Después de todo, ¿quién diseñó este edificio?
El otro día, mientras íbamos en nuestro
automóvil, nos encontramos casualmente con una casa de lo
más rara, que nos hizo detenernos y contemplarla asombrados. Era
una mezcolanza, si alguna vez vi una. No tenía un diseño
específico. Parecía una mezcla de habitaciones que no se
relacionaban unas con otras, y como si hubiesen sido construidas por
algún aficionado. Cada sección era de un color diferente.
La línea del techo no tenía un patrón definido, y
la fundación, que tenía diferentes niveles, estaba toda
agrietada. Pero la casa parecía relativamente nueva, como si
todavía estuviese en construcción. Obviamente, cualquiera
que estuviese construyéndola lo estaba haciendo sin un plano
maestro. ¡Había que verla!
Esa estructura me recordó gran parte del cristianismo.
¿Por qué tiene tantas piezas? ¿Por qué
somos tantas partes que no encajan entre sí armoniosamente?
¿Por qué nos ve el mundo como una mezcolanza de
organizaciones en conflicto unas con otras, y a menudo en competencia
unas contra otras? ¿Podemos culparlas por ir en diferentes
direcciones?
En vez de excusarnos inventando razones poco convincentes para nuestro
dilema, enfrentemos los hechos y admitamos que alguien ha perdido el
plano original (quizás todos nosotros). ¿Creó Dios
este mundo milagrosamente de la nada y después nos lo
entregó a nosotros los seres humanos sin ninguna guía?
¿Qué quería que hiciéramos con el
fundamento que nos dio? En resumen, ¿dónde están
los planos originales del edificio?
Otra pregunta: Suponiendo que reconocemos el fundamento original,
¿es posible que construyamos sobre ese fundamento, usando caa
uno de nosotros nuestro propio diseño para lo que construyamos?
¡Eso, amigos, es exactamente lo que muchos han estado haciendo!
Por eso muchos creyentes nos miran y dicen: "¡No, gracias!". A
menudo, comparan el cristianismo con los bajos valores morales y el
egoísta estilo de vida que ven exportado por dinero. Veamos lo
que el apóstol Pablo dijo sobre este tema en 1 Corintios
3:11-15. ¡Da miedo!
"Porque nadie puede poner otro
fundamento que el que está puesto, a saber, Jesucristo. Si
alguno construye sobre este fundamento usando oro, plata, piedras
preciosas, madera, heno, paja, su obra se hará manifiesta por lo
que es ... Será revelada por el fuego, y el fuego pondrá
a prueba la calidad de la obra de cada uno. Si lo que construye
sobrevive, recibirá su recompensa. Si arde, sufrirá
pérdida ...".
¡Imagínense! Pablo dice que, aunque fuese posible
construir sobre el fundamento de Jesucristo, pero usando nuestras
propias ideas (que Dios no considera sino como madera, heno o paja, al
diseñar la superestructura), ¡tal obra será
rechazada y quemada! Es posible comenzar a construir sobre el
fundamento de Jesucristo usando nuestras propias ideas inferiores y
ambiciones, y luego ver nuestra obra rechazada porque no seguimos
cuidadosamente las instrucciones que el Maestro constructor nos dio en
su plano. He aquí algunos ejemplos que muestran con
cuánta facilidad podemos desviarnos del plan de Dios cuando nos
entusiasmamos con nuestras propias ideas grandiosas sobre construir el
reino de Dios.
Yo distingo entre el término "cristianismo" como se usa en la
actualidad, y la "fe cristocéntrica" que ha sido el fundamento
de los santos desde el principio de los tiempos. Muchas personas no
saben en la actualidad lo que es el "cristianismo". La mayoría
cree que el cristianismo es una religión que puede incluir un
gran número de sabores conflictivos vertidos en el mismo
recipiente, como la variedad Heinz de salsa de tomate.
Uno de los temas más candentes que divide a los
evangélicos hoy día es: ¿Qué papel deben
desempeñar las leyes del Pacto Antiguo en la fe cristiana? La
iglesia ha dado una vuelta completa hasta llegar al punto en que
estaban los creyentes de Galacia en los días de Pablo.
¿Había lugar para las leyes del Pacto Antiguo en la fe
cristocéntrica? Con sorpresa y asombro, Pablo les
escribió:
"¡Gálatas torpes!
