MI RENUNCIA AL ADVENTISMO
DEL SÉPTIMO DÍA
Dudley Marvin Canright, 1914
Capítulo 11
¿CAMBIÓ EL PAPA
EL SÁBADO?
Tomado de The
Interactive Bible
El solo gran punto de la cuestión del sábado
al cual los Adventistas del Séptimo Día apuestan más,
sobre el cual insisten más fuertemente, y el cual repiten con más
frecuencia y con mayor confianza, es que el Papa de Roma cambió
el sábado del séptimo día al primer día. Afirman
que esta es toda la autoridad que los observadores del domingo tienen para
guardar ese día. El domingo es el sábado del Papa, y la observancia
del domingo es la marca de la bestia, Apoc. 14: 9-12, un terrible pecado
a la vista de Dios. Véase cualquier obra acerca del sábado
publicada por ellos.
Aseguran que la observancia del domingo vino de los paganos
a la iglesia a través del Papa. Dicen así: "El nombre, el
origen, la autoridad, y la santidad de la institución del domingo
son por completo y solamente paganos". Respuestas a Canright, pág.
133. Entonces el Papa cambió el sábado por el domingo. La
Sra. White dice: "El papa lo había cambiado [el sábado] del
séptimo al primer día de la semana". Y nuevamente: "El papa
había cambiado el día de reposo del séptimo al primer
día". Early Writings, págs. 26, 55. Otra vez: "Aquí
encontramos la marca de la bestia. El acto mismo de cambiar el sábado
por el domingo, por parte de la iglesia católica, sin ninguna autoridad
bíblica".
La Marca de la Bestia, pág. 23. "La observancia
del domingo debe ser 'la marca de la bestia". La Maravilla de las Naciones,
por U. Smith, pág. 183. Sobre esta afirmación, la Sra. White
ha estampado el sello de la inspiración divina. Ella dice: "El cambio
del sábado es la señal o marca de la autoridad de la iglesia
romana". "La observancia del falso sábado es la recepción
de la marca". Great Controversy, Vol. 4, pág. 281.
Para cada Adventista del Séptimo Día, esto
decide la cuestión. Mi experiencia es que creer esto como un hecho
induce a más personas a renunciar al domingo en favor del sábado
que todos los demás argumentos del pueblo Adventista del Séptimo
Día. Convénzase a un hombre de que la observancia del domingo
es sólo una institución católica, un rival del sábado
del Señor, y odioso a Dios, y, por supuesto, si tiene alguna conciencia,
no lo guardará más. Cada uno de ellos acepta esto como un
hecho histórico en cumplimiento de Daniel 7: 25. En realidad, éste
es el único sostén de su sistema entero, y del cual depende
todo lo demás. Si su posición sobre este punto es falsa,
entonces su sistema entero es también falso, como enseguida lo admitirán.
Acerca de esto, dice el pastor Waggoner: "El pastor Canright no exageró
cuando dijo que nosotros consideramos esto una cuestión material.
Es así como lo consideramos". Respuestas al pastor Canright, pág.
165. Entonces, deberían ser capaces de probar el punto con gran
claridad. Aseguran haber sido levantados para predicar contra este cambio
del sábado por el papa.
La ira sin mezcla de Dios pronto ha de derramarse sobre
todos los que continúan guardando el domingo, el sábado del
Papa. Parecería que una posición radical como esa debería
ser sostenida por la evidencia más clara. Afirman que es un hecho
histórico que en algún momento durante los primeros cinco
siglos después de Cristo, el Papa cambió el sábado
por el domingo. Si esto fuera así, ellos deberían poder presentar
evidencia histórica de ello, dando el TIEMPO, EL MODO, EL LUGAR,
LAS PERSONAS, LOS HECHOS, Y LAS RAZONES para un suceso tan notable. Tengo
delante de mí dos libros escritos expresamente para probar este
aserto. Ellos son: "¿Quién Cambió el Sábado?",
de 24 páginas, y "Maravilla de las Naciones", de 282 páginas.
¡Pero la única prueba directa ofrecida es simplemente citas
de los catecismos católicos, que afirman que su iglesia hizo el
cambio! ¿Y es esta toda la prueba histórica (?) que ellos
pueden presentar sobre este punto? Sí, porque todo lo que los escritores
y eruditos sabadistas de los últimos 200 años han podido
encontrar es sólo esto y nada más. Ni un sólo historiador
en todos los anales del mundo ha dicho jamás que el papa cambió
el sábado. Durante veintiocho años, yo mismo cité
estos catecismos como prueba positiva sobre ese tema.
Acicateados por mi exigencia de pruebas sobre este punto,
los Adventistas eligieron al pastor Waggoner para contestar, para que encontrara
algún autor que hubiese dicho que el papa cambió el sábado.
El pastor hizo un intento desesperado, que cubría cuarenta y nueve
páginas en tipo apretado. Buscó en las bibliotecas de los
Estados Unidos y de Europa. ¿Qué encontró? Si hubiese
tenido un solo pasaje acerca del punto, podría haberlo citado
en unas pocas líneas. Pero no tenía ninguno. No citó
ni un sólo autor que dijera que el papa había cambiado el
sábado. Así que la posición descansa solamente en
la afirmación de estos catecismos católicos solamente. Entonces,
si admitimos, basados solamente en su propia afirmación, el jactancioso
aserto de los católicos de que ellos cambiaron el sábado,
¿por qué no admitir también su afirmación de
que el papa es infalible, que tiene las llaves de San Pedro, la silla del
apóstol, la única y verdadera sucesión, etc.? Los
Adventistas del Séptimo Día rápidamente repudian todas
estas otras afirmaciones de los católicos, pero admiten de buena
gana la afirmación de ellos de que cambiaron el sábado, porque
esto se acomoda a su teoría, para la cual no pueden encontrar ninguna
otra prueba. Denuncian a los escritores católicos como falsificadores,
tramposos, engañadores, y mentirosos, ¡y luego, cuando conviene
a sus propósitos, dan media vuelta y citan unas meras afirmaciones
de los católicos como verdad incuestionable!
