VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE

Jerry Gladson, Phd. D., A.P. C.

Tomado de Proclamation!
Mayo-Junio de 2001

Traducción de Román Quirós M.


Una de las doctrinas de los Adventistas del Séptimo Día por la cual yo solía abogar apasionadamente es la idea de que, al morir, la persona no va ni al cielo ni al infierno ni a un lugar intermedio, sino que permanece en la tumba, a esperar la resurrección. "¿Hay vida después de la muerte?", solía yo preguntar a mi auditorio evangelista, y luego contestaba diciendo: "Sí, pero no antes de la resurrección". Esta doctrina se conoce formalmente como condicionalismo, o sueño del alma, es decir, la inmortalidad es condicional, no inherente, concedida divinamente a los redimidos en la resurrección general. Los muertos están inconscientes.

Los Adventistas del Séptimo Día consideran esto como uno de los pilares cruciales de su sistema teológico. El adventismo actual expresa este punto de vista con estas palabras:

La paga del pecado es muerte. Pero Dios, el único que es inmortal, concederá vida eterna a los redimidos. Hasta que llegue ese día, la muerte es un estado inconsciente para todo el mundo. Cuando Cristo, que es nuestra vida, aparezca, los justos resucitados y los justos vivos serán glorificados y arrebatados en el aire para encontrarse con su Señor. La segunda resurrección, la resurrección de los impíos, tendrá lugar mil años más tarde (1).

Quizás más directamente, la Enciclopedia Adventista del Séptimo Día señala que, puesto que los seres humanos son una "unidad integral", cuando mueren, con la desintegración de esta unidad, "la existencia consciente ya no es posible". Además, "la inmortalidad, el estado sin muerte, es "condicional a la aceptación de Cristo", y será "concedida simultáneamente a todos los salvos de todas las edades a la segunda venida de Cristo" (2). De manera similar, "la muerte no es la aniquilación completa", observa Los Adventistas del Séptimo Día Creen: " ... es sólo un estado de inconsciencia temporal mientras la persona espera la resurrección" (3).

Mientras yo era estudiante de primer año en lo que ahora es Southern Adventist University, recuerdo que hice una investigación para una tesis de fin de trimestre sobre este tema, y pasaba horas en la biblioteca examinando pilas de periódicos para una investigación sobre literatura. Uno de los artículos que leí comentaba una reciente investigación científica sobre parapsicología, que intentaba establecer el peso de las personas tanto antes como después de la muerte, para ver si había alguna diferencia en el peso del cuerpo (4). La teoría era que quizás algo - ¿el "espíritu" o el "alma"? - partía, dejando el cuerpo con menos substancia (5). Suspiré aliviado cuando el artículo llegó a la conclusión de que no había ninguna evidencia de que nada medible había abandonado el cuerpo al morir. Esto confirmaba mi fe adventista. Años más tarde, cuando Raymond Moody, M. D., comenzó a escribir sobre experiencias "fuera del cuerpo" de personas que habían sido resucitadas después de que se creía que habían muerto, me encogí, aunque me daba cuenta, sin embargo, de que, aunque estas experiencias debían ser explicadas, involucraban a personas vivas. Aunque el jurado todavía está fuera, parecía que la ciencia respaldaba la posición adventista (6). Hasta ahora, bien.

No fue sino hasta que comencé a leer la Biblia más detenidamente que comencé a notar alguna información perturbadora. Constantemente tropezaba con pasajes que implicaban alguna forma de vida, aun un estado consciente, después de la muerte. Por supuesto, muchos de estos textos se encuentran en poesía, pero la sugerencia de tal estado consciente es clara. En la tumba (Seol), dice el poeta que escribió el libro de Job,

ellos [los muertos] sólo sienten el dolor de sus propios cuerpos, y sólo se duelen de sí mismos (7). Job 14:22.

El libro de Isaías contiene una endecha burlona contra el rey de Babilonia, imaginando que el rey entra al lugar de los muertos, el Seol:

El Seol abajo se espantó de ti; despertó muertos que en tu venida saliesen a recibirte, hizo levantar de sus sillas a todos los príncipes de la tierra, a todos los reyes de las naciones. Todos ellos darán voces, y te dirán: ¿Tú también te debilitaste como nosotros, y llegaste a ser como nosotros? Descendió al Seol tu soberbia, y el sonido de tus arpas; gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán. Isa. 14:9-11.

Ezequiel pinta un cuadro aun más vívido cuando describe el descenso de Faraón al Seol:

Hijo de hombre, endecha sobre la multitud de Egipto, y despéñalo a él, y a las hijas de las naciones poderosas, a lo profundo de la tierra, con los que descienden a la sepultura. Porque eres tan hermoso, desciende y yace con los incircuncisos. ... A éstos verá Faraón, y se consolará sobre toda su multitud. Faraón muerto a espada, y todo su ejército, dice Jehová el Señor. ... También Faraón y toda su multitud yacerán entre los incircuncisos con los muertos a espada, dice Jehová el Señor". Ezequiel 32:18-32.