¿Quién los ha hechizado a ustedes, ante quienes
Jesucristo crucificado ha sido presentado tan claramente? Sólo
quiero que me respondan esto: ¿Recibieron el Espíritu por
las obras que demanda la ley, o por la fe con que aceptaron el mensaje?
¿Tan torpes son? Después de haber comenzado con el
Espíritu, ¿pretenden ahora perfeccionarse con esfuerzos
humanos?" Gál. 3:1-3.
La pregunta de Pablo era: Después de comenzar enteramente por
fe, ¿ahora estás intentando mantener tu posición
con Dios tratando de observar la ley? ¿Te libera Dios de la ley
sólo hasta que eres salvo y después te envía de
vuelta a la misma ley para probarte a tí mismo? Eso es
brujería, dice Pablo. De la misma manera que Dios puede salvarte
por fe en Cristo solamente, así también Él puede
guardarte por fe solamente. ¡No tienes que regresar para probar
nada! Luego, en Romanos 3:31, Pablo parece revertirse:
"¿Quiere decir que anulamos la ley con la fe? ¡De ninguna manera! Más bien, confirmamos la ley".
¿Confuso? ¡Para el hombre que no tiene el plano original
de Dios como guía, esta aparente contradicción no tiene
sentido! Luego, para iluminar a los que han nacido del Espíritu,
una afirmación que confunde más a la mente carnal, Pablo
dice esto en relación con los diez mandamientos:
"Pues bien, si el ministerio que
causaba muerte, el que estaba grabado con letras en piedra, fue con
gloria ... ¿no será aun más glorioso el ministerio
del Espíritu? ... Sin embargo, la mente de ellos se
embotó, de modo que hasta el día de hoy tienen puesto el
mismo velo al leer el antiguo pacto ... Hasta el día de hoy,
siempre que leen a Moisés, un velo les cubre el corazón".
2 Corintios 3:7, 14, 15.
Nuevamente, aquí la ley escrita en piedra y el antiguo
pacto parecen no tener lugar en los mandamientos de Pablo relativos al
evangelio. Pablo indica que las personas cuyo interés principal
es tratar de demostrar su lealtad a Dios observando la ley escrita en
piedra lo hacen porque están cegados por un velo puesto sobre
sus cabezas. ¿Cómo armonizamos esto con la siguiente
afirmación del mismo escritor?
"Concluimos, pues, que la ley es santa, y el mandamiento es santo, justo y bueno". (Rom. 7:12).
Compárese esto con lo que Pablo escribió en Romanos 3:20:
"Por tanto, nadie será justificado en presencia de Dios por hacer las obras que exige la ley".
Si una persona no es justificada por guardar la ley, ni conserva una
correcta posición delante de Dios guardando la ley, qué
lugar tiene ésta en la vida del cristiano? El problema es que
algunos no han reconocido el plano original que Dios nos dio. Muchos no
han visto nunca el plano original de Dios. No pueden ni siquiera decir
si los diez mandamientos, que eran la esencia del pacto
sinaítico, fueron trasladados o no a la era después de la
cruz para que se convirtieran en el nuevo pacto de fe. La
mayoría cree adivinar que sí lo fueron, con unas pocas
excepciones, por supuesto. La principal excepción es el cuarto
mandamiento, que requería que Israel observara el sábado
como día santo de reposo. Cuando se les pregunta a algunos
quién les dio el derecho para disectar el decálogo,
sólo se encogen de hombros y pasan al tema siguiente.
Tenemos que hacer algo mejor que eso si queremos alcanzar el mundo.
Para aclarar, veamos lo que Pablo quería decir con el término "ley". La palabra griega equivalente a "ley" es nomos.
Es un término general que puede referirse a una ley, ordenanza,
costumbre, o tradición. No se refiere a los diez mandamientos per se! Puede incluir la ley sinaítica, peor no se limita a esa ley. Nomos
por lo general se refiere a la totalidad de la Torah, que a su vez
incluye todas las costumbres y leyes religiosas judías. Nomos
no distingue entre los diez mandamientos y las otras leyes de la Torah.
Cuando Pablo escribió "confirmamos la ley", quería decir
que la ley no es un error, pero que había cumplido el
propósito ordenado por Dios al señalarle a Israel el
Redentor venidero. Habiendo hecho la ley su obra, Israel quedaba libre
de la tiranía de la ley (Hechos 15:10; Rom. 7:6; 10:4;
Gál. 3:24, 25). Israel quedaba libre para vivir por fe como lo
había hecho Abraham antes de los israelitas. En ese sentido, el Nomos (la Ley) era santa, justa y buena.