Además, hasta las afirmaciones del Catecismo han
sido falseadas. La teoría es que, varios cientos de años
después de Cristo, el papa, por su propia autoridad, cambió
el sábado, y los catecismos se explican para enseñar esta
idea. Pero ni uno sólo de ellos afirma eso ni nada que se le parezca.
Cada una de estas citas católicas afirma claramente que el cambio
del sábado fue hecho, no por el papa, sino "por la iglesia" en los
días de Cristo y los apóstoles, no varios cientos de años
después. "Pregunta: ¿Cuáles son los días que
la iglesia ordena que se santifiquen? Respuesta: 1. El domingo, o el día
de nuestro Señor, que nosotros observamos por tradición apostólica,
en vez del sábado". Instrucción de los Cristianos Católicos,
pág. 209.
De la misma obra, tomamos lo siguiente: "Pregunta: ¿Qué
autoridad tenemos para guardar el domingo de preferencia al antiguo sábado?
Respuesta: Para él, tenemos la autoridad de la iglesia católica
y la tradición apostólica".
Los católicos afirman que su "iglesia" se originó
en los días de los apóstoles, y que cualquier cambio hecho
por la iglesia apostólica fue hecho por la iglesia católica.
Por ello, afirman que la "iglesia católica" cambió el sábado
en los días de los apóstoles. Al usar estas citas de los
catecismos, los Adventistas las explican como si ellas dijeran que el cambio
fue efectuado por los papas apóstatas cientos de años después
de los apóstoles. Pero los Catecismos no afirman tal cosa, como
se ve en las citas que anteceden. Así, pues, ni siquiera los catecismos,
cuando se leen correctamente, enseñan que la observancia del domingo
se originó con la iglesia cristiana en los días de los apóstoles,
sino sólo la verdad exacta.
Que los Adventistas sí falsean las enseñanzas
de los católicos lo muestra el siguiente testimonio de un sacerdote
católico: "Habiendo vivido por años entre Adventistas del
Séptimo Día, estoy familiarizado con sus afirmaciones de
que el Papa de Roma cambió el sábado del séptimo al
primer día de la semana. Tales afirmaciones carecen por completo
de fundamento. Los católicos no afirman tal cosa, pero sostienen
que los apóstoles mismos establecieron la observancia del domingo
y que nosotros la recibimos de ellos por tradición. Los concilios
y los papas que vinieron después simplemente confirmaron la observancia
del día como la recibieron de los apóstoles". John Meiler,
Rector de la Iglesia de San Juan, en Headlsburg, Cal.
El "Diccionario Católico", de Addis y Arnold, después
de citar a Apoc. 1: 10; Hechos 20: 7; I Cor. 16: 1-2, dice: Estos textos
"parecen indicar que el domingo era ya un día sagrado en el cual
las obras de amor eran especialmente apropiadas. Heb. 10: 25 muestra esto:
que los cristianos, cuando se escribió la epístola, tenían
días regulares de reunión. Las referencias bíblicas
que se dan más arriba muestran que la observancia del domingo había
comenzado en la era apostólica; pero hasta cuando la Escritura guarda
silencio, la tradición pondría este punto más allá
de toda duda".
John Ankatell, A. M., sacerdote de la diócesis
de New York, escribiendo en Outlook de julio de 1889, dice del domingo,
el día del Señor: "Creemos que fue dado por nuestro Señor
a los apóstoles durante los cuarenta días después
de su resurrección, pero no podemos probarlo". Él expresa
la doctrina católica exactamente, a saber: Que el cambio fue hecho
por Cristo y los apóstoles, pero que las Escrituras no son lo bastante
claras sobre este punto como para probarlo; por eso, tenemos que depender
de la autoridad católica, que dice que fue hecho en tiempos del
Nuevo Testamento. Todos los católicos y todos sus catecismos dicen
lo mismo. Pero esto es completamente diferente de decir que el papa hizo
el cambio varios cientos de años después de Cristo. Esto
es una muestra de cómo los Adventistas pervierten el testimonio
que usan. (Véase el Apéndice E).
Ahora presentaremos evidencia histórica para probar
que la observancia del primer día de la semana como día de
adoración era universal entre los cristianos en los días
que siguieron inmediatamente a los de los apóstoles. Si la adoración
en domingo se originó en este punto, entonces no se originó
con el papado, el cual apareció varios cientos de años después.
La carta de Plinio, año
107 d. C.
Plinio fue gobernador de Bitinia, Asia Menor, en los años
106-108 D. C. En el año de 107 D. C., le escribió a Trajano,
el emperador, concerniente a los cristianos, de esta manera: "Acostumbran
reunirse, como en un DÍA ESTABLECIDO, antes de que claree, y cantar
juntos alternadamente un himno a Cristo como si fuera Dios.... Cuando estas
cosas se hacían, era su costumbre separarse y luego reunirse nuevamente
para tener una comida, la cual comían en común sin ningún
desorden." Introducción, de Horne, Vol. I, cap. 3, sección
2, pág. 84. Que este día era domingo, es evidente. 1) Se
reunían para adorar a Cristo. 2) Se reunían para tener juntos
una comida, la cena del Señor. Ya hemos probado que el "día
establecido" para esto era domingo. "El primer día de la semana,
reunidos los discípulos para partir el pan". Hechos 20: 7. Esto
es exactamente paralelo con Plinio.
Eusebio, el historiador, en el año 324 D. C., dice:
"Creo que él [el salmista] describe las reuniones matutinas que
acostumbramos tener por todo el mundo". "Con esto se significa proféticamente
el servicio que se lleva a cabo muy temprano y cada mañana del día
de resurrección por todo el mundo". Manual Sabático, pág.
125. Esto es exactamente lo que dice Plinio: Se reunían "en un día
establecido antes de que clareara", y se reunían para tener juntos
una comida. Eusebio dice que era costumbre de todos los cristianos "reunirse
muy temprano y cada mañana del día de resurrección".
