EL SABADISMO RE-EXAMINADO
Robert D. Brinsmead
Capítulo 14
La libertad del Evangelio
Tomado de Gospel
Outreach
Hemos visto que los primitivos cristianos en Jerusalén
continuaron guardando el sábado. Sin duda, la fe en la resurrección
llenaba el antiguo día de reposo de nuevo significado para ellos.
También hemos visto que Pablo se oponía
a los cristianos judíos que insistían en que los cristianos
gentiles debían vivir como judíos con respecto a las leyes
sabáticas. El evangelio trajo libertad en cuestiones externas como
la observancia de días y los tabúes alimentarios judíos.
Sin embargo, debemos recordar que la libertad cristiana
trabaja en dos sentidos. Desafortunadamente, algunos cristianos gentiles
insistían en que los cristianos judíos debían demostrar
su libertad abandonando la observancia del sábado. Esta actitud
de los gentiles era tan una negación del evangelio como la disposición
a imponer las ordenanzas mosaicas a las iglesias gentiles.
Hay mucha gente que guarda el sábado para el Señor
como una expresión de su devoción a Cristo, sabiendo que
esta observancia no contribuye nada a su salvación. Romanos 14 dice
claramente que Dios acepta esta expresión de devoción, y
que los que guardan el sábado para el Señor no deben ser
condenados. La gente tiene tanto derecho a apartar un día apropiado
para celebrar los actos redentores de Cristo como para apartar un momento
de tranquilidad diariamente. Un día así puede muy bien tener
gran beneficio litúrgico.
La gente con una herencia religiosa particular puede ser
de parecer que guardar cierto día es honrar a Dios de la mejor manera
posible. El evangelio no requiere que hagan una dislocación violenta
de su herencia. El evangelio le da a una persona libertad para guardar
su sábado, de la misma manera que le da a otra libertad para no
guardarlo. Cada uno necesita recordar que si ambos revisaran minuciosamente
el Nuevo Testamento buscando evidencia, ninguno de los dos podría
encontrar apoyo para imponer este modelo de culto sobre la conciencia del
otro. Si lo que hacen es para el Señor, ambos son aceptados por
Dios, y, por lo tanto, ambos deberían aceptarse el uno al otro.
A los cristianos judíos no se les requería
violar su innata sensibilidad con relación a los días santos
o los alimentos inmundos. Al Adventista del Séptimo Día tampoco.
El evangelio le da libertad para guardar el sábado y comer su bisté
de gluten. Insistir en que debe abandonar su modelo de culto es negar el
evangelio y caer bajo la censura de Colosenses 2:16. El amor cristiano
no nos hará insensibles a los escrúpulos religiosos de los
demás.
Los que creen que un judío o un adventista tiene
que dejar de guardar el sábado o comenzar a comer carne de puerco
para ser justificado (por lo menos delante de los demás) son tan
legalistas como los que insisten en que un cristiano debe guardar el sábado
y abstenerse de comer carne de cerdo para ser justificado. Mientras el
evangelio continúe siendo de la mayor importancia, la iglesia cristiana
es enriquecida, más bien que empobrecida, por la diversidad.
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