EL SABADISMO RE-EXAMINADO

Robert D. Brinsmead

Capítulo 12
La realidad del sábado

Tomado de Gospel Outreach



El sábado fue dado a Israel como señal de su elección. Fue creado para recordarle que Aquél que había creado el mundo había creado la nación de Israel para sí mismo.

"Guardarán, pues, el día de reposo los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo. Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová  los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó". -- Éxodo 31:16-17.

"Y les di también mis días de reposo, para que fuesen por señal, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico [es decir, los separo, los pongo aparte]". -- Ezequiel 20:12.

La santificación (o separación) del séptimo día era una señal de la santificación o separación de Israel de todos los demás pueblos. Era la marca distintiva por excelencia del judío.

Sin embargo, se ha hecho mucho daño al no distinguir entre la señal y la cosa significada. Cuando Israel confundió la forma con la realidad, los profetas declararon que Dios detestaba sus celebraciones sabáticas (Isaías 1:14; Amós 5:21) . En el judaísmo post-exílico, había una tendencia a glorificar el día sábado al mismo tiempo que se descuidaba lo que se suponía que debía representar el sábado.

Lo mismo puede decirse de la circuncisión, y hasta del bautismo cristiano. Tanto Moisés como Pablo entendieron que la realidad de la circuncisión era la regeneración del corazón (Deuteronomio 10:16; 30:6; Romanos 2:22-29). El judaizante que decía que un hombre no se podía salvar a menos que fuera circuncidado habría tenido razón si hubiera hablado de la realidad en vez de la señal transitoria.

Hay cristianos hoy día que insisten en que el bautismo es absolutamente necesario para la salvación. El texto "de prueba" es 1 Pedro 3:21, que dice que somos salvos por el bautismo. Es verdad que no podemos ser salvos a menos que hayamos sido bautizados o incorporados a la santa historia de la muerte y la resurrección de Cristo (Romanos 6:2-6; 1 Corintios 12:13, Gálatas 2:20). El rito del bautismo tiene el propósito de expresar esta realidad. Es decir, debería mostrar el evangelio visualmente. Pero tenemos que distinguir entre la foma y la realidad. Algunas veces, los cristianos han argumentado tenazmente acerca de la forma del bautismo. ¿Deben los candidatos ser bautizados mediante el derramamiento de agua, el rociamiento, la inmersión, o el ahogamiento, como pensaba Zuinglio de los anabaptistas? Para vergüenza del cristianismo, el espíritu sectario algunas veces ha proclamado: "A menos que usted tenga nuestra forma de bautismo (¡el bíblico, por supuesto!), no se puede salvar. Nuestra manera de hacer esto es la única legítima. Todas las demás son ilegítimas". Aunque debemos tratar de adoptar la forma que mejor haga honor a la realidad, ¿no demuestra la historia de la iglesia que Dios tiene gente que se suscribe a diferentes formas? Y si Dios los acepta como sus hijos, ¿por qué no podemos nosotros aceptarlos como hermanos nuestros? Si Dios no hace de algo una condición para la comunión con Él mismo, ¿debemos nosotros hacer de ello una condición para la comunión los unos con los otros?

Podemos decir del sábado lo mismo que hemos dicho del bautismo: A menos que aceptemos el reposo sabático de Dios, no podemos ser salvos. El libro de Hebreos, que fue escrito para cristianos sabadistas, declara: "Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios" (Hebreos 4:9). Este reposo sabático no es el séptimo día, sino el reposo que se nos ofrece en el evangelio. "Los que hemos creído entramos en el reposo" (Hebreos 4:3). El propósito de Dios de guiar a su pueblo a este reposo ha existido desde la creación. El séptimo día era meramente un recordatorio de esta gran meta en la historia de la salvación.

Es significativo que el único comentario del Nuevo Testamento acerca del sábado se encuentra en Hebreos 4. No hay ninguna indicación en este pasaje (ni en ninguna otra parte del Nuevo Testamento) de que el domingo es el sábado cristiano. El evangelio nos da a Cristo, y sólo Él nos da el verdadero reposo aparte del cual nadie será salvo. No es coincidencia que Mateo introduce un relato de una de las controversias sabáticas de Jesús con la invitación de Él:

"Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas". -- Mateo 11:28,29.
El sábado primitivo

Debemos tener presente la diferencia entre forma y realidad cuando leemos sobre el sábado primitivo.

"Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación". -- Génesis 2:2-3.