¿Son todos todos estos poemas meras descripciones simbólicas o míticas? ¿O indican que algunos escritores del Antiguo Testamento, y presumiblemente sus oyentes, no creían que los muertos estuviesen enteramente desprovistos de vida o de un estado consciente?

Un ejemplo conspicuo de esta aparente anomalía es la extraordinaria historia del encuentro de Saúl con la médium espiritista en un lugar llamado Endor (1 Sam. 28:3-25). Cuando yo enseñaba Antiguo Testamento en la Southern Adventist University, este pasaje siempre nos perturbaba muchísimo a mí y a la mayoría de los estudiantes de la clase.

El incidente de 1 Samuel 28 ocurre en el cenit del ascenso de David a la prominencia en Israel, que comienza en 1 Samuel 16 y concluye en 2 Samuel 5:10 con las palabras: "Y David iba adelantando y engrandeciéndose, y Jehová Dios de los ejércitos estaba con él". El enfoque de la sección inmediata (1 Sam. 28:3-2 Sam. 1:27) es la caída final y la muerte de Saúl. La muerte de Saúl ocurre en el centro mismo de esta sección.

1 Samuel 28 es la única narración de una sesión espiritista, una narración de la aparición de muertos. En este sentido, es única. Su paralelo más cercano ocurre en el Nuevo Testamento, en la narración de la transfiguración, cuando Elías y Moisés aparecen con Jesús en el monte (Mar. 9:2-8** Mat. 17:1-8; Luc. 9:28-36).

Desesperado por la amenazadora cercanía de los ejércitos filisteos, Saúl procura la dirección divina. Puesto que Samuel está muerto (v. 3), Saúl inquiere del Señor, sin duda usando las sagradas piedras sacerdotales, Urim y Tummim (8). No recibe ninguna respuesta, ni por las suertes sagradas, ni por medio de sueños, ni por medio de los profetas (v. 6). Esto fuerza la mano de Saúl, obligándole a buscar una alternativa en una médium de Endor, no lejos de Gilboa, contrariamente a la ley escrita de Israel (Deut. 18:10-11; Lev. 19:31; 20:6, 27) y contra su propia política (1 Sam. 28:7).

Asustada y un poco renuente, la médium conjura la aparición de Samuel, a quien Saúl reconoce por su vieja capa (vs. 8-14). Luego, Samuel pronuncia un oráculo de condenación (vs. 15-19). Le recuerda a Saúl que éste está en esta situación porque "Jehová se ha alejado de tí y se ha convertido en tu enemigo" (v. 16). Saúl y sus hijos se reunirán con Samuel en el Seol, el lugar de los muertos, dice, al día siguiente. Saúl inmediatamente cae postrado al suelo, aterrorizado. Luego, después de haber sido instado a comer, se escurre fuera de la tienda en la noche (vs. 20-29) (9).

Esta extraña experiencia no tiene precedentes en la Biblia. Lord Byron llamó a este relato "la más excelente y consumada escena de brujería que jamás se escribió o se concibió ... Es superior a todas las escenas de fantasmas que jamás leí (10)". Aunque, por sí misma, no está enfocada en el tema de la vida después de la muerte, indirectamente refleja actitudes relativas a la vida que pueden haber sido comunes en Israel en esta coyuntura particular, y que deben ser tomadas en cuenta si hemos de configurar una teología bíblica plena de la condición humana en la muerte.

¿Quién o qué es la médium consultada por Saúl? La expresión hebrea usada para ella (v. 7), .eshet bahalat-,ob, "mujer señora de la nigromancia" (11), aparentemente se deriva de la raíz ,b, "padre, antepasado", y denota a alguien que se comunica con los espíritus de los antepasados (12). En el v. 3, esta misma palabra se usa junto con yidde'oni, "espíritu familiar", es decir, alguien que a la vez tiene conocimiento del mundo invisible y está estrechamente familiarizado con los adivinos (13). Obviamente, estos términos son expresiones sinónimas para describir lo que nosotros llamamos un "médium", una persona a través de la cual se supone que son transmitidos mensajes de los muertos. Actualmente, la televisión por cable presenta a un médium de nombre John Edward en un programa llamado "Crossing Over" (14). En cada episodio, se supone que Edward se comunica con y transmite mensajes de los conocidos y parientes fallecidos de los presentes en el auditorio, que están con él en el estudio (15). La mujer a la que Saúl consultó debe haber sido, en ropaje antiguo, una persona similar a ésta. Tanto Levítico como Deuteronomio prohibían consultar a tales personas, y Saúl mismo había tratado de extirpar esta práctica (1 Sam. 28:9).

