MI RENUNCIA AL ADVENTISMO
DEL SÉPTIMO DÍA
Dudley Marvin Canright, 1914
Capítulo 12
REFUTACIÓN DE LAS POSICIONES
SABADISTAS
SOBRE LA HISTORIA DEL DOMINGO
Tomado de The
Interactive Bible
¿Qué respuesta tienen los sabadistas para
el testimonio precedente? Éste:
1. "La Biblia, sólo la Biblia, es nuestra
regla. No nos dejamos guiar por la historia". Respuesta: ¿Por qué,
entonces, apelan a la historia? Nadie depende tanto de la historia, nadie
se refiere a ella tan a menudo, nadie hace tantas afirmaciones a partir
de ella como los Adventistas del Séptimo Día. El libro de
Andrews sobre el sábado tiene 512 páginas. De éstas,
192 tratan de la Biblia y 320 de la historia. Y sin embargo, ¡no
se dejan guiar por la historia! Dondequiera que encuentran una partícula
a su favor, la aprovechan al máximo. De su dependencia de la historia,
dice el pastor Smith: "Uno de los hechos más importantes que tenemos
que presentar es el de que Dios siempre ha tenido testigos de su santo
sábado, desde los días de Adán hasta el presente".
Respuestas
a Canright, páginas 41-42. Tome nota: ¿Uno de los hechos
más importantes que tienen que presentar a favor del sábado
es qué? ¿El testimonio bíblico? No, sino el testimonio
de la historia. Y sin embargo, ¡no se dejan guiar por la historia!
El hecho es que citan la historia cada vez que pueden. ¿Por qué,
entonces, claman contra la historia cuando los seguimos allí? Porque
está contra ellos.
2. Dicen que "los primeros padres no son dignos
de confianza, son tontos, apóstatas, falsificadores, y timadores".
Escuchémoslos: De uno de los padres dice el pastor Smith: "Un tramposo,
un impostor, un falsificador.... Un antiguo falsificador del siglo segundo,
que escribió cosas demasiado tontas para ser repetidas, y demasiado
vergonzosas para ser citadas". Respuestas al Pastor Canright, pág.
39. Escuchemos al pastor Waggoner: "Ciertamente, la locura no podría
producir tonterías más babeantes que éstas". "Rara
vez se ven tonterías pueriles como éstas bajo el encabezamiento
de la razón". "Habría sido una bendición para el mundo
que todos ellos se hubiesen perdido". Padres de la Iglesia Católica,
páginas 206, 209, 217. Esta es la manera en que despachan a todos
los padres cristianos que decían alguna palabra a favor del domingo.
Sin duda, habría sido mejor para los que guardan el sábado
judío que todos los padres cristianos se hubiesen perdido, y mejor
todavía, que el Nuevo Testamento también se hubiese perdido,
porque ambos se les oponen. ¿Por qué este esfuerzo para desbaratar
el testimonio de estos primeros padres cristianos? Porque se les oponen,
y los sabadistas lo saben. Cualesquiera toscas ideas que hayan tenido esos
padres, podían declarar un hecho simple de su propio tiempo en cuanto
a si guardaban o no guardaban el domingo. Todos ellos concuerdan en que
sí lo guardaban, y su testimonio es decisivo.
Pero, ¿qué de su acusación de fraude,
falsificación, etc.? Sólo esto: En aquellos días,
el nombre del autor no siempre aparecía en su libro; por eso, a
veces sucedía que un libro se atribuía por error al autor
equivocado. Nadie tenía intención de cometer fraude o falsificación.
Miremos el libro de Hebreos. No fue firmado por nadie. Todavía se
discute quién lo escribió, Pablo, Bernabé, o algún
otro apóstol. ¿Lo llamaremos, por lo tanto, un "fraude",
y lo echaremos fuera de la Biblia? No. Así sucede con la epístola
de Bernabé, por ejemplo. No tiene la firma de nadie, pero generalmente
se le atribuía al apóstol Bernabé, y se leía
en todas las iglesias como autoridad ya para el año 120 d. C. Algunos
se lo atribuyeron a otros autores; pero todos concuerdan en que fue escrito
por el año 120 d. C. por algún cristiano que dio la opinión
y las costumbres de la iglesia de ese tiempo. "Fraude, fraude", exclaman
los sabadistas. "Bernabé nunca lo escribió". Bien , ¿qué
decir de él? Algún cristiano lo escribió dentro de
los veinticinco años de la muerte de Juan, y dice que los cristianos
guardaban el domingo en aquel entonces.
