe vivir esa persona. El corazón de la
ética del Nuevo Testamento es la fe en Cristo y la
sumisión a su autoridad como Señor.
Mito 4: Que
porque el Nuevo Testamento cita algunos de los Diez Mandamientos, esto
prueba que la totalidad del documento de pacto es obligatoria.
En varias ocasiones, el Nuevo Testamento cita algunos mandamientos de
la así llamada segunda tabla. Esto se usa a veces como evidencia
de que el Decálogo entero todavía es obligatorio para los
cristianos. Pero esta lógica es falaz. En 1 Corintios 9:9, Pablo
cita la ley de Moisés en relación con poner bozal al buey
que trilla. Pero, ¿usaría esto cualquier cristiano como
evidencia de que toda la ley de Moisés todavía es
obligatoria para los cristianos? La constitución australiana
cita las palabras de la primera enmienda de la constitución de
los Estados Unidos. Por ello, ha incorporado en su propia
constitución rasgos de la ley constitucional de los Estados
Unidos. Pero esto no prueba que los australianos viven bajo la
constitución de los Estados Unidos.
El nuevo pacto conservó lo que era de aplicación
universal en el antiguo pacto. Sin embargo, estas provisiones no son
obligatorias porque se encuentran en los Diez Mandamientos sino porque
son "leyes naturales" evidentes que no se han debilitado sino que han
sido intensificadas por Cristo y sus apóstoles.
Los que abogan por las exigencias inviolables de los Diez Mandamientos
como norma de vida, pero no guardan el sábado judío, son
inconsistentes. Por mucho que busquen textos que indiquen que el Nuevo
Testamento revisó el cuarto mandamiento, sólo hacen un
ejercicio inútil para apoyar una tradición que
comenzó siglos después de los apóstoles. (15).
Pero hay un argumento todavía más fuerte contra la
inconsistencia de estas personas. Los Diez Mandamientos constituyen las
palabras del pacto que Dios dio en Sinaí. Cada palabra y cada
letra de un pacto debe ser tomada exactamente como fue expresada. No es
posible revisar ni una sola cláusula de un pacto sin hacer el
documento entero nulo y sin valor. O el pacto entero de los Diez
Mandamientos es obligatorio como Dios lo dio o el pacto no es
válido en absoluto. Así que los sabatistas Adventistas
del Séptimo Día son más consistentes que sus
amigos puritanos-reformados de los cuales tomaron el concepto de los
Diez Mandamientos como la gran regla de fe para los cristianos.
Mito 5: Que los Diez Mandamientos están dedicados enteramente a la ley moral, a diferencia de la ley ceremonial.
La idea de establecer una clara distinción entre las leyes
morales y las leyes ceremoniales en el cuerpo de la legislación
mosaica surgió en tiempos post-bíblicos. "La
división entre lo estrictamente moral y lo 'ceremonial' en
nuestro sentido moderno era enteramente desconocida para los
judíos". (16) Cuando el Nuevo Testamento se refiere a "la ley",
por lo general quiere decir la totalidad del cuerpo mosaico de la ley.
Los eruditos del Nuevo Testamento parecen estar de acuerdo en que Pablo
no hace distinción entre una parte y otra de la ley.
Esto no es negar que es válido algún contraste entre los
principios morales-éticos y las ordenanzas
rituales-ceremoniales. Pero no debemos leer las distinciones del
lenguaje teológico moderno en los textos bíblicos en que
los escritores no sintieron ninguna carga de hacer tales
distinciones.
Por lo que concierne a la totalidad de la legislación mosaica,
los elementos éticos están tan profundamente mezclados
con los llamados ceremoniales que es imposible distinguirlos claramente
los unos de los otros. Una cosa es obvia: la línea que divide
estos dos elementos no pasa entre los Diez Mandamientos y el resto de
la legislación mosaica. Hasta una lectura casual de las leyes en
Levítico 19 mostrará rápidamente que las leyes
morales y éticas están mezcladas con las leyes de culto.
De la misma manera, los Diez Mandamientos muestran la mezcla de
elementos éticos y cúlticos. Por ejemplo, Lutero
argüía que los mandamientos concernientes tanto a las
imágenes como al sábado eran ceremoniales. Pablo, que
enseñaba que los ídolos no son nada, habría
quebrantado el segundo mandamiento, según la tradición
judía aceptada. Y el gran apóstol a los gentiles
ciertamente no acataba las prescripciones sabáticas del Antiguo
Testamento (Rom. 14:5; Gál. 4:10; Col. 2:16).
Levítico 23 no sólo declara que el sábado es una
festividad, sino que lo enlaza con el sistema entero de las
festividades judías. Una festividad es una ceremonia de
recordación, y no una de las "leyes naturales [morales]" que
están escritas en los corazones de los gentiles (Rom. 2:15).