Sin embargo, a pesar de la naturaleza clandestina de la experiencia, Samuel se le aparece a Saúl. Este episodio ha sido el centro de considerable controversia, en particular acerca de la naturaleza de la aparición de Samuel. ¿Fue realmente el espíritu de Samuel lo que apareció? Y, si es así, ¿cómo es que pudo ser invocado por una médium? Si la aparición era el diablo, o alguna clase de espíritu malo que se hacía pasar por Samuel, ¿cómo es que pudo anunciar una profecía que resultó verdadera? (16). A causa de su posición acerca de la muerte, los adventistas afirman rápidamente que esta figura no es en realidad Samuel en absoluto, sino un espíritu malo que se hace pasar por Samuel. Arguyendo que Dios jamás se habría involucrado en algo prohibido, como la nigromancia, Leroy Froom, a quien podemos considerar representante de la posición adventista, afirma que la experiencia de Saúl "fue un burdo engaño, una simulación de Samuel por parte de un 'espíritu' depravado, que le colaron a un rey desesperado y apóstata" (17).

Sin embargo, el texto no parece ser tan seguro de esto como Froom. "He visto dioses [élohim] que suben de la tierra", dice la médium, usando un término que normalmente denota "dios" o "Dios" en sus 2,570 ocurrencias en el Antiguo Testamento. Aquí la palabra parece describir a un ser no humano o sobrenatural de alguna clase (18). La médium observa (v. 14) que la aparición tiene puesto un "manto" (me'il), la misma palabra usada para describir el manto que Ana traía anualmente a Samuel a Siloh (2:19), y evidentemente la misma prenda de vestir que distinguió a Samuel durante su carrera. Samuel llevaba este manto en ocasión del rechazo de Saúl (15:27).

La mención del manto permite a Saúl identificar la aparición. "Saúl entonces entendió que era Samuel" (28:14). En la siguiente escena, Samuel le habla a Saúl (vs. 15-19). No hay ninguna indicación de parte del narrador de que esta aparición, por extraña que sea, es alguien aparte de Samuel. Un lector desinteresado de esta historia tiene la clara impresión de que aquí se debe entender que se refiere al verdadero Samuel. Anuncia un mensaje a Saúl consistente con lo que Samuel le había dicho mientras estaba vivo (ver 15-27). Es llamado "Samuel" sin ninguna reserva (vs. 14-15, 20). Sólo en las fases iniciales del encuentro espiritista, cuando la sombría figura, el élohim, se materializa, hay alguna duda. El escritor se propone dar la impresión de que es Samuel el que aparece del Seol, el "lugar de silencio y quietud donde la impotencia de las sombras hace completamente imposible al vigor exuberante de la vida real" (19), Esta era, no sólo la intención del escritor, sino también la creencia de los lectores implícitos de este relato (20). En una clase sobre Samuel, que yo enseño actualmente en el Columbia Theological Seminary en Decatur, Georgia, un estudiante de una de las iglesias adventistas o milleristas relacionadas, la Conferencia General de la Iglesia de Dios, tenía dificultades con este sentido natural del pasaje (21). Habiéndole pedido un día en clase que tradujera el hebreo de una porción de Samuel 28 que menciona el regreso de Samuel de entre los muertos, noté que titubeaba. "¿Tiene usted algún problema con este pasaje?", le pregunté. "Sí", respondió con timidez. "Yo no creo que los muertos pueden regresar de la tumba".

Descubrí que, como otras culturas antiguas, los hebreos creían que, cuando una persona moría, aunque su vida terrenal había terminado, no abandonaba por completo la existencia o el sentido consciente. En vez de eso, permanecía en un lugar debajo o fuera de la tierra, que sólo Dios conocía, ajena a su vida anterior (22). Desde el Seol, los espíritus individuales, conocidos como élohim o numina, podían ser invocados para consultarles. En esto, los hebreos simplemente reflejaban los conceptos tradicionales que conocemos en la literatura mesopotámica y cananea (23). Mucho más tarde en la tradición (siglo segundo A. C.), en su alabanza de los antiguos ciudadanos respetables del pueblo hebreo, Ben Sira escribe acerca de Samuel:

Aun después de haber dormido, profetizó y anunció al rey su muerte, y alzó su voz desde la tierra en profecía, para borrar la maldad del pueblo. Sirach 46:20.

Por lo tanto, junto con la tradición hebrea, el escritor de 1 Samuel 28 entiende que esta aparición de entre los muertos era el profeta Samuel en un estado post-mortem. Además, el escritor cree que Samuel ha sido "·perturbado", es decir, despertado del estupor de la muerte (24). Por lo tanto, si tomamos la experiencia de Saúl a pie juntillas, como aparentemente lo hace el narrador, ¿qué indica este relato sobre el sueño del alma o la posición condicionalista de los seres humanos en la muerte? Me encontré rumiando esta pregunta más y más mientras mis estudiantes de Antiguo Testamento se concentraban en este incidente, exigiendo una respuesta consistente con el adventismo y dejándome frustrado, sin una explicación que realmente tuviese sentido.