Esto debería decidir la cuestión, y lo hace. El día
establecido de Plinio era el domingo. Esto ocurría en la región
misma donde trabajaban los apóstoles, y sólo ONCE años
después de la muerte de San Juan. El pastor Andrews, un sabadista,
dice: "Este testimonio de Plinio se escribió algunos años
después del tiempo de los apóstoles. Se relaciona con una
iglesia que probablemente había sido fundada por el apóstol
Pedro". Historia del Sábado, pág. 237. Muestra que los apóstoles
enseñaban la observancia del domingo.
Bernabé, año 120
d. C.
Esta epístola era muy apreciada en las iglesias
primitivas y leída en algunas de ellas como parte de las Escrituras,
y se encuentra en el manuscrito más antiguo de las Escrituras, a
saber, el SINAÍTICO. Que fue escrito por un hombre piadoso, culto
e influyente, no puede dudarse. El pastor Andrews, Adventista del Séptimo
Día, admite que la epístola de Bernabé "existía
ya a mediados del siglo segundo, y, como las 'Constituciones Apostólicas,'
es de valor para nosotros por cuanto proporciona alguna idea de las opiniones
que prevalecían en la región donde vivía el escritor".
Testimonio de los Padres, pág. 21.
La Enciclopedia Schaff-Herzogg dice: "La epístola
probablemente fue escrita en Alejandría por un cristiano gentil
a principios del siglo segundo". La Enciclopedia Británica, la más
alta autoridad crítica, dice: "Esta obra se la atribuyen unánimemente
los primeros escritores cristianos a Bernabé, el compañero
de San Pablo.... Pero la gran mayoría de los críticos la
fijan en el reino de Adriano entre los años 119 y 126 D. C." El
Diccionario Bíblico de Smith dice: "Se cree que la epístola
fue escrita a comienzos del siglo segundo". La Nueva Enciclopedia Universal
de Johnson dice: "Hefele supone que fue escrita entre los años 107-120
D. C.... Es citada frecuentemente por los Padres, y era considerada por
muchos como con autoridad en la iglesia; algunos hasta reclaman para ella
un lugar en el canon sagrado".
Este es un resumen de las mejores críticas modernas
en cuanto a la fecha, el carácter, y la autoridad de la epístola
de Bernabé. Leída y reverenciada en la iglesia ya para el
año 120 D. C., o veinticuatro años después de la muerte
de San Juan, muestra lo que los cristianos creían y practicaban
inmediatamente después de los apóstoles. En esta epístola
leemos: "El incienso me es abominación vana, y no puedo soportar
vuestras lunas nuevas y vuestros sábados. Por lo tanto, él
ha abolido estas cosas". Capítulo II. El pastor Andrews admite que
"él afirma la abolición del sábado del Señor".
"Testimonio", etc., pág. 22. Escribiendo acerca del primer día
de la semana, Bernabé dice: "De donde también guardamos el
octavo día con gozo, el día también en el cual Jesús
resucitó de los muertos". Capítulo 15.
¿Qué dice el pastor Andrews acerca de este
testimonio? Admite que enseña la abolición del sábado
judío y la observancia del domingo. Pero arguye que esta doctrina
es contraria a la Biblia; esto es, a SU idea de la Biblia. Cuando yo era
todavía un firme creyente en el séptimo día, mientras
leía este libro, me asaltó el hecho de que ¡el pastor
Andrews, a través de todo su libro, tiene que oponerse a y combatir
las enseñanzas de todos estos primeros padres! La razón es
manifiesta: él sostenía una doctrina y ellos otra. Él
creía en el séptimo día, y ellos creían en
el primer día. Algunos de ellos vivieron lo bastante antes para
haber conversado con los apóstoles mismos, ¡mientras él
vivió mil ochocientos años más tarde! ¿Quién
estaría mejor informado?
En su "Historia del Sábado," en la pág.
308, dice: "Las razones ofrecidas por los primeros padres para descuidar
la observancia del sábado muestran de manera concluyente que no
tenían ninguna luz especial sobre el tema por razón de haber
vivido en los primeros siglos, una luz que nosotros los que vivimos en
una época posterior no poseemos". ¡Qué confesión
ésta del historiador más capaz que el séptimo día
ha tenido jamás! Admite que "los primeros padres" "en los primeros
siglos" descuidaron "la observancia del sábado". ¿Qué
necesidad tenemos de más testigos para demostrar que el séptimo
día no fue observado en los primeros siglos? Pero ¿cómo
armoniza esto con la teoría de que el sábado fue cambiado
por el papa varios cientos de años después? Supongamos que
aquellos primeros padres no eran buenos teólogos, ni razonadores
capaces. ¿No podían dar testimonio de un simple HECHO? ¿No
podían afirmar si guardaban o no guardaban el sábado? Ciertamente
que sabían lo suficiente para esto, y esto es todo lo que deseamos
preguntar.
No citamos a estos primeros padres para probar ninguna
doctrina; para eso, recurrimos sólo a la Biblia. Los citamos para
probar un HECHO simple e histórico, a saber, que los primeros cristianos
sí guardaban el domingo; de aquí que esta observancia no
podría haberse originado con los papas siglos más tarde.
La enseñanza de los apóstoles,
año 125 d. C.
Esto no fue escrito por los apóstoles;
pero su fecha es muy temprana. Algunos lo ubican ya en el año 80
D. C. El Profesor Harnack, de Berlín, dice que muchos lo ubican
entre el año 90 D. C. y el año 120 D. C. Esta es la fecha
más preferida. No puede ser mucho más posterior. El New York
Independent dice de él: "Con toda probabilidad, el escrito más
importante fuera del Nuevo Testamento." El profesor D. R. Dungan, presidente
de la Universidad de Drake, dice: "Es evidente que no está lejos
de este lado de la muerte del apóstol Juan". El notable erudito,
Rev. Wilbur F. Crafts, en su obra El Sábado para el Hombre,
pág. 383, dice: "Fue escrito, como concuerdan casi unánimemente
los mejores eruditos, no más tarde que cuarenta años después
de la muerte del último de los apóstoles, y durante la vida
de muchos que escucharon las enseñanzas de Juan". En el prefacio
a este importante documento, los editores, los Profesores Hitchcock y Brown,
del Seminario Teológico Unión, de New York, dicen: "Difícilmente
se puede dudar de la autenticidad del documento". "Sin duda, el documento
pertenece al siglo segundo; posiblemente al año 120 D. C.; difícilmente
después del año 160". Introducción.
