EL SABADISMO RE-EXAMINADO
Robert D. Brinsmead
Capítulo 6
Romanos 14:5
Tomado de Gospel
Outreach
Uno hace diferencia entre día y día;
otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente
convencido en su propia mente. - Romanos 14:5.
El libro de Romanos probablemente se escribió aproximadamente
diez años después del libro de Gálatas. La mayoría
de los comentaristas parecen creer que Romanos es una ampliación
del mensaje a los gálatas. Existe alguna discrepancia entre algunos
eruditos en cuanto a si Gálatas o Romanos debería ser considerado
como la declaración primaria de la tesis paulina sobre la ley y
la gracia.
Sin embargo, no es difícil demostrar que el tratamiento
de la ley por parte de Pablo en el libro de Romanos es, en algunos respectos,
bastante diferente de la manera en que trata la ley en el libro de Gálatas.
Existe considerable confusión porque se supone demasiado rápidamente
que uno de los libros es apenas una ampliación del otro.
La manera en que Pablo discute la ley en Gálatas
es abrumadoramente negativa. Dice que la ley se introdujo como una medida
temporal y de urgencia, 430 años después de que el pacto
de la promesa fue dado a Abraham. La ley era un paidagogos cuyo mandato
terminaba a la venida de Cristo (Gálatas 3:19). Fue un guardián
durante la infancia de Israel. Sus ordenanzas tenían al pueblo "en
esclavitud bajo los rudimentos del mundo" hasta que Cristo vino a redimirles
(Gálatas 4:1-5).
La énfasis esencial de Colosenses no es en manera
alguna diferente. El "acta de los decretos" fue clavada en la cruz (Colosenses
2:14). Efesios 2:14-15 dice esencialmente lo mismo.
Porque él es nuestra
paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación,
aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados
en ordenanzas.
En este pasaje, Pablo alude probablemente al velo en los
recintos del atrio en el templo, que separaba a los judíos de los
gentiles. La ley le daba al judío ocasión de despreciar a
los gentiles, y a los gentiles ocasión de odiar a los judíos.
Los tres principales aspectos de la ley que hacían conspicua esta
separación eran la circuncisión, el sábado, y las
leyes alimentarias. El apóstol declara que Cristo ha quitado la
hostilidad entre judíos y gentiles aboliendo en su carne la ley
con sus mandamientos y ordenanzas. Aquí se designa la ley o dispensación
entera porque, como hemos visto, para Pablo no hay selectividad para con
la ley.
En 2 Corintios, Pablo confronta nuevamente el problema
de los cristianos judíos infiltrados (2 Corintios 11:22). En el
capítulo 3, declara que el ministerio de la letra, "grabado ...
en tablas de piedra", ha sido reemplazado por el ministerio del Espíritu
"escrito ... en tablas de carne del corazón" (2 Corintios 3:3-11).
El tono de las epístolas pastorales paulinas es
bastante similar al de 2 Corintios, Gálatas, Efesios, y Colosenses.
Pablo todavía está librando su batalla con los cristianos
judíos, por una parte, y con los libertinos, por la otra -- pero
más con los primeros que con los últimos. La meta de su enseñanza,
declara el apóstol, "es amor nacido de corazón limpio, y
de buena conciencia, y de fe no fingida" (1 Timoteo 1:5). Luego añade:
De las cuales cosas desviándose
algunos, se apartaron a vana palabrería, queriendo ser doctores
de la ley, sin entender ni lo que hablan. Pero sabemos que la ley es buena,
si uno la usa legítimamente; conociendo esto, que la ley no fue
dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los
impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas
y matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas,
para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto
se oponga a la sana doctrina, según el glorioso evangelio del Dios
bendito, que a mí me ha sido encomendado. -- 1 Timoteo 1:6-11.