¿Está usted jugando con juguetes Lego?
La confusión ocurre cuando la gente toma fuera de contexto sus
secciones favoritas de la Biblia y las usa como los niños cuando
juegan con juguetes Lego. Con las mismas piezas, uno hace un auto, otro
hace un bote, mientras que otro hace una casa. No es suficiente
meramente mantener los textos en contexto dentro de su propia
epístola. Por ejemplo: La carta que Pablo escribió a los
Romanos no tenía el propósito de abarcar la totalidad del
mensaje del evangelio. Se escribió para corregir ciertos
problemas particulares que existían entre los creyentes de Roma.
La carta a los Gálatas tampoco se escribió para revelar
la totalidad del evangelio, sino para tratar un problema particular en
la iglesia de Galacia, y así sucesivamente con las otras cartas
que Pablo escribió.
Tampoco era el propósito que la totalidad de las cartas de Pablo
fuesen estudiadas aparte de los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y
Juan. Y aun éstos, los evangelios, deben ser considerados contra
el trasfondo cristocéntrico que Dios había dado a
Adán y que más tarde reveló a Abraham. En la cruz,
Cristo confirmó el pacto de justicia por fe que Cristo y el
Padre habían entregado conjuntamente a Abraham. (Véase
Génesis 15:17 y Hebreos 9:16, 17). A menos que podamos alejarnos
un poco y tener una vista general del plan de redención desde el
principio de los tiempos, no podremos ver el bosque por los
árboles. Este error ha fragmentado la iglesia a menudo.
Tanto Jesucristo como los escritores del Nuevo Testamento basaron sus
enseñanzas en el fundamento de justicia por fe que Cristo
y el Padre habían revelado a Abraham en Génesis 15:6.
Cristo amplió este fundamento para abarcar la totalidad de la
relación del hombre con su Creador. Los escritores del Nuevo
Testamento mostraron cómo esa fe podía derrotar las
inútiles religiones basadas en la justicia por obras de la que
el judaísmo también había caído
víctima. Esa es la razón de que Jesús fuese
crucificado por los romanos a insistencia de la "iglesia" establecida.
Como me dijo recientemente un prominente teólogo cristiano:
"Vamos a tener que librar las mismas luchas que Pablo libró
acerca del legalismo".
Otra pista para entender la Biblia es recordar lo que Pedro dijo en 2 Pedro 1:20:
"Ante todo, tengan muy presente
que ninguna profecía de la Escritura surge de la
interpretación particular de nadie. Porque la profecía no
ha tenido su origen en la voluntad humana, sino que los profetas
hablaron de parte de Dios, impulsados por el Espíritu Santo".
Este texto nos advierte que no debemos depender solamente de nuestros poderes de razonamiento para establecer lo que la Biblia
quiere decir. Debemos permitir que la Biblia sea su propio
intérprete, no sea que dividamos el cuerpo de Cristo en cientos
de fragmentos. Pedro mismo se enfrentó a este desafío. En
2 Pedro 3:15, 16, escribió:
"Tengan presente que la paciencia de nuestro Señor significa
salvación, tal como les escribió también nuestro
querido hermano Pablo, con la sabiduría que Dios le dio. En
todas sus cartas se refiere a estos mismos temas. Hay en ellas algunos
puntos difíciles de entender, que los ignorantes e inconstantes
tergiversan, como lo hacen también con las demás
Escrituras, para su propia perdición".
Para la autoridad final para entender declaraciones que por encima
parecen contradictorias, tenemos que encontrar lo que el mismo
Jesús dijo sobre el mismo tema. Más bien que argumentar
sobre lo que Pablo ha querido decir, veamos lo que dijo su Tutor. Por
ejemplo, veamos Romanos 3:31. Después de decirnos muy
explícitamente que la ley del pacto antiguo no tiene
ningún lugar en nuestra salvación, Pablo parece
estrangular su propio argumento con la siguiente afirmación:
"¿Quiere decir que anulamos la ley con la fe? ¡De ninguna manera! Más bien, confirmamos la ley".
¿El cumplimiento de una profecía la destruye o la invalida?
