Las tablas de la ley

¿QUIÉN TIENE LOS
PLANOS ORIGINALES?


Sam Pestes

Tomado de Proclamation!
Septiembre-Octubre de 2002

Traducción de Román Quirós M.

Después de todo, ¿quién diseñó este edificio?

El otro día, mientras íbamos en nuestro automóvil, nos encontramos casualmente con una casa de lo más rara, que nos hizo detenernos y contemplarla asombrados. Era una mezcolanza, si alguna vez vi una. No tenía un diseño específico. Parecía una mezcla de habitaciones que no se relacionaban unas con otras, y como si hubiesen sido construidas por algún aficionado. Cada sección era de un color diferente. La línea del techo no tenía un patrón definido, y la fundación, que tenía diferentes niveles, estaba toda agrietada. Pero la casa parecía relativamente nueva, como si todavía estuviese en construcción. Obviamente, cualquiera que estuviese construyéndola lo estaba haciendo sin un plano maestro. ¡Había que verla!

Esa estructura me recordó gran parte del cristianismo. ¿Por qué tiene tantas piezas? ¿Por qué somos tantas partes que no encajan entre sí armoniosamente? ¿Por qué nos ve el mundo como una mezcolanza de organizaciones en conflicto unas con otras, y a menudo en competencia unas contra otras? ¿Podemos culparlas por ir en diferentes direcciones?

En vez de excusarnos inventando razones poco convincentes para nuestro dilema, enfrentemos los hechos y admitamos que alguien ha perdido el plano original (quizás todos nosotros). ¿Creó Dios este mundo milagrosamente de la nada y después nos lo entregó a nosotros los seres humanos sin ninguna guía? ¿Qué quería que hiciéramos con el fundamento que nos dio? En resumen, ¿dónde están los planos originales del edificio?

Otra pregunta: Suponiendo que reconocemos el fundamento original, ¿es posible que construyamos sobre ese fundamento, usando caa uno de nosotros nuestro propio diseño para lo que construyamos? ¡Eso, amigos, es exactamente lo que muchos han estado haciendo! Por eso muchos creyentes nos miran y dicen: "¡No, gracias!". A menudo, comparan el cristianismo con los bajos valores morales y el egoísta estilo de vida que ven exportado por dinero. Veamos lo que el apóstol Pablo dijo sobre este tema en 1 Corintios 3:11-15. ¡Da miedo!

"Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, a saber, Jesucristo. Si alguno construye sobre este fundamento usando oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, su obra se hará manifiesta por lo que es ... Será revelada por el fuego, y el fuego pondrá a prueba la calidad de la obra de cada uno. Si lo que construye sobrevive, recibirá su recompensa. Si arde, sufrirá pérdida ...".

¡Imagínense! Pablo dice que, aunque fuese posible construir sobre el fundamento de Jesucristo, pero usando nuestras propias ideas (que Dios no considera sino como madera, heno o paja, al diseñar la superestructura), ¡tal obra será rechazada y quemada! Es posible comenzar a construir sobre el fundamento de Jesucristo usando nuestras propias ideas inferiores y ambiciones, y luego ver nuestra obra rechazada porque no seguimos cuidadosamente las instrucciones que el Maestro constructor nos dio en su plano. He aquí algunos ejemplos que muestran con cuánta facilidad podemos desviarnos del plan de Dios cuando nos entusiasmamos con nuestras propias ideas grandiosas sobre construir el reino de Dios.

Yo distingo entre el término "cristianismo" como se usa en la actualidad, y la "fe cristocéntrica" que ha sido el fundamento de los santos desde el principio de los tiempos. Muchas personas no saben en la actualidad lo que es el "cristianismo". La mayoría cree que el cristianismo es una religión que puede incluir un gran número de sabores conflictivos vertidos en el mismo recipiente, como la variedad Heinz de salsa de tomate.

Uno de los temas más candentes que divide a los evangélicos hoy día es: ¿Qué papel deben desempeñar las leyes del Pacto Antiguo en la fe cristiana? La iglesia ha dado una vuelta completa hasta llegar al punto en que estaban los creyentes de Galacia en los días de Pablo. ¿Había lugar para las leyes del Pacto Antiguo en la fe cristocéntrica? Con sorpresa y asombro, Pablo les escribió:

"¡Gálatas torpes! ¿Quién los ha hechizado a ustedes, ante quienes Jesucristo crucificado ha sido presentado tan claramente? Sólo quiero que me respondan esto: ¿Recibieron el Espíritu por las obras que demanda la ley, o por la fe con que aceptaron el mensaje? ¿Tan torpes son? Después de haber comenzado con el Espíritu, ¿pretenden ahora perfeccionarse con esfuerzos humanos?" Gál. 3:1-3.

