EL SABADISMO RE-EXAMINADO
Robert D. Brinsmead
Capítulo 11
La verdad que pone a prueba
Tomado de Gospel
Outreach
Los Adventistas del Séptimo Día son algunos
de los sabadistas que tienen más éxito al hacer prosélitos.
Aunque adoptaron de los Bautistas del Séptimo Día la práctica
de la observancia del sábado, los Adventistas han tenido más
éxito que los Bautistas del Séptimo Día en convencer
a la gente de observar el sábado como séptimo día.
La razón de esto es que la observancia del sábado en el Adventismo
del Séptimo Día es parte vital de un movimiento apocalíptico.
Los principales argumentos de los adventistas en favor del sábado
se derivan de su interpretación de los libros de Daniel y Apocalipsis.
En el sistema adventista, el sábado asume gran
importancia escatológica. Se convierte en una de las dos grandes
señales identificadoras de la iglesia remanente o verdadera de los
últimos días (Apocalipsis 12:17). (1) Es "el sello del Dios
viviente" escatológico que todo el mundo debe tener para sobrevivir
a la gran tribulación y estar listo para la venida de Jesús
(Apocalipsis 7:1-4). Aunque el Adventismo dice que los cristianos que "no
tienen la luz del sábado" pueden ser justificados, no estarán
entre los salvados de la generación final a menos que tengan este
"sello de Dios". (2)
En su esquema apocalíptico, el Adventismo del Séptimo
Día prevé que los protestantes y los católicos tomarán
el brazo del estado (comenzando en los Estados Unidos) para imponer sobre
el mundo entero la observancia del domingo. En esta "crisis venidera",
el sábado será la prueba final por medio de la cual se decidirá
el destino eterno de cada alma. Los que guarden el domingo en obediencia
a los decretos de la alianza entre la iglesia y el estado recibirán
la "marca de la bestia". Los que permanezcan leales a los mandamientos
de Dios en presencia del gran boicot (Apocalipsis 13:17), recibirán
el "sello de Dios". (3)
Un creciente número de Adventistas del Séptimo
Día ya no toman en serio esta fantasía apocalíptica
del siglo diecinueve, pero muchos todavía lo hacen. Después
de todo, esta interpretación de Apocalipsis 13 y 14 tiene el enfático
patrocinio de la visionaria Ellen G. White. (4)
Aún en este momento, el sábado es la "verdad
probadora" para los adventistas. (5) Aceptar la observancia del sábado
es sinónimo de "llegar a la verdad". En interés de las buenas
relaciones públicas, la naturaleza ofensiva de esta "verdad probadora"
puede que sea mantenida en un segundo plano, pero finalmente todos los
otros cristianos serán juzgados por la sencilla prueba de si guardan
o no el sábado. El Adventismo del Séptimo Día, por
razón de su sabadismo apocalíptico, es implacablemente hostil
a todo otro sistema cristiano que adopte otro patrón de adoración
a Dios.
¿Qué diremos en respuesta a esta "verdad
probadora"? Primero, parece estar en compañía sospechosa.
El adventismo norteamericano surgió en respuesta a la predicción
de William Miller de que el Señor vendría en 1843. Cuando
el mundo no terminó como se había predicho, sus seguidores
no se desanimnaron, sino que revisaron la fecha de Octubre 22, 1844. Especular
sobre el día mismo de la venida de Cristo ya es bastante grave,
pero ¿qué diremos de hacer de la aceptación de esta
fecha una prueba para decidir la suerte del mundo entero? (6)
Por lo que concierne a los primeros adventistas, octubre
22, 1844 constituía esta prueba. Más y más, los cristianos
que no aceptaron este mensaje basado en el tiempo fueron considerados ciegos,
poco inteligentes, y deshonestos. (7) Para el verano de 1844, los milleristas
estaban llamando "Babilonia" a las iglesias opositoras. Muchos milleristas
hasta hicieron de la separación de estas "iglesias prostitutas"
una prueba de salvación, junto con la aceptación del 22 de
Octubre. (8)
Cuando Cristo no vino a destruir los oponentes de los
milleristas, los pioneros del Adventismo del Séptimo Día
proclamaron que la salvación de sus oponentes había pasado
de todas maneras. Supuestamente, el Esposo había venido a las bodas
en el cielo en vez de en la tierra, y había cerrado la puerta a
aquellas vírgenes "fatuas" (Mateo 25:10) -- es decir, los no adventistas.