3. "Ninguno de los padres llamó jamás
domingo al sábado". Así dicen los sabadistas. Esto es más
o menos correcto. La iglesia primitiva decía, con Pablo, Col. 2:
16, que el sábado fue abolido junto con otros ritos judíos.
El primer día no era el sábado, sino el "día del Señor",
"el octavo día", "el día de resurrección", etc.
4. Los sabadistas dicen que los cristianos trabajaban
el domingo durante el siglo primero o más tarde. Su evidencia para
esto es muy cuestionable, como pronto veremos. Y sin embargo, al principio
puede que el día no haya sido observado tan estrictamente como lo
fue más tarde; pero todavía era el día en el cual
todos los cristianos se reunían para su culto, de acuerdo con la
costumbre de los apóstoles. Esto es lo que afirmamos, y hemos probado
en abundancia.
5. Los sabadistas dicen: "Los cristianos guardaron
el sábado por siglos después de Cristo". Respuesta: Toda
la historia muestra abundantemente que los judíos cristianos observaron
el sábado, la circuncisión, la pascua, etc., por largo tiempo.
En algunas iglesias donde predominaban los judíos, los gentiles
posiblemente guardaban el sábado también, pero todos guardaban
el domingo al mismo tiempo. Estos son los hechos acerca de la observancia
del sábado en la iglesia primitiva, como se ha demostrado más
arriba.
6. Los Adventistas del Séptimo Día
citan a unos llamados "eminentes historiadores" para probar sus asertos.
Con estos autores, engañan a la gente y se engañan a sí
mismos. Los citan como "historiadores dignos de confianza", "altas autoridades",
"eminentes teólogos", "todos amigos del domingo", etc. Pero, ¿quiénes
son ellos? Examinemos La Historia del Sábado, de Andrews,
su obra modelo. Todas las otras obras que relatan la historia del sábado
son sólo una repetición de ésta. Se le cita en cada
ocasión y sus autores son citados una y otra vez por escritores
y predicadores. Pero la gran mayoría de estas citas son de hombres
como Heylyn, Domville, Morer, Cox, Brerewood, White, etc., clérigos
episcopales de Inglaterra que se oponían encarnizadamente a considerar
sagrado el domingo.
-1. Brerewood en el siglo XVII, era sólo
un profesor de enseñanza superior, y no lo bastante notable para
ser siquiera mencionado en ninguna enciclopedia que yo haya visto, y he
consultado muchas. También, era un extravagante furibundo, y argüía
que la ley del sábado fue dada sólo al amo. Véase
El
Sábado, por Gilfillin, páginas 122-123.
-2. Coleman, un escritor norteamericano de nuestro
tiempo, apenas mencionado en alguna enciclopedia.
-3. El Dr. Cox, un escritor escocés del siglo
segundo opuesto al domingo, no es ni siquiera mencionado en ninguna enciclopedia.
Véase Gilfillin, pág. 168. Y sin embargo, ¡Andrews
lo cita VEINTIDÓS VECES, en largas citas, como amigo del domingo!
De la misma manera, podría haber citado a alguien de su propio grupo.
En prueba de esto, léase lo siguiente del Dr. Lewis, Bautista del
Séptimo Día, en su "Historia del Sábado y el Domingo":
"Un pastor de la Iglesia Bautista del Séptimo Día de Mill
Yard en Londres, Robert Cornthwaite, publicó cinco obras sobre la
cuestión del sábado". Del último libro, dice Lewis:
"Robert Cox cita mayormente de esta obr". Páginas 337-339. Exactamente;
¡y Andrews llama a este hombre amigo del domingo!