La pregunta de Pablo era: Después de comenzar enteramente por fe, ¿ahora estás intentando mantener tu posición con Dios tratando de observar la ley? ¿Te libera Dios de la ley sólo hasta que eres salvo y después te envía de vuelta a la misma ley para probarte a tí mismo? Eso es brujería, dice Pablo. De la misma manera que Dios puede salvarte por fe en Cristo solamente, así también Él puede guardarte por fe solamente. ¡No tienes que regresar para probar nada! Luego, en Romanos 3:31, Pablo parece revertirse:

"¿Quiere decir que anulamos la ley con la fe? ¡De ninguna manera! Más bien, confirmamos la ley".

¿Confuso? ¡Para el hombre que no tiene el plano original de Dios como guía, esta aparente contradicción no tiene sentido! Luego, para iluminar a los que han nacido del Espíritu, una afirmación que confunde más a la mente carnal, Pablo dice esto en relación con los diez mandamientos:

"Pues bien, si el ministerio que causaba muerte, el que estaba grabado con letras en piedra, fue con gloria ... ¿no será aun más glorioso el ministerio del Espíritu? ... Sin embargo, la mente de ellos se embotó, de modo que hasta el día de hoy tienen puesto el mismo velo al leer el antiguo pacto ... Hasta el día de hoy, siempre que leen a Moisés, un velo les cubre el corazón". 2 Corintios 3:7, 14, 15.

Nuevamente, aquí la ley escrita en piedra y el antiguo pacto parecen no tener lugar en los mandamientos de Pablo relativos al evangelio. Pablo indica que las personas cuyo interés principal es tratar de demostrar su lealtad a Dios observando la ley escrita en piedra lo hacen porque están cegados por un velo puesto sobre sus cabezas. ¿Cómo armonizamos esto con la siguiente afirmación del mismo escritor?

"Concluimos, pues, que la ley es santa, y el mandamiento es santo, justo y bueno". (Rom. 7:12).

Compárese esto con lo que Pablo escribió en Romanos 3:20:

"Por tanto, nadie será justificado en presencia de Dios por hacer las obras que exige la ley".

Si una persona no es justificada por guardar la ley, ni conserva una correcta posición delante de Dios guardando la ley, qué lugar tiene ésta en la vida del cristiano? El problema es que algunos no han reconocido el plano original que Dios nos dio. Muchos no han visto nunca el plano original de Dios. No pueden ni siquiera decir si los diez mandamientos, que eran la esencia del pacto sinaítico, fueron trasladados o no a la era después de la cruz para que se convirtieran en el nuevo pacto de fe. La mayoría cree adivinar que sí lo fueron, con unas pocas excepciones, por supuesto. La principal excepción es el cuarto mandamiento, que requería que Israel observara el sábado como día santo de reposo. Cuando se les pregunta a algunos quién les dio el derecho para disectar el decálogo, sólo se encogen de hombros y pasan  al tema siguiente. Tenemos que hacer algo mejor que eso si queremos alcanzar el mundo.

Para aclarar, veamos lo que Pablo quería decir con el término "ley". La palabra griega equivalente a "ley" es nomos. Es un término general que puede referirse a una ley, ordenanza, costumbre, o tradición. No se refiere a los diez mandamientos per se! Puede incluir la ley sinaítica, peor no se limita a esa ley. Nomos por lo general se refiere a la totalidad de la Torah, que a su vez incluye todas las costumbres y leyes religiosas judías. Nomos no distingue entre los diez mandamientos y las otras leyes de la Torah. Cuando Pablo escribió "confirmamos la ley", quería decir que la ley no es un error, pero que había cumplido el propósito ordenado por Dios al señalarle a Israel el Redentor venidero. Habiendo hecho la ley su obra, Israel quedaba libre de la tiranía de la ley (Hechos 15:10; Rom. 7:6; 10:4; Gál. 3:24, 25). Israel quedaba libre para vivir por fe como lo había hecho Abraham antes de los israelitas. En ese sentido, el Nomos (la Ley) era santa, justa y buena.
¿Está usted jugando con juguetes Lego?