Entre 1845 y 1851, esta actitud hacia todos los otros grupos cristianos
se conocía como la doctrina de la puerta cerrada. Era sostenida
tan enfáticamente que también ella se convirtió en
una cuestión de prueba, cuya aceptación era necesaria para
la salvación. (9) En vista de que el establecimiento de una fecha
en el primer mensaje había sido llamado "una prueba" y la doctrina
separatista de la puerta cerrada también había sido convertida
en "una prueba", apenas es sorprendente que cuando los adventistas añadieron
el séptimo día sábado a su sistema, el sábado
se convirtió en la gran "prueba final". (10)
Además de las pruebas que ya se han mencionado,
la creencia en el ministerio profético de Ellen G. White, la novedosa
doctrina del juicio investigador y la creencia de que la Iglesia Adventista
del Séptimo Día es la iglesia remanente, se han convertido
más o menos en preguntas de prueba dentro de la comunidad adventista.
Todo esto ilustra que el Adventismo ha tenido una tendencia a hacer de
cada una de sus doctrinas distintivas una prueba -- aún de aquéllas
que el adventismo ha superado y que le gustaría olvidar.
Antes de que el adventismo sea condenado con demasiado
rigor por su ingenuidad o su arrogancia, reflexionemos cómo otras
ramas de la iglesia han cometido el mismo error en principio. ¿No
tienden las denominaciones, los grupos, y los sub-grupos a unirse sobre
la base de sus enseñanzas distintivas, más que sobre la base
de las certezas nada ambiguas de la común fe? ¿No es demasiado
común que estos distintivos énfasis denominacionales se conviertan
en el medio para probar si otros cristianos están firmes en la fe
o no? ¿Cuán a menudo ha sido convertida una cierta forma
de bautismo (aspersión, derramamiento de agua, inmersión,
o ahogamiento) en la prueba de firmeza en la fe? Pero esto es peor que
hacer del sabadismo una prueba. Por lo menos el sábado toca un séptimo
de la vida de una persona, mientras que el bautismo es simplemente una
ordenanza que se cumple una sola vez en la vida. En otras ramas de la iglesia,
uno puede arrepentirse de sus pecados, recibir a Jesús como Señor
y Salvador, y creer todo lo que dijeron los profetas y los apóstoles,
pero si no se adhiere a un cierto punto de vista de la santa cena, no es
recibido en comunión. De esta manera, la santa cena se convierte
en la "pregunta de prueba". Otro segmento de la iglesia hace de la prohibición
de cantar himnos que no sean los que se toman directamente de la Biblia
una prueba de ortodoxia. Otro grupo más hace de la prohibición
de la música instrumental en la iglesia el punto que prueba de si
los cristianos están dispuestos a "hacer una entrega completa".
Luego, hay los que hacen de cierta posición acerca de los "decretos
divinos" (que razonablemente podemos suponer que fueron redactados en Holanda,
más bien que en el cielo) la prueba de ortodoxia. Todo el mundo
es examinado por medio de "los cinco puntos", y los que no pasan esta prueba
son juzgados poco firmes en la fe. Acercándonos más al escenario
evangélico popular, ¿cuán a menudo es convertido un
punto de vista particular acerca del rapto, la tribulación, o el
milenio en la prueba para determinar quién será aceptado
en el campo de las misiones o en un puesto académico? ¿O
se convierte cierto punto de vista acerca de la inspiración bíblica
en la piedra de toque de la ortodoxia evangélica? ¿O si alguien
habla en lenguas o no?