-4. Domville, otro escritor opuesto al domingo del
siglo diecinueve, no aparece en ninguna enciclopedia. Niega que hubiese
alguna autoridad en la Biblia para la observancia del domingo, ni siquiera
como día para tener reuniones. Gilfillin, pág. 143. Y sin
embargo, ¡Andrews lo cita TRECE VECES como modelo de autoridad acerca
del domingo!
-5. Heylyn era amigo del tristemente famoso Laud
de Inglaterra. En 1618, Carlos I de Inglaterra emitió un "Libro
de los Deportes" para los domingos, que permitía el baile, la lucha,
y y varios juegos en domingo. Véase Gilfillin, pág. 85. La
gente piadosa se opuso a esta declaración, considerándola
una profanación del domingo. Por orden del rey, Laud contrató
a este Heylyn y al Dr. White para que escribieran contra el domingo como
día sagrado, y a favor del libro del rey. En cuatro meses, se escribió,
se imprimió, y se entregó un gran volumen, de acuerdo con
la orden, para probar lo que se deseaba contra el domingo. La Enciclopedia
del Conocimiento Universal dice de Heylyn: "Fue un escritor controvertido
de voluminosa producción, pero sus obras ya no tienen valor en la
actualidad". ¡De este hombre, Andrews presenta TREINTA Y SEIS citas,
muchas de ellas largas, como evidencia principal acerca de sus puntos centrales!
-6. White, el hombre asociado con Heylyn, y contratado
por Laud para que escribiera el libro mencionado más arriba, es
citado ONCE VECES por Andrews como un confiable defensor del domingo. Lo
mismo podría haber citado al pastor Waggoner como defensor del domingo.
-7. Morer es un escritor del siglo dieciocho, que
no se menciona en ninguna enciclopedia. Escribió para refutar el
origen divino de la observancia del domingo. Véase Gilfillin, pág.
142. De una de sus frases, que sucedió que favorecía el domingo,
dice el pastor Waggoner: "Deshonesto, como manifiestamente lo es", etc.
Respuestas al pastor Canright, pág. 146. ¡De este hombre "deshonesto",
el pastor Andrews presenta no menos de CUARENTA Y SIETE CITAS, muchas de
ellas largas!
-8. Jeremy Taylor, del siglo diecisiete, amigo y
capellán del villano Laud, escribió contra la autoridad divina
del domingo, y sin embargo, es citado por Andrews como amigo del domingo.
Estos son ejemplos de sus autores. La mayoría de
ellos son miembros de la Iglesia de Inglaterra, y ello, también,
durante el peor período de esa iglesia; una iglesia que permite
la más amplia gama de opiniones teológicas, tales como el
Unitarismo, el Universalismo, el futuro tiempo de oportunidad, la aniquilación,
el racionalismo, la alta iglesia, la baja iglesia, etc. ¿Cuánto,
entonces, significa, por lo que concierne a la solidez de la opinión
de uno, afirmar que se es ministro de esa iglesia?
Quítensele a la parte histórica del relato
de Andrews sus citas y argumentos de los autores que anteceden, y apenas
si quedará un esqueleto. Y hasta las citas de éstos son de
un solo lado. Waggoner, Smith, Butler, y todas las luces menores entre
los Adventistas del Séptimo Día que han venido después
de Andrews, simplemente usan estas citas que él reunió para
ellos. Pero más les valdría que citaran a Ingersoll y a Tom
Paine como "amigos de la Biblia" que citar a estos hombres como "amigos
del sábado dominical". Cada uno de ellos escribió a propósito
para refutar las afirmaciones de que el domingo tiene autoridad divina.
Miles de lectores ignorantes de la historia son descaminados, como yo lo
fui una vez, por estas citas usadas por los Adventistas. Si hubiesen tenido
la verdad, no se habrían visto obligados a depender tanto de estos
autores.