El capítulo catorce de La
Enseñanza de los Apóstoles dice: "Pero cada día del
Señor nos reunimos y partimos el pan, dando gracias", etc. Este
testimonio es claro y decisivo en el sentido de que el día del Señor
era el día establecido de culto en esos primeros tiempos.
Justino Mártir, año
140 d. C.
Cito de "El Testimonio Completo
de los Padres", del pastor Andrews: "La 'Apología' de Justino fue
escrita en Roma más o menos en el año 140", "y a una distancia
de sólo cuarenta y cuatro años desde la fecha de la visión
de Juan en Patmos". "No parece que Justino, y los que en Roma estaban de
acuerdo con él en doctrina, hayan tenido el más mínimo
respeto por el antiguo sábado. Hablan de él como si hubiese
sido abolido, y lo tratan con desprecio". Pág. 33.
Esta es la confesión que
hasta el historiador de los Adventistas del Séptimo Día se
ve obligado a hacer. El sábado judío fue por completo desestimado
por los cristianos dentro de los cuarenta y cuatro años de la muerte
del último de los apóstoles. Y esto queda demostrado por
el testimonio de un hombre que vivió allí mismo.
Oigamos al pastor Andrews nuevamente:
"Debemos, por lo tanto, declarar a Justino un hombre que sostenía
la abrogación de los diez mandamientos, y que el sábado era
una institución judía desconocida antes de Moisés,
y sin ninguna autoridad desde el tiempo de Cristo. Sostenía que
el domingo era el día más apropiado para la adoración
pública". Pág. 44. Esta es la doctrina que sostenían
la iglesia primitiva y los padres. En su "Apología" a favor de ellos
y dirigida al emperador, Justino representó correctamente lo que
los cristianos generalmente sostenían entonces, tal como debió
haberlo hecho. El pastor Andrews da la impresión de que Justino
representaba a sólo un pequeño grupo de cristianos apóstatas
en Roma, y que no es digno de confianza. Pero los hechos son precisamente
lo contrario. Justino era griego, nacido en Palestina, y sostuvo su "Diálogo
con Trifón" en Éfeso, Asia Menor, en la iglesia en que Juan
vivió y murió, que era el centro mismo de la iglesia oriental,
y sólo cuarenta y cuatro años después de la muerte
de Juan. De Justino dice la Enciclopedia Americana: "Uno de los primeros
y más eruditos escritores de la iglesia cristiana.... Era también
igualmente celoso en su oposición a los pretendidos herejes". La
Enciclopedia Schaff-Herzogg dice: "En estas obras, Justino profesa presentar
el sistema de doctrina sostenido por todos los cristianos, y trata de ser
ortodoxo en todos los puntos. La única diferencia que él
sabe que existe entre los cristianos tenía que ver con el milenio.
De este modo, Justino es un testigo incontrovertible de la unidad de la
fe en la iglesia de su día, y del hecho de que prevalecía
el tipo gentil de cristianismo".
"Eusebio dice que Justino, con el
esplendor de su nombre, eclipsó a todos los grandes hombres que
iluminaron el siglo segundo". Sus escritos son "lo más importante
que ha llegado a nosotros desde el siglo segundo". Enciclopedia de McClintock
y Strong, Artículo Justino Mártir.
El Dr. Schaff dice de él:
"Después de su conversión, Justino se dedicó por entero
a vindicar la religión cristiana, como evangelista itinerante, sin
domicilio fijo". Historia de la Iglesia, Vol. 1, pág. 482. No sólo
fueron sus libros aceptados sin disputa como expresión de la práctica
de la iglesia, sino que su vida itinerante, ora en Palestina, ora en Roma,
Grecia, o Éfeso, le permitió conocer esta práctica
y estampar su testimonio con una fuerza igual a la demostración.
Así que, entonces, Justino es un testigo irrecusable de la fe y
la práctica de los cristianos en general algunos años después
de la muerte de los apóstoles.
Ahora escuchemos lo que dice Justino
acerca del primer día de la semana: "Y en el día llamado
domingo, todos los que viven en ciudades o en el campo se reúnen
en un lugar, y se leen las memorias de los apóstoles o los escritos
de los profetas hasta donde el tiempo lo permita; entonces, cuando el lector
ha dejado de leer, el presidente verbalmente instruye y exhorta a imitar
estas buenas cosas. Entonces, todos nos ponemos de pie juntos y oramos,
y, como dijimos antes, cuando nuestras oraciones han terminado, se trae
pan, vino, y agua, y el presidente de manera semejante ofrece oraciones
y da gracias, según su capacidad, y el pueblo asiente, diciendo
Amén; y se le distribuye a cada uno, y cada uno participa, de aquéllo
por lo cual se han dado gracias, y a los que están ausentes se les
envía su porción por medio de los diáconos. Y los
que son pudientes, y están dispuestos, dan, cada cual según
lo estima conveniente; y lo que se reúne se deposita con el presidente,
el cual socorre a los huérfanos y a las viudas y a los que, por
enfermedad o cualquier otra causa, están en necesidad, y a los que
están en cadenas, y a los extranjeros que habitan entre nosotros,
y, en una palabra, tiene cuidado de todos los que están en necesidad.
Pero el domingo es el día en el cual todos tenemos nuestra asamblea
común, porque es el primer día en el cual Dios, habiendo
efectuado un cambio en la oscuridad y la materia, hizo el mundo; y Cristo
Jesús, nuestro Salvador, el mismo día, resucitó de
entre los muertos. Porque él fue crucificado en el día antes
del de Saturno (sábado); y en el día después del de
Saturno, que es el día del sol, habiéndose aparecido a sus
apóstoles y discípulos, les enseñaba estas cosas,
que también le hemos presentado a Ud. para su consideración".
La Primera Apología de Justino, Capítulo 67.
