MI RENUNCIA AL ADVENTISMO
DEL SÉPTIMO DÍA
Dudley M. Canright, 1914
Tomado de The Interactive Bible
PREFACIO
A LA
DÉCIMOCUARTA
EDICIÓN
D.
M. Canright, 1914
"Criticar,
poner al descubierto, y condenar a otros no es tarea agradable, pero cuando
los maestros religiosos entronizan el error, y extravían a personas
honestas, el silencio sería poco bondadoso y censurable".
Estando
profundamente convencido de que el Adventismo del Séptimo Día
es un sistema de error, siento que es mi deber publicar lo que sé
de él. Lo hago en el temor de Dios. Conociendo la tristeza que este
sistema ha traído a mi corazón y a miles de personas, debo
advertir a otros acerca de él. No cuestiono la honestidad de los
Adventistas, pero su sinceridad no santifica sus errores. He tenido que
hablar con claridad, pero espero que con bondad. He tenido que tratar
cada tema brevemente, y dejar intactos a muchos de ellos, pero he comentado
los principales pilares de esa fe. Si éstos se desploman, la totalidad
de ellos se derrumbará también.
Han
pasado casi veinticinco años desde que este libro se publicó
por primera vez. Esta es la décimacuarta edición. Ha sido
traducido a varios idiomas, vendido por numerosas casas publicadoras, ido
a los confines de la tierra dondequiera que ha ido el Adventismo, y sido
el mayor obstáculo con que esa obra jamás se encontró.
Y, sin embargo, los Adventistas no se han aventurado a responder a él.
Digan lo que digan, es evidente que con gusto responderían a él,
si pudieran hacerlo sin peligro.
"Respuestas
al Pastor Canright", que se ha citado en esta obra, no es una respuesta
a este libro, sino a unos pocos artículos que escribí para
un periódico, mucho antes de que se publicara el libro. El folleto
mismo lo prueba. La página de título está fechada
"1888", mientras que mi libro no se publicó sino un año más
tarde, en 1889. Sírvase ver mi página de título. Luego,
en la página ochenta de su folleto, leo esto: "Promete un libro,
con el cual suponemos se propone barrer con todo lo que sus artículos
han dejado fuera. Cuando aparezca, recibirá la debida atención,
si creemos que lo merece". Esto muestra que esta "Respuesta" no lo es a
mi libro. Se prometió una respuesta, pero nunca apareció.
El libro discute muchos temas que ni siquiera se mencionan en los artículos,
y, por supuesto, es mucho más completo en todos los sentidos. Teniendo
en cuenta que los Adventistas están siempre listos para debates,
discusiones, y respuestas, ¿cómo es que este libro, que les
ha molestado más que todos los otros que han aparecido contra ellos,
fue tan cuidadosamente ignorado por ellos? La razón es manifiesta
para todas las personas sinceras.
Y
he aquí lo que mis hermanos Adventistas pensaban de mí antes
de que yo les dejara:
"Battle
Creek, Mich., Julio 13, 1881. Hermano Canright: *** Siento más interés
en Ud. que en cualquier otro hombre, porque conozco su valía cuando
el Señor está con Ud. como obrero. James White".
"Battle
Creek, Mich., Mayo 22, 1881. *** Es tiempo de que hubiese un cambio de
los oficiales de la Conferencia General. Confío en que, si somos
honestos y fieles, el Señor se agradará de que seamos dos
miembros de esa Junta. James White".
"Battle
Creek, Mich., Agosto 6, 1884. Ud. ha estado largo tiempo con nosotros,
y todos le querremos. G. I. Butler".
"Martinsburg,
Neb., Julio 14, 1884. Ud. fue una potencia en el mundo, e hizo mucho bien.
*** Necesitamos mucho su ayuda en la obra. Su precioso talento, si es consagrado
a Dios plenamente y con humildad, sería muy útil. Hay muchos
lugares en los que Ud. sería de gran ayuda. G. I. Butler".
Advent
Review, Marzo de 1887: "Nos ha entristecido sobremanera interrumpir nuestras
relaciones religiosas con quien por mucho tiempo hemos estimado como a
un hermano querido".
Advent
Review, Marzo 22, 1887: "Al abandonarnos, él ha tomado un curso
de acción mucho más varonil y digno de elogio que la mayoría
de los que se han retirado de nosotros, viniendo voluntariamente a nuestros
hermanos principales y declarando con franqueza lo que pensaba. Lo hizo
delante de su propia iglesia, en nuestra presencia, y, hasta donde sabemos,
no utilizó medios desleales ysubrepticios para perjudicarnos en
manera alguna. Se va de nuestro medio sin ninguna mancha moral en su carácter,
escoge asociaciones más placenteras para él. Este es el privilegio
personal de cada uno, si decide ejercerlo".
Las
citas en mi libro proceden de los libros Adventistas publicados hasta la
fecha en que yo escribí el mío, 1889. Desde entonces, la
mayoría de sus libros han sido reimpresos, con diferentes números
de páginas. Para ajustarme a la nueva paginación de estos
libros, tendría que cambiar muchas de mis referencias. Y para hacer
esto, tendría que reimprimir el libro entero, puesto que está
en platinas. El cambio de unas pocas placas requeriría cambiarlas
todas. Así que se quedan como están. Todas las citas están
allí, sólo que algunas están en páginas diferentes
en sus ediciones actuales. Tuve gran cuidado de que cada cita fuera correcta
y exacta. Son dignas de confianza.
Me
propongo ser completamente justo hacia mis hermanos Adventistas. Estuve
veintiocho años con ellos, desde los diecinueve hasta los cuarenta
y siete años, la época más activa de mi vida. Fui
muy querido por todos ellos, y yo también les amé. Les amo
ahora. Todavía tengo miles de queridos amigos entre ellos. Romper
todos estos tiernos lazos fue una terrible prueba. Aún hoy, mis
lágrimas fluyen libremente mientras escribo estas líneas.
Pero la verdad y el deber me fueron más queridos que los lazos sociales.
Nuevamente,
quiero dejar sentado que ellos son un pueblo sincero, dedicado, y abnegado,
que cree completamente en lo que profesa. Tienen muchas excelentes cualidades,
y hay entre ellos muchos cristianos encantadores. Como todas las iglesias,
tienen su buena porción de miembros indeseables, no a causa de enseñanzas
inmorales, sino a causa de la fragilidad humana, que es común a
todas las iglesias. Diariamente oro por ellos, para que el Señor
bendiga todo lo que es bueno en ellos y les perdone, y de algún
modo anule para bien sus acciones cuando están en error. Esto es
todo lo que me atrevo a pedir para mí mismo.
D. M. CANRIGHT,
1914.