Los romanos paganos jamás
guardaron el domingo
Los Adventistas del Séptimo
Día afirman que la observancia del domingo fue adoptada por los
católicos de los romanos paganos, y los protestantes la adoptaron
de los católicos. Los Adventistas del Séptimo Día
enseñan esta idea diligentemente por todas partes. Dicen que estos
paganos guardaban el domingo en adoración del sol. Véase
Historia
del Sábado, de Andrews, páginas 258-264. Tales afirmaciones
son completamente falsas. Cada día de la semana era nombrado en
honor a algún dios y, en cierto sentido, se dedicaba a la adoración
de ese dios, como el lunes a la luna, el sábado a Saturno, el domingo
al sol, etc. Pero, ¿dejaban de trabajar en esos días? No;
si lo hubiesen hecho, habrían guardado cada día de la semana.
¿Observaban el domingo dejando de trabajar? Ciertamente que no.
Los romanos ni enseñaban ni practicaban tal cosa. No tenían
día de descanso semanal.
El Prof. A Rauschinbusch, del Seminario
Teológico de Rochester, cita a Lotz así: "Es en vano intentar
probar que los griegos y los romanos tenían algo parecido
al sábado. Tal opinión es refutada hasta por esto, que los
escritores romanos ridiculizan el sábado como algo peculiar de los
judíos". Como prueba, cita muchos pasajes de los poetas romanos,
y uno de Tácito. Séneca también condenaba la observancia
del sábado de los judíos como una pérdida de tiempo,
a causa de la cual se perdía la séptima parte de la vida.
¿Sábado
o Domingo?, pág. 83. Herzog dice: "Ninguna celebración
especial de ningún día de la semana puede señalarse
en ninguna de las religiones paganas". Artículo Sábado. El
pastor Waggoner confiesa este hecho accidentalmente. De la ley de Constantino,
año 321 D. C., dice: "Aunque el venerable día del sol había
sido venerado por ellos y sus antepasados paganos durante largo, largo
tiempo, LA IDEA DE REPOSAR DE LAS LABORES MUNDANAS EN ADORACIÓN
DE ESE DÍA ERA ENTERAMENTE NUEVA".
Respuestas al pastor Canright,
pág. 130. Observe esta confesión, que derriba la columna
principal del argumento Adventista en su esfuerzo para probar que la observancia
del domingo fue tomada de los paganos. LOS PAGANOS NUNCA GUARDARON EL DOMINGO.
Era un día de trabajo común, como los otros días de
la semana. La idea y la costumbre de guardar el domingo como día
de descanso del trabajo se originó con los cristianos, no con los
paganos. He ahí el valor de esa falsedad. Repetimos: El sábado
era sagrado para Saturno como el domingo era para el sol. ¡Así
que los Adventistas están guardando un día pagano, lo mismo
que los observadores del domingo!
Constantino no cambió
el sábado
Se ha hecho común que los
sabadistas señalen a la ley de Constantino como principal factor
en el cambio del sábado por el domingo. Nunca hubo ninguna verdad
en la acusación, pero el pastor Waggoner ahora reconoce su error
totalmente, y dice que esa ley no tiene nada que ver con el cambio del
sábado. "Constantino, en sus decretos, no dijo ni una sola palabra
ni a favor ni en contra de la observancia del sábado de la Biblia".
"Se puede afirmar con seguridad que no se hizo nada en tiempos de Constantino,
ni por él mismo ni por ninguna otra persona, que tenga la más
mínima apariencia de cambiar el sábado". Respuestas al
pastor Canright, pág. 150. Esa es la verdad, y esa es una buena
confesión, aunque contradice todo lo que han dicho hasta ahora.
Ahora, deberían revisar sus libros viejos para armonizarlos con
esta verdad. Esos libros quedarán reducidos a un tamaño mucho
menor.
La ley dominical de constantino
y su propósito
Año 321 d. C. Constantino,
el primer emperador cristiano de Roma, emitió el siguiente edicto:
"Que todos los jueces y toda la
gente, y los que se ocupan en todos los oficios, descansen en el venerable
día del sol, pero que los que están en el campo atiendan
a sus ocupaciones agrícolas libremente y en plena libertad; porque
a menudo sucede que ningún otro día es tan adecuado para
sembrar maíz y plantar viñas, no sea que, si se deja escapar
el momento crítico, los hombres pierdan los artículos que
el cielo proporciona".