¿Cuestiona el pastor Andrews
la legitimidad de este documento? En realidad, no. ¿Qué respuesta
tiene para esto? ¡Simplemente, que Justino no llama al sábado
domingo, ni día del Señor! Esto es refutado en seguida por
el hecho de que Justino escribía a un emperador pagano que habría
sido por completo ignorante del significado de cualquiera de esos términos,
pero que estaba familiarizado con el término "domingo". Así
que Justino usó ese término por necesidad. Pero allí
están los hechos escuetos, claros, positivos, e innegables, que
cuarenta y cuatro años después de que el libro de Apocalipsis
se escribió, los cristianos ya no guardaban el séptimo día,
sino que tenían sus asambleas en domingo. Y Justino dice que Jesús
enseñaba estas cosas a los apóstoles. Con estos hechos innegables
delante de él, es de maravillarse cómo algún hombre
puede decir que el sábado fue cambiado por el domingo trescientos
o cuatrocientos años después de esto por los papas apóstatas.
Yo mismo quedé plenamente satisfecho de que tales afirmaciones son
contrarias a todos los hechos más claros de la historia, cuando
puede verse en la incuestionable declaración de Justino Mártir.
Es imposible que la observancia
del domingo haya sido universalmente introducida en todas las iglesias
sin una sola palabra de objeción, a menos que tal práctica
se hubiese iniciado en la dirigencia, con los apóstoles mismos.
Considérese bien la fuerza de este hecho: Desde los meros primeros
días, casi desde los mismos apóstoles, la iglesia estuvo
dividida en sectas opuestas, y las controversias entre ellas era a menudo
muy fuerte. Y, sin embargo, todos concordaban en la observancia del domingo.
Unos pocos sabadistas de reciente cuño son las únicas excepciones
a esto. ¿Cómo se inició esta costumbre universal si
no fue en el fundamento mismo de la iglesia, y por los mismos apóstoles?
Dionisio, obispo de Corinto,
en Grecia, en el año 170 d. C.
Pero volvamos a oír hablar
a estos padres en cuanto a si guardaban el domingo o no. Dionisio, obispo
de Corinto, la iglesia que Pablo levantó y a la cual le ordenó
hacer la colecta los domingos, I Cor. 16: 1-2, dice: "Pasamos este santo
día del Señor, en el cual leímos su carta, de cuya
lectura constante podremos extraer amonestaciones". Eusebio, Historia Eclesiástica,
Libro 4, Capítulo 23. Hemos visto que el día del Señor
es el día de la resurrección. Este término no se aplica
nunca a ningún otro que no sea el primer día. Nótese
que este testigo es de Grecia, no de Roma. Así que el día
de la resurrección era un día "santo", año 170 D.
C.
Bardesanes de Edesa, Siria, año
180 d. C.
Sólo diez años después,
tenemos el testimonio del hereje Bardesanes, el sirio, que tuvo su apogeo
más o menos en el año 180 D. C. Pertenecía a la secta
de los agnósticos. Dice así: "Nos reuníamos en un
día, el primer día de la semana, y en los días de
lectura nos absteníamos de tomar alimento". Libro de las Leyes
de los Países. Dice el pastor Andrews: "Esto muestra que los
agnósticos usaban el domingo como un día para reuniones religiosas".
Testimonio,
etc., pág. 53. Aquí hay otro buen testimonio en favor del
domingo, y otra buena confesión del pastor Andrews. Tanto los ortodoxos
como los herejes guardaban el domingo ya para el año de 180 D. C.
¿Cómo, entonces, es que Constantino y el papa cambiaron el
sábado por el domingo doscientos o cuatrocientos años después?
Las propias palabras del pastor Andrews refutan por completo una idea tal.
Nótese aquí también que se refuta
la idea, tan vehementemente adelantada por los sabadistas, de que la observancia
del domingo se originaba en Roma, y que estuvo limitada a este lugar por
largo tiempo. El pastor Andrews tiene que admitir que, para esta fecha,
los agnósticos usaban el domingo como día de adoración.
Pero, 1) los agnósticos eran enfáticamente una secta oriental,
se originaron en Siria, y eran más numerosos en Alejandría,
Asia Menor, y en el oriente. Roma nunca tuvo ninguna influencia sobre ellos.
Bardesanes mismo vivía en Edesa, en Mesopotamia, a 1.500 millas
al este de Roma, en otro continente, bajo otro estado. 2) Esta secta era
numerosa en el oriente ya para el año 150 D. C., o sea, 55 años
después de la muerte de Juan. Así que tenemos la observación
del domingo, no sólo en Roma, sino en todo el oriente, ya para el
año 150 D. C., cientos de años antes de que el papa tuviera
una partícula de influencia allí.
Clemente de Alejandría,
Egipto, año 194 d. C.
Clemente fue uno de los más
célebres padres cristianos. Escribió aproximadamente en el
año 194 D. C. Dice así: "Guarda el día del Señor
aquél que, en cumplimiento del precepto, abandona su temperamento
malvado y asume el de un agnóstico, glorificando en sí mismo
la resurrección del Señor". Libro 7, Capítulo XII.
Se verá, aquí y hasta el final, que el día del Señor
es el día de la resurrección. Clemente vivía, no en
Roma, sino en Egipto. La observancia del domingo no era simplemente una
costumbre romana, como aseguran los Adventistas.
Tertuliano de África, año
200 d. C.
Tertuliano era uno de los más
notables de los primeros padres. Nació en el año 160 D. C.
Era muy culto, criado según la ley, y muy talentoso. Criado como
pagano, se convirtió a Cristo, y se opuso vehementemente al paganismo
desde entonces. Radicalmente severo en sus principios, se oponía
a todo conformismo con el mundo, La laxitud de la iglesia romana le llevó
a abandonarla, y desde allí en adelante se opuso a ella ardientemente.
Así que no era un romanista, ni Roma tenía ni una partícula
de influencia sobre él, en cuyo caso sólo lo habría
empujado en dirección opuesta. Era estrictamente ortodoxo en la
fe, y amante de las Escrituras. De manera que, si fuera cierto que la observancia
del domingo como institución pagana, estaba siendo introducida en
la iglesia por Roma, Tertuliano es precisamente el hombre que se habría
opuesto y sin temor la hubiese condenado.