A través de sus cartas a Timoteo y a Tito, Pablo enfatiza
claramente la fe y el amor, expresados en justicia, piedad, paciencia,
bondad, humildad, etc. (1 Timoteo 1:14, 4:12, 6:11-12; 2 Timoteo 1:13,
2:18, 3:10; Tito 2:2, 11-14, 3:1-2). Advierte a los jóvenes pastores
contra "el contender sobre palabras" (2 Timoteo 2:14), "cuestiones necias
e insensatas" (2 Timoteo 2:23), "los de la circuncisión" (Tito 1:10),
"fábulas judaicas" (Tito 1:14), y "discusiones acerca de la ley"
(Tito 3:9). Aparentemente, la "vana palabrería" a la que él
ataca constantemente en estas cartas viene de los que "quieren ser maestros
de la ley" (1 Timoteo 1:6-11).
Así, en el contexto de oponerse a los cristianos
judíos que insisten en imponer la ley sobre los creyentes gentiles
(que es el trasfondo de 2 Corintios, Gálatas, Efesios, Colosenses,
1 y 2 Timoteo, y Tito), la estimación de la ley por parte de Pablo
es consistentemente negativa. Sin embargo, en el libro de Romanos encontramos
una apreciación de la ley por completo diferente. Aquí el
apóstol tienen muchas afirmaciones positivas que hacer acerca de
ello. Lejos de decir que la ley ha sido abolida (Efesios 2:14,15) o clavada
en la cruz (Colosenses 2:14), Romanos declara que la ley medirá
la justicia de todos los hombres en el día del juicio . Sólo
los que alcancen lo que la ley requiere serán justificados (Romanos
2:12-16). Lejos de abolir la ley, los que ponen su fe en la gran transacción
en el Calvario "confirman la ley" (Romanos 3:31). El apóstol puede
hasta decir: "Según el hombre interior, me deleito en la ley de
Dios" (Romanos 7:22; compárese con Salmos 119). En Romanos 8, Pablo
procede a decir que, en Cristo, Dios hizo por nosotros lo que la
ley no podía hacer, "para que la justicia de la ley se cumpliese
en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu"
(Romanos 8:3-4 . Luego sigue la afirmación más positiva de
todas: "Los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no
se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden" (Romanos 8:7). La inferencia
aquí es que el hombre espiritual es el que está sujeto a
la ley. ¡Esto difícilmente suena como que Pablo está
diciendo que la ley ha sido abolida!
¿Cómo explicamos una estimación tan
positiva de la ley en vista de lo que Pablo ha dicho en el libro de Gálatas?
¿Cómo puede el apóstol reprender a los gálatas
por querer estar sujetos a la ley, pero decirles a los romanos que los
que son hostiles a Dios no están sujetos a ella?
La respuesta a este problema no se encontrará
diciendo que Pablo denigra la ley ceremonial en Gálatas, mientras
alaba la ley moral en Romanos. Como ya hemos visto, el apóstol no
establece una clara distinción entre los aspectos ceremoniales y
morales de la ley. Más bien, Pablo trata la ley como un todo.
Es decepcionante leer los comentarios que la mayoría
de los eruditos en la tradición reformada hacen sobre Gálatas.
Ellos usan el libro de Romanos para embotar el filo agudo y cortante del
libro de Gálatas. No le permiten a Pablo decir lo que tiene que
decir en Gálatas sin modificarlo y rodearlo de afirmaciones tomadas
del libro de Romanos. Puede ser teológicamente correcto decir que
la ley se convierte en una norma de vida para el creyente regenerado. Puede
haber verdad en el dicho puritano de que la ley nos señala a Cristo
como el camino de la salvación, y que Cristo nos señala hacia
atrás, hacia la ley, como norma de conducta. Pero esto no es lo
que Pablo dice en Gálatas. En Gálatas, él no dice
nada acerca de la ley como norma de conducta después de que Cristo
ha venido. Más bien, dice que el que ha sido justificado ya no necesita
el paidagogos.
Por otra parte, los que derivan su tesis principal sobre
la ley y la gracia del libro de Gálatas no hacen justicia a las
afirmaciones positivas sobre la ley en el libro de Romanos. Se inclinan
a embotar el filo agudo de Romanos importando comentarios del libro de
Gálatas, pero deberíamos permitir que las palabras de Pablo
tuvieran su fuerza plena tanto en Gálatas como en Romanos. La verdad
jamás se encuentrará embotando el agudo filo de la paradoja
bíblica o buscando alguna posición intermedia entre los dos
polos. Debemos aceptar la aguda verdad de perspectivas aparentemente contradictorias.