Primera Samuel 28 corre a contrapelo de la idea absolutamente crítica para la teoría condicionalista de que los muertos están inconscientes, siempre y en todas las circunstancias. Si, al morir, ocurre una completa disolución, como suponen los condicionalistas, entonces no habría nada que sirviera de intermediario para el estado consciente, como este pasaje parece requerir. La única respuesta posible del condicionalismo, sin introducir ninguna idea extraña en el texto, sería decir que Yahvé, en estas inusuales circunstancias, trajo milagrosamente a Samuel a alguna forma de conciencia y le permitió reiterarle a Saúl lo que le había dicho cuando estaba vivo. Pero esta no es la reacción adventista (25). En vez de eso, el adventismo se aferra a la teoría de que la aparición no es realmente Samuel - contrariamente a la claridad del texto - y de que el diablo está engañando a Saúl. Ellen White explica que la médium "había entrado en un pacto con Satanás para entregarse a su control", de modo que la aparición no podría haber sido Samuel. "Samuel no estaba presente en esa guarida de espíritus malos. Esa aparición sobrenatural fue producida solamente por el poder de Satanás" (26).

¿Cómo podría ser esto así?, seguía yo preguntándome. El texto no permite nada ni remotamente similar a esta interpretación. Si sólo tuviéramos este texto, no podríamos nunca llegar a la conclusión de que esta era una personificación impía de Samuel. El pasaje dice claramente: "Y Samuel le dijo a Saúl ..." (v. 15, traducción del autor). Sin embargo, yo sabía que el adventismo no tenía más opción que ofrecer esta explicación. Su doctrina sobre la muerte no permite ninguna otra posibilidad.

El adventismo parece haber adquirido la creencia condicionalista del predicador millerista George Storrs (1796-1879), que la había desarrollado para 1841 antes de ingresar al grupo de milleristas. Storrs, un exilado tanto del congregacionalismo como del metodismo, había estudiado las Escrituras cuidadosamente y llegado a la conclusión de que los seres humanos no poseen inmortalidad inherente, sino que la reciben sólo como un don por medio de Cristo Jesús (27). Los impíos, habiendo rehusado el don, serán extinguidos completamente. Aunque William Miller se oponía al punto de vista de Storrs, igual que Josiah Litch, el punto de vista permaneció, y recibió su primer tratamiento completo Adventista del Séptimo Día con D. P. Hall. Hall, que más tarde quedó envuelto en la defección de la facción de los Mensajeros, del adventismo en la década de 1850, parece ser el primer adventista en razonar que, puesto que los seres humanos son una unidad, cuando una persona muere, el todo también muere. Por lo tanto, el alma no puede ser inherentemente inmortal. Hall también reconocía las implicaciones de la posición de la inmortalidad del alma para la Segunda Venida, la resurrección, y el destino final de los impíos. Si las almas van inmediatamente a estar con Cristo, ¿de qué sirven la Segunda Venida o la resurrección? Hall escribió: "Nuestro punto de vista sobre la naturaleza del hombre dará forma y color, hasta un alto grado, a nuestro punto de vista sobre la vida, la muerte, la resurrección, el cielo, el infierno y, de hecho, a todos los otros temas de la revelación" (28). Así es.

La doctrina llegó a adquirir una especie de status "canónico", instalada como una de las creencias fundamentales del adventismo. En 1889, Ellen White la incluyó en los que ella llamó los "hitos" del movimiento adventista. Estos hitos eran la "purificación del santuario", los mensajes de los tres ángeles, el sábado, y "la no inmotalidad de los impíos" (29). Declaró, además, que la "inmortalidad del alma era una de esas falsas doctrinas que Roma tomó prestadas del paganismo e incorporó en la religión del cristianismo". Descansa en la "doctrina de la conciencia en la muerte", una idea que "se opone a las enseñanzas del las Escrituras, los dictados de la razón, y nuestros sentimientos de humanidad". La idea de la inmortalidad inherente será uno de los engaños de Satanás en los últimos días - una "obra maestra del engaño", termina diciendo (30).

Palabras fuertes, éstas. Pero yo no podía sacudirme la más obvia enseñanza de 1 Samuel 28 y los otros pasajes del Antiguo Testamento que parecían ir en dirección contraria. Es verdad que había muchos textos que indicaban el sueño del alma (31), pero también estaban los otros. Las dos ideas de "sueño" y la conciencia parecen haber coexistido en el pensamiento hebreo, sin ningún intento de reconciliación (32). ¿Cuál transmitía la verdad? ¿De qué lado debe estar una persona? ¿Cuál es la condición exacta de una persona en la muerte? La presentación bíblica de la muerte parecía mucho más compleja que la teoría adventista del condicionalismo.