Aunque los Diez Mandamientos tratan principalmente de la moralidad
común, son un pacto entre Dios e Israel. Por lo tanto, una
festividad o ceremonia de renovación del pacto -- aplicable
sólo a los cultos religiosos judíos -- está
incluida en las estipulaciones morales.
Mito 6: Que
la exhortación en el Nuevo Testamento a que los cristianos
guarden los mandamientos es prueba de que los Diez Mandamientos son
obligatorios para ellos.
Cuando el Nuevo Testamento insta a los cristianos a guardar los
mandamientos de Dios, no podemos suponer qe esto significa literalmente
observar el Decálogo entero. (17) Con la palabra
"mandamientos", Juan por lo general quiere decir fe y amor (Juan 13:34;
14:1, 15; 15:12-14, 17; 1 Juan 3:23).
Juan también se refiere a los mandamientos de Dios en el libro
de Apocalipsis (Apoc. 12:17; 14:12). Pero, aunque es cierto que el
revelador usa imágenes judías durante todo el libro,
términos como las doce tribus de Israel, sello, arca del pacto,
testimonio, tabernáculo, Babilonia, y Éufrates no tienen
un significado judío literal sino que se les da un significado
cristiano.
En 1 Corintios 7:19, los mandamientos de Dios son los comunicados a la
iglesia en la enseñanza apostólica (1 Cor. 7:10; 14:37).
En Mateo 28:18-20, Jesús se refiere específicamente a obedecer "todo lo que les he mandado".
Cuando el Nuevo Testamento se refiere a "la
ley", por lo general quiere decir la ley de Moisés (por ej.,
Juan 1:17; Hechos 15:5; 1 Cor. 9:8, 9, 20). "La ley" es el equivalente
a lo que los judíos llamaban la Torah. La palabra "ley"
está siempre en singular y significa la ley entera o hasta todos
los cinco libros de Moisés (Mat. 5:17; Rom. 3:21). Los eruditos
están de acuerdo en que, cuando el Nuevo Testamento se refiere a
"la ley", no hace ninguna distinción entre las leyes morales y
las llamadas leyes ceremoniales. (18) "La ley" (es decir, la ley de
Moisés) incluye los Diez Mandamientos, así como las
regulaciones relativas a la impureza. De acuerdo con los rabinos,
había 613 mandamientos en la ley. Algunas veces, el Nuevo
Testamento se refiere a los Diez Mandamientos como la ley de
Moisés (Marcos 7:9, 10; Juan 7:19; Heb. 10:28; comp. Deut.
17:2-6).
En vista de lo que antecede, si textos como Mateo 5:17 y Romanos 3:31
son "prueba " de que los cristianos tienen que guardar los Diez
Mandamientos, también son "prueba" de que los cristianos
tienen que guardar todos los 613 mandamientos de la ley.
Obviamente, ése no es el significado de tales textos. Ellos nos
están diciendo que la ley señalaba a Cristo y testificaba
de él (Juan 5:39; Rom. 3:21). Por lo tanto, Jesús vino a
confirmar todo lo que Moisés y los profetas habían
escrito. El verdadero fin de la ley es guiarnos a poner nuestra fe en
Cristo y obedecer el evangelio. El que hace esto ha cumplido la ley de
acuerdo con su verdadero propósito.
Conclusiones
- ¿Es, por lo tanto, legítimo que los cristianos usen
los Diez Mandamientos? A esto respondo que sí, con la
condición de que nos acerquemos a ellos a través de
Cristo y los interpretemos cristianamente. Ireneo, Agustín, y
Lutero usaron los Diez Mandamientos legítimamente. Los
interpretaron de acuerdo con la nueva situación creada por la
nueva era de Cristo. Pero muchos grupos de cristianos no han seguido a
estos grandes maestros de la iglesia. Han adoptado una actitud mental
más rígida y literal que trata de aplicar hasta los
detalles religiosos y cúlticos de los Diez Mandamientos como
regla de vida.
Ribberbos señala que "con el advenimiento de Cristo, la ley,
también por lo que concierne a su contenido, ha sido puesta bajo
una nueva norma de juicio, y que dejar de apreciar esta nueva
situación es una negación de Cristo (Gál. 5:2)".
(19) Haring hace este sensato comentario sobre los Diez Mandamientos:
Cualquiera que, siguiendo a
Agustín, desea considerarlo como la base de un esquema moral
debe presentarlo a la luz del Nuevo Testamento y la ley
neotestamentaria (el Sermón del Monte y el discurso de
despedida) y por ende a la luz de Cristo y la vida en Cristo. (20).
- Sin embargo, habiendo concedido esto, tenemos que decir que usar los
Diez Mandamientos como base para un esquema moral no es el enfoque del
Nuevo Testamento. Aquí Jesús reemplaza la ley, incluyendo
los Diez Mandamientos, no sólo como un camino hacia Dios, sino
como regla de vida. Todo lo que la ley era para el judaísmo,
Cristo lo es para la comunidad del Nuevo Testamento. En sus
epístolas, el gran punto de referencia de Pablo para la
ética no es lo que la ley estipula sino lo que Cristo y su
evangelio demandan. Según Pablo, una conducta incorrecta es la
que "no actúa de acuerdo con la verdad del evangelio"
(Gál. 2:14) o cualquier cosa "contraria a la sana doctrina que
se conforma al glorioso evangelio del Dios bendito" (1 Tim. 1:10, 11).