Los simples hechos acerca de la
ley son éstos: Desde los días de los apóstoles, los
cristianos habían guardado el primer día de la semana, pero
no había ninguna ley civil que los protegiera o los ayudara en eso.
Para este tiempo, ya eran muy numerosos en el imperio, y su influencia
aumentaba rápidamente. La antigua religión pagana se estaba
derrumbando delante de ellos. Constantino, por decir lo menos, era favorable
al cristianismo. Sus padres eran cristianos. Era lo bastante astuto para
ver que le convenía favorecer a esta nueva y naciente religión.
Por eso, tan pronto como hizo profesión pública de cristianismo,
emitió varios edictos favoreciendo el cristianismo de varias maneras,
entre ellos éste concerniente al domingo. Bien dice la Enciclopedia
Schaff-Herzogg: "Sin duda, estaba convencido de los superiores reclamos
del cristianismo como la naciente religión; pero su conversión
fue un cambio de política, más bien que de carácter
moral. Conocía bien al cristianismo, pero sólo como un poder
en el Imperio Romano, y lo protegía como estadista sabio y de gran
visión... Su primer edicto concerniente a los cristianos (Roma,
312) se ha perdido. Por medio del segundo (Milán, 313), les concedía,
no sólo libertad de culto y el reconocimiento del estado, sino también
la reparación de las pérdidas incurridas previamente....
Una serie de edictos, 315, 316, 319, 321, y 323, completaron la revolución.
Los cristianos fueron aceptados a los puestos del estado... Un edicto del
año 321ordenaba que el domingo se celebrara cesando todo trabajo
en público".
Se verá que este edicto era
sólo uno de siete emitidos a favor de los cristianos. 1.) No fue
emitido para complacer o favorecer a los paganos porque, como se ha visto
más arriba, ellos no guardaban el domingo. 2.) Como hemos demostrado,
los cristianos sí guardaban el domingo. Por eso, la ley de Constantino
les favorecería y les complacería. 3.) El edicto no fue dirigido
a los cristianos, porque ellos no necesitaban una ley como ésta
para ellos mismos, pues guardaban el día voluntariamente. 4.) No
estaba redactado en términos cristianos, "El Día del Señor",
como se le describía a los paganos. 5.) Estaba escrito en términos
paganos, "día del sol", para que los paganos pudieran entenderlo
y les ofendiera menos. Esta ley, pues, no efectuó ningún
cambio en la observancia del domingo de parte de los cristianos, sino que
aseguraba para ese día una mejor observancia requiriendo que todos,
paganos y todos los demás, dejaran de trabajar ese día. Pero
se dice que esta ley de Constantino, año 321 D. C., era la primera
que prohibía el trabajo en domingo. Muy cierto, pero, ¿por
qué? Porque nadie, excepto los cristianos, creía que era
erróneo trabajar ese día; y hasta esa fecha Constantino no
había tenido autoridad para hacer leyes, y por eso, no podía
haber hecho una ley para la oservancia del domingo, aun si lo hubiese deseado.
Es notable que el primer emperador que favoreció al cristianismo
hizo, entre otras leyes que favorecían a los cristianos, una ley
civil prohibiendo el trabajo en domingo.
Que esta ley fue promulgada a solicitud
de los cristianos lo admiten ahora los Adventistas. Al respecto, el pastor
A. T. Jones dice en el Battle Creek Journal de Diciembre 11 de 1888:
"Está demostrado que la primera ley dominical que jamás se
promulgó fue a solicitud de la iglesia; fue en nombre de la iglesia,
y expresamente para ayudar a la iglesia". Exactamente, y esto prueba que
la iglesia guardaba el domingo antes de que la ley se promulgara. Es absurdo
decir que los paganos siempre habían guardado el domingo y que,
sin embargo, nunca habían promulgado una ley concerniente a ello.