Reconociendo que las creencias cambian con el tiempo, me volví al así llamado período intertestamentario, la época entre el Antiguo Testamento y el Nuevo (c. 300 A. C. - 50 D. C.) para ver qué podía encontrar acerca de los puntos de vista sobre la muerte antes de la llegada del cristianismo. Lo que encontré fue igualmente perturbador. La Sabiduría de Salomón, un libro de sabiduría escrito a mediados del siglo primero A. C., comenta:

Las almas de los justos están en las manos de Dios, y ningún tormento les tocará jamás ... Porque, aunque a la vista de los demás, fueron castigadas, su esperanza está llena de inmortalidad. Sabiduría 3:1,4.

Aun más explícitamente, el libro 4 de Macabeos, una conferencia sobre el dominio de las pasiones por la razón religiosa, escrita en algún momento entre c. 63 A. C. y la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70 D. C., cuenta el martirio de Eleazar, sus siete hermanos, y su madre bajo el régimen de Antíoco IV Epífanes (175-163 A. C.). El "premio" de estos mártires judíos, después de la muerte, fue la "inmortalidad en la vida eterna" (17:12). Hasta Antíoco "se maravilló de su resistencia, a causa de la cual ellos están ahora delante del trono divino y viven la vida de la eterna bienaventuranza" (v. 17). Por este y otros crímenes, Antíoco "fue castigado en la tierra y está siendo castigado después de su muerte" (18:5) (33). A pesar de tener que sufrir aquella muerte con tortura, estos mártires, junto con sus antepasados "han recibido de Dios almas puras e inmortales" (v. 23).

En el período intertestamentario, como en el Antiguo Testamento, la idea de alguna forma conciencia después de la muerte parece haber coexistido en el judaísmo primitivo junto con las ideas del sueño del alma y la resurrección. El primero, según Otto Kaiser, tiene raíces, no sólo en la creencia popular, sino también en las influencias persas y griegas sobre el pensamiento hebreo; la segunda es una solución claramente judía conectada con la expectativa de un juicio final (34).

Volviendo al Nuevo Testamento, encontré esencialmente la misma tensión. Un grupo de textos parece considerar a los muertos como inconscientes, en reposo hasta la resurrección (35); otro, que los muertos están conscientes de alguna manera inmediatamente después de la muerte, posiblemente en el paraíso o en el infierno. En este último caso, Hebreos se refiere a "los espíritus de los justos hechos perfectos" que ya están en el cielo (12:23). Nótese también la referencia apocalíptica a las almas bajo el altar en el cielo, los mártires para Cristo, que claman: "Soberano Señor, santo y verdadero, ¿cuánto tiempo pasará antes de que juzgues y vengues nuestra sangre?" (Apoc. 6:9.10). Considérese, también, la parábola de Jesús sobre el rico y Lázaro. En el Hades, el rico "alzó sus ojos y contempló a Abraham a lo lejos con Lázaro a su lado" (Luc. 16:23). Varios otros pasajes en el Nuevo Testamento indican la misma creencia (2 Cor. 4:16-5:10; Fil. 1:21-23)(36). Un pasaje introduce ideas aun más desusadas. Me refiero al extraño pasaje en 1 Pedro que dice que Cristo fue y predicó a los "espiritus encarcelados", en el ámbito de los muertos (3:19-20):

Cristo ... muerto en la carne pero vivificado en espíritu, en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Diosen los días de Noé, mientras se preparaba el arca. 1 Pedro 3:19-20.

Este enigmático pasaje ha ocasionado mucho debate a lo largo de los siglos (37). ¿Cuándo hizo esto Cristo? ¿Cuáles espíritus? ¿Cómo lo llevó a cabo? Se han ofrecido tres interpretaciones substanciales. La primera insiste en que, antes de su encarnación, Jesús predicó a los desobedientes en los días de Noé. La segunda, que sigue el texto casi literalmente, supone que, entre su muerte y su resurrección, Jesús bajó al lugar de los muertos y les predicó a los espíritus de las personas que habían muerto en los días de Noé. La tercera interpretación también supone una acción entre la muerte y la resurrección, pero en vez de a los desobedientes del diluvio, Jesús proclamó su victoria sobre todos los principados y potestades a los ángeles malos que se mencionan en Gén. 2-4.

¿Cuál interpretación es correcta? La frase prepositiva inicial, en hoi, debe ser tomada como "en qué circunstancias", "mientras", o "cuándo" (38). Si esto es así, entonces el pasaje se refiere a un tiempo inmediatamente después de la muerte de Jesús. Esto parecería eliminar la típica respuesta adventista, es decir, que esto se refiere a la proclamación en los días de Noé (39). Entonces, ¿quiénes son estos espíritus? Uno no puede descartar la posibilidad de que son los espíritus de los impíos muertos que están encarcelados en el lugar de los muertos. En este punto, uno puede detectar algo similar a las ideas griegas y romanas sobre el Hades (40). Por lo menos, este pasaje concuerda con los del Antiguo Testamento que ven la tumba como un lugar sombrío en el cual permanece alguna forma de conciencia.