La Enciclopedia de Johnson dice
de él: "Uno de los hombres más grandes de la iglesia primitiva".
Él "ingresó a la secta puritana de los Montanistas. Éstos
eran ortodoxos en doctrina, pero severos en espíritu y disciplina".
"Permaneció fiel a la fe de los católicos, pero los combatió
con vehemencia en cuestiones de moralidad y disciplina. Era también
representante de la oposición a Roma en África". La Enciclopedia
Schaff-Herzogg dice de él: "Uno de los más grandes y más
originales personajes de la antigua iglesia". "Despreciaba la filosofía
griega". De su gran libro, se dice: "Uno de los magníficos monumentos
de la antigua iglesia". El Diccionario Clásico de Anton dice de
él: "Él nos informa más correctamente que cualquier
otro escritor con respecto a las doctrinas cristianas de su tiempo....
Tertuliano fue tenido en muy alta estima por los subsiguientes padres de
la iglesia". Neander dice: "Tertuliano es un escritor de singular importancia".
El Neander de Rose, pág. 424.
He aquí, entonces, un testigo
competente e irreprochable de las doctrinas y prácticas de la iglesia
universal en el año 200 D. C., es decir, sólo 104 años
después de Juan. Una y otra vez, arguye que el sábado fue
abolido, que los cristianos no lo guardan, sino que guardan el domingo,
el día del Señor. De la abolición del sábado,
dice: "Que los que contienden que el sábado todavía debe
ser observado... nos enseñen que en el pasado hombres justos guardaban
el sábado". "Dios creó a Adán incircunciso y no observador
del sábado". También dice que ni Abel, ni Noé, ni
Enoc, etc., "guardaron el sábado". Respuesta a los judíos,
capítulo 2. Nuevamente: "Se ha demostrado que la antigua ley ha
sido consumada en sus tiempos específicos. Así también,
se ha demostrado que la observancia del sábado ha sido temporal".
Capítulo 4. "Solemnizamos el día después del domingo
en contradistinción a los que llaman a este día su sábado,
y lo dedican al ocio y a comer, desviándose de las antiguas costumbres
judías, de las cuales son ahora muy ignorantes". La Apología
de Tertuliano, Capítulo 16. Tertuliano nuevamente declara que sus
hermanos no observaban los días tenidos por sagrados por los judíos:
"No concordamos con los judíos, ni en sus peculiaridades en relación
con los alimentos, ni en relación con los días sagrados".
"Sin embargo, nosotros (tal como lo hemos recibido), sólo en el
día de la resurrección del Señor deberíamos
observar, no sólo el arrodillarnos, sino toda postura y oficio de
solicitud; difiriendo hasta nuestros negocios, no sea que demos lugar al
diablo". Tertuliano Sobre la Oración, capítulo 23. El domingo,
pues, era observado por los cristianos ya en aquella fecha, pero el sábado
no.
Orígenes, año 225
d. C.
Orígenes (más o menos en el año 225
D. C.) fue un hombre de inmenso saber, y sus escritos son numerosos. "Orígenes
puede muy bien ser declarado uno de los padres de la iglesia más
capaces y de mayor valía". Enciclopedia de McClintock y Strong.
Dice: "Si se nos objeta acerca de este tema que nosotros mismos estamos
acostumbrados a observar ciertos días, como por ejemplo, el día
del Señor, la preparación, la pascua, o el pentecostés...".
Orígenes Contra Celso, libro 8, capítulo 22. Esto muestra
claramente que él sí observaba el día del Señor.
El hogar de Orígenes estaba en Egipto, pero viajaba por todo el
oriente y murió en Tiro. Nótese que los testigos en favor
del domingo venían de todas partes del mundo, no sólo de
Roma.
Las Constituciones Apostólicas,
año 250 d. C.
De las "Constituciones Apostólicas (250 D. C.)
dice el pastor Andrews: "Las llamadas 'Constituciones Apostólicas'
no fueron la obra de los apóstoles, sino que existían ya
para el siglo tercero, y entonces se creía de modo muy general que
expresaban la doctrina de los apóstoles. Por lo tanto, proporcionan
un importante testimonio histórico en cuanto a la práctica
de la iglesia en ese tiempo. Mosheim, en sus 'Comentarios Históricos,'
Siglo I, sección 51, habla así de estas 'constituciones':
'El tema de esta obra es incuestionablemente antiguo, puesto que el modo
y la disciplina con los cuales presenta un punto de vista son los que prevalecían
entre los cristianos de los siglos segundo y tercero, especialmente los
que residían en Grecia y las regiones orientales'". Testimonio,
etc., pág. 13. Nótese nuevamente que esta obra era el producto
de la iglesia oriental y, por lo tanto, muestra la costumbre de la iglesia
en el oriente en vez de en Roma.
Estos, entonces, serán buenos testimonios de la
práctica de la iglesia por el año 250 D. C. En la sección
7, párrafo 59, leemos: "Y en el día del Señor, reuníos
con más diligencia, dando alabanzas a Dios, que hizo el universo
por medio de Jesús, y le envió a nosotros". "De lo contrario,
¿qué excusa presentará a Dios el que no se reúne
con los demás ese día para oír la palabra salvadora
concerniente a la resurrección?" En el libro 7, sección 2,
párrafo 30, dice: "En el día de la resurrección del
Señor, esto es, el día del Señor, reuníos sin
falta, dando gracias a Dios", etc. En el mismo párrafo, hablando
de la resurrección de Cristo, el escritor dice: "Por la cual causa
nos reunimos solemnemente para celebrar la fiesta de la resurrección
en el día del Señor", etc.
Estos testimonios son decisivos, y muestran más
allá de toda duda que los cristianos de aquellos primeros días
usaban el domingo como se usa ahora para el culto religioso. ¿Tuvieron
ellos, entonces, "la marca de la bestia" por lo menos 250 años antes
de que surgiera la bestia, de acuerdo con la teoría de los Adventistas
del Séptimo Día? Estos incuestionables hechos históricos,
tomados de sus propias obras publicadas y que ellos mismos admiten que
son ciertos, muestran lo totalmente absurdo de su posición de que
la obervancia del domingo es la marca de la bestia.