Este texto, junto con el mandamiento del sábado en Éxodo 20:8-11, es la principal arma en el arsenal de los sabadistas. Pero, aparte del error de comenzar con el Antiguo Testamento en vez de con el Nuevo, el sabadista lee más en Génesis 2:2-3 de lo que está justificado. Los puritanos, por ejemplo, pensaban que la observancia de un día en siete era una ordenanza de la creación y que por lo tanto debía ser una obligación perpetua. Calvino, sin embargo, era un poco más sabio. Aunque también reconocía la gran antigüedad del sábado, no lo llamó una ordenanza de la creación. Como veremos, hay buenas razones para las reservas de Calvino.

Se reconoce ampliamente que la institución de la familia y el mandato cultural de gobernar la tierra son ordenanzas de la creación. Estas ordenanzas están específicamente dispuestas en Génesis y acompañadas de ejemplos específicos. Sin embargo, esto no puede decirse del sábado semanal. Génesis 2:2-3 no menciona ningún mandamiento ni precepto que requiera que el hombre repose cada séptimo día de la semana. (1) Pero los que tratan de proyectar esta ley de vuelta al Génesis tienen serias dificultades con el pasaje que habla de siervos y bestias de carga -- cosas que no pertenecen al Edén sin pecado.

Finalmente, no hay ningún ejemplo en Génesis de nadie que guardara el sábado semanal. Por lo tanto, no hay prueba en Génesis de que el sábado semanal era una ordenanza de la creación. Alguien podría decir que esto se infiere, pero las afirmaciones dogmáticas requieren un mejor apoyo que una inferencia. Cuando estamos ansiosos de probar un punto, es fácil dar por sentado mucho y presionar a la Biblia más allá de lo que ella dice en realidad.

De cada uno de los seis días de la creación se dice que tuvo un principio y un final:

1.  Y fue la tarde y la mañana un día -- el primer día.- Génesis 1:5
2.  Y fue la tarde y la mañana el día segundo.- Génesis 1:8
3.  Y fue la tarde y la mañana el día tercero.- Génesis 1:13
4.  Y fue la tarde y la mañana el día cuarto.- Génesis 1:19
5.  Y fue la tarde y la mañana el día quinto.- Génesis 1:23
6.  Y fue la tarde y la mañana el día sexto.- Génesis 1:31
¿Por qué no se dice lo mismo del séptimo día? ¿Por qué se dice de cada día que termina, excepto del séptimo? La obra de la creación fue absolutamente terminada el sexto día (Génesis 2:1). Y porque la obra de Dios fue diseñada para que durara por siempre, ¿no podría el reposo haber sido creado para que durara por siempre también?

Por lo tanto, sugerimos que el sábado original era un día abierto y, a diferencia de los otros días, nunca fue creado para terminarse. Era el verdadero sábado, que dura para siempre. En él pueden reposar tanto Dios como el hombre, no porque alguno de los dos se hubiese cansado, sino porque ambos podían reposar en la comunión del reino de Dios. El banquete de amor estaba completamente preparado. ¿Qué otra cosa podrían hacer Dios o el hombre sino disfrutar de él para siempre? Nada se dice acerca de interrumpir esta festividad con seis días de labor.

Puesto que éste era el sábado original, el pecado del hombre fue grande y amargo -- amargo para Dios, así como para el hombre. Porque, en su rebelión, el hombre empañó la creación y abolió el sábado. Ahora Dios debe trabajar nuevamente para restaurar  lo que se perdió y hacer nuevas todas las cosas. Aunque ésta también sería una obra de amor de Dios, le causaría dolor y agonía y una infinita erogación del tesoro celestial. Pero ningún precio era demasiado alto para pagarlo por el objeto de su amor. Así, Jesús declaró: "Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo" (Juan 5:17). En el contexto, Jesús estaba diciendo que Dios no cesó de trabajar en el sábado semanal, ni su Hijo tampoco. Ambos estaban trabajando con dedicación para la restauración del hombre.

La ley del sábado sinaítico, estableciendo seis días de trabajo y un día de descanso, era un instrumento pedagógico para hacer que el hombre mirara hacia atrás, a la creación original de Dios. Cada séptimo día, el hombre habría de tener un respiro de su trabajo "doloroso" (Génesis 3:17) y su agotadora "obra" (Éxodo 20:9). Por lo tanto, el hombre disfrutaría un poco del sábado edénico y recordaría de dónde había caído. Pero, como todas las grandes festividades del calendario mosaico, el sábado no sólo señalaría hacia atrás, a la primera obra de Dios, sino hacia adelante, hacia su última obra, cuando haría nuevas todas las cosas. Por lo tanto, el sábado semanal permaneció como testimonio perpetuo del hecho de que el Dios que actuó en la creación y en el Éxodo (comp. Éxodo 20:8-11 con Deuteronomio 5:15) actuaría otra vez al final de los tiempos para restaurar el sábado sempiterno. Así, hasta el judaísmo entendió que el sábado semanal era "ya un anticipo de la gloria eterna, que será un sábado sin fin". (2)