Como concuerdan todos los Adventistas, la primera ley dominical se hizo
para favorecer a los cristianos. Esto muestra que la observancia del domingo
era entonces considerada como parte esencial del cristianismo. De esta
ley dice Mosheim: "El primer día de la semana, que era el día
regular y establecido para las reuniones en público de los cristianos
era, a consecuencia de una ley peculiar promulgada por Constantino, observado
con mayor solemnidad de lo que había sido antes". Mosheim, siglo
4, parte 2, capítulo 4, sección 5.
Esta ley, dirigida a los paganos
que siempre habían trabajado el domingo, requería la cesación
de los negocios en ese día, y de esa manera aseguraba para los cristianos
una mejor observancia del domingo que antes. Sozomen, el historiador eclesiástico,
escribiendo acerca de Constantino, dice: "Él también impuso
la observancia del día llamado Día del Señor... Honraba
el día del Señor porque en él Cristo resucitó
de entre los muertos". Hist. Ecle., pág. 22. Fue, entonces, a nombre
del domingo como día cristiano, no como festividad pagana, que esta
ley fue promulgada.
Por fin ha sido encontrado -
¡El momento y el lugar exactos en que el Papa cambió el sábado!
Presioné a los Adventistas
para que dijeran cuándo y dónde había sido cambiado
el sábado por el papa, y que nombraran el papa y los hechos acerca
de este cambio, si es que alguna vez ocurrieron. Picado por esto, el pastor
Waggoner emprendió la hercúlea tarea. Sería difícil
encontrar un peor ejemplo de suposición y perversión de los
hechos. Por fin, se decidió por el Concilio de Laodicea, año
364 D. C., como el lugar y el momento cuándo y dónde había
sido cambiado el sábado. El vigésimonoveno canon de ese concilio
reza así: "Los cristianos no deberían judaizar y descansar
el sábado, sino trabajar ese día; pero, prefiriendo el día
del Señor, deberían descansar, si es posible, como cristianos.
Por lo cual, si se los encuentra judaizando, que sean malditos de Cristo".
Acerca de esto, el pastor dice: "Ahora, si cualquiera puede imaginar qué
sería cambiar el sábado, si esto no lo es, me gustaría
muchísimo saber qué podría ser". "Ahora, yo afirmo
que he satisfecho esta demanda por completo; he mostrado el tiempo, el
lugar, y el poder que cambió el sábado". Respuestas a
Canright, págs. 141, 151. Afirma que éste era un "concilio
católico" y que "los primeros y los posteriores historiadores han
mencionado mucho" este concilio. Ahora examinemos su posición.
1. Si el sábado fue
cambiado por el domingo por el papa aquí mismo, como él afirma,
entonces ciertamente no fue cambiado ni antes ni después en ningún
otro lugar. Así que, si esto falla, toda la causa está perdida.
Que el lector tome nota de la importancia de este hecho.
2. Waggoner admite lo que
todo erudito sabe, que antes del tiempo de Constantino, el obispo de Roma
no tenía "autoridad sobre los otros obispos en absoluto" y por tanto,
no podría haber cambiado el sábado antes de ese tiempo. Dice
así: "Fue Constantino mismo el que echó los fundamentos del
papado". Respuestas a Canright, pág. 148. Seguramente, el
papado no existía antes de que sus fundamentos fueran echados.
3. Waggoner admite, del mismo
modo que lo hace más arriba, que Constantino no hizo nada para cambiar
el sábado.
4. Pero hemos probado abundantemente
en las páginas precedentes que, mucho antes de esta fecha, todos
los cristianos observaban unánimemente el día del Señor.
Este simple hecho prueba lo completamente absurdo de la afirmación
de que el sábado fue cambiado en Laodicea en el año 364 D.
C., o por el papado en algún momento.
5. En el año 324, justo
40 años antes del concilio de Laodicea, Eusebio, obispo de Cesarea,
Palestina, escribió su celebrada historia del cristianismo. Tuvo
todas las oportunidades de saber lo que hacían los cristianos en
todo el mundo. Dice así: "Y todas las cosas que era deber hacer
en sábado, las hemos transferido al día del Señor
como más honorable que el sábado judío". Citado en
el Manual Sabático, pág. 127.
Esa era la situación del
sábado y del domingo en la iglesia 40 años antes de Laodicea.