La confusión ocurre cuando la gente toma fuera de contexto sus secciones favoritas de la Biblia y las usa como los niños cuando juegan con juguetes Lego. Con las mismas piezas, uno hace un auto, otro hace un bote, mientras que otro hace una casa. No es suficiente meramente mantener los textos en contexto dentro de su propia epístola. Por ejemplo: La carta que Pablo escribió a los Romanos no tenía el propósito de abarcar la totalidad del mensaje del evangelio. Se escribió para corregir ciertos problemas particulares que existían entre los creyentes de Roma. La carta a los Gálatas tampoco se escribió para revelar la totalidad del evangelio, sino para tratar un problema particular en la iglesia de Galacia, y así sucesivamente con las otras cartas que Pablo escribió.

Tampoco era el propósito que la totalidad de las cartas de Pablo fuesen estudiadas aparte de los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Y aun éstos, los evangelios, deben ser considerados contra el trasfondo cristocéntrico que Dios había dado a Adán y que más tarde reveló a Abraham. En la cruz, Cristo confirmó el pacto de justicia por fe que Cristo y el Padre habían entregado conjuntamente a Abraham. (Véase Génesis 15:17 y Hebreos 9:16, 17). A menos que podamos alejarnos un poco y tener una vista general del plan de redención desde el principio de los tiempos, no podremos ver el bosque por los árboles. Este error ha fragmentado la iglesia a menudo.

Tanto Jesucristo como los escritores del Nuevo Testamento basaron sus enseñanzas en el fundamento de justicia por fe  que Cristo y el Padre habían revelado a Abraham en Génesis 15:6. Cristo amplió este fundamento para abarcar la totalidad de la relación del hombre con su Creador. Los escritores del Nuevo Testamento mostraron cómo esa fe podía derrotar las inútiles religiones basadas en la justicia por obras de la que el judaísmo también había caído víctima. Esa es la razón de que Jesús fuese crucificado por los romanos a insistencia de la "iglesia" establecida. Como me dijo recientemente un prominente teólogo cristiano: "Vamos a tener que librar las mismas luchas que Pablo libró acerca del legalismo".

Otra pista para entender la Biblia es recordar lo que Pedro dijo en 2 Pedro 1:20:

"Ante todo, tengan muy presente que ninguna profecía de la Escritura surge de la interpretación particular de nadie. Porque la profecía no ha tenido su origen en la voluntad humana, sino que los profetas hablaron de parte de Dios, impulsados por el Espíritu Santo".

Este texto nos advierte que no debemos depender solamente de nuestros poderes de razonamiento para establecer lo que la Biblia quiere decir. Debemos permitir que la Biblia sea su propio intérprete, no sea que dividamos el cuerpo de Cristo en cientos de fragmentos. Pedro mismo se enfrentó a este desafío. En 2 Pedro 3:15, 16, escribió:

"Tengan presente que la paciencia de nuestro Señor significa salvación, tal como les escribió también nuestro querido hermano Pablo, con la sabiduría que Dios le dio. En todas sus cartas se refiere a estos mismos temas. Hay en ellas algunos puntos difíciles de entender, que los ignorantes e inconstantes tergiversan, como lo hacen también con las demás Escrituras, para su propia perdición".

Para la autoridad final para entender declaraciones que por encima parecen contradictorias, tenemos que encontrar lo que el mismo Jesús dijo sobre el mismo tema. Más bien que argumentar sobre lo que Pablo ha querido decir, veamos lo que dijo su Tutor. Por ejemplo, veamos Romanos 3:31. Después de  decirnos muy explícitamente que la ley del pacto antiguo no tiene ningún lugar en nuestra salvación, Pablo parece estrangular su propio argumento con la siguiente afirmación:

"¿Quiere decir que anulamos la ley con la fe? ¡De ninguna manera! Más bien, confirmamos la ley".

¿El cumplimiento de una profecía la destruye o la invalida?