Para cuando llegué al final de mi estudio, ya había visto suficiente. Se me ocurrió que la posición adventista sobre la naturaleza de la muerte, como muchos otros dogmas de la iglesia, había fracasado en el manejo de la complejidad de la información bíblica. En vez de tratar realística y maduramente el difíicl material de la Biblia, aunque no fuese capaz de una síntesis, la iglesia, en sus años formativos, había ignorado parte de ese material y llegado apresuradamente a la conclusión de que el condicionalismo se enseñaba consistentemente en la Escritura, y de que, además, esta idea debía ser una creencia fundamental y una prueba de discipulado para los cristianos. En otras palabras, la iglesia echó mano de pasajes que apoyan el sueño del alma y minimizó la importancia de otros que ofrecen una perspectiva diferente. Quizás en algún siglo de aquí en adelante el adventismo reconozca este juicio apresurado y modifique su postura dogmática para permitir más de un punto de vista sobre este tema.

¿Por qué echó mano el adventismo de la interpretación condicionalista y la convirtió en una prueba ácida para los cristianos? No siendo sociólogo, sólo puedo especular. Como el adventismo difería significativamente de las iglesias establecidas del siglo diecinueve, echó mano ávidamente de métodos para justificar su distinción. Naturalmente, la enseñanzas diferenciadoras, como el sábado, los mensajes de los tres ángeles, y el estado de los muertos se convirtieron en símbolos de identidad. De aquí que estos símbolos eventualmente evolucionaran hasta convertirse en pruebas de lo que significa ser Adventista del Séptimo Día. En la actualidad, los evangelistas adventistas habitualmente consideran estos símbolos como "verdades de prueba" porque tienden a separar los que quieren ser adventistas de los que no quieren serlo. Los adventistas todavía se aferran a estos puntos de identidad, porque no quieren ser clasificados a la ligera junto con otros cristianos.

Sin embargo, tanto los adventistas, con su idea de la no inmortalidad del alma, como los que se adhieren a la inmortalidad del alma, apelan sinceramente a la Biblia en busca de apoyo. La evidencia bíblica no puede, sin distorsión, ser reducida completamente a ninguna de las dos posiciones. La Biblia no puede ser forzada completamente hacia ninguno de los dos campos. Su presentación de la muerte trasciende tanto el condicionalismo como la inmortalidad del alma. ¿Por qué no resuelve este punto la Biblia? En mi opinión, no es el propósito de la revelación bíblica revelar la naturaleza exacta del estado de la muerte, no más de lo que se propone revelar la forma esférica de la tierra o los orígenes del universo. Puede que, en algunos de estos temas, los escritores bíblicos meramente reflejen la interpretación de su tiempo.

Esto hace que sea aun más sorprendente que los adventistas hayan decidido hacer de su posición sobre la muerte una prueba de comunidad cristiana. Si una persona cree en la inmortalidad del alma, o en la conciencia más allá de la muerte, él o ella no puede continuar siendo adventista de buena reputación y miembro regular de la iglesia (41). A mi juicio, es irrazonable tomar este asunto - que no ha sido aclarado en la Escritura - e insistir en que un cristiano tome una posición en una dirección o en otra. "La confesión de ninguna persona debería tener jamás fuerza obligatoria para otra persona", aconseja sabiamente Kirby Godsey. "No sabemos lo suficiente para hacer eso. Una confesión es un don, no una prueba" (42).

Mis propios pensamientos han andado un largo camino desde los encuentros alrededor del significado de 1 Samuel 28 y la experiencia de Saúl en las clases de Antiguo Testamento en la Southern Adventist University. Todavía soy condicionalista - apenas - sin duda a causa de mi herencia adventista. Pero ahora reconozco cuán tenue es ese modelo realmente, y cuán incapaz es de mantener junta toda la información dentro de la Biblia. Y el registro bíblico es aun más complejo de lo que yo he indicado aquí. No tengo todas las respuestas. Tengo aun menos de las que una vez creí que tenía. Pero me doy cuenta de que mi salvación no depende de tener todas las respuestas. Depende de Cristo Jesús, que dijo: "Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás" (Juan 11:25).
 

(1) Creencias Fundamentales, número 25, citada en el Manual de la Iglesia Adventista del Séptimo Día (Edic. rev.; Washington: General Conference of the Seventh-day Adventists, 1986), p. 31. La siguientes referencias bíblicas están citadas en apoyo de esta creencia: Rom. 6.23; 1Tim. 6:15-16; Ecle. 9:5-6; Sal. 146:3-4; Juan 11:11-14; Col. 3:4; 1 Cor. 15:51-54; 1 Tes.4:13-17; Juan 5:28-29; Apoc. 20:1-10.

(2) (Washington: Review and Herald, 1966), p. 333.

(3) (Washington: Review and Herald, 1988), p. 352.

