EL SÁBADO, LA LEY,
Y EL EVANGELIO


Rolaant McKenzie

Traducido de Gospel Outreach

16. La ley de Cristo vs. la ley de Moisés

Las palabras de Jesucristo en el sermón del monte (Mateo 5-7) ilustran muy bien la superioridad del evangelio (o ley de Cristo) sobre la ley mosaica. Y, como se mencionó antes, muestra a Cristo tomando la autoridad de la ley mosaica y colocándola sobre sí mismo. El centro de atención se ha trasladado de la ley antigua y se ha centrado en Cristo, el que introduce la nueva ley, o el nuevo pacto.

Mateo 5:21-28

Mateo 5:38-48

Mateo 7:12
"Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. De hecho, esto es la ley y los profetas".

Aunque honrar padre y madre es parte de la ley mosaica, no hay ningún mandato de amarles, así como no hay ningún mandato de que los esposos deben amar a sus esposas o viceversa. Tampoco hay en la ley ningún mandamiento disuadiendo a los padres de provocar a ira a los hijos. En el evangelio, el amor abarca la conducta en todas estas áreas. Eche un vistazo a estos pasajes:

Colosenses 3:18-21

Efesios 6:1-4

Éstos son sólo algunos ejemplos de por qué el evangelio es superior a la ley mosaica que fue cumplida por la vida perfecta de Cristo. Si uno ama en el sentido del evangelio, si ama a su esposo o esposa y a sus hijos (y viceversa), uno no odiaría a su hermano o hermana; no cometería adulterio con su cuerpo, ni con sus ojos, ni con su mente; trataría de buscar la paz con su oponente siempre que fuese posible; no se vengaría de sus enemigos, sino que oraría por ellos. Cristo resumió toda la ley y los profetas al proclamar estos mandamientos que reclaman cumplimiento a través de los siglos: amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, y con toda nuestra mente; y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Mateo 22:36-40; Marcos 12:28-31). Si amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, lo hacemos porque amamos a Dios con todo nuestro corazón, toda nuestra alma, y toda nuestra mente. Si no amamos a Dios, no podemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Esta es la esencia de vivir en la luz del evangelio de Jesucristo; la suma y la substancia de amar dentro del marco del evangelio.
Gálatas 6:2
"Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo".

Llevar los unos las cargas de los otros demuestra amor al prójimo, cuidado por el bienestar del prójimo, un interés más que pasajero en cómo pueden ser satisfechas las necesidades del prójimo. Esto cae bien dentro del mandamiento de Cristo de que nos amemos unos a otros como él nos ama (Juan 13:34-35), que es una parte vital de vivir de acuerdo con el evangelio.

El cuidar los unos de los otros como Dios cuida de nosotros, por medio de la obra interior del Espíritu Santo, nos pone en obediencia a la ley de Cristo. Nos pone en conformidad con la voluntad de Dios de que nos amemos unos a otros y consideremos como propias las cargas los unos de los otros.

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