Un estudio abarcante de las leyes del
diezmo en los tiempos del Nuevo Testamento revela un sistema de
increíble complejidad y frecuentes cambios. La historia ha
demostrado que cualquier discrepancia sobre este tema puede atraer
sobre nosotros la "ira de Dios" por medio de oficiales de iglesia
dispuestos y capaces. El enfoque principal de este estudio trata de la
doctrina, la historia, la política y la práctica del
diezmo en la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Aunque
una gran parte de los adventistas no entrega diezmos con honestidad,
cualquier investigación personal o pública de esta
columna doctrinal se hace bajo nuestro propio riesgo.
Desde 1859 hasta finales de la década de 1870, los adventistas
no tuvieron una doctrina del diezmo como la conocemos hoy; en su lugar,
abogaban por un plan conocido como "benevolencia sistemática"
(BS). Estaba dirigida a miembros de la iglesia de entre 18 y 60
años de edad que poseyeran alguna propiedad. Además,
había diferentes tasas para hombres y mujeres. El Buen
Samaritano, una revista exclusiva para el plan BS, era publicada para
promocionar el esfuerzo. Ellen White dio todo su apoyo a este plan. Al
principio, las iglesias locales tenían pleno control de los
fondos de SB. Sin embargo, la creciente jerarquía de la iglesia
pronto se apoderó de estas libertades (1).
Es interesante que fuera Dudley Canright, el hereje más notable
del adventismo, el más denodado defensor de la actual
doctrina del diezmo, lo que ocurrió en la década de 1870.
Ellen White ofreció su apoyo incondicional a este plan, que
prometía mayores ingresos de todas y cada una de las
categorías de ingreso. Una de las principales diferencias entre
los dos planes es que los fondos de benevolencia sistemática
también podían ser usados para gastos de la iglesia
local. Por otra parte, los fondos de los diezmos estaban restringidos
para pagar salarios ministeriales y para varios niveles de costos
ministeriales.
Otro aspecto mayormente pasado por alto y/o ignorado del diezmo en
nuestra economía es el problema del sacrificio desigual. Por
ejemplo, un diezmador que gana sólo $10,000 por año lleva
una carga financiera mucho mayor para las necesidades básicas de
la vida que un diezmador que gana $100,000 por año (hasta los
proponentes de una tarifa uniforme de impuesto sobre la renta,
así como el Sistema del Impuesto Sobre la Renta permiten una
excepción en casos de bajos ingresos). Las leyes del diezmo en
el Antiguo Testamento hacían provisión para el bienstar
público, mantenimiento del templo, sostenimiento de los
sacerdotes y otros profesionales, gastos del gobierno
teocrático, celebración de las festividades, y así
sucesivamente. Es importante observar que nunca hubo un diezmo
monetario (es decir, los salarios estaban exentos). Sólo las
cosechas y los animales estaban sujetos a las varias leyes de diezmos.
Causa sorpresa a muchos cristianos que un gran segmento del pueblo
hebreo no diezmaba en absoluto. Por ejemplo, los peones de granja no
diezmaban. Además, las ocupaciones como las de pescadores,
obreros de la construcción, madereros, tejedores, artesanos,
mineros, mercaderes, y fabricantes también estaban exentos del
diezmo. Por otra parte, la profesión de enseñar, era
parte importante e integral del sistema levítico. Las
ocupaciones de los levitas eran lo que en la actualidad llamamos los
campos profesionales.
El diezmo obligatorio
A diferencia de las leyes de Israel, la Política de Trabajo de
la Conferencia General exige que todos los empleados de la
denominación diezmen de sus ingresos para mantener sus puestos
de trabajo (por lo general, áuditos de rutina, conocidos o
desconocidos por el empleado de iglesia, se usan para hacer cumplir la
plena obediencia). En caso de que se descubra que un empleado no
está cumpliendo, la acción administrativa puede ser
severa; a saber, una convocatoria a una reunión especial,
restitución de los fondos supuestamente robados a Dios (pago de
diezmos atrasados), o terminación del empleo. Sin embargo, la
acción para obligar el cumplimiento es muy tolerante, si no
inexistente, para empleados que no son ministros.
A pesar de la inconsistencia de la iglesia en disciplinar a sus obreros
por no obedecer, los tesoreros de las iglesias locales son
indispensables para el pastor local y sus comités nominadores
para verificar la eligibilidad para cualquier puesto de influencia. Es
triste pero cierto que algunas personas diezman para conservar sus
puestos de trabajo, y algunas otras lo hacen para obtener puestos en la
iglesia. ¿No suena este requisito del diezmo como las cuotas
obligatorias de un movimiento obrero organizado? Sólo los
diezmadores pueden ocupar puestos en la iglesia local. Esto se traduce
efectivamente en un sistema de membresía ASD de dos niveles.