No guardaban el sábado, pero sí guadaban el día del
Señor, y habían transferido todas las cosas a él.
¿Cuánta verdad, entonces, puede haber en la posición
de que el sábado fue cambiado por el domingo por el papa 40 años
más tarde? Son una vergüenza tales osados intentos de pervertir
la verdad. Pero miremos los hechos verdaderos acerca del concilio de Laodicea.
Los Adventistas del Séptimo Día afirman dos cosas, a saber,
que el sábado fue cambiado por la iglesia romana, y que esto fue
hecho por autoridad del papa. Luego eligen Laodicea como el lugar y el
tiempo, pero,
1. Laodicea no es Roma. Está
situada en Asia Menor, a más de 1.000 millas al este de Roma. Estaba
en Asia, no en Europa. Era un ciudad oriental, no occidental. Tampoco era
una ciudad latina.
2. Era una ciudad griega,
no romana.
3. El papa de Roma no asistió
al concilio de Laodicea en el año 364 D. C. ¿Afirma Waggoner
que lo hizo? No, no se atreve.
4. El papa no asistió,
ni envió ningún delegado ni emisario ni a nadie para representarlo.
En realidad, ni la iglesia católica romana ni el papa tuvieron nada
que ver con el concilio en manera o forma alguna. Se celebró sin
siquiera el conocimiento o el consentimiento de la iglesia romana.
5. A estas tempranas fechas,
año 364 D. C., los papas, o más bien los obispos de Roma,
no tenían autoridad sobre los otros obispos. No fue sino 200 años
más tarde cuando fueron investidos de autoridad sobre las iglesias
occidentales. Hasta su autoridad fue resistida firmemente por siglos en
el oriente, donde este concilio se celebró. Véase Historia
de los Papas, de Brower, o cualquier historia eclesiástica.
Hablando de Silvestre, que fue obispo de Roma desde el año 314 D.
C. hasta el año 336 D. C., sólo 28 años antes del
concilio de Laodicea, dice el pastor Waggoner: "El obispo de Roma todavía
no había alcanzado en absoluto ninguna autoridad sobre los otros
obispos". Respuestas a Canright, pág. 143. Esto es cierto.
¿Alcanzaron los obispos autoridad en los siguientes veintiocho años
para cambiar el sábado de un día a otro por el mundo entero?
6. Liberio era obispo de Roma
en la época en que se celebró el concilio de Laodicea. Fue
degradado de su puesto, desterrado, y tratado con el mayor desprecio. Bowers
dice que, para poner fin a su exilio, Liberio "escribió a los obispos
orientales en un estilo de lo más sumiso y humillado". Historia
de los Papas, Vol. I, pág. 64. ¡Y éste es el papa
que cambió el sábado en un concilio de estos mismos obispos
orientales, a 1,000 millas de distancia, en un concilio al que nunca asistió!
7. El concilio de Laodicea
fue sólo un concilio local, pequeño y sin importancia, no
un concilio general en absoluto. El pastor Waggoner lo amplifica hasta
convertirlo en un gran "concilio [general] católico," una afirmación
completamente falsa. Los concilios generales son: 1.) El de Niza, en el
año 325. 2.) El de Constantinopla, en el año 381 D. C. 3.)
El de Éfeso, en el año 431 D. C., etc. Véase la lista
en la Enciclopedia de Johnson, o en cualquier historia. En su extensa obra
"La Historia de los Papas", Bowers detalla todos los concilios generales,
los concilios locales importantes, y todos los concilios con los cuales
tuvieron que ver Roma o los papas, pero ni siquiera menciona éste
de Laodicea. Menciona muchos concilios celebrados por ese tiempo, pero
no éste. Dice: "Se celebraron varios otros concilios desde el año
363 hasta el 368, de los cuales no tenemos información en particular".