Es casi divertido ver cómo los escritores hacen todo tipo de
contorsiones tratando de armonizar esto con el tema del propio Pablo
sobre la justificación por la fe, que no es por obras, para que
nadie se enorgullezca. ¿Por qué tenemos que luchar para
entender lo que Pablo quiso decir, cuando Jesús explica esto
perfectamente? Enfrentando un desafío similar de los fariseos,
que también le acusaban de destruir las leyes del
judaísmo, Jesús contestó de esta manera:
"No piensen que he venido a anular
la ley o los profetas; no he venido a anularlos sino a darles
cumplimiento. Les aseguro que mientras existan el cielo y la tierra, ni
una letra ni una tilde de la ley desaparecerán hasta que todo se
haya cumplido" (Mat. 5:17, 18).
¿Cuál era la meta o el principal objetivo de la ley y los
profetas? Leamos las propias palabras de Jesús nuevamente:
"... ¡Y son ellas [las Escrituras] las que dan testimonio en mi favor!"
Es claro que la meta y el propósito de la ley y los profetas era
preparar a Israel para que recibiera a Jesús el Mesías.
Pablo verifica esto en Romanos 3:21:
"Pero ahora, sin la mediación de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, de la que dan testimonio la ley y los profetas".
Si el propósito de la ley era ayudar a preparar a un pueblo para
que recibiera a Cristo como redentor, entonces su propósito se
cumplió cuando el Redentor vino. El propósito de la ley
estaba hecho, o cumplido, para usar las palabras del propio
Jesús. ¡La ley no fue destruida! Simplemente, había
cumplido su cometido y dejado de tener toda otra función.
¿Diría usted que, cuando una profecía se cumple,
es destruida? ¡Absolutamente no! ¡Se ha cumplido! La ley no
era un error. Era santa, justa y buena, y había completado el
propósito para el cual había sido establecida. Era el
guía encargado de señalarle a Israel el Mesías
venidero (Gál. 3:24).
Examinando la declaración de Pablo en Romanos 3:31 a la luz de
las palabras de Jesús, encontramos que no hay ninguna
contradicción en lo que Pablo estaba diciendo. Estaba diciendo
simplemente que la ley era, y continúa siendo, prueba de que
Jesucristo era el verdadero Mesías. La ley fue diseñada
para mostrar a Israel que no podía ganar el favor de Dios por
medio de ceremonias ni por la observancia de reglamentos, sino que
necesitaba un Redentor más allá de ellos mismos. La ley y
los profetas identificaban a Jesús como el cumplimiento de esa
esperanza. ¡Esas esperanzas se cumplieron en Él!
Inversamente, la vida y el ministerio de Jesús validan y
autentican la ley que predijo su venida. Esa prueba permanecerá
para siempre. Hoy día, la ley permanece válida, no porque
todavía estemos bajo su autoridad, sino porque ella
verificó nuestro Fundamento, que es Jesucristo. A causa de que
Él permanece, el testimonio de la ley permanece. Por ejemplo,
cuando el antiguo Imperio Romano hubo concluido el destino que Dios le
había asignado, su propósito quedó cumplido. La
contribución de la ley a la historia permanece hasta el
día de hoy, pero no estamos sujetos a su autoridad porque ella
fue reemplazada después de que su propósito se hubo
cumplido.
En la Biblia, las palabras "ley" y "pacto" se usan a menudo como sinónimos.
"Efectivamente,
si ese primer pacto hubiera sido perfecto, no habría lugar para
un segundo pacto. Al llamar 'nuevo' a ese pacto, ha declarado obsoleto
al anterior; y lo que se vuelve obsoleto y envejece ya está por
desaparecer" (Heb. 8: 7, 13).
Habiendo cumplido la ley, Cristo la reemplazó con la gracia. La
gracia sucedió a la ley. Para encontrar nuestro camino de salida
fuera del desierto religioso, que es el producto de la razón
humana, tenemos que comenzar por el principio, haciéndonos
algunas preguntas. ¿Cómo podemos esperar que los paganos
nos tomen en serio mientras nuestra casa está dividida en
relación con el tema central del evangelio?
¿Quién dio a Abraham el pacto de justicia por la fe?
¿Quién fue el mediador del pacto abrahámico?
¿Quién dio a Moisés el pacto sinaítico?
¿Quién fue el mediador del pacto sinaítico - Cristo o Moisés?
¿Cuál era la relación entre el pacto sinaítico y los diez mandamientos?
¿Qué plazo le asignó Dios a cada uno de esos pactos?
¿Cómo pueden estos temas impactar mi relación personal con Jesús?