Para una seguridad extra en el empleo y/o por pasión legalista,
muchas personas en el "nivel superior" diezman sobre su ingreso bruto
en vez de sobre su ingreso neto para asegurarse de que no están
robando a Dios.
El estudiante de la Escritura honesto y objetivo encontrará
imposible practicar las varias versiones del diezmo registradas durante
diferentes épocas en el Antiguo Testamento. Aun modernos
judíos ortodoxos reconocen la futilidad de adherirse a la
institución del diezmo sin tener un sistema progresivo de
sacrificios. Los canonistas rabínicos prohibieron diezmar
después de la destrucción del segundo templo en el
año 70 d. C. En la actualidad, los judíos usan
métodos alternativos para financiar las necesidades de su
congregación. "Además de tendencia natural de los seres
humanos a establecer sus propias normas de dar, la iglesia ha
establecido varios modelos propios, todos los cuales deben ser
escrutados en términos de su fidelidad a la
interpretación básica que motiva el dar en los
cristianos. Demasiado a menudo, como compensación por el
innato egoísmo del hombre, la iglesia ha intentado obligar a sus
miembros a ser más generosos, imponiéndoles modelos que
supuestamente tienen el peso de la ley divina. La iglesia es
responsable de confundir y distorsionar el verdadero significado de la
mayordomía cistiana" (2).
Quizás usted está familiarizado con muchas historias en
libros y revistas adventistas que aseguran que las promesas de
Malaquías 3 son para nuestro tiempo y nuestras circunstancias.
Abundan emocionantes historias, tanto escritas como desde el
púlpito, de cómo Dios intervino milagrosamente y de
manera exclusiva a favor del honesto diezmador. Por ejemplo, los
relatos hablan de una tormenta de granizo en verano que devastó
todas las cosechas en cierta área, pero se detuvo cuando estaba
a punto de llegar a los campos del diezmador. Reclamanddo tales
promesas y milagros, ¿por qué pensaría un granjero
siquiera en comprar una póliza de seguro para sus cosechas?
Mejor todavía, ¿por qué tendría la
Conferencia General una compañía de seguros para cobrar
primas por sus varias entidades de la iglesia en todo el mundo?
¿Por qué encontraría una junta de iglesia local
financieramente sano asegurar la estructura de su iglesia contra todo
riesgo? Jesús dijo: "Él hace salir el sol para buenos y
malos, y hace llover sobre justos e injustos" (Mateo 5:45, NVI). El
evangelio no incluye fabricar "principios" de ritos del antiguo pacto.
Entonces, ¿por qué hacer del diezmo un principio pero no
todas las instrucciones del pacto antiguo? Es importante notar que el
diezmo del pacto antiguo no se ordena en ninguna parte del Nuevo
Testamento.
El requerimiento de Malaquías
Para entender el mandato del diezmo en el libro de Malaquías, es
importante entender la severidad de los problemas en sus días,
incluyendo el hecho de que muchos israelitas tenían mujeres
extranjeras, que prevalecían la sequía, el hambre, las
cosechas malogradas por le escarcha, y así sucesivamente. La
gente hacía frente a estos problemas con letargo e indiferencia
espirituales. Se habían olvidado de Dios, y le trataban con
deshonor. En esta crisis, Dios habló a la nación entera
por medio de Malaquías (Mal. 3:9-19) para que fuesen
traídos "todos los diezmos" al alfolí. L;os oficiales del
templo juntaban los diezmos en el piso de trillar cuando era necesario
y/o había espacio para almacenamiento. Además, Dios hizo
una promesa específica a los que respondiesen a su llamado en
esta ocasión, garantizando que Él impediría que
las cosechas se perdiesen a causa de la plaga, la sequía, y la
enfermedad (Malaquías 3:11). Además, Dios prometió
abrir "las ventanas de los cielos" "para que no hubiese espacio
suficiente para recibir" las bendiciones (Malaquías 3:10). Esta
promesa se aplicaba claramente a la urgencia en tiempos de
Malaquías cerca del año 430 a. C. Normalmente, no se
necesitaban "todos los diezmos" o "todo el diezmo" al mismo tiempo (3).
Por lo anterior, parecería que el diezmo era un tributo
obligatorio, como de hecho se dice en Deuteronomio 14:22. Sin embargo,
el diezmo era también una especie de voto u ofrenda voluntaria.