(4) La parapsichología es una rama de la psicología que trata de fenómenos psíquicos, como la clarividencia, la telepatía, la percepción extrasensorial, y otros temas ocultos.

(5) Esto me recuerda la famosa pregunta de Eclesiastés: "¿Quién sabe si el espíritu de los seres humanos va hacia arriba y el espíritu de los animales va hacia abajo, a la tierra?" (3:21). A menos que se indique lo contrario, todos los textos bíblicos son de la Nueva Versión Satandard Revisada, copyright ©1989, División de Educación Cristiana del Concilio Nacional de Iglesias de Cristo en los Estados Unidos de América, y usados con permiso.

(6) Para una discusión de recientes experimentos científicos en parapsicología y su relación con la muerte, véase, de John Hick, Philosophy of Religion (3a. ed.; Englewood Cliffs: Prentice-Hall, 1983), pp. 122-132).

(7) Compárese esto con el dolor del joven rico en la parábola de Jesús: "En el Hades, donde estaba siendo atormentado, alzó los ojos y vio a Abraham a lo lejos con Lázaro a su lado" (Luc. 16:23).

(8) Se dice que estas piedras estaban sobre el pectoral del juicio del sacerdote. Aparentemente, era una bolsa que contenía las suertes sagradas (véase Éx. 28:30).

(9) Compárese con la partida de Judas "de noche" durante la última cena (Juan 13:30).

(10) Citado en T. Ashton, ed., Bryan´s Hebrew Melodies (1972).

(11) Francis Brown, S. R. Driver, and C. A. Briggs, ed., A Hebrew and English Lexicon of the Old Testament (Oxford: Clarendon, 1907), p. 15.

(12) J. Lust, "On Wizards and Prophets", en Studies in Prophcy, VTSup 26, Leiden: E. J. Britt, 1974), pp. 133-142.

(13) Brown, Driver, Briggs, p. 396.

(14) Este show se transmite por televisión tarde en la noche por el canal de CienciaFicción.

(15) Mientras miraba el show de Edward, noté que la información transmitida no siempre era exacta, y podía ser malinterpretada fácilmente por una persona que no estuviese alerta , pero ansiosa por oír algo de un familiar difunto. El espacio para el engaño directo es potencialmente enorme.

(16) Para un examen de esta controversia hasta el año 800 D. C., véase de K. Smelik, "The Witch of Endor: 1 Samuel 28 in Rabbinic and Christian Exegesis till 800 D. C.", Vigiliae Christianae 33 (1979): 160-179.

(17) The Conditionalist Faith of Our Fathers (2 vols.; Washington: Review and Herald, 1966), vol. 1, p 179. De manera similar, el Seventh-day Adventist Bible Commentary arguye que, puesto que la nigromancia había sido prohibida por la ley levítica, "la comunicación debe haber procedido de alguna otra fuente" diferente de Dios. Esa fuente era una "personificación satánica de Samuel" (ed. F. D. Nichol [7 vols.; Washington. Review and Herald, 1954], vol. 2, pp. 586-587).

(18) Helmer Ringgren, "------," Theological Dictionary of the Old Testament, ed. G.J. Botterweck y H. Ringgren (Grand Rapids: Eerdmans, 1974), vol. 1, p. 282. Isaías 8:19 usa la palabra de manera similar.

(19) Walther Elchrodt, Theology of the Old Testament (2 vols, Philadelphia: Westminster, 1961-1967), vol. 2, p. 211. Para información adicional sobre la naturaleza del Seol en el Antiguo Testamento, véase Deut. 26:14; Isa. 14:9-11. En los apócrifos, véase Sirach 30:18; Tobit 4:17.

(20) Es difícil fechar el libro de Samuel con exactitud. La forma final del libro no podría haber tenido lugar antes de la época de Salomón (siglo décimo A. C.) y probablemente ocurrió más tarde, quizás en algún momento en el siglo sexto A. C. Se cree que el reinado de Saúl debe haber tenido lugar circa 1020-1000 A. C.

(21) La idea de que los muertos están inconscientes hasta la resurrección puede encontrarse todavía en otros grupos que se formaron del Movimiento Millerista, como la Iglesia Cristiana del Advenimiento y la Conferencia General de la Iglesia de Dios (véase de Frank S. Mead, Handbook of Denominations in the United States [10a. ed. rev. Samuel S. Hill; Nashville: Abingdon, 1995], pp. 35-37).

(22) Véase Job 14:22; Sal. 22:29; 139:7-8.

(23) Un texto ugarítico del siglo quince A. C. describe el lugar de los muertos como una ciudad, cuyo gobernante tiene que alimentarse de lodo y beberlo "por copas y barriles". Véase de T. H. Gaster, "Dead, Abode of the", Interpreter´s Dictionary of the Bible, ed. G. A. Buttrick (5 vols; Nashville: Abingdon, 1962-1976), vol. 1, p. 787.