Esto no significa que la verdad es una contradicción. No hay contradicción
entre Gálatas y Romanos. En Gálatas (y en 2 Corintios, Efesios,
y Colosenses), Pablo discute la ley como es ministrada en el sistema legal
mosaico. En él, los deberes religiosos y éticos son puestos
en un rígido código escrito. El bien y el mal son definidos
por la letra de la ley. La conducta es controlada por una multitud de ordenanzas,
muchas de ellas bastante arbitrarias. Todo el ministerio mosaico de la
ley se presenta como un infantil enfoque reglamentario de lo que es correcto
y lo que no lo es, que los creyentes adultos en el evangelio ya no deben
tolerar.
Además, Romanos no fue escrito para la iglesia
gentil sino para una comunidad mixta gentil-judía. Había
tantos judíos en Roma en el siglo primero como en Jerusalén
(aproximadamente 50.000).
Una rama de la iglesia de Roma estaba compuesta de cristianos
judíos. Evidentemente, Pablo respetaba demasiado las sensibilidades
de ellos acerca de la ley como para enfocar la cuestión de la ley
como lo hizo en su carta a los gálatas. Comenzó su carta
a los romanos enfocando la ley como un modelo divino, más bien que
como un código de ordenanzas. Con la palabra "modelo" no queremos
decir un libro de reglas que define ordenanzas precisas sobre dónde
y cuándo tener culto, qué comer, etc. Esta no es la clase
de modelo al que Pablo se refiere en Romanos, pues dice que hasta los gentiles,
"que no tienen ley [como un modelo escrito], ... muestran la obra de la
ley escrita en sus corazones" (Romanos 2:14-15). Es obvio que los gentiles
no tenían cosas externas, como el sábado, las leyes alimentarias,
las leyes sacrificiales, y muchas otras ordenanzas mosaicas, escritas en
sus corazones. Pero sí tenían escrita en sus corazones la
conciencia de su responsabilidad hacia Dios, a cuya imagen habían
sido creados. Por lo tanto, estas afirmaciones positivas sobre la ley no
se refieren a las ordenanzas del código mosaico sino a la verdadera
intención del espíritu de la ley (Romanos 7:6).
Ya sea en forma escrita (como fue dada a los judíos)
o en forma no escrita (como la poseían los gentiles), la ley es
un deber implacable que acusa a los que dejan de vivir a la altura de sus
demandas. Detrás de las ordenanzas mosaicas estaba el mandato divino
a menudo repetido: "Santo serás, pues yo soy santo". El ministerio
mosaico dejó clara una cosa - la ley era implacable en su exigencia
de total fidelidad a la voluntad de Dios. Y sin embargo, hasta la conciencia
del pagano era un eco de la justicia divina que requerirá
una vida sin mancha en el día del juicio. La justicia requiere del
hombre exactamente lo que siempre ha requerido - una vida en perfecta
armonía con el carácter de Dios. El problema humano es que
nadie puede cumplir las demandas de este modelo divino. Pero el evangelio
proclama que una justicia así puede hallarse por fe en la justicia
de aquel Sustituto que vivió y murió en nuestro lugar.
La muerte de Cristo no niega el modelo de justicia exigida
por la ley, ni en su forma escrita ni en la no escrita, sino que rinde
tributo a la ley. El evangelio de Cristo no embota el agudo filo de este
modelo perfecto, sino que lo afina más allá de su expresión
bajo el ministerio mosaico. Los principios éticos eternos que se
encuentran en el Antiguo Testamento son incorporados y se les da gran profundidad
y espiritualidad en el Nuevo Testamento. Cuando el Nuevo Testamento exige
fe y amor como el todo del hombre, no presenta un modelo nuevo, sino el
verdadero propósito de la ley de Moisés. Los justos requerimientos
de la ley que son cumplidos en el creyente (Romanos 8:4) no son el cumplimiento
meticuloso de la letra de las ordenanzas mosaicas. En Romanos 7:1-7, (un
pasaje que se acerca lo más posible al pensamiento de Gálatas),
Pablo dice que, por medio de la muerte de Cristo, él está
muerto a esta clase de obediencia. Pablo ahora sirve "bajo el régimen
nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra"
(Romanos 7:6). Esa nueva manera es la manera de la fe y el amor, que se
desarrolla en la instrucción práctica que se da en Romanos
12-15.