De este modo, el diezmo de Jacob en Génesis 28 está
claramente enlazado con un voto, y con el mismo tenor, Abraham da a
Melquisedec diezmos por su propia voluntad (Génesis 14:19-20).
Amós también menciona el diezmo dentro del marco de las
ofrendas voluntarias (Amós 4:4-5). La ley del diezmo en
Levítico 27:32-33 ocurre en un capítulo que trata de las
ofrendas voluntarias sagradas de varias clases (allí los
primogénitos, versículos 26-27, son una excepción
a la regla: estas ofrendas no pueden ser dedicadas puesto que son
santas en virtud de su nacimiento como primogénitos). El diezmo
pasó por diferentes cambios y reglas según lo dictaban
Dios, la cultura y la economía.
Durante el período intertestamentario, las leyes del diezmo
añadieron hasta las cosechas menos importantes, como el tomillo,
el eneldo, el comino, la mostaza, la pimienta, la alcaparra, y la menta
a los productos que debían ser calculados meticulosamente.
Jesús mencionó estas prácticas en Mateo 23:23:
"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos! ¡Hipócritas!
Porque diezmáis la menta, el eneldo y el comino ...".
Obviamente, Jesús no estaba impresionado con el legalismo de
ellos. Cristo enseñaba el concepto radical la propiedad en
común para que sus seguidores pudieran hacer que el evangelio
fuese el centro y el foco de sus vidas. Los primeros cristianos
tenían confianza los unos en los otros con relación a sus
recursos reunidos. El materialismo no era su esclavitud; Cristo era su
todo suficiente Salvador. El Señor bendijo abundantemente su
amor por el evangelio. Los bienes materiales no podían
separarlos de su Redentor, y el cristianismo se propagó como
reguero de pólvora.
Se necesitaron casi tres siglos para que los padres de la iglesia
primitiva reintrodujeran el diezmo. El emperador Constantino el Grande,
en agradecimiento por su bautismo y la cura de su lepra por Silvestre,
que fue obispo de Roma en el período 314-336 d. C.,
estableció leyes eclesiásticas y civiles que
requerían el sostenimiento por la iglesia. Además,
Constantino legalizó el cristianismo en el año 321 d. C.
con la primera ley dominical que permitía a los creyentes
celebrar una pascua semanal. Además, Constantino cedió a
la iglesia vastas propiedades en Judea, Grecia, Asia, África, y
otros lugares. Los apócrifos influyeron especialmente en
sostener que los diezmos y las limosnas tenían poder sanador y
salvador. "Porque el dar limosnas libra de la muerte, y purga todos los
pecados" (Tobit 12:9). La creencia en el poder redentor de dar limosnas
era tan fuerte que la palabra "justificación" vino a ser
sinónimo de "dar limosnas".
John Selden (1584-1654), jurista y erudito británico, en su monumental obra The Historie of Tithes
(La Historia de los Diezmos), publicada en 1618, argumenta que
cualquier porcentaje matemático no concordaba con el
espíritu libre y liberal de los primeros cristianos. Las
investigaciones de Selden fueron reconocidas como de una autoridad
sobresaliente al revelar que los primeros cristianos no diezmaron
ininterrumpidamente desde el principio de los tiempos (4). Selden
argumentaba que la Iglesia de Inglaterra tenía derecho
legal, pero no derecho bíblico, a recoger diezmos. Debido a sus
puntos de vista sobre el diezmo, su obra fue suprimida sin misericordia
por los oficiales de iglesia mientras él era encarcelado en la
torre de Londres.
(Tuve el privilegio especial de tener acceso a la obra de Selden The Historie of Tithes
con su manuscrito en inglés antiguo. Cuando el ayudante en
la División de Documentos Especiales de la Biblioteca Love de la
Universidad de Nebraska-Lincoln, me trajo este libro en una caja de
plástico, abrí el libro cuidadosamente y la tapa se
cayó. Esta obra erudita todavía estaba en bastante buen
estado a pesar de sus 380 años. Después de estudiar el
libro durante casi una hora, me fui, asombrado de haber tenido en mis
manos esta obra monumental y prohibida. Fui al departamento de
micropelículas para obtener algunas copias del texto. El libro
mismo no puede ser retirado debido a su rareza y su edad).