(24) G. B. Caird, "The First and Second Books of Samuel", Interpreter´s Bible, ed. G. A. Buttrick (12 vols.; Nashville: Abingdon, 1953), vol. 2, p. 1029. La palabra hebrea traducida como "perturbar" es ragaz,  "sacudirse, ser perturbado, excitarse".

(25) "Sería contrario a todo principio de justicia imaginar que la autoridad divina sea dada a un nigromante para que haga venir a Samuel de su lugar de reposo. Pensar que Dios, que había prohibido la nigromancia (Deut. 18:10-21), cedería a la solicitud de una médium y perturbar a un santo que dormía sería enteramente inconcebible" (Adventist Bible Commentary, vol. 2, pp. 587-588).

(26) Patriarchs and Prophets (Mountain View, CA: Pacific Press, 1958), pp. 676, 679.

(27) An Enquiry; Are the Souls of the Wicked Immortal? In Three Letters (Albany, NY, 1842).

(28) Man Not Immortal: The Only Shield Agaisnt the Seductions of Modern Spiritualism (Battle Creek: Steam Press, 1854), p. 3. Citada en Malcolm Bull y Keith Lockhart, Seeking a Sanctuary: Seventh-day Adventism & the American Dream (San Francisco: Harper & Row, 1989), p. 74.

(29) Counsels to Writers and Editors (Nashville: Southern Publishing Association, 1946), p. 30. La referencia a la "no inmortalidad de los impíos" debe referirse al hecho de que la muerte será completa para los impíos, mientras que los justos recibirán la inmortalidad de Dios como un don a la resurrección.

(30) The Great Controversy (Mountain View, CA: Pacific Press, 1911), pp. 549, 545, 561.

(31) Es decir, Sal. 6:5; 30:9; 88:10; 115:17; 146:4; Ecle. 9:5-10. Puesto que es bien sabido por el lector, en este artículo no me propongo discutir esta interpretación por completo.

(32) "Las dos posibilidades, la comunión de los han desaparecidos en otro lugar y la profunda inconsciencia de los difuntos, más bien coincidió para ellos, en la sombría existencia del mundo de los muertos" (Otto Kaiser y Eduard Lohse, Death and Life, trad. J. E. Steely [Nashville: Abingdon, 1977], p. 33). Job 14:21-22 contiene tiene ambas ideas, una al lado de la otra.

(33) Al prepararse para torturarles, los hermanos le dicen a Antíoco: "Por medio de este severo sufrimiento y esta resistencia, nosotros tendremos la recompensa de la virtud y estaremos con Dios, por cuya causa sufrimos; pero tú, por ser sanguinario hacia nosotros, merecidamente sufrirás el eterno tormento por el fuego de la justicia divina" (9:8-9).

(34) Death and Life, p. 91.

(35) Juan 5:28-29; 11:11-14; 1 Cor. 15:50-57.

(36) Por supuesto, los adventistas han tratado de soslayar la fuerza de estos pasajes. Véase Seventh-day Adventists Answer Questions on Doctrine (Washington: Review and Herald, 1957), pp. 511-609. Sin embargo, las explicaciones sólo sirven para confirmar la ambigüedad esencial del registro bíblico sobre esta cuestión.

(37) Por lo que sigue, estoy en deuda con David Bartlett, "The First Letter of Peter", New Interpreter´s Bible, ed. L. Keck (12 vols; Nashville: Abingdon, 1998), vol. 12, pp. 293-295.

(38) Véase de F. Blass y A. Debrunner, A Greek Grammar of the New Testament and Other Early Christian Literature, trad. y rev. R. W. Funk (Chicago: University of Chicago, 1961) par219(2). Blass y Debrunner citan a Rom. 2:1; 8:3; Heb. 2:18 como otros ejemplos.

(39) El Adventist Bible Commentary sugiere que el pasaje se refiere bien a que Cristo predicó a la gente de los días de Noé en su estado pre-existente o por medio del Espíritu Santo. La idea de que Cristo predicó a los espíritus de los desobedientes que entonces estaban cautivos en el Hades significaría que habían recibido una segunda oportunidad después de la muerte, algo que no se le concede a nadie más en la Escritura (vol. 7, pp. 574-576).

(40) Véase 2 Ped. 2:4, donde se dice que Tártaro, el lugar infernal de castigo, es la morada de los ángeles que pecaron.

(41) La doctrina de la no inmortalidad del alma aparece como hemos observado más arriba en las Creencias Fundamentales de la Iglesia. Una persona queda sujeta a la disciplina de la iglesia, que incluye la excomunión, por "negar la fe en los fundamentos del evangelio y en las doctrinas cardinales de la iglesia, o enseñar doctrinas contrarias a ella" (Adventist Church Manual, p. 162).

(42) When We Talk About God ... Let´s Be Honest (Macon, Ga; Smyth & Helwys, 1996), p. 6.


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