Aquí hay una sujeción a la ley de Dios por
parte del creyente, pero no es una sujeción a la letra del código
mosaico. Antes de su conversión, Pablo estaba casado con la letra
de la ley. Esta devoción a la ley hizo de Pablo un blasfemo y perseguidor
de la iglesia. Cuando Pedro se retiró de la mesa y no quiso comer
con los gentiles, no hizo nada contra el código escrito. En realidad,
estaba presionado por la delegación de Jerusalén para que
cumpliera con las estipulaciones del código escrito. Y sin embargo,
Pablo reprochó su conducta porque "no andaba rectamente conforme
a la verdad del evangelio" (Gálatas 2:14). Por otro lado, David
y sus hombres comieron el pan de la proposición, lo cual estaba
prohibido por la letra del código mosaico. Y Joiada llevó
a cabo una insurrección armada contra la malvada reina Atalía
en un día sábado (2 Reyes 1:5,7,9). Estas acciones eran contrarias
a la letra del código mosaico, pero se registran en la Biblia como
actos de justicia. Lutero cita otros ejemplos del Antiguo Testamento en
los cuales algunos hombres osadamente transgredieron el código escrito
por exigencias de la fe y el amor. Es posible obedecer la letra de la ley
y hacer lo malo (como Pedro) o transgredir la letra de la ley y hacer lo
bueno (como David).
Un código de ordenanzas no puede cubrir adecuadamente
cosas tales como la ira apresurada, el juicio prematuro, un espíritu
vengativo, o la falta de humildad. Ni puede representar adecuadamente los
más nobles atributos del espíritu humano. Por ejemplo, los
padres pueden imponer reglas de conducta sobre sus niños pequeños
con el propósito de prepararlos para que sean considerados con los
demás. Pero es posible que un niño cumpla con estas reglas
sin ser considerado. Un libro de reglas no puede ni hacer cumplir ni producir
un buen carácter.
Los profetas del Antiguo Testamento son precursores de
Jesús y los apóstoles en expresar desdén por la religión
de externalismos. Hablan de un nuevo pacto por venir, en el cual el verdadero
espíritu de la ley estará escrito en el corazón. Pero
lo que sólo es sugerido por los profetas es expresado por Pablo
con revolucionaria claridad. Antes de su conversión, la ley como
código escrito era el centro de la vida de Pablo. De hecho, estaba
"casado" con ella (Romanos 7). Pero, después de su experiencia en
el camino a Damasco, Cristo se convirtió en el centro de su vida.
Entonces supo que "cuando alguien se vuelve al Señor, el velo [que
cubre el corazón cuando se lee a Moisés] se le quita" (2
Corintios 3:15-16). Cayó en la cuenta de que el ministerio de Moisés,
que requería cumplir con la letra de sus ordenanzas, tenía
que fenecer y ser reemplazado por el superior ministerio del Espíritu.
Sin embargo, este nuevo modo de obedecer, que brota de la devoción
por Cristo, no niega el modelo de la ley sino que lo cumple.
El verdadero propósito de la ley de Moisés
era "verdad en lo íntimo" (Salmos 51:6). La ley como "letra" o "código
escrito" es una "ley del pecado y de la muerte" porque no restringe el
pecado sino que en realidad estimula toda clase de males (Romanos 7:8-13).
Pero "la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús" libera
al creyente "de la ley del pecado y de la muerte" para que el verdadero
propósito de la ley -- fe y amor -- pueda convertirse en realidad
en su vida (Romanos 8:2-4).