Con el diezmo obligatorio de vuelta en la iglesia, el legalismo dio un
paso gigantesco hacia adelante. El antiguo adagio de que "la historia
se repite" nunca fue más exacto que en relación con este
asunto. "Zwinglio atacó fuertemente el sistema
eclesiástico del diezmo. Declaró que los diezmos eran
meramente ofrendas voluntarias" (5). Pronto después de la
Reforma, hubo revueltas de campesinos, conocidas como "guerras de los
diezmos", contra la obligatoriedad del diezmo. En los Estados Unidos,
en 1876, Thomas Kate inició un movimiento en realidad organizado
como la Compañía de Laicos, dedicada a estimular la
práctica del diezmo en los Estados Unidos. Este moderno
movimiento a favor del diezmo ha crecido tremendamente desde entonces,
hasta que, en la actualidad, presenciamos el fenómeno de
denominaciones enteras, como las de los Mormones y los Adventistas, que
construyen su vida espiritual alrededor de la práctica del
diezmo (6). Los mormones tienen las más exitosas
estadísticas del diezmo en los Estados Unidos. Afirman que, en
la actualidad, sus miembros pagan 7.5% de sus ingresos como diezmo.
Como Zwinglio, los primeros adventistas no creían que las leyes
del diezmo no son obligatorias para los cristianos. Sin embargo, no
espere leer este hecho en la siguiente edición de Adventist Review.
Artículos recientes han dado al lector la impresión de
que los adventistas siempre han creído en el diezmo como lo
conocemos hoy. La historia oficial de la Iglesia Adventista ha sido
reescrita una y otra vez.
Aparentemente, la joven Iglesia Adventista del Séptimo
Día de la década de 1870 se sentía insegura y
escasa de fondos sin una estricta doctrina del diezmo. Con un mandato
sobre el diezmo, se suponía que los miembros se sentirían
obligados a entregar una porción mayor de su dinero duramente
ganado. Además, si los mimbros sentían que su
salvación estaba en juego, cumplirían con el mandato.
Jesús dijo: "Donde está vuestro tesoro, allí
estará también vuestro corazón" (Lucas
12:34). Damos porque Dios nos dio primero. El cristiano da simplemente
porque ha recibido y se la ha perdonado mucho. La generosidad no
consiste en la cantidad del don, sino en la calidad del corazón.
Jesús dijo: "A menos que vuestra justicia sea mayor que la de
los escribas y fariseos, jamás entraréis en el reino de
los cielos" (Mateo 5:20). Por tanto, algunos arguyen que la requerida
trascendencia de la justicia farisaica puede alcanzarse meramente
haciendo más de lo que los fariseos hacen. Pero no olvidemos
nunca que todos los diezmos que entreguemos en el mundo no nos
salvarán. De hecho, la salvación es un don para ser
recibido, no una meta que ha de ser alcanzada.
"Quizás se diga que diezmar no descansa en un mandato divino
porque una cuota fija no es diezmo. Esto puede ser cierto,pero en
nuestro siglo hay significado en dar regular y proporcionalmente sin
las trabas de la ley" (7). La mayordomía cristiana tiene que ver
con más que sólo los recursos materiales de una persona.
Incluye darse a sí mismo, dar su tiempo, y su talento al
servicio del Señor. Pablo escribió: "Recuerden esto: El
que siembra escasamente, cosechará escasamente. Y el que siembra
abundantemente, cosechará abundantemente. Cada uno dé
como propuso en su corazón, no de mala gana ni por
obligación, pues Dios ama al dador alegre" (2 Corintios 9:6,7).
Alguien dijo apropiadamente: "El dinero no hace codiciosa a la gente,
pero muestra quién lo es".
El evangelio genera generosidad dondequiera que echa raíces.
Cuando el cristiano da guiado por el Espíritu, el cristiano ya
no anhela las leyes de Moisés para financiar la gran
comisión. Debe permitírsele al nuevo pacto modificar,
interpretar, o transformar las directivas del pacto antiguo de una
manera cristocéntrica.
__________________
Notas:
- Seventh-day Adventist Encyclopedia, p. 1287-89, Review and Herald Publishing Association, D. C., 1966.
- Lukas Vischer, Tithing in the Early Church, p. viii, Fortress Press, Philadelphia, PA, 1966.3.
- Encyclopedia Judaica, Tithe, pp. 1156-62, Keter Publishing House, Jerusalem Ltd. Israel. Printed in Israel.
- John Selden, The Historie of Tithes. Printed in London, England, 1618.
- Thomas K. Thompson, Editor, Stewardship in Contemporary Theology, p. 105. Association Press, New York, 1960.
- Ibid., p. 139.
- Ibid., p. 143.
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