EL SABADISMO RE-EXAMINADO
Robert D. Brinsmead
Capítulo 7
Dos formas del judaísmo
cristiano
Tomado de Gospel
Outreach
Innegablemente, se podría argumentar muy convincentemente
en favor del sabadismo mediante el uso particular de la Biblia. Por ejemplo,
los puritanos eran gigantes en el conocimento bíblico, y reforzaban
su sabadismo con un voluminoso apoyo bíblico. Los teólogos
de Westminster y otros grandes estudiosos de la Palabra, como Charles Hodge,
Arthur Pink, y John Murray, lo hacían también. Los Adventistas
del Séptimo Día han "ganado" a tres millones de cristianos
para su causa sabadista, y apoyan sus argumentos con muchos textos bíblicos.
Sin duda, algunos de mis lectores sabadistas han estado
revisando mentalmente las Escrituras en busca de textos para contradecir
la evidencia de las epístolas paulinas que he presentado. No es
difícil encontrar textos de "prueba" a favor o en contra del sabadismo.
Los que no reconocen esto no han examinado honestamente el punto de vista
opuesto.
No es de ninguna ayuda mofarse de la mentalidad, mucho
menos de los motivos, de los que asumen otro punto de vista. Pero hay que
recordar que hay una forma correcta y una forma incorrecta de leer la Biblia.
El Antiguo Testamento está dividido entre la ley
y los profetas. El Nuevo Testamento proclama que Jesús cumple con
ambos. Por lo tanto, los evangelios interpretan ambos testamentos.
Los profetas
Con propósitos ilustrativos, consideraremos primero
los profetas del Antiguo Testamento. Los profetas eran judíos, y
hablaban a judíos acerca del glorioso propósito de Dios para
su pueblo. La única manera en que podían describir la salvación
venidera era usar las imágenes y el lenguaje de la geografía,
la historia, y la cultura palestinas. Así, los profetas hablaban
de la salvación venidera en términos de florecimiento en
el desierto, fuentes en lugares resecos, prosperidad en Jerusalén,
la restauración de la tienda caída de David, la conquista
de los edomitas, y las grandes bendiciones sobre la casa de David. Por
todas partes, el Nuevo Testamento anuncia que todas estas promesas se han
cumplido en la resurrección de Cristo, en la entronización
de su reino, y en el derramamiento de su Espíritu sobre su pueblo
creyente. Se necesita la misma clase de fe para creer esto que para creer
al evangelio. En realidad, creer que Jesús cumple todas estas promesas
es creer en el evangelio (Hechos 13:32,33).
Si uno comienza con el Antiguo Testamento y se sujeta
a las promesas palestinas al pie de la letra, esas promesas ciertamente
no suenan como realidades en el Nuevo Testamento. Una lectura literal de
Amós 9 no suena como el énfasis misionero de la iglesia primitiva
(comp. a Amós 9:11-12 con Hechos 15:14-19). Isaías 40:3-5
no suena como Juan Bautista. (¿Construyó carreteras en el
desierto?)
No fue su estudio de los profetas del Antiguo Testamento
lo que llevó a los apóstoles a creer que Jesús era
Dios encarnado o que resucitó de entre los muertos. Ni fue el punto
de partida para la teología de los apóstoles un punto de
vista particular del Antiguo Testamento en el cual insertaron la historia
de Jesús. Más bien, fueron confrontados con la realidad histórica
de Jesús - su vida, sus milagros, su muerte, y su resurrección.
Entonces leyeron el Antiguo Testamento y lo interpretaron a la luz de la
revelación final de Dios en Cristo. Vieron que Jesús era
la nueva Creación, el nuevo Adán, el nuevo Moisés,
el nuevo Templo, el nuevo David, etc. También vieron que Jesús
y su pueblo eran el nuevo Israel, el remanente escatológico que
había heredado todas las promesas que Dios hizo a Israel.
Los apóstoles no interpretaron a los profetas del
Antiguo Testamento según la letra de su idioma palestino - como
si las fuentes en el desierto significaran la irrigación de los
árboles de aguacate en Palestina, o como si la defensa de Jerusalén
por parte de Dios significara los bombarderos británicos defendiendo
los santos lugares durante la Segunda Guerra Mundial. Interpretaron a los
profetas del Antiguo Testamento con mucha libertad profética. Porque,
cuando Jesús cumplió las esperanzas de Israel, las transformó.
¿Cómo podían los profetas transmitir adecuadamente
la maravilla del acto de redención de Cristo y la gloria de su reino?
Y, sin embargo, el evangelicalismo popular (dispensacionalismo)
insiste en que los profetas deben cumplirse al pie de la letra - bagaje
palestino y todo. El desierto significa el desierto, los ríos significan
ríos, la lluvia sobre Palestina significa lluvia sobre Palestina
(aunque Pedro interpretó la lluvia como el derramamiento del Espíritu
[comp. a Joel 2:23; 28-32 con Hechos 2:15-21]), y Jerusalén significa
Jerusalén (aunque Pablo dice que Agar significa la Jerusalén
terrenal, y que la comunidad de Jerusalén significa la iglesia cristiana).