Cuando Pablo considera la ética cristiana en Romanos
12-15, podemos llamar a esto "el tercer uso de la ley" según la
teología reformada. Cualquier imperativo, cualquier "deber", es
ley. En este sentido, se ha impuesto mucha ley sobre los cristianos en
las epístolas paulinas. Pero la ética de Romanos 12-15 no
restaura la letra del código legal mosaico para convertir a los
cristianos en esclavos de ordenanzas arbitrarias nuevamente.
Después de mostrar que el verdadero propósito
de la ley es el amor (Romanos 13:8-10), Pablo procede a describir lo que
esto significa en la situación concreta que existía en la
iglesia de Roma. Esta comunidad cristiana estaba compuesta tanto de judíos
como de gentiles. Sus iglesias eran pequeños grupos que se reunían
en los hogares. Había gran diversidad entre ellos. La evidencia
de las catacumbas indica que, no sólo se reunían en diferentes
localidades, sino en ocasiones diferentes. Algunas reuniones de culto se
tenían en hebreo, otras en griego. Los cristianos judíos
tenían escrúpulos acerca de comer alimentos que habían
sido consagrados a ídolos, o alimentos inmundos. Otros no tenían
estos escrúpulos porque no tenían experiencia con las leyes
alimentarias judías. Algunos creían en abstenerse totalmente
de beber vino; otros no. Había también diferencias acerca
de las festividades. Los cristianos judíos eran sabadistas. Este
es el contexto del siguiente pasaje:
Uno hace diferencia entre
día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada
uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso
del día, lo hace para el Señor: y el que no hace caso del
día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor
come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor
no come, y da gracias a Dios.
Así que, ya no nos juzguemos
más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner
tropiezo u ocasión de caer al hermano. -- Romanos 14:5-6,13.
Los puritanos y los que
han seguido su tradición sabadista han tratado de argüir que
Pablo no podía estarse refiriendo al sábado semanal en este
pasaje. Pero, cuando reconstruímos la situación histórica
de una iglesia gentil judía, es por completo increíble suponer
que Pablo se está refiriendo a cada día del calendario sagrado
judío excepto el sábado semanal. En Romanos 14, Pablo declara
que el cristianismo no es cuestión de argumentar acerca de los tabúes
alimentarios:
Porque el reino de Dios
no es comida ni bebida, sino justicia, paz, y gozo en el Espíritu
Santo. Porque el que en esto sigue a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado
por los hombres. -- Romanos 14:17-18.
De la misma manera, Pablo
podría haber dicho: "El reino de Dios no es una cuestión
de argumentar sobre qué día es santo, etc."
Pablo cree en estar
sujeto a la ley de Dios (Romanos 8:7), pero no como está administrada
en las ordenanzas del antiguo código escrito. En favor de lo que
sí apela en Romanos 14 es una conducta determinada por las exigencias
de la fe y el amor:
Así que, sigamos
lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación. No destruyas
la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son
limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo
que come. Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano
tropiece, o se ofenda, o se debilite.
¿Tienes tú fe? Tenla
para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí
mismo en lo que aprueba. Pero el que duda sobre lo que come es condenado,
porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado.
Así que, los que somos fuertes
debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a
nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo
que es bueno, para edificación. Porque ni aun Cristo se agradó
a sí mismo; antes bien, como está escrito: Los vituperios
de los que te vituperaban, cayeron sobre mí". -- Romanos 14:19-23;
15:1-3.
Aunque Pablo desdeñaba
a los tontos gálatas por observar los días sagrados del calendario
judío (Gálatas 4:10), les dice a los romanos que los que
consideran un día sagrado por encima de otro no deberían
ser condenados. ¿Por qué no toleraba el apóstol el
sabadismo en una situación y lo toleraba en otra? Había dos
razones. Primera, los cristianos judíos de Roma, como los cristianos
judíos de Jerusalén, guardaban la ley, incluyendo el sábado,
pero no para ser justificados delante de Dios. Segunda, la observancia
del sábado era parte de su herencia. El evangelio les dio la libertad
de continuar viviendo como judíos. Además, Pablo discernía
que podría hasta ser peligroso para un cristiano judío repudiar
sus costumbres y violar sensibilidades innatas (Romanos 14:23).