Que el sábado semanal no era la realidad sino una sombra que señalaba hacia adelante, a la realidad, queda claro en la afirmación de Pablo en Colosenses 2:16,17. Aquí él incluye el sábado semanal en las cosas que son "sombra de lo que habría de venir". Y luego añade que la realidad [del sábado], sin embargo, se encuentra en Cristo. Él es nuestro reposo, así como nuestra paz y nuestra justicia (Mateo 11:28; Efesios 14).

El Nuevo Testamento proclama que, en nosotros, Cristo, el sábado real y eterno de la era por venir, ya ha sido entronizado en la historia. Se nos ofrece en el evangelio, tal como todas las otras bendiciones de los últimos días se nos ofrecen en el evangelio. Pablo usa la palabra "justificación" para representar lo que se nos ofrece en el evangelio. Juan lo llama "vida eterna". El escritor de Hebreos lo llama "un reposo para el pueblo de Dios" (Hebreos 4:9). Tanto Pablo, como Juan, y el escritor de Hebreos, describen la misma realidad.

Cristo trabajó y sufrió para llevar a cabo la nueva creación. Pero su obra de redención está acabada. El pecado ha sido liquidado, el enemigo ha sido derrotado, y la muerte ha sido abolida. No es coincidencia que fue también en el sexto día que el Creador crucificado proclamó: "Consumado es" (Juan 19:30; comp. con Génesis 1:31; 2:1). El evangelio nos invita a entrar en el reposo de Él -- un reposo que es tan permanente como su obra. A través del consuelo del evangelio y la morada del Espíritu Santo, iniciamos esa festividad sabática que nunca terminará. En la vida venidera, experimentaremos ese reposo en su inmortal plenitud.

En su libro "Del Sábado al Domingo", Samuele Bacchiocchi echa a perder el caso de los sabadistas cuando admite que Colosenses 2:16-17 enseña que el sábado semanal era una sombra de las realidades del evangelio. (3) Aunque reconoce la diferencia entre sombra y realidad, arguye que todavía se necesita la sombra del sábado semanal para señalarnos la realidad. Lo aplaudimos por advertirnos que esta sombra "nunca debe constituirse en sustituto de la realidad". (4) Pero Colosenses 2:16-17 no contiene ningún argumento para conservar la sombra ahora que la realidad ha llegado. El escritor de Hebreos usa palabras casi idénticas a las de Colosenses 2:16-17.

Colosenses 2:16-17: ... un día de reposo ... una sombra de de las cosas que habían de venir: la realidad, sin embargo, se encuentra en Cristo.

Hebreos 10:1: La ley es sólo una sombra de las buenas cosas que vienen, no de las realidades mismas.

Bacchiocchi seguramente estaría de acuerdo en que el libro de Hebreos no nos estimula a conservar la sombra levítica. ¿Cómo entonces pueden interpretarse las palabras de Colosenses 2:16-17 como un estímulo para conservar la sombra sabática?

Es imposible apreciar cómo llega Bacchiocchi a estas conclusiones a partir de la epístola de Pablo a menos que uno entienda primero su teología del sábado, presentada en la primera parte de su libro. De manera significativa, su teología se basa en los evangelios. Bacchiocchi interpreta las Epístolas a la luz de las conclusiones sacadas de los evangelios. Bacchiocchi llama la atención al escenario sabático de tantas obras de liberación y sanamiento de Cristo (por ejemplo, el hombre poseído por un demonio en Lucas 4:31-37, la suegra de Simón en Lucas 4:38-39, el hombre de la mano seca en Mateo 12:9-13, la mujer paralítica en Lucas 13:10-17, el paralítico en Juan 5:1-10, el ciego en Juan 9:1-41, etc.). Bacchiocchi indica correctamente que estos pasajes demuestran una íntima relación entre el sábado y el poder liberador de Jesús. Pero luego saca la más extraña conclusión de esta relación. Dice que Jesús hizo estas obras en sábado para llamar la atención "a la función redentora del sábado" (5) y dice "esta función liberadora del sábado". (6) "El sábado es el momento en que los creyentes experimentan la salvación misericordiosa de Dios" (7). "En sábado, Cristo intensificaba su ministerio salvador", dice Bacchiocchi, "para que los pecadores ... pudieran experimentar y recordar el sábado como el día de su salvación". (8) Cristo estaba mostrando que el sábado es "un tiempo para experimentar la salvación de Dios alcanzada por medio de Cristo Jesús". (9)

Llamamos a esto una extraña conclusión porque Bacchiocchi hace que Cristo señale a la grandeza del sábado en vez de hacer que el sábado señale a la grandeza de Cristo. Ya los judíos tenían al sábado en alta estima. En realidad, prácticamente habían deificado el día atribuyéndole toda clase de poderes.

