EL SABADISMO RE-EXAMINADO
Robert D. Brinsmead
Capítulo 1
Métodos de procedimiento
Tomado de Gospel
Outreach
Dos reglas básicas gobernarán la manera
en que usaremos la Biblia en esta revisión del sabadismo:
1. El Nuevo Testamento debe interpretar el Antiguo Testamento.
2. Las epístolas del Nuevo Testamento deben interpretar los
evangelios. (1)
Estos dos principios significan que deberíamos
leer la Biblia a la luz del evangelio y juzgar todo asunto de acuerdo con
ella. Cualquier cosa que no esté en armonía con el evangelio,
especialmente como está presentado en las epístolas del NT,
ha de ser rechazada, aunque venga reforzada con numerosos textos "de prueba".
No es suficiente afirmar que la Biblia es verdadera. Hasta los Testigos
de Jehová lo afirman. Necesitamos afirmar que el evangelio es la
verdad de la Biblia. Todas las cuestiones doctrinales deben ser establecidas
a la luz del evangelio.
Decimos que el NT debe interpretar el AT porque éste
último es la revelación preliminar y fragmentaria. Sus instituciones
son sombras de la realidad que ha de venir. Sus profecías velaban
promesas de una salvación que todavía no se había
revelado. Pero en el evangelio de Jesucristo en el NT, se revelan el secreto
de Dios y su gloria. Allí está la palabra final de Dios,
"más allá de la cual no hay nada más que ver ni experimentar".
(2)
Los apóstoles no vinieron a creer en la encarnación
y la resurrección de Cristo por medio de su ingeniosa exégesis
del AT. Más bien, fueron confrontados con estas realidades históricas.
Entonces leyeron y entendieron el AT a la luz del acontecimiento del Cristo
trascendente. Nosotros deberíamos hacer lo mismo.
No deberíamos construír un edificio doctrinal
con escrituras del NT ni vertir el evangelio del NT en un molde del AT.
Jesucristo no puede ser contenido por las formas del AT. Al mismo tiempo
que Él cumplió las esperanzas y el destino de Israel, los
transformó. Por ejemplo, las profecías del AT sólo
podían expresar la salvación escatológica de Dios
en términos de bendiciones sobre Palestina, prosperidad para Jerusalén,
y favor para la casa de David. Todo lo que Dios prometió a Israel
se cumplió cuando Dios resucitó a Cristo y entronizó
su reino (Hechos 13:32-33). Pero, ¡cuán extremadamente por
encima de cualquier lectura literal de las profecías está
la gloria de su exaltación y el favor derramado sobre su pueblo!
Al cumplir el AT, allí, Jesús hizo añicos y rompió
las limitadas formas del judaísmo, bien que estas formas fueran
su sistema legal o su visión profética. El evangelio de Jesucristo
era el vino nuevo que no podía ser contenido por los viejos odres
del judaísmo. En Cristo, las viejas cosas pasaron, y todas son hechas
nuevas. (2 Corintios 5:17).
La venida de Cristo transformó la comprensión
que los apóstoles tenían del AT. Ella debería transformar
nuestra comprensión del AT también. No debemos llegar al
NT a partir del AT, sino llegar al Antiguo a partir del Nuevo.
No sólo debe el Nuevo Testamento interpretar el
Antiguo, sino que las Epístolas deben interpretar los Evangelios.
Mientras Jesús estaba todavía con los apóstoles en
carne y hueso, no les dijo todo lo que deseaba decirles. Declaró:
"Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis
sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él
os guiará a toda la verdad". (Juan 16:12-13).
Después de que el Espíritu fue derramado
durante Pentecostés, las Epístolas del NT explicaron sistemáticamente
el significado de la muerte y la resurrección de Cristo. Algunos
de los dichos de Cristo registrados en los evangelios son todavía
bastante enigmáticos. Sin la luz clarificadora de las Epístolas,
podrían ser malentendidos. Por ejemplo, los opositores de Lutero
pensaban que en las enseñanzas de Cristo habían encontrado
textos "de prueba" para la justificación por las obras.
Sobre el punto en disputa del sabadismo, la última
palabra la deben tener las Epístolas del Nuevo Testamento. Deberíamos
mirar con sospecha cualesquiera afirmaciones importantes que no estén
claramente apoyadas por las Epístolas del Nuevo Testamento.
(N.T.: A menos que se indique lo contrario, las citas
bíblicas son de la Revisión de 1960).
(1) En su libro, The Case for Orthodox Theology,
Edward J. Carnal enumera cinco reglas de interpretación bíblica.
Sus dos primeras reglas se mencionan aquí.
(2) Ernst Kaseman, Commentary on Romans, p. 10.
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