Vol. I, pág. 79. Yo he investigado varias enciclopedias e historias
de la iglesia, y no he podido encontrar en la mayoría de ellas ninguna
mención en absoluto del concilio de Laodicea, y sólo unas
pocas líneas en alguna de ellas. El Rev. W. Armstrong, un erudito
de Canton, Pa., dice: "Este concilio no es mencionado siquiera por Mosheim,
Milner, Ruter, Reeves, Socrates, Sozomen, ni por otros cuatro historiadores
cuyas obras tengo sobre mi mesa". La Enciclopedia McClintock y Strong dice:
"Treinta y dos obispos de diferentes provincias de Asia estuvieron presentes".
¡Todos los obispos de la iglesia oriental, y ni uno sólo de
la iglesia de Roma! Y sin embargo, ¡éste es el tiempo y el
lugar cuándo y dónde la iglesia romana y el papa cambiaron
el sábado!
8. Ahora pensemos en esto:
¡Este pequeño concilio local de treinta y dos obispos revoluciona
el mundo entero sobre la observancia del sábado!
9. El hecho es que este concilio
simplemente reguló en su localidad una institución ya por
largo tiempo establecida, el día del Señor, exactamente lo
mismo que hizo concilo tras concilio de allí en adelante. Si esto
cambió el sábado por el domingo, entonces lo ha cambiado
cientos de veces desde entonces. Los sabadistas señalan a estas
diferentes regulaciones como otros tantos actos de cambiar el sábado,
cuando no tienen ni la más remota relación con tal cosa más
de lo que la tienen las resoluciones con respecto a observar el domingo
y que son aprobadas año tras año ahora en todas las asambleas
religiosas. El pastor Waggoner hace esta afirmación verdadera: "Por
regla general, los decretos de los concilios no han sido leyes arbitrarias
diciendo lo que DEBE ser, tanto cuanto la formulación de opiniones
y prácticas mayormente prevalecientes en ese tiempo... La infalibilidad
se le había atribuído al papa cientos de años antes
de que se convirtiera en dogma de la iglesia". Padres de la Iglesia
Católica, pág. 333. Exactamente; así que el día
del Señor había sido obervado por la iglesia cientos de años
antes de que el concilio de Laodicea lo mencionara.
10. La iglesia de Laodicea,
donde se celebró este concilio, fue levantada por Pablo mismo. Col.
4: 13, 16; I Tim. 6: hasta el final de la epístola. Fue una de las
siete iglesias a las que Juan escribió. Apoc. 3: 14. Por eso, es
seguro que había sido bien instruída y fundamentada en las
doctrinas de los apóstoles. Entre Pablo y este concilio, esto es,
en el año 270 D. C., Anatolio fue obispo de Laodicea. Escribió
así: "Nuestro respeto por la resurrección, que tuvo lugar
en el día del Señor, nos llevará a celebrarla bajo
el mismo principio". Canon 16. Aquí tenemos que la iglesia guardaba
el domingo cien años antes de este concilio.
11. Finalmente, si el concilio
de Laodicea cambió el sábado, como dicen los Adventistas,
entonces fue cambiado por la iglesia griega en vez de la iglesia de Roma;
fue cambiado por las iglesias orientales sobre las cuales Roma no tenía
autoridad; fue cambiado antes de que el papado se estableciera, antes de
que el papa tuviera alguna autoridad sobre el oriente, cambiado por un
pequeño concilio local al cual no asistieron ni el papa ni ninguno
de sus servidores. Lo absurdo de esta afirmación es manifiesto,
y no requiere ningún argumento adicional.
Por muchos años, yo acepté
estas falsas afirmaciones de los escritores sabadistas como verdades indubitables,
como lo hacen todos sus conversos. No tenía manera de saber que
eran falsas. Prediqué con vigor lo que leía en sus libros,
e induje a cientos, aún más ignorantes que yo, a creerlas.
Gradualmente, entendí que estaba siendo llevado por el camino equivocado,
pero me tomó años enterarme de la verdad, y libertarme de
la superstición que me maniataba. Ahora he investigado el asunto
hasta quedar completamente satisfecho delante de mí mismo de que,
para sustentar sus falsas teorías, los Adventistas han hecho gran
violencia a los hechos más claros de la historia. La afirmación
de que el papa cambió el sábado es un buen ejemplo del resto.
De vuelta arriba
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