Anatolio, obispo de Laodicea,
Asia. Año 270 d. C.
Fue obispo de Laodicea, en Asia
Menor. No era romano, sino griego. Esta iglesia fue levantada por Pablo
mismo, y debe haber estado bien familiarizada con la doctrina del apóstol.
En su séptimo canon, Anatolio dice: "La resurrección
del Señor nos obliga a guardar la festividad de la pascua en el
día del Señor". En su décimo canon, usa este lenguaje:
"La solemne festividad de la resurrección del Señor puede
celebrarse sólo en el día del Señor". En su décimosexto
canon dice: "Nuestro respeto por la resurrección del Señor,
que tuvo lugar en el día del Señor, nos llevará a
celebrarlo bajo el mismo principio". Véase cómo todos estos
cristianos primitivos llaman al día de la resurrección el
"día del Señor", y cómo lo honran. ¡Cuán
enteramente diferente es esto de los sabadistas que apenas pueden encontrar
términos lo bastante buenos con los cuales expresar su desprecio
por el domingo! ¿Por qué esta diferencia, y qué muestra?
Victorino, obispo de Petau, año
300 d. C.
"El día anterior [el sexto],
estamos acostumbrados a ayunar rigurosamente para que en el día
del Señor podamos salir a partir el pan con acciones de gracias.
Y que el parasceve se convierta en ayuno riguroso, no sea que parezcamos
observar cualquier cualquier sábado con los judíos que Cristo
mismo, el Señor del Sábado, dice por medio de sus profetas
que su alma aborrece el sábado que abolió en su cuerpo".
Creación del Mundo, sección 4.
Pedro, obispo de Alejandría,
año 306 d. C.
"Pero celebramos el día del
Señor como un día de gozo, pues en él resucitó,
en el cual día hemos recibido por costumbre ni siquiera doblar la
rodilla". Canon 15. Él da la misma razón hace 1581 años
que los cristianos dan ahora para guardar el día del Señor.
Esto fue más de 200 años antes de que el papa llegara al
poder. Nótese que estos testigos en favor del domingo son de todas
partes del mundo, de África, Asia, y Europa, no simplemente de Roma,
como los Adventistas del Séptimo Día dicen incorrectamente.
Estos testimonios muestran que la observancia del domingo estaba tan difundida
como la Iglesia Cristiana misma, y desde los primeros días.
Eusebio, año 324 d. C.
Eusebio nació en Palestina,
la misma patria de Jesús y los apóstoles, y cuna de la iglesia
primitiva. Fue obispo de Cesarea, donde Pablo permaneció por dos
años. Hechos 23: 33; 24: 27. Estudió en Antioquía,
donde Pablo laboró por años. Hechos 15: 1. Viajó a
Egipto y por Asia Menor. Fue uno de los hombres más notables de
su tiempo. Escribió la primera historia de la iglesia cristiana,
y lleva el título de "Padre de la Historia de la Iglesia". La Enciclopedia
Schaff-Herzogg dice: "Como repertorio de hechos y documentos, su obra es
de valor inestimable". La Enciclopedia Johnson dice: "Era muy eminente
en su erudición y en sus talentos". La obra "Introducciones", de
Horne, dice: "Un hombre de extraordinaria erudición, diligencia,
y juicio, y singularmente estudioso de las Escrituras.... Su obra principal
es su Historia Eclesiástica, en la cual registra la historia del
cristianismo desde sus comienzos hasta su propio tiempo.... Ha presentado,
no su propia opinión personal, sino la de la iglesia, la suma de
lo que había descubierto en los escritos de los cristianos primitivos".
Vol. I, Capítulo 11, Sección 2, pág. 42.
Tuvo todas las oportunidades posibles
de conocer lo que los cristianos hacían por todo el mundo. De él
dice Justin Edwards, D. D.: "Vivió en el siglo tercero, leía
muchísimo, y estaba tan bien familiarizado con la historia de la
iglesia desde los días de los apóstoles como cualquier persona
de sus días". En Cesarea había "una extensa biblioteca, a
la cual Eusebio tenía acceso constante. Era un historiador erudito
y preciso, y tenía la ayuda de los mejores asistentes para adquirir
información acerca de todos los temas relacionados con la iglesia
cristiana". Manual Sabático, páginas 124-125. Vivía
allí mismo, sabía exactamente lo que hacían los cristianos,
y escribió como 15 años antes del concilio de Laodicea, donde
los Adventistas dicen que el sábado fue cambiado por el domingo.
Oigámosle: Hablando de los patriarcas antes del diluvio, dice: "Por
lo tanto, no usaban la circuncisión, NI OBSERVABAN EL SÁBADO,
NI LO HACEMOS NOSOTROS; ... porque cosas como éstas no pertenecen
a los cristianos". Hist. Ecle., Libro 1, Capítulo 4. Esto es decisivo.
En el año 324, los cristianos no guardaban el sábado.
Es verdad que había una pequeña
secta herética que guardaba el sábado, como los judaizantes
lo hacen ahora. De ellos, dice Eusebio: Ellos son "los que tienen bajas
y mezquinas opiniones de Cristo... Para ellos, la observancia de la ley
era completamente necesaria [tal como para los Adventistas del Séptimo
Día] como si ellos no pudieran ser salvos sólo por la fe
en Cristo como una vida correspondiente.... También observan el
sábado y otras disciplinas de los judíos, tal como ellos,
pero, por otro lado, también celebran el día del Señor
de una manera muy parecida a nosotros, en conmemoración de su resurrección".
Hist. Ecle., páginas 112-113. Hasta estos judaizantes guardaban
el domingo. Acerca del Salmo 92, dice: "La palabra del nuevo pacto traducía
y transfería la festividad del sábado a la luz de la mañana,
y nos dio el verdadero reposo, es decir, la salvación del día
del Señor". "En este día, que es el primero de la luz y del
verdadero sol, nos reunimos, después de un intervalo de seis días,
y celebramos sábados santos y espirituales, todas las naciones redimidas
por él por todo el mundo, y hacemos aquellas cosas de acuerdo con
la ley espiritual que los sacerdotes decretaron que se hicieran en sábado".