Es casi divertido ver cómo los escritores hacen todo tipo de contorsiones tratando de armonizar esto con el tema del propio Pablo sobre la justificación por la fe, que no es por obras, para que nadie se enorgullezca. ¿Por qué tenemos que luchar para entender lo que Pablo quiso decir, cuando Jesús explica esto perfectamente? Enfrentando un desafío similar de los fariseos, que también le acusaban de destruir las leyes del judaísmo, Jesús contestó de esta manera:

"No piensen que he venido a anular la ley o los profetas; no he venido a anularlos sino a darles cumplimiento. Les aseguro que mientras existan el cielo y la tierra, ni una letra ni una tilde de la ley desaparecerán hasta que todo se haya cumplido" (Mat. 5:17, 18).

¿Cuál era la meta o el principal objetivo de la ley y los profetas? Leamos las propias palabras de Jesús nuevamente:

"... ¡Y son ellas [las Escrituras] las que dan testimonio en mi favor!"

Es claro que la meta y el propósito de la ley y los profetas era preparar a Israel para que recibiera a Jesús el Mesías. Pablo verifica esto en Romanos 3:21:

"Pero ahora, sin la mediación de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, de la que dan testimonio la ley y los profetas".

Si el propósito de la ley era ayudar a preparar a un pueblo para que recibiera a Cristo como redentor, entonces su propósito se cumplió cuando el Redentor vino. El propósito de la ley estaba hecho, o cumplido, para usar las palabras del propio Jesús. ¡La ley no fue destruida! Simplemente, había cumplido su cometido y dejado de tener toda otra función. ¿Diría usted que, cuando una profecía se cumple, es destruida? ¡Absolutamente no! ¡Se ha cumplido! La ley no era un error. Era santa, justa y buena, y había completado el propósito para el cual había sido establecida. Era el guía encargado de señalarle a Israel el Mesías venidero (Gál. 3:24).

Examinando la declaración de Pablo en Romanos 3:31 a la luz de las palabras de Jesús, encontramos que no hay ninguna contradicción en lo que Pablo estaba diciendo. Estaba diciendo simplemente que la ley era, y continúa siendo, prueba de que Jesucristo era el verdadero Mesías. La ley fue diseñada para mostrar a Israel que no podía ganar el favor de Dios por medio de ceremonias ni por la observancia de reglamentos, sino que necesitaba un Redentor más allá de ellos mismos. La ley y los profetas identificaban a Jesús como el cumplimiento de esa esperanza. ¡Esas esperanzas se cumplieron en Él!

Inversamente, la vida y el ministerio de Jesús validan y autentican la ley que predijo su venida. Esa prueba permanecerá para siempre. Hoy día, la ley permanece válida, no porque todavía estemos bajo su autoridad, sino porque ella verificó nuestro Fundamento, que es Jesucristo. A causa de que Él permanece, el testimonio de la ley permanece. Por ejemplo, cuando el antiguo Imperio Romano hubo concluido el destino que Dios le había asignado, su propósito quedó cumplido. La contribución de la ley a la historia permanece hasta el día de hoy, pero no estamos sujetos a su autoridad porque ella fue reemplazada después de que su propósito se hubo cumplido. 

En la Biblia, las palabras "ley" y "pacto" se usan a menudo como sinónimos.

"Efectivamente, si ese primer pacto hubiera sido perfecto, no habría lugar para un segundo pacto. Al llamar 'nuevo' a ese pacto, ha declarado obsoleto al anterior; y lo que se vuelve obsoleto y envejece ya está por desaparecer" (Heb. 8: 7, 13).

Habiendo cumplido la ley, Cristo la reemplazó con la gracia. La gracia sucedió a la ley. Para encontrar nuestro camino de salida fuera del desierto religioso, que es el producto de la razón humana, tenemos que comenzar por el principio, haciéndonos algunas preguntas. ¿Cómo podemos esperar que los paganos nos tomen en serio mientras nuestra casa está dividida en relación con el tema central del evangelio?

¿Quién dio a Abraham el pacto de justicia por la fe?
¿Quién fue el mediador del pacto abrahámico?
¿Quién dio a Moisés el pacto sinaítico?
¿Quién fue el mediador del pacto sinaítico - Cristo o Moisés?
¿Cuál era la relación entre el pacto sinaítico y los diez mandamientos?
¿Qué plazo le asignó Dios a cada uno de esos pactos?
¿Cómo pueden estos temas impactar mi relación personal con Jesús?


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