¿Qué diremos en respuesta a todas estas
cuestiones de prueba, incluyendo el sabadismo? Por lo que concierne al
Nuevo Testamento, hay una verdad probadora final que Dios quiere que todos
oigan -- y esa es el evangelio de su Hijo. Dios juzga a la gente por medio
de la palabra del evangelio que se predica en los últimos días
(Juan 3:18,19). Los que obedecen al evangelio son constituídos hijos
de Dios. Son justificados y se les concede la vida eterna (Juan 5:24; Hechos
13:38,39; Romanos 3:24,25). Son sellados con el Espíritu Santo para
el día de la redención (Efesios 1:13-14). Los que desobedecen
al evangelio ya han sido condenados. La ira de Dios permanece sobre ellos
(Juan 3:18,36). Esto significa que el juicio venidero de los últimos
días ya está misteriosamente presente en el evangelio (Juan
3:18,19; 5:24; 9:39, 12:31).
En el Nuevo Testamento, la única pregunta es ésta:
¿Confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees
en tu corazón que Dios le levantó de los muertos? (Romanos
10:9). Este Jesús no es el Jesús de la imaginación
de cualquier persona, sino el Jesús que cumple el Antiguo Testamento
siendo concebido del Espíritu Santo, nacido de la Virgen María,
crucificado por nuestros pecados, y resucitado para nuestra justificación.
Su vida sin pecado, su inherente divinidad, su Señorío a
la mano derecha de Dios, su salvación sólo por gracia, su
Espíritu inmanente, y su regreso otra vez para juzgar a los vivos
y a los muertos son tan intrínsicamente parte de la fe en Jesús
que podemos preguntarnos si existe la verdadera fe dondequiera que son
negados estos artículos de la fe común. Pero la historia
de la iglesia demuestra ampliamente que la fe genuina ha existido con o
sin el sabadismo, con o sin ciertos puntos de vista en relación
con el bautismo, la santa cena, la elección, el milenio, o ciertas
teorías de la inspiración, etc.
Se podría argüir que no puede haber fe genuina
en Jesús si no se abandonan los pecados que violan los mandamientos
de Dios. Este argumento es perfectamente verdadero, pero nos apresuramos
a subrayar que los pecados que desafían la autoridad de Dios y despiertan
su ira se declaran claramente en el Nuevo Testamento. Una y otra vez, los
apóstoles mencionan por nombre propio los pecados que mantendrán
fuera del reino a los que profesan la fe (1 Corintios 6:9-10; Gálatas
5:19-21; Efesios 5:3-8). Pero las así llamadas "pruebas" no se encuentran
jamás en las listas de los pecados que niegan el evangelio.
Con respecto a las formas de adoración a Dios y
el orden en la iglesia, había mucha mayor diversidad en la iglesia
primitiva de lo que por lo general reconocemos. Los cristianos judío-hebreos,
los cristianos judío-helenistas, y los cristianos gentiles de muchas
culturas desarrollaron sus propias formas de adorar a Dios y de vida congregacional.
Hasta había diferentes énfasis teológicos entre varias
congregaciones cristianas. Por supuesto, había una unidad subyacente
en la fe común, pero había también gran diversidad
en la forma de adoración y en la estructura de la comunión.
Por lo tanto, debemos ser cautelosos al tratar de establecer un modelo
de forma y comunidad a partir de la iglesia primitiva.
El evangelio da a los cristianos libertad para guardar
un día para el Señor. Ésta puede ser su manera de
expresar su unidad con la comunidad del Antiguo Testamento. Puede que encuentren
valor en la disciplina de un período regular semanal para la adoración
privada y colectiva. Su herencia particular puede haber investido cierto
día de recuerdos sagrados de modo que no sienten que están
bien si tratan a ese día como a los demás. Nadie debería
condenarlos por esto (Romanos 14:5. Una cosa es que un grupo adopte un
modelo de adoración por medio del cual se propongan honrar a Dios.