La conducta cristiana es determinada por Cristo -- su persona, su obra,
y su enseñanza. Las epístolas de Pablo demuestran de
manera concluyente que Cristo es el gran Guía, Pastor, Maestro,
la Palabra y Regla de vida para su pueblo. Como señalaron los
padres apostólicos de la iglesia primitiva, Cristo mismo se ha
convertido en la ley viviente o Torah. Esta nueva revelación de
la ley de Dios procede de Sión antes que de Sinaí en
cumplimiento de lo que los profetas declararon tendría lugar en
la nueva era del Mesías (Isa. 2:1-51).
Notas y referencias
- Los tratados hititas de señorío eran tratados o pactos
que los reyes o emperadores hititas imponían a sus reyes
vasallos. Véase Robert D. Brinsmead, Covenant (Fallbrook, Calif: Verdict Publications, 19791, p. 10.
- John Richard Sampey, art. "The Ten Commandments", the International Standard Bible Encyclopaedia, James Orr, gen. ed. (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 19391, 5:2944B.
- W. J. Harrelson, art. "Ten Commandments", The Interpreter´s Dictionary of the Bible, ed. George Arthur Buttrick (Nashville: Abingdon Press, 19621, p. 569.
- Sampey, "The Ten Commandments", p. 2944B.
- Éstos eran llamados los mandamientos de Noé. Véase The Jewish Encyclopedia, ed. Isidore Singer (New York: KTAV Publishing House, n.d.), 7:648-50.
- Véanse la obras de Ignacio, Justino Mártir, Ireneo y
Tertuliano. En realidad, Ireneo (120-202 D. C.) parece haber sido el
primero de los padres de la iglesia en apuntar al Decálogo como
expresión de obligaciones religiosas aplicables a toda la
humanidad. La tradición de usar los Diez Mandamientos para fines
catequísticos se desarrolló gradualmente en la Iglesia
Católica. Pero ni Ireneo (ni los que siguieron su
tradición) consideraban el mandamiento del sábado como
obligatorio para los cristianos en ningún sentido literal. Los
Diez Mandamientos eran interpretados cristianamente. No hay evidencia
de que los apóstoles separaran los Diez Mandamientos del resto
de la ley del Antiguo Testamento y los usasen para propósitos
catequísticos.
- El judaísmo había atribuído a la ley todos estos títulos de honor.
- Aunque el séptimo mandamiento condena el adulterio, no
condena la poligamia. Muchos grandes santos del Antiguo Testamento
tenían más de una esposa.
- Para un ejemplo de cómo el Nuevo Testamento tiene una madurez
ética mucho más allá del Antiguo Testamento,
compárese a Efesios 4 y 5 con los Diez Mandamientos.
- Brian Wintle, "Paul´s Conception of the Law of Christ and Its Relation to the Law of Moses", Reformed Theological Review 38, no. 2 (May-Aug. 19791:45.
- Sampey, "The Ten Commandments", pp. 2946-47.
- B. Haring, art. "Ten Commandments", New Catholic Encyclopedia (New York. McGraw-Hill Book Co., 19671, 4:8.
- Robert Banks, Jesus and the Law in the Synoptic Tradition (Cambridge: Cambridge University Press, 19751, p. 244.
- Hartmut Gese, Essays on Biblical Theology, tr. Keith Crim (Minneapolis: Augsburg Publishing House, 19811, pp. 88-9.
- Véase H. L. Ellison, art. "Sunday", The New International Dictionary of the Christian Church, J. D. Douglas, gen. ed. (Grand Rapids: Zondervan Publishing House, 19741, p. 940.
- Jakob Jocz, The Jewish People and Jesus Christ: The Relationship between Church and Synagogue, 3rd ed. (Grand Rapids: Baker Book House, 19491, p. 68.
- Mateo 19:17-19 no es una excepción, porque Jesús se
estaba dirigiendo a un judío. En todo caso, Jesús
sólo usó los mandamientos como plataforma para subrayar
sus propias afirmaciones a favor de una total lealtad como el
único modo de llegar a ser completo.
- Véase Jocz, Jewish People and Jesus Christ,
p. 68. Véase también W. Gutbrod, art. sobre la ley, en
Gerhard Kittel, ed., Theological Dictionary of the New Testament. tr.
Geoffrey W. Bromiley (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co.,
1967 1, 4:1069, 1072.
- Herman Ridderbos, Paul.' An Outline of His Tehology tr. John Richard de Witt (Grand Rapids: Wm.B. Eerdmans Publishing Co., 19751, p. 284.
- Haring, "Ten Commandments", p. 8.