Mediante la insistencia en el cumplimiento de la profecía al pie
de la letra, el dispensacionalismo trata de meter los impresionantes actos
escatológicos de Dios en un marco judaico. Pero el poderoso acto
de Dios en Cristo estaba por completo fuera de los límites de la
expresión profética. Cuando Jesucristo cumplió a los
profetas, excedió con mucho las estrechas perspectivas de la esperanza
judaica. El vino nuevo del evangelio de Jesús no puede ser contenido
en los antiguos odres del Antiguo Testamento del judaísmo. Por lo
tanto, los profetas deben ser interpretados, y hasta reinterpretados, por
el mensaje del Nuevo Testamento.
Al intentar restaurar la letra de la profecía del
Antiguo Testamento, estableciendo por lo tanto un lugar privilegiado para
los judíos literales, el dispensacionalismo predica el judaísmo
cristiano. Pablo puede muy bien haber tenido que enfrentarse a estas enseñanzas
de los cristianos judíos de mentalidad apocalíptica.
La Ley
Del mismo modo que los dispensacionalistas han insistido
en interpretar la profecía del Antiguo Testamento al pie de la letra,
el Adventismo del Séptimo Día ha insistido en interpretar
la ley del Antiguo Testamento al pie de la letra. Pero, de la misma manera
que nosotros debemos dejar que el Nuevo Testamento interprete a los profetas
del Antiguo Testamento a su propia manera) es decir, a la luz del evangelio),
así también debemos dejar que el Nuevo Testamento interprete
la ley del Antiguo Testamento a su propia manera (es decir, a la luz del
evangelio). El suceso Cristo hizo una gran diferencia en la manera en que
los apóstoles leían a los profetas del Antiguo Testamento,
e hizo una gran diferencia en la manera en que leían la ley del
Antiguo Testamento. Ellos reinterpretaron la ley con la misma libertad
profética con la cual reinterpretaron las profecías. Por
ejemplo, Pablo reinterpretó la ley mosaica concerniente a los bueyes,
como sigue:
¿Quién fue jamás soldado
a sus propias expensas? ¿Quién planta viña y no come
de su fruto? ¿O quién apacienta el rebaño y no toma
de la leche del rebaño? ¿Digo esto sólo como hombre?
¿No dice esto también la ley? Porque en la ley de Moisés
está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Tiene
Dios cuidado de los bueyes, o lo dice enteramente por nosotros? Pues por
nosotros se escribió; porque con esperanza debe arar el que ara,
y el que trilla, con esperanza de recibir el fruto. Si nosotros sembramos
entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos
de vosotros lo mateial? -- 1 Corintios 9:7-11
En Jesucristo, Dios ha hecho nuevas todas las cosas. Como
declaró Pablo: "Las cosas viejas pasaron; he aquí todas son
hechas nuevas". (2 Corintios 5:17). A causa de la venida de Cristo, ya
no podemos leer a los profetas de la misma manera, ni podemos leer más
la ley de la misma manera.
Y sin embargo, el Adventismo del Séptimo Día
construye su base teológica a partir del Antiguo Testamento. El
Adventismo del Séptimo día deriva su ética de la letra
de la ley del Antiguo Testamento y luego trata de ajustar el mensaje del
Nuevo Testamento a este marco judaísta. Pero esto es simplemente
un intento de echar el vino nuevo del evangelio en los viejos odres del
judaísmo.
Esto ocurre, no sólo con la manera en que el Adventismo
del Séptimo Día trata el mandamiento del sábado, sino
también con su aplicación de los aspectos levíticos
de la ley. Por ejemplo, el Adventismo ha estudiado minuciosamente el esquema
del santuario de dos compartimientos en Levítico. Luego, razonando
a partir de la premisa de que lo que se hizo en el tipo debe hacerse en
el antitipo, ha proyectado hacia el cielo este santuario de dos compartimientos.
En realidad, el dispensacionalismo es el adventismo nacido
en Gran Bretaña, y el Adventismo del Séptimo Día es
el adventismo nacido en los Estados Unidos. Ambos movimientos son ramas
de un movimiento apocalíptico anglosajón que se inició
en lados opuestos del Atlántico en las décadas de 1830 y
1840. Es interesante notar que ambos movimientos han incorporado una comprensión
judaísta del Antiguo Testamento al mensaje cristiano. Los dispensacionalistas
han hecho con los profetas lo que los Adventistas han hecho con la ley.
Si los dispensacionalistas leyeran la ley como leen a los profetas, serían
adventistas; y si los adventistas leyeran a los profetas como leen la ley,
serían dispensacionalistas.
Me gustaría sugerirles a mis amigos dispensacionalistas
y adventistas (porque yo reconozco de todo corazón a ambos como
mis hermanos en Cristo) que establecer nuestras presuposiciones éticas
o proféticas a partir del Antiguo Testamento y luego tratar de adaptar
el Nuevo Testamento a ellas es usar la Biblia de modo insatisfactorio.
Debemos permitir que el Nuevo Terstamento interprete al Antiguo. Si nuestro
sistema ético profético no encuentra ningún apoyo
en el Nuevo Testamento, deberíamos ponerlo en tela de juicio.
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