Una vez conocí
a un judío que se había convertido en dirigente cristiano
evangélico. Me dijo que no podía acostumbrarse a la idea
de comer pescado sin escamas aún sabiendo que no estaba sujeto por
la ley en esta materia.
Los que son criados
en un hogar Adventista del Séptimo Día devoto podrían
relacionarse con lo que este judío dijo. Según Pablo, ni
el judío evangélico ni el adventista evangélico están
obligados a demostrar su liberación desafiando las sensibilidades
de su cultura. Y aún en el caso de que fueran lo bastante "fuertes"
para hacerlo, no deberían hacer alarde de esta libertad delante
de su propio pueblo. F. F. Bruce capta hermosamente el espíritu
de Pablo cuando dice:
Algunos no
pueden distinguir en seguida entre lo esencial y lo no esencial: Si abandonan
un orden antiguo en favor de un orden nuevo, sienten que es necesario abandonar
todo lo que está asociado con el antiguo orden - rasgos neutrales
y hasta útiles, así como de otras clases. Pero esto es cambiar
una forma positiva de obligación legal por una forma negativa. Así,
en el extremo opuesto de los cristianos judíos de Jerusalén
que seguían sus antiguas costumbres como cosa normal puede haber
habido otros en alguna otra parte que los descontinuaron por principio.
La política de Pablo era diferente de ambas. Las almas verdaderamente
emancipadas no son esclavas de su emancipación. Pablo se ajustaba
a las costumbres, o se apartaba de ellas, según en compañía
de quiénes se encontraba, judíos o gentiles, de cuando en
cuando, haciendo de los intereses del evangelio su suprema consideración.
En la compañía de judíos, Pablo naturalmente observaba
las leyes alimentarias judías, por pura cortesía, y no sólo
por caridad cristiana. Ni tampoco violentaba los sentimientos judíos
violando la santidad de los días festivos, por mucho que personalmente
juzgaba iguales todos los días. Es verdad que quedó consternado
cuando se enteró de que sus conversos gálatas habían
comenzado a "guardar los días, los meses, los tiempos, y los años"
(Gálatas 4:10); pero ellos eran gentiles, y no tenían buenas
razones para adoptar el calendario sagrado judío, mucho menos para
adoptarlo como obligación religiosa. Pablo mismo había heredado
una vez la observancia de ese calendario como obligación religiosa,
pero había aprendido como cristiano a disfrutar de completa libertad
con relación a su observancia o no observancia.
Es seguro que en Jerusalén,
de entre todos los lugares, vivía como judío practicante,
sólo que por consistencia con su política declarada de "no
ser tropiezo ni a judíos ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios"
y de "agradar a todos en todo, no procurando mi propio beneficio, sino
el de muchos, para que sean salvos" (1 Corintios 10:32-33). Había
pocos "griegos" en Jerusalén, pero tanto los judíos como
la iglesia de Dios en esa ciudad se escandalizarían si él
dejaba de observar las "costumbres".
Pero si Pablo reclamaba
libertad de acción para sí mismo en estos asuntos, ¿por
qué se la negaría a otros cristianos judíos? Si ellos
compartían su actitud hacia las prácticas tradicionales de
Israel en el sentido de que ya no eran requisitos divinos sino que eran
acciones voluntarias que podían ser llevadas a cabo u omitidas según
fuera más expedito, podían continuar con ellas libremente.
No eran más necesarias para ellos que para Pablo ser esclavo de
la emancipación de ellos. Si deseaban, por las que les parecían
buenas y adecuadas razones, circuncidar a sus hijos, Pablo quería
recordarles que él había circuncidado a Timoteo por las que
a él le parecieron buenas y adecuadas razones. Sus cartas no nos
indican que aconsejase a cristianos judíos en este respecto, excepto
que los cristianos judíos y los cristianos gentiles debían
respetar los escrúpulos los unos de los otros -- o la falta de ellos.
(1)
Notas
(1) F. F. Bruce, Paul : Apostle of the Heart Set Free, pp. 346-347.
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