Otra cosa muy diferente, sin embargo, es que afirme que este modelo de
adoración es el único legítimo y que todos los demás
están condenados. El que un grupo haga de su propio modelo de adoración
el punto especial de su testimonio es contrario al espíritu entero
del Nuevo Testamento. Preocupaciones externas como la observancia de días
y tabúes alimentarios pertenecen al judaísmo, no al cristianismo
del Nuevo Testamento. En ninguna parte indica Jesús que la observancia
de un día sería una señal para su pueblo. Puede que
un hombre sea un asceta dietista y sin embargo ser un diablo. (Hitler era
vegetariano). Ser sabadista no es prueba de lealtad a Dios. (Los antiguos
judíos clavaron al Hijo de Dios a la cruz y luego se apresuraron
hacia sus casas para guardar el sábado). Pero Jesús dio esta
señal: "En esto conocerán todos que sois mis discípulos,
si tuviéreis amor los unos con los otros" (Juan 13:35). Nadie puede
amar y no ser de Cristo. "El que permanece en amor, permanece en Dios,
y Dios en él" (1 Juan 4:16). El hacer de la observancia de un día
(que de todos modos no es nada singular) el gran tema del cristianismo
no representa en absoluto la espiritualidad de las enseñanzas de
Cristo. (11) En su descripción del juicio final, nuestro Señor
muestra que las ovejas serán separadas de las cabras mediante un
solo criterio: ¿Cómo trataron a sus prójimos? (Mateo
25:31-46).
Notas:
(1) Se dice que la otra marca distintiva es "El Espíritu
de Profecía" -- que se cree se manifestó en la vida y el
ministerio de Ellen G. White.
(2) Véase de Ellen G. White, The Great Controversy
(Mountain View, Calif.: Pacific Press Publishing Assn., 1950), pp. 603-613,
640.
(3) Véase ídem.
(4) Véase ídem.
(5) Véase de Ellen G. White, Testimonies for the Church
(Mountain View, Calif.: Pacific Press Publishing Assn., 1948), 5:80-81;
Prophets
and Kings (Mountain View, Calif., Pacific Press Publishing Assn., 1943),
pp. 118-189); Evangelism (Washington, D. C.: Review and Herald Publishing
Assn., 1946), pp. 233-235.
(6) Véase de Robert D. Brinsmead, Judged by the Gospel:
A Review of Adventism (Fallbrook, Calif.: Verdict Publications, 1980),
p. 304.
(7) Véase de George Storrs,. "Go Ye Out to Meet Him",
Midnight Cry, 3 Oct., 1844, p. 99; "The Finale", Midnight Cry,
10 Oct., 1844, p. 107; Ellen G. White, Early Writings (Washington,
D. C.: Review & Herald Publishing Assn., 1945), pp. 74, 232, 234-235.
(8) Véase de William Miller, "Letter from Wm. Miller",
Midnight Cry, 5 Dec. 1844. pp 179-180; Ellen G. White, Early Writings,
pp. 237-250.
(9) Véase de James White, "A Word to the Little Flock"
(1847): reproducción en facsímil, Washington, D. C.: Review
and Herald Publishing Assn., n.d.), pp. 2, 5, 8.
(10) Véase de Ellen G. White, Early Writings, pp.
42-43, 85, 254; The Great Controversy, pp. 603-612. En el período
inicial del Adventismo del Séptimo Día (1844-1851), las dos
características que formaban la base del nuevo movimiento eran la
doctrina de la puerta cerrada y el séptimo día sábado.
La visionaria Ellen G. White declaró: "Luego se me mostró
que los mandamientos de Dios y el testimonio de Jesucristo en relación
con la puerta cerrada no podían separarse" (Early Writings,
p. 42). James White dijo: "Los puntos principales que nosotros consideramos
como la verdad presente son el séptimo día sábado
y la puerta cerrada" (White al Hermano y la Hermana Hastings, 2 Oct. 1848).
(11) Dijo Ellen G. White: "El sábado es la gran cuestión
que unirá los corazones de los queridos santos de Dios que esperan
... Su observancia era de suficiente importancia como para trazar una línea
entre el pueblo de Dios y los incrédulos" (White, Early Writings,
p. 85).
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