Jesús no necesitaba llamar la atención a la importancia del sábado. Si era posible, los judíos ya habían exagerado su importancia. Jesús llevó a cabo poderosas obras en sábado para subrayar que Él era la realidad a la cual apuntaba el sábado, que, en Él, Dios estaba ofreciendo al hombre el verdadero reposo del cual el día era sólo un símbolo. Cuando en la Fiesta de los Tabernáculos Jesús proclamó que Él era la luz del mundo, ¿estaba tratando de decirnos que el décimoquinto día del séptimo mes sagrado era el momento para pasar de la oscuridad a la luz? Cuando murió por nuestros pecados el viernes de Pascua, ¿nos estaba diciendo que la Pascua era el momento para experimentar la liberación de nuestros pecados? Más bien, ¿no nos están diciendo los evangelios que Jesús es el cumplimiento y la realidad de las festividades semanales y anuales?

La tesis de Bacchiocchi abre la puerta para lo que Calvino denomina "la supersticiosa observancia de los días". (10) En realidad, esto no es diferente de un peregrinaje supersticioso a lugares santos. Si hay "un tiempo para experimentar la salvación de Dios lograda por medio de Cristo Jesús", ciertamente no es sólo un día a la semana, como indica Bacchiocchi, sino el día al cual se refiere Pablo cuando dice: "He aquí ahora el día de salvación" (2 Corintios 6:2).

No hay poder liberador o redentor en un día, sino sólo en la persona y la obra de Cristo. Aquél que es nuestra justicia, nuestra paz, nuestra sabiduría, y nuestra vida es también nuestro sábado. Este sábado trasciende todas las fronteras del tiempo y del espacio.

¿Quién podría objetar el que  una persona o una comunidad decida observar un día de reposo semanal en el cual recordar el poderoso acto de Dios en Cristo y celebrar su liberación? Pero obligar a una celebración semanal con ordenanzas arbitrarias que aherrojan la conciencia, o atribuírle a un día semanal un significado redentor que pertenece sólo a Cristo, es hacer que un día compita con Cristo Jesús.


Notas:

(1)  La primera vez que una ley de día de reposo semanal aparece en la Biblia es en la historia del Éxodo (Éxodo 16,20). Aunque existía una conciencia del bien y el mal desde Adán hasta Moisés, y posiblemente algún conocimiento de un sábado, las ordenanzas precisas no entraron en vigor sino hasta Moisés (Romanos 5:13-14,20; Gálatas 3:17-19). El sabadista debe suponer demasiado acerca del estado edénico. Las condiciones reales de tiempo y espacio en el mundo no caído son tan imposibles de imaginar exactamente como la vida por venir. ¿Por qué tratar de construir una teología sobre las sombras del Antiguo Testamento cuando el Nuevo Testamento nos da la palabra final de Dios?

(2)  Gerhard Friedrich, ed. Theological Dictionary of the New Testament, 7:8

(3)  Véase de Samuele Bacchiocchi, From Sabbath to Sunday, pp. 358, 364.

(4) Ídem, p. 364.

(5)  Ídem, p. 29, 73.

(6)  Ídem, p. 36.

(7)  Ídem, p. 55.

(8)  Ídem, p. 73.

(9)  Ídem. El punto de vista de Bacchiocchi sobre el sábado suena asombrosamente similar a la posición católica romana sobre los sacramentos, que sostiene que la gracia es comunicada a través de los elementos del pan y del vino. Otro erudito Adventista del Séptimo Día, Sakae Kubo, dice: "el sábado como memorial de la creación es significativo para nosotros sólo después de que lo vemos como un memorial de nuestra 'nueva creación' ... "para el cristiano, el sábado se convierte en una señal de lo que Dios ha hecho en él ... El cristiano celebra la actividad creadora de Dios en su vida, que lo ha hecho una nueva creación" (Sakae Kubo, "Man´s First Full Day", Ministry, Nov. 1980, p. 17).

Esto está sospechosamente cerca de hacer del sábado una marca distintiva de la piedad del sabadista y un memorial de su justicia impartida.

(10)  John Calvin. Institutes of the Christian Religion, bk. 2, chap. 8, sec. 31.


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