Nuevamente: "Y absolutamente todas las cosas que eran deber hacer en sábado,
fueron transferidas al día del Señor como más honorable
que el sábado judío". Citado en el Manual Sabático
de Justin Edward, páginas 126-127.
Este testimonio del gran historiador
de la iglesia primitiva es decisivo. No deja lugar a dudas de que los cristianos
en todo el mundo en aquel entonces guardaban el domingo, el día
del Señor, y que no guardaban el sábado judío. Es
una causa desesperada la que tiene que negar un testimonio como éste.
Resumen de los testimonios de
las enciclopedias
Como una declaración justa,
imparcial, y clara de las enseñanzas de los primeros padres cristianos
concerniente a la observancia del domingo, referimos al lector a lo siguiente,
tomado del Diccionario Bíblico de Smith, artículo "el día
del Señor". He aquí un libro de fácil acceso para
todos en todas partes, un libro que no es sectario, que abarca los resultados
del examen más completo y erudito de cada pasaje de todos los padres
que tenga algo que ver con la cuestión del domingo. Cualquiera que
haya leído a los padres debe confesar que sus afirmaciones son justas
y verdaderas. Sólo tengo espacio para una cita corta: "Los resultados
de nuestro examen de los principales escritores de los dos siglos después
de la muerte de San Juan son como sigue: 'El día del Señor
existió durante estos dos siglos como parte integrante y esencial
del cristianismo apostólico, y por ende, bíblico. Nunca fue
defendido, porque nunca fue impugnado, o por lo menos, nunca fue impugnado
como lo fueron otras cosas recibidas de los apóstoles. Nunca fue
confundido con el sábado, sino que fue cuidadosamente distinguido
de él.... No fue una institución de severo carácter
sabático, sino un día de gozo y alegría, de relajamiento
estimulante antes que prohibitivo. Considerado religiosamente, era un día
de reunión solemne para la santa eucaristía, la oración
en común, para la instrucción, para recoger limosnas; y,
aunque era una institución bajo la ley de libertad, el trabajo no
parece haber sido formalmente prohibido, ni el reposo formalmente ordenado.
Tertuliano parece indicar que el carácter del día era opuesto
a los negocios mundanos. Finalmente, cualesquiera que sea la analogía
que se supone que exista entre el día del Señor y el sábado,
en ningún pasaje que nos haya llegado se ha apelado al cuarto mandamiento
como fundamento de la obligación de guardar el día del Señor'".
Así dice la Nueva Enciclopedia
Universal de Johnson, Artículo Sábado: "Por un tiempo, los
judíos conversos observaron tanto el séptimo día,
al cual se le continuó llamando sábado exclusivamente, como
el primer día, que vino a ser llamado el día del Señor....Un
siglo después de la muerte del último de los apóstoles,
encontramos la observancia del primer día de la semana, bajo el
nombre del día del Señor, establecido como costumbre universal
de la iglesia.... Era considerado, no como una continuación del
sábado judío (que fue denunciado junto con la circuncisión
y otras prácticas judías y anti-cristianas), sino más
bien como un sustituto para él, y naturalmente, su observancia se
basaba en la resurrección de Cristo, más bien que en el reposo
de la creación, o el sábado del Decálogo".
No se podría citar una más
alta autoridad que ésta. Expresa la verdad exactamente. Así
dice la Enciclopedia Schaff-Herzogg, en el Artículo Domingo: "Su
observancia era universal en el siglo segundo... Los cristianos judíos
dejaron de observar el sábado después de la destrucción
de Jerusalén".
El Dr. Schaff, aparte de quien no
hay más alta autoridad viviente, dice: "La observancia universal
y no contradicha del domingo en el siglo segundo puede explicarse por el
hecho de que tuvo sus raíces en la práctica apostólica".
Historia de la Iglesia Cristiana, Vol. 1, pág. 478.
El hombre que cierre sus ojos a
todo este voluminoso testimonio y todavía insista que la observancia
del domingo es una institución de los papas de épocas posteriores,
está simplemente retenido por una teoría que está
dispuesto a sostener de todas maneras. Yo he tenido una triste experiencia
en este asunto, y sé exactamente qué piensa un Adventista
del Séptimo Día al leer estos hechos históricos. Yo
leí algunos de ellos hace veinte años. Me hicieron sentir
un poco perplejo, pero me sobrepuse con la ayuda de mi fuerte fe en nuestras
doctrinas y la convicción de que la mayor parte de ellos eran falsificaciones.
Más tarde, al leer más, vi que estos testimonios eran dignos
de confianza y muy decididamente se oponían a nuestra teoría
del domingo del Papa. Esto me inquietó un poco, pero todavía
lo superé, simplemente dejando de pensar en ellos en absoluto, y
pensando en otros argumentos en los cuales tenía completa confianza.
En los debates, siempre estaba ansioso de dejar estas cosas fuera de la
discusión. Sé que los ministros Adventistas del Séptimo
Día en general piensan como yo, porque a menudo se han referido
a estos testimonios de los padres y el efecto que ellos tenían durante
los debates. Por supuesto, el cuerpo principal de los miembros jamás
leyó estas cosas, y permanecen en bendita ignorancia de ellas. O,
si las han leído, están en sus propios libros, donde todas
ellas están explicadas. La ilimitada fe de ellos en "el mensaje"
y en sus dirigentes les lleva a desestimar estos hechos como asuntos sin
importancia.
Por lo que a mí concierne,
una vez que decidí mirar estos hechos históricos cara a cara
y concederles cualquier fuerza que con justicia merecieran, pronto vi la
completa falsedad de la afirmación de que "el Papa cambió
el sábado". Mi antigua sensación de incomodidad acerca de
este punto ha desaparecido por completo. Siento que, por lo que concierne
a la evidencia histórica, mis pies están asentados sobre
terreno firme.
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